martes, 29 de marzo de 2016

Carterista en el metro




Vuelvo cansado del viaje. En el metro, escribo un correo electrónico a los geólogos y me guardo el móvil en el bolsillo de la chaqueta. La próxima es la mía, me acerco a la puerta. El tío que está agarrado al poste que hay en medio se aparta y sigo avanzando. Solo queda un joven de rasgos sudamericanos, bloqueando la puerta. Le miro a los ojos con cara de mala leche y se aparta. Un poco, sólo a un lado de la puerta. Lo justo para que yo llegue al pulsador. Me extraña, porque hay mucho espacio en el vagón, no es hora punta. Mala espina: lleva una chaqueta doblada en el brazo y no le veo la mano. ¿Qué hace un chaval con esa pinta con una chaqueta dobladita en el brazo? Uy, uy. Me aparto un poquito para que no haya contacto... y él se mueve también. Imperceptible, pero sigue habiendo contacto. Ahí ya me huelo lo peor y me aparto descarado, buscándole la mano. Al tiempo, el tren se ha detenido y he pulsado para abrir la puerta. Cuando me aparto, le veo las puntas de dos dedos. ¿Estaban entrando en el bolsillo de mi chaqueta? Seguro. Era un carterista que quería aprovechar que en el momento exacto en el que uno se baja del metro está a otra cosa. Mi primer pensamiento fue palpar que llevaba aún el móvil; luego, pensar ¡qué tío más tonto!, pues incluso a mí me cuesta sacar algo del bolsillo de la chaqueta, lo llevo siempre cerrado: es fácil meter cosas, pero no al revés. Y acto seguido quiero volverme y gritar "tengan cuidado con el carterista", pero inconscientemente he bajado del vagón y el tren ya se está yendo. En fin, otra vez será.

En mi casa tenemos una media de dos robos al año. Algunos, como el de hoy, son sólo tentativas, no salen bien. Pero no siempre es así, ni mucho menos. De hecho, ahora que lo pienso... ¿dos robos al año? ¿Sólo? No, creo que más. Mínimo tres, y si hago memoria me saldrían cuatro. Es cierto que estos últimos años nos ha pasado muchas veces, antes sí, una o dos veces al año. Digamos que, en los últimos veinte años, un par de robos al año, y si contamos los últimos cinco, cuatro en cada uno. Una media, ya digo.

Y eso que somos de aquí, no quiero ni pensar lo que debe ser para los turistas. Fijo que a todo el que pasa dos noches le roban al menos una vez.

Pero esto no se dice. Lo insegura que es Barcelona. No queda bien decirlo, ¿verdad?

Mientras escribo, voy recordando. En los últimos doce meses me parece que me salen 6. No, siete. Ocho: me olvidaba de cuando mi mujer metió el móvil en el bolso para picar la tarjeta del autobús y cazó a un tipo con la mano dentro del bolso y el móvil dentro de la mano. ¡Joder! Mejor que pare de pensarlo. Es triste, pero nos pasa tantas veces que ya ni lo comentamos.

Yo ya vivo en Barcelona y no puedo evitarlo. Pero si usted, por la razón que sea, se pasa por aquí, sea consciente: le están vigilando. Y van a ir a por usted. Por cierto, olvídese de la imagen glamurosa de los carteristas, tipo ladrones artistas de guante blanco. Espere que le pase a usted o a alguien cercano: descubrirá que en realidad son unos cabrones hijos de puta que, como le digo, van a por usted.

Habrá quien lo niegue, claro, pero que no nos guste no es motivo para ignorarla. Es otra cara de Barcelona, eso es todo.




Queen - Another one bites the dust (coreografía de un grupo de niñas de 11 años)

lunes, 28 de marzo de 2016

Las procesiones de Semana Santa



Podría decirse que soy un fan de la Semana Santa, pero yo creo que los auténticos capillitas y también la mayoría del público diría que no lo soy tanto. Que soy, más bien, un aficionado moderado. A favor de la primera idea está el hecho de que cada año, haga frío o calor, me voy a Zaragoza a ver las procesiones. A favor de lo segundo... que no me gustan.

A ver. Yo soy lo que se podría decir un aficionado viejo. Yo las veía en los setenta. ¿Quién hay que pueda decir lo mismo? En los ochenta era un fanático. Lo sabía todo, las veía todas. Me junté con gente que vivía sólo para las procesiones, y aprendí un montón de cosas que la gente no sabe. Ví en primera línea cuando la Piedad salió con seis cofrades a caballo y espachurraron a los del Prendimiento, que se habían negado a desalojar san Cayetano hasta que no entraran su paso. Permitir al Prendimiento entrar habría, en primer lugar, desorganizado la salida de la Piedad, pero sobre todo habría roto su sacrosanta tradición de que salieran a las 12, y esto último la Piedad no lo iba a permitir. Como el Prendimiento se negó a hacerlo, algunos de la Piedad apartaron el paso del Prendimiento y ¡tacatún! no sé de donde salieron, pero los seis jinetes obligaron a la sorprendida sección de tambores del Prendimiento a apretarse contra las vallas verdes y la Piedad desfiló ente las filas de los del Prendimiento. Y, a todo esto, el Descendimiento, viendo lo que estaba pasando, se metió como pudo en la calle Santa Isabel para hacer sitio y esperar a salvo a que escampara todo ese lío. Al año siguiente, el 850 arena de C.P. se plantó en la esquina de Alfonso I y el coso, y A.E. y otros, con equipos de radioaficionados, fueron avisando de por dónde iba cada procesión, en un intento de regular el tráfico de cofradías. Y el año anterior, el Descendimiento había tenido un problema parecido con los de Atado a la Columna... Pero todas estas historias son de hace muchos años, y sólo las sabíamos los que estuvimos allí o aquellos oyentes de testigos a los que les interesara mucho lo que pasaba. Y ni había muchos testigos, ni había apenas oyentes interesados. 

La parte buena de aquel definitivo incidente fue que se desató una carrera entre todas las cofradías por coger la posición en la calle Alfonso, y facilitó, para el lego y poco exigente, la contemplación: ya no había que saber itinerarios y horarios, bastaba con ir a la plaza de España y todas pasarían por delante, una detrás de otra. Eso, más la promesa de espectáculo en san Cayetano: los ingredientes definitivos para el boom de las cofradías. A los pocos años, todo el mundo podía presumir de haber visto a todas las cofradías. Todo el mundo se autocalificaba de conocedor profundo. El Heraldo empezó a publicar los itinerarios, y el ser un entendido fue aún más fácil.

Como es lógico, cuanta más gente viera las procesiones más populares se hicieron las cofradías, y el número de inscritos aumentó más allá de toda lógica. No quiero decir que el incremento de cofrades - y por tanto de personas con derecho a voto en las asambleas y de nuevas intenciones en las juntas de gobierno- fuera la razón, pero coincidió en el tiempo con una práctica que yo aborrezco pero que todo el mundo cree que es secular y característico: las cofradías aumentaron sus salidas. Antes, a las Siete Palabras se la veía el Viernes Santo. Y punto. Y la Piedad salía el jueves a las 12 de la noche. Se contaban con los dedos de una mano las cofradías que hacían dos procesiones. Y, de pronto, como por arte de birlibirloque, todas las cofradías se inventaron traslados, vía crucis y procesiones "de la...". Muchas fueron procesiones en barrios periféricos, barrios por los que nunca había procesionado nadie. ¿Buscaban nuevos caladeros? No lo sé, pero, de nuevo, más procesiones era más visibilidad. Y las cofradías aumentaron. Y aumentaron. Y más gente acudía a verlas.

Mi cofradía, por ejemplo. A nuestra salida acudían únicamente los más capillitas, los más metidos en el mundillo. Y durante el recorrido, los familiares de los cofrades y poco más. Y como éramos muy pocos cofrades, era muy poco público. Además circulábamos por calles muy degradadas del casco antiguo, calles que nadie quería pisar. Desde luego, si alguien quería hacer ostentación, la mía era la cofradía más equivocada. Hoy creo que para ver la salida principal hay que pedir turno el año anterior. Todo el recorrido es una bulla y la gente espera mucho tiempo en la posición para vernos pasar. Nada que ver con treinta años antes, donde cualquier procesión se veía en primera fila; de hecho, los más veteranos de mi cofradía aún se siguen asombrando de la cantidad de público que se congrega.

Entonces ¿qué es lo que no me gusta? ¿El tener que sacar codos para una tercera fila o ver las entradas desde cuarenta metros? ¿Acaso el saber que muchos, temo que la mayoría de los cofrades, están sólo por tocar el tambor o por contarlo? No, qué va. Me parece excelente que la gente se apunte en masa a las cofradías, si no se desvirtúan. No, lo que no me gusta es el boato. Lo que el diccionario de la RAE define como "ostentación en el porte exterior". Y aclaro que ostentación es "jactancia y vanagloria". y también "magnificencia exterior y visible". Alarde de riqueza y poderío aunque a veces, cual escudero de lazarillos, no haya para nada más. Y no me gusta, porque las más de las veces - es nuestro carácter- el esfuerzo en el boato se hace a costa del esfuerzo en lo que de verdad importa.

Me cuentan que los de Atado a la Columna tienen desde hace un par de años un paso que no sacan porque no encuentran voluntarios para ello. Eso sí, ponen quinientos tambores en la calle. Tambores de los cuales algunos aún no se han enterado que sacan el paso de una virgen. Y lo hacen desde 1991. Pero es que a ellos les da igual. Estos se comportan como si se hubieran apuntado a una peña para tocar el tambor. Y no es sólo en los columnos, en todas cuecen habas.

Hay cofradías para lo que todo es un más. Más pasos, aunque sean copias unos de otros, ahora dicen que las Siete Palabras quiere sacar ¡siete! pasos iguales, uno por palabra. La Coronación de Espinas lleva no sé cuántas coronaciones, camino del Calvario tres caminantes, el Ecce Homo... Y venga vírgenes y crucificados. Y peanas, muchas peanas, que eso siempre da relumbrón. Los porteadores es lo de menos.

También aumentan los atributos. Los adornos. Y las cruces in memoriam, que ésa es otra. Antes, salvo la Piedad, todas llevaban una. O bien no ponían los nombres, o bien los ponían en letra pequeñita. La Piedad llevaba tres, porque escribía los nombres con letra enorme, espaciosa, y claro: no les bastaba una cruz, ni dos. Me reía yo, con mi cuñado, y le decía que si seguían con esa "tradición" llegaría un momento que tendrían más cruces que cofrades. Pues se ve que otras cofradías se han apuntado a la insensatez, y también llevan varias. ¡Como la Piedad!, a ver qué se creen.

Y quizá lo peor: piquetes. Hasta los ochenta se salía de tres en tres, con los bombos al final. Creo que fue la Entrada quien primero dividió los bombos en dos grupos y los metió entre los tambores. Las Siete Palabras pasó a formar de cinco en fondo y las cofradías que podían lo imitaron (el Calvario, en un quiero y no puedo, lo hacía de 4 en fondo). Luego la Sangre de Cristo obligó a que en el Santo Entierro se fuera de 5 en fondo, y así van ya casi todas. Pero diría que fueron las Siete Palabras (no sigo a la Piedad, quizá ellos lo hicieron antes) quien primero desgajó un piquete de tambores. Ya saben, para llevar detrás del Cristo. Por supuesto, toda cofradía que se precie tiene un piquete: si no, parecería que es que no pueden, y antes muertos que sencillos. ¿Qué pinta un piquete, si veinte metros por delante van trescientos tambores? Nadie me lo ha explicado. Entonces es un intentar separarlos de los tambores. Venga atributos, entre los tambores y el paso. El ideal, que no se oigan los tambores, que parezca otra parte de la procesión. ¿Qué pintan entonces, los tambores, si van solos? Tampoco nadie me lo ha explicado. Y el mayor ridículo es en el momento de la entrada. El paso lo entran los tambores, no hay duda (de momento). ¿Y el piquete? Pues los tambores callan un momento, dejan al piquete que toque una marchita (un alarde de virtuosismo), y luego lo meten ellos. No sé, transmite una sensación de perdonavidas muy poco cofrade. Y encima, parece que ahora se están poniendo de moda las bandas de música, aunque sólo llegue para un cuarteto.

Todo esto, para mí, es boato. Ostentación, alarde. Porque no hay nada serio detrás. No hay una teología en el piquete o en llevar tantos estandartes (que alguna, de frente, parece las legiones de Roma). Y tanto boato no es fácil de conseguir, conlleva mucho trabajo, mucho esfuerzo. Es lo que me da más rabia. Ese esfuerzo se debería canalizar en otra dirección. En lo que es importante, de verdad. ¿Es llevando más estandartes, más banderines, cada vez más bordados y lujosos, como se incita al arrepentimiento al pueblo? Yo creo que no. 

Las cofradías, dejando aparte su actividad a lo largo de todo el año (bueno, sí, una idea: seguro que la actividad beneficiosa se ve resentida por el esfuerzo dedicado al boato), lo que hacen es una estación de penitencia. Esta estación de penitencia es la procesión: llevan en procesión una imagen por las calles públicas, y (al menos en Zaragoza) realizan una predicación pública. El cofrade, en teoría, debe ir ya preparado, arrepentido de su vida licenciosa, confesado y con propósito de enmienda, y la procesión es su penitencia (es duro, procesionar con un capirote o un tercerol). Además, la procesión tiene una componente evangelizadora porque, como explicaba mi abuelo, para muchas personas, sólo al pasar la procesión ocurre que vean la imagen de Jesús o de la Virgen. Ya saben, si Mahoma no va a la montaña, la montaña ha de ir a Mahoma. Uno nunca sabe si la procesión va a dar fruto, pero hay que intentarlo.

¿Saben esto, los cofrades? ¿Lo tienen claro? Lo dudo. Lo dudo mucho. Y, fallando lo primordial, todo lo que hacen no es más que jactancia y vanagloria. Boato. Boato hueco sin nada detrás.

Y mientras las cofradías explotan de gente, las iglesias se vacían. Algo no me cuadra.

Es lo que no me gusta, de la Semana Santa zaragozana. El camino que parece que ha elegido.




La Dolorosa - Salida (Miércoles Santo, 2011)

domingo, 20 de marzo de 2016

Cómo quiere ganar Trump a Hillary




El martes pasado, más primarias. Sigue sin haber vuelco electoral, y ya estamos entrando en la etapa de los formalismos. Serán Trump y Hillary. 

En esta elección, Hillary es el sistema. Una política. El status quo, olvidémonos de que es mujer. Es muy inteligente, está muy preparada, y tiene mucha experiencia; no sabría decir de un candidato con mejores avales que los suyos.

Enfrente, Trump. Un extraño. Un tipo nuevo, que no quiere vivir de la política. Un tipo que se ha convertido en millonario varias veces. Y ése es el problema. Se ha hecho millonario varias veces: ¿cómo diantres lo ha hecho? Pues se lo diré: desde luego, no calculando estructuras. Negociando, apretando a las personas, venciendo a los que le ponen problemas, convenciendo cuando tiene que hacerlo. Es un personaje, sí, pero también es un maestro de la persuasión. Esa es su baza. Y, al igual que cuantos se han enfrentado a él en temas de negocios han resultado ser unos pardillos, también los votantes son (somos) unos pardillos. Nos va a engañar, y ni nos daremos cuenta. Les diré más: no necesita engañarnos a nosotros, por lo que ni lo quiere hacer ni lo va a intentar. Se reserva. El busca a 65 millones de pardillos, los demás no los necesita. Ha hecho sus cuentas, y con 65 millones gana. ¿Saben cómo se hizo millonario? Sabe lo que quiere. Sabe lo que necesita hacer. Lo hace. Y no hace lo que no necesita.

Así está ganando las primarias republicanas. Todos los candidatos pasan un porrón de horas al día intentando aprender datos, nombres, lugares, cifras. ¿Quién es el presidente de Perú? Es un dato que hay que memorizar, por si sale en la conversación. Trump sabe que no necesita saber el nombre del presidente de Perú, por lo que no pierde el tiempo aprendiéndolo. No lo necesita: sus votantes no se lo piden, no buscan un candidato que sepa datos y más datos; no elegimos por eso. No hace falta saber cuánto acero fabrican los Estados Unidos. Y si no me creen, mediten sobre lo que saben los candidatos a los que hemos votado millones de españoles. Si acaso sale la pregunta, una broma, un chiste, y se sale del paso. El votante lo entenderá. O mejor aún, en vez de entender, lo procesará de manera inconsciente: este tío es uno de nosotros.

Así está ganando Trump: no apelando al intelecto de los votantes. No les da motivos para pensar. No les dicen: reflexionen quién es el mejor candidato. No, él apela a sus subconsciente. A sus emociones, a sus sensaciones. Como el típico mensaje español de "¡que viene la derecha!", "nosotros somos los que vamos a cuidar de tus intereses"... todo eso.

El truco del buen vendedor: conseguir que el comprador piense después de hecha la venta.

En el caso de Hillary, la trampa ya la tendió hace tiempo. Fíjense en ambos. Son muy diferentes, ¿verdad? En el físico, quiero decir. Los dos están en torno a los 68 años, pero Hillary parece una señora mayor. Trump parece un señor mayor... con una vida de excesos detrás. Puede que las arterias de Trump estén a punto de estallar y las de Hillary estén limpias como una patena, pero ahora mismo Trump parece mucho más fuerte, físicamente, que Hillary. Capaz de aplastarla. Donald parece un tipo sano, lleno de vitalidad. Hillary parece una mujer débil, es posible que con enfermedades. Y ésa es la baza que está jugando Trump. Hace unos meses, dudó de la salud de Hillary. Desde entonces, todo son ataques (subliminales, eso sí) en esa línea. Por ejemplo, hace poco ha sacado un vídeo (veanlo aquí, 30 segundos) con el título "Cuando llega el momento de encarar a nuestros oponentes más duros", en el que muestra a Putin venciendo en un "combate" de judo y a un guerrero del ISIS disparando, y luego el mensaje: "y los demócratas tienen la perfecta respuesta" y aparece Hillary en lo que parece un mitin universitario... con el sonido del ladrido de un chihuahua. Es una burla, claro, es un vídeo humorístico como los que llenan Youtube de gatitos, y Hillary quedaría muy mal si protestara. ¿Qué va a decir? ¿Que ella no ladra como un perrito? Y el mensaje está ahí: Hillary no tiene la fuerza necesaria. Trump, en cambio, parece sólido. Fuerte como un oso. Costaría tumbarlo. Además, el humor se asocia siempre con la inteligencia. Así que a Trump lo captan como un tipo divertido e inteligente, y a Hillary ridícula e insuficiente.

Ítem más, no sé si han visto alguna imagen reciente del marido de Hillary. Bill. ¿Qué le pasa a este tío? Está muy desmejorado, tiene un aspecto horrible. ¿Y la mujer de Trump? La actual, por supuesto. Una modelo neumática. ¿Qué imagen transmiten? Pues que Hillary y Bill, pues que no... y que Donald y la chica neumática.... pues que sí. Qué tío, ¿verdad?

Hillary no para. Debe dormir cinco horas al día, si llegan. De aquí para allá, actos, reuniones, entrevistas, directrices. Plus, en los viajes, tiempo para estudiar, para aprender, para planificar. Y esto se nota en su cara, no parece que venga de unas relajantes vacaciones en Honolulu. Trump no. No trabaja tanto. No viaja tanto. No se prodiga. Y no se prepara. Descansa. Se preocupa de tener buen aspecto.

Las campañas americanas son muy largas. Raro será que Hillary no tosa algún día. ¿Está enferma?, se preguntarán muchos. Porque la semilla ya está plantada. Hillary tiene alguna enfermedad. O es enfermiza. En cualquier caso, su salud no es muy buena. Carece de la reciedumbre necesaria para un enfrentamiento, para una crisis. Todos sabemos que un ataque de tos no significa que se tenga una enfermedad mortal que te corroa por dentro, pero muchos votantes pensarán que las toses... son una prueba. Algún día tendrá afonía, o la voz afectada por tantos discursos. ¡Está enferma! Quizás un dolor de muelas o un pequeño mal día, como nos pasaría a nosotros... ¡está enferma! Y lo mejor es que Trump no tiene que decirlo ya. La sombra de la sospecha se irá extendiendo. Cada noche en un hotel distino. Un día dormirá mal, y tendrá mal aspecto por la mañana. Quizá no parezca muy despierta, muy viva, en la entrevista del programa de los desayunos... ¡Está enferma!

Trump no quiere que la gente valore su preparación y la de Hillary. Ni las ideas de cada uno, aunque las suyas sean mejores. No, él quiere una comparación inconsciente. Él, lozano, fuertote, resistente. Ella, viejita, débil. Si ladra, es un chihuahua. Si ladra él, parecerá el Can Cerbero. Y queremos elegir al comandante en jefe, al líder del país en los momentos más difíciles, a la persona que ha de sacarnos de nuestras miserias de hoy hacia un futuro de grandeza...

Ya sabe él lo que hace, ya. Y no es juego sucio. Es un truco de persuasión. No es parte de su programa, no es algo que salga en sus intervenciones. No se le puede acusar de nada, no se puede responder. Fue una pregunta inocente que se hizo en un momento dado, algo retórico. Es algo que evolucionará en la cabeza de los votantes. Es un mensje subliminal. 

Necesita que cuaje en 65 millones de idiotas, y ganará. 




Bruce Springsteen - The river




sábado, 19 de marzo de 2016

La locura de 2016

El baloncesto universitario de los Estados Unidos es, según numerosos autores, aburrido. Es verdad que es una competición sin estrellas: en que aparece alguna, da el salto a la NBA. Lo que nos lleva al hecho incuestionable de que las verdaderas estrellas de la NCAA son los entrenadores de los equipos: Rick Pitino, John Calipari, Mike Kryzewski, Roy Williams o Bill Self, por citar algunos. Los entrenadores son mucho más conocidos que los jugadores, y así, decimos que se enfrentan los Cardinals de Pitino a los Wildcats de Calipari, no a los Wildcats de Jamal Murray.

Esta identificación de los equipos por los entrenadores se traduce en un insano control de ellos sobre el juego del equipo: el jugador que desobedezca una consigna será relegado al banquillo. Y el resultado es que los jugadores lo tienen difícil para desplegar su genialidad; se quieren soldados, no héroes. Sumemos a esto que estamos hablando del puesto de trabajo de los entrenadores, y que se les pide un buen rendimiento global, no éxitos y títulos como si fueran el barça o el Real Madrid, y entenderemos que la primera consigna del entrenador sea "muchacho, ve sobre seguro, no te la juegues".

Es cierto. Los partidos suelen ser aburridos. Partidos sin estrellas ni jugadores sobresalientes, tanteos bajos, posesiones muy largas, buscando tiros seguros. Es cierto.

Pero cuando llega marzo, el formato de liga cambia por el de eliminatorias a partido único, lo que se denomina la locura de marzo. Esto no cambia totalmente el juego, los partidos son largos y durante gran parte del mismo el ritmo es el normal en la categoría, pero cuando llegan los últimos minutos no hay tiempo para ser conservador y cada jugador tiene que sacar lo mejor de sí mismo. La emoción se dispara y llegan los momentos únicos.

Este año, en la primera ronda de eliminatorias se enfrentaron Texas y Northen Iowa. Texas, por supuesto, cabeza de serie y Northern Iowa como cenicienta. Pero ¡ah! en el partido salta la sorpresa y N.I. se pone por delante y controla el partido. Hasta que, faltando sólo 12 segundos para que termine, Northern Iowa falla un tiro y Texas tiene el balón, dos abajo. Tiempo para un tiro, Texas puede perder, empatar... o ganar.

Doce segundos para contemplar y entender lo que supone la locura de marzo. Como cabeza de serie, Texas va de blanco y N.I. de azul, aunque los de Texas son negros y N.I. es el equipo de los blanquitos: https://www.youtube.com/watch?v=SdFB3OGUaGU

Por cierto, no se pierdan al final al compañero del equipo con dos muletas. Eso, en la NBA, no pasa.


martes, 15 de marzo de 2016

Nebraska




Penny es de Nebraska. Es probable que ése esa el único dato que usted sepa decir sobre Nebraska, aparte de que Bruce Springsteen tiene un disco titulado Nebraska.

A mí me pirra Nebraska. ¿Sabía usted que en Nebraska está prohibido ir a pescar ballenas? Ya sé que las ballenas se cazan, no se pescan, pero en Nebraska está prohibido pescarlas. Aunque no hay pruebas de que la escasez de ballenas en Nebraska se deba a una pesca o caza indiscriminada.


Lo curioso es que sí hay un faro en Nebraska. Por si acaso, imagino. Está en un lago, un galacho del río Platte, que es un río enorme que llena de agua el subsuelo de Nebraska y hace que sea muy fértil, y como mínimo hace bonito. Pero no creo que haya ballenas en ese lago.

Otro dato interesante es que en Waterloo, en el condado de Douglas, está prohibido que los barberos coman cebolla entre las 7 de la mañana y las siete de la tarde. Y en Hastings, en el condado de Adams, los hoteles tienen que dar a los huéspedes un pijama o camisón. La razón es que las parejas, incluso las casadas, tienen prohibido dormir desnudas. Y si tienen relaciones sexuales, es obligatorio que vistan el camisón, que tengo entendido que es de algodón blanco. Pero creo que también se puede arrestar a un padre si su hijo eructa durante un servicio religioso, así que no me extraña. Además, algo tendrán contra las cebollas, porque en Blue Hill, en el condado de Webster, las mujeres que lleven un sombrero que pueda asustar a una persona tímida tienen prohibido comer cebollas en público y que se la vea.

¡Qué caramba, en Nebraska es ilegal que se vea a un hombre que se ha afeitado el pecho!

Lo que quiero decir es que puede que en Nebraska haya tantos idiotas como en cualquier otro sitio, pero algunas cosas sí son de envidiar.

Nebraska tiene la superficie de Andalucía, Extramadura y Castilla la Mancha juntas, pero sólo la población de la provincia de Sevilla. Es uno de los estados de las grandes llanuras, los estados planos donde se cultiva maíz y soja a lo bestia. Ya saben, el estado... de Penny

Ahora en serio. Nebraska es diferente a todos los demás estados de Estados Unidos. Y España debería aprender de Nebraska, al menos en lo que les voy a contar, en particular.

Cuando se fundó Estados Unidos, los estados discutieron sobre cómo reflejar en las reuniones conjuntas la importancia de cada estado. La solución que encontraron fue un sistema bicameral, un senado con dos senadores por estado no importa el tamaño ni la población, y una cámara de representantes con una asignación proporcional a la población. La idea les pareció racional, porque venían de la cultura británica, que tenía también dos cámaras. En el Reino Unido, hay dos cámaras porque hay dos clases sociales, la nobleza (y el alto clero) y los plebeyos, pero lo importante es que eran dos cámaras. Cuando las ex-colonias copiaron el modelo, un sistema bicameral les pareció lo más normal del mundo y lo reflejaron en su Constitución.

Claro, cuando los estados establecieron sus sistemas de gobierno, replicaron el modelo federal de dos cámaras. Todos los estados tienen dos cámaras, Senado y Representantes. Nebraska, por supuesto, no fue una excepción.

En 1929 estalló la crisis de la Gran Depresión. La Gran Depresión duró unos cuantos años, y los americanos lo pasaron muy mal. Y los habitantes de Nebraska pensaron que, puesto que sólo hay una clase social en Nebraska, ¿por qué tenía que haber dos cámaras? No era práctico tener a dos grupos de personas haciendo las mismas cosas, y además a menudo una cámara obstaculizaba las propuestas de la otra, lo que definitivamente era muy poco práctico. Ya llevaban tiempo dándole vueltas al asunto (está claro que en Nebraska prima el ser práctico), y si encima iban cortos de dinero, gastárselo en políticos... Total, en 1934 votaron, salió que adelante con la idea, y la legislatura siguiente, al de 1937, ya fue unicameral.

No solo eso, sino que llegaron a la conclusión de que 49 representantes (ellos los llaman "senadores") era suficiente. ¿Pa'qué más?

Por lo que sé, no se han arrepentido.

Creo que se me entiende todo, ¿verdad?

Una curiosidad más de Nebraska, relacionada con esta cámara única: los candidatos, en las papeletas, no pueden poner de qué partido son. La gente vota a quien quiere y, en cada distrito, los dos tíos que obtienen más votos hacen una segunda vuelta. El resultado es que los candidatos no se casan con un partido, sino que intentan que su distrito les quiera a ellos; si han de ir en contra de su partido en algo, lo hacen.



Un chascarrillo final: cada senador cobra 12.000 euros al año. ¡Toma ya! Tampoco es que trabajen mucho: 60 días los años pares y 90 los impares, están a lo que están. Nada que ver con nuestros parlamentos autonómicos. ¡Qué envidia me dan!




Otro día les hablo de Springsteen y su Nebraska.



Bruce Springsteen - Reason to believe (versión de Mark Schroerder)

lunes, 14 de marzo de 2016

House of cards (primera parte)


(En el aniversario del nacimiento y de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente)



El sábado ejercí de chófer y llevé a mi hija y sus amigos al cine de un centro comercial. Durante la película compré un kilo de sal, que nos faltaba, y estuve curioseando por la FNAC. Quería saber qué oferta tenían sobre la serie de televisión House of cards, que no he visto pero que por lo que he leído me va a gustar. Tenían las temporadas sueltas, a 29 euros, y las tres temporadas juntas, a 50. Podría haberme llevado la primera temporada, y si no me gusta sólo habría malgastado 29 euros, pero si me gustaba, como creo que ocurrirá, habría hecho el panoli. Me llevé el paquete de las tres.

No soy un agonioso. Puedo comprarme algo y tenerlo sin abrir meses, ya de joven me compraba libros, discos o comics y los tenía en la pila, esperando turno, y sigo siendo así. Alguno dirá que soy lo siguiente a pachorras, pues tengo ampliaciones de fotografías sin colgar y marcos para esas ampliaciones sin desembalar, o cortinas compradas hace cinco años pendientes de que las cuelgue. Pero en este caso se juntaron los hados y el domingo por la noche tuve tiempo y oportunidad, y me ví el primer capítulo. Dos veces.

La serie, creo, me va a gustar. Puede que, incluso, me guste tanto como El ala oeste de la Casa Blanca.

Es posible que me tilden de panoli: me he comprado los DVD de una serie de televisión. ¡En estos tiempos! Me dirán que ustedes se han bajado esta serie (y otras chorrocientas más, ya puestos) a través de las numerosísimas páginas de descarga ilegal que hay en internet. Que soy muy tonto, que si les hubiera avisado ustedes me la pasaban junto con veinte temporadas de Aquí no hay quien viva. 

Ya. Pero es que yo no me siento cómodo actuando así. Primero, miré en Amazon si la podía comprar sin ir a la tienda. En Amazon no decían que estuviera doblada al español, y tenía dudas porque nunca he comprado en Amazon, así que no hice nada.  Luego, en una tienda, encontré los discos. El precio me pareció razonable: 50 euros tres temporadas de trece capítulos, menos de 1,30 euros por capítulo de cincuenta minutos. Me he comprado discos muy malos por más dinero. Y lo mismo con libros, cines, restaurantes,... No me pareció un mal precio.

Además, considero justo que, si la serie es buena, los que la han hecho saquen un beneficio económico por ella. Como no iba a enviarles un cheque una vez vista, lo suyo es comprar los DVD. Si las series buenas se compran, tendrán rendimiento económico y eso moverá a los creadores de series a hacer series buenas: todos salimos ganando. Si todo el mundo hiciera como yo, se harían muchas menos series, pero serían muy buenas y seguiría habiendo de sobras.

Y luego está el factor barrio. O factor comercio, no sé. La librería está en el centro comercial porque vende productos. Si no los vende, no estará en el centro comercial. ¿Quiero un centro comercial sin librerías ni música, sólo alimentación y ropa? ¡Qué centro comercial más triste! Por cierto que aquí, en Barcelona, hay muchos de esos: sólo un hipermercado, muchas tiendas de ropa clónica, una tienda de mascotas, las tiendas de móviles obligatorias, bisutería y zapatos, y las consabidas cadenas de restaurantes de comida rápida. Plus los cines palomiteros, claro. No sabría decirles en cuál hay cafés donde tener conversaciones tranquilas, sitios donde poder jugar al futbolín o al billar (aunque conozco un par con bolera), cafés-librería, o ¡qué sé yo! tantas y tantas ofertas interesantes que hay en las calles de mi barrio.

El caso es que pienso que si estamos a favor de algo, hay que apoyarlo. Y que el que sólo habla pero no apoya no está en realidad a favor. Yo estoy a favor de que se hagan buenas series de televisión, que se publiquen en DVD y que se vendan en tiendas - sí, también en grandes tiendas en centros comerciales-. 

House of cards tiene una pinta estupenda. Desde que suena la sintonía, que por cierto les invito a escuchar pinchando aquí: sintonía de House of cards. Ya les contaré.




 Antón García Abril - El hombre y la Tierra (sintonía)

domingo, 13 de marzo de 2016

La realidad de las soldaduras



El otro día estuve en una fábrica; no tenía nada que ver con mi visita, pero una carretilla o un camión le había pegado un golpe a un pilar metálico. Como soy de natural chafardero, le hice unas fotos para poderlo comentar aquí.

Primero, lo que se ve a simple vista:

Como ven en la foto, el golpe ha doblado un poco el pilar y lo ha arrancado de su base. Pero el pilar sigue ahí, no se ha roto y continúa cumpliendo su función de soportar una estructura; esta estructura, lo reconozco, se había doblado un poco, pero no pongo ninguna foto porque no viene al caso.

Lo curioso, para mí, es que el pilar se desplazó de su base con bastante limpieza:

Quiero decir, no se partió ni nada: simplemente, se movió. La placa quedó ahí (con un pequeño boño y un perno torcido, todo hay que decirlo), y no quedó ningún trozo del pilar con la placa. Tampoco aprecié que la cara inferior del pilar se hubiera deformado.

El dictamen es fácil: las soldaduras fallaron. Como el pegamento que no pega. Y es que no hemos de olvidar que una soldadura es más o menos eso, un pegamento. El soldador derrite acero, el del material de soldadura y el de los dos elementos a unir, y se forma una pasta homogénea al enfriar que hace que los dos elementos queden unidos. En una soldadura bien hecha, uno no debe ser capaz de distinguir dónde empieza un material y dónde empieza el otro.

Una mirada más cercana a las soldaduras:


En teoría, hay 8 cordones de soldadura, sin contar los empalmes entre cordones (que el soldador quiso que también fueran cordones). Uno de los cordones ya vemos que no merece el nombre de cordón, supongo que sería el último, el soldador estaría ya aburrido y decidiría que ya era suficiente.

Los demás cordones no tienen mal aspecto. Quiero decir, si uno lo viera con el pilar puesto en su sitio, no pensaría que son defectuosas.

Y ése es el problema de las soldaduras: que no parecen defectuosas. Se podrían hacer ensayos, y darían positivo: no tienen poros ni grietas, no se detectaría que no habrían agarrado lo suficiente. En su momento se dieron por buenas, porque parecían buenas. Todos nosotros las habríamos dado por buenas. Más aún, les diré una cosa: me ha pasado más veces, el cortar soldaduras, ver cómo estaban hechas en realidad, y descubrir que eran una pena.

Hace unos meses hice una reflexión sobre si es preferible la unión atornillada o la soldada (aquí); de nuevo, mi principal consejo: nunca calcule las soldaduras a más de 1.000 kg/cm2. Aunque ahora me doy cuenta de que estoy suponiendo que usted sabe calcular soldaduras, ¡qué ingenuo que soy!

Pero, la verdad, en este caso concreto... lo más grave es que el tío que dimensionó la estructura metálica que ha fallado no se le ocurrió que estando en el patio de carga de camiones de la fábrica, lo más normal es que se fuera a llevar unos golpes y la dimensionara para resistirlos. Esto no hay programa de ordenador que se lo diga, lo tenía que pensar él. Y si el tipo no sabe ni calcular lo principal de la estructura, ¿cómo vamos a pedirle que calcule el detalle?



Manuel de Falla - Danza del fuego (El amor brujo)

sábado, 12 de marzo de 2016

¿Vis pacem? Para bellum




A propósito de la digresión de mi entrada anterior, traté de refilón el tema del Ejército. Ms. Colau, populista y corta de miras, se ha manifestado antiejércitos. Como casi todos los que mandan por aquí, que dicen que quieren una Cataluña independiente pero sin ejércitos, que cuestan mucho dinero y que no necesitaremos porque "ya nos defenderán los demás".

Vivimos en una sociedad mitad buenoide, mitad nazi (en su imposición del buenismo) que tiene una serie de dogmas que has de abrazar con la fe del converso o serás "uno de ellos". Por ejemplo, Franco es malo. Todo lo que pueda llegar a relacionarse - basta con que puedan hilvanarse cinco frases con ese concepto e introduciendo la palabra "Franco"-, en consecuencia, es malo. Yo no soy Franco; ergo, si tú no eres yo, tú eres Franco. Ergo tú eres malo. Por oposición, lo opùesto a Franco es bueno. Cuanto más opuesto, más bueno y caga flores. España era el paraíso terrenal hasta que llegó Franco. Y como Franco era del Ejército, el Ejército es malo. Como para Franco el Ejército era muy bueno, el Ejército es muy malo. Y de ahí todo. Hasta el punto de que en España, hacer una pantomima antimilitarista, tirándose por el suelo y con muchas flores por ahí, no es sólo un éxito seguro: es un fijo de cualquier protesta que se precie. Con bono extra si consigo que venga un tío con zancos, perilla y sombrero de copa con las barras y estrellas. En mi opinión, a esas personas habría que privarles de su derecho al voto.

Imagine usted que en su barrio, en su ciudad, no hubiera policía. Que jamás entrara, por ninguna razón. Policía de ningún tipo. Tenemos en España algunos sitios así y sabemos cuáles son las consecuencias. Seguro que usted intentaría mudarse lo antes posible, pero no podría vender su casa porque nadie querría vivir allí. Usted quiere que haya policía. No quiere enfrentamientos, no quiere robos, no quiere violencia, pero sabe que ha de tener policías cerca para que no la haya. Duerme seguro porque sabe que los malos saben que usted vive en una zona con policía. Gracias a ella no hay tiroteos en su calle, y usted se alegra. Pero más que usted, se alegran de que no haya tiroteos los policías que acudirían a disparar.

Bien, los ejércitos son la policía en un nivel mundial.

Pensemos en el ISIS. ¿Cuándo surgió? Cuando desapareció el ejército iraquí y Estados Unidos abandonó la zona. ¿Cuando se implantó en Siria? Cuando los enfrentamientos entre la oposición y el gobierno generó zonas de nadie, con vacíos de poder. ¿Qué está pasando? Que, en sus zonas, el ISIS hace lo que quiere con la población. ¡Cuánto lamenta ésta, ahora, que no esté el ejército del gobierno por allí! 

Y ¿por qué el ISIS no sale de Irak y Siria? Pues porque los demás países están organizados y tienen un ejército. Ejércitos que no están pegando tiros ni combatiendo; sólo están, y no hace falta que sean muy fuertes. Si no estuvieran...

Los manifestantes, como los separatistas catalanes, argumentan que no necesitamos ejército porque otros nos defenderán. ¿Por qué nos iban a defender? El mundo se rige por el quid pro quo, así que tenemos claro que nos proegerían... porque les pagaríamos por ello, de una manera u otra. Para que Estados Unidos defienda a España e impida que Marruecos se quede con las Canarias, Ceuta y Melilla y ¿porqué no? Andalucía, España tendrá que ofrecerle más de lo que Marruecos le ofrezca para que no se meta, ¿no? Caray, esto lo sabe hasta un niño de ocho años. Salvo, claro, los manifestantes y los separatistas catalanes, lo que prueba que deberíamos librarles de su derecho al voto. ¿De verdad es un buen negocio no tener ejército?

La mala noticia es que esta marea buenoide no se limita a España y ya ha contagiado a los países socios en Europa. El resultado no lo captan los manifestantes y los separatistas, pero está ahí: cientos de miles, quizá millones, de refugiados que vienen a Europa huyendo de la guerra o matanzas en sus países (y estoy pensando en África). ¿Qué hace Europa, cuando sabe de estas guerras y matanzas? Pues mirar para otro lado, decir que no quiere líos, y acoger refugiados. Que no quiero decir que no haya que acogerlos, es que lo correcto, lo eficaz, en mi opinión, es impedir que haya esa guerra o matanza. En el mundo, no seamos como los manifestantes y los separatistas, que creen que el mundo es Catadisney, las cosas son así. Si no hay policía, los violentos van a traer la violencia; es la presencia del policía lo que retiene al violento. Los hutus mataron a los tutsi porque pudieron, y los tutsis se vengaron cuando pudieron. Si un país potente, los EE.UU. o la UE (pienso en la UE como un país), tuvieran un destacamento militar en estos sitios (pero antes de que pasaran las cosas, eso sí), no habría pasado nada. 

Y si la actitud de la UE fuera más bien belicosa, del tipo "como hagáis algo que no nos guste os vais a enterar", lo del ISIS no habría ocurrido. A las primeras de cambio, los ejércitos de la UE habrían ocupado todo el territorio y fin de la historia. No refugiados. ¿Que habría habido atentados? Es posible. ¿Que habría habido muertos y funerales? Pues sí. Pero es el precio que Europa pagaría por la alternativa, y los militares lo aceptarían. Sabiendo que podrían ser ellos los que ocuparan los ataúdes. Y los ahora refugiados serían los que más agradecidos estarían con nosotros, con nuestra actitud belicista. Ellos no quieren que les acojamos; quieren que les ayudemos a que puedan vivir en paz en sus lugares de origen. No quieren nuestra caridad. ¡Quieren que no seamos pánfilos, leche!

Miren, yo no quiero ser policía. Pero quiero que haya policía y creo que es mejor que la haya. Por lo mismo, a escala mundial también quiero un gendarme. Alguien que se encargue de que haya paz, como hicieron los romanos en el mundo que dominaron (y eso que los romanos no andaban con un lirio en la mano, precisamente). Y, ya puestos, prefiero que ese gendarme sea de los míos. No el gendarme de otro. No quiero que sean los EE.UU. los que arbitren la situación mundial, quiero que sea la UE. El ejército español, el francés, el británico, el italiano, el alemán, el holandés, el que haga falta. Que el mundo viva bajo la pax europea; para mí, eso está por encima de los derechos de los pueblos a autodeterminarse, a hacer lo que a ellos les dé la gana. Podrán hacerlo, siempre que a nosotros nos parezca bien lo que vayan a hacer.

¿Y porqué no hacemos de gendarmes del mundo, si podemos por ejércitos, por tecnología y por dinero? Pues no lo hacemos porque en nuestra sociedad europea, los manifestantes nos llamarían fachas y nazis.  Y no queremos serlo.

A los que reniegan del ejército, los mandaría al ISIS. A ver cuánto tardarían en gritar que acuda el ejército a rescatarles. Y es verdad, uno de los mejores argumentos en contra de la democracia es que esa gente tiene derecho al voto y cuenta tanto como el mío. Es un argumento poderosísimo, no me negarán.




Joaquín Sabina - Pacto entre caballeros

jueves, 10 de marzo de 2016

Pinceladas contemporáneas




Se ha inaugurado la nueva línea L-9 del metro. Por fin, por lo que parece, hemos conectado el aeropuerto con la ciudad. Es un poco jocoso celebrar esto, porque la terminal T-2 del aeropuerto ya estaba conectada desde hace muchos años, habría bastado conectar la T-1 con la T-2 y eso seguro que costaba cuatro perras, pero yo creo que lo que querían era hacer una gran obra 100% catalana.

La línea L-9, en realidad, no se ha terminado. Está en servicio un tramo norte desde hace años, pero recorre Santa Coloma de Gramanet; por lo tanto, no cuenta, a nadie le interesa. Ahora se inaugura el tramo sur, que va del sur de BCN al aeropuerto (tasas no incluidas). Lo de llegar hasta BCN es un decir, porque sólo tiene una parada en la ciudad, en la zona universitaria. En el final de la línea L-3, que… en fin. Supongo que sí habrá quien use esta conexión para ir al aeropuerto, pero con la que está cayendo me parece un lujo asiático.

La L-9, sobre todo, es noticia por su coste. Y por su sobrecoste. Iba a costar 1.947 millones de euros; de los 46 km proyectados se han hecho 20 y llevamos un coste de 16.600 millones de €. Si lo pasamos a km: el km de AVE en España cuesta 12,5 millones de €, el de Madrid a Barcelona salió a 14,5 millones de € (en algo se tenía que notar que eran kilómetros por Cataluña), el km de tranvía urbano sale a unos 11 millones de €, y en la L-9 está en 594 millones de €.  Ir en tranvía de Bellvitge al aeropuerto rondaría, lo digo yo aproximado, 9 km, así que se habría resuelto con 100 millones de €. Hasta 16.600 millones tengo margen para muchas cosas.

Puede que haya quien arguya que no es lo mismo ir por túneles que ir a cielo abierto. Y tiene razón, pero… Verán yo diría que casi todos los calculistas de Barcelona hemos hecho cosas para la L-9. Yo entre ellos. Pues bien, hace años tuve una conversación con un jefe de constructora y me dijo que la tuneladora estaba batiendo todos los records de velocidad. El terreno estaba siendo como mantequilla, la tuneladora iba a todo trapo. Además, el tramo que se ha hecho es el del delta del Llobregat, no hay que pasarse.

Dato técnico: una dificultad de la línea 9 es que hace el trazado por la parte alta de la montaña, las estribaciones de la sierra de Collserola, y por el delta del Llobregat. La tuneladora clásica funciona bien en el terreno "montañoso", pero en el fango sota el Llobregat parece ser que no. Por lo que en ese tramo se tuvo que emplear una segunda tuneladora, especial. Dado que sacar una tuneladora de un túnel es más caro que hacer una tuneladora nueva, las tuneladoras se abandonan ahí, en los finales de los túneles. Es innegable que algún milloncejo se ha ido por ahí. Aunque estoy seguro de que los técnicos, en su día, ya advirtieron de ello.

Por lo mismo que dirían, en su momento, que los túneles tendrían que ir a setenta metros de profundidad y que hacer las estaciones hasta esa profundidad iban a salir por un pico. Pero ¡qué es el dinero, para los políticos!

Así que tenemos una obra que se ha eternizado (el tramo sur ha llevado 13 años hacerlo, los 621 km del Ave Madrid-Barcelona se hicieron en 10). Que los sobrecostes son escandalosos. Que es 100% de gestión catalana. De gestión de políticos catalanes. Blanco y en botella.

Hace años, la Generalitat se quedó sin dinero para la L-9. La solución que encontraron fue que se la quedaran las constructoras, como se hace con las autopistas. Las constructoras aceptaron y se repartieron las estaciones. Por lógica, esto va a acabar como con las autopistas. Las empresas concesionarias se hacen de oro con ellas (al menos con las de Cataluña, no hablo de las radiales de Madrid), y los políticos, cuando les caducan las concesiones, se las renuevan. Y los usuarios, a pagar. En este caso, será la Generalitat la que pague por los usuarios, pero lo que es fijo es que las constructoras, como concesionarias, se harán tan de oro - o más- como las de las autopistas.

Y la otra cosa segura es que de la pasta que pague la Generalitat por el empleo de la línea de metro privada una parte no llegará a las constructoras. En la mejor tradición de la política catalana, ya me entienden. Y si se fijan en los sobrecostes, se podrán imaginar que esa parte que no llegue no será un mísero 3%. Caramba, si te voy a pagar un fijo de 2.000 millones todos los años no te va a venir de 100 millones más o menos, ¿verdad?

El consejero de economía de Cataluña no ha estudiado ciencias empresariales ni económicas. Tampoco ha dirigido o gestionado empresas que nos muestren su valía y capacitación. Es licenciado en Historia (en Cataluña,  que no es lo mismo que serlo en el resto de España). Todo lo más, es alcalde del pueblo con mayor paro de estos andurriales. Un tipo que planteó que la economía catalana parase una semana entera para presionar en la consecución de sus objetivos económicos (los del ahora consejero). Por supuesto, esta alegría va a tener un coste. De entrada, está pidiendo dinero para pagar las deudas que ya tiene la Generalitat, deudas que contrajo al pedir dinero (se está pidiendo dinero para pagar los "bonos patrióticos" de hace unos años, por ejemplo). Y dice que el dinero que pide ahora ya lo devolverá. Entiéndase que no será a él, sino que en un futuro le tocará a otro y será su problema, no el de nuestro don Pimpón. Sí, ya sé que ha llegado al puesto gracias a que gritaba más fuerte que ninguno que nos íbamos a "desconectar" de a quien ahora le pedimos dinero, pero… No sé que asombra más, si el rostro de hormigón de estos tíos o las tragaderas de todos los demás.

Pero por lo menos es licenciado. Porque el tipo al que aconseja, un julay que no se presentó para el cargo pero lo nombró nuestro Iluminado Líder por razones que nunca se sabrán, no lo es. Ni diplomado. Bachillerato, y gracias. En su currículum se decía que era periodista y filólogo, pero luego se supo que lo de filólogo sólo se matriculó, y lo de periodista consiguió el carnet por el tiempo pasado en un medio de comunicación de su pueblo. Estudios, lo que se dice estudios, sólo bachiller. Esto tendrá un coste, seguro.

En fin. Van pasando los meses, y nada de nada. Los políticos cobran cada fin de mes por no hacer nada, y nosotros hacemos como que no nos importa; total, nos prometieron que el año que viene votaríamos de nuevo si seguimos pagando a éstos o pagamos a otros.

Porque pagar, pagamos. El Iluminado Líder era el tío que más cobraba de España en lo suyo, de largo vez y media lo de Rajoy. Pero debía ser poco, porque el Peludo Líder de ahora se ha subido el sueldo. Y no creo que fuera porque su anterior puesto, alcalde de Gerona, le tuviera acostumbrado a una vida a todo trapo, porque el sucesor que él ha puesto allí lo primero que ha intentado ha sido… subirse el sueldo. Cualquiera diría que se explica en el primer día del primer curso de Políticas. Lo más curioso es que no lo ha conseguido y ¿qué ha hecho? Dimitir. Que no le interesa ser alcalde si va a estar tan sujeto, vaya.

Lo de Gerona también es un atraco. El tipo no era ni concejal. Pero se había apuntado en la lista, el número 19. Al pasar el alcalde a Líder, se supone que corría el escalafón. Pero el 2º declinó la responsabilidad (él se presentaba a concejal, no a alcalde) y el escalafón siguió corriendo. Ninguno de los concejales del partido, por lo que parece, estaba dispuesto a ser alcalde. Ni siquiera los suplentes. Ya ven, hasta el 19º, que sí aceptó. Es como se hacen las cosas en Convergencia (si usted cree que hubo renuncia previa de los 17 intermedios, es que es usted de Solsona). Derecho a decidir.

De los diputados de la antigua CiU en Madrid, el titular es Quico Homs, el que decía que España era poco democrática y encuentra normal la designación de Puigdemont y la del alcalde de Gerona. Uno no sabe si pitorrearse de él o zumbarle hasta en el DNI, de austrolopiteco que es. Éste sí cree que venimos de monos diferentes. Es tan cavernícola que uno no sabe si es que no sabe expresarse o es que no sabe articular pensamientos. Así que el que seguro que saldrá muchas ante la prensa será su segundo, Carles Campuzano. Este Campuzano tiene 51 años y vive de la cosa pública desde los 22, siempre en CDC. Es diputado desde el año 96, y cobra, como diputado, 65.000 € anuales. Plus las prebendas propias y lo que gane como cargo de CDC (16.600 millones dan para mucho). El tipo ha declarado ahora que tiene ahorrados 15.000 €. No casa, no coche… Uno se plantea si es verdad. Si uno está 30 años trabajando con sueldazos de 65.000 €, algo más de 15.000 € tendrá, no? Salvo que sus gastos sean (65.000x30 - 15.000)/30=64.500 €/año, en cuyo caso hay que decir que el tipo es un manirroto o un inútil en la gestión de lo propio. ¿Un tipo así queremos, para que gestione la cosa pública? Pero también puede hacerse uno la siguiente reflexión: el hombre lleva desde los 22 viviendo de la política. Experiencia fuera de la política, cero patatero. 51 años. Si no se dedicara a la política, ¿cómo ganaría los 65.000 €/año que requiere su tren de vida? O los 65.000 que se le paga como político, vaya. Este hombre, que nunca ha tenido la gestión directa de nada, está claro que necesita el cargo político. Es su primera prioridad. Y elegimos a personas que no valen para nada salvo para tener cargos políticos sin gestión directa… Yo también quiero un cursus honorum.

Hubo un tiempo en que abundaban en Barcelona las bandas en los semáforos. Vendían pañuelos, hacían ejercicios malabares, limpiaban parabrisas. Los limpiadores, en concreto, llegaban a ser muy agresivos (me han apuntado que trabajaban para mafias que les exigían un rendimiento), y tanto si te "limpiaban" como si no te limpiaban, nunca salías bien librado, y además expulsaron a los bien intencionados a semáforos no tan productivos. Aquello derivó en agobiante, y el alcalde dio la orden a la urbana de acabar con ellos. Y no se les volvió a ver. Hasta hace muy pocos meses. ¿Tendrá algo que ver que ahora tenemos a Colau como mandamás? Claro que sí. Como los manteros, que también han vuelto. Pero da igual, porque los votantes de Colau no conducen por las calles del centro. En fin, sirva esto de los semaforistas como botón de muestra de lo que supone, en la práctica, tener a una iluminada como alcaldesa.

Pero nuestra alcaldesa es genio y figura hasta la sepultura. El otro día, recorriendo de manera oficial el salón de la Enseñanza (una especia de feria de las entidades con ofertas educativas, llegó hasta el stand de las Fuerzas Armadas, que (como sabemos los que sabemos), tienen una amplia oferta formativa, incluyendo el equivalente a la Formación Profesional. Les saluda… y les dice que no quiere que estén allí. Los dos coroneles mantienen el tipo y le responden "muy bien, hasta luego". Luego Ms. Colau declara que ella no quiere ejércitos, que no quiere que haya presencia del ejército en un salón de enseñanza, que hay que dar mensajes de paz, etc.

Es la misma inteligencia del tipo que diseña su casa y, como no le gusta el tema fecal, no coloca retretes ni desgües.

A todos nos gustan las guerras. Nos encantan las películas de Rambo, pegando tiros con sus ametralladoras sin fallar uno mientras los vietnamitas caen como moscas. Nos encantan las guerras, cuando no tienen consecuencias para nosotros. Si son reales y las pueden tener, la cosa cambia. Si España entra en guerra en Afganistán, si envía a militares allí y éstos se han de batir el cuero con los afganos, puede que me afecte porque se destine dinero público al Ejército. Me afectará más si tengo algún conocido directo allí, pero si no, no me importa demasiado. Sin embargo, el soldado, el cabo, el sargento, el capitán o el coronel que va a ir a Afganistán sí le interesa mucho. Irá, porque es su obligación y se comprometió, pero habría preferido que no hubiera que ir. Es el más interesado en que España no se meta en líos en Afganistán, por mentar un país. Son los más interesados en que haya paz. Porque si no la hay, los que van a recibir son ellos. No nosotros, y desde luego no Ms. Colau.

Por lo tanto, aprecio a los que están dispuestos a arriesgarse por mí: los bomberos que se atreven a meterse en un incendio, los policías que me protegen de los criminales, la Guardia Civil que me buscará toda la noche a 10 bajo cero si me pierdo en el Pirineo o que vendrá a sacarme de casa si una inundación me pone en peligro… Y, por supuesto, a los militares. Esos chicos son los que se encargarán de que si me pasa algo, sea por encima de su cadáver. Así que, en primer lugar, si participan en un Salón de la Enseñanza con una oferta formativa, les pongo alfombra roja. Si me encuentro a dos militares que han destinado a ese acto, no intento que se encuentren personalmente incómodos. Y, desde luego, no denigro públicamente al Ejército y declaro que no lo quiero ver.

Pero Ada Colau, lo sé, no da para más. Es la que ha elegido el pueblo de Barcelona (11 concejales de 41, pero otros 10 fueron tan tontos como para preferir a ella en el puesto), y nos toca apechugar con la elección.

Ahora, que sepamos que no nos saldrá gratis.

Como no nos saldrá gratis la recua de gobernantes que nos estamos buscando.




Javier Krahe - Villatripas