lunes, 13 de febrero de 2023

Maneras de ganar

Puedo entender que en el deporte se trata de ganar. Pero hay maneras y maneras de ganar. Y la de Kansas City Chief para ganar la LVII Superbowl a Philadelphia Eagles me pareció muy, muy poco elegante.

jueves, 9 de febrero de 2023

'Sumisión' es una distopía... o tal vez no

https://www.youtube.com/watch?v=dzymcUk5XXk 

 

 

He leído Sumisión, de Michael Houellebecq. 

Una distopía es una imaginación de una sociedad futura de características negativas, un futuro distópico es lo opuesto a un futuro utópico. Por ejemplo, Los juegos del Hambre, y tantas películas por el estilo. 1984 es una distopía, Un mundo feliz es una distopía, Blade Runner es una distopía, Desafío total, Perseguido, Mad Max,...

Las distopías están muy bien como novelas o películas, pero en la medida que alguna de sus características se convierte en realidad... 1984, sin ir más lejos. 

Pues bien, cabe preguntarse si Sumisión va a ser sólo una distopía, una novela, o si llegará a convertirse en realidad.

El argumento es muy sencillo: cual Episodio Nacional, a través del transcurrir cotidiano de un personaje somos testigos de los cambios en la política nacional francesa. La hipótesis de partida de esos cambios es la constatación de que en las elecciones al presidente de la república, lo normal desde hace años es que partido más votado sea el Frente Nacional, con mucha ventaja pero no la suficiente para tener más del 50% de los votos. Al no alcanzarlos, ha de realizarse una segunda vuelta, sólo el Frente Nacional y el segundo partido más votado, e impepinablemente los franceses, como si fueran españoles, votan al segundo partido sea el que sea con tal de que no gane el Frente Nacional. Pues bien, lo que ocurre en la novela es que en la primera vuelta, por unas pocas décimas de ventaja sobre los otros partidos, el partido que queda segundo es la Hermandad Musulmana (partido ficticio). El líder del partido islamista proyecta una imagen de persona moderada y amante de la cultura francesa, y promete cargos políticos y ministerios a los líderes de los demás partidos a cambio de su apoyo. Lo obtiene, y en la segunda vuelta gana al Frente Nacional. El presidente de Francia pasa así a ser un islamista. Una vez en el poder, las mujeres vuelven a sus casas abandonando el mercado laboral, con lo que el paro disminuye. Menos subsidios de paro, pues. Y ese dinero lo invierte en subsidios familiares, para ayudar a las familias cuyas mujeres se quedan en casa criando hijos. En síntesis, los islamistas se quedan con las carteras de Educación y de Familias, la economía les importa poco.

En política exterior, lo que promueve el presidente francés es favorecer la adhesión a la UE de Turquía y de Marruecos, con vistas a que luego se unan Argelia, Egipto,... Como al poco también ganan los islamistas en Bélgica y creo que en otros países, pues la cosa evoluciona favorablemente. Y si uno se imagina al panoli de nuestro líder oponiéndose, se convence de que la adhesión sería más rápida que la de Austria. En general, y aparte de que los judíos huyen del país apenas se huelen lo que va a pasar, la gente... se acostumbra. Unos primeros disturbios del Frente Nacional, y luego cada uno sigue con su vida. Socialistas, comunistas, derechistas, nacionalistas, musulmanes, ¿qué más da quien gobierne mientras me deje tranquilo?

El protagonista de la novela es profesor universitario, ateo e indiferente a todo, con el único interés en tener sexo. Ese mismo ateísmo e indiferencia le ha impedido tener una pareja estable y formar una familia, así que suele nutrirse de las alumnas universitarias. Con los islamistas en el poder tiene que abandonar la universidad porque ha de hacer profesión de fe islámica, pero poco a poco descubre que los que la hacen... tienen esposas. Investiga, y resulta que él tendría 3. Que se las asignarían, no tendría que ir a ligárselas. Y la verdad, la oferta... es muy tentadora.

Mas o menos, esto es lo que pasa en la novela. Hay, claro, descripciones detalladas del protagonista y de la vida que lleva, con lo que me parecen a mí muy ácidas críticas soterradas al mundo cultureta de los profesores de Letras (el protagonista vive de ser una autoridad mundial en Joris Karl Huysmans, ya ven, como si un español fuera una autoridad mundial en Ramón de Campoamor), pero la esencia aterradora es la perspectiva de que un partido musulmán gane las elecciones.

Lo más terrorífico al leerla es darse cuenta de que ¿y si sí? ¿Sería posible...?

¿Sería posible?

Lo primero que tendría ocurrir es... que los musulmanes votaran. Que hubiera un partido musulmán, y que se presentara un musulmán. De momento, ninguna de estas cosas suceden. Pero podría ser. Que apareciera un líder musulmán que creyera en conseguirlo y que montase el partido correspondiente, y arrastraría a los jóvenes musulmanes de las banlieues. ¿Y si ocurriera? Supongo que, por demografía, es cuestión de tiempo que ese partido quedara... en segundo lugar.  Y si quedara en segundo lugar... bien, en la novela queda claro que es muy posible que ganase.

¿Y luego? ¡Quién lo sabe! Pero precisamente. La clave de lo que ocurre en la novela, de los cambios que se producen, es que nadie reacciona. Nadie se lo espera (sí, los servicios secretos, pero a estos los callan), nadie sospecha, luego nadie ve los peligros. Y se implantan poco a poco, y un día te das cuenta que apenas se ven chicas con minifalda por las calles y que las tiendas de ropa para adolescentes están desapareciendo de los centros comerciales.

 

 

 

Estopa - Ya no me acuerdo

 

domingo, 5 de febrero de 2023

Trás-os-Montes

Por mi cumpleaños me regalaron Tràs-os-Montes, de Julio Llamazares. Excelente elección.


 

Seguro que todo el que lee está sometido a un bombardeo inacabable de noveluchas "de aeropuerto", tipo (todo lo que sigue, inventado) Confianza ciega, de Lauren Kelly: "El amor puede llevarnos a lugares que nunca soñamos alcanzar", o Noche de niebla, de Konrad Gustafshonn: "Un trepidante thriller psicológico en el que nada es lo que parece". O intercambien los títulos, si les parece. Creo que me explico.

Jamás pierdo el tiempo con estas novelitas, porque estoy seguro de que al terminarlas (o abandonarlas) pensaré que qué pérdida de tiempo, con la de obras maravillosas que no leeré.

Sin embargo, desde la primera página de la obra de Llamazares me di cuenta de que con ésta no me iba a pasar. Desde el primer momento uno nota que está ante una novela que solo leerla ya es un placer en sí mismo.

Trás-os-Montes cuenta un viaje de cinco días que hizo el autor en agosto de 1995 a la región homónima de Portugal, la esquina noreste del país. La quizá región más pobre de toda Europa Occidental. En el viaje no ocurre nada. No hay argumento, no hay intriga. Simplemente, el autor se levanta por las mañanas, conduce durante el día, y por las noches duerme. Eso sí, se denomina a sí mismo "el viajero", porque él viaja. Lo que le interesa es el desplazamiento en sí, el viaje. No el destino. Aunque al final acabe hasta las pelotas de tanto desplazamiento, de tanto atravesar siempre lo mismo, y no vea la hora de llegar a Braganza. Jajá, seguro que nos pasaría a todos. Y aun así esa parte es tan apasionante como el resto del libro. Como el resto del viaje.

Desde el primer momento, la obra me recordó a Viaje a la Alcarria, de Camilo J. Cela y que glosé en esta entrada,  y estoy seguro de que la asociación no es casual, que el autor la buscó. Y, sin embargo, no importa. Leer ambas obras es una delicia

Luego he sabido que hizo más viajes, que no es tan simple, pero me da igual. Leerlo ha sido una delicia. Este hombre escribe de maravilla, pues ya ven con qué material tan pobre ha creado una delicia suprema.

Tres años después de él empecé yo mi pateo privado por Portugal, aunque por zonas mucho más ricas, yo viajaba por trabajo. Y sin embargo, en aquellos viajes por el Portugal profundo descubrí cosas que Llamazares también, y las describe. Seguro que ya han desaparecido, no en vano hace 25 años de aquellos viajes, pero sí: fueron reales, él es mi prueba.

Y una cosa que me llama la atención, ahora, es que el libro se publicó, parece, en 1998, y sin embargo la mía es una primera edición de 2018, ambas en la misma editorial Alfaguara; quizás es que decidieron darle una segunda oportunidad y lo volvieron a editar como si fuera nuevo. Aunque encontrarlo en una librería a finales de 2022 también me parece chocante, creía que los libros duraban pocos meses en las estanterías. No sé, como son clientes míos quizás aproveche para preguntarles la próxima vez que me llamen.

Sí, me ha salido una entrada del todo punto deslabazada, un churro de ideas inconexas, sin guión: esta claro que no soy Llamazares. Pero vamos, seguro que han captado lo que quiero decirles: si lo encuentran, cómprenlo; no se arrepentirán.

viernes, 3 de febrero de 2023

La guerra es el infierno

https://www.youtube.com/watch?v=EeoFiBizcyE 

 

 

Me comunican que se ha muerto Karl, un arquitecto alemán con el que trabajé hace años. Era ya mayor, aunque no demasiado, pero sé que estaba enfermo del corazón. Pero aun así. Siempre se van los mejores, a veces. Como ésta.

Por edad, Karl era, lógicamente, hijo de un excombatiente. Excombatiente alemán de la segunda guerra mundial, no hace falta decirlo. Era inevitable que existieran personas como Karl. ¿Hijos de nazis? Eso es mucho decir: era hijo de un alemán que, sí, luchó con los nazis. ¿Le convierte eso a Karl en nazi? En absoluto, salvo que los alemanes fueran como muchos españoles que siguen acusando a los españoles de hoy de cosas que quizá (sólo quizá) habrían podido acusar tal vez a sus bisabuelos.

Pero es que Karl, me contó un día, nunca habló de la guerra con su padre. Mejor dicho, su padre nunca le habló a Karl de la guerra. Y Karl creyó saber porqué. Un día descubrió una foto de su padre de cuando entonces. No sé qué tipo de foto era, tal vez alguna de carnet de algo, de un salvoconducto o qué se yo, pero la vio. Y entonces supo qué hizo su padre durante la guerra, porque reconoció las insignias del cuello. Las dos calaveras. 

Su padre había servido en las SS en los campos de concentración.

A su padre lo alistaron y lo destinaron allí, cosas que pasaban. Supongo que el hombre, el chaval más bien, hizo lo que tenía que hacer. Supongo que no le gustó nada, y supongo que por eso jamás habló con su hijo de la guerra.

Su hijo nunca quiso preguntarle. 

Algo tiene la guerra, que los que la conocen sólo quieren olvidarla, y los hijos que no la viven perciben el dolor de los que sí y no quieren, tampoco, saber más de lo imprescindible.

La madre de Karl era francesa. El chaval no sería tan malo, pues. Y aquella generación entendía.

 

Ya que nosotros no aprendemos de los nuestros, aprendamos al menos de los de los demás. 

 

 

Vera Lynn - We'll meet again