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viernes, 10 de noviembre de 2023

La norma inútil

https://www.youtube.com/watch?v=4nMUr8Rt2AI 

 

 

Se cumplen 2 años de la entrada en vigor del Código Estructural, concebida como la supernorma que regula las estructuras de hormigón armado y de acero. Transcurridos dos años, pocas personas sabrán de qué estoy hablando.

Como botón de muestra: prácticamente nadie, en este tiempo, me ha hablado de esta norma. Teniendo en cuenta que a lo largo de los años yo he sido una especie de asesor/intérprete de las normas, el silencio me es estruendoso. Es como si nadie supiera que las estructuras las gobierna ahora una norma nueva, distinta.

Dos posibles explicaciones: o la nueva norma no cambia apenas nada, o a nadie le importa la norma. Como la nueva norma cambia muchísimas cosas, tiene que ser lo segundo: a nadie le importa la norma. La cuestión sobre la que reflexionar es el porqué.

Lo cierto es que a nadie le importa la norma nueva. A poca gente le importaron las normas anteriores del hormigón (EHE-08) y del acero (EAE), más le importó a todo el mundo el CTE, más aún la EHE y desde luego todo el mundo se sabía al dedillo la EA-95 y la EH-91. El desinterés de los técnicos con respecto a lo que dicen las normas es monótono creciente.

Una explicación es el exceso regulatorio, y además un exceso inútil: lo que se hacía antes de cada norma ya estaba bien (las cosas no se caían), luego es difícil justificar nuevas restricciones o reglamentar lo que ya se hacía bien sin decir nada. Pero esta justificación sólo vale si hablamos de técnicos veteranos, para los jóvenes se supone que las normas son nuevas.

Otra explicación son las normas en sí mismas: cada una es más prolija y más enrevesada que la anterior. Da la impresión que de el redactor de cada una tiene como objetivo el que su texto sea más difícil de seguir que el anterior. Cuando uno no entiende lo que lee, deja de leer. Si lo que tiene es un texto de 700 páginas (el Código Estructural llega a 1.800), pues abandona en seguida. Pero es que además si uno quiere hacer una consulta en la norma en seguida descubre que no entiende nada. Al tercer intento deja ya de consultar: ¿para qué?

No es tampoco baladí el aspecto "woke" de las normas: las últimas son unos peñazos woke insoportables, con sus llamadas a la sostenibilidad, la ecología y el bienestar del planeta. El manual de cómo se calcula un edificio no es el sitio adecuado para promover el bienestar de todos los animales, ni es la misión de los ingenieros, constructores y obreros.

Por otro lado hay un hecho incuestionable: los programas de cálculo se saben las normas. Con esa ventaja, el técnico que calcule mediante un programa de ordenador sabe que como el programa cumplirá la norma, su proyecto también. ¿Qué ventaja le aporta el saberse él (¡y comprender!) las 1.800 páginas del Código? ¿Le compensaría esa ventaja hacer el titánico esfuerzo de entenderlas? La respuesta a esto último me la sé: sin duda, no.

Me dirán que uno de los problemas es que el redactor afronta la norma como una oportunidad para exhibir su sabiduría. Hojeando las normas actuales, no sé decir hasta qué punto es cierta esa afirmación. Sí pienso que, como en la práctica la norma la va a aplicar un ordenador, el redactor, que siempre se siente encorsetado por lo que han escrito otros, ahora queda forzado a producir un texto que es sólo para máquinas, no para humanos. Por ejemplo, si el texto anterior decía que había que multiplicar un valor por 'e2,3', ahora había que decir 'e0,8·µ con µ=2,875'. Si se cambia un texto ha de ser para hacerlo aún más farragoso: no pueden, parece, cambiar radicalmente la formulación del precepto para que fuera más entendible (en el ejemplo,  decir '10' como en los textos más antiguos)

Curiosamente, este desconocimiento humano de la norma funciona. Porque es absoluto: nadie la conoce, ergo nadie la exige y nadie sabe si se cumple o no. Muchas cosas se hacen como se han hecho siempre, como se hacían antes, como marcaban las normas antiguas. Aplicamos normas antiguas, ya derogadas, y el otro reconoce esas normas en nuestra actuación; como el conocimiento regulatorio de ambos es similar, la actuación la valida como acorde con las normas, y así sale todo adelante. Si hay una norma inútil, la experiencia está demostrando que es ésta.




En cierta ocasión fui invitado a participar en la elaboración de un texto por el estilo, que iba a establecer estándares, explicar conceptos y servir de guía para arquitectos, ingenieros, promotores, constructores, personal de obra y todos los que participan en general de la construcción. En la primera reunión me di cuenta del palo que iban los que más hablaban, y ya no volví (aunque me siguieron llegando las invitaciones y los correos). Me dio rabia la oportunidad perdida de hacer un texto útil de verdad, pero no iba a enfrentarme a los fantasmones y sus discursos buenistas. Supongo que la gran mayoría de los redactores de las normas actuales piensan en privado como yo, pero el caso es que estoy seguro de que dentro de 4 años podré decir de nuevo que pocas personas saben de qué va el Código Estructural.

Ante normas estúpidas, comportamientos inteligentes.

 

 

 

Edvard Grieg - Peer Gynt: en la gruta del rey de las montañas







 

jueves, 28 de septiembre de 2023

Correas Z y naves de logística

https://www.youtube.com/watch?v=_zBwRDEFMRY 

 

 

Las naves de logística se caracterizan porque tienen grandes luces interiores y porque, no habiendo actividad fabril en su interior, no requieren instalaciones suspendidas o apoyadas en la cubierta. La única función de la cubierta de las naves es que la mercancía que se acumule dentro no se moje, y la de las paredes que no la roben; tan es así que no son pocas las naves logísticas que carecen de paredes. Todo lo más, es suficiente que la estructura de la cubierta pueda soportar algunas lámparas aquí y allá, y tal vez una red de rociadores de incendios, servidumbres todas ellas de peso casi despreciable. En consecuencia, es muy habitual que las estructuras de estas naves estén apuradas al máximo, para que pesen lo menos posible y por lo tanto sean lo más baratas posibles. En este apurar al máximo me he encontrado con situaciones que de no verlas no las habría creído, realmente se construyen naves enormes por cuatro perras.

El punto débil de estas naves son, siempre, los pilares. Por las carretillas, que pegan unos golpes increíbles. También los camiones, que "rozan" sin darse cuenta un pilar y se lo llevan por delante. Una estrategia es hacer unos pilares extrafuertes, no justificada su fuerza en la necesidad de soportar la cubierta o las paredes, pero otra estrategia es que haya los menos pilares posibles. Esta estrategia obliga a hacer las distancias mayores aún, correas más largas, pórticos más amplios. Y, claro, al ser todo de mayor luz, la importancia de que la estructura pese lo menos posible aumenta porque de lo contrario su peso propio se convertiría en la máxima carga que ha de soportar.

Otra consecuencia de ir a luces mayores es que la pendiente de la cubierta ha de ser la menor posible. Si una nave de 40 m entre pilares a dos aguas tiene una pendiente del 15%, la altura de la cumbrera está 3 m por encima del punto más bajo de la cubierta; si va al 5%, 1 m. Si hay limitaciones de la altura reguladora o se quiere un acabado estético, con peto perimetral, estos 2 m de diferencia importan mucho. 

Dentro de la estrategia de hacer cubiertas lo más ligeras posibles, una de las soluciones habituales ha sido, históricamente, colocar correas de chapa conformada en Z. Mis grandes "amigas". En una nave industrial de verdad no se suelen poner, porque a menudo ha de ir algún equipo o tuberías colgadas de las correas, y uno no sabe a priori qué correas serán las afortunadas, así que (al menos yo) proyecto las correas con una sección compacta y sobredimensionadas "por si acaso". Cuando la nave es industrial, el valor del contenido es mucho mayor que el de las correas, y en cambio escatimar en ellas es fuente segura de muchos problemas para el industrial; una vez que entiende esto, él también prefiere que las correas se dimensionen de más por si acaso. Pero en las naves logísticas se supone que no va a ir nada, ni un triste ventilador, y son pues carne de correas de chapa. Correas que, además, se ponen apurando al límite la capacidad de la propia chapa de cerramiento, faltaría más.

He tenido que revisar muchas naves de estas porque el propietario quería colocar paneles solares encima de la cubierta. Cuando me encuentro que el proyectista ha empleado correas Z...

Es asombrosa la cantidad de proyectos involucrando correas Z que están mal calculados. Y no me refiero a que las cubiertas de esas naves no admitan colocar placas solares, sino a que ya el proyecto original estaba mal.

El fallo no suele ser que el calculista "calcule" mal, sino que no se ha dado cuenta de que las correas Z son especiales. Y las calcula como si fueran perfiles IPE bajo un forjado.

El primero de los errores es no preocuparse de que la cubierta sea lo que se dice de clase estructural 2, arriostrante. Es decir, que arriostra eficazmente la cara superior de las correas, lo que implica que la componente de las cargas de gravedad a lo largo de la pendiente de la cubierta se transmite a través de la cubierta directamente a la estructura principal sin someter las correas a flexión lateral, y proporciona a la correa un apoyo rígido contra pandeo lateral torsional. Sí, todo eso debe lograr la cubierta. Lucernarios incluidos. En otras palabras, que la cubierta sujete a la correa. Si no es así, me juego el cuello y no lo pierdo a que la correa Z no aguanta. Entre otras razones, porque se diseñan para una pendiente que fácil que deba ser del 25% y en cambio se ponen en cubiertas al 5%.

El segundo error más común es (y es habitual en los cálculos de muchas correas que no son en Z) calcularlas como vigas continuas sin que sean vigas continuas. Las correas Z tienen un sistema de hacerlas continuas, pero requiere un solape. Un solape es una longitud mayor de correas, y por lo tanto algo a evitar. Otro sistema de hacerlas continuas es colocándolas en una disposición Gerber, pero eso requiere un conocimiento del calculista que tal vez no tenga (matizo: que tal vez el calculista no tuvo; en la actualidad, un calculista moderno no tengo duda de que no lo tiene). Y también requiere una cierta elaboración en el montaje; el caso es que es rarísimo ver esta solución.

No, lo habitual es que el calculista fie la continuidad a que se suelden unas a continuación de las otras en el apoyo sobre las cerchas o dinteles. Cuando, desde abajo, veo que es eso, ya sé que la cubierta está mal calculada: el calculista lo ha fiado todo a un detalle que no se puede ejecutar. Ha querido que se empalmen vigas de 2 ó 3 mm de espesor mediante soldadura en el punto de mayor tensión de la sección, con las correas apoyadas en un perfil que impide que se suelden bien, soldando en una posición en la que no se suelda bien. Si uno examina de cerca la continuidad, ¿aceptaría comprometer su patrimonio - que tendría que hipotecar si por él aceptar la unión se ejecuta la instalación y la correa parte en la primera nevada- diciendo que la continuidad está bien ejecutada y dándola por buena? Nadie que las examine de cerca las va a aceptar. Y sin duda el proyectista original no lo hizo.

Luego están, aparte, los errores del cálculo de las correas en sí. Es un refinamiento que el proyectista poco experto no tiene en cuenta, probablemente porque se confía y dedica muy poco tiempo al cálculo de la correa (o porque no sabe, claro). 

En fin, que por lo que me pagan, cuando me preguntan si sobre una nave de logística pueden ponerse placas solares y veo que son correas Z, pues ya sé que voy a decirle que no porque los refuerzos le van a matar. Yo no soy tan valiente o inconsciente como el proyectista original.

 

 

Blondie - One way or another  

jueves, 16 de marzo de 2023

Bessemer (II)

Hace algunos años publiqué una entrada sobre Bessemer (pinchando aquí).

El porqué de mi admiración por Bessemer y la importancia que tuvo Bessemer para el desarrollo tecnológico de la humanidad podríamos explicarla con un simple dato:

Antes de Bessemer, producir cinco toneladas de acero requería un día. ¿Con Bessemer? Quince minutos. 

lunes, 13 de marzo de 2023

Estructuras, incendios y normas

https://www.youtube.com/watch?v=CydoHnlWpEI 

 

 

Me piden una estructura al aire libre y que sea EF-180: que aguante al fuego 3 horas, 180 minutos. No entremos a averiguar por qué ha de ser EF-180, me lo pidió la ingeniería y punto. A veces te toca el listo que sabe el porqué de las cosas e incluso sabe flexibilizarlas, pero por lo normal el que te toca sólo sabe aplicar las normas a rajatabla, literalmente. Al pie de la letra.

La tradición española es, en estos casos, no complicarse la vida: el calculista diseña una estructura como si no hubiera incendios, luego dice el "ignifúguese" de rigor, y el ignifugador ignifuga la estructura como si hubiera 1.100 grados, que es más o menos la temperatura que se alcanza en un recinto cerrado tras tres horas de fuego normalizado.

En esta ocasión, sin embargo, yo tenía tiempo, y pensé que podía hacer bien las cosas por una vez. La idea es que a lo mejor el acero, a la temperatura del incendio, todavía es capaz de resistir las cargas, en cuyo caso no haría falta ignifugar. Tan sólo había que hacer la comprobación. 

No sabía el berenjenal en el que me metía.

 

1) El berenjenal normativo

En primer lugar, tengamos presente que la norma actualmente en vigor es el Código Estructural. La EAE es una norma derogada. Si no estuviera derogada, yo habría ido a la parte en la que habla de incendios, habría encontrado la fórmula de la temperatura en incendios en el exterior y habría establecido el límite elástico del acero a esa temperatura. Demasiado sencillo, pensaron los autores del CodEst.Y eliminaron la fórmula. Que se apañe el que quiera saber la temperatura: la norma no lo dice en ningún sitio (o al menos yo no la he encontrado buscando en los sitios en los que debería estar). ¿Qué hacer entonces?

La mejor aproximación está en la definición que hace en el apartado 1.5.2.1 del anejo 23 de lo que es la "curva normalizada tiempo-temperatura": «curva nominal definida en la norma UNE-EN 13501-2 para representar un modelo de fuego totalmente desarrollado en un sector de incendio». Tal cual. Vaya, que no es objeto del normalizador definir la curva, porque ya está definida en otro sitio, y es problema del técnico conocerla o no. ¿Hay que buscar, entonces, en la norma UNE-EN 13501-2? Bueno, esa norma es de pago y secreta, así que mejor asegurarse antes. Y resulta que tiene como título «Clasificación en función del comportamiento frente al fuego de los productos de construcción y elementos para la edificación. Parte 2: Clasificación a partir de datos obtenidos de los ensayos de resistencia al fuego excluidas las instalaciones de ventilación», así que yo no recomiendo ir por ahí. Tal vez sea el camino, pero como todo lo que tiene que ver con AENOR, pague y luego ya veremos si le lleva a algún sitio útil o no. Conociendo a AENOR, les anticipo que les llevará... a otro puesto de pago para seguir, y luego a otro, y a otro,... y al final desistirá.

Pero... ¿entonces?

Entonces, el Código Técnico de la Edificación. Es una norma que también está vigente, así que tal vez ahí. En concreto, en el documento DB-SI, en el anejo B, dice que la curva de marras está definida en la norma UNE-EN 1363:2000. ¿Otra vez? No, porque también dice que estas curvas están en la norma UNE EN 1991-1-2:2004. Y esta norma sí es pública: es el eurocódigo. 

Vamos, que se mire en el eurocódigo. Y ahí está la fórmula de la termperatura en un fuego en el exterior:

 

2) Normas: consejos vendo que para mí no tengo

Esta fórmula, ya que estamos, es muy, muy parecida a la que preconizó en su momento la norma española EAE. A ver si encuentran la diferencia, porque en la norma española era:

¿Ven la diferencia? En el original del eurocódigo, el paréntesis multiplica al valor 660. El valor del paréntesis oscila entre 0 cuando t=0 y 1 cuando t es infinito, así que la temperatura oscila entre 20° cuando aún no hay incendio, y 680° cuando ya lleva rato. Pero en la norma española, el paréntesis se suma, así que la temperatura oscila entre 680° cuando aún no hay fuego y 679° cuando ya lleva tiempo. Somos unos cracks copiando.

Esto tiene su guasa por dos inris adicionales. En primer lugar, en la edición preliminar de la EAE que se hizo en el 2010 para su discusión definitiva la fórmula es la correcta. Es decir, el '+' se añadió después. ¿A posta? ¿Alguien pensaba que quedaba mejor?

Y en segundo lugar, ¡el BOE publicó la corrección de errores de la EAE y no lo corrigieron! Con el agravante de que  la gran mayoría de los errores que detectaron y corrigieron ¡están en esta parte de incendios! 

¿Qué habría pasado con los técnicos que en los años de vigencia de la EAE hubieran aplicado esta fórmula? Nada, porque la fórmula EAE viene a dar lo mismo; pero ¿qué pasa si el error da lugar a un cambio importante? Porque errores haylos, y algunos de ellos dan lugar a estructuras (porque de eso se trata) que se creen seguras y en realidad están en precario. Aquí es donde entra un principio que es muy importante y que sin embargo me temo mucho que está cayendo rápidamente en el olvido:

El técnico tiene que saber.

Y ese saber ha de permitirle detectar cuándo la norma se equivoca y corregir lo preconizado por sí mismo. Que consiga luego convencer al inspector es otra historia, pero su misión como técnico es hacer lo correcto. Pero en los tiempos que corren... ¡ay! El técnico ya ni sabe las normas, ni sabe. Y así no se puede, suerte tenemos de los informáticos que escriben los programas de cálculo, que ésos seguro que sí saben.

Ahora bien: hay una razón para no conocer las normas. Y es una razón muy buena.


3) Las normas las hacen (ahora) para que no se sepan

Volvamos un momentito a la fórmula anterior de tiempo y temperatura. A la buena, no a la equivocada. Si el técnico ha conseguido descubrirla y la quiere aplicar, obtendrá lo siguiente:

- Antes de empezar el fuego (minuto 0) la temperatura es de 20°.

- Al primer minuto sube a 346°, al 2º a 440° y en 5 minutos es de 588 °

- A los diez minutos es de 661,5°; a los 15, de 676°, y a los 30, 679,97°. A partir de los 30 minutos, pues entre 679,97 y 680°.

Teniendo en cuenta que la fórmula se aplica para saber la temperatura a la que se encuentra una estructura y que a esa estructura no se le pedirá nunca menos de 30 minutos de resistencia, ¿qué le costaba, a la norma, decir que es de 680°? Más aún si tenemos en cuenta que lo que ha de hacer el proyectista es interpolar la temperatura obtenida entre dos valores que la norma da para 600° (0,47) y 700° (0,23); es decir, que en la práctica la interpolación va a dar lo mismo: 0,278, que todos redondeamos a 0,28. ¿Para obtener este valor hace falta una fórmula tan compleja?

En vez de decir que se cuente 680°, la norma lo que hace es condenar al técnico a un tortuoso proceso de investigación para localizar una enrevesada fórmula que, sean los minutos que sean, va a arrojar, en la práctica, 680°.

¡Ah, pero si la norma dijese que la temperatura a tener en cuenta es de 680°, entonces los técnicos la sabrían! Los técnicos sabrían.

Sirva esto de la temperatura como botón de muestra: los redactores de la norma no tenían ni tienen la más mínima intención de que los técnicos sepan las normas.


4) Moraleja: no nos extrañemos de las cosas que pasan

El resultado de la extraña manera de redactar las normas (también las europeas) es que los técnicos se alejan de ellas. El Código Estructural tiene 1.800 páginas. En vez de principios claros, lo que hacen es ocultar y enredar las cosas. Las fórmulas que obligan a aplicar hasta para lo más sencillo son tan enrevesadas que se han de calcular con ordenadores. Por el otro lado, los ordenadores son tan buenos que todos los técnicos tienen ya programas tan buenos que ellos solos calculan aplicando las normas y generan los planos, las mediciones y todo lo necesario. Los técnicos ya ni calculan realmente ellos, ni conocen las normas que han de aplicar. No saben lo que hacen. Y los que, por viejos, algo sabemos...



Shigeru Umebayasi - Yumeji

martes, 5 de julio de 2022

Un detalle sobre la organización de la Administración

Reconozco que no me había fijado hasta ahora, pero consultando el Código Estructural me he dado cuenta de un detalle que... en fin.

El Código Estructural se aprobó mediante un Real Decreto (RD 470/2021) del ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Siendo ministra, a la sazón, la simpar Carmen Calvo (sí, la que argumentó que el dinero público no era de nadie y que lo que dijera Pedro Sánchez antes de ser presidente no tiene ninguna importancia porque ahora es presidente y por lo tanto otra persona).


 

Se me escapa por qué la norma que regula cómo calcular y ejecutar las estructuras de acero y de hormigón la dicta ese ministerio. Segun el RD lo hace a propuesta del Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (desconozco su nombre y la mera existencia de ese ministerio, aunque sospechaba que sí existía un ministerio de Transportes) y de la Ministra de Industria, Comercio y Turismo (este ministerio si daba por hecho que existía, aunque también desconozco qué pájaro lo rige y cualquier cosa que hubiera hecho). También se me escapa qué interés específico tiene el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en las estructuras; a la de Industria sí que se lo puedo imaginar, si no a la ministra en sí al menos a sus funcionarios.

Antes, las normas provenían del ministerio del ramo. Solía ser una garantía de que habían intervenido las personas adecuadas. Esta norma es cosa de los que se encargan de las relaciones con las Cortes, el gabinete particular de don Sánchez y la memoria democrática. Sí que explica ciertas cosas, sí. 

viernes, 11 de marzo de 2022

El precio del acero

Al precio que está ahora el acero, vale la pena estudiar las estructuras con cuidado y conseguir que pesen lo mínimo posible.

A la velocidad a la que están cambiando los precios del acero ahora, no vale la pena estudiar las estructuras con cuidado y conseguir que pesen lo mínimo posible, porque comprar ya el acero compensa el ahorro en peso que se pudiera lograr.

Con los precios que están alcanzando el acero ahora, una vez calculadas las estructuras y cotizadas por los talleres muchos clientes se están echando atrás en sus inversiones.

Esto es una locura.

sábado, 5 de febrero de 2022

Pallarofa: El Código Estructural (2ª parte)

https://www.youtube.com/watch?v=mQKl75zNgyA 

 

 

La palabra exacta es "farfolla". El diccionario de la RAE la define así: 

  1. En su primera acepción: "espata o envoltura de las panojas de maíz, mijo y panizo".
  2. En su segunda acepción: "cosa de mucha apariencia y de poca entidad".

Si yo tuviera que explicar a alguien lo que es la farfolla, le diría que es la hojarasca. Palabra que, por cierto, el diccionario admite en tres acepciones:

  1. Conjunto de las hojas que han caído de los árboles
  2. Demasiada e inútil frondosidad de algunos árboles o planas
  3. Cosa inútil y de poca sustancia, especialmente en las palabras y promesas

Pero también le diría que es la paja que suele meterse en algunos regalos u objetos que van en cajas, para que no se dañen. Ahora ya no se emplea paja sino porexpán u otros materiales, pero cuando yo era chico la paja era el relleno habitual.

Lo que pasa es que yo no suelo emplear la palabra "farfolla", palabra que de hecho no conocía hasta hace no mucho, sino su equivalente en catalán. Esto es porque conocí la palabreja hablando, hace muchos años, con un director industrial, creo que discutíamos sobre un contrato o una oferta o algo así, o quizá fuera sobre las excusas vertidas por alguien como razones, y él me dijo que aquello era pallarofa.

Pallarofa.

Sí, imaginemos la farfolla o la hojarasca en su acepción vegetal y el efecto que consiguen y que no es sino la acepción figurada del diccionario.

En un escrito, la pallarofa es todo aquello que rodea, agranda o disimula la chicha del asunto. Todo lo que sobra, que podríamos quitar y no cambiaría nada en su esencia. Todo lo que, de hecho, hemos de quitar y eliminar para entender el escrito. Todos los rodeos y circunloquios, las vueltas y revueltas que da el otro y que terminamos cortando con un "no te enrolles y dime lo que me quieres decir" o expresiones similares.

Por principio, todos los ingenieros deberíamos ser enemigos acérrimos de la pallarofa. Es lo más antiingenieril que se me ocurre, la ineficacia buscada a propósito. Y en un documento técnico es un sacrilegio. 

La pallarofa, en una norma técnica, debería penarse con la ejecución en plaza pública y el salado de sus campos.

Y en el CodEst hay pallarofa para dar y regalar.

Por ejemplo, en el artículo que habla sobre los tipos de morteros (morteros comerciales, no hechos a mano) termina diciendo:

"Con todos los tipos, para su elaboración y aplicación, se deben seguir las instrucciones del fabricante del mortero".

¿Hace falta decir la frase? Todos los morteros comerciales se venden con instrucciones de elaboración y aplicación, una instrucción de las cuales suele ser que precisamente se deben seguir las instrucciones de elaboración y aplicación. ¿Hace falta decir que una norma tan técnica y elevada como el CodEst tenga que recordarnos una instrucción tan sencilla?

"Además, una buena calidad de la ejecución de la obra tiene una influencia decisiva para conseguir una estructura durable".

¿Y qué? ¿Qué aporta esta frase? ¿Qué instrucción supone, qué regla? Insisto, estamos hablando del CodEst, la norma definitiva para el ingeniero de estructuras. 1.800 páginas de artículos y preceptos varios.

El problema con la pallarofa es que en una norma técnica tiene un efecto negativo. Si al CodEst le quitáramos la pallarofa y en vez de 1.800 páginas se quedara en 800, sería más fácil de leer, de entender, de conocer, de memorizar. De encotrar algo cuando se busque. De todo. Y, sobre todo, sería más fácil que el técnico quisiera leerla. Si nos dicen que hemos de aprendernos un petrecol de 0.000 páginas de leyes, todos diremos ¡puf! y que para eso están los ordenadores; si nos hemos de aprender 20 páginas, nos ponemos a ello. Con una norma de hormigón y acero de 800 páginas, seguramente quitaremos la mitad, la parte de fuego, la parte de sismo, partes que no nos interesan demasiado. Pero si la norma son 1.800 páginas, es difícil que el técnico quiera leerla.

"Dependiendo de la función estructural que deba desarrollar la junta, el mortero de relleno deberá poseer unas propiedades determinadas:
- Resistencia a compresión.

- Resistencia a flexotracción.

- Ausencia de retracción..."

El artículo sigue, pero es todo así. ¿Cuál es la instrucción? Dice que el mortero deberá tener una propiedad denominada resistencia a compresión, pero no dice qué valor mínimo o máximo. Sólo que tendrá esa propiedad. También tendrá una densidad, un color, un olor... Y una salchicha también tiene una resistencia a la compresión, pero es tan baja que nadie elegiría una salchicha. Si no dice nada más (y la norma no dice nada más), es pallarofa. Relleno que no aporta nada. 

Y no se trata de este artículo en concreto. La pallarofa está por todas partes. Se lea donde se lea. Cualquier artículo podría decir lo mismo con menos palabras.

¿Porqué hay pallarofa en un documento como éste? Probablemente, porque la escribieron técnicos españoles. Y les pudo más la vertiente española. Tenían, se sentían impelidos, que demostrar que sabían más que nadie. Y la manera, para ellos, de demostrarlo era escribiendo más que nadie.Tú sabes escribir una página sobre el mortero comercial, yo siete. Y te regalo una más sobre qué hacer con los sacos.

"Cualquiera que sea el nivel de control aplicado, la entidad de control entregará..."

Si se ha de entregar algo sea el nivel de control que sea, entonces prescribir que "la entidad de control entregará..." es suficiente, ¿no?

"El constructor, o la persona designada en obra que le represente técnicamente, comprobará, bajo la supervisión de la dirección facultativa, que los valores reflejados..."

Basta con decir "el constructor". Todo el que deba aplicar la norma entiende a quién se refiere y a quién no. 

El resultado son las 1.800 páginas que nadie se va a leer, y menos aún interiorizar. Si coincide lo que se ha hecho hasta ahora con lo que se prescribe, genial; si no, ya nos dirá alguien en alguna obra qué es lo que hay que hacer. Comprenderán ustedes que el sector ha acogido la noticia del nuevo CodEst con un entusiasmo perfectamente descriptible: "¿Ah, sí? ¿Y cambia alguna cosa?". Pregunta que, una vez formulada, no espera respuesta y el interrogador sigue haciendo lo que fuera que estuviera haciendo. Supongo que es lo que pasa cuando, ocasión tras ocasión, llenamos los documentos con pallarofa: que acaban siendo equiparados a eso, a la pallarofa.

¿Qué habría hecho yo? Por descontado, prohibir la parallora, exigir concisión. Pero también habría dividido la norma en cuantas partes fueran necesarias para obtener documentos últiles. Un libro único de principios generales, otro de cómo calcular hormigón, otro de cómo ejecutar el hormigón, otro tanto para el acero... Y, aparte de todo, un libro sobre la sostenibilidad y las estructuras. Habría que ver el éxito que tendría esa parte.

 

 

Luciano Pavarotti - Mamma 

domingo, 26 de diciembre de 2021

El viejo proyecto

https://www.youtube.com/watch?v=Zlot0i3Zykw 

 

 

Mi cliente quiere saber si puede colocar placas fotovoltaicas en la cubierta. Como información, tiene los planos del proyecto del edificio, redactado en 1973. No hay más documentación, así que lo que hago es recalcular el edificio para saber si resistiría añadir el peso de las placas fotovoltaicas.

Me encantan los planos de proyectos hechos a mano. Cuando el proyectista decidía por sí mismo, sin una norma que le obligara a disposiciones que no compartiera y mucho menos programas de ordenador que le dicten la solución.

Y así uno se encuentra esta sección de zapatas:


Vemos que la zapata tiene, como armado, una parrilla inferior de barras Ø8 cada 15 cm. Con la norma actual habría que haber puesto una parrilla Ø12/15x15, pero además exigiendo patilla en los extremos, 30 cm más por cada lado, así que la longitud de las barras sería de aproximadamente 2,50 m (la zapata mide 2x2), y las barras pesarían el triple.

Y, sin embargo, la zapata está ahí. Han pasado casi 50 años y no ha aparecido ninguna patología asociada. ¿La gran diferencia entre las normas de 2021 y las de 1973? Que las de 2021 no paran de hablar de sostenibilidad.

Pero la cosa no acaba ahí. ¿Qué hormigón se empleó en 1973? un H-175. ¿Cuál se emplearía ahora? Un HA-25, que requiere mucho más cemento que el de 1973. Cemento que requiere un porrón de energía para fabricarlo. Sostenibilidad.

Pero la cosa no acaba ahí. ¿Han visto el hormigón de limpieza? No, no lo han visto porque no aparece. No se colocaba. Años después, la norma requirió que se colocara una capa de hormigón pobre para situar bien las armaduras, 5 cm. La función de este hormigón es que los separadores de las armaduras no se  coloquen directamente sobre el terreno sino sobre una capa lisa y nivelada, lo que garantiza una colocación correcta. Eso sí, esos 5 centímetros luego se subieron a 10; se conoce que con 5 cm no bastaba aunque varias décadas habían demostrado que sí.

Pero la cosa no acaba ahí. Esa capita de hormigón pobre solía ser un H-50. Con el transcurrir de los años subió a H-80, y luego a H-100. Actualmente es H-150.  

Esto es contribución a la sostenibilidad, señoras  y señores. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Otro detalle curioso: la solera de la nave: 15 cm de hormigón con un mallacito superior Ø3/15x15. Sobre 15 cm de zahorras, ya ven. Les aseguro que esa solera no presenta más patologías de las habituales en las soleras modernas. De nuevo, sostenibilidad.

En fin, hay muchos detalles que son diferentes de la práctica habitual. Y me ha sido agradable volver a encontrármelos, cansa un poco ver proyectos en los que el calculista mata moscas a cañonazos porque se lo dice la norma o, simplemente, porque le es más cómodo hacer un trabajo basto que un cálculo afinado. Y nadie se queja.

En cualquier caso, no era la cimentación lo que me preocupaba a mí, sino la estructura. Tenía dos opciones: podía hacer la comprobación empleando los modernos métodos de cálculo, o replicar lo que hicieron en 1973 (ayudado por un ordenador, eso sí). Huelga decir qué camino elegí.


Lo primero era comprobar las correas. Si estuvieran holgadísimas, todo iba a entrar. Pero ¡oh, cielos! La sección de la correa no es moderna. Así que toca calcular sus parámetros geométricos. Chupado, hay prácticas que nunca se olvidan. Además la correa es de chapa plegada, así que hay que estar atento a la disposición de los lucernarios. Al final, la correa no entra. No entra con toda la cubierta llena de placas fotovoltaicas, pero ¿y si no estuviera toda? La ventaja de la práctica: en unos minutos identifico la disposición que es admisible.

Pero visto que las correas no están pensadas para admitir la sobrecarga de las placas, es de presumir que tampoco lo estará la estructura inferior. Y aquí aparece un problema: me juego el cuello y no lo pierdo a que calcularon las cerchas en vano único y deformable, y al ser varias cerchas seguidas no se puede hacer esa suposición. La cosa tiene su importancia, porque en el cálculo original todo el cordón inferior está traccionado, ya que despreciaban el desplazamiento horizontal de los apoyos, y cuando hay varias cerchas seguidas y soldadas unas con otras este desplazamiento no se produce; y esto lleva a que el cordón inferior tiene unos tramos comprimidos. Pero el mayor problema de las cerchas es que están proyectadas con dobles angulares. Aquí el calculista moderno comete siempre un error, considera que la barra son dos angulares, y no es así: hay dos barras, y cada una es un angular. No es lo mismo.

Ya que estaba haciendo la comprobación a la antigua, decidí hacerlo hasta el final: calcular la esbeltez de los angulares, su coeficiente omega, etc. Y así localicé todos los puntos de fallo y de manera inmediata la solución más sencilla.

En fin, una manera divertida de pasar la mañana: más aburrido será redactar el informe final y las recomendaciones. No, en serio: estuvo bien volver a calcular a la antigua. Lástima que ese conocimiento se esté perdiendo. Porque estoy seguro de que los chicos de ahora apenas saben entender las tablas de los angulares, y menos aún sacar de la tabla de la norma el valor del coeficiente omega. 

Ahora las cosas se hacen de manera diferente. Ahora las cosas las hacen los ordenadores.

 

 

Taylor Swift - Red

 

lunes, 6 de septiembre de 2021

Código Estructural, primera impresión: buenas ideas, muchos rodeos, filosofías equivocadas

He ojeado (que no hojeado, en este caso) la nueva norma, mirado aquí y allá. Y me he hecho una primera impresión:
  1. Me gusta, hay buenas ideas. Hay cosas novedosas, pero tienen sentido.

2.  Se explica mucho mejor que la norma anterior. Especialmente la parte del acero. Pero que mucho mejor. Y se agradece cuando se lee.

3.  Lo peor: las referencias constantes a otros apartados. Nada se explica en sí mismo, para todo hay que acudir a otros artículos o anejos, y allí nos encontramos que nos desvían a otros artículos o anejos, para descubrir una vez más que nos desvían a otros capítulos o anejos... Me he acordado de Asterix y Obelix en Las doce pruebas, cuando tienen que conseguir el formulario A-38. 

4.   Una queja: mi parecer es que esta norma no es el sitio adecuado para hacer un estudio de la sostenibilidad. La estructura se calcula con el objetivo de ajustarse lo más posible al diseño realizado y con la máxima de minimizar su coste, sea por la reducción de los materiales, por la simplificación de su montaje o por la vía que sea, a menudo una mezcla de todo. Y hablar de sostenibilidad... no hace sino liar las cosas. No es el lugar. Si se quiere juzgar la sostenibilidad de los edificios, hágase una norma específica. Pero no vengan a la norma que se usa para calcular una sección de hormigón o de acero. Que es como el chascarrillo de los animales en el artículo anterior: que sí, que el redactor quiere demostrar lo progre y ecologista que es, pero no hay que meter la cuchara... en un plato de un filete de ternera. Si se quiere emplear la cuchara, para eso están los platos de sopa.