sábado, 25 de enero de 2020

Lo que usted ignora sobre el reciclaje. Plásticos


Supongo que los ha visto en muchos sitios: puntos de recogida de tapones de plático. Diría, de hecho, que no hay oficina que se precie que no lo tenga, iniciados por alguna administrativa que ha sabido de la historia del pequeño X, que padece una enfermedad rarísima y patatín patatán.

Como yo defiendo que las botellas hay que reciclarlas con los tapones, suelo discutir la necesidad de separar los tapones. Yo intento aplicar criterios medioambientales; la otra persona, la necesidad de X.

Si reúnen medio millón, 500.000 tapones, X. recibirá... unos 200 €. Pero además no basta con reunirlos: hay que reunirlos en el patio de descarga del reciclador. Es decir, el sistema de recogida ha de llevarlos hasta allí. Medio millón de tapones son muchos tapones. Ocupan mucho espacio, por lo que requieren muchos viajes de furgoneta. No sé si la recogida de tapones resistiría un análisis coste/beneficios medianamente serio. En teoría cada 2.500 tapones darían un euro, pero diría que si incluimos la enorme cantidad de viajes necesarios para ir por porrones de puntos de recogida de tapones, necesitamos más de 5.000 tapones para sacar ese triste euro. Pero... piense en 5.000 tapones. ¿Cuántas botellas de agua y de leche se han de beber? Ja, ja, ésa es fácil: 5.000. Pero ¿cuántas botellas de agua y leche se bebe usted al año? ¿Cuántos años debería estar almacenando tapones en su casa, ocupando un espacio que seguro que vale mucho dinero, para que X. reciba 1 euro? ¿En serio cree usted que ésa es una forma eficiente de dar un euro a X.?

Luego piense en el medio ambiente: ¿cuántos viajes y kilómetros se han hecho para reciclar esos tapones? ¿Cree que esta estrategia es buena para el medio ambiente?

Por otra parte, pensemos en las botellas a las que les faltan los tapones. ¿Sabe qué les pasa? Les pasa que tienen casi todo su tamaño original. Una botella de PET sin tapón, aunque la chafe algo, recupera casi toda la forma. Una garrafa de 8 litros es fácil que se quede en siete... o siete coma nueve. Si le pone un tapón nada más chafarla, puede dejarla en poco más de un litro. El número de contenedores necesarios, los viajes para vaciarlos, el camión de transporte,... Piense en 5.000 tapones y sus 5.000 botellas que multiplican su tamaño. Por un euro. Esto es matar moscas a cañonazos, pero el usuario no se entera del coste de su acción y en cambio se siente mejor, se cree muy solidario y ecológico. Convencido de que está salvando el planeta.

Ya he contado en otra entrada que en los años 90 me dediqué a diseñar plantas de reciclaje. Para formarme, viajé a Alemania y recuerdo que la primera planta que me enseñaron reciclaba plásticos. ¿Saben lo que hacía esa planta? Obtenía el carbono que formaba parte de las moléculas de los plásticos. ¿Para qué? para sus fábricas de acero. El acero es hierro más carbón, y ellos estaban sustituyendo el carbón por el carbono de los plásticos. En ese momento supe que estaba haciendo el panoli.

Algo parecido me ocurrió en otra planta de reciclaje, ésta de neumáticos. Separaban los tres componentes de los neumáticos, el caucho, la fibra textil y los alambres de cobre. A cada cosa le daban su uso. En España, lo que se quería era que ocuparan menos en los vertederos. Claro, los alemanes pensaban en el plazo de amortización de su tecnología con el beneficio obtenido, y...

Miren, en España se reintroducían en los circuitos de fabricación de plásticos 3 de cada 10 toneladas de PET que se "reciclaban". Eso sí, Ecoembes (nuestros impuestos) pagaba lo establecido a cada una de esas 10 toneladas. ¿Qué se hacía con las 7 sobrantes?

Por no hablar de la estafa que son los proyectos de plantas de reciclaje. En general, son iniciativas públicas, dinero del estado. El pueblo de turno quiere una planta que recicle... pongamos 300 kg de plástico a la hora. No hablemos de dónde sale esa necesidad de que sean 300.... O ya se lo digo yo: mi competencia le ha dicho que le diseña una planta para 250 kg/h. El caso es que tanto mi competencia como yo sabemos (o deberíamos saber) que ninguna planta de reciclaje consigue más de 20 kg/h. O 35, haciendo un exceso inasumible. Pero eso a nosotros nos da igual, porque realmente el municipio tampoco tiene interés. De hecho, todos podemos hacer plantas para 300 kg/h de plásticos: un camión los trae y otro se los lleva a vertedero. Basta con que pasen por una cinta transportadora para decir que han ido "a la planta de reciclaje". Sí, Ecoembes paga por tonelada de plástico separado que se le envíe, pero es que no sale a cuenta. Y menos mal que Ecoembes (insisto, nuestros impuestos) no paga lo que de verdad valdría separar el plástico.

Por cierto, ví en Alemania unas máquinitas que sí separaban de verdad el plástico. Muy curiosas, muy ingeniosas. Muy caras. Al cambio (entonces era en marcos), unos 42.000 euros cada una. Suficientes para que ningún pueblo quisiera gastarse el dinero en una de ellas (porque además se necesita una para cada tipo de plástico que se quiera separar). No, aquí bastaba con que la planta admitiera el plástico. Que saliera como entró era una menudencia.

Y lo que sí no les voy a contar ahora, por no alargarme en exceso, es cómo funciona en verdad la industria del plástico. Aquella en la que se quiere emplear como materia prima el plástico reciclado. Yo venía de la industria del plástico, y... 

En fin, resumiendo: les están engañando. Lo mismo que cuando les dicen que no compren productos con plásticos, que es mejor que sean de papel, cartón o vidrio. Voy a dejarlo, para no calentarme, pero ¿verdad que lo que le muestran son tortugas marinas ahogadas por el plástico? ¿Que les hablan de la enorme isla de plásticos que flota en el Pacífico? ¿De verdad cree usted que el plástico que usted tira en Valladolid o Zaragoza va a llegar hasta esa isla o tortuga? ¿No seŕa más bien cosa de los africanos, los asiáticos o los sudamericanos? ¿No habría que montar allí las plantas de recogida de envases y enseñarles a ellos a no tirar los plásticos?

Nos dejamos engañar porque nos sentimos mejor. Pero hay otra manera de reciclar el plástico, y en Europa la descubrieron hace al menos 20 años. En la próxima entrada se la cuento.




The Beatles - Polythene Pam

sábado, 11 de enero de 2020

Lo que usted ignora sobre el reciclaje. Papel y cartón




Cuando yo era chico, el papel se separaba; sobre todo el papel de periódico. La razón era obvia: se empleaba para encender la caldera de carbón. Y si ya estaba encendida, daba igual: al fuego con él, que calienta. Como excepción, el papel de panadería y pastelería se guardaba aparte, cuidadosamente cortado en pliegos. ¿Porqué? Pues porque no había papel de plata y ese papel se empleaba para envolver los bocadillos.

En cuanto al cartón, por supuesto: toda caja que llegara era bienvenida, porque se iba a utilizar. ¡Pues no había pocas cosas que se guardaban mejor en las cajas! Especialmente los grandes tambores de detergente: todo lo de navidad se guardaban en esos tambores, y uno de ellos guardaba las piedras con las que se sujetaría el árbol. Que, está claro, se pondría empleando ese tambor de macetero.

Pero eso no era reciclar: era reutilizar. Y como la sociedad actual tiene un problema mental con reutilizar, queremos reciclar.

Y hemos llenado nuestras calles de contenedores azules, separamos el papel en las casas y llenamos los contenedores para que reciclen nuestro papel.

Nadie nos ha explicado nunca que no reciclan nuestro papel. Acaba en un vertedero. Eso no quiere decir que no se recicle el papel; es sólo que no se recicla el nuestro. Se recicla el "industrial". Pero, sobre todo, lo que se recicla es el cartón. Por cierto que el líder europeo en cartón reciclado es Saica, ahí es nada.

Y sí, sí se recicla papel. ¿Cómo cree usted que se fabrica el papel? Todo el mundo cree que se fabrica a partir de la madera. ¿Ha visto muchos bosques en España que se talen para producir papel? No, en España, me atrevería a decir. Mire, el papel se fabrica a partir de tres materias primas. La celulosa de los árboles, claro que sí. Pero sobre todo... de la paja. La paja es un subproducto agrario, y resulta que también sirve para fabricar papel. Y el tercero es... el propio papel. El papel reciclado. No digamos ya el cartón, ahí el porcentaje es escandaloso.

Pero ahora le voy a contar una cosa que creo que no sabía. Usted echa el papel y el cartón al contenedor azul, como le han mandado, y el recolector se lo lleva. Por cierto, si se lo lleva el recolector es mala señal: el precio está muy bajo. Si estuviera alto, se lo llevarían los traperos (seguro que los ha visto mucho por temporadas), que roban impunemente los contenedores azules cuando les sale a cuenta.

Pues bien, el contenedor azul llega a la estación de tratamiento, y allí lo que se hace es separar el papel del cartón. ¡Ah, pero hay una fracción más!: el rechazo.  Y el rechazo es... todo lo que no interesa. ¿Qué interesa? Yo se lo digo: el cartón mayor de tamaño A-3 y el papel mayor de tamaño A-4. Tal cual. El resto, fuera. Y si hubieran estado en una estación de tratamiento, lo entenderían perfectamente. De hecho, les contaré una anécdota: diseñé la quizás primera planta de separación de España, y el reciclador quería tres fracciones, las dos indicadas y el papel algo más pequeño, creo que A-5 o así. Como el presupuesto se disparaba, se decidió quitar un separador: el del papel A-4. Pero cuando encargué a los EE.UU. los separadores (los mejores del mercado), me equivoqué y encargué el del A-4. En ningún momento detectamos los americanos o yo el error, y es que en Europa siempre se ponía el de A-4. Cuando se montó la planta, el cliente entró en cólera y yo quise que se me tragara la tierra. Pero estando en discusiones... la planta arrancó. Y entonces se dieron cuenta de que había sido un error para bien (y yo salvé mi cuello). 

Pero a lo que voy: si rompe el papel, ya no se recicla. Se trata como rechazo. Si rompe los cartones, ya no se reciclan. Son rechazo. Si hace una pelota, lo mismo. Si es un papel menor que un A.4, ídem. Una caja pequeña. Todo eso no se recicla, aunque usted crea que sí. Y aún le diría más: los recicladores, con el de origen industrial tienen suficiente. Un suministro que es del tamaño adecuado, muy limpio, no fragmentado, y sobre todo en cantidades industriales. Tanto que a menudo las industrias optan por prensar ellos mismos sus residuos de cartón, con lo que al reciclador le dan el trabajo hecho.

Pero, claro, está la imagen pública. Y ésta exige que nos llenen las aceras de contenedores azules, y que usted y yo los llenemos. Hasta el punto de que es automático, lo hacemos sin pensar. Como ya no tenemos estufas de leña...

En fin. Recicle usted el papel, que si no se sentirá culpable. Pero no se agobie demasiado: seguramente será un acto hacia la galería.




The Beatles - Yer blues