domingo, 31 de diciembre de 2017

Palladio




Karl Jenkins nació en Gales en 1944. Como tantos chicos británicos de su tiempo, se unió a una banda de rock. Luego pasó a lo que sería Soft Machine, que fue un grupo que tuvo cierto éxito. En 1984 dejó la banda, pero siguió componiendo.

En 1994 la poderosa De Beers, que controla el tráfico internacional de diamantes, le encargó la banda sonora de un anuncio. Éste (los que tengan la edad adecuada lo recordarán): https://www.youtube.com/watch?v=n4s1c1DBAds


Son sólo unos segundos, pero… Seguro que Jenkins quiso saber qué había más allá de esas notas. Desarrolló el tema, y salió Palladio.

Palladio es esto: 



Se ve que Jenkins le pilló el gusto a ese tipo de música, y ha seguido creando obras por estos derroteros.

Así que Jenkins compone, claramente, música clásica.

En "El ala oeste de la Casa Blanca" hay un capítulo en el que el presidente tiene que asistir a un concierto de la filarmónica de Islandia. Por un tema diplomático, no importa. El caso es que el presidente no quiere asistir, y encima el compositor, islandés, al saber que el presidente de los EE.UU. iba a asistir, se puso nervioso y decidió reescribir una de las piezas. Enterado, el presidente, en su farfullar de quejas, dice: "No puede ser música clásica si ese tipo la ha escrito esta misma tarde".

Palladio, como las otras obras de Jenkins, es, como se dice, de ayer por la tarde. Y es música clásica. 

La pregunta es: ¿qué es música clásica?


Coda:

¡Feliz 2018! Y espero que lo inicien como es debido: escuchando el concierto de Año Nuevo. Este año no lo comentará José Luis Pérez de Arteaga, pues murió el pasado febrero. Y auque llevo desde entonces preguntándome quién lo restransmitirá esta vez, parece que los hados me han escuchado y será Martín Llade quien asuma la vacante. Estoy seguro de que lo hará genial.

Y por cierto: seguro que muchos puristas consideran que los valses y las polkas no son, tampoco, música clásica.


P.S.: me temo que no. En mi opinión, Martín Llade acusó los nervios del debutante y su locución no estuvo al nivel de la del maestro. No importa, seguro que el año que viene lo hará mejor. De eso se trata.



Karl Jenkins - Palladio


sábado, 30 de diciembre de 2017

Coco




En el principio, no había nada. Conatos. Experimentos. Un ver qué se podía hacer. Entonces, en 1995, Pixar sacó Toy Story, y todo cambió. Era viable hacer largometrajes sólo por ordenador. Y Toy Story, además, era muy buena: era posible hacer películas muy buenas sólo por ordenador. Pero el año anterior Disney había hecho El rey león, y a su estela las películas de dibujos animados tenían aún vida. Así que Pixar hizo Bichos, Toy Story 2, y luego Monstruos, S.A. Monstruos S.A. coincidió con Shreck, y estas dos películas eran tan, tan buenas, que cambiaron la balanza. Y aunque Lilo & Stich, de Disney, podía competir con esas dos (y en mi opinión las superaba), fue el canto del cisne: las películas dibujadas estaban acabadas. Por si hubiera alguna duda, luego Pixar hizo Los Increíbles, y fue el final de cualquier discusión. Y Pixar era el nuevo rey del mambo de las películas infantiles.

El éxito de Pixar se basó en tres pilares: peliculas muy, muy buenas (argumento, guión, ritmo, música, storytelling, todo); una técnica increíble y cada vez mejor que hacía que a los 4 minutos uno ya creyera que lo que veía era de verdad, rodado con cámara y no dibujado por ordenador; y la clave de todo: eran películas que también gustaban a los adultos. Esto último es importante, porque - a diferencia de las películas de Disney-, eran los adultos los que querían ver las películas de Pixar: el hijo o el sobrino era, en realidad, la excusa para poder ir al cine. En las tres primeras películas de Pixar esta atracción no existía tal cual, sí que empezó a aparecer en la tercera, y se producía por la simple excelencia de las películas, pero en Monstruos S.A. fue algo brutal: la película estaba llena de golpes que sólo los adultos captaban, y que hacían que nos olvidáramos de cuidar a los niños para concentrarnos en lo que nos estaban contando.

Entonces llegó Los Increíbles. Por decirlo de alguna manera, Los Increíbles fue como La guerra de las galaxias en 1977. Baste decir que mi mujer tenía aversión a los cines, pero se vió obligada a ver esa película... y adiós aversión: se convirtió en una fan de las salas. La película perfecta. Pixar en la gloria. 

Mientras hacían Los Increíbles, los chicos de Pixar también hacían Cars y Wall-E. También hicieron muchas otras películas, todas ellas grandes películas y que mantenían los pilares de las películas de Pixar, pero a mí se me quedaron Cars y Wall-E como especiales. Cars trataba temas que los chavales (el público al que en teoría estaban destinadas las películas) que no captaban ni comprendían ni mucho menos les hacían meditar. Y es que iba, en realidad, sobre la despoblación y el abandono de los pueblos y sobre la prevalencia del triunfo pasajero frente a la perspectiva de la vida y de lo que uno estará más orgulloso después. Aunque, eso sí, la carrera final es sólo equiparable a la de cuádrigas de Ben-Hur de 1959.

En cuanto a Wall-E... No es una película para el gran público. Es una obra de arte. Casi sin diálogo, sólo la acción. El público tiene que estar atento a lo que sucede en la pantalla y entender por sí mismo, no le van a explicar nada. A su vez, los "actores" ha de ser como en el cine mudo, ser capaces de expresar todo por sí mismos sólo con sus movimientos y sus "caras". Es un ejercicio de estilo, una exhibición de dominio de la técnica cinemátográfica. Como la guitarra clásica, una vez uno es consciente de lo difícil que es sacar esos sonidos de la guitarra, también la película asciende de categoría cuando el espectador cae en la cuenta de la tremenda dificultad y riesgo que afrontaron los de Pixar con esta película.

He visto todas las películas de Pixar. Algunas, las terceras partes, psé, están bien, pero son para niños. Otras, Up, Ratatouille, generan en el espectador adulto una gratísima sensación de haber visto una gran película. Y el otro día estrenaron Coco.

Y Coco, para mí, pasa a formar parte del grupo de Cars y Wall-E. Más allá del prodigio técnico (la figura de Coco y de la abuela, por ejemplo) y de lo entretenida, y de que (al igual que Wall-E) hace que toda la sala llore o esté con caras serias de pena, y de que al acabar la sala prorrumpió en aplausos, la película plantea con habilidad un tema curioso, para ser una película infantil.

Coco va de los muertos. De que hay dos clases de muertos, los vivos y los muertos del todo. Los muertos, cuando mueren, van a lo que podríamos llamar el mundo de los muertos, la ciudad de los muertos. Allí viven. Una vez al año en el folklore mejicano, en la noche del día de muertos (en España, lo que hogaño se denominaba la noche de las ánimas), los muertos vivos pueden, si sus familias les rinden honores, volver al mundo de los vivos y visitar a sus familias aunque éstos no los perciban. En la película Miguel, el protagonista, ha cogido del altar familiar la foto de su tatarabuela Imelda (madre de Coco, por cierto, que es la bisabuela de Miguel), e Imelda no puede entrar en el mundo de los vivos. La familia muerta de Miguel se da cuenta de que algo pasa y vuelve a la ciudad de los muertos a buscarla, y se lleva con ellos a Miguel (lo cual es posible por razones argumentales que no vienen al caso). Una vez en la ciudad de los muertos, Miguel descubre que ha de salir de allí esa misma noche o morirá (éste es el argumento "infantil" de la película), pero también descubre que, a su vez, también los muertos mueren. Y cuando un muerto muere... simplemente, desaparece. Nadie sabe a dónde va, qué pasa con él. ¿Cuándo muere un muerto? Cuando ya no queda ningún vivo que le recuerde. Mientras quede algún recuerdo en el mundo de los vivos, el muerto está vivo, no muerto del todo. Esto plantea el segundo argumento: Miguel conoce a un muerto, Héctor, que está próximo a morir, señal de que su hija, última persona que queda que lo recuerda, está olvidándolo, y necesita que Miguel lleve su foto al mundo de los vivos esa misma noche para que Héctor pueda cruzar el puente entre mundos y ver a su hija antes de morir del todo.

Cartel promocional de la película
No sé si los niños son conscientes. Los adultos sí, o deberíamos serlo. Todos hemos conocido a personas que han muerto. Y sabemos de personas que han muerto. A algunas las echamos de menos, nos causa pena su ausencia. A otras las recordamos con agrado, pero nada más, como las abuelas, las tías abuelas, los viejos maestros,... Y a la gran mayoría, pues ni fú ni fa: nadie siente dolor por su bisabuelo, aunque sepa su nombre y algunos hechos, la botica que tenían, su sable del ejército o algún libro que fue suyo. Y da qué pensar, puesto que todos moriremos, y cuando muramos será sólo el recuerdo lo que quede de nosotros. Más aún, de lo que hagamos en vida será el recuerdo que provoquemos. ¿Somos de esto conscientes?

Coco es una de las grandes películas de Pixar. Es una película que todos deberíamos ver. En un cine, por supuesto.



Chascarrillo adicional: dentro de la banda sonora está la canción La Llorona. ¡Qué recuerdos me trajo! Yo, en el cine, no pude evitar cantarla. Pero me permitirán que no ponga aquí la versión de Chavela Vargas, interpretación patrón y definitiva, sino la de Joan Báez. Era la que tenía yo en disco, cuando tenía discos. Incluyendo el de Joan Baez cantando en español.

Y aunque la vida me cueste, llorona, no dejaré de quererte.



Joan Báez - La Llorona

martes, 26 de diciembre de 2017

Tabarnia




Hace ya algún tiempo, alguien sugirió el concepto de Tabarnia. Parecía una humorada, un chascarrillo ingenioso ideado para chinchar a los supremacistas. Desde luego, no se me ocurrió que llegaría un día en que me lo plantearía como una opción seria. Se supone que es un concepto metafísico, un suponer. Una idea para contrastar lo que dicen los supremacistas.

Para reconocer a un supremacistas sólo hay que invertir lo que dice. Lo mismo, pero del otro lado. ¡El supremacista se subirá por las paredes, dirá que eso no puede ser, que por favor! Pues bien, eso es lo que hace Tabarnia: si España es divisible (algo que todo supremacista afirma), Cataluña también. Y, claro, eso sí que no. Pero es lo que se propone.

Tabarnia es Barcelona, Tarragona, sus áreas metropolitanas y sus comarcas costeras. Un mapa típico de Tabarnia sería éste:

Fuente: elmagacin.com

Yo habría puesto otras fronteras, más restrictivas. No habría incluido el Bages, el Alt Penedés o la Anoia, y habría quitado las zonas interiores del Baix Camp, el Vallés Oriental y la Selva, por ejemplo. Pero es la idea. Hay una zona, que no es pequeña ni despreciable, que no quiere ser parte del proyecto que se está fraguando para Cataluña.

Sociológicamente, Tabarnia y Cataluña (entendamos Cataluña como la Cataluña actual sin Tabarnia) son muy diferentes. Votan ideas opuestas, hablan idiomas diferentes, ven las cosas de manera diferente y sus estilos de vida son del todo punto opuestos: el ruido del tráfico que no percibiría un tabarnés de Barcelona no dejaría dormir a un catalán de Camprodón.

La cuestión es que ahora, esto de Tabarnia, hace pensar ¿por qué no? Cataluña no tiene arreglo. Desde 1980, el bloque supremacista tiene siempre el mismo porcentaje de votos, voto arriba, voto abajo. Y en este tiempo, el bloque supremacista se ha radicalizado, y como respuesta (como respuesta: siempre a posteriori de cada radicalización supremacista) el voto constitucionalista se ha radicalizado también. Ya apenas hay término medio: quien plantee un esquema "catalanista", un somos diferentes y mejores, pero sólo poco diferentes y poco mejores, y además vamos a convivir genial porque nos van a respetar nuestra poca diferencia y poca superioridad, no va a ningún sitio, aquí y ahora. Ya está todo planteado: es ellos o nosotros. Y ya no hay afecto personal entre los bandos: aquí ya somos todos taurinos o antitaurinos.

En este entorno, la idea de Tabarnia puede cuajar. Y ya no como idea para contraponer al argumentario supremacista, sino como posible futura realidad. El mismo argumento que sirve para descentralizar España sirve para Tabarnia. Desde luego, la administración tabarnesa estaría más cerca del ciudadano tabarnés de lo que está la administración catalana. También miraría más por sus intereses y se preocuparía más por ellos, el tabarnés se sentiría más identificado con sus instituciones de gobierno, participaría más pues trataría de asuntos que sí le concernerían... Formalmente, cualquier objeción sería de poco peso. Dado que los supremacistas quieren separarse de España por razones económicas (Espanya ens roba!), no podrían acusarnos de separarnos por ser la parte rica de Cataluña. El argumento de que nos separamos porque nosotros somos industriosos y el español agrícola y cazador no lo podría decir el de Artesa de Segre frente al barcelonés. Ni siquiera la Historia: alguien encontrará que Tabarnia es el antiguo condado de Barcelona, anterior a la existencia de Cataluña como ente.

Así que parece ser que ya hay entidades y empresarios que les aportan dinero para estudiar las opciones reales de formación de Tabarnia. Qué pasos habría que dar, cómo se articularía, todo eso.

Y yo mismo me lo estoy pensando. ¿Preferiría ser tabarnés o catalán? Creo que, como todo tabarnés, preferiría no tener que plantearme esta pregunta. Pero si es la única manera de no ir al destino que los supremacistas, que son los que tienen y tendrán siempre la manija de Cataluña, me quieren llevar, sí, preferiría ser tabarnés. Y que se queden ellos con su bucólica y pastoril Cataluña soñada,

La verdad es que, cuanto más lo pienso, más me gustaría que la iniciativa tuviera éxito.  



Hometown - Oh Holy Night

viernes, 22 de diciembre de 2017

Un signo de los tiempos




Estos días he recibido algunas felicitaciones navideñas por mi canal profesional: asociaciones, empresas, profesionales, lo normal. Pocas este año, lo reconozco, pero todavía hay personas que mantienen "las buenas costumbres". Nada que ver, desde luego, con mis recuerdos de infancia: los niños repartíamos a los compañeros, en el colegio, los christmas que escribíamos de nuestro puño y letra, cada niño escribía y recibía montones, y lo mismo ocurría en los niveles profesionales. Raro era esos días entrar e uan casa y que no tuvieran un mueble, un espejo o un cuadro grande, o un aparador, a reventar de felicitaciones, acumuladas una detrás de otra.  Y los lotes y aguinaldos. Las tiendas de ultramarinos y equivalentes tenían los escaparates llenos de las cestas que montaban, y era corriente ver por la calle a repartidores de cestas que siempre confiaban en que algo, un turrón, lo que sea, les cayera a ellos. Era una época en la que se enviaban muchas cestas. El porqué es fácil de explicar: se hacían muchos favores que no se cobraban. Por ejemplo, el médico: yo llevaba mis hijos a un pediatra privado, y le pagaba a tanto la consulta. Un día, dejó de cobrarme. Mis hijos, por supuesto, a partir de entonces se pusieron mucho menos enfermos que antes, pero desde luego cada avidad yo le enviaba al doctor una espléndida caja de bombones. Faltaría más. Pues entonces ocurría lo mismo, coregido y aumentado. La Seguridad Social no era ni de lejos lo que es ahora y era corriente tener un médico de cabecera, un pediatra o un especialista (un dentista, un oftalmólogo, un traumatólogo, qué sé yo) privado. Que se le pagaba, vaya. Sea por un trabajo bien hecho, por un trato preferente o por favores y urgencias no cobradas, el caso es que llegada la navidad era corriente una pequeña cesta de agradecimiento. Y es que en aquella época se tenía aprecio al dicho de que de bien nacido es ser agradecido.  Incluso los porteros de las fincas urbanas y los conserjes tenían su aguinaldo de los vecinos. Aunque fuera con cestas montadas a partir de las cestas recibidas por los mismos vecinos. El caso es que cuando había un motivo de alegría se compartía;  de hecho, recuerdo a la perfección que en mi casa, tras las fiestas de bautizos y primeras comuniones que se daban en mi casa - tuve muchos hermanos menores- organizábamos unas bandejas de canapés y se las bajábamos al portero (que en mi casa vivía con su familia en el sótano) junto con algunas botellas. Si era fiesta en nuestra casa, también tenía que serlo en la suya.

Y, por descontado, los ingenieros y los calculistas de estructuras se pueden ustedes imaginar: la cantidad de cálculos, esfuerzos y riesgos que se hacían sin cobrar, al cabo del año, bien daba para que se agradecieran en navidad.

Todo esto, por supuesto, es cosa del pasado. Pervive al menos la felicitación navideña, aunque también está decayendo en su formato tradicional: se impone el christmas electrónico. Alguna imagen encotrada en la red, una frase de buenos deseos y voilà! setenta y cinco mil christmas-churro enviados en un nanosegundo. Ya ni siquiera tienen la firma autógrafa, el saber que el felicitante sabe a quién felicita y que ha pensado en él al menos unos segundos.

Pero no es eso lo qe me ha llamado la atención, esta vez.

Es la imagen. ¿Navideña? Puede. Motivos invernales, quizá abetos, señales de los adornos que acostumbramos a poner en las casas todo lo más. Algún arquitecto me ha enviado una imagen que simplemente juega con los dígitos 2018. Y yo soy un carca y todo eso, pero para mí la navidad está asociada al motivo de la navidad. Es decir, son días de fiesta por una razón. ¿Dónde está esa razón aludida? Desde luego, no en los mensajes, totalmente asépticos y neutros, que hasta el mahometano más acérrimo encontraría agradable. Durante un tiempo, la imagen tuvo alguna reminiscencia de lo que fue, un sutil recordatorio de lo que en verdad se celebra en navidad. Pero ya nada de eso queda.

Y es que somos un país de descreidos. Y además de cobardes: es importante que la felicitación no moleste a nadie, que sea tan... ¡anodina!

¡Pero si es que incluso en la felicitación de Cáritas que he recibido no hay nada que recuerde lo que celebramos! Pues si ellos, que son una organización de la Iglesia católica, esconden el nacimiento de aquel niño en Belén, ¡cómo vamos a pedir a los demás que nos lo recuerden!

Miro por la ventana. Veré como un centenar de ventanas, diría que casi doscientas. En tres se ven luces de adorno, en una cuarta, a unos 300 m, creo que también, y en otras dos un árbol. En la panadería hay montado un pequeño nacimiento; en el super, un concurso infantil de dibujos, y en el bingo las luces de rigor. Es 22 de diciembre, todo el mundo sabe ya que este año tampoco le ha tocado el Gordo - sentimiento que inaugura las fiestas navideñas-, y aquí, en Barcelona, nada. 

Es lo que reflejan las felicitaciones navideñas. Es, me temo, un signo más de estos tiempos.

En fin. Pasado mañana hará 2016 años del nacimiento que lo cambió todo. Tenemos gracias a ello a(aunque lo neguemos) bastantes días de fiesta; creo que no sería excesivo que en ellos encontráramos unos pocos minutos para pensar en el verdadero mensaje de la Navidad.

Mientras tanto, les invito a escuchar uno de los más bonitos villancicos, quizá mi favorito.

¡Feliz Navidad!




Coro Laus Deo - El tamborilero

Una reflexión sobre la representatividad de los diputados




Sin ser los resultados definitivos oficiales, en la circunscripción de Barcelona el partido más votado ha sido Ciudadanos. Ha obtenido 862.300 votos, que les han proporcionado 24 diputados. Han necesitado, pues, 35.929 votos por cada diputado.

En la provincia de Gerona, el partido más votado ha sido Junts per Cataluña (JxC). Sus 148.794 votos les han dado 7 diputados, y cada uno ha necesitado 21.256 votos.

En la provincia de Lérida, también JxC. 6 diputados, gracias a 77.695 votos: a 12.949 votos por diputado.

En la provincia de Tarragona ha ganado Ciudadanos. 6 diputados con 120.010 votos, 20.002 votos por diputado.

El voto en Gerona vale lo que 1,69 votos en Barcelona. En Lérida, 2,77 veces lo que en Barcelona, y en Tarragona 1,80.

La opinión de 100 leridanos pesa tanto como la de 277 barceloneses.

Y me parece bien. De hecho, los barceloneses tienen a 85 diputados para representarles y los leridanos sólo a 15: no parece que su opinión vaya a ser más importante que la de los barceloneses.

Lo que me parece mal es que los diputados se arroguen la representación de toda Cataluña. La mayoría supremacista puede decir que representa a Lérida y a Gerona, se han llevado 11 asientos de los 15 de los primeros y 12 de los 17 de los segundos. Pero no a Tarragona, pues ambos bandos se han llevado 9 de los 18 en juego, ni mucho menos a Barcelona, ya que sólo tienen 38 de los 85. La suma sí les da la mayoría, pero ya vemos que esa mayoría es sólo eso, una mayoría en un parlamento. Han tenido 2,063 millones de votos de los 4,36 millones de votos (escrutados el 99,89%), así que no han ganado en voto popular. Pueden gobernar como bloque ganador de las elecciones, pero no pueden decir que representan la voz de Cataluña, porque no es así.

Es lo que me parece mal. Y, sin embargo, pueden estar seguros de que lo van a hacer.




Franz Gruber - Noche de paz


 

martes, 19 de diciembre de 2017

Supremacistas




De un tiempo a esta parte no vengo pensando en ellos como separatistas, secesionistas o independentistas, sino como supremacistas. Pues en todos ellos subyace una misma idea: somos tan mejores, que no podemos mezclarnos con vosotros. Y si tú crees que no somos tan mejores, es que tú no eres uno de los nuestros.

Bien. El caso es que había escrito una entrada sobre mi análisis de la situación preelectoral, pero el otro día leí un artículo que glosaba a la perfección todo aquello a lo que le iba dando vueltas. Y decidí, una vez más, incluir el artículo tal cual en el blog, ya que, como he explicado a menudo, el objeto del blog no es ser leído ahora sinod entro de años. Con ese objetivo, el blog ha de ser registro de lo que ahora está pasando, justo al revés de lo que es la prensa, que no es sino lo que envolverá los bocadillos de mañana.

El artículo en cuestión, publicado en El Confidencial, recoge una charla pública de un colectivo de científicos catalanes (un colectivo específico, no una muestra escogida al azar de nuestros científicos):
España "desprecia la ciencia". Es un país "monolítico y oligarca" que "asfixia el libre pensamiento y la libertad creadora". Para someter a la sociedad bajo su yugo, ese Estado autoritario "lleno de vicios del franquismo" reprime a cualquiera que cuestione el orden establecido. Por eso es tan importante para la ciencia catalana que los partidos independentistas vuelvan a ganar las elecciones, porque si no "la alternativa sería el retorno al fascismo del PP y Ciudadanos, que no tienen escrúpulos en promover el exilio de nuestros gobernantes y su rendición incondicional. Es el fascismo que encarcela, hiere y censura. Como científicos, sabemos hacia dónde no tenemos que ir. Ante la ilusión de un país nuevo está la oscuridad del Estado español y la vulneración de los derechos humanos". 
Esta última reflexión es de Roderic Guigó, catedrático de Genética del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud (CEXS) de la Universidad Pompeu Fabra. Guigó es uno de los investigadores más prestigiosos en el ámbito de la genómica y la cara más visible del colectivo Científicos por la República de la ANC. Esas palabras no son una salida de tono exclusiva de Guigó, sino un sentir compartido por los científicos soberanistas, que este jueves organizaron una charla para explicar por qué es tan urgente huir de España e instaurar la República Catalana. Cerca de mil científicos e investigadores catalanes apoyan las tesis de este colectivo de la ANC creado en 2015, sostienen desde la entidad.

"España es un país más orientado a la agricultura y sus prioridades son las que son", suspiró resignada Alicia Casals, catedrática de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPF), doctora en informática y número 63 por Barcelona en las listas de Junts per Catalunya. Su compañero de ponencia Joan Cardona, jefe de la Unidad de Tuberculosis Experimental del Instituto Germans Trias i Pujol, abundó en esa misma tesis. "España es un país agrícola que se dedica a la caza y a atraer a jubilados, pero aquí [en Cataluña] no tenemos esa necesidad. Por eso la república nos permetiría aumentar la inversión en investigación y situarnos como un país puntero. Eso requiere de una libertad y una flexibilidad brutal y si seguimos en un estado dirigista nunca lo lograremos. En España no sabían ni lo que era la investigación hasta que el conseller Mas-Colell fundó el ICREA [Institución Catalana de Investigación Avanzada y Estudios Avanzados]".

Cardona glosó la mentalidad catalana y su capacidad para sobrevivir dentro de España, una cuasi dictadura asfixiante. "Por suerte tenemos ese carácter mediterráneo. No somos gregarios ni necesitamos líderes. Esa pluralidad ya intrínseca en nosotros es un valor. Nunca hemos tenido poder y la gente se ha tenido que espabilar, y ese es el caldo para que la investigación sea más esplendorosa y sea la base de la futura república", aseguró.

Cardona admitió que, por culpa de tantos años de control estatal, los científicos catalanes "están encorsetados" al igual que sus compañeros españoles. "La gente se autoengaña cuando cree que vive en un espacio de libertad. El franquismo puro y duro ahora está diluido y bien caracterizado en partidos de diseño como Ciudadanos. Vivimos en una ilusión al servicio de una oligarquía que solo piensa en su propio beneficio y le importa un bledo el progreso de la ciudadanía. Lo que quieren es que vayamos haciendo, como un rebaño", denunció el doctor.

En Cataluña hay unos 45.000 profesionales en el sector de la investigación en sus múltiples disciplinas, y los científicos de la ANC no albergan ninguna duda de que "la mayoría" apoya la independencia. Por el motivo ya expuesto: España es semejante cochambre que sería masoquista no querer salir. "Los científicos españoles también se separarían de España si pudieran. Muchos vendrían a Cataluña, ya han venido hace poco algunos científicos del CNIO a Barcelona porque allí no podían seguir. Es una pena que los españoles no se puedan ir de España porque es un país que no se puede reformar", opinó Guigó. Y atizó acto seguido: "España y racionalidad son conceptos antitéticos".
Según Casals, "los científicos españoles lo pasan igual de mal. Pero entre muchos se ha producido cierto acomodo, quizá no se han preocupado" de las penurias que vive la ciencia en España. “Si tienes la iniciativa [como en Cataluña] te coartan, pero si no la tienes pues no te afecta", argumentó la catedrática para tratar de explicar por qué la comunidad científica catalana a priori se muestra más rebelde y está más desquiciada que la española.

En ese sentido, los científicos por la república consideran que la clase política catalana es infinitamente más abierta y avanzada que la española y por eso saben que en un estado propio el presupuesto para I+D en relación al PIB sería muy superior al actual. "Habrá que cambiar la mentalidad de los profesionales, ya que solo han vivido dentro del sistema español, pero eso se consigue con una ley de investigación que evite esos vicios e ineficiencias. Crear un marco legal flexible, mejorar la fiscalidad, reformular el funcionariado porque es un modelo que no funciona. Sabemos todo lo que no debemos hacer y ese es un buen punto de partida", enumeró en la informática y candidata de JuntsxCAT. Por ejemplo, los hospitales públicos o el propio CSIC "han heredado esa estructura española monolítica que habría que romper".

El cuarto ponente fue Joan Bagaria, profesor de investigación de ICREA, la joya científica de la Generalitat. Antes de entrar en materia, Bagaria emitió un lamento y una sospecha: "La investigación es importante pero hoy está en riesgo la dignidad y libertad de este país. Estamos a una semana de unas elecciones en las que nos jugamos mucho sin una mínima garantía democrática, vamos a poner una vela a Santa Rita para que todo salga bien. En Cataluña debemos ser optimistas, no nos queda más remedio".

Como ejemplo de que España es un lastre para el despuntar científico y tecnológico de Cataluña, Bagaria puso al propio ICREA. "Es un centro de altísimo nivel, ha salido muy bien porque los catalanes, como aquí no nos dan nada, hemos aprendido a buscarnos la vida. Cada investigador genera 288.000 euros al año. Esto se intentó replicar en Madrid y el fracaso fue total. En el País Vasco salió a medias".

Según este investigador, es ilustrativo que Cataluña acapare un 50% de los fondos que el European Reserch Council (ERC) destina a España. Un modelo de éxito que, lejos de iluminar al resto de centros españoles o al propio Ministerio de Economía e Industria, es motivo para la envidia. Como sentenció Guigó, "España, antes que replicar el ICREA, es capaz de destruirlo si ve que nos funciona. Es muy triste".

Una decena de profesionales asistieron al acto organizado en el Espacio Vilaweb. Todos con ideas por la república pero con un temor muy íntimo: el auge de Ciudadanos. Como confesó una bióloga de la Agencia Catalana de Salud, "tengo pesadillas con Ciudadanos, las universidades deberían estar cada día en pie de guerra en el calle. Cada día nos prohiben, cada día nos sancionan, ¿estamos en Cataluña o en Corea del Norte?", exclamó. A lo que se sumó otro profesional del hospital de Bellvitge consternado por el temor de que "la mitad" de su centro hospitalario vote a Inés Arrimadas.

Y es que aquí no tenemos a políticos en campaña electoral (por cierto que me hace gracia cómo disculpan las meteduras de pata de Iceta: "es algo que ha sido dicha en una campaña electoral", como diciendo "no pretenderá usted que lo que se dice que se hará, en una campaña electoral, vaya realmente a hacerse, ¿verdad?). Tenemos a científicos haciendo una presentación de algo, o lo que quiera que fuese esa charla. No hablamos de julais sorprendidos por la calle y a los que se les pone un micro en la boca para que digan lo primero que se les ocurra, sino a personas con la cabeza bien amueblada, rigoristas en su trabajo y que han meditado bien lo que quieren decir. 

Y el caso es que las afirmaciones vertidas no chocan lo más mínimo con la realdiad del día a día aquí. Al contrario, evidencia porqué aquí se quiere aplicar dos tamices distintos, uno grueso para ellos y uno fino para los demás. Por ejemplo. Por qué para ellos rigen unos principios y para los demás otros (incluyendo la discusión sobre este principio fundacional).

Por otro lado, y casi en un nivel anecdótico, no puedo dejar de darme cuenta de lo catalanes que son los apellidos de los cuatro figuras, auqnue dudo que alguno de ellos esté entre los 50 más habituales en estos lares. Seguro que si les pregunto a ellos la razón, la tendrán clara: los "españoles" no se inclinan hacia la ciencia, son más de ser peones o analfabetos, al contrario que ellos, "los catalanes", que sí son personas cultas, educadas y con interés. Yo creo que más bien es que ya se encargan "ellos" de que ninguno de "los nuestros" destaque o alcance algún cargo. ¿Por qué? Por su supremacismo, claro está.
En fin, pasado mañana elecciones. No servirá de nada, porque Cataluña no tiene ya remedio. A los supremacistas blancos del Sur norteamericano les dieron una buena paliza hace cienco cincuenta años, cien después casi seguían igual, y aun ahora hay mucha diferencia de ser blanco a ser negro, allí.




Yes - Owner of a lonely heart

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Froome se dopa




Lo escribí con toda la claridad que pude: Chris Froome se dopa. Ahora parece que ha dado positivo en la Vuelta a España que "ganó". Él dice que el salbutamol lo toma porque es asmático, y que los días en los que dió positivo... tuvo mucha asma

No vi la Vuelta. No quise verla, no trago a Froome. Tampoco seguí el Tour, por lo mismo y al igual que los últimos años. Froome se dopa, y todo el mundo mira hacia otro lado. ¿Qué pasará ahora? A lo mejor le perdonan. Puede que le quiten la Vuelta. Si hicieran como con Contador, deberían quitarle la vuelta y dos Tours: no se atreverán. Con Contador sí, le tenían ganas por español. Con el británico no.

Pero se dopaba. Recapacitemos: el muchacho es un enclenque enfermizo que tiene asma. Le cuesta respirar. Por lo que tengo entendido, es un tipo de asma que le aparece en las montañas, cuando hace mucho esfuerzo. Y, claro, si compitiera en igualdad de condiciones los demás muchachos le ganarían. Porque no tienen asma, son muchachos sanos. Así que él está autorizado a tomar sustancias que mejoran su rendimiento y gracias a las cuales no sólo compite con los otros chicos, sino que les gana insultantemente. Les avasalla. Todo el pelotón, todo el entorno del ciclismo, sabe que nadie puede con Froome. Que es más fuerte que los demás, que sube mejor que andie, que va más rápido. Gracias a los productos que toma, reconoce él mismo, porque si no tomara esos productos, se ahogaría, apenas podría dar pedaladas.

¿Hace falta explicarlo más claro?


Un dato que me llama la atención es que si le quitaran la Vuelta a Froome, el ganador sería Nibali. Que además de decir lo habitual en estos casos, ha dicho que le extraña lo de Froome porque él también es asmático, y aquellos días no necesitó tomar Ventolín porque llovió y no les hacía falta

Yo, lo dicho. Hace tiempo que no sigo el ciclismo. Igual cuando echen a Froome lo retomo, hasta entonces no me toman más el pelo.




Dick Dale & the Del-Tones - Misirlou

viernes, 8 de diciembre de 2017

Un interés que empezó con un Tocón




En contra de la opinión de algunas personas, los reyes godos son anteriores a mi época. 

Por supuesto, yo no tuve que aprender de memoria en el colegio la lista de los reyes godos pero sí es cierto que nos enseñaron la lista de cuáles eran. No la recuerdo entera, claro, pero si me dicen un rey godo, me suena. Si me hablan de Sisebuto o de Suintila, los tengo identificados, pero a bote pronto no sabría decirles nada más sobre ellos. Un día lo haré, porque ahora con internet es muy fácil encontrar información sobre todo, y no sólo la historia de los reyes godos es muy entretenida (aunque nadie lo diría), sino que además casi todos tienen muchas historias muy curiosas que contar.

Pero ahora no se trata de hablar sobre los reyes godos.


1.- La arquitecta

Hace no mucho hablaba con una arquitecta de 28 años educada en Alicante y le contaba (o le quería contar, mejor dicho) que el Código de Hammurabi ya establecía las penas a aquellos constructores cuyos edificios se hunde. Mi problema estribaba en que la moza no sabía quién era Hammurabi. Al explicarlo resultó que ella no sabía quiénes fueron los sumerios, los acadios, los asirios y los babilonios; tampoco los hititas o los fenicios. No sabía nada de lo del Tigris y el Éufrates. Como justificación, me dijo que a ella le habían enseñado la Historia a partir de los Reyes Católicos. 1492. 

Pero la cosa no acaba ahí: la conversación derivó a un punto en el quise explicarle las distintas fechas que establecían qué era Edad Media y qué era Edad Antigua, qué era Prehistoria... y la moza no sabía qué era la Edad Media o qué era la Edad Antigua. Quiero decir, realmente no sabía qué significaba Edad Media: me preguntó si la Edad Media era antes de, por ejemplo, los romanos. Como quien responde por si suena la flauta. Más adelante, cuando le dije que Julio César conquistó la Galia en unos 7 años, ella me preguntó si luchaba contra los musulmanes. Ya saben, cuando en una conversación uno no quiere pasar por tonto e intenta meter baza de vez en cuando con alguna afirmación que demuestre que algo sí que se sabe.

Y no sólo eso: sobre muchas otras cosas lo desconocía todo. Había oído "la expresión" Rómulo y Remo, pero no sabía que eran. No sabía nada de los cartagineses, ni sabía por qué Cartagena se llama Cartagena.

No sabía la Historia Antigua de España. 


2.- Tocón

No sé si en alguna otra entrada he hablado de Tocón. De los libros de Tocón, quiero decir.

No recuerdo bien cuándo fue. Tengo vagos recuerdos, me parece que aquel día estaba enfermo, pero por la imagen en mi memoria de llevárme mi parte a una habitación en concreto, diría que ocurrió antes de la reforma de mi casa; yo tendría entonces, pongamos, ocho años. El caso es que un día llegó mi madre con (o trajeron a casa, tando da) una colección de libros de Tocón. Libros de tapa dura, por supuesto, con sobrecubierta y todo eso, pero eran libros infantiles (para la época): contenían algunas ilustraciones. La colección constaba de 12 libros, y me van a permitir el alarde, pero para regocijo de mis hermanos mayores voy a enumerar los que eran (sin clavar el orden).

  1. Tocón en las cruzadas
  2. Tocón y los vikingos
  3. Tocón en el Renacimiento
  4. Tocón con Aníbal
  5. Tocón en las cavernas
  6. Tocón en el Polo
  7. Tocón policía
  8. Tocón y el emperador
  9. Tocón y los piratas
  10. Tocón en las carabelas
  11. Tocón en las Termópilas
  12. Tocón y Gengis Kan
Es posible que me equivoque en alguno de ellos, no todos me gustaron. Pero no sé si captan la idea: Tocón, el protagonista, aparece en cada libro en un hecho histórico (salvo el de Tocón policía, que es un policiía de la Suretê).  El esquema en todos los libros es siempre el mismo: Tocón es un personaje anodino, uno que pasaba por allí (nunca sabe cuál es su origen y siempre es pelirrojo, lo que lo aún más extraño), pero por alguna extraña razón se ve envuelto en los acontecimientos históricos y los presencia en primera fila. Por ejemplo, en Tocón y el emperador lo reclutan para el ejército francés, progresa hasta convertirse en guardia de corp de Napoleón, forma parte de su escolta en la isla de Elba y lucha en Waterloo. 

El caso es que en aquel momento en casa éramos tres hermanos lectores (es posible que el cuarto hermano, ni mucho menos tan lector, fuera demasiado pequeño para la que se le vendría encima), y mi madre nos repartió los doce libros entre los tres. A mí me tocaron (o me llevé) el de las cruzadas (qué malo era), y los tres mejores: Aníbal, Gengis Kan y las Termópilas. Que todos leímos todos, faltaría más, pero cada uno cuidaba los asignados como suyos.

Esto del reparto quizá merezca una explicación adicional. Siendo muchos hermanos muy seguidos, lo normal es que no hubiera para todos. Si llegaba algún tebeo a casa, o dos, o tres, rápidamente cada uno se pedía el turno para leerlo: "primero para el Tiovivo y tercero para el Pulgarcito", por ejemplo. Al que lo leía primero se le consideraba el titular. Responsable de mantener el orden de lectura establecido (que nadie se los saltara), de recogerlo cuando andie lo estuviera leyendo, de cuidarlo. De ahí que nos repartiéramos los libros; yo guardaría y cuidaría mis cuatro libros asignados, y a cambio sería el primero en leer esos, los demás tendrían que esperar que los acabara.

Como para entonces yo estaba (era un niño) muy impresionado por la película "El león de Esparta", sobre la batalla de las Termópilas, yo estaba totalmente predispuesto para leerme esos tochos de novelas históricas. ¡Y vaya si lo hice!

Una consecuencia imprevista de los Tocones es que los tres pasajes históricos se convirtieron, y ya para siempre, en mis favoritos. Para mí, fueron las mayores gestas de la Humanidad. 

Y lo que más me impresionó fue el final de "Tocón con Aníbal", con Aníbal portando el cadáver del héroe que acababa de morir (en la realidad se suicidó, en la novela no lo recuerdo).

Una consecuencia adicional, ya que estamos, es que desde entonces, para mí, los romanos siempre fueron los malos.


3.- Amílcar

Al principio de mi andadura en el blog les escribí una entrada sobre Agatocles (no sobre Agatocles, sino usando la figura de Agatocles para presentar una idea, pero ahora no importa). Agatocles es todo un personaje y quizá algún día escriba sobre él, en este momento baste decir que era un caudillo de Siracusa en su lucha contra los cartagineses. Siracusa era una ciudad griega en Sicilia, en aquel momento la ciudad más importante del mundo griego (decadentes ya Esparta, Atenas y las otras), y Cartago era la potencia rival, que dominaba todo el Mediterráneo occidental. Cartago era una potencia porque, aunque fenicia, no se había involucrado en las luchas seculares que asolaban (y asolan) Oriente Próximo. Cosas de la paz.

El caso es que griegos y cartagineses, durante cientos de años, se las estaban teniendo tiesas en Sicilia. De vez en cuando salía un caudillo capaz, como Agatocles, y un bando se imponía al otro, pero poco a poco los cartagineses eran los que se iban imponiendo. Y en éstas, Roma metió sus narices. Empieza la primera guerra púnica.

La primera guerra púnica es como la primera guerra mundial: algo inevitable, que se veía venir, y que empezó por una nadería, un error que no debía haber ocurrido. La segunda guerra púnica, como la segunda guerra mundial, empezó por el odio del vencido al vencedor y por las ruinosas condiciones de paz que había establecido el vencedor. Y tercera guerra mundial no ha habido, pero la tercera guerra púnica fue por el odio del vencedor hacia el vencido: querían exterminarlos, que desaparecieran de la faz de la Tierra para siempre.

Bien, la primera guerra púnica duró 25 años. Habría durado muchos menos si hubiera comenzado unos años más tarde: habría pillado a Amílcar Barca más mayor, no tan joven, y éste se hubiera puesto al frente del ejército cartaginés mucho antes. Pero empezó cuando empezó, y cuando Amílcar obtuvo el mando ya Roma había aprendido.

En los 1.200 años de Roma, dos hitos cambian el curso de su historia. Uno, obviamente, es el asesinato de Julio César y el fin de la república; el otro es la primera guerra púnica. Antes de ésta, Roma era una ciudad que había dominado a sus vecinos primero, a toda la península al sur del Po en aquel momento, pero que no iba más allá. Por ejemplo, no tenía barcos. No era un pueblo comerciante, sino labrador.  Podríamos decir que "no se metían con nadie". Fuera de la península, insisto. Pero sólo hay 3 km de la península a Sicilia. 

En principio, la guerra púnica parecía un choque desigual, la poderosa Cartago, nada menos. Pero las naciones tienen su personalidad: España tiene su personalidad, Francia la suya, Alemania la suya, Inglaterra la suya, y Roma tenía la suya. Cartago, para hacernos una idea, hasta Agatocles no tuvo murallas. ¿Para qué iba a tenerlas? Roma, en cambio, llevaba siglos en luchas de ganar o morir. Yo no sé qué fue, pero la república romana jamás se rendía; siempre se levantó y continuó. En el caso de la guerra púnica, Roma no tenía barcos. No sabía construir barcos, no navegaba. Eran agricultores, caramba. Pero para luchar contra Cartago tuvo que aprender a construir barcos, y tuvo que aprender a navegar. Tuvo que aprender a luchar contra una ciudad poderosa, y lo hizo. Luchó. Puede que no ganara, pero no retrocedía. Como la primera guerra mundial entre Alemania y Francia. Luego llegó Amílcar y con él las victorias, pero Roma no se rendía. Y Cartago no era un pueblo de agricultores, sino de comerciantes. El poder de Cartago estaba en su comercio, y 25 años de guerra lo estaban deshaciendo. Más aún, los romanos eran su propio ejército; los cartagineses, ricos y refinados, no: pagaban a otros, a mercenarios de todas las naciones, para que lucharan por ellos. Y eso costaba dinero. Para cartago, las guerras eran la ruina, no negocio. Así que no les interesaba seguir y, a espaldas de Amílcar, firmaron la paz con Roma.

Eso sí, no sabían con quién estaban firmando. Como los franceses en 1919, las condiciones romanas fueron leoninas. Y Amílcar se fue de Cartago. 

Se fue a España, con un pequeño ejército de cartagineses, en principio para expandir el dominio de Cartago más allá de la zona de influencia romana. La mala noticia es que murió. La buena noticia es que con él se había llevado a su hijo Aníbal.



4.- Aníbal

Aníbal Barca es el mayor genio militar que ha habido nunca. Y no sólo porque saliera en Tocón. Su desgracia fue que era cartaginés.

Aníbal odiaba a Roma, y la lucha de Aníbal contra Roma fue la segunda guerra púnica. Las diferencias de la primera con la segunda podemos reducirlas a tres: ahora, había un cartaginés capaz al mando desde el principio. Segundo, el objetivo del cartaginés no era defenderse de Roma o mantener Sicilia, sino destruir a Roma. Y, tercero... Cartago ya no tenía barcos. Al igual que Alemania tras 1919, por el tratado de paz con Roma Cartago se había quedado sin armada. Así que Aníbal, que estaba en España (en Cartagena, Cartago-Nova, ya puestos), tuvo que ir a Roma a pie. La famosa gesta de cruzar los Alpes con un ejército de elefantes.

El cruce de los Alpes fue algo increíble, que espero desarrollar en otra entrada para no alargar ésta en demasía. Quedémonos con que cruzó los Alpes y el Po. Los romanos le enviaron ejército tras ejército, y él los derrotó a todos. Ticino. Trebia. Trasimenos. Cannas, donde con sus 40.000 hombres venció a un ejército de 76.000 romanos: 52.000 muertos y casi 20.000 prisioneros. El tipo llegó hasta Roma. Lo que pasa es que los romanos aún tenían tropas, y Roma era una ciudad amurallada. Aníbal no podía tomarla con lo que le quedaba de ejército tras tanto viaje, tantas heroicidades y tantas batallas. Necesitaba refuerzos, los pidió y esperó.

Y esperó, y esperó.

Aníbal, de hecho, no confiaba en su ciudad, en Cartago. Pero sí en su hermano Asdrúbal, que había dejado en España y tenía tropas allí. Lo que pasa es que los romanos daban para todo, y habían enviado un ejército al mando de Publio Cornelio Escipión a España y además interceptaron a Asdrúbal en Metauro, en el norte de Italia. Asdrúbal no era Aníbal, y perdió. No iba a recibir refuerzos, de España. Como mucho, de Cartago. Pero Cartago era ruin y mentecata, y no los envió. Al no hacerlo, Escipión pudo ir a Cartago. ¡Ay, amigo, eso son otras palabras! ¡Que vuelva Aníbal! Y Anibal volvió, pero el ejército que tenía en Italia no. Porque a esas alturas de la partida, cartagineses, en su ejército, le quedaban pocos, y la mayoría eran galos y gente así que había ido reclutando por el camino a Roma. Para más inri, para entonces Cartago ya se había rendido a Roma, pero como las condiciones romanas eran tan leoninas o más que tras la primera guerra, los cartagineses creyeron que Aníbal les salvaría y reanudaron la guerra. 

La batalla de Zama, a las afueras de Cartago, fue la batalla que perdió Aníbal. Casi venció, pero digamos, simplemente, que era una batalla que Aníbal no podía ganar.

Acabada la guerra, Cartago lo perdió todo menos la vida. Eso se la quitaron en la tercera guerra púnica, unos años después; una guerra que provocaron romanos viejos que se acordaban de Aníbal, y que les aterraba que un día Cartago se rehiciera. Mejor prevenir: fieles a su estilo, acabaron con todos y demolieron la ciudad. Fue el final de Cartago en la historia.


5.- La república de Roma

Sin embargo, y aunque desde niño me han caído mal, cuanto más aprendo de los romanos más me asombran. Los 500 años del Imperio no, me parece un periodo lamentable, pero los 500 años de república... ¡Ah, la República de Roma!

Cuando yo era chaval, veo que ahora ya no, en el colegio se estudiaba el sistema político de la república romana. Cónsules, pretores, cuestores, ediles, tribunos, todo eso. Pero no lo suficiente: creo que se debería estudiar más a fondo, extraer conclusiones, aprender de ello. Porque Cartago no es más que un pasaje en la Historia, pero la República de Roma... 500 años de éxito no se dan así como así. Es necesario entender qué pasó, qué la hizo grande, qué la destruyó.

Además, la República tenía algo que hizo a los romanos triunfadores; tenía que ser algo inherente a la república, porque luego el Imperio los convirtió en decadentes. Quizá fuera su sistema político, no se me ocurre otra cosa. Desde luego, eran crueles: mataban y exterminaban a pueblos enteros sin ningún escrúpulos. También eran rencorosos e inmisericordes: sus condiciones, cuando ganaban, eran demoledoras. Siempre se condujeron con orgullo y se comportaron como ganadores antes de empezar los conflictos: a menudo sus leoninas condiciones eran para no empezar las guerras. Sea como sea, el caso es que no abundaron los casos de pueblos que se quisieran quitar de encima el yugo romano: salvo los judíos, que son otros que también hay que echarles de comer aparte, no sabría decir ningún ejemplo. Así que algo tendrían.

Roma, como Inglaterra, siempre me han intrigado. ¿Cuál es la clave de su éxito? No es algo coyuntural, como España o Francia. Es algo en sus sociedades, que las hace triunfar frente a las demás. ¿Qué era? No lo sé, y me gustaría saberlo. 

Sea como sea, pienso que estudiamos poco la república romana. De hecho, nos concentramos (los que se concentran) en la parte peor, la de las guerras civiles, la época de Mario, la de Sila, la de Cicerón y la de su decadencia. Vale que es la más documentada, pero no es la parte que a mí me interesa. A pesar de las muchas páginas de gloria que en esa decadencia escribió.
 


6.- Mi arquitecta como botón de muestra 

Cuando lo pienso, me cuesta creer lo de mi arquitecta. Que no tuviera ni repajolera idea de la Historia anterior a 1492. Pero yo estuve allí, y la conversación fue real, fue franca. No hubo interés en ocultarme su sabiduría, en tomarme el pelo. De verdad que ella no sabía. 

Si esto me ocurriera con un peón en una obra, pensaría que esa persona no asimiló los conocimientos que le mostraron en la escuela. Pero no, hablamos de una persona con una titulación superior, con un máster. La clave es que es una persona joven, menor de treinta años. Es, pues, de lo mejorcito que consigue nuestro sistema educativo.

Sin embargo, no saber Historia es tremendamente dañino para la persona. El que no sabe Historia no lo creerá, como el sordo no puede entender el placer de escuchar música. Pero lo es. No sabiendo, la formación de esa persona es incompleta. Su visión del mundo es reducida, es como si viviera en una celda y no supiera nada del mundo exterior.  Y viene al pelo, en este momento, recordar una frase del romano Cicerón: "Si ignoras lo que ocurrió antes de que nacieras, siempre serás un niño".

En mi entrada sobre Agatocles animaba a conocer más de la Historia. Es divertida, es entretenida, es enriquecedora y aprenderla nos da la sensación de ser mejores que antes, de saber más, de no haber perdido el tiempo. Pero es una afición que hay que sembrar desde la infancia: mi arquitecta, me temo, nunca se interesará ya por saber Historia. Es imposible no pensar que nos encaminamos hacia una sociedad más pobre, menos desarrollada.

Y no, no veo Tocones por ahí, en las casas de nadie ni en las librerías. Ayer estuve en una, y no vi, en la oferta infantil, nada parecido. Sí vi los libros que en mi época serían para nilños de tres, cuatro y cinco años. Pero Tocones, ninguno.

No vamos bien.




Eddie Cochran - Summertime blues