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sábado, 14 de septiembre de 2024

Natalidad en España: números para pensar

https://www.youtube.com/watch?v=XeJFBwwYzVw 

 

 

Entro en la web del INE, y extraigo unos datos:


Este gráfico es el número de nacimientos en España entre 2008 y 2022. 

El gráfico no distingue por la procedencia de los padres. Lo que sí permite la web discriminando por nacionalidad (algo es algo) es la población por edad. Entre los 0 y los 14 años, ésta es la población española el 1 de enero de 2023 (ese día todos los nacidos en 2008 tenían 14 años):

Que cada vez nacen menos niños es evidente; que el bajón está siendo muy importante, también. Un dato curioso es que en la tabla de los que tienen nacionalidad española los nacidos en 2008 superan a los nacidos en 2022 en una proporción de 1,68:1, mientras que según la tabla de nacimientos esa proporción es de 1,58:1. ¿Acaso la proporción de los españoles entre los nacimientos es cada vez menor? La web no me proporcionó, o no pude averiguar, cuántos niños tenían la nacionalidad española en el momento de nacer y cuántos descienden de, digamos, abuelos españoles, pero lo que sí he podido establecer es el ratio de los que el 1 de enero de 2023 tenían nacionalidad española respecto a los nacidos en su año. Este gráfico:

 

Hasta 2017 podemos decir que aproximadamente el 90% de los niños nacidos en España tenían la nacionalidad española. A partir del 2018 (no sé si es casualidad que el Gran Líder llegara al poder ese año y cambiara la política inmigratoria) la ratio se desploma, con un divertido repunte en el 2021, supongo que por el confinamiento general del 2020, no en vano 100 días sin poder salir de casa puede tener efectos secundarios.

Primeras conclusiones: 

- El número de nacimientos se está desplomando. Y cada vez se desplomará más rápidamente. Porque cuando los pocos niños que nacen ahora sean los que tengan que ser padres, la ausencia de los que no han nacido se notará de verdad. Podemos ser muchísimas personas, pero si todos somos abuelos la cosa se acaba rápido.

- Aunque cada vez el ratio de niños no españoles sea mayor (y no entro a si eso nos gusta o no), la tendencia no se corrige. Quizá si se produjera una auténtica invasión, una entrada descomunal de inmigrantes con ganas de procrear...

 

Pero hay más reflexiones que hacer.  Por ejemplo, ¿por qué perdemos el tiempo en lo que lo estamos perdiendo? Piense en los asuntos que copan la conversación pública. ¿No le recuerda a los bizantinos, peleándose entre sí por el sexo de los ángeles mientras los ejércitos otomanos llegaban a las murallas de la ciudad?

Veamos este mapa:


Representa el número de nacimientos en cada provincia por cada mil habitantes (he quitado los datos de Ceuta y Melilla). Llaman la atención Teruel y Guadalajara. Tal vez lo de Guadalajara sera por el corredor del Henares (vivienda y trabajo para quienes estén dispuestos a alejarse de Madrid), pero lo de Teruel tiene que ser que allí los jóvenes están mas concienciados que los del resto de España, digo yo.

Los números no son muy altos. Hagamos una simulación simplificada en, por ejemplo, Zamora. La tasa de natalidad es de 4,25. Supongamos la tasa constante en el tiempo. En un pueblo de 4.000 habitantes nacerían 4x4,25=17 niños al año. Supongamos que la edad media de la población es de 85 años; estadísticamente hablando, una persona vería morir a todos los que nacieron antes que él a lo largo de esos 85 años, a un ritmo de 47 personas al año. ¿Cuántas personas habrían nacido en esos 85 años? Si la población del pueblo se mantuviera constante, 85x17=1.445. A lo largo de la vida de esa persona, la población habría pasado de 4.000 a 1.445, pero eso sería si el número bruto de nacimientos se mantuviera constante, y no: cuanta menos población, menos nacimientos. De hecho, si fuera la tasa lo que se mantuviera constante nacerían 934 personas en esos 85 años. La población habría pasado de 4.000 a 934. Pero tampoco esto sería real, pues cada año la población estaría más envejecida y por lo tanto la tasa de natalidad, es ley natural, iría disminuyendo. Y esta disminución... en fin, en Aragón hay cientos de pueblos que le pueden explicar lo que pasa.

Por lo tanto, la demografía debería ser el asunto más prioritario de todos los que nos ocupan. Y en serio. Antes de preocuparnos por dejar un planeta limpio a nuestros sucesores, deberíamos preocuparnos por que haya sucesores. Luego, si eso ya miraremos si el planeta estará limpio o no.


¿Y por qué es tan baja la natalidad? Es algo generalizado en nuestro tiempo y en nuestra cultura, así que la causa no son las circunstancias sociales, que cambian de un país a otro (las ayudas estatales, el mercado de la vivienda, etc.). De hecho, hay dos realidades distintas: por un lado, los que deciden no tener hijos. Huelga decir que son muchos más que antes, aunque solterones los ha habido siempre. Pero por otro lado, y creo que este grupo es el que tiene una verdadera incidencia en la caída de la natalidad, las familias que sí tienen hijos tienen ahora muchos menos hijos que antes: uno o dos, y ya está. Hasta el punto de que 3 hijos se considera ya, legalmente, una familia numerosa (y también una familia de ¡dos hijos! si los padres se han separado o no han llegado a casarse y legalmente no viven juntos). Cuando yo era chaval, una familia de 3 hijos era un mínimo: por una de 4 nadie arqueaba una ceja, pero tener sólo 2 se consideraba casi al mismo nivel de los que tenían hijo único o ninguno, un no poder haber tenido más.

Yo, hijo de una familia (muy) numerosa y padre de una familia numerosa, creo que todo se debe a una elección concreta pero inconsciente que todos hacemos: familia, o consumismo. La familia es frugalidad. A medida que ésta crece, supone muchos más gastos para unos mismos ingresos a repartir entre más personas (y problemas cotidianos: por ejemplo, con 2 hijos se puede ir a un parque de atracciones y montarse los 4, con 3 hijos no, y con 3 hijos se puede usar 1 coche, con 4 hijos el coche ha de ser especial). El que lo acepta crea o aumenta una familia. El que no está dispuesto, no. Es algo que he discutido con jóvenes en edad en la que antes ya se estaba en ello, y siempre me responden que el problema es la falta de vivienda, que en mis tiempos era fácil tener una y ahora no, y todo eso. El argumento no casa bien con el dato incuestionable de que los que tienen muchos hijos, en nuestra sociedad, no suelen ser los más adinerados, sino todo lo contrario. "¡Pero es que yo quiero que mi hijo tenga un mínimo nivel de vida!", se responde. ¡Ahora empezamos a centrarnos! Los jóvenes de ahora (y los de no hace tantos años) han crecido con un nivel de bienestar apreciable. Prácticamente no han conocido la frugalidad de sus padres y menos aún la de sus abuelos. Se les ha criado en comodidades y lujos, en mayor o menor nivel. Y ahora no están dispuestos a rebajar esas comodidades, porque las tienen consideradas como un mínimo vital. Esto no es exclusivo de los jóvenes de ahora: cada generación ha tenido un comportamiento similar con el efecto de que la natalidad bajaba continuamente. Y así hemos llegado a la situación actual.

En esta discusión existe el argumento por parte de los jóvenes de que las generaciones anteriores "lo tuvieron más fácil". Sin embargo, ninguno de ellos querría vivir con las condiciones y reglas que tuvieron que aguantar las generaciones anteriores. Igual es que fueron esas condiciones y reglas que soportaron sus mayores las que impulsaron a estos a  dar lo mejor de sí para salir de ellas.

Yo... no sé si la situación tiene mal arreglo o si no lo tiene. Lo que sí puedo decir es que si no ocurre algo muy, muy gordo, no se va a arreglar. Y no va a ocurrir. 




Rocío Jurado - Señora

lunes, 24 de junio de 2024

Traspasado el punto de no retorno

https://www.youtube.com/watch?v=Js8P0PKxmPA 

 

 

Leo en prensa que la tasa de hijos por mujer en España es de 1,15. Sabe el lector que los estudiosos de la cosa afirman que la tasa para reposición es de 2,3 hijos por mujer: los grupos que tienen una tasa mayor aumentan su población, los que la tienen menor envejecen y a largo plazo la disminuyen. Pues también afirman que 1,15 (la mitad de 2,3, no sé si guarda relación) es la tasa de no retorno: cuando ya no hay arreglo. Con esa tasa la inercia de la reducción de mujeres en edad fértil es ya imparable: aunque las mujeres tuviesen de nuevo una tasa de fecundidad alta, como cada vez serían menos la disminución de la población es inevitable.

Llevamos desde 1981 por debajo de la tasa de reposición, y los demógrafos llevan décadas avisando. Claro que los efectos tardan también décadas en notarse, por lo que no hace 20 años que la demografía es un problema de primer orden (es decir, un problema que se planteen políticos y medios de comunicación). Ahora es tarde.

Por otro lado, mi lectura en la prensa no lo precisa, pero entiendo que se refiere a la tasa de, digamos, el grupo social de españoles "de hondas raíces españolas". Y que el grupo social que va camino de la extinción es ése. El grupo social de, digamos, raíces mauras no parece que corra peligro. Entonces, ¿quiénes son los beneficiarios de las -a ojos de muchos excesivas por lo inasumibles para los paganini- ayudas a la natalidad? En esencia, los grupos sociales que sí están teniendo hijos, casualmente no el grupo social que queríamos ayudar. Porque las ayudas a ese grupo social no han servido de nada, y ya no van a servir.

 

 

Como saben, cuando un problema ya no tiene solución empieza la búsqueda de culpables. La excusa habitual suele ser económica: la carestía de la vida, la dificultad de conciliar familia y trabajo, el precio de las viviendas, la precariedad laboral,... Aunque esas excusas no explican que los funcionarios (con trabajo garantizado y un horario imbatible) no tengan hijos a mansalva, tampoco las familias con una situación económica desahogada, y que sí los tengan las familias más humildes. Se aduce también que la mujer ha de desarrollarse fuera de la familia, en funciones laborales; que primero está su carrera profesional y luego ya se dedicará a la maternidad cuando le convenga (aunque pocas veces, cuando eso ocurre, con más de 2 hijos como correspondería). En fin, ésas son las excusas habituales, y de ahí las ayudas. Como las ayudas no han funcionado, hemos de colegir que ésas no eran las causas verdaderas. Tampoco han funcionado, por cierto, en otros países donde las han dado con mayor fruición y cuantía, si cabe. Curiosamente, lo que sí han conseguido es que la población global aumente, pero no con las personas que se pretendían, creo que se me entiende.

La razón verdadera es el cambio de los valores morales. Hasta los años 70 (antes, en otros países, después en otros otros), la sociedad española tenía unos ciertos valores morales, una ética, unas creencias. Estos valores han ido cambiando y produciendo una sociedad muy diferente. Una consecuencia de esos cambios es que tenemos menos hijos.

Y, según parece, ya no hay vuelta atrás. Así que... ¿qué hacemos?

En primer lugar, lo que tenemos que hacer es reconocer la situación. Y la situación es que la caída demográfica ya no es un problema a resolver, sino una realidad con la que tenemos que convivir. El Atlántico es cada vez más ancho y nosotros tenemos cada vez menos hijos y vamos a ser muchos menos. Dicen los estadísticos que la tendencia es que el año 2100 (dentro de 75 años) en España sólo haya 16 millones de españoles autóctonos. Démoslo como hecho, y actuemos en consecuencia: preparándonos para lo que va a ser.

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza si le digo que seremos 16 millones de españoles? Le diré lo que debería: la deuda pública de España es de ~1,600 billones de euros. Tocarán a 100.000 euros por cabeza, más la deuda propia que tenga cada españolito. Eso, si la deuda no aumenta (disminuir, no parece que lo estemos haciendo). Si le dicen a usted que debe, aparte de lo suyo, 100.000 euros más por boca que viva en su casa, ¿cómo reaccionaría? Pasado la sorpresa y el lógico enfado (de momento, no nos estamos enfadando: las políticas que se basan en el aumento de la deuda pública son las que ganan las elecciones), seguro que decidirá apretarse el cinturón. Recortar gastos.

¿Y qué gastos recortar? ¿Por dónde se empieza? Mi sugerencia: por las ayudas a la natalidad. Porque, ya se ve, no funcionan. No ayudan la natalidad que queremos ayudar. Las españolas no tienen un hijo porque les paguen 500, 1.000 ó 1.500 euros. Un cheque bebé no hará que se lancen a parir. Que les subvencionen los pañales, los chupetes o las guarderías tampoco. Y eso que subvencionar las guarderías es una pasta enorme; pero esa pasta enorme supone que nos gastamos el dinero en subvencionar guarderías en vez de en disminuir la deuda, y la aprovechan madres que de todas maneras tendrían los mismos hijos y que me temo que no son las madres que teníamos en mente al decidir las ayudas. Prefiero que ese dinero vaya a becas a la excelencia estudiantil: que ningún buen estudiante no pueda por dinero estudiar lo que desee. A la larga, seguro que rinde más.

 

 

En fin. 1,15 hijos por mujer significa, según los demógrafos, que ya no hay recuperación posible. No es que nuestro grupo social esté camino de la extinción, es que está extinguiéndose.

Miro ahora por la ventana, y no veo niños.

 

 

Bee Gees - To love somebody (versión de Suzy & the Sissies)

domingo, 10 de diciembre de 2023

Proyecto Artemisa

https://www.youtube.com/watch?v=9X_ViIPA-Gcr 

 

 

Artemisa es una de las principales diosas del panteón griego. Siempre me ha asombrado que se tilde de machista a un pueblo que tiene a mujeres entre sus principales dioses, pero eso no viene ahora al caso. Que Artemisa fuera la diosa de la caza, la virginidad y en general de las mujeres tampoco. Aquí se trata del Proyecto Artemisa.

Acostumbrados como estamos a las mezquindades nuestras de cada día, no nos damos cuenta de que es cierto, sólo son eso: mezquindades. Nada de lo que nos atañe importará dentro de cien años, y los más importantes de entre nosotros apenas serán unos renglones en vete tú a saber qué libros. Por fortuna, hay algunos que sí viven pensando en el futuro de todos dentro de cien años.

Por ejemplo, ir a Marte. ¿Seremos capaces de viajar con "normalidad" a Marte dentro de 100 años? Hace más de 50 que se llegó a la Luna, y aunque técnicamente se sería capaz de volver a pisarla, no podemos decir que un viaje a la Luna sea hoy normal. Pero si comparamos la situación actual con la de 1923: los vuelos con los escasos turistas "espaciales" son asimilables a la situación de los aviones entonces, y ya ven ahora. Pues si la Técnica avanza de manera acelerada, ¿acaso no sería una realidad entonces?

Pero no se puede ir a Marte sólo con desearlo. Hay que aprender a hacerlo, hay que desarrollar las técnicas adecuadas, hay que... hay que recorrer todas las etapas necesarias. Hay que gatear y luego andar antes de poder correr. Ese recorrido de las etapas, al menos de las primeras etapas a partir de ahora, es el Proyecto Artemisa. Una serie de misiones, cada una de mayor dificultad que la anterior, con el objetivo, de momento, de llevar a cabo exploraciones humanas en la Luna y futuro de viajar a Marte.

Actualmente está en marcha la misión Artemisa I.

El año que viene, en principio en mayo, Space X (sí, la compañía privada de Elon Musk de la que todo el mundo se reía cuando hacía sus pruebas hace unos años y cada vez que tiene un fracaso; luego, que no se queje la gente dentro de unas décadas porque unas pocas empresas acaparen todo el negocio de los viajes espaciales y no se pueda competir con ellas) llevará los primeros módulos de lo que se espera que sea una estación espacial pero en la órbita lunar. Un primer paso. Más adelante, se llevarán astronautas a esa estación y habrá unas lanzaderas que los bajarán a la Luna y vuelta, así los transportes se especializan cada uno en una cosa.

¡Un momento: vamos a crear un satélite de nuestro satélite!

La nave que hará el viaje hasta la estación lunar será la Orión. De momento, en un vuelo de prueba ha batido el récord de lo más lejos que ha llegado una nave que ha de ser tripulada por humanos; en ese periplo tomó esta preciosa fotografía con la nave, la Luna y más allá la Tierra:

Una vez "normalizada" la presencia en una estación orbital lunar, el paso siguiente (se habla de 2028) será crear una estación estable en la Luna misma.

Y hasta aquí puedo leer. Supongo que luego se intentará llevar astronautas a Marte con billete de regreso, luego montar una estación orbital marciana y luego una base en la superficie; la misma estrategia que en la Luna. Tal vez dentro de 100 años... Sí, ¿por qué no?

De momento, la misión Artemisa I ha sido llevar la Orión hasta allí y volver. Un vuelo de prueba, no tripulado. Del 25 de noviembre al 11 de diciembre de 2022. El año que viene para estas fechas, si todo va bien, despegará la misión Artemisa II: 4 astronautas (un negro y una mujer entre ellos, todos tranquilos), que no bajarán a la Luna pero sí la rodearán. A fin de cuentas, no pisa la Luna nadie desde 1072, y estamos un poco desentrenados.


Luego vendrán Artemisa III, Artemisa IV, etc. Ya veremos cómo evoluciona todo esto.

En fin, yo no iré a Marte (ni a la Luna), pero me alegra saber que hay gente que está pensando en ello. Como he dicho, las miserias nuestras pasarán y se olvidarán, pero los pasos que ellos están dando son necesarios para lo que el futuro tiene que ser. Y si alguna vez lee en los diarios o escucha en las noticias algo del proyecto Artemisa, preste atención. Es de lo más interesante que está haciendo la Humanidad ahora mismo.



Meat Loaf - I'do anything for love (but I won't do that)

jueves, 16 de noviembre de 2023

El futuro es imparable

https://www.youtube.com/watch?v=06o-EYH9svs 

 

Paradoja de Fredkin: cuanto más similares parecen dos opciones menos debería importar la decisión, pero más difícil elegir entre ellas. Como resultado, a menudo pasamos la mayor parte del tiempo en las decisiones que menos importan.

 

 

 

A estas alturas de la película, es que da igual. Ya no cabe discutir sobre el BIM, sobre si es bueno o malo, sobre sus ventajas o desventajas. El tiempo para discutir ya pasó, y se decidió que sus ventajas superaban a sus desventajas. Ahora, el BIM es lo que va a ser y es ya indiscutible. Hay que reconocer cuándo se ha perdido, y seguir adelante.

Así que toca aceptar el BIM y sacarle el máximo partido. Y para ello hay que entenderlo verdaderamente. Ahí es donde falla la mayoría de las personas, y es lo que quiero explicar.

El BIM es modelar en el ordenador lo que se quiere construir. Antes del BIM, o se hacían maquetas de lo que se quería construir o se dibujaban planos (PLANOS, es decir, superficies planas) en los que, con criterios de interpretación ampliamente divulgados y aceptados, se representaban las ideas que se querían transmitir. El BIM no hace eso, y hay que asumirlo.

Repinto, el BIM no es hacer planos. Es hacer un modelo de ordenador que contiene toda la información necesaria. Lo que pasa es que las personas que han de trabajar en la actualidad están acostumbradas a que la información se transmita en planos. En el futuro, cuando esa costumbre haya desaparecido, no habrá planos porque no serán necesarios, pero hoy en día es un peaje al cambio de paradigma que hay que pagar. Así que pedimos al BIM que haga planos.

Y el BIM hace planos, pero sólo lo mejor que puede. No sólo no es instantáneo, sino que ademas carece de los convenios de dibujo. Los convenios de dibujo son reglas de representación adoptadas con los años por las cuales se renuncia a que lo dibujado sea exacto a cambio de que se entienda mejor la idea. El BIM, claro, no tiene convenios de dibujo porque lo que hace es reflejar el modelo que imita la realidad. De ahí que muchos planos hechos a partir de modelos BIM se vean raros, mal dibujados, difíciles de entender por lo poco agraciado del punto de vista asignado.

Así pues, lo que tiene que hacer el ingeniero del pleistoceno es adaptarse él. El BIM no se va a adaptar a hacer las cosas como se hacían antes del BIM, porque es otra cosa. Es como si antes tuviera un coche de caballos y llegaran los vehículos con motor. Sí, el caballo tiene cosas que el coche no tiene, aunque sabemos que el coche se va a imponer. El desplazamiento en coche de motor es diferente, y no tiene sentido pedirle al coche que imite lo más posible al caballo porque me haya acostumbrado al coche de caballos. Mejor hacerse cuanto antes a la conducción del coche, ¿no?

Pues eso es lo que hay que hacer. Ya sé que (hasta ahora) el lenguaje del técnico es el plano, y ya sé que estamos hechos a representar nuestro trabajo en planos. Vale. Transitoriamente, los años que sean necesarios, habrá que seguir con planos; pero entendiendo plano una superficie de papel (o equivalente). Hay que olvidarse del Dibujo Técnico, y averiguar cómo expresar las ideas con las capacidades y las fortalezas del programa BIM. Probablemente, lo que salga será muy diferente de lo que se hacía antes. Es de esperar. Pero ya no se trata de que nos guste más o menos, es lo que hay y ahora depende de nosotros que lo que consigamos nos guste.

Es el futuro y nosotros, reconozcámoslo, no lo vamos a parar. Es el dicho, «si no puedes vencerle, únete a él». Yo creo que es lo más inteligente a estas alturas. 

 

 

 

Sara Evans - Suds in the bucket 

lunes, 25 de septiembre de 2023

Mil

https://www.youtube.com/watch?v=U4yH4B9deok 

 

 

Ésta es la entrada número mil de este blog. No me había dado cuenta, y ya tenía varias entradas programadas; pero tres minutos antes de que se publicase la que entonces sería la 1000 me entró la curiosidad por saber cuántas llevaba. Digamos que esa entrada programada no merecía la significación que conlleva ser la milésima.

Sé que debo escribir algo al respecto, pero no tenía nada preparado. No había pensado sobre el tema. Ayer, recuerdo, estuve pensando sobre el futuro de lo que se escribe en internet. Este blog, por ejemplo. Es gracias a un servicio gratuito de Google, pero si un día dejo de escribir... ¿se mantendrá? ¿Conservará Google las páginas escritas por tiempo ilimitado? Supongo que no, supongo que al cabo de 5, 10 ó 20 años de estar un blog sin actividad lo cerrarán. Como las cuentas de correo que no se usan y esas cosas. Quizás cuando adviertan que nadie ha accedido a leer alguna de las páginas escritas en años, tal vez. Pero llegará un momento en que se cerrará y no será accesible. Para entonces no le importará a nadie, pero es que en realidad tampoco sería importante si desapareciera ahora: el blog no aporta nada a nadie, fuera de que me guste escribirlo. Albergo la esperanza de que mis hijos y nietos quieran leerlo para saber más de mí, pero dado el nulo interés que hasta la fecha han demostrado, es una esperanza muy pequeñita. ¿Me echaréis de menos cuando yo no esté, cabrones? Por si acaso, registro en este blog lo que pienso, lo que me interesa y la música que me gusta. Saberlo o no es ya cosa de ellos, yo más no voy a hacer.

Volviendo al tema del borrado en internet, tampoco hay que echarse las manos a la cabeza: ha ocurrido desde que se inventó la escritura. Tal vez el primero que escribió un contrato de compraventa, un edicto o una efemérides pensaría que al hacerlo se conservaría ese recuerdo hasta el fin de los tiempos, pero hace mucho que la humanidad descubrió que no. Muy poco se conserva de la infinidad de cosas que se han escrito, una fracción ridícula. ¿Por qué iba a ser diferente en nuestro tiempo? Claro que las cosas en internet ocupan espacio y requieren energía, y cuando el escrito no interese a nadie ese espacio y esa energía multiplicarán su valor. Ocurre como con las fotos. Cuando nadie reconoce a nadie de una foto, cuando el nombre de los que aparecen no dice nada, si la fotografía no tiene un valor estético inusual, esa fotografía va a la basura. Los libros en papel acaban también allí, no nos engañemos: pocos se quedan la biblioteca de sus mayores, y apenas alguno acaba intentando venderla al peso. Lo mismo ocurrirá con las cosas digitales. Un día alguien cogerá un disco duro "antiguo", que resulta que tiene cien mil fotos de ya nadie recuerda qué persona, y decidirá que adiós al disco duro. Puede que incluso el que tire el almacenador sea la misma persona que hizo las fotos: pasados suficientes años, casi todas las fotos dejan de interesarnos. Sic transit gloria mundi, dijo un clásico, y nihil novum sub sole se escribió en el Eclesiastés, así que no nos hagamos ilusiones.

Con todo, mil entradas son muchas entradas. La gran mayoría son lo que esperaríamos que nos contara nuestro cuñado; muchas, también, de un ingeniero obsoleto, de un carrozón  y también prueba fehaciente de que no se debería dejar escribir en internet a cualquiera, pero no todos tenemos que estar dotados para esto, no pasa nada: basta con dejar de leer lo que no gusta. De todas maneras, intentaré en los próximos días recordar 10 entradas que me haya gustado publicarlas, que quiera recomendar que se leyeran de nuevo. Si encuentro 10, publicaré esa lista.

Por lo demás, reitero mi incitación a todos ustedes a que creen también sus blogs, piensen que vayan a ser buenos o malos. No se pongan el listón muy alto, y ya verán como lo disfrutan.


 

 

 

Paul Dukas - El aprendiz de brujo