lunes, 30 de diciembre de 2013

Boise, Idaho: Despedida y cierre

Boise, Idaho

Idaho es el estado de las patatas, y está, más o menos, donde Napoléon perdió el gorro. Siguiendo la interestatal I-84 700 km,llegaríamos a Portland, Oregón, por fin cerca del Pacífico. Pero ya basta.
Han sido 7.500 km, desde Albany, Nueva York, recorriendo apenas una parte de la piel de toro que también es este grande y hermoso país; espero que haya sido un viaje provechoso en el que hayamos aprendido muchas cosas interesantes, escuchado música agradable y quizás realizada alguna reflexión no prevista. Pero en los viajes, como en los proyectos de estructura metálica, hay un momento en el que hay que decir "hasta aquí", y darlo por terminado. Éste, en Boise, Idaho.

Cierro el blog. Han sido dos años divertidos, más de doscientas entradas, me ha gustado, pero también reconozco que me ha ocupado mucho más tiempo del que pensaba. He comprobado lo que imaginaba, que estas bitácoras personales hay que escribirlas en realidad para uno mismo, no buscando el éxito ni las visitas de los demás, y como resultado me han quedado dos libros (me he encargado el blog impreso en dos libros) de los que me voy a sentir orgulloso. No sientan cátedra, pero no me importa, registran simplemente lo que escribí, y dependerá de mí obtenerles provecho.

Y ya está. Me gustaría terminar recordando las etapas del viaje americano, y también mis entradas favoritas o las canciones/versiones que les he ido proponiendo, pero las primeras no las necesito y las segundas es mejor que no lo haga: no sabría cuáles elegir, elegiría demasiadas y muchas se quedarían fuera.

Y por último, una recomendación: lean el blog
  http://elingenieroaccidental.blogspot.com.es/

domingo, 22 de diciembre de 2013

Mike Masse cena pizza los lunes

(esta vez, pinche. Es imprescindible para lo que sigue)

Salt Lake City, Utah
En Cheyenne, el reencuentro con una vieja conocida, la I-80, nos lleva a Salt Lake City, Utah. La capital de Utah, el estado de los mormones. Todos, por lo tanto, tenemos suficientes ideas preconcebidas sobre lo que debe ser vivir en Salt Lake City.  Por si fuera poco, tenemos Estudio en escarlata, el primer relato de Sherlock Holmes.

Cuando llegué a la Universidad, lo primero que aprendí es que los de Industriales íbamos al London. En aquella época, el campus estaba en un barrio céntrico, y todo el perímetro estaba rodeado de autoescuelas, locales de fotocopias y bares. Y el de los industriales era el London. La idea, obviamente, se repite en todas partes, y hacia 1980, a alguien en Salt Lake City se le ocurrió abrir una pizzería a la salida del campus de allí. Conociendo Salt Lake City y su oferta de ocio, el éxito estaba asegurado.
Mike Masse no estudió en la Universidad de Utah, sino en la ultramormona Brigham Young University, pero se estableció como abogado defensor en Salt Lake City. Y un día entró en The Pie Pizzeria. The Pie, además de un público estudiantil, tiene lo que tantos y tantos locales a lo largo y ancho de los States: quien quiera puede tocar, y en varios de los artículos de este viaje les he incluído vídeos de piezas tocadas en estos sitios. Claro que lo mejor es cuando el personaje o el grupo que se lanza controla: les aseguro que he asistido a auténticos conciertos, y algunos de ellos se han convertido en discos, primero, y mitos después. El Kingston Mines, de Chicago, por ejemplo, es un templo del blues y del jazz, y citarlo da una pátina de autoridad al sabihondo que lo cita en su artículo; yo, por supuesto, entré buscando una cerveza, y eso me sirvieron. Los recitales eran por añadidura.
El primer lunes de cada mes, de 7 a 10, Mike Masse toca en The Pie, y si usted está en Salt Lake City (aunque no alcanzo a comprender porqué), usted no puede dejar de ir a The Pie a escucharle. Probablemente, Masse estará acompañado unicamente por un bajo, Jeff Hall. Lo que es llamativo, porque Masse es un abogado defensor y Hall es... fiscal. Pero lo cortés no quita lo valiente; eran compañeros en la facultad en BYU. 


Por si, llegados a este punto, se les ha acabado la pieza que les he sugerido al principio, sigan con ésta: http://www.youtube.com/watch?v=MLrC7e3vSv8. Por ejemplo.

Masse obtuvo una cierta popularidad cuando a su hijo Noah, de un año de edad, se le detectó un extraño y agresivo tumor cancerígeno en el cerebro. Mike, desesperado, hizo un vídeo con la canción de los Beatles Let it Be, y el vídeo se convirtió en un fenómeno viral, con millones de visitas. En el vídeo, Masse explica lo que pasa, y pide a quien quiera colaborar que hagan una donación al hospital que en intenta curar a Noah. Aunque uno no sepa inglés, en seguida notará que algo especial pasa: http://www.youtube.com/watch?v=-YAu-sGIpwQ.
Dejando aparte esta desgarradora historia, uno no puede menos que preguntarse el porqué de esta disposición a tocar en público y a dejar tocar. Posiblemente, algo de esa virtud tan americana de intentar hacer, aunque se falle, y ésa otra, también muy americana, de no criticar ni reírse del que lo intenta y no le sale bien, creo yo, que estará detrás de todo esto. Si fuera en España, como al primer tapón, zurrapa (que me dijeron de niño), todo el público se reiría y le diría al principiante que mejor se dedique a otra cosa. Y como el principiante español es en realidad un hidalgo encubierto, su honra no le permitiría arriesgarse a un segundo fracaso y no volvería a intentarlo. Aunque en realidad es esa misma "honra" la que le impide hacer el primer intento: ¿y si no lo bordase? No lo soportaría.
Al respecto, me gustaría evocar una escena, que en su momento me llamó mucho la atención, de El ala oeste de la Casa Blanca, la serie sobre unos asesores del presidente de los EE.UU. Resulta que, en cierta ocasión, el asesor de política nacional se pierde por ahí (algún lugar entre Indiana e Iowa), y llama a otro de los asesores, Sam Seaborn, y le pide que le sustituya. ¿Qué tengo que hacer?, le pregunta Sam a Josh. Básicamente, estar en el Despacho Oval, asistir a las reuniones que tenga el presidente y si éste le pide su opinión, dársela. Voluntarioso, Sam se dispone a hacer de Josh... y recibe continuos tirones de orejas, aquello no es tan fácil como suena. Al acabar el día, Sam cuenta que le ha ido bastante mal, que ha recibido por todos lados, pero, termina, ha conseguido meter algunos golpes buenos, y por eso está seguro de que al día siguiente lo va a hacer mejor. Ése es el espíritu. El espíritu que nosotros no tenemos, también.

Pero estábamos con Mike Masse. 


Me encanta este tío. Me encanta sus vídos desde The Pie, el olor a cerveza y salsa picante que destilan, lo americano que es. Mormón, vale, pero americano. Quizá es que, en el fondo, a mí también me encantaría tocar de vez en cuando en un bar (¿a quién no?), o simplemente que me encantaría que esta americana costumbre también estuviera aquí. Pero también me encanta el detalle, en sus conciertos, de "el sombrero" al lado, con un cartel que diga que si dejas 5 dólares (o diez, o quince, según el año), puedes llevarte un CD (vean el cartel en la foto de arriba). O que en su web puedas comprar las canciones y el pack de 80 canciones (en el formato que se prefiera) vale "lo que se quiera.


Lleva veinte años tocando en The Pie, como simple esparcimiento aficionado. Sólo por las propinas y, claro, la pizza que quiera. Y ahora  mucha gente viaja a Salt Lake City por la pizza. En primer lunes de cada mes, eso sí.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Escenas corrientes, América profunda


Cheyenne, Wyoming
Desde Denver, Colorado, hacia el norte por la interestatal I-25, llegamos tras 160 km a Cheyenne, la capital de Wyoming y la ciudad más poblada del Estado, con menos de 60.000 habitantes. Creo que se hacen una idea de cómo es Wyoming, pero para cruzar las Rocosas la recomendación es subir hasta aquí. Eso sí, antes del invierno: Cheyenne es la típica ciudad que alcanza los 40 bajo cero cada el invierno y que en febrero puede tener metro y medio de nieve. Así que mejor, con buen tiempo.

Durante 10 días en verano, aquí se celebra uno de los mayores eventos de rodeo del mundo, los Cheyenne Frontier Days. Sí, estamos en pleno "typical americanisch".



Si un extraterrestre hubiera estado vigilando a los norteamericanos y tuviera que dictaminar qué es lo auténticamente típico, yo creo que diría... los Walmart.

Wal Mart es un imperio de tiendas tipo "pequeños grandes almacenes", donde encontrará usted lo que necesite, con calidad "walmart". Según los días, es la mayor empresa del mundo. Y es que hay más de 11.000 establecimientos y más de 2,2 millones de trabajadores. Sus cifras económicas, mejor no citarlas aquí: son tan grandes que no podemos compararlas y darles sentido. Si ustd quiere conocer al americano medio, búsquele en el Wal Mart.

Pues bien, hay un tipo que se ha dedicado a eso. A recorrer los Wal Mart del país, y registrar aquello que le ha llamado la atención. Americanos normales, mezclados entre el americano medio. Y el resultado es... que uno no puede dejar de preguntarse cómo es posible que esta gente forme el país más poderoso de la Tierra.

Quédémonos con las fotos. Les daré la dirección de la página de entrada, y ustedes vayan mirándolas; pero les advierto, algunas de ellas pueden herir la sensibilidad del observador. Puede que incluso le marque para siempre y necesite narcóticos para conicliar el sueño y alejar esas visiones de su mente. Usted, sobre todo, repítase que son sólo fotografías de americanos normales yendo a comprar al walmart de su pueblo la compra normal. No es un evento social, digamos que van "cómodos".

Miren, haremos una cosa: voy a poner algunas fotografías, extraídas de la página, y luego deciden. Por cierto, fíjense en las sillas de ruedas (y la gente que las usa) que la cadena pone a disposición de los clientes, para que les sea más cómodo desplazarse por los pasillos. Esta realidad no aparece en las películas.

El americano medio, en la tienda más normal de América.


lunes, 16 de diciembre de 2013

Pero ¿quién mató a Kennedy?

En Albuquerque hay que abandonar la ruta-66 que lleva a Los Ángeles y girar hacia el norte; hay que conocer las Rocosas donde son las verdaderas Rocosas. Pero cuando se llega a Denver, vale la pena desviarse 40 km y conocer Boulder, la ciudad perfecta.
Y es que Boulder es, sobre el papel, la ciudad perfecta. La número uno en todos los rankings, la mejor valorada, la declarada ideal, la que más tiene, la más de lo más. Eso sí, no tiene negros. Si junta a diez personas, estadísticamente ninguno será negro; tendrían que ser 110 para tocar a uno. Después de recorrer el Ohio, el Misisipi, el Misuri y el Arkansas, esto es toda una novedad.
Hace 50 años, el presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas. Todos sabemos la historia. Pero... ¿quién le mató? ¿Porque le mataron? En realidad, no importa quién le mató; históricamente, es anecdótico, da para algunas películas de cine, algunas miniseries de televisión y un porrón de libros sin ánimo trascendente, y poco más. La pregunta importante es porqué le mataron.

En mi opinión, lo mataron por ser amigo de los negros. Esta teoría, sin embargo, tiene el problema de que el tiempo corre en su contra. Así como para las diversas teorías de conspiración, la mafia, los rusos, el sindicato de geógrafos, etc., cuanto más tiempo pase más crédulos habrá y más bestsellerse se escribirán, cómo era el Sur se nos antoja cada vez más increíble. Han pasado 50 años, y para entenderlo correctamente habría que estar, hace 50 años, en el Sur.

Para los paletos protestantes blancos del Sur rural, Kennedy no era uno de ellos. Era un yanqui sabihondo de Nueva Inglaterra, católico por añadidura. En los años 50 se habían aprobado leyes en favor de los negros, pero esas leyes no se estaban aplicando en el Sur, donde precisamente debían aplicarse (no sé porqué, esto me recuerda a nuestra política nacional). Kennedy apoyó las leyes de derechos civiles y combatió la segregación, y esto, allí, eran palabras mayores. Sí, realmente en el Sur muchos se habrían presentado voluntarios para matar a Kennedy de tener ocasión, por lo que no hubo que ir muy lejos.

¿Cómo explicarlo? Quizás con películas. Pruebe, por ejemplo, con Arde Mississippi. También con dos de Disney, Titanes: hicieron historia, y Camino a la gloria. Ésta última, en concreto, me parece totalmente ilustrativa. Cuenta la historia del curso del 65-66 en la Universidad de Texas Western en El Paso (Texas), cómo el entrenador del equipo de baloncesto recluta a negros, formando un equipo interracial, y la temporada se convierte para ellos en un calvario, plagado de triunfos deportivos (lo que no hacía sino prolongar el calvario). Los jugadores negros, todos del Norte, descubren que la discriminación que sufrían en sus Estados no era nada comparado con lo que impera en el Texas rural. Y lo sufren. Hay una escena en la que, volviendo de un partido en autobús, paran en un área de servicio. Uno de los jugadores entra solo al lavabo, mientras los demás piden, y unos blancos aprovechan para partirle la cara. A partir de ahí, no pueden parar salvo que sepan que serán bien recibidos. La película es muy entretenida, pero escalofriante en su descripción del racismo.

Por cierto que la UTEP, aquel año ganó su único campeonato, y fue el primer equipo que lo ganó con cinco negros de titulares (para más inri, la final fue contra Kentucky, que no admitía negros y estaba liderado por Pat Riley y Louie Rampier, menos conocido que Riley porque luego jugó en la ABA en vez de en la NBA).

Después de ver Camino a la gloria, le sugiero que lea testimonios, para que aprecie la verdad de la película. Por ejemplo, en  invitationacrossthenation.com, si controla en la lengua de Shakespeare, hay relatos de los grupos y artistas del sello Tamla Motown, cuando empezaban e hicieron una gira por el Sur (parecida a la que nos contará Tom Hanks en The Wonders), y se encuentran con la segregación: bajo el lema "iguales, pero separados", todo estaba separado (lo de iguales se lo dejo a la imaginación). Incluso las fuentes para beber estaban separadas para blancos y negros.

Seguramente no se habrá dado cuenta, pero si me ha ido leyendo habrá notado que algunas de las canciones con las que acompañaba los artículos eran de esta época. Sí, las elegí por su contenido altamente reivindicativo.

En este panorama, nos encontramos con que las leyes de segregación habían sido declaradas ilegales por el Tribunal Supremo, pero algunos Estados se niengan a acatar las sentencias, y tenemos un presidente cuya campaña tuvo uno de sus ejes en la lucha contra la segregación y por los derechos civiles, y que va exigiendo el acatamiento de las sentencias. Y un día, viaja a Dallas y se pasea en un coche descubierto por una amplia avenida.


Resulta irónico, si se miran las cosas con perspectiva, comprobar cómo el esclavismo tuvo en sí mismo el germen de su fin. He contado muchas veces que Virginia y otros estados sureños eran los fuertes y poderosos, en el momento de la independencia, y realmente lo eran. Sin embargo, 85 años después - al estallar la guerra- la pujanza del Norte es absoluta. Con los años, es el Norte el que ha crecido, el que se ha hecho rico y el que se ha industrializado. ¿Porqué? Fácil. Sin ir mas lejos, la inmigración. Las paletadas de emigrantes que llegaron de Europa, dispuestos a trabajar duro, a estrujarse la mollera y a hacer lo que sea para salir adelante, ¿a qué parte iban? En el Norte había industria, necesidad de mano de obra, oportunidades. En el Sur, sólo plantaciones. Que, además, no necesitan mano de obra, porque ya la tienen gratis. También es en el Norte donde una persona ingeniosa puede cultivar su talento, mientras que en las plantaciones de Alabama el hombre capaz sólo tiene que dejar las cosas seguir su curso. ¿A alguien le extraña que las famosísimas universidades de la Liga de la Hiedra, Harvard, Yale, Princeton y las demás, estén todas en el Norte? Hasta cuando quisieron construir puentes para cruzar el Arkansas, tuvieron que traerlos desmontados desde Pensilvania, como ya les conté. El modo de sociedad del Sur, centrado únicamente en una economía de agricultura intensiva, con latifundios, era inviable, no hay que darle más vueltas. Pero los sureños eran incapaces de verlo.

La pregunta que nos tenemos que hacer, entonces, es si nosotros seríamos capaces de verlo, de ser nuestro caso.

martes, 10 de diciembre de 2013

Una mirada al bilingüismo en los EE.UU.


Albuquerque, Nuevo Méjico

Yendo hacia el oeste desde el Mississippi, finalmente en algún punto se tenían que acabar las llanuras. Y esto ocurre en Albuquerque (no confundir con Alburquerque, Badajoz; aunque se llama así por la ciudad pacense, se conoce que la 'r' después de la 'u' se perdió por el camino). Hemos llegado a las Montañas Sandía. Los españoles, que poniendo nombres eran unos hachas.

Nuevo Méjico es un estado muy peculiar, dentro de los EE.UU. Para empezar, en un país con tantos cursos de agua, Nuevo Méjico es tan, tan seco, que el 75% de las carreteras no están asfaltadas: no es necesario. Prácticamente no tiene masas de agua (aunque el Río Grande atraviesa Alburquerque) y apenas llueve.

Otro dato curioso es que casi toda la industria nuclear (y el uranio) del país está aquí. La bomba atómica se diseñó en Los Álamos, cerca de Albuquerque, y se explotó en Alamogordo, al sur. También es tierra de experimentos para cohetes, y por ejemplo aquí están las rocas que se trajeron de la Luna. Pues bien, una consecuencia de esto es que después de la Segunda Guerra Mundial empezaron a llegar ingenieros y científicos experimentales, de manera que Nuevo Méjico tiene la mayor concentración de Doctores Universitarios de todo el país. Aunque tampoco es que sea mucha gente, aquí hay más cabezas de ganado que personas. Y, sí, esta ciudad es el paraíso de los globos aerostáticos:

http://www.panoramas.com/images/T/ALBB.jpg
Y también aquí el español es más o menos idioma oficial; la Constitución del Estado (de 1912) no establecía un idioma oficial, pero sí que las leyes se publicarían en inglés y en español. En aquella época (esto es común con Arizona, de hecho ambos son los últimos territorios que se convirtieron en estados en la masa contigua, en 1912, y durante años se debatió si serían un estado conjunto o dos), la mayoría de la población hablaba español, que el flujo de angloparlantes era de paso, camino de California. De hecho, la Constitución establecía que el derecho a votar, a desempeñar cargos y a ser parte de jurados no se limitaría por razones de raza, religión, lengua, color o inhabilidad para leer, escribir o hablar en inglés o en español, y que este derecho no se podría derogar salvo que lo votaran el 75% de los electores en todo el estado con una mayoría de al menos dos tercios en todos los condados.

También establecía (la Constitución) que el Estado proveería de profesores que pudieran enseñar en ambos idiomas en las escuelas normales, y que enseñarían el inglés a los alumnos castellanohablantes, y el derecho de los castellanohablantes a ser admitidos en las escuelas públicas, nunca en escuelas separadas, sino que tendrían perfecta igualdad con todos los demás niños, y que se castigaría a los que violasen ese derecho. Este artículo (el 10º), por supuesto, no podría derogarse salvo que lo votaran el 75% con dos tercios en cada condado.

Sin embargo, al Senado de Washington les pareció excesivamente difícil los requisitos de anulación de estos artículos, pero entendieron que los castellanohablantes podían optar a los puestos oficiales. Y las leyes se publicarían en los dos idiomas durante 20 años, algo que luego se fue renovando hasta 1953. A partir de ahí, muchas cosas se publicaban en inglés y "se podían publicar en español", y algunas otras directamente se exigían en español.

Así, en el desarrollo legislativo, en 1925 se dictaminó que cuando un instituto tuviera al menos 50 alumnos, podrían tener un profesor adicional bilingüe que enseñaría en español. Esto rigió hasta 1962. Con las escuelas de primaria se hicieron leyes similares, hasta que en 1969 se legisló que cualquier distrito escolar podría establecer el bilingüismo tanto como quisiera.

Luego, la vida, las malas compañías, que se exigiera a los funcionarios hablar inglés, en fin…, el inglés todo lo puede. Pero todavía la tercera parte lo tiene como idioma materno. Y no se confundan (o sí), hay pueblos en los que todavía se habla el español de Nuevo Méjico.
Parece ser que es el español que hablaban Coronado y sus compinches, el español del siglo XVI, que ha perdurado. Dicen que es un español que no se habla en ningún otro lugar del mundo.
 
Y, desde luego, en este estado lo tienen como una riqueza propia e intentan que todos aprendan los dos idiomas.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Una historia de Texas



Desde Oklahoma City hacia el oeste por la I-40 (o la antigua Ruta 66, si lo prefirieran), se llega a Amarillo, Texas. Si estuviera el doctor Sheldon Cooper a nuestro lado, nos diría que la mascota del estado es el armadillo, animal curioso cuyo óvulo fecundado permanece 4 meses latente, tras los cuales siempre se divide en cuatro, naciendo cuatro machos o cuatro hembras. O quizás nos diría que la primera palabra que se dijo desde la Luna nos remite a Texas: fue "Houston". O, conociéndole, tal vez nos dijera que el nombre de Texas no proviene del español "tejas" sino de la palabra india (Hasini) "tejas", que significaba "amigos". Cooper es un pedante insoportable.
Aunque hay que reconocer que se lo habríamos puesto a huevo, como vulgarmente se dice. Y es que Texas es una fuente inagotable de datos curiosos. Amarillo, por ejemplo, tiene el mayor pozo de helio del mundo. ¿A que no lo sabía? Pues dése prisa, porque se calcula que ese pozo se agotará en ocho años. A propósito de lo cual, algunos expertos opinan que el precio del helio se debe multiplicar por 20 para que no compense desperdiciarlo como ser desperdicia hoy en día. El helio se agota a marchas forzadas y su precio se va a disparar hasta que sea un lujo su empleo; ¿por qué cree que el petróleo va a seguir un camino distinto?

Pero en realidad mi interés por hablarles de Texas no es por preguntas del Trivial. Verán, la historia de Texas no es exactamente como nos la han contado. Eso de John Wayne, David Crockett, El Álamo, todo eso... bueno, hay algunos detallitos extra que se suelen omitir y que quizás cambien las cosas. Los tejanos, luchando gallardamente contra los trasnochados mejicanos... en fin.

El primer dato es que Texas pertenecía a Méjico. El sur, al oeste del Mississippi, no era territorio "de las trece colonias". Era territorio español primero, y mejicano tras la independencia de Méjico después. Que era un territorio poco poblado, vale, pero era mejicano. O español. Y de los indios, claro, ni los españoles ni los mejicanos quisieron nunca expulsar a los indios. Y ahí, en la imcomparecencia y la debilidad de la potestad española y/o mejicana, los americanos se movieron como pez en el agua.

En 1821 la independencia de Méjico no era total. Un tal Moses Austin, buscando rehacer su fortuna, consiguió una autorización del gobernador español para emigrar a lo que es el este de Texas con 300 familias (con la condición de que fueran católicos, lo que dijeron serlo... siendo, por supuesto, más protestantes que Lutero). Para cuando lograron llegar, Austin había muerto, pero el proyecto lo continuó su hijo, y Méjico había conseguido ya la independencia y poco les importaba, en esos mismos meses, lo que estuviera pasando en su lejano norte: tenían otros problemas de los que preocuparse. Y los inmigrantes de Austin se establecieron.

Abreviemos: en 1834 había veinte mil estadounidenses y cinco mil mejicanos. Más los esclavos de los estadounidenses, claro. La esclavitud estaba prohibida en Méjico, y ahí había un problema. Los inmigrantes alegaban el respeto a sus costumbres y todo eso, y pedían ayuda a sus parientes del este del Mississippi. Y seguían llegando. Finalmente, con el apoyo de la Unión, los inmigrantes se declararon independientes. En Méjico las aguas iban revueltas, y se había hecho con el poder el famoso general Santa Ana. Sí, la batalla del Álamo fue real. Sí, los mejicanos aplastaron a los tejanos. Pero Santa Ana tenía más problemas en el verdadero Méjico, y los tejanos tenían el apoyo de sus primos... Al final, Texas se declaró independiente. Fue en 1836, quince años después de la primera inmigración.

¿Y luego? Bueno, los tejanos habían nacido estadounidenses, y no querían realmente ser un país independiente. Querían seguir siendo estadounidenses. Todo era cuestión de llegar a un arreglo - quizá es buen momento para señalar que Texas es el único estado, aparte de las 14 primeras colonias, que se unió "libremente", sin ser un territorio sobre el que la Unión había proclamado tener la soberanía-, y se llegó. Hubo algunos problemillas, porque Texas era un estado hermano de los estados esclavistas del Sur, y el Norte no tenía ninguna simpatía por los tejanos ni quería que Texas también se uniera, pero ya saben ustedes cómo acabó la cosa.

También la alta política influyó lo suyo: los tejanos querían ser parte de la Unión, entre otras cosas porque no querían vérselas a solas con los mejicanos, que no reconocían del todo su derrota; Gran Bretaña reconoció la independencia de Texas, porque albergaba la idea de tener un país amigo en esa parte del mundo (recordemos que Gran Bretaña y los EE.UU. en esa época se llevaban a matar), y a los EE.UU. no les hacía ninguna gracia que hubiera un país amigo de Gran Bretaña en su frontera sudoeste; casi mejor tener un estado esclavista más. Y el Norte, que se las estaba teniendo tiesas con los ingleses en su cercano Canadá, terminó tragando.

No sé ustedes, a mí esta historia me recuerda en algo a la Marcha Verde. Y la pregunta que me hago es si es correcto que la inmigración cambie al país de acogida. ¿Las 300 primeras familias emigraban o invadían? Si miles y miles de emigrantes llegan a un territorio, se niegan a mezclarse y exigen respeto a las costumbres que traen de su país de origen, y con un ritmo procreador mucho más elevado sustituyen a la población original como mayoritaria, ¿qué hacemos? ¿Es correcto? ¿Cuáles fueron los fallos de la población de origen? ¿No tener un ritmo reproductor tan alto? ¿O también no exigirles la asimilación y la renuncia a sus costumbres? ¿O incluso acogerles? Si los mejicanos hubieran recibido a tiros a los primeros inmigrantes y les hubieran hecho saber que no serían bien recibidos, Texas seguiría siendo parte de Méjico, ¿no? Por cierto que los mismos Estados Unidos se forjaron así: los inmigrantes - y sus descendientes- aniquilaron a los pobladores iniciales y también expulsaron a las potencias europeas que para ellos representaban los poseedores legales de esas tierras. En ciertas cosas son los titulares de la ley del embudo, está claro.

En Oklahoma City les recomendaba conocer la Historia y aprender de ella las experiencias que nos ofrece. En el caso de Texas, diría que con mayor interés aún.




sábado, 7 de diciembre de 2013

80 años sin la prohibición


Oklahoma City, Oklahoma

Oklahoma no llegó a ser un estado hasta el 16 de noviembre de 1907, ya en el siglo XX. Curioso, ¿no? La razón es que Oklahoma era, básicamente, territorio indio. Los iban echando de otros territorios y los iban concentrando en Oklahoma y el suroeste. Lo que nos llevaría a las interesantísimas historias de cómo los blancos consiguieron mutar el estatuto de tierras indias a un estado como los demás, pero, sinceramente, no tengo tiempo: cerraré el blog el 31 y quiero terminar el relato del viaje americano, y tengo tantas cosas que contar haciendo cola... Como, por ejemplo, el brutal alegato antisegregacionista de la canción que les he invitado a oir.

Ayer, 5 de diciembre, fue el 80º aniversario del fin de la Prohibición. ¿Hace falta especificar qué se prohibía? Por si acaso: en enero de 1919 se prohibió el consumo de alcohol en los EE.UU., la famosísima Ley Seca, y estuvo vigente durante 14 años (hubo un año de moratoria para su entrada en vigor), hasta el 15 de diciembre de 1933, pero la supresión de la Prohibición se aprobó diez días antes, el 5. 

El caso es que formalmente se considera el 5 de diciembre de 1933 como la fecha oficial. ¿Cómo es que este aniversario ha pasado sin pena ni gloria? ¿Cómo es que nadie, ningún político, ningún periodista, ningún líder social, ha considerado conveniente sacar el tema? No me parece bien; la Historia no está ahí sólo para entretenernos (no me negarán que entretiene, ¿eh?), sino que también debemos aprender de ella. Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo, dice nuestra sabiduría popular, diciéndonos que es la experiencia lo que realmente enseña. Pues si la Historia no es sino la experiencia en los otros, ¿porqué no aprendemos de ella? Supongo que porque exige un esfuerzo, nos obligaría a pensar, pero sinceramente creo que también es nuestra obligación. Aunque, tratándose de políticos, en esto quizá lo primero que haya que pedirles es que conozcan la Historia.

Y la Ley Seca, ¿qué nos enseña? Formalmente no fue una ley, fue una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos: la 18ª, que prohibía la fabricación, el transporte y la venta de bebidas alcohólicas. No el consumo ni la tenencia privada, por cierto. ¿Les suena? Tampoco la derogó una ley, sino una enmienda, la 21ª, que simplemente la anulaba. Y, sí, se pueden contar muchas anécdotas: la singularidad del proceso (de la 18ª y de la 21ª), las ratificaciones, los estados que rechazaron la 21ª enmienda y los que rechazaron la 18ª, muchos e interesantes detalles (no se derogó para todas las bebidas a la vez), pero hoy no toca. Ni siquiera que el último estado en aprobar la enmienda fuen Mississippi, en ¡1966! Por cierto que este retraso no es extraño en Mississippi, si tenemos en cuenta que aprobaron la enmienda que prohibía la esclavitud en 1995. Sí, 1995. Es Mississippi.

También podríamos reflexionar sobre el proceso de reforma de la Constitución de una unión moderna de estados y territorios, y hablar de política, o de las ventajas de configurar las constituciones de una manera o de otra, pero tampoco es el momento.

Aunque no me resisto a hacer constar que la Constitución de los EE.UU. consta, simplemente, de un Preámbulo y SIETE artículos. Plus 37 enmiendas, las 10 primeras las que les conté hace tiempo y que se conocen como la Carta de Derechos. Con una Constitución tan corta, se han apañado más de dos siglos. Creo que si algún día tengo tiempo les daré mi opinión al respecto.

No, hoy sobre lo que querría reflexionar es sobre la prohibición en sí.

En síntesis, todos estamos de acuerdo en el alcohol es mala cosa. Policías, médicos, jueces y abogados, trabajadores sociales, agentes de tráfico, víctimas de accidentes, mujeres maltratadas,... muchísimas personas podrían contarnos historias escalofriantes en las que el consumo de alcohol tiene gran influencia en lo que ocurrió. Lo mismo ocurría en los USA a principios del siglo XX, y los legisladores de allí encontraron lógico que, si tan pernicioso era, había que prohibirlo.

El problema estriba en que, consumido con moderación y consciencia - por ejemplo, como lo hago yo-, el alcohol no es ningún problema. Pero claro, no se puede establecer cuándo deja de ser moderado su consumo, con lo que no se puede prohibir un consumo excesivo. O todo o nada. Y los americanos optaron por el todo.

Esta pauta de actuación es más normal de lo que pensamos. Durante muchos años, en nuestro país estuvo prohibida la pornografía, por el bien moral de las personas. La fabricación, importación, transporte y venta de drogas también está prohibida. El tabaco. Incluso el alcohol tiene unas curiosas limitaciones: no se puede ver en un anuncio a los actores bebiendo, por ejemplo. Las bebidas destiladas no pueden publicitarse en eventos deportivos, diría, y así muchos otros ejemplos. La lidia y el boxeo no están prohibidos, pero no pueden asistir niños y creo que hay limitaciones a su retransmisión. La fecha de caducidad en los alimentos, o los edificios sin aislamiento térmico y acústico a gusto del legislador, pueden ser también ejemplos de prohibiciones que se nos imponen "por nuestro bien".

Hay muchas cosas que prohibimos  porque creemos que son perjudiciales para la salud de las personas (o de quienes las rodean). También los americanos lo hicieron. El resultado fue que no se redujo la práctica, y en cambio floreció un circuito ilegal, el crimen organizado y unos productos de tan mala calidad que esos sí eran dañinos para la salud. Cuando los legisladores vieron qué estaba pasando, decidieron que tenían que ser más estrictos y gastar más y más dinero en hacer cumplir la prohibición; cuando estalló la crisis del 29, el gasto implicado era tal que era moralmente inaceptable. Finalmente, un político se convirtió en el paladín de los antiprohibicionistas, y arrasó en las elecciones del 32. Sí, Franklin Delano Roosevelt.

De hecho, la idea de la Prohibición no era nueva en los USA. En 1851 se prohibió el alcohol en Maine (duró 5 años) y en 1853 en Vermont (cincuenta). También en otros estados se había intentado antes de 1920, y con el mismo éxito.

Ahí se lo dejo. Reflexione qué habría hecho usted. Toda prohibición tiene argumentos a favor y en contra, plantéeselos. Sea serio y riguroso, y luego sea consecuente.

Y, ya puestos, piense también en prohibiciones en las que se está pensando para un futuro: sin ir más lejos, los coches de más de diez años, que parece ser que son nocivos para la salud.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Las orillas del Arkansas

 

 

Tulsa, Oklahoma

Desde Kansas City, Kansas, hacia el sur por la US-69 S, se llega a la esquina inferior del estado, donde nos incorporamos a la I-44 W hasta Tulsa, Oklahoma. La I-44 W no lo parece, pero... es la ruta 66. La famosa ruta 66, de Chicago a Los Ángeles, que ya no existe como tal, pero sí para los turistas. De hecho, la misma US-69 es una de las que sustituyeron a la US-66.
Cuando se viaja en coche, cuando el objetivo es el viaje en sí mismo y no el destino final, uno aprende a diferenciar los viajes de los desplazamientos. Y los viajes que mejor recuerdo dejan son, normalmente, aquellos en los que cambias de destino. Por ejemplo, de Kansas City, Kansas, a Oklahoma City se puede ir por Wichita, por la autopista interestatal I-35, pero ¡qué caramba!, quería aprovechar la oportunidad de ir a Tulsa. De hecho, dudaba entre ir, desde Tulsa, hacia el oeste, a Oklahoma City, o al sureste, a Litte Rock, Arkansas. Hacia los desiertos y los vaqueros o hacia los pantanos y el algodón. Finalmente, decidí ir a Oklahoma, pero quiero aprovechar que Tulsa está a orillas del río Arkansas (y que me pirran los puentes) para contarles un par de historias de los puentes del Arkansas.

El río Arkansas, por supuesto, es el clásico río de las praderas: ancho. El 2 de febrero de 2011 ofrecía este aspecto, precisamente en Tulsa:


A medio camino entre su nacimiento, en las Montañas Rocosas, y su desembocadura en el Mississippi. Creo que se hacen una idea de cómo es el Arkansas.

Por cierto, que con este río ocurre algo que quizá les suena: Kansas opina que Colorado se queda con demasiada agua, y los pleitos entre ambos estados son constantes.

A las afueras de Tulsa, el Arkansas recibe las aguas del río Cimarrón (el nombre se lo pusieron los españoles, obvio). La primera de las historias ocurrirá en este afluyente (aunque ocurra cerca de Oklahoma City, permítanme que se la cuente hoy). El 18 de septiembre de 1906, en Dover, se derrumbó un puente mientras pasaba un tren de pasajeros; se ve que la presión de la corriente y el tren fue demasiado. ¿Un fallo de la ingeniería? Bueno, depende. El puente era una construcción temporal, pero se había construido ¡en 1889! ¿17 años de contrucción temporal? Ya les valía. En fin, algunas fuentes hablaron de más de 100 muertos, y figura entre los peores accidentes ferroviarios del país; pero otras fuentes dicen que en realidad sólo hubo 4 muertos. Yo no estuve, y no sé qué pensar. Salvo, claro, que no hay que culpar al ingeniero.

Pero estábamos con el Arkansas, un poco aguas abajo de Tulsa. El 26 de mayo de 2002, el puente de la autopista I-40. Es un poco difícil de explicar, porque aquí no estamos acostumbrados a puentes así. El caso es que ese día, el veterano capitán de un remolcador sufrió un desmayo, perdió el control y chocó contra una de las pilas del puente; resulta que el barquito iba contracorriente, y las protecciones de las pilas estaban (¡qué cosas!) en el lado donde pega el río.

Ahora bien, el puente no era el que había aguas abajo: 

(foto extraída con permiso del blog http://smithsonsofok.blogspot.com.es/2010/12/old-photos-part-3.html, que cuenta la historia de los Smithsons de Oklahoma)

No, el puente de la I-40 era otra cosa. Un puente de verdad; vean, por favor, las fotos en la página http://bonovita.bravepages.com/News_Tidbits0718%20%20I40%20bridge%20photos.html. De hecho, quizá les dé una idea de la importancia que tenía el puente es que se reconstruyó en sólo dos meses. Y se habían previsto seis, aunque, por favor, juzguen ustedes viendo las fotos cuánto se habrtía tardado en nuestro país.

Este accidente ocurrió en la era de Internet, por lo que hay muchísima información disponible, que les animo a consultar. Por ejemplo, aquí tienen un vídeo del cruce del Arkansas por este puente. 

Claro que si contamos que el remolcador estaba empujando dos barcazas que cargaban 1.500 toneladas... En fin, cosas de los grandes ríos.

La tercera historia que quería contarles incluye a seis puentes como protagonistas, más o menos; es, en realidad, una historia de la Conquista del Oeste. En una historia de 1850, setenta años antes de la ruta 66. Si me han leído las entradas anteriores de Ohio, habrán notado que por aquella época el interés por cruzar el Ohio se basaba en el interés por avanzar hacia el Oeste desde el Norte. Pues bien, ese interés también existía en el Sur. El Sur, que en su manera civilizada y loqueelvientosellevóana terminaba en Arkansas, ustedes me entienden. Y la población en el límite oeste de Arkansas era Fort Smith, a la altura del paralelo 35. Casualidad o no, Los Ángeles se encuentra en el paralelo 34, y a los sureños se les ocurrió establecer una vía de comunicación desde Fort Smith a lo largo del paralelo 35. Para lo cual, entre otras cosas, tendrían que cruzar el caudaloso Arkansas y ríos similares en varios puntos (tiene muchos meandros).

Hay que decir que los sureños no eran tontos: querían que el flujo al Oeste pasara por sus tierras, y estaban convencidos de que la ruta que iban a abrir iba a ser la favorita de los inmigrantes.

Fort Smith, no hace falta decirlo, era originalmente un fuerte y luego una importante base militar contra los indios y los mejicanos; cuando el ejército abandonó el fuerte, llegaron los civiles y mantuvieron el nombre. En cualquier caso, es una de esas poblaciones ribereñas que pertenecen a dos estados. Es igual, la cosa es que Oklahoma, en aquella época, era territorio indio, y el hombre adecuado para liderar la expedición que abriría el camino era el teniente Beale.

Beale no es muy popular en España hoy en día, por eso lo cito. Edward Fitzgerald Beale es uno de los personajes especiales que pulularon por Norteamérica en el siglo XIX, uno de esos tipos irrepetibles. El dato de que se encomendara la tarea de abrir el nuevo camino a Beale nos da una idea de la dificultad de la empresa.

Por cierto, ¿saben qué empleó Beale com animales de carga? No lo adivinarán... camellos. El Cuerpo de Camellos. Para atravesar esos desiertos eran animales excelentes, pero tenían el inconveniente de que asustaban a los caballos y las mulas, y a la larga el Ejército desechó su empleo. Pero Beale no.

A lo que vamos. Lo primero que uno se encuentra al salir de Fort Smith es el río Poteau. Fort Smtih está en un meandro cerradísimo del río Arkansas, pero tiene la mala suerte (o no) que por dentro del meandro llega el río Poteau (eso sí, un río ya más manejable); para ver lo que quiero decir, pinchen aquí

Pues bien, lo primero que uno tiene que hacer para ir de Fort Smith a California es cruzar el río Poteau, luego el río Arkansas, luego... imagínenselo. Pero ahora, imaginen algo más. Se meten ustedes en territorio indio. Va usted a construir un puente, cruzarlo y seguir, y dejar atrás a los indios y a su puente. No hay problema, siempre que los indios no se enfaden, decidan destruir el puente... y el puente sea de madera. Como usted sólo puede jugar con una variable, lo tiene claro: nada de puentes de madera. De nuevo, ningún problema, salvo que estamos en el Salvaje Oeste en 1859, todavía en la era pre-Bessemer. Los puentes han de ser de hierro. Fácil de decir, no fácil de hacer, porque no se fabrican puentes de hierro en el Fuerte Smith. Ergo, hay que hacer puentes de hierro en, pongamos, Pensilvania, y traerlos desde allí hasta el Poteau, luego hasta el Arkansas, etc. Y si ya de por sí es difícil un puente sobre el río Arkansas, pues imagine la papeleta.

1859. ¿Cómo llevaron los puentes? Bueno, para empezar se fundió en piezas "pequeñas" para que se pudieran transportar en carromatos. Y al llegar al Arkansas, el transporte fluvial también servía. Y, a todo esto, ¿los indios? Pues no entendían nada, los pobres. Cuenta la prensa de la época -era un proyecto nacional- que llegaban hasta las cajas, se sentaban encima y se fumaban sus pipas meditando sobre los absurdos del hombre blanco. En fin. Por los relatos, parece ser que el puente sobre el Poteau, el primero, no era de los colgantes sino de dos vanos (el río tiene unos 80 m de anchura ahí). Pero en 1861 estalla la guerra civul, y... no hay fotos. No se sabe qué pasó, pero nos lo imaginamos. Y destino y conocimiento parecido corrieron todos los demás; en 1896 un informe oficial lamentaba su pérdida y la explicaba con la falta de mantenimiento. Lástima.

Ahora piense en nosotros. Imagine que en España, en 1859, fabricásemos puentes de hierro a más de 2.000 km de su destino y los transportásemos a traves de desiertos, por tierras hostiles,... No sé, 11 años antes nuestro mayor logro fue construir 30 km de ferrocarril entre Barcelona y Mataró... Ya digo, si lo de los norteamericanos es admirable ya de por sí, la comparación con España...

¿Porqué caen tan mal en nuestro país? ¿Envidia, quizás?

Creo que a todos nos convendría pasar una tarde a orillas del Arkansas.