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viernes, 31 de octubre de 2025

Mis versículos favoritos XXVI: El Eclesiastés (y III). Hay un tiempo para cada cosa

 https://www.youtube.com/watch?v=eurbVJy0gHQ

 

 

 

En 1989 una película lanzó al estrellato a Robin Williams y convirtió un hasta entonces desconocido latinajo en tal vez el más pronunciado desde entonces. La película se titulaba El club de los poetas muertos, y el latinajo era Carpe diem. Que significa "aprovecha el momento".

Lo que quería transmitir el personaje de la película a aquellos adolescentes es que aprovecharan su juventud, el tiempo en el que tienen esos dieciséis años, que no dejen que pase el tiempo y cuando haya pasado se den cuenta de que no los han vivido. Esto no es lo mismo que la interpretación que frecuentemente se le da, hedonista, de que disfrutemos ahora que podemos por si acaso luego no podemos. No, lo que quiere decir la frase es un "vive intensamente", sé consciente de cada segundo que vives, no dejes que pase el tiempo sin más. Que no ocurra que no sepas recordar qué has hecho esos días pasados porque no hayas hecho nada en realidad. 

Vive hoy, no esperes al futuro. No des por sentado que mañana podrás...

Hay muchas interpretaciones, y las mismas explicaciones de esas interpretaciones se pueden interpretar de manera diferente. Tal vez un filósofo pudiera. Un poeta (Horacio, en concreto), sólo fue capaz de escribir "carpe diem". 

Pero la idea ya existía antes de Horacio. Era un concepto filosófico tradicional de griegos y romanos. Horacio lo escribió en una de sus odas, en las que apremia a hacer lo que haya que hacer porque uno no vivirá eternamente ni sabe cuándo dejará de hacerlo.

El libro del Eclesiastés lo expresa mejor, en mi opinión:

Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:

Tiempo de nacer, y tiempo de morir;

tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar, y tiempo de curar;

tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

tiempo de llorar, y tiempo de reír;

tiempo de hacer duelo, y tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras, y tiempo de recogerlas;

tiempo de abrazar, y tiempo de desprenderse;

tiempo de buscar, y tiempo de perder;

tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

tiempo de rasgar, y tiempo de coser;

tiempo de callar, y tiempo de hablar; 

tiempo de amar, y tiempo de odiar;

tiempo de guerra, y tiempo de paz.

 Ecl 3, 1-8

El texto insiste: ¿qué provecho saca uno de afanarse tanto? Hay un momento en el que se debe trabajar, pero hay momentos en los que se debe descansar. 

Pero también en lo contrario: hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar: no pretendas sembrar en el tiempo de cosechar, así que cuando sea el momento de sembrar no pierdas el tiempo y siembra. Lo sabio, lo correcto, es reconocer cuándo es el tiempo de cada cosa.

Y también otro contrario: ojo, que hay un tiempo para cada cosa. No creas que algunas cosas no ocurrirán porque no tienen un tiempo. No creas que no habrá un tiempo para llorar, porque lo hay. 

El Eclesiastés es un librito absolutamente magistral, que destila filosofía vital en todos sus versículos (aunque, como queda claro, es una filosofía expresada de una manera muy llana). Si tiene que resumirse de alguna manera, yo diría esto:

—Sabe, lector, que hay un tiempo para nacer, pero también hay un tiempo para morir. Entre tanto, decida el lector cómo, pero carpe diem

 

 

Domenico Scarlatti  - Sanctus, Misa de Madrid (Missa quatuor vocum

martes, 7 de octubre de 2025

Jóvenes contra viejos

https://www.youtube.com/watch?v=AknKIJi4jnI 

 

 

Últimamente se publican una gran cantidad de artículos que versan sobre el enfrentamiento entre jóvenes y viejos (a los jóvenes los llaman unos creo que milenials, otros generación Z, otros jóvenes a secas,... y la gran mayoría llama, a los viejos, boomers). No es que haya un enfrentamiento, sino que por lo visto los viejos viven muy bien y con grandes pensiones, y los jóvenes muy mal, sin poder tener casa ni familia propia.

Todos los articulistas que he leído, en mi opinión, dan una visión incorrecta del asunto. Diría que ninguno de ellos es viejo, lo que lo explicaría: sólo conocen la vida de unos, no la de los otros.

Se quejan los jóvenes de que los viejos viven muy bien y que, como no se mueren, les quitan las oportunidades. Se quejan de que tienen casa y además pagada, sin hipoteca. Se quejan de que muchos tienen una segunda residencia, buen coche, una pensión envidiable, y que ellos tienen que deslomarse para pagar los impuestos que permitan pagar esas pensiones. Sin poder acceder a una vivienda, porque no se la pueden permitir. Sin poder formar una familia porque no tienen vivienda. Y temiendo, además, que en el futuro ellos no recibirán las pensiones por las que están cotizando ahora.

Todo lo cual es cierto.

Los viejos, en cambio, acusan a los jóvenes de no ser como ellos, de tener vidas muy diferentes: no se desloman de sol a sol como hicieron los mayores, sino que a las cinco paran ya, que han de conciliar. Que tienen unas bajas maternales y paternales que para ellos las quisieran, y que viven como pachás a costa de esos mismos mayores que denuestan.

Todo lo cual tal vez sea cierto. Hay jóvenes muy trabajadores y que aún no se han cogido ninguna baja. Y no todos viven como pachás.

Lo que pasa es que es un debate que se plantea mal. Sobre todo por parte de los jóvenes. 

Antes de plantear, como plantean los jóvenes, si la culpa de los males de los jóvenes la tienen los viejos, lo que hay que hacer es establecer qué es comparable. Porque comparar lo que no se puede comparar es mala praxis. Y si se quiere saber si la vida de los jóvenes de ahora es mejor o peor que la de los viejos de ahora hay que precisar: ¿es mejor la vida de los jóvenes de ahora que la de los viejos de ahora cuando éstos eran jóvenes? Porque ya les adelanto que cuando yo era joven mis mayores vivían mejor que yo. Que yo cuando era joven, claro está. Y es que si cuando eres mayor no vives mejor que cuando eras joven, en la vida te ha ido mal.

De lo que no hay ninguna duda es que si se ofreciera a un joven de ahora la oportunidad de revivir la vida de un mayor de ahora cuando era joven ninguno aceptaría. Ninguno. La vida actual ofrece a los jóvenes comodidades y "derechos" que antaño eran impensables. Sí, toda la retahíla de diferencias que los mayores recitan a los jóvenes, como si fuera culpa de los jóvenes que ahora se pueda viajar un fin de semana a Copenhage por cuatro perras y ellos lo aprovechen. No recitan en cambio, esos mismos mayores, lo que tuvieron que aguantar de jóvenes y que los jóvenes de ahora no aceptarían, y mi tentación ahora es dar una lista pero no lo voy a hacer.

Hay que ser conscientes de que en los más o menos 30 años (diría) que separan a una generación de otra ha habido multitud de cambios tecnológicos, sí, pero también sociales y morales.

La gran diferencia entre los jóvenes de ahora y las generaciones anteriores es un principio que rigió la educación de antes, que los mayores de antes odiaron cuando eran chicos, y que decidieron que ellos no transmitirían a sus propios hijos:

«El que algo quiere, algo le cuesta».

Los mayores decidieron que sus hijos tendrían las cosas sin tener que pagarlas, sin que tuvieran que sufrir lo que les costó a ellos conseguirlas. Pero no por no enseñar ese principio deja de ser cierto. Y los jóvenes de ahora están descubriendo el precio a pagar por todas sus ventajas. Sí, su vida es fácil y cómoda... pero no tienen acceso a casa. Y si no hay casa, no hay familia, no hay futuro.

Los jóvenes tienen ventajas y recursos que en buena lid sólo deberían haber tenido de viejos: están viviendo ahora lo que debería ser su futuro. Tal vez por eso su futuro parezca ser el vivir de mayores como deberían haber vivido de jóvenes. Es decir, peor que cuando eran jóvenes, que viven como si fueran mayores. 

 

Unas pocas notas más:

1) Me llama la atención la edad de esos jóvenes que claman desesperanzados. Sí, algunos son de veintipocos, que es lo que a mí me parecería normal, correcto. Estos han de tener esperanza, no rendirse: lo conseguirán. Otros son de veintimuchos.  Buf, siempre ha habido jóvenes que se han independizado más tarde, pero con, pongamos, 28 años, deberían tener su vida enfocada. Ahora, el drama es cuando esos jóvenes son de treintaitantos. Que los hay, y muchos. Aquí sí que no: aquí hace al menos 10 ó 15 años que su vida la manejan ellos, por lo que cabe pedirles responsabilidades: ¿no tendrán parte de culpa, ellos, en lo que han hecho desde que salieron del colegio y tomaron ellos sus propias decisiones?

2) Lo de la vivienda, la falta de viviendas, es realmente dramático. Pero España es un país socialista, y aquí se hace lo que decide el Estado, que por cierto es, desde hace ya suficientes años, Pedro Sánchez (el que en actos varios prometió en torno a 700.000 viviendas en los entonces "próximos años", sin que ninguna promesa se intentara cumplir). Hay demasiadas trabas para construir, pero además hay demasiados problemas, que se vienen arrastrando desde hace años. Sí, hace años que se viene advirtiendo que faltan jóvenes en el sector de la construcción, que muchos oficios claves los desempeñan personas que se van a jubilar, que nos e encuentra personal capacitado. Se lleva años diciendo, y ya entonces se pintaba un futuro poco halagüeño si no se afrontaba el problema. Bien, no se afrontó y ahora tenemos ese futuro. En mi opinión, el Gobierno debería dejarse de zarandajas, cambiar la legislación en todo lo que sea necesario y dedicarse a promover la construcción de viviendas como si nos fuera la vida en ello. Porque nos va.

3) Ciertamente, la falta de viviendas es un problema insalvable. En las generaciones mayores, el ritmo de un joven era acabar con los estudios, conseguir ser L.S.M., encontrar pareja, encontrar trabajo y con todo ello encontrar casa. Encontrar casa puede casarse, que el casado casa quiere. Y una vez con casa y casado, el futuro es el a partir de entonces. Pero si no hay viviendas no se va a crear una familia. Y la sensación de que es un problema que el joven no puede superar es desmoralizador.

 

 

Al final, también los viejos pagaremos por el error de no haber construido viviendas: perderemos a los hijos, porque no teniendo viviendas cerca nuestra se irán allá donde éstas estén.

 

 

 

José Antonio Labordeta - Ya ves 

 

sábado, 9 de agosto de 2025

Otra forma de ver el turismo

https://www.youtube.com/watch?v=E7zmRvhFEYo 

 

 

Esta mañana me encontré en el Metro con una turista. Digo yo que era turista, porque era una mujer jovencita, muy pelirroja, piel muy blanca, zona cercana al cuello y parte superior de los hombros enrojecida,... Sí, podía ser de Almendralejo, pero había algo más en su actitud: tenía mucho calor. Y se quitó la camiseta, se quedó en sujetador. Primero pensé que quería secarse el sudor y pasarse un desodorante, pero en realidad sólo bufaba. Luego vino el tren, y se subió al vagón. Siguió en sujetador.

El Metro de Barcelona es suficientemente seguro para que un día laborable en horas laborables una joven pueda viajar sola en sujetador por las paradas del centro. Pero ¡caray!: es un espacio público, no el salón de su casa.

Era una turista, lo tengo claro.

Y sí, miró el móvil y luego se lo metió debajo del pantalón. Supongo que en las bragas, pero es que no me importa. Yo nunca lo haría.

Muchos turistas se comportan aquí como no lo harían en sus lugares de origen. Tal vez por eso vienen, o es una razón más.

 

 

El turismo es probablemente la principal industria de España. En Barcelona, suponiendo una estancia típica de 1 noche (2 días), calculo que recibimos cada día 100.000 visitantes de media (entiéndase turistas: extranjeros que vienen a Barcelona, por ocio o por trabajo, dispuestos a gastarse dinero aquí). A esas personas hay que alojarlas, alimentarlas, vestirlas (la parte que toca), transportarlas, cuidarlas, protegerlas, entretenerlas,... y reparar lo que rompen o gastan, limpiar lo que ensucian, gestionar sus residuos, proporcionar el agua necesaria,... Mucho más de lo que parece.

La parte positiva es que trae el dinero de fuera. Es por eso que se llama industria, porque es lo que las industrias hacen.

Ahora bien: considere un momento lo que hacen las otras industrias.

En la agricultura, el agricultor además de dejarse los cuernos consigue extraer un producto de la tierra. Ese producto lo vende y obtiene dinero.

En la ganadería, el ganadero gestiona un establo para que los animales produzcan (miel, huevos u otros animales) y lo que producen lo intercambia por dinero.

En la minería se extraen productos que tenemos y se venden. Funciona mientras queden productos que extraer, eso sí.

La pesca es parte ganadería, y parte minería. 

En la industria propiamente dicha, el esfuerzo de los trabajadores y el saber de los ingenieros consigue mejorar las materias primas y conseguir que otros paguen por el resultado.

¿Ve un patrón común aquí? 

Siempre alguien vende algo a alguien.

¿Qué se vende en la industria del turismo?

Hay quien dirá que cerveza, que noches de hotel o camisetas. O nuestra gastronomías (risas sostenidas). Pero no, no es eso.

Le daré una pista. A ver si se reconoce en esta situación:

—Chico, no pudimos ni entrar. Había una cola de gente que no veas.

Cuando uno vive en un bloque de pisos acepta compartir una parte de su vida con sus vecinos: será a los que salude por las mañanas, con los que hable del tiempo en el ascensor, con los que comparta problemas comunes y el espacio que ya considera suyo y se sienta a salvo. En menor grado comparte su vida con sus vecinos de barrio, y también de ciudad e incluso de país. Cuando está en el bar tomando un café o una cerveza le importa que estén: no entrará a un bar en el que no haya nadie, por ejemplo. Son con los que acepta compartir un día de playa, una sesión de cine, ir a misa o simplemente coincidir en el transporte público.

Cuando viene un turista, usted acepta compartir con él su espacio vital. Él también irá a la playa, se subirá a los autobuses o trenes, coincidirán en las calles e incluso en la escalera de su casa si como me ocurre a mí hay pisos turísticos. No se trae al turismo como si fuera un resort caribeño, encerrados en un espacio del que no puedan salir ni nosotros entrar, porque no vienen en busca de sol y mar: vienen en busca de sol y mar con nosotros. Quieren pasear por nuestras calles con nosotros (de hecho, no creo que les cause especial placer cuando todos los que caminan son turistas como ellos, como en los pasillos de los aeropuertos o grandes estaciones), quieren estar en nuestros restaurantes, caminar por nuestros bosques o montañas, coincidir con nosotros en las piscinas. Y, como están dispuestos a pagar por ello, usted acepta.

Lo que se vende en el turismo es nuestro espacio vital. Y no pasa nada, está bien. El visitante llega a un pueblo, y los que están en él comparten ese día: coinciden en el bar de la plaza, se saludan, lo ven, él les ve, observa dónde viven y qué hacen, se ven mutuamente comerse un bocadillo,... Y no pasa nada. El visitante no quería llegar a un pueblo abandonado, no ver a nadie, que nadie saliera de sus casas. Quería que el pueblo hiciera su vida normal. A cambio de dejarle estar allí (con ellos haciendo su vida normal), el visitante ha hecho un gasto tal vez en el bar o el restaurante, a lo mejor en el cepillo de la iglesia o en la gasolinera o en la tienda que vende productos típicos. Lo que ha costado, lo que ha comprado, no ha sido tanto. Así que está bien.

¿Y si la cosa se saliera de madre? ¿Y si vinieran tantos visitantes a la vez que los vecinos no pudieran circular en coche, las calles estuvieran atascadas permanentemente, no hubiera sitio en el bar o en la iglesia o en el dispensario o en la tienda de alimentación o en la piscina? ¿Y si fuera constante? ¿Y si la demanda de alojamiento fuera tal que ni siquiera ustedes pudieran permitirse una vivienda porque todo se destina a los mucho más rentables visitantes? ¡Ah, entonces sería un sinvivir! Habría vendido usted más de lo que debería. Como si vendiera alimentos y se encontrara que había vendido hasta los suyos propios y ahora solo tiene para comer billetes con monedas.

Pues hay sitios donde eso ocurre.

En Barcelona la presión turística ha hecho que al parque Güell sólo se pueda entrar pagando. Y a la catedral. Y al templo de la Sagrada Familia. El turismo ha expulsado a los barceloneses de muchos de los lugares de los que solían disfrutar, de los transportes que usaban (hay líneas de autobuses que se pidió a Google que no informara de ellas para que los turistas no las emplearan) y de pisos en los que antes se vivía. De bares, tiendas y paseos, que ahora son, en la práctica, tourists only. Y era de cajón que esto iba a ocurrir: desde hace muchos años el empeño del ayuntamiento de la ciudad ha sido la promoción de la misma: somos los mejores, un lugar maravilloso, tenemos joyas que usted no puede dejar de visitar, venir aquí es lo más. Incluso se consiguió que Woody Allen filmara una película que hasta tenía Barcelona en el título. Venga ferias, congresos, salones, exposiciones, lo que sea. Usted, venga. 

Y a nosotros, ¿qué nos decían mientras tanto? Que el turismo es riqueza. Que trae mucho dinero que beneficiaba a muchas personas. No dijeron que la parte del león de ese dinero iba a las compañías de transporte y a las compañías hoteleras, eso teníamos que haberlo pensado nosotros. Y tampoco nos dijeron que lo que vendíamos era nuestro espacio vital, con lo que nadie sospechó si no iba a ser que venderíamos demasiado espacio.

Dejo, para terminar, una foto que ha aparecido hoy en el diario El Mundo: un montón de turistas delante de la salamandra del parque Güell. He estado allí muchas veces, estuve mientras se pudo, y no creo que vuelva nunca: es ya otro sitio tourists only.

Barcelona, la zona cero del colapso turístico: "Desde la pandemia la gente se ha vuelto loca"
(artículo completo aquí)

Las personas que usted se cruza forman parte de su vida y lo que el turismo vende es ser parte de su vida. Con el turismo, lo que usted está vendiendo es una parte de su vida. Mejor dicho: otros están vendiendo parte de su vida de usted. Ése es el problema del turismo, porque esos otros no sienten que estén vendiendo demasiado.

 

 

Barry White - You're the first, the last, my everything 

 

 

viernes, 4 de abril de 2025

Acostarse con el jefe

https://www.youtube.com/watch?v=F9yubdhFeWY 

 

 

No es sólo un rumor callejero, es real. Existen casos. Algunos, muy famosos; por ejemplo, y sin querer extenderlo a conocidas políticas, estos días se debate en juicio la situación de una moza que consiguió una serie de trabajos acostándose con el jefe.  Trabajos por los que ni aparecía: directamente le mandaban los cheques a casa. Sí, en su caso se puede decir que ella consiguió los puestos acostándose con el jefe, y también se puede decir que en realidad los puestos (los sueldos) eran para pagar el que se acostara con el jefe. Pero no es de la señorita en cuestión ni de las famosas políticas de las que quiero hablar, sino de lo que ocurre cuando una mujer consigue (supuestamente) algo acostándose con el jefe.

En general, las personas nos dividimos en dos grupos: feministas y todos los demás, desde el punto de vista de todos los demás, o en feministas y machistas recalcitrantes, desde el punto de vista de los y las feministas (los porque algunos haylos, al menos de boquilla).

Para los machistas recalcitrantes, heteropatriarcales como somos, es algo muy feo y está muy mal. Como es lógico, el beneficiado no piensa así, pero es el único; está mal. Pero ¿porqué está mal? Pues porque ha arrebatado el puesto de trabajo o lo que fuera que consiguiese a otra persona que lo habría conseguido si hubiera sido un concurso de méritos (y, claro, el sexo no computa como mérito). Se lo ha quitado a una persona que lo merece más. Caray, es que nos parece mal incluso aunque tangencialmente fuéramos beneficiados (por ejemplo, porque la que se acuesta con el jefe es nuestra esposa, nuestra hija, nuestra madre,...).

Y, fíjese el detalle: nadie está diciendo que esa persona que se lo merece más sea un varón. A veces lo será y a veces no, pero eso al machista recalcitrante no le importa.

¿Y para las feministas? Pues, para las feministas depende.

¿Y de qué depende? ¡Ah, mi querido Philby!

En principio, que una mujer haya conseguido algo acostándose con el jefe en vez de por sus propios méritos es un infundio machista asqueroso: ¿qué pasa, que una mujer no puede ser mejor que un tío y merecerlo más? Es que sois unos cerdos, una mujer logra algo y en seguida estáis atacándola con que no se lo merece y que lo ha conseguido acostándose con el jefe.

Salvo que la mujer en cuestión no le caiga bien a la feminista. Por la razón que sea, hay miles de posibles razones. En ese caso, ¡ah, menuda zorra! Y es que ésa todo lo consigue así, ya la tengo yo bien calada, que no hay más que ver lo zorra que es. 

Coherencia y feminismo no suelen casar bien.

 

 

 

 Yann Tiersen - Amélie: comptine d'un autre été: l'après-midi

 

 

martes, 18 de marzo de 2025

Islamofobia

https://www.youtube.com/watch?v=jm6F7gZCYcw 

 

 

¡Qué palabra más fea!, ¿verdad? Parece que le estén acusando a uno de algo incontrolable que forma parte de su carácter en su relación con el islam: que le acusan a uno de animal, de no ser capaz de pensar y admitir que el otro es diferente. Y, claro, cuando le espetan a uno un «¡islamófobo!» no da la sensación de que te estén llamando guapo.

Sin embargo, si a uno le acusaran de anti-nazi, comunista o persona que cree que las películas de Almodóvar son infumables, uno debería poder aclarar su porqué. En este artículo yo voy a intentar explicar qué entiendo por islamofobia; al terminar, el lector deberá decidir si es una sensación fundada o infundada. Y si resulta fundada, hay que convenir que es del todo punto digna de respeto como una opinión más.

Vamos a partir de la hipótesis de que hay dos clases de islamofobia: visceral y racional. 

De la islamofobia visceral no cabe discutir mucho: si existe, es. La discusión puede versar sobre cómo aceptarla, cómo tratarla o cómo combatirla, pero es lo que hay. 

Lo que me interesa a mí es la otra, la islamofobia racional. Es decir, el estar en contra del islam por motivos razonables. 

Vamos a considerar, por ventajas de redacción, que yo soy islamófobo racional. ¿Por qué estoy en contra del islam? 

En principio, el islam es una religión. Fundada por Mahoma en el siglo VII d.C., conocida por sus cinco preceptos fundamentales (la declaración básica de fe «no hay más dios que Ala y Mahoma es su profeta», la oración, la limosna, la peregrinación a La Meca y el ayuno durante el Ramadán), por su libro sagrado (el Corán) y algunas peculiaridades más. Como religión, no es muy criticable; no más que cualquier otra religión. Libertad de credo, libertad de culto y todas esas cosas, así que a callar. En su culto no son moloquitas (pinchar si no se entiende la referencia).

Pero… ¿y si el islam no es sólo una religión? ¿Y si es un estilo de vida que ha de regir en todos los ámbitos? 

¿Y si consideramos que además de una religión es un sistema político? Ah, entonces sí es atacable. Como el nazismo, el comunismo o el capitalismo (prohibido en varios países y en varias épocas).

¿Es el catolicismo un sistema político? No, porque el catolicismo no intenta que la vida política se adapte a las reglas religiosas del catolicismo. Incluso aunque aparezca algún iluminado que quiera que el catolicismo sea la religión oficial, un "pecado" social no se considera un pecado religioso: no se aplica lo que diga la Biblia a los ladrones o a los adúlteros, sino lo que dicta el Código Penal. Y si el Código Penal no criminaliza el adulterio, lo que diga la Iglesia da igual: cuando y donde se haya penalizado el adulterio habrá sido porque así lo prescribía el código penal pertinente. 

¿Es el islam algo más que una religión? ¿Pide el islam que la vida social se rija por las normas de esa religión? En algunos países, no. En Estados Unidos, por ejemplo, no creo que los musulmanes clamen que se aplique la Sharia en vez de las leyes civiles. ¿Pero hay países donde sí? Ya lo creo. 

La primera parte de la islamofobia sería entonces contra el islam en tanto en cuanto que sistema político. Totalmente criticable. En los países tradicionalmente islámicos uno puede aceptar o no el sistema en el que viven (hay multitud de intensidades del islamismo, si se me permite decirlo así, y no es lo mismo Mauritania que Afganistán que Indonesia) y como tal se puede criticar, pero cuando de lo que se trata es de la transformación de nuestra sociedad en otra más acorde con los principios islámicos, la islamofobia no es tal sino un simple "no estoy de acuerdo". No es un odio al Islam como religión, sino un posicionamiento en contra del Islam como no-religión.

El segundo objeto de la islamofobia serían las personas. Los islamistas. Las personas que quieren imponer el islam en la sociedad, las que quieren que sociedades no islámicas se conviertan en sociedades islámicas. Nadie tiene ningún prejuicio contra el famoso musulmán Kareem Abdul-Jabbar en tanto en cuanto que musulmán; si acaso, por ser de un equipo rival. Si uno vive el islamismo como una religión como cualquier otra, estoy seguro de que nadie está en contra de eso. 

Vamos con los islamistas, y no hace falta entrar en los terroristas musulmanes. Hablemos de musulmanes normales, pero que pretenden implementar los preceptos religiosos islámicos en la esfera gubernamental y legislativa. Siempre empiezan con pequeñas medidas sociales. Por ejemplo, que en los comedores escolares la comida sea halal, que se pueda estar en las piscinas públicas cumpliendo los preceptos islámicos en vez de los aceptados por la sociedad en la que se encuentran, que se les concedan excepciones en los exámenes o en el trabajo por causas como la observancia del ramadán, etc. Esas pequeñas medidas sociales pasan también a querer la legitimación de prácticas de su sociedad (que no la nuestra), por ejemplo el matrimonio con niñas o en contra de la voluntad de la fémina, y muchas otras. 

¡Ah, no! Ahí, pie en pared. 

Y es que, por ejemplo, en las familias islamistas, la voluntad de la mujer no prevalece frente a la del varón en ningún caso, le debe sumisión y obediencia. Si las cosas que suceden en el ámbito familiar musulmán ocurrieran en un ámbito no musulmán intervendría la policía. Entonces, si no lo aceptamos en nadie independientemente de la religión que practiquen, ¿por qué vamos a aceptarlo en su caso? ¿Por qué vamos a hacer una excepción con el Islam?

Hay, por lo tanto, razones para estar en contra del islam y de los musulmanes. No para estar en contra de todo el islam allá donde se practicare, y no en contra de cualquier practicante del islam, pero ahí estamos ya hablando de matices. Ni todo hablante de alemán en 1940 era un nazi ni todos los nazis estaban a favor de las cámaras de gas, así como no todo votante del PSOE está a favor de que los ministros seleccionen a sus amantes en catálogos que les proporcionan ayudantes ex-porteros de puticlub y les den nóminas de empresas públicas para sus gastos y lo que se tercie; uno puede estar en contra del socialismo, pero el estar en contra del socialismo en su método español de llevarlo a la práctica o en contra del socialismo como concepto es eso, una cuestión de matices.

Por otro lado, es un hecho que esta animadversión algunas personas no la razonan tanto: es su instinto quien le lleva a las mismas conclusiones. Es visceral, les sale de las tripas. Así que tal vez el intolerante es el que acusa al otro de islamófobo, pues en esa acusación le niega su derecho a los matices (cuando no su derecho a una opinión).

Y no, la islamofobia racional no es racismo. Aquí nadie margina a nadie por su raza.

Creo que, si me preguntaran, diría que la islamofobia en realidad es... sentido común. 



Lloyd Price - Personality

 

martes, 4 de marzo de 2025

Uno, dos, tres

Cómo pensamos determina lo que hacemos, y lo que hacemos determina lo que conseguimos.



El domingo estuve viendo en Amazon Uno, dos, tres.


Es una película genial de 1961 dirigida por Billy Wilder y con James Cagney como protagonista principal. Sí, en blanco y negro. Quien quiera la ficha de la wikipedia sobre esta película, la tiene aquí.

Como muestra la imagen, debe advertirse que la película incluye violencia, consumo de alcohol, consumo de tabaco, lenguaje malsonante y contenidos sexual. ¿Nos hemos vuelto locos, o qué?

En las películas de Charlot éste suele pegarle una patada en el culo a un guardia urbano. Quizá eso es violencia, pero es que en esta película, ni eso. Sí, los policías de la RDA torturan a Otto para que confiese: pero la tortura es hacerle escuchar un disco con música yanki, y Otto es un alemán del este genuino. Violencia psicológica, imagino. ¡Por amor de dios, es una comedia! De hecho, esa escena es en alemán, no creo que los niños sufran.

Lo de lenguaje malsonante, no sé si es que alguien dice "cáspita" o "diantres". ¿Tabaco? Para ridiculizar los puros habanos, y tras la primera chupada lo tiran a la basura. Consumo de alcohol... Hay una escena en un sitio mitad centro cultural mitad salón popular, y los rusos están bebiendo no se dice pero supongo que será ese alcohol tan peligroso. Y creo que se habla de beber cerveza. Esto, teniendo en cuenta que la película va de que el protagonista es el representante de CocaCola en Berlín Oeste y trata de abrir plantas en Rusia, pues es normal. Pero no se ven, o no las recuerdo. ¡Ah, ahora caigo! En la escena en la que intentan enseñarle modales a Otto durante las comidas (tiene que hacerse pasar por un conde), éste arrambla las botellas de vino e intenta beber a morro, sin usar las copas. ¡Va a ser eso!

En cuanto a contenido sexual... Parte del argumento es que el ayudante de Cagney se disfraza de mujer, y se coloca unos globos que tienen propaganda de la RDA. Luego la Policía Militar busca a una mujer que tiene propaganda de la RDA tatuada en la pechera, pero el ayudante ya se ha quitado el traje. O bien que la mujer que intenta imitar al disfrazarse es la secretaria de Cagney (con la que tiene un lío, pero sólo se menciona) y ¡qué mujer! El contenido sexual debe ser que ella salga en escena, porque la insinuación a los rusos de que si acceden Cagney les cederá su secretaria...

En fin, que la película la dan para mayores de 13 años, y ningún niño ni de 7 años sería capaz de encontrar el contenido sexual, el lenguaje malsonante o la violencia. Hay más de todo eso en la Blancanieves de Disney y, por supuesto, en La Bella Durmiente (¡el héroe lucha contra el dragón!) y en La Cenicienta.

Claro, luego vemos que nos advierten de precisamente lo mismo en La naranja mecánica, y creemos que los niveles de violencia, sexo y demás es similar. 

Somos una sociedad decadente, porque hemos dejado que las minorías tomen las riendas. Estoy seguro de que sólo una minoría muy minoritaria de entre nosotros pediría que se advirtiera al que va a visionar Uno, dos, tres de que es una película violenta y todo eso. Pero dejamos a esos trastornados que rijan las cosas, y así nos va.

 

 

Frankie goes to Hollywood - Relax 

sábado, 8 de febrero de 2025

Mis versículos favoritos XXIV: un versículo que NO es mi favorito

https://www.youtube.com/watch?v=AQtZCgFuikM

 

 

La canción que acompaña esta pieza es Adelante, de Los Calchakis; la tenía en uno de mis discos de mocedad, El canto de los poetas latinoamericanos, y la letra dice así:

Si te postras 10 veces, te levantas.

Otras diez, otras cien, otras quinientas,

no han de ser tus caídas tan violentas,

ni tampoco por ley han de ser tantas.

No te des por vencido ni aun vencido.

No te sientas esclavo ni aun esclavo.

Aunque sientas pavor piénsate bravo,

y arremete feroz ya mal herido.

Haz igual que el robledal

cuya grandeza necesita del agua y no la implora,

que muerda y vocifere vengadora,

ya rodando en el polvo tu cabeza.



Es la actitud del "no surrender", "never give up"  y similares de tantas canciones que se corean como himnos, la gallardía del "no pienso darme por vencido", "seguiremos luchando hasta la victoria final" y cosas así. Es el no aceptar un no por respuesta. Es el "no renuncies a tus sueños". De entre los valores de las personas, uno de los que menos admiración me causa.

Porque, cuando nos lo hacen a nosotros, es el "¡vuelta la burra al trigo!", el "¡mira que eres testarudo!". 

Hay que saber aceptar la derrota. Se ha peleado, se ha perdido, ya está. No hay que seguir, no hay que insistir. Es evidente que no queremos ser independientes, no sigas con ello. Es evidente que no tienes mayoría, es evidente que no es lo que queremos, olvídalo, déjanos en paz. Acéptalo. De lo contrario, la convivencia es imposible. 

Si vamos al cine y votamos qué película, el que quería ver otra ha de aceptarlo y no dar la matraca con que no veamos la película elegida sino la que él quería ver, ¿verdad? Pues eso.

No estoy diciendo que uno se rinda a la primera, no. Pero una vez que la fortaleza de las opiniones está establecida, se acabó. Una vez queda claro que los otros están seguro de que no es tu oferta lo que ellos quieren, déjalo. 

Es una actitud que arruina la convivencia. Es la intolerancia que decide intolerantemente ser intolerante por siempre. Es la quintaesencia de la antidemocracia.

Puede aducirse que el "no te rindas" no siempre se refiere a la relación con otras personas. Que se puede, que se debe, aplicar a uno mismo: no te rindas ante las dificultades, sigue esforzándote. Todo buen violinista ha pasado incontables horas intentando mejorar. Todo buen músico, todo buen deportista o atleta, qué diantres, todo buen ingeniero, todo aquel que es bueno en lo suyo: su esfuerzo le ha costado. Y sí. Siempre que no raye en la estupidez: yo nunca seré un buen pianista o un buen ciclista, no importa cuánto me esfuerce. Cuanto antes lo reconozca, mejor. Si quería ser un gran ciclista, lo inteligente es reconocer que no lo seré y no perder el tiempo queriendo llegar a ser lo que no seré. Hay que ser consciente de las capacidades de cada uno.

Supongo que, en realidad, es como dice Aristóteles: la virtud está en el punto medio. Ni mucho ni poco. La testarudez o cabezonería (la perseverancia, respondo cuando se me acusa de terco), en sí misma, no es una virtud.

 

¿Y qué tiene esto que ver con los versículos de la Biblia? Hay al menos dos pasajes en el evangelio de Lucas que tratan este tema; uno de ellos es el de un vecino que molesta al otro por la noche, pidiéndole pan porque ha recibido una visita, y el otro al final cede y se lo da. Y Jesús dice:

«Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá».

Lc 11, 16

El segundo es un caso aún peor: una mujer solía clamar al juez que le haga justicia, y el juez termina diciendo:

«"Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme". » Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas?»

Lc, 18, 4-7

Es decir: hay que insistir hasta agotar al otro y que ceda. Por eso digo que estos versículos no me gustan. Supongo que lo que quieren decir es que hay que porfiar, hay que confiar en Dios y no dejar de creer porque las cosas no salgan como queremos o no obtener lo que pedimos y esperamos; pero la formulación que consta no me gusta.

 

En fin, la bondad de la perseverancia y no reblar es opinable. Pero hay que tener medida y saber cuándo dejarlo. Eso sí es algo que alabo en una persona. 




Los Calchakis - Adelante

viernes, 31 de enero de 2025

Estamos perdiendo el norte

 https://www.youtube.com/watch?v=XDR247fmhnc

 

 

El ayuntamiento de Lérida ha sacado a concurso el servicio de comidas del comedor social de la localidad. Entre las condiciones exigidas, dos llaman la atención: no podrá haber alimentos provenientes del cerdo (ni siquiera el embutido de los bocadillos) y la carne tiene que ser con certificado halal.

Y es que los intolerantes siempre vencen a los tolerantes. Porque los tolerantes aceptan a los intolerantes, pero no a la inversa. Por ejemplo, la mayoría de nosotros no necesitamos que se nos informe de los alérgenos de la comida, pero unos pocos sí: por lo tanto, ya es norma que se informe. La comida en los aviones ya no contiene cacahuetes o similares por si alguien es alérgico. Algunos de entre nosotros se enfadan muchísimo si se escribe Cataluña y no Catalunya, así, que se escribe Catalunya y aquí paz y después gloria. Hay infinidad de cosas que han cambiado para admitir a los intolerantes. Muchos de estos cambios ahora nos parecen correctísimos (la minifalda, sin ir más lejos, no se habría tolerado hace 80 años; o que hombres y mujeres puedan elegir con quién se casan e incluso si se casan o no), pero algunos a algunos todavía no.

El problema, en mi opinión, es cuando se pierde el norte. Hacia dónde queremos ir, qué sociedad queremos ser.

En este caso el ayuntamiento de Lérida elimina los bocadillos de chorizo. Si usted va al comedor social, no le darán chorizo. No se lo darán, porque los musulmanes no quieren comer chorizo. No es como los cacahuetes, que pueden causar la muerte de una persona alérgica a ellos, es que su religión les prohíbe comer carne de cerdo.

Y su religión es muy intolerante. 

La religión católica también prohíbe comer ciertas cosas: prohíbe comer carne humana (también carne de buitre). En España, el canibalismo no está prohibido, se puede practicar; la trampa está en que uno no puede cometer asesinato o amputar un miembro a alguien vivo para proveerse (está claro que uno sí puede comerse un miembro amputado a él mismo, pero no creo que se den muchos casos), tampoco se permite inhumar cadáveres y por otro lado le podrían acusar a uno de profanar el cadáver, pero en sí no está prohibido. La religión católica, la judía y las demás religiones cristianas sí condenan el canibalismo, se considera abominación. Pero estas religiones son tolerantes, y en casos realmente extremos (el accidente de los Andes, el sitio de Leningrado...) pues no se va a condenar a nadie por tener que recurrir a esa práctica. Son religiones tolerantes. El Islam no lo es. Uno podría pensar que quien acude a un comedor social es porque tiene auténtica necesidad y ante la necesidad rige el principio cristiano de que no es el Hombre para la Ley, sino la Ley para el Hombre; pero para el islam sí es el Hombre para la Ley (si el hombre en concreto no es el que hace la ley, huelga avisar), y el precepto que debería decir "no comerás carne de cerdo salvo que no te quede más remedio" se quedó en "no comerás carne de cerdo, y punto". Ya he comentado en alguna otra ocasión que el catolicismo tiene normas de ayuno y abstinencia cuaresmal, y sin embargo permite que esas normas no se cumplan en, por ejemplo, comidas sociales: si uno va a comer con otros, pues se come lo que los otros. O si uno come en un restaurante y el restaurante no cumple, pues se come lo que le sirvan. Como digo, hay religiones que son tolerantes y religiones que no. Y de las que no, el Islam es la que más.

Y como los no musulmanes somos tolerantes, pues cedemos a sus gustos. Lo siguiente será que se permita el burka, y luego que se obligue a todas las mujeres a vestir burka. Al tiempo.

No es que seamos tolerantes, es que somos pánfilos.

En el ayuntamiento de Lérida por lo menos, han perdido el norte. 

 

 

 

P.D. 20/marzo/2025: el ayuntamiento de Lérida ha rectificado y cambiado el pliego a las condiciones normales.

 

Barry Manilow - Copacabana 

jueves, 26 de diciembre de 2024

La fuga blanca

https://www.youtube.com/watch?v=M6rrTROoZIw 

 

 

Aviso previo: es posible que este artículo le parezca racista. Si es usted demasiado sensible, no lo lea.

 

 

En la película de Clint Eastwood Invictus, que cuenta la etapa de Sudáfrica desde que Nelson Mandela llegó a la presidencia hasta que ganan el mundial de rugby, hay una escena en la que los negros protestan por la presencia de blancos: quieren revancha. Y Mandela se niega, les dice que necesitan a los blancos para gestionar y sacar adelante el país. Está hablando de "la fuga blanca". 

Ha pasado en todos los países de África excepto (de momento, y que dure) Sudáfrica: los blancos se han ido, expulsados por los negros. Y, cuando se han ido, el país se ha hundido.

Por ejemplo, Zimbawe. Consiguió la independencia en 1965, pero la consiguieron los blancos que vivían allí. Hasta 1980 gestionaron razonablemente bien el país, y era la economía que más rápido crecía de África. Tras la guerra civil de finales de los 70, los negros (Mugabe) tomaron el poder, pero Mugabe, aconsejado por el mandamás de Mozambique (al que le había ocurrido lo mismo tras irse los portugueses) dijo a los blancos que no se fueran y les dio garantías. Lo que pasa es que con los años se fueron olvidando, y a mediados de los 90 la situación era tal que los blancos se fueron en masa. Mugabe promovía el odio a los blancos, y estos tuvieron que largarse. Utilizó la distribución desigual de la tierra para aumentar su poder, desatando turbas para apoderarse de las granjas blancas que luego entregaba a ocupantes ilegales, soldados y compinches del partido gobernante. Estas confiscaciones violentas y mal concebidas destruyeron el sector agrícola, agotaron las reservas de divisas del país, expulsaron a la población blanca y arruinaron la economía. Zimbawue se convirtió en uno de los países más pobres de la Tierra.

Algo parecido pasó en Kenia: independencia, gestión de los blancos, mejora del país, negros al poder, garantías a los blancos, el país se mantiene, empieza el acoso, los blancos se van, el país se hunde.

Y en todos los países, en realidad. Vale que los blancos habían cometido abusos y vale que eran clasistas y trataban con displicencia a los negros, pero tenían educación y otras cualidades (luego volveré sobre este punto).

Otro ejemplo es el caso de Costa de Marfil. Tras la independencia de Francia, Costa de Marfil mantuvo un cierto toque civilizado, y en la capital, Adbijan, había numerosos cafés de estilo parisino en el que uno podía sentarse a tomar un café con leche y un cruasán. Pero el año 2000 llegó al poder Laurent Gbagbo, un populista antiblancos. El año 2004 unos franceses de una fuerza de paz murieron en un bombardeo de la  aviación de Costa de Marfil. La respuesta de Francia fue aniquilar toda la fuerza aérea del país. La cosa se puso realmente chunga para cualquier blanco que pisara el país.

Por el contrario, tenemos Nigeria. Todo transcurrió conforme el estandar africano, pero hace unos años el gobierno volvió a pensar en los blancos. Para entonces éstos estaban largándose de Zimbawue, así que el gobierno nigeriano les propuso que se instalaran en el norte del país, cediéndoles tierras y dándoles acceso a préstamos blandos. 13 aceptaron.

Unos años después, esos granjeros blancos habían colonizado la zona, creando campos de cultivo en campos hasta entonces baldíos, cavado pozos, construido casas, importado tractores y sembradoras y al poco estaban cosechando maíz. Además contrataron a muchos negros para trabajar en sus tierras y enseñaron su experiencia a las comunidades locales vecinas.

Y es que hay algo más que nadie cuenta, no vayan a ser que lo tilden de racista. Los blancos aportan algo más que mano de obra (negra hay más) y conocimientos (que se pueden adquirir). Aportan una determinación de la que los negros carecen. Un afán por salir adelante, por no rendirse. Por tener un sueño y perseguirlo. Una fe en sí mismos, en lo que pueden hacer si trabajan duro. Y esto es lo que les separa de los negros. Hay muchos negros que se limitan a sobrevivir. A vivir como siempre. Hay también negros con determinación, que se afanan por salir adelante y no rendirse, por tener un sueño y perseguirlos: a muchos de ellos los vemos llegar a nuestras costas, entre nosotros. Han superado obstáculos insuperables, muchos incluso tienen cierta formación, sabemos que son capaces de trabajar duro... Y sin embargo, ¿por qué no han explotado sus cualidades en su propio país? El tan diferente comportamiento de los blancos de su mismo país, que han nacido allí (puede que sus abuelos no, pero ellos sí), nos indica que hay algo más. Unos valores en los que el blanco es educado y el negro no, que hacen que el blanco pueda convertir un yermo en un vergel. Pienso en cómo han evolucionado los distintos territorios que formaron el imperio romano, y necesariamente concluyo que hay algo en sus culturas (o en las nuestras) que provoca esta diferencia. ¿Es tal vez que los blancos creemos que el Hombre debe dominar la Tierra?

Dicho esto, la gran fuga blanca no se reduce sólo a África. También se produce, por ejemplo, en Estados Unidos, en una escala diferente. Allí los blancos abandonan ciudades, yéndose primero a los suburbios, los suburbios cada vez más lejos, luego a otras ciudades, luego directamente a otros estados (sobre todo más cálidos). Los que se quedaban atrás era, obviamente, los negros. Unos pocos blancos no importaba, pero muchos blancos provocaban que muchos otros blancos también se movieran para no quedar aislados, y el efecto al final era notable. El efecto primero es el que sabemos todos: barrios enteros de grandes ciudades son casi zonas de guerra en la que una persona decente no debería entrar, y Detroit.

La fuga blanca empieza siempre con la seguridad en las calles, y esto influye en las ganas de vivir allí (pasaba en África, y pasa en las ciudades americanas). Afecta al precio de las viviendas: si éstas bajan, el valor de lo que se tiene disminuye y el habitante es cada vez más pobre. Afecta también a la educación: a medida que el nivel de los escolares baja, los buenos escolares rehuyen esas escuelas y su nivel disminuye cada vez más. En Estados Unidos, donde hay muchos menos inconvenientes para trasladarse a vivir a 1.000 km que aquí, hay muchos blancos que se trasladan. A Arizona, a Nuevo Méjico, a Tejas, a Florida, a Colorado. El resultado es que usted puede permitir un cierto nivel de delincuencia, pero téngalo controlado. Si empieza a perder población "segura" se producirá un efecto de bola de nieve y en unos años no reconocerá su barrio o ciudad.

Bien, ahora que ya hemos entendido que la fuga blanca es algo que existe y que no debe despreciarse, fijémonos en Europa.

—¡Qué exagerado es usted, la situación de Europa es completamente diferente a la de África!

"Fuga de cerebros". ¿Les suena? Todo el mundo conoce a un Pedrito o a una Carmencita que estudió en la universidad y ahora está en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos o Japón. ¿Y si ese éxodo se acentúa? En Barcelona, el porcentaje de niños y adolescentes "no europeos" es más que preocupante. ¿Cuántos años tardará en que seamos una minoría? En Barcelona, no van a ser demasiados. Quizá cuando llegue ese momento los jóvenes europeos no vean con tan malos ojos el trasladarse a las verdes praderas. Quizá a Arizona, quizá a la Pampa, quizá a Nueva Zelanda. A algún sitio lejos, donde no lleguen los moros. Donde uno entre en un vagón atestado de metro y no se sienta un último mohicano. Donde, en realidad, se sienta a salvo.

—Sí, es cierto que muchos profesionales y personas de talento han abandonado Argentina y se han venido aquí, pero es que allí la situación era insostenible y aquí... creo que no lo será.

Y ¿saben qué? Cuando llegue ese momento, nuestro joven no se dará cuenta. Verá que las cosas se degradan, sí, que cada vez trabaja más para poder pagar más impuestos que son necesarios no sabe para qué, se cruzará en la calle con cada vez más personas que, pensará, están viviendo a su costa. Tal vez note, o tal vez no, que el tejido industrial se está deshaciendo. Que no se dan muchas noticias positivas de tecnología, ciencia o avances relacionada con su país; sí, en cambio, que ganan cada vez más medallas olímpicas en carreras largas, en fútbol y tal vez en baloncesto (aunque las selecciones... en fin, que las mira y nota cómo se ha renovado el personal). Poco a poco irá sabiendo de más conocidos que ya se han ido, pero él seguirá. Es difícil, dejarlo todo y mudarse. Hasta que no pueda más. Entonces se irá, y nada más pisar su nuevo destino se arrepentirá de no haberse ido antes. Y los que quedan detrás quedarán peor.

¿Que no? El Raval de Barcelona: casi no quedan blancos allí que puedan mudarse; los que quedan, es que no pueden. Y otros barrios, como la Barceloneta, Pueblo Seco  o San Antonio están entrando en la misma pendiente. Y expandiéndose: una vez hablé con un ingeniero que me confesó que estaba extrañado porque en su barrio, cuando se mudó, había muchos "de los que la tocan" (en su jerga: profesionales liberales y gentes de economía acomodada, catalanes), y ya apenas ve alguno; un día, de excursión por no recuerdo dónde (una población a unos 50 km de Barcelona) se cayó del guindo: no estaban en su barrio ¡porque se habían trasladado allí!

Estas cosas pueden suceder, suceden y han sucedido. Llegará un día en que habrá una fuga blanca en Europa. Yo soy añoso y no me podré ir, por lo que espero que la fuga se retrase lo suficiente. Pero me encantaría que mis nietos crecieran en otro lugar.



The Beatles - Dear Prudence (versión de Siouxsie & the Banshees)

martes, 24 de septiembre de 2024

De aceitunas y encargados

https://www.youtube.com/watch?v=SjIObpXyGSE 

 

 

El otro día compré en el mercado un puñado de aceitunas de Aragón. Cuando me dieron el ticket no pude menos que protestar: ¡a 14,50 el kg! Tenía que ser un error, pero la tendera me dijo que no, que este septiembre han subido mucho porque la sequía, blablablá, una mala cosecha, los precios han subido mucho en origen y todo eso.

Una cosa es la gasolina, la luz incluso, y otra los alimentos. La gasolina tiene un precio fluctuante. A veces está más cara que antes, pero a veces está más barata. En el largo plazo siempre sube, claro que sí, pero el hecho de que a veces baje de precio hace más comprensible cuando hay subidas. Los alimentos, en cambio, no siguen ese patrón: sólo suben, es rarísimo que bajen. Recuerdo, por ejemplo, los huevos y la subida desaforada que tuvieron cuando la invasión de Ucrania. Parece ser que Ucrania exportaba cereal, al faltar ese cereal hubo que tirar de las producciones patrias para el consumo humano y el perjudicado fue el pienso que comen las gallinas, que ante la escasez de oferta subió mucho de precio. En mi proveedor de huevos del mercado (un tendero que sólo vende huevos) los precios subieron en poco tiempo un 50%. Es un poco curioso que incluso con la energía disparada por esa época los pollos asados no subieron de precio en exceso, pero... En fin, que no sé si el problema se ha resuelto pero los huevos no bajan ni bajarán. Tampoco los pollos asados, claro está.

En el caso de las aceitunas, llevo muchos años comprándolas en ese puesto y he conocido precios mucho más bajos (les recuerdo que soy calculista y que lo mío son los números). Y nunca los he visto bajar. Supongo que una vez que el tendero descubre que los clientes siguen comprando con los precios aumentados, pues decide que los mantiene. Si el producto baja de precio en origen, mejor para él, y si acaso ya subirá cuando vuelvan a subir.

En el caso de las aceitunas negras, el precio lo habían subido un 50%. Curiosamente, también el aceite de oliva se disparó de precio hace unos años, y aunque ahora se ha estabilizado el precio (dicen que está bajando, pero yo no lo noto y bien que noté la subida) la causa era la misma que la de las aceitunas: sequía, malas cosechas y todo eso.

Lo que vengo a decir es que esto son cosas que se anuncian mucho antes de que ocurra: cuando hay sequía ya se puede saber que las cosechas serán malas, que lo cosechado subirá de precio y que los productos que dependan de esos productos subirán. Es algo lógico y comprensible. Precios altos y carestía tienen un origen que los explica.

A veces, somos nosotros los que generamos el problema en el futuro con nuestra actitud en el presente (o generamos el problema que ahora tenemos con nuestra actitud en el pasado).



"Las noticias de hoy envolverán el pescado de mañana".

La famosa frase tiene ya unos años: remite a cuando los periódicos se editaban en unas hojas enormes, más o menos de tamaño A0, y no había los papeles técnicos higiénico-sanitarios que se usan hoy en día en los mercados, carnicerías, pescaderías etc. En aquella época, se envolvía en papel. Sobre todo el pescado, que estaba siempre húmedo. Era costumbre que los pescateros envolvieran el pescado en papel de periódico, tal vez del día anterior. De ahí la frase, que alude tanto al que se preocupa por una noticia que no quería que se supiera (no te preocupes, porque en dos días se olvidará) como al que se da ínfulas por algo bueno (no te des tantas, porque en dos días nadie lo recordará).

Hoy las noticias o los artículos no se imprimen en papel, pero que se publiquen en internet no hace que se olviden, en seguida llegan otras que las tapan. Por esta razón tengo por costumbre guardarme enlaces a noticias o artículos que no quiero que se me olviden. 

Por ejemplo, este artículo que publicó en 2021 el digital La Información, en el que entre otras cosas se dice: 

«La falta de efectivos, según comenta Villares, es común a todos los cargos y ocupaciones en la jerarquía de una obra, aunque hay algunos cuya ausencia se hace muy palpable. “Hay una escasez tremenda, en todos los puestos: de técnico para abajo y también en lo referente a lo jefes de obra, pero es que encargados literalmente no hay” resalta el jefe de zona. Jesús Redondo, trabajador del sector de la demolición técnica e involucrado en las operaciones de las calles de los Reyes y Maestro Guerrero (junto a la Plaza de España de Madrid), asevera lo mismo que Villares. “Nos robamos los encargados de una obra a otra en cuanto podemos por que no hay apenas”, comenta.

...

Sobre la huida de empleados y la falta de formación actual, el jefe de obra de Alza Obras y Servicios, Nilo Gómez, es tajante: “Nos hemos saltado una generación en la que la labor de enseñanza que se impartía de mayores a jóvenes en una obra no se ha producido”, resaltando que esta es la forma más eficaz de formar a un nuevo empleado. Gómez comenta que se produjo un bajón del volumen de trabajo que llevó a que los obreros “se buscaran la vida fuera del sector”, y que, aunque durante 2021 se ha experimentado un aumento muy grande en el número de arranques de obra, “muchas veces no son asumibles”, pues “hay muy pocos trabajadores con formación especializada, y en obras que tenías que atender con tres equipos de albañilería, se emplea a solo uno y poco cualificado”».>

Si faltan aceitunas, eso tiene consecuencias. En las obras faltan obreros especializados y sobre todo encargados. ¿Y creen que eso no tendrá consecuencias?

Esta misma semana he comido con unos clientes y con un constructor. Uno de los clientes abrió la conversación contando que no encuentran trabajadores especializados en la construcción. Que necesitan, por ejemplo, alicatadores (los que colocan los azulejos) y sí, gente que colocan azulejos sí encuentran, pero que los pongan bien no. Mis clientes son mandos industriales, y para ellos es un problema porque a efectos prácticos ellos son responsables ante sus jefes de las obras de las que se encargan: la mala calidad, los retrasos, los aumentos de costes o los problemas de contratación son siempre culpa suya.

El caso es que esos clientes querían saber qué opinaba yo del asunto.

Por casualidades profesionales, he participado en dos de las principales obras de construcción urbana de Cataluña en los últimos 20 años. Esto no es algo especialmente difícil, pues en obras más grandes terminamos participando muchos, unos haciendo unas cosas y otros haciendo otras. En resumen: no hay color. La diferencia entre la obra antigua y la obra nueva es enorme.

Lo primero que me llamó la atención en la obra nueva fue la organización. La obra antigua estaba muy bien organizada, se notaba que los jefes sabían. La obra nueva la habían organizado como una obra normal de medio pelo. Es como gestionar una división de 3.000 soldados igual que un pelotón de 12, o como gestionar un presupuesto muchimillonario igual que la paga de la semana.

Luego, con el tiempo, fui percibiendo diferencias en otras cosas. Para empezar, el gerente de la obra (hay que pensar en una obra como una empresa que factura muchos, muchos millones al año). En la obra antigua el gerente era muy bueno, muy profesional. Y sabía un condrio de obra, no en vano llevaba en ese momento 40 años de experiencia. En la obra nueva la sensación que me daba es que el gerente sólo quería ganar dinero; con esa actitud no se gestiona una empresa, se liquida, y en la obra pasa lo mismo.

Pero luego eran todos los demás. El encargado general, los encargados, los ayudantes del jefe de obra, el personal de oficina, el topógrafo,...

Y no solo la constructora: la diferencia de categoría profesional entre los arquitectos y los calculistas de ambas obras era abismal.

No todo en la obra nueva era peor, claro: los agentes de seguridad de las puertas, los informáticos, los responsables de seguridad y salud, funcionaban muy bien.

Yo no sé si es una tendencia general, una bajada del nivel profesional en la construcción, o es simplemente que el gerente y los responsables (la Propiedad) de la obra nueva buscaron lo más barato que había en el mercado sin importarles que lo más barato fuera de mala calidad; diría que ambas cosas: que es cierta mi sensación de que el nivel profesional está disminuyendo, y de que en la última obra se regían por lo más barato fuera su calidad la que fuera. Pero luego leo el artículo de La Información de 2021 y me doy cuenta de que el futuro ya está aquí.

Por cierto, hoy se ha publicado una entrevista al presidente de Leche Pascual (nombre oficial, Calidad Pascual), y en ella expone lo siguiente:

«Ha habido una caída del consumo de leche muy importante. Cuando yo empecé a trabajar se bebían 117 litros de leche líquida por habitante al año y ahora estamos en 63 litros. Parte de esa caída puede ser por alternativas como las bebidas vegetales o porque la gente sustituya la leche bebida por queso, yogures, batidos... Pero el 80% de la caída de consumo per cápita viene por la desaparición del gran consumidor de leche, que es el niño... El gran consumidor de leche es el niño, desde que nace hasta la adolescencia. A partir de ahí dejan de consumir y la leche pasa a tomarse prácticamente sólo con el café. Por eso la caída de los nacimientos ha sido muy importante, aunque parte de la caída se ha venido compensando por el incremento de la población gracias a la llegada de inmigrantes, como por ejemplo los latinoamericanos, que consumen más leche y tienen más hijos que nosotros».

Cuando los números muestran una tendencia clara, la realidad es imparable y se puede predecir qué va a pasar, cual La Fundación, y una cosa es cierta: hemos invertido la pirámide demográfica, y eso tiene consecuencias. Ocurre que, como con todo lo que afecta a la demografía y a la sociedad, esas consecuencias se perciben años después de haberse producido las causas, y entonces ya es tarde para impedirlo. Los avisos agoreros es cuestión de tiempo que se hagan realidad.

Nos adaptaremos, lo hemos hecho siempre, pero.. ¡es que se veía venir!



Michael Nyman . Memorial

domingo, 4 de agosto de 2024

Someone has to lecture somebody

(El almirante Geary se presenta ante el Senado para informar de lo ocurrido). 

«El impacto práctico de evitar los canales y procedimientos normales fue ocultar esas acciones de la supervisión y de las restricciones legales sobre lo que el gobierno tiene permitido hacer.

[...]

Senador, yo asumo que todas las acciones que tomo serán examinadas y cuestionadas. Sé que algunas de mis acciones anteriores han sido cuestionadas por miembros del gobierno. Si mis acciones se consideran inapropiadas, mi razonamiento incorrecto, espero plenamente ser responsabilizado por aquellos encargados de la supervisión. He tenido una gran cantidad de autoridad. Me enseñaron que cuanto mayor es la autoridad, mayor es la necesidad de supervisión.

[...]

Repito, asumo que todas las acciones que tomo serán examinadas y cuestionadas. Si no estoy dispuesto a defender esas acciones en un debate abierto, entonces no las tomaré. No estoy por encima de la ley. Nadie en la Alianza está por encima de la ley. Eso significa que todos deben estar dispuestos a responder por sus acciones, abiertamente y públicamente, y si es necesario, ser juzgados por sus acciones.»

 Jack Campbell

Boundless (The lost fleet: Outlands) 

 

 

Para el lego en inglés, "to lecture" es enseñar (también sermonear, depende del contexto) a los demás sobre lo que deben hacer o cómo deben comportarse.

sábado, 13 de julio de 2024

Votamientos

https://www.youtube.com/watch?v=ET9tisfEqI0 

(sí, sé que la palabra no existe. ¿Y qué?)


¡Paliza del Partido Laborista en las elecciones del Reino Unido! Han obtenido 412 de los 650 asientos; en España habrían equivalido a 222 de nuestros 350 escaños.

¡Paliza al partido de Le Pen en Francia! Se creía que iban a arrasar, y han sacado sólo 143 de 577 puestos. En España habrían equivalido a 86 míseros diputados.

En España, el Partido Popular obtuvo, en 2023, 137 diputados. Fue el partido que más diputados obtuvo (el PSOE sacó 121) pero ni gobierna ni su opinión cuenta ni nada de nada, como todos sabemos.

Y, sin embargo, los laboristas recibieron el 33,7% de los votos; los de Le Pen, el 37% (el 2º partido, el 25,8%), y el Partido Popular, el 33%.

La explicación es simple. 

En el Reino Unido, el sistema electoral es de circunscripciones unipersonales: el que recibe más votos se lleva el escaño. En dos distritos gano por 1 voto, tengo 2 escaños; en el 3º tú me ganas por 60.000 votos, tienes 1 escaño y yo, mayoría absoluta.

En Francia el sistema es como el británico, pero con doble vuelta si ningún candidato saca de entrada mayoría absoluta; en esa segunda vuelta entran los candidatos que hubieran obtenido al menos el 12,5% de los votos. ¿Y qué pasó? Que, convencidos muchos de que cualquier cosa era preferible antes que votar a Le Pen, muchos votaron a un candidato que no querían pero que tendría más votos que el que ellos sí querían.

En España las votaciones son provinciales, con Madrid y Barcelona dando 69 diputados en común, y reparto más o menos proporcional. Con todo, el PP sacó más diputados de los que le corresponderían de manera directa (el 33% de 350 es 115). Por cierto que el PSOE obtuvo el 31,7% de los votos y sacó 16 diputados menos; todavía sobrerrepresentado, pero menos que el PP.

Cada cual cuenta la feria según le ha ido, por eso no se puede decir que un sistema electoral sea mejor que otro. Ahora bien...

El sistema electoral no debería tener ninguna importancia, cualquiera debería ser igualmente válido, si...

Si el que gobernara entendiera que no puede ni debe despreciar al que representa a un tercio de la población. Menos aún si él mismo representa también a un porcentaje similar (o incluso mucho menor, como en Francia). No estoy diciendo que los gobiernos deban ser multipartidistas, sólo que no se ha de aplicar el famoso rodillo parlamentario que tanto denuestan los partidos cuando lo sufren y niegan que ocurra cuando lo aplican. Negocia las leyes. Tal vez los otros tengan algunas propuestas al respecto: acepta algunas. Escucha sus opiniones, no te cierres en banda. En temas de Estado y en temas que van más allá de los ciclos políticos, reúnete con la oposición. Tenles informado de lo que pretendes, y en esos temas ten aún más en cuenta su opinión y sus sugerencias. Busca el consenso, sobre todo en los nombramientos de personas. Ten un respeto máximo por las formas y las instituciones, apóyalas siempre y fomenta su neutralidad. Piensa que también gobiernas para ellos, no gobiernes contra ellos.

Es lo que debe hacer un buen demócrata.



Johann Strauß, hijo - Bajo truenos y relámpagos (polka rápida, op. 324)