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lunes, 11 de noviembre de 2024

Los guiones que ya no se usan

Hubo un tiempo, ya pasado, en el que se solía escribir con máquina de escribir, ya que para eso era. Es muy fácil reconocer un texto escrito con esas máquinas, tipo de letra aparte: los guiones. Cuando uno escribía no sabía cuánto espacio necesitaba y disponía para las palabras, y el espaciado era fijo: habitualmente las palabras no cuadraban con la longitud de la línea. La solución establecida era interrumpir la palabra con guiones, teniendo esta interrupción sus propias reglas.

El primer uso "personal" de los ordenadores fue el de procesador de textos. Quiero decir, existía el uso profesional, de los calculistas de estructuras, los que necesitaban otro tipo de cálculos y el de los que manejaban grandes cantidades de datos, pero fuera de ellos los ordenadores no hacían nada más. Hasta que aparecieron los procesadores de textos. Que tenían casi las mismas reglas que las máquinas de escribir (tipo de letra, espaciado de las letras), pero permitían justificar los párrafos mientras se escribía: podían aumentar ligeramente el espacio entre palabras. 

Pues bien: por ahí triunfaron y entraron en nuestras vidas. Un ordenador era una máquina de escribir mucho mejor que las máquinas de escribir, y máquinas de escribir necesitaba todo el mundo.

Con los ordenadores desapareció la necesidad de interrumpir las palabras. ¿Desaparecieron los guiones? No del todo: las personas que escribimos (en su época, no ahora) en las máquinas mecánicas mantuvimos la sensación de que las palabras largas había que interrumpirlas para que los espaciados entre palabras no fueran tan amplios. Y durante años, poníamos guiones en las palabras a medida que escribíamos.

Pero, la verdad, poco a poco hemos ido abandonando esa práctica. Los nativos digitales nunca sintieron la necesidad de emplear guiones, así que, sí, es cuestión de tiempo, pero a medida que los últimos mohicanos dejen de emplearlos, el guión para escribir palabras en dos líneas desaparecerá.

 

lunes, 29 de abril de 2024

The brass

El domingo se publicó esta foto:


El Líder Supremo de Corea del Norte, en una visita a una universidad militar. Supongo que la foto es de una reunión con la cúpula militar, e imagino que esa cúpula estará formada por lo más selecto del estamento militar norcoreano. 

Me ha llamado la atención al verla que los militares estén con libretitas, prestos a anotar cualquier instrucción o aforismo de su líder. Si nos fijamos en el que está sentado a su izquierda, ése no apunta nada. No lo necesita: ya tienen minions de pie que tomarán las notas por él. En fin, imagino que esos atentos amanuenses sólo serán tales en las reuniones con el líder, seguro que cuando están con cualquier otro son ladradores intransigentes.

También me ha llamado la atención que todos van de verde caqui. No estoy al tanto de la organización militar norcoreana, pero si es como en la mayoría de los países que sí sé, el verde caqui es el color de los ejércitos de Tierra. El azul suele ser el del Ejército del Aire y el blanco o el azul marino de la Armada. ¿No estudian los aspirantes a esas dos ramas en esa universidad, no se les dan nociones de esas dos armas a los cadetes de Tierra... o es que Corea del Norte no dispone de marina de guerra ni de aviones de combate? No me extrañaría que fuera esto último. Curioso, en cualquier caso.

Pero, por supuesto, lo que más me ha llamado la atención (a mí y a cualquiera) son las medallas de los que están de pie. En los países normales, salvo en las ocasiones de gran gala en las que la etiqueta exige la medalla formal, no se luce la medalla sino un pasador representativo. De hecho, diría que en Corea del Norte también: fijémonos de nuevo en el que no toma notas: la pechera está llena de pasadores. Tiene más medallas que nadie. También, probablemente, los que están sentados a la derecha del líder, pues si los mindundis que están de pie tienen medallas para cubrirles todo el pecho, los sentados tendrían más aún y sin embargo no se les ve. 

 

En inglés, brass significa latón. Pero en el argot militar, the brass ("los latones") significa "los jefes, el estado mayor". Y no con sentido admirativo sino (a menudo) despectivo. El origen de la expresión se explica perfectamente viendo la foto norcoreana.

 

sábado, 20 de abril de 2024

Rallar o rayar, rayar y rallar

(Nota previa: no soy filólogo. Puedo estar equivocado)

¿Rallar va con ll o con y? ¿Es rallado o rayado? ¿El queso es rallado o rayado? A veces me hago preguntas irrelevantes, y es que la respuesta a ésta es muy fácil: basta atender al significado.

La clave es la raya: una raya es una línea. Una ralla no, ralla no es un sustantivo. Por lo tanto, rayar es hacer líneas. Rallar es desmenuzar, reducir a virutas. Si lo que se quiere resaltar es el efecto de estar "roto", entonces rallar; si lo que se quiere resaltar es el efecto de tener líneas, entonces rayar. El queso es rallado y la hiena rayada. La cocaína se ralla y luego se forma una raya. Porque primero se desmenuza y luego se agrupa en forma de línea.

¿Y si uno ara un campo? ¿El campo está rallado o rayado? Depende de lo que uno quiera resaltar. Si quiere indicar que el labrador ha roto la capa superficial de la tierra al formar los surcos - que es además el propósito de arar-, entonces el campo estará rallado. Pero si lo que se quiere indicar es que el campo ha quedado lleno de líneas, entonces el campo estará rayado. Y lo mismo un camino, el asfalto, el hormigón, etc. Los cristales se rayan, porque el daño se produce en líneas y el cristal no se desmenuza. Los discos de vinilo se rayan, la mesa de la cocina se raya,... El rallar es un daño metódico, que genera viruta.

¿Y el cerebro? Ambas formas son válidas para indicar que algo se nos está  haciendo insoportable. Si algo nos está rayando, la metáfora es que el daño es como el que se hace en la superficie de un disco o un grano de arena o resalte concreto que a cada pasada nos hace una hienda mayor. Si algo nos está rallando, es que nos está desmenuzando el cerebro, volviéndolo virutas con una vuelta constante al mismo asunto.

Y, por supuesto, las rayas rojas son rayas y los tigres tienen rayas. No rallas. 

sábado, 27 de enero de 2024

De letras y alfabetos

P.  Al hilo de algo que cuenta en el último capítulo: ¿por qué todos nos sentimos inseguros de nuestro aspecto físico, pero nadie lo está de su capacidad intelectual?

R. ¿No será porque nadie te va a querer sólo y únicamente por tu capacidad intelectual?

Alberto Olmos, entrevistado por Víctor Lenore

 

 



La RAE define letra como:
1. f. Cada uno de los signos gráficos que componen el alfabeto de un idioma.
Cabe preguntarse qué es el alfabeto. La RAE lo define así:
1. m. abecedario (‖ serie, o lista).
No nos aclara gran cosa. ¿Qué es el abecedario? La RAE lo define como:
1. m. Serie ordenada de las letras de un idioma.
Genial: las letras son los componentes del abecedario, y el abecedario es el conjunto (la serie ordenada) de las letras. Cabe además puntualizar que las letras no son sólo signos gráficos, también son los sonidos con los que las asociamos.
 
Mi viejo profesor de Matemáticas del colegio, en una de sus primeras clases de Geometría, pidió a algunos alumnos que definieran punto, recta y plano. Todas las definiciones son circulares (la recta es la intersección de 2 planos, el punto es la intersección de dos rectas, etc.), así que cuando el profesor se cansó de la farsa exclamó "punto, recta y plano son elementos geométricos que se admiten sin definición". Esto es: no hace falta definirlos porque todas las personas saben qué son. No hace falta explicarlos.

Con las letras (la voz 'letra' y cada una de las letras: la 'a' es el sonido 'a' y la representación del sonido 'a', y viceversa: es el sonido de la letra 'a', al menos en español, que la 'a' siempre suena 'a'; otras letras se asocian a sonidos diferentes en función de las letras que las sigan) ocurre lo mismo. No es necesario definirlas. El que en el momento de leer o de escuchar su definición no las conoce es imposible que las entienda. Para que no las conociera, una persona tendría que ser del todo punto analfabeta. Pero no solo que no fuera capaz de leer o escribir, sino que además se tendría que comunicar sólo con sonidos (guturales) o, si supiera hablar con palabras (pensemos en un bebé que está aprendiendo a hablar) aún no tendría que ser consciente de que está hablando (un bebé sólo es consciente de que se comunica, no de que habla). Otras opciones sería una sociedad completamente ágrafa y con un conocimiento lingüístico rudimentario al máximo (tendría que desconocer además el concepto 'palabra', ya que aunque la RAE no la define así, una palabra es la letra o yuxtaposición de letras cuando alcanza un significado), o cuyo sistema de escritura fuera ideográfica (no escribe letras sino conceptos: por ejemplo, jeroglíficos). Podríamos decir que las letras son las unidades que componen ciertos sistemas de comunicación (y de pensamiento: no podemos pensar sin letras), siendo el que estamos empleando uno de ellos. No es una definición, pero sí una explicación de lo que es. Y ya está. Es decir, si usted entiende la explicación entonces sabe qué es una letra, no necesita más. No toque las narices.

En cualquier caso, pienso que los lingüistas de la RAE no han estado muy acertados en la voz 'letra'.

sábado, 18 de noviembre de 2023

Redacciones

https://www.youtube.com/watch?v=C-z-IckrQK8 

 

 

Despacho del financiero Ricardo Jordán. Lujo frío. Sobre la mesa, "ticker" y teléfonos. En las paredes, mapas económicos con franjas de colores, banderitas agrupadas en los grandes mercados y cintas indicadoras de comunicaciones. Una gran esfera terrestre, de trípode. Reloj de péndulo. Invierno.

Enriqueta, sentada. Ricardo acude de mal humor al teléfono que llama desde que se levanta el telón. Mientras él habla, ella retoca su maquillaje.

Alejandro Casona - La barca sin pescador (descripción del escenario inicial)

Esta mañana me he topado, por casualidad, con un artículo escrito en un blog personal; y he leído, también, otros artículos en el mismo. El autor se declara nacido en los 50 y con un título universitario en una de esas ciencias que no sé si son de Letras o de Ciencias; pero como la ciencia versa sobre el Hombre, la daré como de Letras. El caso es que el blog me ha hecho pensar: la redacción de los artículos es horrorosa. Vale, quizá no fuera horrorosa; pero sí malísima. Sé que provengo de un mundo antiguo, ya casi olvidado, pero ¡la redacción!

Cuando yo iba a la escuela, además de los conocimientos curriculares de las asignaturas había muchas cosas que nos enseñaban sin darnos cuenta. Por ejemplo, ya conté en mi entrada sobre el Chino que en la asignatura de Geografía e Historia, en el Bachillerato, cada día dos alumnos tenían que ponerse de pie y desarrollar la lección oralmente, delante de todos. "Domínguez" (porque el Chino, como casi todos nuestros profesores, siempre nos trataba de usted), "háblenos sobre la Guerra de los Treinta Años". Y Domínguez se levantaría, fastididado por haber sido el afortunado, y contaría lo que supiera sobre ese periodo. En su caso muy poco, pero allá él con el ridículo que hiciera ante sus compañeros; otros sí se sabían la lección y hacían un papel más o menos digno. El caso es que allí no sólo se aprendía sobre la Guerra de los Treinta Años, también se aprendía a hablar en público. A elaborar un discurso, a pronunciar, a pensar y hablar a la vez. Y lo mismo todos los profesores que nos sacaban a la pizarra.

Una de las cosas que recuerdo de mis años infantiles era la insistencia de los maestros en los temas de Lengua. Caligrafía, sobre todo. Ortografía, también. Leer en voz alta, una herramienta fundamental para el maestro valorar cómo lee el niño pero también fundamental para el niño, que es el que a la postre ha de salir beneficiado. Y las redacciones.

Durante mis años de escuela escribí infinidad de redacciones. De todas las asignaturas, me parece, de tantas como escribí. Y las redacciones puntuaban, era parte de la nota. Leyendo el blog mentado me pregunto: ¿acaso no era así en todas las escuelas?

Redactar es poner por escrito unos pensamientos. Una redacción correcta ha de basarse en unos pensamientos ordenados, claros, y ha de plasmar esos pensamientos con frases lógicas, con una sintaxis adecuada, respetando las reglas de ortografía - en mis tiempos, también las de caligafría, pero eso ya...- y siguiendo un esquema básico de planteamiento, nudo y desenlace. Luego, según cada cual, aparecen las veleidades artísticas. Pero saber redactar debería ser una base ineludible para todo lo que tenga que venir después, y es algo que solo se aprende con la práctica. Con mucha práctica. Y esfuerzo.

«¡Qué tontería!», me responderán. Que cualquiera sabe redactar, que ese arte se adquiere sin esfuerzo, al mismo tiempo que se aprende el idioma. ¿Seguro? Prueben a escribirse, para ustedes mismos... pongamos un relato sobre sus días de escuela. O sobre su último viaje, o sobre su padre, lo conocieran o no. Si el texto que les resulta es ordenado, lógico, con una sintaxis correcta, con un vocabulario ajustado a lo que se quiere decir, sin faltas de ortografía, aprueban raspado. Raspadísimo, porque convendrán conmigo que menos es inaceptable. Pero sigamos repasando el texto: ¿siguen el hilo del relato? ¿Captan lo que quiere decir? ¿Tiene un argumento, un planteamiento, un final?

—Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía ahí.

El famoso relato de 7 palabras de Augusto Monterroso tiene un planteamiento ("Cuando despertó,"), un nudo "el dinosaurio todavía seguía") y un desenlace: "ahí". El desenlace es demoledor, sorprendente, y da la auténtica categoría al relato. Pero no traigo a colación este relato para alabar a Monterroso - que no lo necesita-, sino para que vean que tiene que haber un final. Un último pensamiento que nos haga rememorar toda la redacción y volverla a examinar bajo la luz de esa última idea. 

Si su redacción tiene el hilo argumental, estupendo. No sólo será un texto lingüisticamente correcto, sino que también estará intelectualmente armado. Un bien. ¿Un bien? ¿Que más le falta? Pues algo que, por si le consuela, echo también en falta en la mayoría de los artículos de opinión de periodistas y escribientes varios: ganas de leer hasta el final.

Una buena redacción tiene que querer que la lean. De cabo a rabo. Tiene que interesar al que la lee. "Cuando despertó" provoca que todos queramos saber más: cuando despertó, ¿qué? Pues nosotros, igual o casi. En cierta ocasión trabajé en un proyecto de reparación que requería bastante presupuesto: iban a tener que gastarse mucho dinero (un par de millones de euros) en reparar una cosa que no parecía muy rota. Claro, tuve que hacer informes. Y para el jefe de mi cliente. Y para los jefes del jefe de mi cliente. Recuerdo esa reunión, tenía que durar quince minutos y no más porque eran personas muy ocupadas que no se iban a interesar por los detalles de lo que pasaba. Aparte, el tema era árido como pocos, no digamos ya los detalles, la geología, las pruebas hechas, los ensayos de laboratorio... Pero trabajé la presentación, intentando contar una historia con suspense: que estuvieran atentos a los detalles, que intentaran en su cabeza formarse el cuadro de la situación y que quisieran saber cómo acabaría. EL cuarto de hora fue una hora y cuarto. Con gran asombro del personal de mi cliente, que sus grandes jefes estuvieran de verdad tan interesados. Y al final éstos me pidieron "3 diapositivas" para presentar el asunto ellos al presidente de la compañía (a esa presentación yo ya no asistí; pero conseguí el dinero).

Y lo que me desespera es que no creo que esté pidiendo ningún imposible. No me parece que haga falta una habilidad sobrehumana sólo al alcance de muy pocos. Lo único que hace falta es que el que escribe quiera escribir bien. Oigan, que yo soy de Ciencias, ingeniero. Escribir no es lo mío, y sin embargo me esfuerzo. Y dado que mis clientes y colegas alaban específicamente lo que escribo... pues eso, que pienso que todos deberían hacer lo mismo.

 

En las escuelas deberían poner el foco en las redacciones. No recuerdo a mis hijos en sus años de escuela escribir redacciones, y por eso me huelo que hace tiempo que se abandonaron. Y así nos va.

 

 

Taylor Swift - Say don't go 

 

 

 

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jueves, 2 de noviembre de 2023

Dominio del lenguaje de una periodista

"Hojeando" un periódico en internet me encuentro este titular con el que encabezan su portal:


Mi primera reacción fue intentar arrancarme los ojos. ¿Cómo puede una periodista, con la suficiente importancia como para que el digital le conceda el encabeza su portada, cometer un fallo semejante? Porque no es una errata, no es un error de ortografía, no es de sintaxis. Es, sin más, que la periodista no domina su idioma lo suficiente, pobre conocimiento tiene de su herramienta de trabajo.

Intrigado por quién comete el error, consulto la noticia para saber si la cita es una declaración textual de alguien. Y no, es una referencia a un texto: según la noticia, es un comunicado que, dice «...supone la "abolición del Estado de derecho"».

Ocho vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) han pedido a su presidente interino, Vicente Guilarte, que convoque un Pleno Extraordinario ante la inminente aprobación de la ley de amnistía. Los firmantes hablan de una "intensa preocupación y desolación" con la norma que el Gobierno ha pactado con ERC y Junts la cual, dicen, supone la "abolición del Estado de derecho".

Luego el error es de la periodista, que además hace decir a quien dice que dice lo que no dice. Y que no lo dice porque en verdad no puede decirlo. Menuda periodista.

Un periodista debería, debe, saber que el verbo abolir es defectivo. Sólo se conjugan las formas que incluyen la letra -i. Por eso yo nunca "abolo", ni tú "abolas" ni él "abole", pero sí es posible "nosotros abolimos". Yo derogo, tú derogas y él deroga, pero nunca abolir. 

Esa periodista se defenderá de no saber que 2x3=6 diciendo aquello de "es que yo soy de letras", pero está claro que cualquiera que realmente sea de letras debería decir que no, que a ésa no la cuenten entre los suyos.

Este país se está yendo al carajo.

miércoles, 4 de octubre de 2023

Mis versículos favoritos XVIII: págame lo que me debes

https://www.youtube.com/watch?v=IUZEtVbJT5c 

 

 

Al salir, el criado se encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo «Págame lo que me debes».

Mt 18, 28

Casualmente se leyó el otro domingo en la misa. Es uno de mis versículos favoritos por la tremenda viveza  y la sorpresa que causa en el texto, por lo demás comedido y reposado, de la imagen.

Es un versículo de una parábola en la que Jesús está hablando sobre el perdón. En el ejemplo, explica que el reino de los cielos se parece a un rey que quiere ajustar cuentas con sus criados. Uno de ellos le debe 10.000 talentos (un talento, ya de por sí, era una cantidad enorme en aquel tiempo), y el hombre no los tiene. El rey, por tanto, ordena que lo vendan, a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones y así quedaría pagado (dado que no iba a recuperar más). El criado se arroja a sus pies y le pide un poco más de plazo, que se lo pagará todo, y el rey accede. Al salir de la audiencia, el criado se encuentra con otro compañero que le debía 100 míseros denarios, y...

El compañero también le pide más tiempo, pero el criado ordena que lo metan en la cárcel hasta que pagase. Por supuesto, el rey acaba enterándose y nuestro protagonista acaba entregado a los verdugos.

 

 

Hablemos de Cataluña. Hablemos de la inmersión lingüística. Hablemos de las lenguas autonómicas en el Congreso.

Todo empezó cuando, en la Transición, los diputados catalanistas pidieron poder enseñar a los niños catalanes en catalán. El argumento, una tesis creo que compartida también entonces por la UNESCO (aunque ya se sabe que este tipo de organizaciones tiene tesis para cualquier cosa y su contraria) es que lo mejor para los niños es que sus primeros años de enseñanza se realicen en su lengua materna. El bien de los niños es lo primero, lo importante es que aprendan, y su tesis salió adelante. O, para ser precisos, su objetivo salió adelante: su tesis se podría haber convertido en norma, pero no lo hizo. Y luego, pasó lo que pasó: en que pudieron, se olvidaron del asunto y catalán para todos los niños, sea su lengua materna la que sea. Su nuevo argumento fue la cohesión social, paradoja máxima donde las haya pues lo que se busca es la descohesión social con el resto de españoles y catalanes que no tienen el catalán como lengua materna, también se quería descohesionar a esos niños de esas personas e integrarlos en el mundo catalanista. Y de esos polvos estos lodos.

Ahora muchos diputados, los catalanistas y los necesitados de los votos de esos diputados, han implantado que en el Congreso se pueda hablar en catalán, gallego o vasco. Dejemos también de lado la paradoja de que al Congreso se va a precisamente ponerse de acuerdo unos y otros y que todos los diputados representan a todos los españoles con independencia de por qué circunscripción han resultado elegidos, y fijémonos en la situación en Cataluña. Aquí, ¡ay del que pretenda que a hijo se le enseñe con al menos un 25% de las asignaturas en español! Muerte civil, para el niño y para toda su familia. ¡Ay del que pretenda que sus tratos con la Administración sean en español! O, en muchos casos, con la escuela, el ambulatorio. Hablemos de todos esos políticos catalanes que, sabiendo que no va a venir ningún rey a reprenderles, piden a los ciudadanos que no hablen en español con nadie, aunque el otro no sepa catalán: que lo aprenda, carajo. Y donde se intenta adoctrinar en la escuelas (en muchas) en el odio a lo español en general y al idioma español en particular.

Para muchos, el derecho a hablar en la lengua materna y a ser educado en la lengua materna es sólo si esa lengua materna es el catalán. En español, ese derecho no existe en Cataluña.

Yo, qué quieren que les diga. Ojalá exista algún rey que, enterado de la situación, mande llamar al despiadado criado y lo entregue a los verdugos.



Georg Friedrich Händel - El Mesías: Aleluya (coro) 

jueves, 29 de junio de 2023

Pido disculpas si...

https://www.youtube.com/watch?v=0lN-iL3hz4g 

 

 

La presidente del Congreso de los diputados ha realizado unas declaraciones públicas, en el curso de las cuales ha hecho una afirmación cuando menos polémica. Además de polémica, es falsa y revela que esa señora o desconoce la realidad del español que no tiene la vida resuelta o no piensa lo que dice. Como es comprensible, todos pensamos que es lo primero y que ese desconocimiento de la realidad es fruto de las incontables prebendas de la sinecura que disfruta, y se armó la marimorena.

Y, como era de esperar, la presidente no tardó en rectificar, a la manera de los políticos:

—Pido disculpas si no me he expresado bien.

Ya estamos. Si no se ha expresado bien, pide disculpas por no haberse expresado bien. Pero ¡eh!, si se ha expresado bien entonces no hay nada por lo que disculparse. ¡Eh!

Señora, mire usted sus declaraciones y decida si se expresó bien o no; si se expresó bien, pida disculpas por lo que lamente haber dicho si lo lamenta, y si no lo lamenta reafírmese. Y si no se expresó bien, pida disculpas de la forma correcta:

—Pido disculpas por no haberme expresado bien: lo que quería decir es... (y aquí diga lo contrario de lo que dijo, que por cierto fue una afirmación muy clara).

El problema se complica si, como es el caso y es lo habitual, en la afirmación no hay ambigüedad alguna o posible doble interpretación, no es como si hubiera dicho «como presidente del Congreso he tenido que hacer muchas cosas desagradables», o «trabajando con Pedro Sánchez me he visto forzada a adoptar posturas que no quería, muchas situaciones en las que no podía decir no y tener que tragar». No, normalmente las declaraciones no son interpretables, su significado está claro. Así que, salvo que la declarante explique que fue un lapsus linguae, o un desajuste en su medicación ese día pero que ya se la han corregido, o (la señora tiene 50 años) fruto de algún desajuste hormonal excesivo o qué sé yo, estas disculpas no son sinceras.

En España hubo una vez que alguien dio una disculpa sincera, y medio país se le echó encima; han pasado diez años y siguen haciéndose burlas:

—Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a pasar.

Pobre Juan Carlos I, como para disculparse de verdad.

No, las disculpas de los políticos casi nunca son sinceras. Su arrepentimiento sí, porque se dan cuenta de que han metido la pata, pero eso no lo van a reconocer.

—Pido disculpas si alguien se ha podido sentir ofendido.

—Pido disculpas si alguien ha interpretado que...

—Pido disculpas si no me he expresado bien.

 

 

 

Les Colporteurs - Korobeiniki


lunes, 26 de junio de 2023

El color del cristal

En este mundo traidor

nada es verdad ni mentira,

todo es según el color

del cristal con que se mira.

 

La estrofa de cuatro versos de arte menor con rima abab se llama cuarteta.

La cuarteta con la que he empezado no sé si es de Antonio Machado, pero no me extrañaría nada. El caso es que cuando era niño se recitaba con frecuencia.

Uno de los conceptos de moda en estos tiempos es fake news. Y se intenta advertir a la población de que existen y que hay que estar precavidos y atentos a identificarlas. También se habla mucho del posicionamiento político de los medios y cómo cuentan la misma cosa de manera tan diferente que parece que son otras.

Cuando era niño, la sabiduría popular ya sabía esto. Y se encargaba de que lo supiéramos.

viernes, 2 de junio de 2023

El País Vasco

https://www.youtube.com/watch?v=PTMMS88gi6c

 

 

Es difícil saber si el País Vasco ha cruzado ya la línea de no retorno. Si no lo han hecho, llevan camino.

Están tramitando, parece ser que con éxito asegurado, un cambio en la enseñanza que equipara el sistema educativo al catalán: en vasco. Y ay de los que no sepan vasco. El objetivo oficial es que al final del proceso educativo todos los alumnos sabrán tanto vasco como español; y lo que se aduce es que, a fin de cuentas, el español ya lo aprenden por sí solos porque es el idioma de la calle y de los hogares.

¿Cómo oponerse a un fin tan loable?

Imagine que en vez de vasco decidimos que la enseñanza se realiza en japonés. O chino, o swahili. Puede hacerse. ¿Qué ocurriría? Pues que los primeros años escolares el alumno emplearía la mayor parte de sus esfuerzos en aprender el idioma en que le van a enseñar, chino o japonés. Y una vez lo haya aprendido, entonces empezaría a aprender materias en ese idioma. Si para entonces se ha terminado el ciclo escolar, mala suerte; si ha aprendido rápido y le queda el 50%, pues tendrá la mitad de tiempo que los alumnos del resto de España para aprender otras cosas. Salvo que los alumnos allí sean mucho más inteligentes que los del resto de España o sus maestros y profesores mucho más capaces, es de suponer que aprenderán la mitad de las cosas. Pero ¡ey!, sabrán swahili. Muy útil para regatear con los manteros, aunque el resto de españoles también sepa regatear sin saber swahili.

Si los alumnos no saben vasco y las materias se les van a enseñan en vasco, es de cajón que lo primero que han de hacer es aprender vasco. Mientras tanto, el resto de alumnos españoles estarán aprendiendo otros conocimientos. Así que si los alumnos tardan dos o tres años en aprender vasco, esos años de ventaja que les sacan los demás. Si tardan más, pues más desventaja. Luego irán todos a las mismas universidades (o no), y allí ¿cómo competirán? Lo más probable es que, de forma natural, acaben yendo a universidades vascas, en las que el nivel esté rebajado para ajustarse al bajo nivel de sus alumnos, y los demás españoles, también naturalmente, eviten ir a esas universidades salvo los más zotes de entre los zotes, que ya se sabe que por inteligencia o por éxito estudiantil nadie en España se va a quedar sin poder ir a la universidad.

Y suponiendo además que en esos años perdidos los alumnos adquieren un dominio del vasco sobresaliente. Porque si ya es difícil explicar a un chaval en su lengua materna los entresijos de los polinomios, los matices del cubismo o la génesis de las rocas vulcanianas, imagínese en un idioma que no es su lengua materna si no lo dominan ambos, maestro y alumno.

En otras palabras, ¡qué puede salir mal?

Imagínese que las pensantes cabezas vascas deciden que esto no puede ocurrir. Que no se ha de bajar el nivel. Y que la mejor manera de aprender vasco es explicando los polinomios en vasco, nada de aprender primero vasco y luego los polinomios. Volvamos entonces al símil: se dará la enseñanza en chino, pero sin enseñar antes chino. Excelente, dirán las familias... de chinos. Sus hijos tendrán los primeros puestos de la clase garantizados; en cuanto a los demás, mala suerte. Al cabo de unos años, lo que tendrían sería un grupo, me temo que no muy numeroso, de alumnos formados con un nivel equiparable al resto de los alumnos españoles (los que tuvieran el vasco como lengua materna), y uno numerosísimo (es innegable) con un nivel de aprendizaje muy, muy inferior. Eso, si ambos grupos pudieran no convivir en las mismas aulas, ya que de convivir, los "torpes" frenarían a los "espabilados", como ocurre desde hace décadas en el resto de España. Así que la elección sería convivir y mezclar, y todos torpes, o no convivir y no mezclar, y tendremos hutus y tutsis.

El siguiente hecho sorprendente (pero explicable) es que la medida salga adelante. Y saldrá, porque en la práctica ya ha salido: no hay apenas, en la educación pública o concertada, centros que ofrezcan escolarizar en español o al 50% en español, casi toda la oferta ya es al 100% en vasco (menos la asignatura de español). Así que lo que la medida va a hacer es regularizar una situación que ya se da. Puede que uno quiera que si hijo se eduque en español, pero si no hay colegios que lo oferten ¿qué se puede hacer?

Ocurre que en el País Vasco hay otra anomalía con respecto al resto de España: no hay, en los pueblos, concejales de Vox o de Ciudadanos. Los que son del PP caben en un taxi, y los socialistas sólo tienen el 16%. El resto son concejales nacionalistas o independentistas o aliados de éstos. A mí me parece sorprendente, una pureza política tal. No se trata de que no tenga implantación un partido político determinado, es que apenas existe una amplia banda del espectro ideológico. Que los que estén a favor de la constitución no lleguen al 20% de los votantes. Una constitución a la que votó "sí" más del 72% de los alaveses, el 64% de los guipuzcoanos y el 73% de los vizcaínos. Es sintomática la falta de pluralidad política en la población vasca, y no habla muy bien de ellos.

La explicación a este fenómeno es demográfica: los echaron. Con los años, han expulsado de sus sociedades a ese bloque. Se sabe que cantidad de vascos abandonaron su tierra por causa de ETA, pero el goteo ha continuado: una vez que un joven, por la razón que fuera, probaba la vida fuera de allí, era difícil que volviera. Para vivir allí hay que sentirse cómodo con el ambiente de allí, y ya se encargaron (y se encargan) nacionalistas e independentistas de que los constitucionalistas no se sientan cómodos.

Debería llamar la atención que una tierra que otrora fue de acogida de inmigrantes, por su potencia industrial, se haya convertido en productora de inmigrantes. Claro que, como la razón es la línea política de la clase dominante, es un asunto que se tapa, del que no se quiere hablar. Aunque sea la realidad.

Lo que provoca, a su vez, otra anomalía: en números redondos, la población del País Vasco no aumenta. Y además está envejeciendo mucho más rápido que el resto de España (salvo tal vez excepciones como Asturias). Esto es algo que la calle identificó hace ya bastantes años, y que es tan evidente que por fin la oficialidad está reconociendo, así de obvio debe ser. Esta evolución demográfica les está empezando a causar problemas (les faltan trabajadores), pero todo sabemos que los problemas demográficos... se acentúan con el tiempo hasta culminar.

Volviendo al idioma de la enseñanza, la medida es de por sí idiota. Es como si en Escocia la educación en el colegio se diera en gaélico escocés en vez de en inglés. ¿No se preguntan, los jerifaltes vascos y su pueblo, por qué en Escocia se enseña en inglés?

¿Y no se preguntan si tiene que ver, en su declive demográfico, algo que ver la educación en vasco? ¿Creen que la futura intensificación en ese aspecto lo paliará o creen que no tendrá influencia?

Quede claro que no tengo nada en contra de un modelo educativo en una lengua que no sea la española: en China no enseñan en español sino en chino, y les va la mar de bien. En Rusia no enseñan ni en español ni en chino, sino en ruso. Y en Francia resulta que enseñan en francés. Pero, claro. Hay una razón por la que en China no enseñan en español sino en chino. La misma por la que en Francia no se enseña en chino sino en francés.

Pero hay, además, otra consecuencia negativa de enseñar en vasco. Los lazos que tenemos los españoles con los rusos, los chinos e incluso los franceses no son muy estrechos salvo casos personales. Los consideramos, y ellos a nosotros, un pueblo diferente. Extranjero. Con sus intereses, diferentes de los nuestros. Si creamos una nación de vascoparlantes, siendo como somos los habitantes de la piel de toro, ¿qué creen que ocurrirá a largo plazo? ¿Cuánto tardaremos los no vascoparlantes en considerar extranjeros, otro pueblo, a los vascos y viceversa? ¿Y en no querer tener relación unos con otros?

Personalmente, no me parece una buena idea, la enseñanza en vasco. No creo que atraiga población de otros puntos de España. Y si atraen jóvenes, ¿cuánto tardarán esos jóvenes en darse cuenta de que si tienen hijos alli les enseñarán en vasco y decidir que mejor hacer de nuevo las maletas cuanto antes?

Dejando aparte el tema de los hijos, ¿cuánto tardarán los que emigren allí en darse cuenta de que no son bien vistos por sus ideas políticas

¿Han pasado ya el punto de no retorno?

Lo que es seguro es que Juan Sebastián Elcano no dio la vuelta al mundo hablando en vasco.

 
 

Ian & Sylvia - Four strong winds (Versión de Neil Young)