Mostrando entradas con la etiqueta España. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta España. Mostrar todas las entradas

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Diferencias cien años después

https://www.youtube.com/watch?v=eGbHnJCDMyE 

 

 

La primera república cayó en enero de 1874 de hecho, formalmente a finales de diciembre del 74; uno de los golpistas de enero, el general Serrano, gobierna en modo dictador hasta que hay un nuevo levantamiento el 29 de diciembre. Alfonso XII vuelve y empieza su reinado en mayo. En 1876 se promulga una nueva constitución que estará en vigor muchos años. Este periodo del siglo XIX se conoce como La Restauración.

Los líderes políticos del momento son Antonio Cánovas del Castillo, de derechas, y Mateo Sagasta, de izquierdas. El partido del primero se llamaba Unión Liberal, y el del segundo tuvo varios nombres. El sistema político que establecieron era bipartidista y basado en "el turno": los dos partidos se turnaban en el poder. Eso del turno funcionaba, más o menos, así:

- Gobierna el partido A.

- Hay una crisis que el partido A no gestiona bien. Descontento popular.

- El partido A dimite del gobierno y cede los trastos al partido B.

Si la crisis es muy fuerte, se convocaban elecciones. El partido A no presentaba candidatos en ciertas circunscripciones, las elecciones las ganaba el partido B y se aplicaba el turno. Generalmente, gobernaba Cánovas. 

En 1897 Cánovas es asesinado por un anarquista; Sagasta muere en 1903. Desaparecidos los dos grandes políticos, el gran sucesor de Cánovas en la Unión Liberal será Antonio Maura, y en la izquierda varios nombres: sobre todos, Moret (muere en 1912) y Canalejas (asesinado en 1912 por otro anarquista). Otro político importante de derechas fue Eduardo Dato, asesinado en marzo de 1921. Huelga decir que por anarquistas, se ve que esa gente tiene mal perder.

En julio de 1921 sucede el Desastre de Annual. Moret muerto, Dato muerto, Canalejas muerto,... sólo queda Maura, pero éste es ya mayor, está de vuelta de todo y totalmente desengañado de la política: de hecho, está peleado con la Unión Liberal y ha fundado su propio partido. Veinte años antes se habría superado; en ese momento, España carecía de las herramientas necesarias para hacerlo.

Hay que pensar en el Desastre de Annual como una DANA: se veía venir, tenía que ocurrir, pero nadie hacía nada. Y cuando ocurre la catástrofe, la clase política saca a relucir sus cualidades ocultas y gestiona el asunto con una incompetencia indescriptible.

Para entender Annual, hay que entender el Protectorado. Como todo el mundo sabe, las potencias europeas se repartieron África y los países potentes establecieron las colonias. Pero no todo el continente quedó en régimen de colonia: existían "territorios" que podían llamarse países, ya establecidos, solo que esos países eran, a los ojos de los europeos, estados fallidos. Por ejemplo, Marruecos: con un rey (sultán), pero con un derecho de propiedad sujeto al capricho de los gobernantes, con libertades y garantías individuales siendo conceptos desconocidos, con un corpus jurídico lamentable y sobre todo con un poder del soberano en el territorio apenas formal, ya que cada tribu hacía lo que le daba la gana y la palabra del sultán, fuera de su capital, no valía nada. Pues bien, Europa, en su tremenda sabiduría y bondad, decidió que lo que había que hacer era "acompañar" a esos países en su tránsito a un nivel decente. Ese "acompañamiento" era el régimen de protectorado, porque el país europeo "protegía" al país en la transición. No hacía falta explicitar, claro está, que los costes de esta protección iban a cuenta del país protegido, siendo el país protector el que tenía que conseguir el "pago" como estimase (por ejemplo, explotando los recursos mineros que tuviera el país protegido). En el caso de Marruecos, Francia se otorgó la parte del león y dejó a España la costa desde Larache hasta las Chafarinas.

El protectorado empezó en 1912, y digamos que no salió bien. Seguramente hubo muchos que se lucraron, pero para España como país fue un pozo sin fondo económico y un coste de vidas humanas (militares y soldados haciendo la mili) tremendo, inasumible. Hasta el punto de que España se dividió en dos bandos: los que propugnaban que había que seguir en Marruecos (¡no vamos a reconocer que no hemos sabido!), pero haciendo las cosas bien, y los que propugnaban que mejor dejarlo correr y que se apañen los marroquíes con su cuscús. ¿Y los militares? Pues más o menos lo mismo, pero aquí la cosa tiene mucha más importancia. Los militares profesionales se dividieron en dos bandos: africanistas y junteros. Los africanistas , además de estar a favor de cumplir la misión encomendada a España, opinaban que los méritos de guerra debían contar para la carrera militar (Franco, un militar excepcional en el combate, alcanzó así el generalato, siendo el general más joven de Europa desde Napoleón). Los junteros opinaban todo lo contrario: que lo que debía contar para los ascensos era la antigüedad en el escalafón, no los méritos en combate. Los junteros, no hay que decirlo, eran militares que se negaban a ir a África, estaban muy bien en sus cuarteles en Barcelona, Madrid o Bilbao. Eran, sobre todo, oficiales y jefes, no generales. Y tenían mucha fuerza, porque eran los oficiales y jefes de los cuarteles de Madrid, Barcelona, Bilbao,... Eran una especie de sindicato que tenía la fuerza necesaria para imponer sus deseos, por lo que sus amenazas tenían un peso enorme y era un grupo al que la clase política debía tener contenta si querían sobrevivir (físicamente, incluso). Pero si el Gobierno cedía ante los junteros y no premiaba los méritos de guerra, hasta ellos entendían que no habría militares que estuvieran dispuestos a ir a Marruecos.

El protectorado de Marruecos se basó en que los políticos daban órdenes "sociales" a los militares, y éstos las cumplían. La tesis es que había que ir pacificando las tribus, con dinero (español) y prebendas varias a cambio de un compromiso de reconocer al sultán, y poco a poco el trato iría civilizando a esas tribus. Los militares fueron, así, ampliando el territorio en el que podían moverse. Esos territorios eran dos, uno al oeste, con base en Ceuta, y otro al este con base en Melilla; el objetivo era unirlos. Para ello era clave la zona de Alhucemas, donde mandaba Abd-el-Krim. El plan español era controlar las tribus que rodeaban esa zona, pero en julio de 1921 la línea de control estaba demasiado estirada y una emboscada la cortó. No sería un drama en sí, pero resulta que la vanguardia de dicha línea quedó aislada y fue masacrada o hecha prisionera (por cierto, que los prisioneros fueron tratados como si los captores fueran rusos). Más aún, España gestionó tan mal la derrota que las tribus "ganadas" se "perdieron" y cayó todo el territorio protegido desde Melilla. La misma ciudad fue asediada. Ahí el Ejército dijo basta al control político que sufría, y consiguió salvar la ciudad (gran mérito de otro militar célebre: Sanjurjo). Es decir, no es sólo que se hubieran dilapidado millones en Marruecos y que hubieran muerto miles de mozos, es que estuvo a punto de perderse Melilla. Y añadamos a esto que el Ejército consumía gran parte del presupuesto nacional (dicho de otra forma: gran parte de los impuestos era para pagar a los militares, a los que querían estar tocándose el laurel en los cuarteles de la península y a los que se estaban partiendo el careto en África pocos ciudadanos sabían porqué). 

Parecida división había también en el Gobierno, entre pro-africanos y aislacionistas, con el agravante de que eran conscientes de la parte económica y del peso de los emprésitos que España había ido pidiendo para pagar al Ejército. No entraré en que hubiera políticos que, por lo particular, se estuvieran lucrando por comisiones o participaciones de los diversos negocios que ciertas empresas estaban haciendo en Marruecos, dejémoslo en que los había.

Pues bien, en 1921 la clase gobernante no tenía ya la talla de sus antecesores. Se llegó incluso a llamar al viejo Maura, que aguantó siete meses antes de decidir que estaba hasta las narices de todos ellos, pero es que además había ocurrido algo que cambiaba la situación frente al bipartidismo de la Restauración. Ese algo era que habían aparecido nuevos partidos políticos. Algunos, escisiones de los partidos principales. Otros, de nuevo cuño, por ejemplo el PSOE y los partidos nacionalistas. 

Los partidos nacionalistas se dividían en moderados y exaltados. Los exaltados no hace falta describirlos, los moderados eran como los nacionalistas ahora: venden cada voto al mejor postor y todo les estaba bien mientras hubiera beneficio para lo suyo.

Y el PSOE, Besteiro, Giner de los Ríos, Largo, Prieto... éstos eran como el Podemos de sus mejores tiempos. Tal cual.

El caso es que con tantos partidos ninguno de los grandes tenía mayoría por sí solo y necesitaba coaligarse con partidos menores, muchos de ellos escisiones de ellos mismos por paradójico que resulte. 

Los dos años siguientes a Annual fueron una lucha entre políticos, entre militares y entre militares y políticos. Porque los diputados populistas exigieron que se depuraran responsabilidades, y los militares decían que ellos eran unos mandados de los políticos y que si había que depurar responsabilidades había que pedírselas a los políticos, y los políticos que estaban entonces en el gobierno decían que si se pedían responsabilidades no tendrían que ser por la gestión del desastre sino por el protectorado en su conjunto (es decir, remontándose a 1912), y el PSOE insistiendo en que las responsabilidades tenían que llegar hasta el final (es decir, hasta el Rey, que al igual que ahora era el jefe nominal del Ejército) y caiga quien caiga (es decir, que caiga el Rey). Y, por el otro lado, había que rescatar a los prisioneros que tenía Abd-el-Krim. Rescate económico, no misión de rescate como en una película de Hollywood. Baste decir que tal vez no haya suceso más vergonzante en la historia de España (no sólo el qué sino también el cómo se llevó a cabo).

Los políticos iban dimitiendo y les sucedían otros políticos, pero cada vez eran peores. Ya no surgían Cánovas ni Sagastas, ni siquiera Datos o Canalejas. Aun así, tenían una cosa envidiable: dimitían. Si algo que era responsabilidad de ellos salía mal, aunque no tuvieran la culpa directa dimitían. Si se sentían desautorizados (un mal gesto o un mal entedimiento de algún discurso de Alfonso XIII llegaba a bastar), no se agarraban al cargo. Que lo intentara otro, caray. El pobre Alfonso se las veía y deseaba para que políticos aceptaran gobernar.

Excepto uno. Santiago Alba, jefe de uno de los partidos de izquierda. Alba, como su partido era necesario para la formación de la coalición gubernamental, era un ministro poderoso. Se quedó Estado, pero controlaba también otras carteras y además Marruecos. Alba era antimilitar.

En el verano de 1923 la situación general se fue deteriorando cada vez más. Un rumor de un golpe por los militares junteros quedó desarbolado apenas empezó (gracias a un bofetón al general golpista, pero ésa es otra historia), y los africanistas estaban pidiendo a cierto militar no adscrito a ningún bloque que tomara cartas en el asunto. Ese militar era Miguel Primo de Rivera, y ya lo creo que las tomó. Clara y públicamente, al presidente del gobierno, al rey, a los periodistas que le escucharan, a todo el mundo, pidió la dimisión de Alba so pena de que si no dimitía el Ejército no lo aguantaría más y se pronunciaría. El Gobierno entendía las quejas de los militares y los ministros afectados dimitían uno tras otro, menos Alba. Hasta que Primo de Rivera se alzó y se puso en marcha la rebelión. Ésta empezó en Barcelona y Zaragoza, y Alba, que estaba en San Sebastián como ministro de jornada de Alfonso XIII, se aviene a dimitir. Pero ya era tarde, porque en Madrid estaba también girando la legalidad y el gobierno al que pertenecía Alba no tenía ningún poder. De hecho, los políticos - de acuerdo con Primo- sólo esperaban que Alfonso XIII volviera de San Sebastián (fuertes lluvias obligaron a aplazar un par de días el viaje) para presentarle la dimisión de todos ellos, y Primo llegaría en ese momento a Madrid para recibir el encargo del Rey de gobernar momentáneamente hasta que la cosa se aclarase. Primo se tomó su tiempo en aclararla, o más bien no la aclaró como habría deseado el Rey, porque gobernó como dictador todopoderoso más de 6 años (murió al mes de dejarlo).

Tras Primo, las primeras elecciones fueron en 1931. Los políticos que se presentaban ya no tenían la categoría de los de 30 años antes, ni de 10 años antes.Y vino la Segunda República. Con la segunda república los políticos gobernantes fueron aún peores que los de Alfonso XIII, y la situación degeneró. Hasta el punto de estallar la guerra civil. Y Franco quedó convencido de que con los políticos no había que ir ni a heredar.

Tras la muerte de Franco surgieron nuevos políticos en España. Hubo de todo, pero en general podemos decir que fue una buena clase. Que, por cierto, también dimitía. Veinte años después el nivel era peor pero aún le daríamos un aprobado. Luego llegó Zapatero y trajo la incompetencia y la nulidad como mérito fundamental, y en los tiempos actuales tenemos a Pedro Sánchez.

Entre el levantamiento de Martínez Campos y el de Franco pasaron 60 años, durante los cuales la clase política no paró de degenerar. Llevamos casi 50 años de la muerte de Franco, y también atestiguamos esta degeneración. Con todo, prefiero los políticos de 1923 a los de ahora. Aquellos, al menos, tenían dignidad personal.




Karl Jenkins - The armed man: a mass for peace (Benedictus)

 

lunes, 4 de noviembre de 2024

Sobre nuestro impresentable Fiscal General

El pasado 29 de octubre la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo pronunció un discurso en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. No es habitual que recoja testimonios en mi blog, pero éste... Éste, pienso, debe ser recordado, no debe caer en el olvido. Cuando dentro de unos años echemos la vista atrás e intentemos hacernos una idea de qué estaba pasando aquí, cómo fue estar gobernado por el PSOE, textos como el que sigue me parecen mucho mejores que cualquier descripción que podamos hacer.

Señorías,

¿Vale todo para destruir a un rival político? ¿Hasta dónde llegaría cada uno de ustedes para conseguirlo? ¿Violarían la ley? ¿Arrastrarían el prestigio de las instituciones? ¿Y el de sus propios subordinados?

Este es uno de los asuntos —de los graves asuntos— que plantea la iniciativa que tengo el honor de presentar.

En una democracia plena hay límites que nadie puede traspasar. Y menos que nadie quien tiene el mandato constitucional de defender la legalidad, los derechos de los ciudadanos y el interés general.

Señorías, exigimos al Gobierno el cese inmediato del Fiscal General del Estado en base al artículo 31 del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal. Sí, el mismo artículo que en su día invocaron los socialistas para reclamar el cese del buen fiscal Maza. No busquen excusas técnicas. Y, sobre todo, no se escuden en la presunción de inocencia. La del señor García Ortiz está intacta.

Como la del señor Ábalos, ¿no? Lo echaron del Partido Socialista sin mediar una imputación. Incluso como la del señor Errejón. El inquisidor incinerado, del que sus señorías de la Izquierda, al parecer, lo sabían todo y del que ahora, en cambio, no quieren saber nada. Ahora resulta que ni era de Sumar ni era de Más Madrid. ¿Entonces de qué partido era? ¿Del PP?

El Fiscal General debe ser cesado porque ha incumplido grave y reiteradamente sus funciones. Ha sido condenado por el Supremo por “desviación y abuso de poder”. Una sentencia demoledora, cuya ejecución ha incumplido. Ha sido declarado no idóneo por el Consejo del Poder Judicial. Ha traicionado a los fiscales del Proceso para defender la amnistía por exigencias del Gobierno. Y —ya el descrédito definitivo— se ha convertido en el primer Fiscal General imputado en la Historia de la democracia.

Ya oigo al señor Bolaños: «Imputado por defender la verdad». 

¿Ah sí? ¿El Tribunal Supremo ha prevaricado? ¿Por unanimidad? ¿Eso opinan ustedes, señorías del PSOE? Atrévanse a decirlo desde esta tribuna. Su deriva antisistema es imparable. 

García Ortiz no perseguía un bulo, no. Perseguía a una adversaria del Gobierno. Por eso está investigado: por revelar secretos de un particular para perjudicar a Isabel Díaz Ayuso.

Señorías, lo confieso: antes de preparar esta intervención no conocía los hechos con detalle. Hoy en España los escándalos se acumulan como basura en un vertedero, dificultando un examen preciso y justo de cada uno de ellos. Pero ese examen es imprescindible. Y su conclusión, espeluznante.

7 de marzo: García Ortiz recibe de una subordinada —hoy también imputada— la denuncia contra un ciudadano hasta entonces anónimo. La recibe, en el correo de la Fiscalía, bajo el sugerente título de: “Relacionado con la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid”. Cinco días después, la denuncia sale publicada, en idénticos términos, en el diario.es 

 13 de marzo: García Ortiz pide a esa misma subordinada que le envíe todos los correos intercambiados por el fiscal del caso con el abogado del novio de la señora Ayuso. Ojo: pide que se los mande a su cuenta privada de gmail. Algo estrictamente prohibido por las instrucciones internas de la Fiscalía. Se imaginan por qué, claro. Es una forma —burda, desde luego— de cubrir rastros. 

 García Ortiz recibe los correos a las 23.44 horas. Siete minutos después —siete—, los publica la Cadena Ser.

14 de marzo: ya a cara descubierta, García Ortiz exige a sus subordinados que difundan a los medios una nota oficial con datos reservados del novio de la señora Ayuso. Sus subordinados se niegan. Pero él insiste. Conmina a la Fiscal Jefe de Madrid por WhatsApp: «Si dejamos pasar el momento nos van a ganar el relato».

El relato, señorías… El Fiscal General del Estado, reducido a community manager del Gobierno. Contra el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal. Contra las circulares internas de la Fiscalía. Y contra la normativa europea, que exige impedir las filtraciones, investigarlas de inmediato y hacer todo lo humana e institucionalmente posible para proteger el honor de la persona perjudicada.

¿Qué honor?, se preguntaría García Ortiz. ¡Si es el novio de Ayuso! Ése no tiene derecho al honor, ni a la presunción de inocencia, ni a la protección de datos, ni a la defensa. A ése podemos llamarlo “delincuente confeso” en prime time. Como hizo Sánchez. Como hace Bolaños.

Señorías, les pido que mediten seriamente sobre tres cuestiones, sin prejuicios ni sectarismos.

Primero: la devastación institucional.

García Ortiz se aferra al cargo con el argumento de que es “lo menos gravoso” para la Fiscalía.

Ya. Lo saben mejor que nadie los propios fiscales, que ha pedido su dimisión y que ayer incluso se personaron contra él como acusación.

No cabe mayor despropósito que un inferior jerárquico interrogando a su jefe en una causa penal. Y, sobre todo, no cabe mayor descrédito para la Fiscalía que estar a las órdenes de un presunto delincuente. 

Segundo: los correos incriminatorios.

García Ortiz tiene la obligación moral, institucional —y penal— de entregar todos los correos que recibió y envió desde su cuenta privada, los días álgidos de las filtraciones, del 5 al 18 de marzo. Es la mínima transparencia exigible a su cargo, ¿no creen? Y esperemos que no los haya borrado, no vaya a ser que el mismo Gobierno que insiste en propagar el bulo de que el PP rompió ordenadores a martillazos —sí, un bulo desmontado hace ya cuatro años por la Audiencia Provincial de Madrid— esté amparando a un Fiscal General que eliminó correos electrónicos para tapar sus delitos.

Ahora bien, sepa el Fiscal General —y sepan ustedes— que Google siempre atiende los requerimientos judiciales y guarda todo, hasta los correos que borran los usuarios. 

Todo se acabará sabiendo. 

Con o sin correos, señorías, García Ortiz puede ser condenado, sí. Y esa condena no sólo mancharía indeleblemente al Gobierno. También a los que hoy, con esta votación, sabiendo lo que saben, no apoyen su destitución.

Y tres: la espiral totalitaria.

Hoy el perjudicado es el novio de una mujer a la que muchos de ustedes detestan. Quizá porque planta cara. Pero ¡cuidado!: mañana pueden serlo sus padres. O sus parejas. O ustedes mismos. Y por cualquier motivo.

Ahí queda el turbio aviso de García Ortiz: «Si yo quisiera hacer daño a un determinado espectro político, tengo información de sobra». 

Ya lo ha hecho. ¿Y ustedes se creen a salvo? En los procesos de destrucción democrática nadie se libra, señorías. Todos acaban pagando. 

Ahora bien: a veces, cuando esa democracia resiste, cuando esa democracia decide defenderse a sí misma, ocurre que el que más acaba pagando es el número 1.

Hoy la número 2 ha sido imputada por otros dos delitos. Y ya van cuatro. 

Sí, el señor Sánchez tiene razón. Hoy ha dicho que «el tiempo pondrá las cosas en su sitio». También a él.


El discurso, por supuesto, no sirvió para nada. La tienen de hormigón, la cara. Y dignidad, simplemente, es que no tienen. 

martes, 24 de septiembre de 2024

De aceitunas y encargados

https://www.youtube.com/watch?v=SjIObpXyGSE 

 

 

El otro día compré en el mercado un puñado de aceitunas de Aragón. Cuando me dieron el ticket no pude menos que protestar: ¡a 14,50 el kg! Tenía que ser un error, pero la tendera me dijo que no, que este septiembre han subido mucho porque la sequía, blablablá, una mala cosecha, los precios han subido mucho en origen y todo eso.

Una cosa es la gasolina, la luz incluso, y otra los alimentos. La gasolina tiene un precio fluctuante. A veces está más cara que antes, pero a veces está más barata. En el largo plazo siempre sube, claro que sí, pero el hecho de que a veces baje de precio hace más comprensible cuando hay subidas. Los alimentos, en cambio, no siguen ese patrón: sólo suben, es rarísimo que bajen. Recuerdo, por ejemplo, los huevos y la subida desaforada que tuvieron cuando la invasión de Ucrania. Parece ser que Ucrania exportaba cereal, al faltar ese cereal hubo que tirar de las producciones patrias para el consumo humano y el perjudicado fue el pienso que comen las gallinas, que ante la escasez de oferta subió mucho de precio. En mi proveedor de huevos del mercado (un tendero que sólo vende huevos) los precios subieron en poco tiempo un 50%. Es un poco curioso que incluso con la energía disparada por esa época los pollos asados no subieron de precio en exceso, pero... En fin, que no sé si el problema se ha resuelto pero los huevos no bajan ni bajarán. Tampoco los pollos asados, claro está.

En el caso de las aceitunas, llevo muchos años comprándolas en ese puesto y he conocido precios mucho más bajos (les recuerdo que soy calculista y que lo mío son los números). Y nunca los he visto bajar. Supongo que una vez que el tendero descubre que los clientes siguen comprando con los precios aumentados, pues decide que los mantiene. Si el producto baja de precio en origen, mejor para él, y si acaso ya subirá cuando vuelvan a subir.

En el caso de las aceitunas negras, el precio lo habían subido un 50%. Curiosamente, también el aceite de oliva se disparó de precio hace unos años, y aunque ahora se ha estabilizado el precio (dicen que está bajando, pero yo no lo noto y bien que noté la subida) la causa era la misma que la de las aceitunas: sequía, malas cosechas y todo eso.

Lo que vengo a decir es que esto son cosas que se anuncian mucho antes de que ocurra: cuando hay sequía ya se puede saber que las cosechas serán malas, que lo cosechado subirá de precio y que los productos que dependan de esos productos subirán. Es algo lógico y comprensible. Precios altos y carestía tienen un origen que los explica.

A veces, somos nosotros los que generamos el problema en el futuro con nuestra actitud en el presente (o generamos el problema que ahora tenemos con nuestra actitud en el pasado).



"Las noticias de hoy envolverán el pescado de mañana".

La famosa frase tiene ya unos años: remite a cuando los periódicos se editaban en unas hojas enormes, más o menos de tamaño A0, y no había los papeles técnicos higiénico-sanitarios que se usan hoy en día en los mercados, carnicerías, pescaderías etc. En aquella época, se envolvía en papel. Sobre todo el pescado, que estaba siempre húmedo. Era costumbre que los pescateros envolvieran el pescado en papel de periódico, tal vez del día anterior. De ahí la frase, que alude tanto al que se preocupa por una noticia que no quería que se supiera (no te preocupes, porque en dos días se olvidará) como al que se da ínfulas por algo bueno (no te des tantas, porque en dos días nadie lo recordará).

Hoy las noticias o los artículos no se imprimen en papel, pero que se publiquen en internet no hace que se olviden, en seguida llegan otras que las tapan. Por esta razón tengo por costumbre guardarme enlaces a noticias o artículos que no quiero que se me olviden. 

Por ejemplo, este artículo que publicó en 2021 el digital La Información, en el que entre otras cosas se dice: 

«La falta de efectivos, según comenta Villares, es común a todos los cargos y ocupaciones en la jerarquía de una obra, aunque hay algunos cuya ausencia se hace muy palpable. “Hay una escasez tremenda, en todos los puestos: de técnico para abajo y también en lo referente a lo jefes de obra, pero es que encargados literalmente no hay” resalta el jefe de zona. Jesús Redondo, trabajador del sector de la demolición técnica e involucrado en las operaciones de las calles de los Reyes y Maestro Guerrero (junto a la Plaza de España de Madrid), asevera lo mismo que Villares. “Nos robamos los encargados de una obra a otra en cuanto podemos por que no hay apenas”, comenta.

...

Sobre la huida de empleados y la falta de formación actual, el jefe de obra de Alza Obras y Servicios, Nilo Gómez, es tajante: “Nos hemos saltado una generación en la que la labor de enseñanza que se impartía de mayores a jóvenes en una obra no se ha producido”, resaltando que esta es la forma más eficaz de formar a un nuevo empleado. Gómez comenta que se produjo un bajón del volumen de trabajo que llevó a que los obreros “se buscaran la vida fuera del sector”, y que, aunque durante 2021 se ha experimentado un aumento muy grande en el número de arranques de obra, “muchas veces no son asumibles”, pues “hay muy pocos trabajadores con formación especializada, y en obras que tenías que atender con tres equipos de albañilería, se emplea a solo uno y poco cualificado”».>

Si faltan aceitunas, eso tiene consecuencias. En las obras faltan obreros especializados y sobre todo encargados. ¿Y creen que eso no tendrá consecuencias?

Esta misma semana he comido con unos clientes y con un constructor. Uno de los clientes abrió la conversación contando que no encuentran trabajadores especializados en la construcción. Que necesitan, por ejemplo, alicatadores (los que colocan los azulejos) y sí, gente que colocan azulejos sí encuentran, pero que los pongan bien no. Mis clientes son mandos industriales, y para ellos es un problema porque a efectos prácticos ellos son responsables ante sus jefes de las obras de las que se encargan: la mala calidad, los retrasos, los aumentos de costes o los problemas de contratación son siempre culpa suya.

El caso es que esos clientes querían saber qué opinaba yo del asunto.

Por casualidades profesionales, he participado en dos de las principales obras de construcción urbana de Cataluña en los últimos 20 años. Esto no es algo especialmente difícil, pues en obras más grandes terminamos participando muchos, unos haciendo unas cosas y otros haciendo otras. En resumen: no hay color. La diferencia entre la obra antigua y la obra nueva es enorme.

Lo primero que me llamó la atención en la obra nueva fue la organización. La obra antigua estaba muy bien organizada, se notaba que los jefes sabían. La obra nueva la habían organizado como una obra normal de medio pelo. Es como gestionar una división de 3.000 soldados igual que un pelotón de 12, o como gestionar un presupuesto muchimillonario igual que la paga de la semana.

Luego, con el tiempo, fui percibiendo diferencias en otras cosas. Para empezar, el gerente de la obra (hay que pensar en una obra como una empresa que factura muchos, muchos millones al año). En la obra antigua el gerente era muy bueno, muy profesional. Y sabía un condrio de obra, no en vano llevaba en ese momento 40 años de experiencia. En la obra nueva la sensación que me daba es que el gerente sólo quería ganar dinero; con esa actitud no se gestiona una empresa, se liquida, y en la obra pasa lo mismo.

Pero luego eran todos los demás. El encargado general, los encargados, los ayudantes del jefe de obra, el personal de oficina, el topógrafo,...

Y no solo la constructora: la diferencia de categoría profesional entre los arquitectos y los calculistas de ambas obras era abismal.

No todo en la obra nueva era peor, claro: los agentes de seguridad de las puertas, los informáticos, los responsables de seguridad y salud, funcionaban muy bien.

Yo no sé si es una tendencia general, una bajada del nivel profesional en la construcción, o es simplemente que el gerente y los responsables (la Propiedad) de la obra nueva buscaron lo más barato que había en el mercado sin importarles que lo más barato fuera de mala calidad; diría que ambas cosas: que es cierta mi sensación de que el nivel profesional está disminuyendo, y de que en la última obra se regían por lo más barato fuera su calidad la que fuera. Pero luego leo el artículo de La Información de 2021 y me doy cuenta de que el futuro ya está aquí.

Por cierto, hoy se ha publicado una entrevista al presidente de Leche Pascual (nombre oficial, Calidad Pascual), y en ella expone lo siguiente:

«Ha habido una caída del consumo de leche muy importante. Cuando yo empecé a trabajar se bebían 117 litros de leche líquida por habitante al año y ahora estamos en 63 litros. Parte de esa caída puede ser por alternativas como las bebidas vegetales o porque la gente sustituya la leche bebida por queso, yogures, batidos... Pero el 80% de la caída de consumo per cápita viene por la desaparición del gran consumidor de leche, que es el niño... El gran consumidor de leche es el niño, desde que nace hasta la adolescencia. A partir de ahí dejan de consumir y la leche pasa a tomarse prácticamente sólo con el café. Por eso la caída de los nacimientos ha sido muy importante, aunque parte de la caída se ha venido compensando por el incremento de la población gracias a la llegada de inmigrantes, como por ejemplo los latinoamericanos, que consumen más leche y tienen más hijos que nosotros».

Cuando los números muestran una tendencia clara, la realidad es imparable y se puede predecir qué va a pasar, cual La Fundación, y una cosa es cierta: hemos invertido la pirámide demográfica, y eso tiene consecuencias. Ocurre que, como con todo lo que afecta a la demografía y a la sociedad, esas consecuencias se perciben años después de haberse producido las causas, y entonces ya es tarde para impedirlo. Los avisos agoreros es cuestión de tiempo que se hagan realidad.

Nos adaptaremos, lo hemos hecho siempre, pero.. ¡es que se veía venir!



Michael Nyman . Memorial

sábado, 14 de septiembre de 2024

Natalidad en España: números para pensar

https://www.youtube.com/watch?v=XeJFBwwYzVw 

 

 

Entro en la web del INE, y extraigo unos datos:


Este gráfico es el número de nacimientos en España entre 2008 y 2022. 

El gráfico no distingue por la procedencia de los padres. Lo que sí permite la web discriminando por nacionalidad (algo es algo) es la población por edad. Entre los 0 y los 14 años, ésta es la población española el 1 de enero de 2023 (ese día todos los nacidos en 2008 tenían 14 años):

Que cada vez nacen menos niños es evidente; que el bajón está siendo muy importante, también. Un dato curioso es que en la tabla de los que tienen nacionalidad española los nacidos en 2008 superan a los nacidos en 2022 en una proporción de 1,68:1, mientras que según la tabla de nacimientos esa proporción es de 1,58:1. ¿Acaso la proporción de los españoles entre los nacimientos es cada vez menor? La web no me proporcionó, o no pude averiguar, cuántos niños tenían la nacionalidad española en el momento de nacer y cuántos descienden de, digamos, abuelos españoles, pero lo que sí he podido establecer es el ratio de los que el 1 de enero de 2023 tenían nacionalidad española respecto a los nacidos en su año. Este gráfico:

 

Hasta 2017 podemos decir que aproximadamente el 90% de los niños nacidos en España tenían la nacionalidad española. A partir del 2018 (no sé si es casualidad que el Gran Líder llegara al poder ese año y cambiara la política inmigratoria) la ratio se desploma, con un divertido repunte en el 2021, supongo que por el confinamiento general del 2020, no en vano 100 días sin poder salir de casa puede tener efectos secundarios.

Primeras conclusiones: 

- El número de nacimientos se está desplomando. Y cada vez se desplomará más rápidamente. Porque cuando los pocos niños que nacen ahora sean los que tengan que ser padres, la ausencia de los que no han nacido se notará de verdad. Podemos ser muchísimas personas, pero si todos somos abuelos la cosa se acaba rápido.

- Aunque cada vez el ratio de niños no españoles sea mayor (y no entro a si eso nos gusta o no), la tendencia no se corrige. Quizá si se produjera una auténtica invasión, una entrada descomunal de inmigrantes con ganas de procrear...

 

Pero hay más reflexiones que hacer.  Por ejemplo, ¿por qué perdemos el tiempo en lo que lo estamos perdiendo? Piense en los asuntos que copan la conversación pública. ¿No le recuerda a los bizantinos, peleándose entre sí por el sexo de los ángeles mientras los ejércitos otomanos llegaban a las murallas de la ciudad?

Veamos este mapa:


Representa el número de nacimientos en cada provincia por cada mil habitantes (he quitado los datos de Ceuta y Melilla). Llaman la atención Teruel y Guadalajara. Tal vez lo de Guadalajara sera por el corredor del Henares (vivienda y trabajo para quienes estén dispuestos a alejarse de Madrid), pero lo de Teruel tiene que ser que allí los jóvenes están mas concienciados que los del resto de España, digo yo.

Los números no son muy altos. Hagamos una simulación simplificada en, por ejemplo, Zamora. La tasa de natalidad es de 4,25. Supongamos la tasa constante en el tiempo. En un pueblo de 4.000 habitantes nacerían 4x4,25=17 niños al año. Supongamos que la edad media de la población es de 85 años; estadísticamente hablando, una persona vería morir a todos los que nacieron antes que él a lo largo de esos 85 años, a un ritmo de 47 personas al año. ¿Cuántas personas habrían nacido en esos 85 años? Si la población del pueblo se mantuviera constante, 85x17=1.445. A lo largo de la vida de esa persona, la población habría pasado de 4.000 a 1.445, pero eso sería si el número bruto de nacimientos se mantuviera constante, y no: cuanta menos población, menos nacimientos. De hecho, si fuera la tasa lo que se mantuviera constante nacerían 934 personas en esos 85 años. La población habría pasado de 4.000 a 934. Pero tampoco esto sería real, pues cada año la población estaría más envejecida y por lo tanto la tasa de natalidad, es ley natural, iría disminuyendo. Y esta disminución... en fin, en Aragón hay cientos de pueblos que le pueden explicar lo que pasa.

Por lo tanto, la demografía debería ser el asunto más prioritario de todos los que nos ocupan. Y en serio. Antes de preocuparnos por dejar un planeta limpio a nuestros sucesores, deberíamos preocuparnos por que haya sucesores. Luego, si eso ya miraremos si el planeta estará limpio o no.


¿Y por qué es tan baja la natalidad? Es algo generalizado en nuestro tiempo y en nuestra cultura, así que la causa no son las circunstancias sociales, que cambian de un país a otro (las ayudas estatales, el mercado de la vivienda, etc.). De hecho, hay dos realidades distintas: por un lado, los que deciden no tener hijos. Huelga decir que son muchos más que antes, aunque solterones los ha habido siempre. Pero por otro lado, y creo que este grupo es el que tiene una verdadera incidencia en la caída de la natalidad, las familias que sí tienen hijos tienen ahora muchos menos hijos que antes: uno o dos, y ya está. Hasta el punto de que 3 hijos se considera ya, legalmente, una familia numerosa (y también una familia de ¡dos hijos! si los padres se han separado o no han llegado a casarse y legalmente no viven juntos). Cuando yo era chaval, una familia de 3 hijos era un mínimo: por una de 4 nadie arqueaba una ceja, pero tener sólo 2 se consideraba casi al mismo nivel de los que tenían hijo único o ninguno, un no poder haber tenido más.

Yo, hijo de una familia (muy) numerosa y padre de una familia numerosa, creo que todo se debe a una elección concreta pero inconsciente que todos hacemos: familia, o consumismo. La familia es frugalidad. A medida que ésta crece, supone muchos más gastos para unos mismos ingresos a repartir entre más personas (y problemas cotidianos: por ejemplo, con 2 hijos se puede ir a un parque de atracciones y montarse los 4, con 3 hijos no, y con 3 hijos se puede usar 1 coche, con 4 hijos el coche ha de ser especial). El que lo acepta crea o aumenta una familia. El que no está dispuesto, no. Es algo que he discutido con jóvenes en edad en la que antes ya se estaba en ello, y siempre me responden que el problema es la falta de vivienda, que en mis tiempos era fácil tener una y ahora no, y todo eso. El argumento no casa bien con el dato incuestionable de que los que tienen muchos hijos, en nuestra sociedad, no suelen ser los más adinerados, sino todo lo contrario. "¡Pero es que yo quiero que mi hijo tenga un mínimo nivel de vida!", se responde. ¡Ahora empezamos a centrarnos! Los jóvenes de ahora (y los de no hace tantos años) han crecido con un nivel de bienestar apreciable. Prácticamente no han conocido la frugalidad de sus padres y menos aún la de sus abuelos. Se les ha criado en comodidades y lujos, en mayor o menor nivel. Y ahora no están dispuestos a rebajar esas comodidades, porque las tienen consideradas como un mínimo vital. Esto no es exclusivo de los jóvenes de ahora: cada generación ha tenido un comportamiento similar con el efecto de que la natalidad bajaba continuamente. Y así hemos llegado a la situación actual.

En esta discusión existe el argumento por parte de los jóvenes de que las generaciones anteriores "lo tuvieron más fácil". Sin embargo, ninguno de ellos querría vivir con las condiciones y reglas que tuvieron que aguantar las generaciones anteriores. Igual es que fueron esas condiciones y reglas que soportaron sus mayores las que impulsaron a estos a  dar lo mejor de sí para salir de ellas.

Yo... no sé si la situación tiene mal arreglo o si no lo tiene. Lo que sí puedo decir es que si no ocurre algo muy, muy gordo, no se va a arreglar. Y no va a ocurrir. 




Rocío Jurado - Señora