miércoles, 30 de noviembre de 2011

Sobre el buenismo

Es muy difícil discutir con un vegetariano. Habla del sufrimiento de los animales, de la crueldad, de que no se puede matarlos,... y claro, yo quedo como un asesino sádico y sin sentimientos; ¿cómo voy a razonar con él? Además, normalmente durante estas discusiones la carne se me enfría, y un filete de dos dedos frío no vale nada.

No se puede ser no-antitaurino: mereces que te echen botes de pintura roja a la cara y te insulten delante de tus hijos. Tampoco se puede hablar sobre Franco. Era malvado, lo peor que ha existido sobre la faz de la tierra, y punto. ¿Cómo defenderle, cómo decir algo positivo de él y no ser tachado de nazi? Un poco más fácil, no mucho más, es defender al Papa; pero en seguida sacan su postura sobre los anticonceptivos, sobre el aborto, sobre las mujeres sacerdotes o sobre el lujo que rodea a la curia, da igual. Lo importante es descalificar la totalidad por cualquier razón y por lo tanto descalificar totalmente a cualquier tímido defensor: quien vea algo bueno es que está a favor, es uno de ellos y merece la horca tanto como ellos.

No se puede discutir sobre la discriminación de la mujer en el trabajo sin ser un machista misógino y cromagnón; no se puede no ser de izquierdas sin ser fascista, no se puede defender a la banca sin ser fascista y no se puede opinar contra los homosexuales sin ser fascista, porque todos sabemos que en este país, o se está conmigo a muerte en todo o se está contra mí; y si estás contra mí, que soy un antifascista, es que eres un fascista (así de sencillo; aquí la manera progresista de pensar es que se es fascista, de izquierdas o antifascista, y éste es el nivel del debate de las ideas en nuestro país. O como mínimo en Cataluña, que es por donde me muevo más).

Pero lo que peor llevo, lo que peor, es la corrección política. En particular, que algo se haga en aras de la corrección política. Hay que decir "ciudadanos y ciudadanas", porque parece que de lo contrario las ciudadanas no se sentirían integradas y no queremos que se ofendan. Así que en vez de decir "el perro es el mejor amigo del hombre" hemos de decir "el perro es el mejor amigo del hombre y la perra es la mejor amiga del hombre y el perro es el mejor amigo de la mujer y la perra es la mejor amiga de la mujer", que es la manera correcta de hablar. Lo otro es sexista. Yo soy ingeniero. Valoro las cosas en función de su utilidad, de su eficacia y de su eficiencia. El lenguaje es la manera más eficaz de expresarme, si fuera más sencillo transmitir el mensaje con mímica o tocando la flauta, lo haríamos. Pero el idioma, para un ingeniero, es un medio de expresión y se busca la expresión más eficaz. No sabíamos que somos sexistas.

El otro día me contaron un debate, evidentemente de altura, sobre el sexismo, o el machismo, o el feminismo, qué más da. El caso es que las dos doctoras, las dos expertas, echaban pestes de los cuentos infantiles, de lo sexistas que son y cómo adoctrinan a nuestras inocentes criaturas ya desde la cuna. Y el peor de todos, el más sexista de los machistas cuentos infantiles, era el de la ratita que limpiaba la escalera. Porque la ratita barría una escalera, se encontraba una moneda y, coqueta ella, se la gastaba en un lazo de adorno. Y todo el mundo a querer casarse con ella porque ahora era guapa. Que, además, al final se casa con el gato y el gato en unos cuentos se la come y en otros la esclaviza.

¿Qué quieren que les diga? A mí el cuento me suena a una ratita que es limpia y trabajadora, que encuentra un dinero por no ser perezosa, que se lo gasta en lo que quiere, que todo el mundo quiere casarse con ella y que es ella la que interroga y rechaza candidatos, hasta al final casarse con quien ella quiere y elige. Claro que la moraleja es que su criterio era superficial, no supo valorar el interior de los demás y resultó una elección errónea. Que digan las expertas si en una sociedad tradicional china, india, musulmana o de la selva africana la mujer encuentra el dinero y se lo queda, se lo gasta en lo que quiera y ella elige y rechaza maridos, a ver si tienen el rostro de afirmarlo. Luego yo creo que la figura femenina del cuento, típico de nuestra sociedad, es mucho más poderosa y libre que en las demás sociedades.

Pero caramba, ante todo es un cuento infantil. Es nuestra cultura, y es la cultura que transmitimos si no nos avergonzamos de ella. En nuestros cuentos los ogros se comen a los niños (a las hijas por error, el ogro no quería), la madrastra es mala y explota a Cenicienta, y las madres ordenan a sus hijas llevar comida a sus abuelas (las madres de ellas), a las que tienen abandonadas en mitad de peligrosos bosques llenos de lobos que han de cruzar sus desgraciadas niñas. Y tenemos fábulas (yo tengo un porrón de Samaniego) de todos los colores: con lobos listos y tontos, ratones listos y tontos, leones valientes y cobardes, burros y caballos de todos los pelajes. Que haya fábulas con águilas traidora no denigra a las águilas, porque tenemos otras tantas de águilas nobles.

Retomo el hilo, que me pierdo. El caso es que, para no ofender, porque se buscan sus votos, porque pensar lo contrario te hace aparecer un Herodes, por un millón de razones a cual más estúpida e inane, se ha de ser políticamente correcto. Que, además, consiste básicamente en ceder ante el otro. No es correcto oponerse al desfile del día del orgullo Gay. No es correcto opinar en contra de los gays, en cualquiera de sus variantes. No es correcto decir que la Sanidad Pública no debe costear las operaciones de cambio de sexo, pobrecitos. No es correcto decir que no hay nada malo en que en un aula haya un crucifijo,  o aceptar que el Príncipe herede antes que sus hermanas; no es correcto defender las ayudas a las entidades católicas y no es correcto criticar las ayudas a los colectivos musulmanes. No es correcto defender a Israel o a Estados Unidos, como no es correcto decir que la OLP son terroristas. Y, por supuesto, no es correcto criticar a una ONG.

Y claro, una manera tan estúpida de pensar nos lleva a actuar como los estúpidos que somos. Por ejemplo (esta noticia es de marzo de 2009): el ayuntamiento de Sevilla donó 81.000 euros a una ONG colombiana, RedVivir, para unos proyectos en Puerto Brasil (Colombia). No existe Puerto Brasil, en Colombia, en el único sitio de allí que podría llamarse así nadie vió jamás nada de ese dinero, el responsable de esa "ong" era un dirigente del partido comunista colombiano y el responsable de la donación en el ayuntamiento era un concejal de Izquierda Unida. Nadie sabe dónde está el dinero. En el ayuntamiento de Sevilla se detectó que IU estaba gestionando de manera "irregular" donaciones por un total de 990.000 euros. IU es progresista, está siemrpe del lado de los más necesitados, y si usted nos critica es que es usted un fascista, un sexista y un homófobo, y ultramontano además. Y merece ejecución en plaza pública.

Tampoco se puede discutir con los educadores de niños. A un niño no se le debe castigar ni pegar, se ha de razonar con él, hacerle entender, con voz suave pero firme, lo que pretendemos, y sobre todo no se le debe engañar: si le prometemos algo, hemos de cumplirlo. Esto es lo correcto y si no opino así soy un maltratador de niños, un pederasta y un proxeneta de infantes.

Ningún padre quiere pegar a sus hijos. Lo que ocurre es que a veces sus hijos sobrepasan el límite de lo que sus padres pueden aguantar sin recurrir al bofetón.
Así que comprendo que a veces un padre pierda los estribos (yo nunca lo haría, por supuesto, yo soy partidario de razonar con el enano).

Y que conste que no digo que evidentemente esos expertos en educación no han tenido nunca hijos.

Recuerdo una vez que las cámaras de un supermercado captaron a una madre pegando a su hijo en el asiento de atrás del coche. Aquello salió en todos los telediarios, fíjate tú qué mujer más malvada. Me pregunto si esos gurús de la educación opinarían igual si hubiera resultado que el niño hubiera estado tirando las latas de los tomates contra las lunas de sus coches y les hubiera ido rompiendo todos los retrovisores a patadas, y la madre se hubiera contenido hasta tener al figura en un sitio un poquito más discreto. Y en vez de aplicarle un correctivo mediante un nivel de violencia moderado hubiera, simplemente, razonado con él, explicado que no era una manera políticamente correcta de hacer la compra pero que, no obstante, no era todavía responsable de sus actos y no iba a ser castigado, el plan de llevarlo esa tarde al cine seguía adelante. Me da a mí que no.

Lo políticamente correcto nos hace decir que los niños tienen que tener voz y voto en las escuelas,  y creamos los consejos escolares. Nadie puede decir que el niño está todavía educándose, que es justamente lo contrario: enseñar al niño qué no debe hacer aunque quiera, y qué debe hacer aunque no quiera. Pero no: si alguien lo dijera, es un fascista.

En resumen, si hiciera una lista de la cantidad de tonterías que hacemos por ser políticamente correcto, por querer agradar a todos sin ofender a nadie, por este buenismo, en suma, no habría bites suficientes en Internet. 
  • Los niños no deben aprender nada de memoria. Aprender de memoria es malo. No hay que memorizar nombres, fechas ni hechos.
  • Los niños no pueden suspender para septiembre, porque se merecen las mejores vacaciones de verano. Los niños no pueden repetir curso. No pueden suspender, en suma, porque se traumatizan.
  • Los niños no pueden pensar que un compañero es mejor que ellos, porque se traumatizan. No hay notas, No hay sobresalientes ni suspensos. Las notas no se dicen en clase, se pasan en un sobre cerrado.
  • Seguro que las niños se cansan de tanta clase. Tienen demasiadas horas lectivas y demasiados días de clase. Hagamos una semana adicional en febrero de vacaciones, quitemos horas a la semana. De nueve a doce y de tres a cuatro y media.
  • "Consultas" por la independencia en Cataluña. Como es un tema complejo, delicado y trascendente, con repercusiones más allá del tiempo de nuestras generaciones, ¡que voten los niños de 16 años! ¡Y los inmigrantes, aunque no tengan la nacionalidad ni hablen nuestros idiomas! Si no estás de acuerdo, entonces eres fascista. Y taurino.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Alta tensión

Todos sabemos que hay cables de alta tensión. Todos sabemos que la energía eléctrica se transporta de las centrales productoras a las ciudades en redes de alta tensión. Incluso, todos habremos oído polémicas acerca de líneas de “muy alta tensión”, de 400 KVA, entre España y Francia.

Pero ¿cuántos sabrían explicar porqué se usa la alta tensión? Si se necesita un transformador en origen para poner la tensión “en alta” y luego una miríada de pequeños transformadores para poner la tensión en los 220 V que queremos, ¿a santo de qué este despilfarro en transformadores?

Por suerte para todos, la electricidad es una de las pocas áreas en las que todavía sólo se mete el que sabe, así que en este tema mandamos los ingenieros. Hacer el transporte de electricidad en alta tensión es una decisión ingenieril, y el lema de los ingenieros es “rendimiento, rendimiento, rendimiento”. Así que realmente hay una buena razón para emplear la "alta tensión".

Todos en el colegio estudiamos (no digo “aprendimos”) que, en electricidad, I=(Va-Vb)/R, siendo I la intensidad eléctrica que circula entre el punto A y el punto B, Va-Vb la diferencia de potencial eléctrico entre ambos puntos (el “voltaje entre ambos puntos) y R la resistencia del elemento por el que circula esta intensidad.

También estudiamos que P=I·(Va-Vb), la potencia eléctrica es el producto de la intensidad por el voltaje.

Si I=(Va-Vb)/R, (Va-Vb)=I·R, y entonces P=I²·R: la potencia eléctrica es el producto del cuadrado de la intensidad que circula por la resistencia del elemento por el que circula esta intensidad. Como la potencia es la energía por unidad de tiempo, lo que estamos diciendo es que la energía por unidad de tiempo que se requiere es I²·R.

La resistencia del cable entre la central térmica o hidroeléctrica y la ciudad es la que es, es el producto de la longitud del cable, algo fijo, por la resistividad del material, también fija si el material no se va cambiando, y dividida por la sección del cable (ídem).

Imaginemos entonces que al gran transformador en origen le entrara una intensidad I a una tensión de 220 V, y que transformase la corriente dando la salida a 220 KV, mil veces más voltaje. Como el transformador, en principio, ni crea ni destruye energía, la potencia de la salida será la de la señal (en realidad sí pierde algo, porque no somos perfectos, pero lo desprecio por claridad expositiva). Si la potencia es constante y el voltaje se multiplica por mil, la intensidad es mil veces menor.

Es decir, la intensidad eléctrica que circularía por el cable de alta tensión sería 1000 veces menor si la señal va a 220 KV que si va a 220 V. Y como la energía que se necesita para mover la electricidad por ese cable es I²·R y R es fija, tenemos que con la misma instalación la pérdida de energía es un millón de veces menor a 220 KV que a 220V. Para un ingeniero, entonces, está clarísimo. La electricidad se ha de transportar a alta tensión, y si puede ser a 400 KV mejor que a 220 KV, y lo sentimos si rompemos algún nido de chorliplinco piquigualdo.

Por cierto, y como chascarrillo de despedida: ¿de qué son los cables de alta tensión? Así, de lejos, parecen de acero. Pero no son de acero: la clave para que las pérdidas sean pequeñas, ya que la longitud y el diámetro del cable son los que son, es que la resistividad sea pequeña (que sea buen conductor), y la resistividad del acero, teniendo en cuenta que tendría que ser acero inoxidable, es unas cincuenta veces superior a la plata; energéticamente, sería una ruina. Claro que la plata es más bien carilla y hacer los cables saldría por un pico. El cobre es poco menos conductor que la plata, así que compensa. Pero tampoco, el cobre todavía es demasiado caro para dejarlo ahí tirado, en el campo. ¿Cuál es el siguiente en la lista de conductores? El oro, pero… ¿y el siguiente? ¡El aluminio! Los cables de alta tensión son de aluminio.

Y ya para nota: los cables de alta tensión tienen una cierta vida útil, pasada la cual se sustituyen (¡ejem!) por otros. ¿Y que se hace con los cables viejos? ¿Nadie lo sabe?

Papel de aluminio.

martes, 22 de noviembre de 2011

Minyons de Terrassa: ¿lograrán el quatre de deu?

El próximo domingo se ha anunciado que los Minyons de Terrassa (los "muchachos de Tarrasa") intentarán lo que jamás se ha conseguido: un quatre de deu amb folre i manilles. Jamás se ha conseguido esta estructura, y pienso que vale la pena explicar de qué va esto.

En primer lugar, hablamos de castellers. Los Minyons es la colla castellera  de Terrassa. Es una colla relativamente joven, sin la solera de años y años que tienen las de Valls o Vilafranca del Penedés, por citar algunas; pero tampoco es una novata, lleva ya 32 años. Sobre todo (al menos, de eso se la acusó hace tiempo), es una colla moderna: se decía que diseñaba sus castells por ordenador, y es cierto que algo de eso había. Yo no sé cómo lo harían, pero sí me imagino que usarían ordenadores y programas para gestionarse. También es verdad que no veo qué hay de malo pero, claro, llevas años siendo el rey del mambo y vienen un grupo joven a igualar e incluso mejorar lo que tú haces, y les acusas hasta de matar a Manolete.

En segundo lugar, un quatre de deu es una estructura de diez pisos, con cuatro personas por piso. Bueno, puntualizo, el décimo piso es la "enxaneta" que cuando está en lo más alto hace el saludo - en ese momento el castell se da por construido o "cargado"-, y el noveno piso es el "aixecador", es decir, el "levantador". El aixecador no se pone de pie, se queda agachado y la enxaneta pasa por encima suyo de un lado al otro. Cargar el castell cuenta como éxito parcial; el éxito máximo es si se consigue "descargar" el castell, es decir, desmontarlo sin que se derrumbe.

Ejemplo de castell (todas las fotos serán de los Minyons, http://www.minyons.cat):



Ésta es una estructura de ocho pisos con cuatro personas por piso. Es un quatre de vuit. Arriba de todo se ve a la aixecadora y a la anxaneta; se las reconoce porque llevan casco y la enxaneta justo acaba de saludar. Bueno, no sé si son niños o niñas. Antes, sin el casco, era más fácil saberlo.

A propósito del casco, es algo bastante reciente. Normalmente, cuando el castillo se derrumba - y ya vemos desde qué altura cae la enxaneta, que quizás tiene cinco o seis años-, los pequeños de arriba, la canalla ("los niños", en catalán) no se suelen hacer mucho daño. Porque caen de arriba del todo, encima de los demás. Sí que se llevan un susto, pero es más el de sus madres. Desgraciadamente, ha habido casos en los que la caída no ha sido buena y han ocurrido desgracias. Hubo el lógico debate - en el que participan todos, aficionados y legos, como en los toros o con las consolas de juegos-, y como siempre se impuso el criterio del máximo acojone (que dice mi amigo Laureá): gana el que esté más acojonado. Casco. Al principio hacía raro, pero ya nos hemos acostumbrado. Es lo que tiene.

La base del castell es la piña. Es fundamental; su misión, como expresaría un ingeniero de estructuras, es zunchar la base de la columna, donde más compresión hay, para aumentar su resistencia. La cuestión es que las personas que forman la piña han de estabilizar la base y eso lo hacen "haciendo pecho", que le dicen: empujando contra el de delante, pecho contra espalda. No hace falta llegar hasta la columna, basta con asegurar al que se tiene delante.

Cuanto más grande es la piña, más seguridad tiene el castillo. Pero a veces no basta; hay construcciones que necesitan piña también en el segundo piso. A esta segunda piña se le llama "folre".

Un ejemplo de castell amb folre:


Si antes era un quatre de vuit, que no necesitaba folre, ahora es un quatre de nou (el quatre de vuit con un piso más). La piña del segundo piso se ve claramente.

Claro, ahora el castell es muy alto y necesita mucha gente. Y este domingo quieren hacerlo ¡un piso más alto! Van a necesitar una piña en el tercer nivel. Van a necesitar manilles.

Un ejemplo de castell amb folre i manilles:




Esta foto está elegida con toda la intención: es la construcción que hicieron los minyons el año pasado, precisamente en su diada castellera. Es un tres de deu amb folre i manilles. Diez pisos, con tres de piña, y tres personas por piso. Y, sí, ahora es realmente muy alto.

Pues bien, este domingo pretenden hacer uno como éste pero con cuatro por planta. Que una cuenta mía es que necesitarán unas doscientas personas para levantarlo: normal que, como se aprecia en la foto, en la piña inferior participen personas que no pertenezcan a la colla: les faltaría gente, si no.

Ya veremos si lo consiguen, porque, repito, no se ha logrado nunca. Y hay registros de todos los castells por lo menos desde el siglo XIX, y cada año se levantan cientos (miles, en realidad) de castells en Catalunya.

Y paro aquí, porque de los castells se podría estar platicando horas y horas. Si consigo un enlace el lunes con algún vídeo de youtube para este castillo, lo insertaré. 

Y también estaremos atentos el año que viene, porque ¿qué propondrán entonces?






lunes, 21 de noviembre de 2011

Elecciones generales

El pasado domingo se celebraron elecciones generales. Esta vez hay tres aspectos que me han llamado especialmente la atención.

En primer lugar, los partidos de ámbito nacional y resultado minoritario (IU y UPyD) protestaron sobre el reparto de escaños, diciendo que no era proporcional. Algunos analistas se quejaron de que CiU (16 diputados y 4,2% de votos) tuviera tantos diputados como la suma de IU (11) e UPyD (5), siendo que ellos sumaban 11,6% de votos, casi el triple. O que Amaiur tuviera 1,4% de votos y 7 diputados.

Sin embargo, ahí apuntan al sitio equivocado. UPyD sólo obtuvo puestos en Madrid y Valencia. En el resto de las provincias se presentaron y obtuvieron votos, pero no los suficientes, así que podría tildarse a sus líderes de tontos por presentarse en lugares como Teruel, en los que estaba cantado que no iban a sacar diputado. Que aprenda de su envidiada CiU, que sólo se presentó en las cuatro provincias donde pensó que obtendría diputados.

Si UPyD sólo se hubiera presentado en Madrid y Valencia habría obtenido los mismos diputados, pero con el 1,75% de los votos. Quizá entonces no se quejase tanto. O sí se quejaría, claro, pero se quejaría de lo que se quejan los que viven en las provincias más pobladas: que su voto vale menos que el de un soriano o un turolense, ya que en Madrid hay 68 veces más habitantes que en Soria pero sólo eligen 12 veces más diputados.

Así que la queja principal de los partidos minoritarios es que se vote por provincias: ellos querrían una lista única para toda España. De ser así, ¿quién se preocuparía de los sorianos o de los turolenses? Ahora tendríamos de nuevo unas minorías casi sin voz ni voto, sólo que como ya no serían los líderes de los partidos políticos antes citados, a estos últimos les parecería bien.

¡Seriedad, señores, seriedad! Esto es cambiar las reglas del juego según nos convenga. Como si un equipo goleador pidiera que la liga se decidiera no por partidos ganados sino por goles metidos. Que podría ser, no digo que no, pero es que la liga a la que se apuntaron y que juegan tiene esas reglas. Que elijan los de UPyD y los de IU: si se arriesgan a presentarse en provincias donde no sacarán escaño, que no se quejen de no haberlo sacado; de lo contrario, que no se presenten.

En segundo lugar, existe una queja generalizada sobre la "enorme" influencia de los partidos regionales. Se clama que CiU tenga 16 diputados. Ya, pero es que CiU ha obtenido el 4,2% de los votos y el 4,57% de los escaños. Y sólo se presentó en cuatro provincias; imagino que si se hubiera presentado en las cincuenta habría obtenido algún voto más, manteniendo los mismos diputados. Así que esos 16 diputados representan a una parte justa de la población española; que no piensen lo mismo que PP y PSOE no es razón para demonizarlos.

De nuevo, la queja por una lista nacional más que provincial esconde sólo el hecho de que los que se quejan viven en provincias a las que nadie representa: los diputados de CiU se toman muy a pecho que están ahí para defender lo que creen mejor para sus circunscripciones, mientras que los de Ávila o Albacete carecen de diputados que les representen de verdad: probablemente, ni siquiera sus cabezas de lista son de allí sino impuestos por el aparato de los grandes partidos.

Así que si un votante quiere votar a un representante que no mirará por su provincia, que no se queje que otro sí prefiera ese criterio. De hecho, la queja de muchos en Cataluña es que tienen 47 diputados en Madrid y parece como si más de la mitad no lo fueran; creen que la representación verdadera que tienen no es la que merecen. En realidad, los votantes de los partidos catalanistas (los votantes democráticos y respetuosos, claro) lo que piden siempre es que, aunque cada cual en su rincón, los 47 miren por su tierra y no sean sólo la claqué de los líderes nacionales.

(A propósito, y chascarrillo para los que no sepan de Historia: lo que originó la independencia de las Trece Colonias -ahora los EE.UU.- fue precisamente que no tenían representantes en el Parlamento en Londres y por lo tanto no podían votar los impuestos: el lema que lo empezó todo fue "No hay impuestos sin representación").

Por cierto que antes he recalcado la "enorme" influencia. Si alguien cree que CiU, con 16 diputados, va a tener influencia "enorme" es que no sabe cómo funcionan estas cosas. La influencia depende sobre todo de lo necesitado que esté la otra parte; en el caso que nos ocupa, los partidos minoritarios no van a obtener ninguna migaja que PP no quiera darles.

Y, ya por último, el Senado. Reconozco que he votado al Senado, pero no sé para qué sirve, aparte de para tener jacuzzi, tarjeta Visa Uranio, billetes de avión y demás prebendas tipo "usted no sabe con quién está usted hablando". Y no he encontrado a nadie que sepa explicármelo sin dejarme dormido. De hecho, en la pasada legislatura el Senado era mayoría del PP y no se notó. Así que si se hiciera un referendum para modificar la Constitución eliminando esta Cámara, ya tienen mi voto a favor. Y seguramente no sería el único.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El dilema de Heidi

Según nos cuenta la versión japonesa de dibujos animados, la tía de Heidi dejó a ésta con su abuelo, en su cabaña de las montañas, pero tiempo después volvió a buscarla, para escolarizarla, y el abuelo se negó, aduciendo que lo que necesitaba saber ya lo aprendía con él. Claro, la tía Dette veía a Heidi corriendo semidesnuda por los prados en compañía de Pedro, el cabrero analfabeto, y... 

Total, que le arrebata la niña y la lleva a Frankfurt, donde la educan. Más adelante, la niña vuelve a los Alpes, el abuelo entra en razón, y acepta mudarse al pueblo para que la pequeña pueda ir a la escuela. Final feliz.

El pasado domingo el diario EL PAÍS publicaba un reportaje sobre unos niños en Melilla que se niegan a estudiar música. Resulta que las familias de los chicos son musulmanes salafistas (ultraortodoxos, para el que no entienda de ramas islámicas), los cuales consideran que la música es la trompeta de Satán y por lo tanto no hay que siquiera oir música de ningún tipo. Llega el momento de aprender a tocar la flauta en clase, los niños se niegan y se les castiga, pero que si quieres arroz. Se les explica que es una asignatura obligatoria, que no pueden elegir qué asignaturas estudian y cuáles no, pero no sirven de nada. Al final, los profesores ven que sólo pueden castigar a los niños, con lo que éstos sufren, pero no pueden hacer nada contra sus padres. Y mientras los padres no cedan, los niños se negarán a tocar la flauta. Pueden suspenderlos, pero eso tampoco hará cambiar de opinión a los padres. Obviamente, ellos aducen que forma parte de su religión y exigen respeto.

¿Qué hacemos con esta gente? 

En definitiva, tenemos a unos listos que se niegan a admitir los valores de la sociedad en la que viven pero exigen todos los derechos que ésta otorga a quien -entiendo- acepta los deberes concomitantes. Casi que prefiero las sectas Amish y demás, que al menos se apartan y no exigen los derechos de la sociedad de la cual reniegan. Éstos, no. Estos exigen respeto a su religión, creencias y costumbres, pero sabemos que en que puedan no respetarán las de los demás.

En Estados Unidos lo habrían resuelto a la americana: tomen, dos hectáreas de bosque y piérdanse. En algún lugar de Montana, Idaho o donde sea. Pero esto es Melilla, y allí no hay donde ir.

Además, no estamos hablando de personas tipo Amish o sectas de ésas de un par de cientos; aquí nos las vemos con fanáticos - incluso para el musulmán estándar de Melilla- que hacen proselitismo, que opinan que todos deben regirse por las normas de ellos. Por supuesto, huelga decir que estos tíos son también partidarios del velo tapacaras.

El salafismo es el tipo de islamismo que se practica en Arabia Saudí. Donde los no musulmanes no pueden entrar en La Meca, donde las mujeres no pueden conducir o llevar pantalones, donde cada mujer tiene un guardián, su marido, su padre o un varón de la familia, el cual decide por ella. Donde no se escolariza a las niñas, porque tampoco se les permite trabajar (hay una corriente que pide que al menos sí puedan ser empleadas en las tiendas de lencería femenina). Así que si miramos al futuro e imaginamos que los cinco mil salafistas de Melilla consiguen ser cincuenta mil, ya sabemos qué modelo de ciudad querrán imponer. Apelando a su derecho al respeto a sus creencias, por supuesto.

Incluso los partidarios del talante y de la Alianza de Civilizaciones reconocerán que aquí tenemos un problema. 

Quizá una solución sería retirarles la custodia de los niños, alegando que están negándoles una educación que les permita un futuro mejor - que ésa es otra, ya me dirán qué futuro tendrán unos niños que nunca obtendrían ni el graduado escolar; ¿tendremos que mantenerles de por vida, ya que serán incapaces de aportar algo?-. Pero si los niños tienen derecho a unos padres, nos encontraremos que además de permitirles vivir aquí les mantenemos a su prole: ¡bonito negocio hacemos! Aparte que tendríamos que resetear la mente de los chavales. Mirándolo bien, no deberíamos permitir que el Estado pudiera hacer esto que digo, porque hoy son ellos y mañana son los que no pensamos como el Gobierno o no hablamos la lengua oficial. Y yo tengo hijos, oiga.

¿Expulsarlos? ¿Por no pensar como nosotros? ¿Persecuciones, como en la Roma Imperial?

Pero algo habrá que hacer, porque hoy se niegan a aprender música y mañana se niegan a aprender Matemáticas e Historia, y pasado mañana a que las niñas aprendan nada de nada. Es que se niegan a OIR música, así que luego se negarán a presenciar evocaciones navideñas (no es tan descabellado, hay quienes se niegan a que sus hijos vean un crucifijo, a que el Rey vaya a una celebración religiosa, a que el Papa - que no el Dalai Lama- visite España, y a tantas y tantas cosas), a que las mujeres vayan a la playa en bikini, a que una persona sea homosexual, y a todo lo que hace que esto no sea Arabia Saudí.

Ya sé que nuestros principios no son inmutables y que la España de ahora no es la de nuestros padres y menos la de nuestros abuelos, pero ¡caray!

Así que me gustaría que los políticos, por una vez, se dejaran de tanto buenismo e intentaran resolver este lío de la manera nos gustaría a los que, hoy por hoy, conformamos la inmensa mayoría de los habitantes de este país.



miércoles, 9 de noviembre de 2011

Los arquitectos y el sentido común

¿Se acuerda alguien de SuperLópez? Es un ingeniero que durante sus años en Volkswagen y en General Motors consiguió prodigiosos ahorros y mejoras de la calidad (lo segundo conllevaba además lo primero), y en su momento se le consideró el megacrack de los ingenieros. 

También causan admiración los ingenieros que logran dispositivos más pequeños, más baratos y más potentes, coches más ligeros, que gastan menos y con más funcionalidades,…
 
El buen ingeniero consigue más por menos. Eficacia y rendimiento son sus divisas.
 
En cambio, los arquitectos van en dirección opuesta. ¿Qué es un arquitecto estrella, un "starquitec" que dicen los americanos? No hay más que ver sus proyectos. Faraónicos. Descabellados. El más bestia aún. ¿Que haces un edificio de doscientos pisos? Pues yo de doscientos cincuenta. No, de trescientos. Y con campo de fútbol en la terraza. Un gran arquitecto estrella no propone remodelar el Nou Camp con veinte millones de euros, no. Con eso no se cubre ni sus honorarios; la remodelación ha de valer trescientos, entendiendo que es sólo el precio inicial. Su orgullo es conseguir triplicar ese presupuesto, cuando menos.
 
Para nuestra desgracia, este tipo de genios suele conseguir proyectos públicos: dados por políticos con mi (nuestro) dinero. ¿El político quiere que su pueblo tenga el mejor aeropuerto de la Tierra, casi una estación interespacial? No problema. El arquitecto lo diseñará como si las naves a Júpiter despegasen cada seis minutos. En fin, creo que todos conocemos suficientes casos de primera mano como para mentar algún ejemplo. Pero también los arquitectos corrientes en los proyectos corrientes, si pueden la meten.
 
Biblioteca pública de Girona. Gana el concurso un edificio espectacular, con la zona verde exigida en el pliego, ¡en la cubierta! Una cubierta verde, se le llama. El jardín encima. Lo más lógico del mundo, ¿verdad? Por suerte, al final la economía se impuso un poquito y la cubierta se quedó en acristalada de color verde. 


 
Escarrilla, pueblo pirenaico. Según su web, 203 habitantes censados pero se advierte que la población real es la mitad. Centro de salud. No hay más que verlo:
  

Estos edificios serán todo lo bonitos que usted quiera, pero cualquier ingeniero lo habría diseñado mucho más funcional con un coste muchísimo menor; los excesos decorativos y estéticos, que saltan a la vista, indudablemente acarrean un coste en lo que tienen de ineficaz y de exigir al resto, aparte de en sí mismos. Es como si al Ferrari de Fernando Alonso le pusieran en el morro la figurita en relieve del caballito rampante del escudo. Todo y que quedaría monísimo, tú.
 
Dicho esto, cualquiera comprenderá que los ingenieros viéramos a los arquitectos como miembros importantes del Eje del Mal; y, sin embargo, también somos un poco corresponsables. Sí, porque tarde o temprano el arquitecto, para que su sueño se haga realidad ha de venir a nosotros. Y nosotros no le paramos los pies. ¡Ah, el cochino dinero, que nos hizo vender nuestra alma y nuestros principios!
 
Así, recuerdo una vez que vino al despacho un arquitecto con un proyecto. Quería construir un edificio de cuarenta plantas en Tánger. Una de las muchas peculiaridades de su diseño iba a ser que ningún pilar y ningún muro iría de arriba abajo, todos se interrumpirían en una altura u otra. ¡Ah, además el edificio iba a ser de viviendas!
 
Resulta que Tánger es una de las peores zonas sísmicas del mundo, con unos terremotos especiales. Calculamos el edificio, y salía una cimentación rayando en lo técnicamente inviable. Así que hubo que diseñar dispositivos antiterremotos, de ésos que se ponen en los rascacielos de Japón. Bien, ¿cuál es el problema? Pues que Tánger está en Marruecos, no en Japón. Y el marroquí no paga por una vivienda lo que un japonés; si encima está en un rascacielos con un sobrecoste estructural de órdago,…
 
Ignoro si se construyó o no. Si no fue así, sin duda sería el promotor el que le hizo ver al arquitecto que o proyectaba edificios de tres plantas como todos, o que ni lo intentara. Pero debimos ser nosotros, los expertos de estructuras, los que nos negásemos a tamaña irracionalidad. Y no lo hicimos.
 
Y ews que detrás de cada locura, de cada ineficacia y de cada idiotez construida de un arquitecto hay un ingeniero que ha conseguido llevarla a cabo. Por eso digo que somos partícipes.
 
Lo peor es que, poco a poco, el exceso se establece como "normal". Actualmente, cada metro cuadrado de una vivienda requiere unos 800 kg de estructura. Hace cincuenta años, se requería apenas 200 kg. Y ya nadie concibe que un centro de salud en un pueblo de cien habitantes no sea espectacular o que la biblioteca pública no impacte y cambie el carácter de todo un barrio.
 
Y esto tiene un coste, que pagará la sociedad y el medio ambiente. Mientras puedan, claro.

martes, 8 de noviembre de 2011

Ciencia versus Técnica


Inicialmente, el Hombre no podía explicar la Naturaleza. De dónde venía la lluvia, qué es el rayo, porqué aparece el arco iris o cómo es que dos piedras más tres piedras siempre sumaban cinco piedras eran cosas que no se sabían.
Poco a poco, se han ido conociendo más las leyes que rigen la Naturaleza, entendida como La Realidad, en todas sus vertientes. Esto es la Ciencia.
Es decir, la ciencia explica el origen de la lluvia, el rayo o el arco iris y el principio matemático que rige que dos más tres siempre suman cinco, aquí, en el pueblo de al lado, en Calcuta y (afirman los científicos) también en Saturno.
Una vez conocidos los principios científicos… seguimos mojándonos cuando llueve. Lo que consigue que de la Ciencia se obtenga algo con utilidad práctica se denomina Técnica. Gracias a la Técnica, se construye un edificio con tejado con pendientes de recogida de agua, canalones, bajantes y alcantarillas y una canalización de aguas pluviales hasta el río, lago o mar más próximo.
La Técnica, claro está, se deriva de la Ciencia.
El resultado es que gran parte del saber humano está formado por la Ciencia y por la Técnica.
Las personas que se dedican a comprender la Realidad y formular los principios que la rigen se denominan científicos. Y los que se dedican a dominar y aplicar la Técnica, técnicos. Científicos hay de muchos tipos, y técnicos también.
Antiguamente, la Ciencia conocida era relativamente pequeña; una persona especialmente cerebrito, tipo Aristóteles, podía aspirar a conocer casi toda la Ciencia conocida.
Y con la Técnica pasaba algo parecido; solo que como los conocimientos que forman la Técnica son muchos más que los que forman la Ciencia, rápidamente los técnicos tuvieron que especializarse.
El cerrajero de urgencia es un técnico, pero sólo sabe de una parte muy pequeña de la Técnica, y de una parte pequeñísima de la Ciencia de la que se deriva. Un maestro industrial conoce una parte mayor de la Técnica y algo más de Ciencia; un Ingeniero Técnico conoce una parte mucho mayor de la Técnica (pero ya conoce tanta que pierde la Técnica que conocen los escalones más inferiores de la pirámide) y mucha ciencia; y de un Ingeniero Superior se espera que conozca muchísima más Técnica y muchísima más Ciencia. De hecho, se supone que es el que tiene que pasar del conocimiento científico al conocimiento técnico (el mejor ejemplo de esto último es Arquímedes, un megacrack de los ingenieros, pero ésa es historia para otra entrada).
Desafortunadamente, actualmente el Ingeniero Superior lo que conoce de la Técnica, aun siendo mucho, es una fracción muy pequeña del total. Curiosamente, lo normal es que de hecho carezca de los mínimos conocimientos técnicos de base: seguro que un ingeniero no sabría arreglar su automóvil en una carretera aislada, o el televisor, o construir una mesa con cuatro patas y que no baile.
Y si alguien lo duda, que le pregunte a mi mujer.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La barrera del sonido

Todos hemos oído hablar de "la barrera del sonido". Pero ¿cuántos sabríamos explicarla? Sabemos que hay aviones supersónicos, que se viaja más rápido que el sonido, velocidades que se miden en Mach (Mach 2, Mach 3, etc.), pero seguro que es una de esas cosas de las que hablamos sin entenderlas realmente. 

De hecho, la barrera del sonido es más o menos como una pared, físicamente. ¿cómo puede ser eso, si hablamos de aire?

Primer dato: el aire es un fluido. Sí, eso ya lo sabíamos todos. ¿Y qué? Pues que si es un fluido, posee una propiedad llamada amortiguación: ofrece una resistencia al avance proporcional a la velocidad del avance. Despacio no hay resistencia a entrar en una piscina; saltando desde 30 m la zambullida es a tal velocidad que el agua se comporta casi como un muro de piedra. Eso es una manifestación del fenómeno del amortiguamiento. Y en el aire ocurre lo mismo. Caminando no hay resistencia, cuando la velocidad crece la cosa cambia. Se nota claramente, por ejemplo, viajando en moto o sacando la mano por la ventanilla en un coche.

Al principio se pensaba que esta resistencia crecía indefinidamente con la velocidad, pero ya en el siglo XIX el amigo Ernst Mach descubrió que no iba a ser así: existía un pico de resistencia y por lo tanto una velocidad con resistencia máxima, pasado el cual el aire se comporta de una manera diferente y la resistencia disminuía. Ese pico se produce a la velocidad de transmisión del sonido en el aire. En condiciones normales y a ras de suelo, más o menos 1200 km/h.

Claro, antes el hombre no tenía acceso a desplazarse a esas velocidades. Pero la aviación cambió las cosas, y ya en la Segunda Guerra Mundial los aviones a reacción empezaban a volar cerca del pico de resistencia. El problema era que ya cerca de ese pico la fuerza de resistencia era tal que les descuajeringaba los aviones; los pilotos lo describían como estrellarse contra un muro. Era "la barrera del sonido". Hasta que por fin un caza militar lo consiguió. Lo que ocurrió entonces fue muy curioso.

En primer lugar, se produce una onda de choque cónica. Esta onda de choque la percibimos como un estallido, así suena. Además, la onda de choque implica una disminución violentísima de la presión, y el vapor de agua que contiene ese aire se condensa inmediatamente. Se ve como una nube aparecida de repente, más o menos así:



 Esquemáticamente sería:


(esquema: archivo de Wikimedia Commons, un depósito de contenido libre hospedado por la Fundación Wikimedia, bajo la licencia Creative Commons Genérica de Atribución/Compartir-Igual 3.0)

Y ya está. Se podría seguir hablando mucho más, pero creo que es un conocimiento básico suficiente. Espero que lo hayáis encontrado interesante.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El psicólogo tramposo

Diederik Stapel es un psicólogo holandés de prestigio mundial, con muchísimos trabajos publicados por las grandes revistas Science y Nature (de hecho, se considera que la Ciencia avanza cuando se publica en estas revistas).

Pues bien, hoy se ha conocido que al menos 30 de estos trabajos son falsos, y se cree que muchos más también lo serán.

Según parece, nuestro héroe discutía con sus colegas y miembros del equipo lo que se investigaba y el método de toma de datos, pero casualmente él era el único que recibía la totalidad de los resultados. Y el muy jeta... se inventaba lo que le interesaba. 

Así conseguía demostrar las pautas de comportamiento que quería, como por ejemplo cómo los ambientes desordenados promueven los estereotipos y la discriminación.

Stapel ha declarado estar profundamente arrepentido.

La próxima vez que alguien afirme que "está demostrado que...", quizá debería preguntarse si realmente lo está.

Y, en fin, no conozco a ningún psicólogo, pero teniendo en cuenta que ya de por sí hay no sé cuantas escuelas distintas, no sé hasta qué punto es una Ciencia o cuán lejos están de ser meros chamanes de tribu.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Cuál es el valor de un técnico?

"No hay mayor necio que el que confunde valor con precio" (mi hermano Daniel, citando a un autor que no recuerdo).
Durante un tiempo tuve un compañero de trabajo cuya filosofía radicaba en que el valor de un técnico eran sus conocimientos; es decir, el técnico tenía valor en tanto en cuanto tuviera unos conocimientos que los demás no tuvieran. Él defendía que si más gente supiera lo que él sabía, su valor quedaría reducido; si todo el mundo sabe arreglar el coche, el mecánico no pinta nada. Y, como corolario de esta manera de pensar, se negaba a compartir sus conocimientos con los demás. Él calculaba, pero ni explicaba cómo calculaba ni por supuesto iba a enseñar a nadie a hacerlo.

¿Tenía razón? ¿Es el valor de un técnico sus conocimientos?

En principio parece que sí. Si no supiera calcular no sería calculista, como más le vale a un bombero apagar los fuegos. Si todo el mundo supiera calcular, nadie necesitaría un calculista y no le contratarían. Si él enseñara a los demás, por ejemplo al ayudante que le pusimos, perdería valor a los ojos de su empleador y su ayudante lo ganaría.

Es entonces un argumento irrebatible. Yo soy de natural didáctico, y tengo la política de que cuanto más sepan hacer mis ayudantes menos trabajo tendré que hacer yo; pues no conseguí convencer a mi colega de que enseñara a los distintos ayudantes que tuvo.

¿Cómo siguió la historia? Muy fácil. Seguramente, como él nunca enseñó nada, nadie le enseñó otras cosas, como por ejemplo ver venir lo que le iba a pasar. Cansados de un flujo unidireccional, dejamos de explicarle cosas, dejamos de compartir con él las experiencias y los descubrimientos, dejamos de participarle de nuestros proyectos, el vacío a su alrededor fue pavoroso. Únase a ésto que ni nosotros ni obviamente sus anteriores compañeros de trabajo le enseñamos a usar el Autocad, y tenemos el desprecio de todos los delineantes: necesitaba a uno hasta para la cosa más tonta, y era incapaz de hacer un trabajo completo solo. Y cuando a un ingeniero no le respetan sus delineantes... Finalmente, quedó marcado como un cáncer en el departamento y cuando la gerencia se dio cuenta de que ni sabía tanto ni sabía cosas que nosotros no supiéramos - que tampoco éramos tontos-, y que él nunca crearía un equipo de trabajo, ... pasó lo que tenía que pasar.

En realidad esto no resuelve la pregunta inicial, sólo revela que es importante tener habilidad para trabajar en equipo. Así pues, ¿debe un técnico compartir sus conocimientos?

Globalmente, la respuesta ha de ser sí. Si nadie hubiera revelado a los demás cómo hacer fuego, qué es la rueda o cómo calafetear el casco de un barco, todos sabemos dónde estaríamos. La Humanidad, la Ciencia, la Técnica, el Progreso en suma, avanza gracias a que cada paso, positivo o negativo, se comunica y se comparte con el resto. Por lo tanto, la Sociedad exige que sus técnicos no sean egoístas y que transmitan lo que saben. Vale, pero ¿y desde el punto de vista del técnico?

Yo, la verdad, creo que sí es importante que el técnico tenga conocimientos exclusivos, pero no es lo más importante. Muchas personas con las que he coincidido laboralmente me tienen conceptuado como un supergenio, y sin embargo mis conocimientos sobre las estructuras son relativamente básicos ¿Entonces? ¡Ah, es que hay otras cosas!

Sí, porque en esto pasa como con Larry Bird o Bill Russell en baloncesto: no corrían más que nadie, no eran grandes saltarines, no eran superatletas ni sus estadísticas deslumbraban, pero.. solían ganar. En el caso de Russell, siempre, y no importa quiénes fueran sus compañeros o los rivales. Su equipo ganaba siempre.

No hay que olvidar que la ingeniería consiste, fundamentalmente, en tener ingenio para resolver los problemas que se plantean. Sí, se trata de eso. Cuando un cliente trae una complicada estructura llena de terribles condicionantes, la clave del éxito es saber enfocar el proyecto y replantearlo en problemas más sencillos, y así sucesivamente hasta que la solución es obvia. Claro que ayuda tener conocimientos, pero hay muchas otras cosas: capacidad de análisis, razonamiento, esquematizar, visión espacial, muchas otras cualidades.

Por ejemplo: imaginemos que hay que determinar si se puede levantar una pesada máquina con un camión grúa. ¿Que haría un doctor en Físicas? Sin duda, tomaría cientos de medidas de la máquina, que modelizaría en un potente ordenador para determinar su peso; otros cientos de medidas del camión grúa, modelizaciones en potentes ordenadores para calcular su capacidad, un concienzudo estudio del terreno y de las maderas que se pondrán debajo de las patas del camión grúa, unas maquetas a escala en el laboratorio, varios artículos en revistas científicas y, uno o dos años después, una nueva tesis doctoral que dictaminará que sí puede hacerse. El buen ingeniero tendrá que responder mientras el cliente le está mirando; con mucho, tendrá tres minutos para hablar con el gruísta de cómo lo haría.

Así que, si me preguntan a mí, la valía del técnico estriba en su capacidad de respuesta. Es mi opinión, claro, que éste es mi blog. Pero, por una vez, me gustaría saber lo que piensan los demás.