domingo, 17 de agosto de 2025

Por qué los grandes estudios de cine están volviendo al celuloide

https://www.youtube.com/watch?v=NnWOBMQhNBQ 

 

 

Uno de los problemas de la humanidad es la preservación de la memoria. Es decir, ¿cómo hacemos que aquello que queremos que se conserve en el tiempo realmente se conserve en el tiempo?

Homero no escribía sus historias. No le habría servido de mucho, porque era ciego, pero es que él se las sabía de memoria o al menos las recordaba mientras los recitaba. Pero ¿y los que quisieron que otros también las disfrutaran? ¡Ah, estos las escribieron! Solo que sus escritos no nos han llegado, salvo la Ilíada y la Odisea. ¿Y los muchos autores que hubo en aquella época?

El problema que tenían es que 2.500 años no pasan en balde. ¿Qué soporte de escritura perdura tanto? Los papiros y los pergaminos resisten años, décadas. Siglos, no tanto. Milenios, sólo en condiciones extraordinarias. El papel es más estable, pero lo cierto es que requiere cierta familiaridad: usted sería incapaz de leer un texto manuscrito del siglo VII. Con todo, el papel es un buen intento.

En los últimos 45 años, nuestra sociedad ha cambiado; en este asunto, también: ¿por qué emplear el voluminoso, pesado y engorroso papel cuando se puede hacer uso de la informática?

Unos años después se tuvo la información suficiente para saber la respuesta a esa pregunta; pero sólo unos pocos nos dimos cuenta. Pues bien, últimamente también las grandes compañías cinematográficas están aceptándola.

Están pasando producciones digitales a soporte fotoquímico (película de 35mm) para garantizar la preservación a largo plazo de sus archivos. Y no solo ellas: también la Biblioteca del Congreso de los EE.UU. y otros archivos nacionales.

La razón es la longevidad del celuloide: la película de 35mm, cuando se almacena adecuadamente, puede durar más de 100 años. Los formatos digitales, en cambio, pueden volverse obsoletos en cuestión de décadas debido a los rápidos avances tecnológicos.

Pero hay más razones que apoyan el cambio. Una de ellas, por ejemplo, es que una vez está pasada la película a fotogramas, estos se pueden ver con una luz y una lente. Mal vamos si se pierde esa tecnología. En cambio, el formato digital es otra historia. Sin ir más lejos, no puede leerse nada de lo que se grabó en ordenadores hace 50 años. Lo que yo grabé en ordenadores hace 40 años (1985) tampoco: era en cintas de cassette. Lo que grabé hace 35 años era en discos de 5 1/4, flexibles. Supongo que podría llevarlos a algún laboratorio especializado. Hace 30 años (1995) grababa en discos de 3 1/2: tampoco tengo disquetera para leerlos. Hace 20 años los grababa en CD. Hace 15, en DVD. Eso, bueno, todavía quedan cedeteras por ahí y algo se podría hacer. Hace 10 años grababa en lápices de memoria. Ahora, en discos externos o "en la nube". ¿Podré leerlos dentro de, pongamos, 30 años? ¿Se leerán dentro de 100? ¿De verdad creo que un plano hecho con Autocad se podrá leer dentro de 100 años? ¿Se podrán ver las fotos en formato JPG? Las fotografías, si se almacenan correctamente, se sabe que sí: se pueden ver fotos de hace más de 100 años sin ningún problema. Lo que esté en soporte digital, no nos engañemos, debería estar actualizándose de un formato a otro con cada "avance" que se produce, porque si lo atrapa la obsolescencia tecnológica podemos decir adiós a su contenido. Y les recuerdo que de lo que se trata es de que esa información esté disponible muchos años después. Así que este inconveniente es en la práctica insalvable, porque, simplemente, no siempre haremos las actualizaciones.

Otra razón es que el deterioro en el soporte informático no se detecta. Si usted consiguiera leer los discos grabados hace 20 años, probablemente se encontraría con que más de la mitad ya no los puede leer porque se han deteriorado. Polvo, o qué sé yo. La verdad es que discos duros, cintas magnéticas y discos ópticos tienen una vida útil limitada y los archivos digitales pueden corromperse sin señales visibles de deterioro. En los soportes analógicos es al revés: los daños se pueden detectar, y se pueden aplicar medidas de restauración. Que un libro o una fotografía se rompa no implica que se pierda de manera irrecuperable.

El celuloide, en cambio, como el papel, resiste mucho mejor el paso del tiempo si se conserva debidamente: hay películas de los hermanos Lumière que aún se pueden proyectar. El celuloide de acetato, introducido en la década de 1950, es particularmente estable y resistente al deterioro. Así que no hay problema de obsolescencia tecnológica, no hay que hacer una migración constante a los nuevos formatos digitales y el riesgo de pérdida de datos debido a fallos (hardware o software) es mucho menor: se puede quemar la casa o inundarse, o una guerra, pero eso también implicaría la pérdida de la información en soporte informático.

Sí, pasar lo informático a analógico es costoso, pero a largo plazo compensa. Y a pesar de todas las investigaciones, aún no se ha encontrado nada más confiable que el celuloide.

Lo cual me recuerda que ya les conté en esta entrada lo de aquel proyecto de 1863. Pues bien, aunque la caligrafía manual costaba algo de leer (les animo a intentar leer una carta escrita a mano en 1975, como para intentar leer un texto de 1775 o 1575... lo que no significa que físicamente no se pueda), los planos se entendían perfectamente.

Si me hubieran preguntado a mí los de la Warner Bros se habrían ahorrado mucho tiempo y dinero. 

 

 

The Ronettes - Be my baby 


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