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Es algo muy común, y ocurre tarde o temprano en la mayoría de las empresas, si no de las organizaciones. Pero suele ocurrir discretamente: no se televisa en directo, con audiencias de millones de personas y todos sabiendo que el interfecto cobra 44 millones de dólares al año por su trabajo. Así que vale la pena aprovechar lo que pasó el día de Navidad para reflexionar un poco.
EL partido estrella de la NBA ese día, y por lo tanto de la temporada, enfrentaba en Los Ángeles a los Lakers contra los Nets de Brooklyn. En el equipo de LA había dos estrellas, Lebron James y Russell Westbrook (RW), ambos en la lista de los 75 mejores de la NBA de todos los tiempos. Sí, la lista sobre la que escribí no hace mucho. Un tercer miembro de la lista, Anthony Davis, no jugó, estaba lesionado. Y en los Nets, de la lista de los 75 Kevin Durant no estaba por Covid, Kyrie Irving no estaba por antivacunas, y James Harden sí estaba. Por lo demás, el covid había hecho estragos y ambos equipos tenían un montón de jugadores de los que los americanos llamarían "just another guy", "otros". La cosa no llegó al nivel de lo que pasó el día siguiente en el Toronto-Cleveland, que los jugadores de Toronto se conocieron en el autobús que les llevó al pabellón (y no sé si se volverán a ver), pero si en el baloncesto la calidad de un jugador concreto tiene mucha influencia (véase Jordan, Michael, o James, Lebron), en estos combinados llenos de remiendos mucha más.
Bien, al terminar el tercer cuarto RW ya había logrado un triple doble. Como los americanos lo registran todo, en la categoría "triples dobles conseguidos el día de Navidad" sólo RW y Oscar Robertson tienen más de uno. Que en la época de Robertson no existían los triples dobles y por lo tanto los logró sin querer, pero da igual. El caso es que RW había logrado una hazaña. Lástima que Lebron hubiera estado sentado en ese tercer cuarto: al acabar, los Nets ganaban de 20.
El cuarto cuarto empezó con Lebron en la pista y RW sentado: 17-0. Los ultimísimos minutos sale RW, los Lakers llegan al empate, RW se juega los tres ataques finales de su equipo, no mete una y los Nets ganan. Bueno, puede uno pensar, fue mala suerte, RW falló sus tres últimos tiros, le podía haber pasado a cualquiera. Pero no. Cualquiera que estuviera viendo el partido era consciente, y de hecho los comentaristas de televisión acabaron dando el dato: Lebron, 39 minutos, con él en pista su equipo ganó al otro por nueve puntos. RW, 36 minutos, con él en pista su equipo perdió por 23. Si en todo momento estuvo uno de los dos en pista, cosa que supongo, compartieron cancha 27 minutos. Si el balance en esos minutos en común fue neutro (la genialidad de James anuló o quedó anulada por el juego de RW), en los 12 minutos que estuvo sin RW James consiguió los 9 puntos de ventaja, en los 9 que RW estuvo solo los Nets aprovecharon para meterle esos 23 puntos extra a los que él consiguiera. ¿En 9 minutos? Demasiados puntos, lo más probable es que parte de la carga negativa fuera estando también Lebron. Es decir, que no pudo la genialidad de Lebron contrarrestar lo suficiente la nulidad de RW, y sólo cuando pudo jugar sin él tuvo opciones a enmendar el roto que causaba su compañero.
Por supuesto, la estadística +/- es sólo un dato, no tiene porqué reflejar la realidad. Está muy afectada por con quién se está jugando esos minutos, contra quién, etc. Pero en este caso sí refleja qué pasó. Se veía a simple vista. Hasta yo lo veía.
Otra defensa que se podría alegar es que el muchacho no tuvo su noche, quizá le sentó mal la cena o le dolía una muela. Pero es que no es la primera vez que le pasa. De hecho, es que le pasa muuuuchas veces. Tantas, que al final todo el mundo llega a la misma conclusión que yo: RW no juega al baloncesto. Juega a un juego con las mismas reglas que el baloncesto, pero en su deporte el objetivo no es ganar el partido sino lograr un hito estadístico. El partido pasará, la derrota se olvidará, pero dentro de 40 años seguirá contando que RW logró un triple doble. Para RW, el objetivo se cumplió. Habría estado mejor si su archirrival Harden (que lo es porque a diferencia de RW él sí se preocupa por ganar partidos) no hubiera logrado también un triple doble, precisamente gracias a que con todos los fallos de RW al final del partido Harden consiguió el rebote necesario en la última jugada, y además un triple doble con 36 puntos, no con los tristes 13 de RW. En el caso de Harden, el triple doble sí cumplió su misión de ser una curiosidad estadística que premió un buen partido. Pero esto RW no lo entiende. Y seguro que cree que Lebron, con sus 39 puntos, 9 rebotes y 7 asistencias tuvo un partido correcto pero que a diferencia del suyo no pasará a la historia, jajajá. Pero es que tienen intereses diferentes: Lebron defenderá al jugador que tira, para intentar que falle, y que otro coja el rebote; RW quiere el rebote, y lo que hace es dejar tirar al rival para estar bien situado. Y pasa lo que pasa.
En este momento todos los seguidores de los Lakers, sus compañeros de equipo, los técnicos y los dueños se hacen la misma pregunta: ¿qué hacemos con este tío? Los compañeros de equipo lo deben de tener clarísimo: que no juegue. Estamos mejor sin él. Los técnicos, en cambio, tienen la responsabilidad de sacar rendimiento a los 44 millones anuales que le pagan (les cuesta mucho más: su salario es casi su exceso sobre el límite salarial global del equipo, por lo que pagan una multa equivalente ¡al doble de su salario!). Es el jugador mejor pagado del equipo, cobra más que Lebron. Imagino que la publicidad corregirá este desajuste, pues seguro que Lebron tiene montones de contratos publicitarios y me cuesta imaginar quién quiere que RW sea su imagen de marca.
El drama de los Lakers con RW es, en realidad, el drama de muchísimas empresas, grandes y pequeñas. Desde el poderoso banco que tiene un directivo inútil, un director de zona, un director de oficina o un modesto empleado que se las apaña para cobrar sin dar un palo al agua, hasta la modesta peluquería o taller de reparación de coches que tienen un empleado o empleada a la que le pagan puntualmente pero a la que no consiguen sacar el más mínimo rendimiento. ¿Qué hacer? En España existen dos opciones; en los EE.UU., en el caso de RW, tres: como es un deportista profesional, pueden traspasarlo. Endiñárselo a otro equipo. El problema es que a RW ya lo tienen calado en todas partes, y nadie lo quiere. Y si nadie lo quiere es difícil endiñarlo. Es difícil convencer a alguien que le pague 44 millones a alguien que no quiere que juegue en su equipo. Sí se entendió el año pasado que Washington lo fichara, porque lo que hizo fue cambiar a un jugador (Wall) que cobraba una morterada pero que siempre estaba lesionado, por otro (RW) que también la cobraba pero que al menos jugaba. Fue discutible, pero entendible. Lo que nadie entendió, hace unos meses, fue que lo ficharan los Lakers. Y ahora tienen lo que se han buscado.
Como decía, las dos opciones en España son aguantarse o echarle. Su madre, su abuela y ¡ay! la Administración Pública sostendrán la tesis de que lo que hay que hacer es hablar con él, conseguir reengancharle, darle una oportunidad más. Pero eso no funciona. Cuando un empresario se plantea qué hacer con un empleado es porque ha intentado sacarle rendimiento por todos los medios, lo ha probado todo. Y ha terminado dándose cuenta de que no es el empresario o la empresa el problema, es el trabajador. Como, ya lo he dicho, la Administración Pública siempre piensa que no es así; supongo que piensa que es suficiente que el trabajado cumpla su horario y no es necesario que además tenga un cierto rendimiento.
Aguantarse no siempre es una opción. En el caso de RW y los Lakers, es cierto que económicamente no irán a la ruina por su causa, pero no se trata de eso sino del coste de oportunidad: el año que viene Lebron será un año más viejo, y lo que está haciendo RW es, visto así, desaprovechar un año suyo. En el caso de las empresas, si éstas son grandes el impacto de esta persona se difumina y toca resignarse: poco a poco, la empresa se va pareciendo a la Administración Pública, llena de trabajadores que cobran pero no trabajan. Aunque ¡cuidado!: no basta sólo con pagarle. Como oficialmente el trabajador es inocente, hay que darle un trabajo que le guste; lo contrario sería acoso laboral. No se le puede meter en un despacho vacío en un sótano y decirle que no se preocupe en hacer nada, que ya le mandarán los cheques a casa. Cornudos y apaleados. Claro que la mayoría de los casos son en mi sector, pero es que conozco delineantes que con el tiempo se convierten en exasperantemente lentos, o poco cuidadosos, o cometen muchos fallos constantemente, o requieren mucha supervisión, muchas correcciones. También ingenieros que no saben, que no aportan, que generan mal ambiente y consiguen llevarse las loas y nunca las reprimendas. Jefes de departamento que son un lastre para el mismo pero que gracias a grandes ayudantes los departamentos cumplen su función... Cuando un delineante, por ejemplo, entra en la barrena de que nadie quiere que trabaje en su proyecto... no hay nada que hacer. O al sótano o a su casa, por favor.
Y, por supuesto, en el caso de las pequeñas empresas, la opción no es sostenible: muy mina de oro tiene que ser la empresa para que no importe el tener trabajadores que les cuesten dinero pero no contribuyan a generarlo. El problema se acentúa en estos casos porque el empresario acostumbra a encontrarse todos los días con esa persona y ese encuentro es un restriegue diario del triunfo del trabajador por la cara del pagador. Cornudos y apaleados.
La segunda opción es echarlo. En España la figura se llama "despido improcedente". Si el trabajador no ha cometido ningún fallo disciplinario y si tiene la cualificación requerida para su trabajo o no lo había ocultado, sólo se podría alegar para despedirlo de manera procedente el que no consiguiera adaptarse a los avances tecnológicos a pesar de la formación que se le proporcionara (y si hablamos de despedir a un camarero vago o de una peluquera descuidada ya me dirán), la empresa se estuviera reorganizando objetivamente o se estuviera hundiendo, precisamente lo que se quiere evitar. Así que lo habitual es querer cortar por lo sano y aceptar pagar la indemnización. Sí, cornudos y apaleados, pero al menos sólo una vez. Lo que pasa es que en muchos casos... la indemnización supone también la ruina, según el sueldo y la antigüedad del trabajador.
En Estados Unidos, esta opción del despido es más fácil: es inmediata. Desagradable, pero inmediata. Y cabe preguntarse qué beneficia más al trabajador, si el despido libre americano o el penalizado español. El problema del sistema español es que la protección tiene el efecto secundario de que se es reacio a contratar. Por si las moscas. Estoy seguro de que los jóvenes encontrarían empleo con rapidez si sus contratadores supieran que, si fuera necesario, pueden despedirlos sin costes excesivos. Y los mismos americanos explican que esa misma desprotección que tienen les beneficia porque si les echan de un empleo encuentran otro por la misma razón. Y, la verdad, nadie quiere despedir a buenos trabajadores, a gente que se gana su salario. Visto así, no hay que tener miedo al despido libre: si el trabajador se gana el jornal, el empresario no querrá echarle si puede evitarlo. Por supuesto que hay casos de abusos: a una ingeniera amiga mía la despidieron porque la mujer del jefe pensó mal o no se fiaba de su marido (no lo sé pero ésa es otra historia), y hay jefes cuya conducta raya en lo punible penalmente, pero no es algo mayoritario (como tampoco son mayoritarios los empleados lamentables, que conste). En fin, es una especulación: no lo sabemos, porque no va a pasar.
Otro aspecto de la cuestión es cómo afecta el empleado tóxico al resto del equipo. En el caso de RW, está claro: pierden el partido, pierden todos. Y con las pérdidas, el desánimo y la temporada se va al garete. Si RW fuera un jugador del montón, de los que no se recuerda el nombre, la cosa se resuelve mandándole al fondo del banquillo a agitar las toallas, pero cuando se es el cuarto jugador por salario y se es miembro de "la lista" y se ha traspasado a 3 jugadores importantes por él, el resultado del equipo depende en gran parte de su rendimiento. En el caso de las empresas suele ocurrir lo mismo: si estamos hablando de un delineante en una ingeniería importante, se puede disimular: es un delineante "libre", no es parte de un equipo de trabajo sino que presta apoyo puntual a los demás. Casi siempre en encargos poco importantes y que no tienen una fecha de entrega. Pero si estamos hablando de un director de proyectos en esa misma ingeniería entonces es más difícil de disimular y su impacto es mucho mayor que su sueldo (también lo es en el caso positivo).
En mi opinión, lo mejor que pueden hacer los Lakers es despedir a RW, pagarle su supercontrato y a cambio explicar públicamente los motivos del despido. Por denigrante para RW que pueda ser. Que digan que se equivocaron, que RW no es buen jugador de equipo, que han descubierto que va a lo suyo y todo eso. Mientras sea cierto, no me parece mal: RW se lo habrá buscado, y se lleva la pasta. Quizás RW (y algún otro jugador que hay así en esa liga) aceptara una sustancial reducción de salario a cambio de que esa información no se hiciera pública, de hecho lo inasumible es el sueldo de RW, no su actitud: para eso basta con no alinearle. En cualquier caso, mantenerle en la plantilla no va a hacerle ningún buen al equipo porque el jugador es lo que vulgarmente se dice "un cáncer", no por mal compañero (que es lo habitual en estos casos) sino porque él juega a otra cosa.
En el caso de las empresas la cosa no está tan clara. Pensemos en los bancos y las reducciones de plantilla tan bestiales que han hecho. Podrían haberlas hecho sin coste para los empleados, y es un caso en que los empleados sí estaban ganándose el sueldo. También puedo pensar en ciertos empresarios, a los que no les pongo cara ni nombre pero que seguro que sí conocen la Policía, la UDEF y ciertos periodistas... Es verdad: no puede ser libre del todo, en el sentido de que ha de haber una legislación o un sistema que vele por lo justo en tan espinoso asunto. Pero el trabajador tiene que ser responsable de su trabajo, y si no cumple, si no llega a un mínimo, se tiene que poder hacer algo. Y como ya he dicho, creo que también sería beneficioso para todos los trabajadores: con menos protecciones se corre mejor y se llega más lejos.
Human nature - White Christmas