martes, 31 de agosto de 2021

El puente de Castellbisbal

El puente que conecta la AP7 con la A2 en Castellbisbal se empezó a construir hace 14 años. Pero, en realidad, la mayor parte del tiempo las obras han estado paradas. Un importante proveedor del puente me dijo, hace años, que la obra estaba parada porque La Caixa no quería y había movido los hilos. La Caixa era el máximo accionista de Abertis, que es la empresa que explotaba el peaje de la AP7 en Martorell. Y es un hecho fuera de discusión que la conexión quitaría una parte muy importante del tráfico de ese punto de peaje. 40.000 vehículos diarios, creo.

Mañana, 1 de septiembre, desaparecen los peajes de la AP7 y la AP2. Desaparece el peaje de Martorell.

Mañana, 1 de septiembre, se inaugura la conexión con la A2. Tras 14 años. Ahorrará 12 km de vuelta, y si hubiera llegado antes, el caro peaje de Martorell.

¿Coincidencia? Yo no lo creo.

domingo, 29 de agosto de 2021

El que corta el bacalao

 https://www.youtube.com/watch?v=loNey3n6uuE

 

 

Durante 200 años España fue el gendarme del mundo. Quien partía la pana, quien cortaba el bacalao. Bajo su dominio surgieron los jesuitas y los mejores papas de la Historia, la Contrarreforma, los estados modernos y el dominio europeo del planeta; también las guerras civiles por la religión. Los franceses no cejaron de luchar contra España y consiguieron su decadencia (y con ellos nos trajeron la Ilustración), pero fueron los ingleses los que lograron el dominio mundial. En los 150 años que fueron los reyes del mambo se impuso el parlamentarismo, se produjo la revolución industrial y la explosión de las Ciencias, y el hombre blanco puso el pie allá donde quiso; pero la soberbia inglesa extendió la idea de que los no europeos eran inferiores a los europeos (y también los europeos con respecto a ellos; en general, tanto más cuanto de más lejos de Londres se era), inferiores incluso en la dignidad humana. Y su puesto fue tomado por sus otrora alumnos los Estados Unidos de América.

80 años después, el imperio americano afronta su ocaso. Nos han proporcionado el Estado del Bienestar (que hemos conseguido bajo su paraguas), la conquista del espacio e Internet. Pero también la corrección política que nos ha convertido en unos pánfilos decadentes. Y ahora, tras lo de Kabul y con un presidente octogenario (que hace parecer joven al septuagenario que gobernó antes y que ganó las elecciones a otra septuagenaria, esto parece el comité central del PCUS en los 80), su control universal se va a venir abajo.

El nuevo capo mundial, nadie lo duda, va a ser China. La pregunta que yo me hago es ¿cómo va a ser este dominio chino del mundo?

La verdad es que aún no lo sabemos. China lleva años extendiendo sus tentáculos, introduciéndose en todos los países y en todos los ámbitos, pero aún no ha empezado a cerrar la presa y hacer con nosotros lo que quiera. Hay personas, estoy seguro, que me tildarán de alarmista: Occidente saldrá adelante porque su luz es tal que los chinos caerán rendidos y se occidentalizarán. Me temo, empero, que lo que la Historia enseña no es eso.

Tomemos, por ejemplo, el Imperio Romano. Toda su grandeza y desarrollo no lo salvó de las invasiones bárbaras y la vuelta a la prehistoria que siguió a su desaparición (salvo en Hispania, porque los visigodos, como precursores y primeros invasores, coexistieron muchos años dentro del imperio y se romanizaron lo suficiente). Mil años después, el Imperio Romano de Oriente seguía a años luz del desarrollo en Occidente, pero aunque maravillaron a aragoneses y venecianos estos hicieron con ellos lo que quisieron. Los turcos selyúcidas los redujeron a su mínima expresión, y los turcos otomanos, sin más, los extinguieron.

Un último ejemplo, implicando al Lejano Oriente: los mongoles, de paleta cultura nómada, llegaron hasta el esplendoroso califato abásida de Bagdad... y lo arrasaron sin siquiera pestañear.

Así pues, China. Mercantilismo salvaje al servicio del partido único, una sola opinión válida, un solo destino de los beneficios. Ellos, y dentro de ellos, "ellos". Y nada puede interponerse en ese beneficio ni reducirlo. Mientras Occidente no trunque el flujo "natural" de los beneficios (el flujo "chino"), podrá hacer lo que le plazca; y como somos el epítome de lo acomodaticio, ya nos estará bien así. No seremos nosotros los que nos libremos de los chinos, eso será cosa de los indios, los indonesios, los musulmanes o ya se verá quien.

Mi miedo es que se imponga lo que creo que es la máxima máxima de todo chino, y en especial de sus mandamases, la famosa frase de Deng Xiao Ping que Felipe González adoptó como suya: gato negro o gato blanco, da igual mientras cace ratones. Porque la frase significa que el fin justifica los medios, y no hay nada más espeluznante que el que los poderosos que mandan opinen que el fin justifica los medios.

 

 

Rolling stones - Mixed emotions

viernes, 27 de agosto de 2021

Propósitos para el curso que empieza

 Muy fácil: este año, 2 y muy claros. 

El primero de ellos: el Código Estructural. El pasado 10 de agosto se publicó en el BOE el nuevo Código Estructural, que anula las instrucciones anteriores sobre las estructuras de hormigón y de las de acero, y además desarrolla la parte de estructuras mixtas de hormigón y acero laminado. Además, creo, aprovecha para asemejarse a los eurocódigos. En total, 1789 páginas de nueva norma. A los 3 meses de su publicación entrará en vigor el edicto, salvo que el encargo sea anterior a ese día (10 de noviembre de 2021) y la obra se empiece antes del 10 de noviembre de 2022. Por lo tanto, en este curso he de estudiarme esas páginas, saber qué cambia y porqué. O bien...

O bien hago como todo el mundo y compro una actualización de los programas informáticos, y ya sabrán ellos qué hacer. Sin duda, éste es el camino que elegirá la inmensa mayoría de los calculistas de este país; y como me huelo que siguiendo la tendencia de los últimos veinte años el nuevo enfoque de la norma será incomprensible para los humanos, creo que acabaré haciendo yo también lo mismo.

¡1789 páginas! La burocracia es un cáncer que se reproduce por sí misma sin control hasta acabar apoderándose de todo y anquilosando allá donde llega.

El primer objetivo es pues muy fácil. El segundo...

Mi segundo propósito es bimmizarme. Sí, ya sé, con todo lo que he despotricado (y despotricaré) acerca del BIM. Pero Galileo. Y también, la verdad, cuando uno tiene su currículo ya hecho y apenas me queda en el convento, las ganas que se tienen de luchar acaban evaporándose. Voy a intentar hacer las cosas en BIM, y que sea lo que Dios quiera. A quien quiera que me pida un croquis le responderé una semana más tarde con un modelo ifc. Quien me pida un plano, modelo ifc. Quien me pida una explicación, 600 páginas de listados numéricos. Con un poco de suerte, los que me pidan los croquis, planos y explicaciones serán pipiolos que no sabrán que lo que doy no es lo que pedían. Ésa será mi venganza, y poder hacerlo será, creo, lo que más me impulsarán a bimmizarme. Sé que es cuestión de fuerza de voluntad, porque mi impulso será siempre resolver las cosas de una manera fácil y rápida, pero confío en que me aliente el que prueben ellos su propia medicina.

Sí, se presenta un curso divertido.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Mili kk pero escóltame

 https://www.youtube.com/watch?v=LTeGe2EVREE

 

 

Leo en un periódico digital un artículo escrito por un general sobre Afganistán. El artículo intentaba exponer el punto de vista de los militares que han estado allí, y entre otras cosas cuenta una misión que realizó un destacamento escoltando a una organización no gubernamental dedicada a la cooperación internacional que quería ir a un sitio. Entre los militares, a estas ONG las llamaban mili kk pero escóltame.

He leído, estos días, numerosos artículos sobre la propuesta de ley de educación del gobierno Sánchez. De autores de derecha y de autores de izquierda. Los de la derecha estaban todos en contra, mientras que entre los de la izquierda los había que estaban en contra y que estaban a favor. Para los que estaban a favor, la ley era buena y la derecha protesta por protestar y además no ofrece alternativas. Pero mi interés está en los que estaban en contra y eran de izquierdas. 

Distinguir entre un autor de derechas y un autor de izquierdas cuando ambos sostienen lo mismo (están en contra) es facilísimo: los de izquierdas declaran que son de izquierdas, mientras que los de derechas no dicen nada. Y la declaración siempre es del mismo tenor: yo soy (muy) de izquierdas, pero...

Yo soy muy de izquierdas, pero... Pero este asunto me toca directamente, y en lo que me toca directamente soy muy de derechas (aunque lo negaré siempre). Mili kk, pero escóltame.

Y se metían con la ley y con todas las leyes de educación igual que los de derechas, los mismos argumentos. Que si llevo muchos años como profesor y sé de qué hablo, que si la importancia de la memoria, la cultura del esfuerzo, de enseñar conocimientos y dejarse de chorradas de género...

Me recuerdan a esos políticos que insisten en que no se hagan reuniones de más de x personas, que a partir de tal hora todo el mundo en su casita, etc., y luego los pillan en grandes juergas a altas horas de la madrugada, y se excusan y dicen que caramba, que tampoco pasaba nada, que...

Que mili kk, pero escóltame.

La ministra podemita Irene Montero concedió una entrevista a Vanity Fair (aquí). Y en ella dijo:

—¿Es usted pudorosa?
—Sí, y conservadora en algunas cosas. Por ejemplo, en mi concepción de las relaciones de pareja.
—¿Nada de pareja abierta?
—En eso soy conservadora y no lo digo como virtud. Soy consciente de que soy así y no es una de mis prioridades de transformación…

Mili kk, pero escóltame. Bravo por la periodista de Vanity Fair por conseguir sacar a relucir la verdadera faz de Montero, porque a ella se le llena la boca de insultos y denigros sobre los partidarios de las relaciones de pareja conservadoras.

La nueva ministra de educación llevaba a sus hijos al liceo francés de Zaragoza. No los llevaba a una escuela concertada o a una privada, no. Sino a una escuela con un sistema escolar diferente del español. Sin duda, lo creía mejor para sus hijos (como dijeron los Montilla cuando José era el mandamás de Cataluña y llevaban a su prole al colegio alemán). Uno podría pensar que es una excelente noticia, porque revela que la ministra es consciente de que la educación francesa es mejor que la española y hará los cambios pertinentes en la española para asemejarla a la francesa, pero... Me huelo que no va a ser eso sino que, como también reconocieron los Montilla, los lleva al colegio extranjero por la ventaja competitiva que les aportaba frente a los demás españoles, que habían ido a la escuela española. Y, como ellos, estará interesada en que la escuela española esté muy por debajo de la extranjera. Eso me cuadraría más con el comportamiento habitual de los políticos en este país.

Yo estoy a favor de nacionalizar las grandes empresas. Y las compañías aéreas. Y las segundas y terceras residencias. Y los yates. Y los coches. Y las bicicletas. ¡Eh, un momento, las bicicletas no, que yo tengo!

Por suerte para los cooperantes, los militares saben anteponer su deber a su opinión. Pero estoy seguro de que la opinión que esos militares tienen de esos cooperantes es perfectamente descriptible.

Mili kk, pero escóltame. 



Salvador Bacarisse - Romanza del concertino para guitarra y orquesta


lunes, 23 de agosto de 2021

Una cuestión de sintaxis

 https://www.youtube.com/watch?v=0tGsHECwLWY

 

 

Leo en un artículo en un periódico digital:

"... Y los asesores de Sánchez se daban cuenta demasiado tarde de la enorme metedura de pata. Esa falta de reflejos que debe acompañar a todo líder internacional para adelantarse a los acontecimientos y no ir a rastras de los mismos, esa pérdida de olfato político, estaba haciendo trizas al presidente del Gobierno, tal como se podía apreciar en los miles de comentarios incendiarios en las redes sociales".
El artículo, no había duda, criticaba al inigualable Sánchez. Por eso mismo, cuando leí la frase tuve que volverla a leer de nuevo, porque me daba la impresión de haberla leído mal. Pero no, estaba bien claro:

"Esa falta de reflejos que debe acompañar a todo líder internacional para adelantarse a los acontecimientos..."

Lo que nos dice la periodista es que una cualidad de un líder internacional es el no tener reflejos para adelantarse a los acontecimientos. Sí, sí, es lo que dice. Porque si quisiera decir que un buen líder ha de tener reflejos y Sánchez no los tiene diría:

 "Esa falta de reflejos que deben acompañar..."

Es sintaxis. Un error de sintaxis.

Me dirán: es una errata. Sí, claro. Una profesional de la tecla, cometiendo errores de teclado. Pero no es ése el tema, para mí.

Yo me he dado cuenta del error porque soy ingeniero. Los profesionales del Derecho buscan el espíritu de la ley por encima del enunciado literal, pero para los ingenieros la exactitud es primordial. 

- Sí, señor juez, yo dije que había que ponerla debajo, pero en realidad quería decir que había que ponerla encima para que lo otro estuviera debajo.

- Nada, nada, no se preocupe, todo aclarado. Un problemilla de sintaxis, le puede ocurrir a cualquiera, lástima que el edificio se viniera abajo. Le condeno a 25 años de cárcel.

- Pero, señor juez...

- ¡Huy, qué tonto soy! Quería decir que no le condeno a 25 años de cárcel... Bueno, no se preocupe, seguro que el alguacil entiende lo que quería decir.

No, para un ingeniero lo que se dice es lo que se quiere decir. Si 24, es 24 y no 34 ni 42. El ingeniero no habla para que sean los demás los que interpreten lo que quiere decir, y menos aún para que interpreten que quiere decir lo contrario de lo que está diciendo. Y por eso al leer el artículo me dieron ganas de arrancarme los ojos.

Por suerte para la periodista, la opinión que tengo de los periodistas en general es tan baja que doy por sentado que su trabajo está lleno de errores, y mi cabeza corrige automáticamente sus faltas de sintaxis. Porque estoy convencido que es un error de sintaxis y que de verdad no quería decir lo que en verdad dijo... 



Carlos Gardel - El día que me quieras

viernes, 13 de agosto de 2021

La actitud del convento

https://www.youtube.com/watch?v=L3PcJMFs44A 

 

 

Hay un dicho con una perla de sabiduría popular: para lo que me queda en el convento, me cago dentro. Y pido perdón por la grosería, pero la frase es así y no la he inventado yo. Explica a la perfección la actitud de aquel que deja de realizar buenas acciones porque percibe que ya no podrá disfrutar de sus ventajas. Como el que deja desordenada la habitación del hotel al abandonarla. Pero la frase habla de más realidades.

La primera de ellas es que otros salen perjudicados por esa actitud: los que siguen en el convento. No me importa ensuciar e incluso asolar un paraje, no me preocupo de recoger mis restos y no me importa haber subido en coche, ya que no voy a volver, pero ¿y los demás? Como yo no voy a sufrir las consecuencias me da igual que se haga lo correcto o lo incorrecto. No todos somos Rodrigo Manrique, padre del inmortal Jorge, y no nos preocupa lo que piensen los demás de nosotros (¡hasta alardeamos de ello!).

La segunda realidad es que a todos nos llega un momento en que esta frase no se refiere a un acto concreto o incluso a una actitud general, a una manera de ser o de actuar, sino a una actitud vital. Cuando, de la carrera de la edad cansados, dejamos de correr. Dejamos de sentir que ése es nuestro problema, y adoptamos la actitud de que se preocupen otros por ello.

Pondré algunos ejemplos.

Hace años, hablaba con una ingeniera sobre la "invasión" que sufríamos. Invasión de moros, sobre todo. De musulmanes. ¿Te das cuenta, le preguntaba, de que puede que tu hija acabe con un moro? Y si no es tu hija, tus nietos. La actitud de la ingeniera es que eso era problema de su hija, luego de sus nietos. Lo que sea, será. Si evolucionamos hacia una sociedad con un porcentaje importante de moros, incluso si ese porcentaje es tal que nuestra sociedad cambia hacia una sociedad mora, eso ya... A fin de cuentas no es algo inmediato, y si a ella le pilla le afectará poco.

Otro ejemplo: mis hijos han tenido malos profesores. También buenos, pero me interesan los malos: los calamos rápido, pero... decidimos no hacer nada. Incluso no sacar esos temas, ir de puntillas cuando hablamos con cualquier profesor. Porque ¿y si además de mal profesor es un desalmado y decide pagarlo con mis hijos? No, mejor hacer de tripas corazón y que pase cuanto antes. Bien, pero cuando ya han  abandonado el dominio de ese profesor... ah, no, entonces ya no es nuestro problema. Y tampoco hacemos nada.

El problema es cuando esta actitud cambia de ser una manera de afrontar las cosas a una actitud vital. A una manera de terminar la vida.

El ejemplo más claro es el problema de la enseñanza. Es un hecho indiscutible que los alumnos abandonan la escuela sabiendo cada vez menos. Menos caligrafía, menos ortografía, menos sintaxis, menos semántica. Con menos lecturas, con menos conocimientos de literatura, historia, música, arte, ciencias naturales. Y más infantiles, con un menor desarrollo de los valores que necesitarán para la vida adulta. Es un hecho indiscutible que cada vez tardan más en ser autónomos y productivos para la sociedad: lo que un operario, pongamos un electricista, sabía hacer con 20 años ahora apenas lo sabe con 26; lo que un ingeniero rendía con 24 ahora no lo rinde con 28. Y valga este hecho como prueba del primero y ejemplo de sus consecuencias.

Y, sin embargo, nos da igual.

Se ha hecho público el borrador de la propuesta del ministerio de educación sobre lo que deben estudiar los chicos. El clamor por las ausencias de conocimientos básicos (lo que nosotros entendemos por básicos) ha causado que la respuesta oficial del ministerio es que "es solo un borrador, falta discutirlo con los sindicatos de maestros y las comunidades autónomas". Aunque a mí eso no me consuela: ¿cómo puede considerar el ministerio aceptable que no se enseñe la regla de tres o los números romanos? Y si no lo considera, ¿por qué no lo incluye en su propuesta de contenidos mínimos aceptables?

Los que ya tenemos una edad podemos comparar, porque conocemos los resultados de distintas leyes de educación. Al comparar podemos saber si hay una tendencia, y creo que no nos va a costar saber qué va a producir la nueva propuesta.

Para saber cómo acabará algo, los matemáticos buscan lo que se llama "el límite de la función cuando x tiende a infinito". En nuestro ejemplo, sería llevar las cosas hasta el extremo y ver si la situación resultante nos interesa o no. Imaginemos que sale por ley que se suspenden las notas. Que deja de haberlas, que ya no se evalúa a los alumnos. Que se acabaron los suspensos y los alumnos con excelentes, todos iguales. Y ¡qué caramba!, se acaba también el transmitir conocimientos. Que estresa mucho, y hay que hacer esfuerzos para asimilarlos. Además, ¿de qué le sirve a alguien saber las valencias del cromo? Quitemos la tabla de las valencias y la formulación química. ¿Saber cuándo fue la conquista del Perú o la paz de Westfalia? Dejemos de enseñar Historia. ¿Latín? ¿Para qué? ¿Quién fue Fernán Caballero? ¿Para qué? ¿La ley de Ohm? ¿La teoría de Weneger de la deriva continental? Dejemos de enseñar Geografía, Literatura, Física, Historia del Arte, Religión... Porque, realmente, ¿qué utilidad tiene saber esas cosas? Además de para entender En busca del arca perdida, claro.

Inciso para un chascarrillo: llevado por la curiosidad he consultado en algunas páginas web cuál era el argumento de la película de Indiana Jones. Me juego el cuello, y no lo pierdo, que los autores de esos resúmenes no tenían suficientes conocimientos religiosos para captar el verdadero argumento. Y seguro que no entendieron muchas de las cosas que se decían en la película.

Esto es absurdo, dirán. Quiero que a mis hijos se les enseñe Química y Física. Quiero que sepan cosas. Vale, ¿y lo de las notas? Lo de las notas... me lo estoy pensando. Casi que mejor las quitan todas, no vaya a ser que me salga de los torpes. Uy, pues si no hay notas usted es un iluso: pocos niños harán el esfuerzo de intentar aprender. Por cierto que esos niños, si hubiera notas, serían los que sacan los dieces. 

Y, si nos atenemos a las leyes de educación que ha habido - y en general a la evolución de nuestro sistema educativo-, x está tendiendo a infinito y un día estaremos muy cerca del límite.  

Intente entender lo que dice la propuesta del ministerio:

“La adquisición de destrezas emocionales dentro del aprendizaje de las matemáticas fomenta el bienestar del alumnado y el interés por la disciplina y la motivación por las matemáticas desde una perspectiva de género, a la vez que desarrolla la resiliencia y una actitud proactiva ante nuevos retos matemáticos, al entender el error como una oportunidad de aprendizaje y la variedad de emociones como una ocasión para crecer de manera personal”.

Si nos tomamos el texto a broma, estamos diciendo que en serio el ministerio quiere convertir la educación en una broma. Si nos lo tomamos en serio, entendemos que el ministerio quiere utilizar las matemáticas para proporcionar al niño "destrezas emocionales" y "fomentar su bienestar", además de enseñarle que las matemáticas se han de ver "desde una perspectiva de género". ¿Cómo afrontarán los pobres maestros la hora de matemáticas? Y si esto es en las matemáticas, culmen de lo exacto e inhumano, ¿qué querrán hacer en las otras "asignaturas"? Y entrecomillo asignaturas porque no me cabe duda de que éstas ya no existirán como tales, sino que serán meros valores inspiradores: ¿"en los próximos minutos hablaremos sobre los principales ríos de África para aprender sobre la diversidad funcional y el respeto a las minorías étnicas"? Quia, los tiempos en los que se estudiaba geografía como "ríos de África" ya pasaron, ahora sólo se presentan los ríos como cursos de agua en movimiento y África como uno de los continentes. El conocimiento de la existencia del Nilo, el Congo, el Limpopo, el Zambeze o el Níger y su situación en el continente negro... ¡por favor! Saber eso no aporta nada, sobre todo si lo comparamos con la importancia de las diversidades funcionales y el respeto a las minorías étnicas, y además si alguien quisiera saber algo del Limpopo, para eso está internet.

En definitiva, y si nos atenemos a la letra y el espíritu de la nueva ley, lo que se quiere enseñar es ciudadanía global, prevención de la violencia, sostenibilidad interétnica e intercultural, autonomía moral, ética ambiental, identidades étnico-culturales y de género, reconocer discursos de odio, estereotipos y discriminaciones, identificar casos de racismo y sexismo, familiarizarse con la diversidad lingüística... Y, sobre todo: "dotar a los alumnos de herramientas que les faciliten el empoderamiento como agentes de cambio ecosocial desde una perspectiva emprendedora". ¿Es esto lo que queremos que aprendan nuestros hijos en el colegio? ¿O preferiríamos que los maestros se preocuparan más de cómo enseñarles aritmética, ortografía, sintaxis, geografía o biología básica?

Pero no hacemos nada, porque en realidad nos da igual. Nosotros ya hemos pasado el ciclo educativo, y nuestros hijos también, o es un toro que no les va a pillar. Por lo tanto, estamos fuera del convento o a punto de irnos, el desastre en que se convierta ya no nos afecta. Nos da igual. Si hablaran de las pensiones o del precio de la gasolina, ya lo creo que nos interesaríamos. Pero la educación...

Luego, cuando los chicos de la nueva primaria lleguen a la secundaria, los profesores de la secundaria bajarán aún más su listón, pues con el material que les llega no podrán hacer otra cosa. Cuando estos lleguen a la universidad, los profesores universitarios lucharán al principio, pero tirarán la toalla. El paso siguiente serán licenciados universitarios con menos conocimientos que hace cuarenta años tenía un alumno al terminar bachillerato. Y luego... la vuelta a los monasterios. Pero, como digo, ése no será mi problema. Si en España no queda nadie que sepa qué es una cruz de Malta, como yo ya habré terminado mi turno...

Por cierto: es posible que el conocimiento de lo que es una cruz de Malta esté de verdad a punto de extinguirse. Si usted no lo sabe, mire este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=V0FbEF3O4H4. Al menos en Colombia aún queda quien sí y quiere transmitirlo. Como me temo que usted, aunque vea el vídeo, siga sin entenderlo, se lo explico rápido: fíjese que la rueda azul no está siempre moviéndose (a diferencia del cámara, que creía que el vídeo era más guay si movía la cámara impidiendo tener una perspectiva fija de lo que pasa). Con la cruz de Malta se consiguen pausas en un movimiento continuo.

Hay muchos problemas que se deben afrontar con una mentalidad apartidista. Son problemas cuya solución necesita mucho más tiempo del que dura el ciclo de poder de un partido, así que por fuerza hay que consensuar con los demás partidos. Por ejemplo, la pirámide demográfica o el descenso de la natalidad. La educación es otro de los problemas, como las grandes infraestructuras o la política energética. Ocurre empero que con estos problemas, precisamente porque son problemas a largo plazo, adoptamos la actitud del convento. Es como plantar un árbol, no nos dará tiempo a disfrutarlo (o tardaremos mucho), así que no lo plantamos; preferimos algo que nos dé una satisfacción antes. Yo lo comprendo, y reconozco que a menudo pienso así.

Pero, a veces, tenemos que no pensar así. No podemos decir que "para lo que me queda en el convento...". No podemos afrontar el final de nuestras vidas pensando que pudimos haber hecho más para dejar un mundo mejor, pero que no lo hicimos porque ya no nos afectarían esas mejoras. No se trata de actuar buscando nuestro provecho. Se trata de hacer lo correcto.

Tenemos que parar esto de la educación. Y tenemos que pararlo ya.




Toumani & Sidiki Diabaté - Rachid Ouiguini


martes, 10 de agosto de 2021

Deportistas antideportivos

https://www.youtube.com/watch?v=9gJhbYhgc3c 

 

 

Lo ocurrido en la prueba de maratón de los Juegos de Tokio da qué pensar. 

Para que conste: el francés (no viejo) Morhad Amdouni (conste su nombre para mayor oprobio), al llegar al punto de refresco de los 2/3 del recorrido, en vez de coger su botella de agua y continuar, pasó derribando todas las botellas que había preparadas y se quedó la última; así, los demás corredores no podrían hidratarse.

No todos los deportes se basan en un comportamiento angelical, de novela de caballería, y causar daño al rival también es parte de la estrategia de muchos: en el ajedrez hay que comer las fichas del contrario, y éste no puede alegar que al hacerlo están reduciendo sus opciones de victoria. Y el boxeador que pierde no puede quejarse de que el otro le esté propinando mamporros y que habría ganado si el otro no le hubiera atizado hasta dejarlo K.O. Sin embargo, hay límites a lo que se puede hacer. Algunos de estos límites están en las reglas, otros no. Pero que no estén no significan que no existan: mandar unos matones a romperle las piernas a tu rival antes de una competición, como se ha hecho en el patinaje en los EE.UU., está mal. Clavarle un cuchillo en la espalda a Mónica Seles para que no gane a Steffi Graf, como hizo un seguidor de la Graf en Hamburgo tampoco se puede. Vale, de acuerdo, estos son casos extremísimos y por lo tanto aisladísimos, pero conviene reflexionar hasta qué punto es lícito causarle un perjuicio al rival para ganar.

El primer "deporte" que me viene a la cabeza es la F-1. En general, los pilotos son deportivos, pero... los campeonísimos comen aparte: varios campeonatos se han ganado con el campeón yendo al empezar la última carrera a "accidentar" el coche del rival, aceptando incluso que ellos mismos queden accidentados. Luego se dice que ha sido sin querer, guiñan el ojo y se proclaman campeones. Qué casualidad, el piloto que mejor ha pilotado durante el año, precisamente en la última carrera tiene un accidente en la primera curva y precisamente el damnificado es su mayor rival (y no otro), y este accidente sólo ocurre los años en los que el campeón se asegura el campeonato si el rival no gana la carrera... Todos sabemos que es mentira que ha sido sin querer y que sería mentira si hubiesen dicho "sin querer... evitarlo", porque lo han provocado a conciencia. Si la organización pudiese decidir que en estos casos, accidentes en los que no hay duda de que los ha provocado el que sale favorecido, se le quitasen a éste los puntos de su mejor carrera, seguro que no habría esos accidentes. Prueba obvia de que no eran tales. Pero no, y de hecho la F-1 como deporte ha degenerado tanto que a veces estos campeonísimos provocan accidentes que podrían tener consecuencias muy serias, hablo dela muerte del otro. Y es que a menudo pilotan sin respetar a los demás, y si el otro se accidenta, la culpa fue suya por no apartarse o por estar en la trazada que quería seguir el campeonísimo.

En motociclismo las cosas son distintas, tal vez porque todos los pilotos se han caído en alguna ocasión y saben que tirar al contrincante es excesivo. A veces ocurre, sí, pero suele ser un accidente de verdad. Y cuando la temeridad del beneficiado lo ha provocado... sí, es una conducta antideportiva, pero ha surgido en el calor de la pelea, no es algo premeditado como la F-1.

El escalón siguiente al motociclismo es el ciclismo. Aquí, claramente, que un ciclista tire al otro es un accidente, y lo de los sprints... Es como una falta en fútbol, está mal y se penaliza, pero no hay intención de provocar un accidente, sólo de que el el rival no adelante. De hecho, es algo que sólo ocurre (y sólo a veces) en ese momento, es fruto de la tensión de los sprints.

El ciclismo tiene, eso sí, algunas cosas poco caballerosas sobre las que siempre se discutirá. Atacar cuando el rival está haciendo sus necesidades no se considera correcto. En cambio, si pincha o tiene una avería yo creo que sí (aunque hay quien dice que no, suele decirlo en casos específicos en los que el damnificado es su favorito). A veces un equipo renuncia al avituallamiento para atacar cuando los otros están comiendo: tampoco me parece mal. Como si han pasado mala noche o están doloridos de una caída: se siente. Ahora bien, lo que no se hace es lo que ha hecho el mentado Morhad Amdoun: impedir que los otros corredores se avituallen.

En general, en los deportes individuales no hay ocasión de tener actitudes como las del nuestro francés (no viejo). En los deportes de equipo, sin embargo, es posible que algunos tengan como objetivo anular a la estrella rival y lleven su empeño demasiado lejos.  Lo habitual es que estos coequipiers sean broncos, duros, pero no antideportivos: comenten las faltas reglamentadas y reciben las sanciones reglamentarias, todo entra dentro del deporte. Y las lesiones suelen ser accidentales, no hay mala intención.

Excepción a esto podrían ser el fútbol y el baloncesto profesional. Con mucho dinero de por medio, la tentación de extralimitarse puede ser muy fuerte. En estos dos deportes algunos jugadores son demasiado imprudentes y no les importa si causan daño. Por ejemplo, la patada de De Jong a Xabier Alonso en la final del Mundial de Sudáfrica:

El árbitro consideró (imagino) que al ser una final del mundial era comprensible la virilidad del juego holandés y sólo le sacó la tarjeta amarilla. Bueno, vale: si no fuera una final del mundial yo habría apoyado que la policía se lo llevase detenido y se le aplicase el código penal. Y al árbitro, por connivencia al tolerarlo.

Y luego están los que van a posta a lesionar a la estrella rival. Que los hay; no muchos, pero los hay. ¿Qué se puede decir de esta gente? Me viene a la cabeza, y es otro ejemplo, el caso de un jugador de la NBA que reconoció, años después, que lesionó a posta a Kobe Bryant en un partido. Y jugadores que ponen el pie cuando el otro salta para que caiga sobre su empeine. 

O la antideportividad de los San Antonio Spurs, que enviaron a su fondo de banquillo a provocar un altercado con la estrella de los Phoenix Suns sabiendo que los árbitros expulsarían a todos los implicados. 

Pero lo cierto es que hay muchos partidos cada semana y estas actitudes son anecdóticas, no sirven para mancillar a ambos deportes.

Hay otros casos de conductas antideportivas llevadas al límite: la Ryder Cup de golf cuando se juega en los USA, la Copa América cuando la organizan ellos... pero eso es como cualquier partido de cualquier cosa que se dispute en cualquiera de las numerosísimas "calderas" turcas, griegas, yugoeslavas, italianas, españolas, brasileñas, argentinas,... Es el público, más que los deportistas. No siempre es como en el ciclismo, donde todo el público anima a todos los corredores (he de contar dos excepciones excepcionalísimas: en una Vuelta a España, cuando la gente echaba cubos de agua a los corredores en las subidas para refrescarles, en los Picos de Europa al líder, Eric Caritoux, le echaron un cubo de agua... con piedras dentro; y por aquellos años, en un Giro de Italia que iba escapado Juan Fernández con opciones de ganarlo... alguien del público lo tiró a una zanja).

Volviendo a Morhad Amdouni, espero y deseo que la respuesta de la IAAF sea ejemplarizante: estas actitudes, mejor cortarlas de raíz. Que pague él por todos los daños que se producirían si no se escarmentara en su cabeza.

Y, además, el tío era tonto: algo más adelante había otra mesa con más botellas de agua.



 

La Bullonera - Baile de la canastera

jueves, 5 de agosto de 2021

¿Es el BIM un verdadero cambio de paradigma?

https://www.youtube.com/watch?v=BBMcgREgyXU 

 

 

Respuesta: sí, lo es. El BIM es la herramienta clave para que las máquinas tomen el control. Es la quintaesencia de la renuncia del control por parte de los calculistas, y tras ellos vendrán todos los demás.

A aquellos que, por no ser calculistas, no tengan la perspectiva suficiente: los ordenadores se crearon para ayudar a los calculistas. En el principio, los ordenadores sólo calculaban. Cálculos aritméticos, primero, geométricos después, algebraicos más tarde. Invirtieron matrices, aunque usted no sepa qué es eso o qué trascendencia tiene. Pero así fueron las cosas, empezaron como una herramienta de cálculo. Herramienta a la que se le fue sacando provecho, eso sí: atrévase ahora a vivir sin ordenadores.

Con los años, los ordenadores, los chips, los cerebros electrónicos, han pasado a ejecutar muchas de las tareas que antes hacían personas. Pero nunca tuvieron el verdadero control: detrás siempre había personas. Siempre hubo ingenieros. 

Calcular la estructura de un edificio es un cálculo complejo. Es tan complejo que, de hecho, muchas tipologías estructurales, muchas maneras de construir un edificio, han estado ligadas a las posibilidades de calcularlas. Dicho de otra manera: usted no sabe de ningún puente curvo que no se haya calculado con ordenadores. De tablero curvo en planta, quiero decir. Sin embargo, a medida que los ordenadores han sido más potentes y se han desarrollado programas de cálculo más complejos y capaces, se han ido diseñando puentes cada vez más espectaculares. Más difíciles de calcular, también. Ahora nadie proyecta un puente de tablero recto si puede evitarlo, qué van a decir sus colegas de él como lo haga. Y con los edificios pasa algo parecido. Bien, para ambas cosas disponer de ordenadores ha sido una gran ayuda. Primero, hacían las operaciones matemáticas más farragosas. Luego iteraron y dimensionaron. Luego se mejoró la manera de introducir los datos, de crear los modelos, y se introdujeron las normativas en los ordenadores para asegurarse de que los resultados eran conformes. Las normativas cambiaron y se diseñaron pensando en que fueran ordenadores los que comprobaran la conformidad de lo que se proyectara. Se volvieron ininteligibles para los humanos, aptas sólo para los cerebros electrónicos. Hasta los planos sacaban, los ordenadores. Pero en todo el proceso había un ingeniero a los mandos.

Llegó un punto en que la informática permitió a los ingenieros crear modelos de lo que se quería, pulsar un botón y obtener los resultados. El ingeniero había proyectado sin tener ni idea de las normativas y las exigencias, sin saber si lo que había proyectado era complicado o sencillo, grande o pequeño, estético o antiestético, práctico o aparente. Y todo ello sin dejar de escuchar su sinfonía favorita de Brahms.

Creo que fue a principios de los 80, cuando aparecieron las máquinas herramientas de control numérico: es decir, tornos, fresadoras, máquinas manejadas por ordenador. Empezaba la era del CAM, la mecanización ayudada por el ordenador. Y al mismo tiempo, el CAD: el diseño ayudado por ordenador. En cuestión de segundos apareció el CAE: la ingeniería ayudada por ordenador. El técnico, con su ordenador, diseñaba la pieza y su mecanizado. En 1988 me presentaron un programa que diseñaba placas de circuitos integrados. En minutos. Poco a poco los ordenadores fueron usurpando (la palabra es un poco agresiva, pero descriptiva) las tareas de las ingenierías, y al final llegó el futuro: dado que todo podía hacerse por ordenador, hágase por ordenador a la vez. El BIM.

El BIM es crear un modelo de ordenador en el que todos aportan lo que tienen que aportar. Una reproducción informática completa de lo que se proyecta, sea un edificio, un avión o un coche de F-1.

El BIM es un cambio de paradigma en dos sentidos.

El primero de ellos, ya he escrito muchas reflexiones al respecto, es que supone la desaparición del plano como lenguaje del técnico. Ya no se hacen planos, carecen de sentido. Sólo los últimos escalones de la cadena, los obreros de la construcción, los necesitan. Ellos y los del pleistoceno que estamos camino de la extinción o aún no nos hemos adaptado. Nadie más. Y, como he declarado a menudo, al no emplear planos se pierde la capacidad de entenderlos y se evoluciona a sobrevivir sin ellos, a no necesitarlos. El BIM es la muerte del plano, y cuando esté de verdad desarrollado e implantado ya no habrá más planos.

(disculpen un momento; la mera idea de lo que escrito es para mí tan impactante que necesito unos minutos para asimilarlo).

El segundo cambio aún no ha llegado, pero llegará. No creo que ocurra en menos de diez años, pero sin duda será un hecho consumado dentro de 20. Y no será que no se ve venir, hasta un austrolopiteco como yo lo sabe y lo anuncia desde hace años.

Los programas de ordenador han ido usurpando la tarea de los ingenieros. Con su "deja, que ya lo hago yo" han terminado haciéndolo todo. Hasta el punto de que los ingenieros hemos incluso dejado de saber qué había que hacer: el ordenador iba a saberlo por nosotros. A pesar de todo, la usurpación nunca había sido completa: entre otras razones, porque había cosas que los ordenadores no podían resolver. No estaban aún desarrollados lo suficiente, también tardaron muchos años en conseguir ganar a Kasparov. Pero ya lo están. 

Veamos un ejemplo: un arquitecto diseña un edificio y le pasa su modelo BIM al ingeniero calculista para que "calcule" la estructura. El calculista pasa el modelo BIM por su programa de cálculo, el programa añade al modelo BIM la estructura y el calculista devuelve al arquitecto el modelo BIM, ahora ya con la estructura incorporada. Después del calculista le llegará el modelo al ingeniero de aire acondicionado para que repita el proceso en lo que a él atañe, al de incendios, al fontanero, al electricista, al arquitecto de fachadas, a los especialistas en suelos, paredes y otros acabados, a los carpinteros de ventanas y puertas, a todos los demás.

El primer eslabón, el más débil, el primero en caer, es el calculista. Es el más maduro, el que más ha sido usurpado por el ordenador. El que menos sabe lo que hace. El más prescindible. El que menos razones tiene para seguir existiendo: el arquitecto, con su programa de modelar BIM, en un momento dado apretará el botón de "dimensionar estructura" y se le dimensionará la estructura. El arquitecto podrá cambiar lo que quiera, y con el botón de "chequear estructura" sabrá si sus cambios son aceptables o no. No necesitará al calculista para nada.

A la desaparición del calculista seguirán todas las demás, con procesos análogos. Incluso sensaciones tan subjetivas como el confort de los usuarios serán reguladas por los ordenadores. ¿Acaso no existen ya los edificios inteligentes, que se autorregulan para el confort de los humanos que los ocupan? El BIM diseñará las instalaciones para conseguir el confort que se le establezca, no les quepa duda. Y adiós a los ingenieros que las diseñaban.

No sé si los calculistas aguantaremos 10 años. 20 seguro que no, no cabe duda. Y los demás no vendrán mucho después de nosotros.

Aunque no creo que desaparezcamos; ése es el segundo cambio de paradigma que supone el BIM: redefine la función de los ingenieros.

¿Qué haremos los ingenieros? A ver, ha de quedar claro que los ingenieros nunca desapareceremos, salvo que la humanidad vuelva a las cavernas. El ingeniero es el ingenio humano, y siempre habrá alguien que quiera discurrir. Ahora bien, el camino que marca el BIM es que el ingeniero se dedicará a inventar, a mejorar, a controlar que las cosas sean correctas, y a resolver los imprevistos. Más o menos, lo que ya hacen los ingenieros en las fábricas.

¿Y los ingenieros especialistas?  De nuevo, los calculistas somos el futuro en el presente. Trabajaremos de asesores cuando nos requieran, apareceremos cuando surjan problemas, cuando haya accidentes o imprevistos, y sobre todo buscaremos los márgenes, las cosas que los ordenadores aún no saben hacer. ¿Qué caramba!, ¿acaso no hay en las tripulaciones de los grandes vuelos un "ingeniero de vuelo"? Uups, ya no: los ordenadores terminaron sustituyéndoles.

No sé lo que nos deparará el futuro, pero estoy seguro de que dentro de muchos años, cuando echemos la vista atrás, veremos la implantación del BIM como un hito señero en el camino que habremos recorrido.




Así somos - Lágrimas negras



martes, 3 de agosto de 2021

Me saca de quicio

https://www.youtube.com/watch?v=OEJrCpkobWs 

 

 

Me encargaron una prueba de carga en un tejado. Ningún problema: redacté el protocolo, explicando qué se iba a hacer, cómo se iba a hacer, todo. Pacto con el cliente las fechas, que ya serían en septiembre, y me voy de vacaciones. 

En el protocolo detallaba qué tenían que hacer ellos antes de ejecutar la prueba; y una de las cosas que les endilgaba era discurrir cómo subirían la carga al tejado. No subir la carga al tejado, sino discurrir cómo subirla. Encontrar la manera, el camino.

El primer día de vacaciones recibo un correo del ingeniero del cliente que ha de encargarse de la preparación. Estaba discurriendo cómo subir la carga, y quería saber una cosa.

No me saca de quicio que me pregunten; tampoco, que lo hagan estando yo de vacaciones. No, lo que me saca de quicio es que me pregunten algo que está clarísimo en el protocolo que les envié. 

- Traéme 3 botellas.
- De acuerdo. ¿Cuántas te traigo?

Más de una vez, y más de dos, me han dicho que escribo muy bien los informes técnicos y que explico muy bien lo que quiero decir. En este caso concreto, lo cierto es que me trabajé el protocolo. Por lo tanto, no es que no se entienda, si el lector tiene un mínimo intelecto.

Puede que el ingeniero preguntón no se sepa del protocolo, que simplemente le hayan dicho que discurra cómo subir una carga al tejado; pero no, porque en su correo incluía el documento que yo les había enviado. Entonces...

Puede que no lo haya leído. Que sepa que existe un protocolo, pero para qué leerlo.

O puede que lo haya leído, sin prestar mucha atención a lo que se dice. Ya saben, para qué.

O puede que lo haya leído, prestando atención, pero que no lo haya entendido. Claro que, como dijo un aparejador cuando en una obra ejecutaron mal un plano mío: ¡si no se puede decir más claro!

¿Mi apuesta? El ingeniero lo leyó, pero no aplicó las neuronas suficientes para leerlo. Pero no es eso lo que me saca de quicio, ya digo.

Lo que no soporto es que el ingeniero tuviera una duda y, en vez de volver a leer el documento prestando más atención, por si acaso se le ha escapado algo, pregunte.

- "Según lo quiera el cliente muy hecho o poco hecho, el cocinero decidirá cuánto tiempo tendrá el chuletón en la parrilla".

- De acuerdo. ¿Cuánto tiempo tendrá que estar el chuletón en la parrilla?

Esto pasa muchas más veces de las que uno se piensa. 

Recuerdo que mi padre decía que los mejores proyectos de final de carrera se hacían durante la mili, porque el estudiante, en su cuartel de destino, no tenía nadie a quien consultar y, en cambio, durante las guardias tenía mucho tiempo para resolver los problemas que le aparecían.

Ahora, en cambio, a la mínima duda el estudiante acude a su director de proyecto (siempre tienen un director de proyecto). Y las dudas son de todo tipo: desde cómo presentar el trabajo a cualquier duda técnica. Lo triste es que el objetivo de realizar un proyecto de fin de carrera es precisamente enfrentar al estudiante a los problemas reales y comprobar que los resuelve. Pero no, los aspirantes a ingenieros se comportan como si les examinaran de cocinero y durante el examen le fueran consultando al examinador todas sus dudas.

Cuando entregué mi proyecto de fin de carrera, tenía que decir quién había sido mi director de proyecto. Así que fui a la oficina de un profesor, le expliqué el asunto y aceptó figurar como tal; me preguntó de qué iba mi proyecto, se rió porque unos años antes él también había hecho ese proyecto, y qué nota quería.

Ya que he sacado lo militar, la duda que tenía el ingeniero de mi cliente era como si se le dijera a un sargento:

- Vendrá un examinador que pasará revista a la tropa y elegirá el soldado que ejecutará la prueba según su porte y gallardía.

- De acuerdo. ¿Qué soldado ejecutará la prueba? Lo digo por ir entrenando al soldado.

Insisto, no me sacaría de quicio que realmente el sargento no entendiera la instrucción, tampoco que se pregunte qué soldado ejecutaría prueba; me sacaría de quicio que el sargento, ante la duda, no intentara obtener la respuesta en la instrucción que se le ha dado. Que no intentara hacer él el esfuerzo de pensar; que lo haga yo por él.

En honor a la verdad, la necesidad de que se lo den a uno todo mascado no es exclusiva de los ingenieros:

- El primer documento son 15 páginas, y los dos documentos suman 26 páginas.

- De acuerdo. ¿Cuántas páginas tiene el segundo documento?

Con los delineantes:

- La pieza mide 300, entre agujeros dejamos 200 y el primer agujero lo ponemos a 50 mm del borde.

- De acuerdo. ¿A cuánto queda el segundo agujero del borde?

Esta actitud es tan común que ya nadie se avergüenza. Y el ingeniero de mi cliente no vacila un segundo en preguntar, no cree que su valía quede menoscabada por reconocer que no ha entendido un texto tan claro como el mío. Lo que me saca de quicio es que no quiera hacer el esfuerzo ; no que no lo haga, sino que no quiera hacerlo.

- Es que no me había fijado, no lo había leído con atención.

- Nada, hombre, la culpa es mía. La próxima vez escribiré "se realizará una prueba" y ya me preguntará usted todo lo que quiera saber.

 

 

Miguel Aceves Mejía - El jinete