martes, 5 de agosto de 2025

60 años de Concilio

https://www.youtube.com/watch?v=Wslm1ZL9EI8 

 

 

Juan XXIII fue nombrado papa en 1958. Al año siguiente convocó el Concilio Vaticano II, que empezó sus sesiones en 1962 y terminó el 8 de diciembre de 1965. Va a hacer, pues, 60 años. Tiempo suficiente para preguntarse si ha sido o no ha sido un gran concilio.

Para responder a esa pregunta, uno tiene que pensar si estamos mejor ahora que antes. En verdad habría que analizar si estamos mejor ahora que lo que estaríamos si no se hubiera convocado el concilio, pero ese camino no se tomó y no podemos saberlo. 

¡Hummmmm!

No está clara la cosa.

Oficialmente todo concilio es provechoso y supone un gran impulso para la Iglesia Católica; pero en este caso la respuesta ha de ser que no, que desde un punto de vista administrativo-católico no estamos mejor sino peor. El porcentaje de población (española y europea) que se declara católica es mucho menor; las vocaciones han caído en picado, el número de sacramentos se ha desplomado, la influencia de la Iglesia en la educación, la cultura y el comportamiento social en general ha casi desaparecido,...

Sí, se puede alegar que los tiempos han cambiado y que lo que ha ocurrido es que la Iglesia no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos (¿debería?). Bueno, si es por eso quiero decir que una de las principales razones aducidas en la convocatoria del concilio era precisamente ésa, la actualización de la Iglesia y la respuesta a los grandes cambios sociales, culturales y espirituales que se estaban produciendo e, imagino, veían venir. Así que tal vez podría decirse que la actualización no les funcionó muy bien que digamos.

Ahora bien: como he dicho, el análisis correcto es pensar qué habría pasado si no se hubiera celebrado.

A este respecto cabe recordar que el Concilio Vaticano I se celebró en 1869, pero la toma de Roma en 1870 por parte de las tropas de Victor Manuel II (culminando así la reunificación italiana) obligó a interrumpir el concilio, que quedó inconcluso. Pues bien, este concilio se convocó básicamente para dar respuesta a los cambios sociales que se estaban produciendo en Europa en ese siglo XIX y el cambio general que se estaba produciendo en Francia. Sumemos a esto los tremendos cambios que se produjeron tras las guerras mundiales, la aparición del comunismo y el sindicalismo, la explosión de la radio, el cine y la televisión,... Muchísimos cambios. Y recordemos también que el concilio anterior fue el de Trento, clausurado en 1563: 300 años antes del CV I, 400 años antes del CV II. Ni de lejos había habido tantos años entre un concilio y otro. Desde luego, la sociedad de 1962 no era la sociedad de 1869, menos aún la de 1563.

Es comprensible que se convocara un concilio.

¿Pero dio la respuesta correcta?

Las principales aportaciones del CV II son el ecumenismo y el Novum Ordo. Para los que no estén al tanto de las particularidades de los ritos católicos, el novum ordo supuso el cambio de la misa tridentina (en latín, pero no sólo cambió eso) a la misa moderna (en lenguas vernáculas, pero, insisto, no sólo cambió eso).

El ecumenismo es un cambio de actitud que busca restablecer la unidad de todas las iglesias cristianas. Y, ya puestos, buenas relaciones con los judíos y los musulmanes y de paso con cualquier otra religión. Compare el lector esa actitud con la anterior: las demás iglesias cristianas son herejías, sus fieles herejes, y en lo que respecta a judíos y mahometanos ni les cuento.

Otra aportación importante del CV II es la "conciencia social de la Iglesia", algo que ha dado mucho juego y que en mi opinión se ha interpretado muy mal. No creo que los denominados curas obreros hayan sido una buena cosa, y luego está lo de la teología de la liberación.

Por último, habría que hablar de las posiciones que ha tenido la Iglesia ante muchas realidades del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Estas posiciones no se manifestaron tal cual en el concilio sino en las distintas encíclicas que han ido publicando los papas y que realmente desarrollan el concilio.

Bueno, pues yo, aun queriendo muchísimo a todos los papas, voy a decir que el Concilio Vaticano II fue una gran cagada. Y debería convocarse cuanto antes otro concilio, un CV III, para corregirlo o al menos encauzarlo.

Para terminar, un chascarrillo final.

En el Concilio Vaticano II tuvo un papel destacado el arzobispo de Colonia, el cardenal Joseph Frings. Fue miembro del consejo de presidencia de diez prelados que dirigieron el concilio y uno de los doce presidentes de la asamblea. El gran opositor al Santo Oficio, y la cabeza del sector digamos progresista.

Pues bien, el ayudante de Frings, su asesor personal con el que discutía sus ideas, colaboraba en los discursos y participaba en la redacción de los documentos conciliares, era Joseph Ratzinger. Que a la sazón tenía sólo 34 años, pero fue declarado perito del concilio (un asesor teológico, que colabora en la elaboración y redacción de los documentos y proporciona bases teológicas y científicas a los debates). Como tal, no tenía derecho a voto (sólo votaban los obispos), pero desde luego tuvo un papel destacado. Era una de las cabezas pensantes del sector progresista del concilio: escribió el borrador de once alocuciones que el cardenal Frings pronunció en el Concilio, aportando una clara eclesiología eucarística y una fuerte vinculación con las Sagradas Escrituras; participó en debates fundamentales, especialmente sobre el esquema De Ecclesia, y su trabajo para Frings y en las comisiones teológicas fue uno de los ejes centrales de su aportación conciliar. Además, su influencia excedió el mero momento conciliar, pues su pensamiento teológico estaba en continuidad con la doctrina del Concilio. Contribuyó no solo a los textos finales, sino también a la preparación teológica previa y a la posterior interpretación y recepción del Concilio. 

A pesar de todo, no le guardo ningún rencor. Aun al contrario, le tengo una grandísima admiración. 

Joseph Ratzinger fue nombrado papa en 2005 y adoptó el nombre de Benedicto XVI.

Y por si se lo preguntaba: sí, Karol Wojtyla, el futuro san Juan Pablo II, también participó en las sesiones del concilio y realizó algunas aportaciones. Eso sí, lejos del papel que tuvo Ratzinger. En aquel momento, Wojtyla era sólo un joven obispo de la Polonia comunista y nada hacía sospechar lo que le aguardaba.

 

 

 

F. Chopibn - Balada nº 2 en Fa mayor 

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