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sábado, 14 de septiembre de 2024

Natalidad en España: números para pensar

https://www.youtube.com/watch?v=XeJFBwwYzVw 

 

 

Entro en la web del INE, y extraigo unos datos:


Este gráfico es el número de nacimientos en España entre 2008 y 2022. 

El gráfico no distingue por la procedencia de los padres. Lo que sí permite la web discriminando por nacionalidad (algo es algo) es la población por edad. Entre los 0 y los 14 años, ésta es la población española el 1 de enero de 2023 (ese día todos los nacidos en 2008 tenían 14 años):

Que cada vez nacen menos niños es evidente; que el bajón está siendo muy importante, también. Un dato curioso es que en la tabla de los que tienen nacionalidad española los nacidos en 2008 superan a los nacidos en 2022 en una proporción de 1,68:1, mientras que según la tabla de nacimientos esa proporción es de 1,58:1. ¿Acaso la proporción de los españoles entre los nacimientos es cada vez menor? La web no me proporcionó, o no pude averiguar, cuántos niños tenían la nacionalidad española en el momento de nacer y cuántos descienden de, digamos, abuelos españoles, pero lo que sí he podido establecer es el ratio de los que el 1 de enero de 2023 tenían nacionalidad española respecto a los nacidos en su año. Este gráfico:

 

Hasta 2017 podemos decir que aproximadamente el 90% de los niños nacidos en España tenían la nacionalidad española. A partir del 2018 (no sé si es casualidad que el Gran Líder llegara al poder ese año y cambiara la política inmigratoria) la ratio se desploma, con un divertido repunte en el 2021, supongo que por el confinamiento general del 2020, no en vano 100 días sin poder salir de casa puede tener efectos secundarios.

Primeras conclusiones: 

- El número de nacimientos se está desplomando. Y cada vez se desplomará más rápidamente. Porque cuando los pocos niños que nacen ahora sean los que tengan que ser padres, la ausencia de los que no han nacido se notará de verdad. Podemos ser muchísimas personas, pero si todos somos abuelos la cosa se acaba rápido.

- Aunque cada vez el ratio de niños no españoles sea mayor (y no entro a si eso nos gusta o no), la tendencia no se corrige. Quizá si se produjera una auténtica invasión, una entrada descomunal de inmigrantes con ganas de procrear...

 

Pero hay más reflexiones que hacer.  Por ejemplo, ¿por qué perdemos el tiempo en lo que lo estamos perdiendo? Piense en los asuntos que copan la conversación pública. ¿No le recuerda a los bizantinos, peleándose entre sí por el sexo de los ángeles mientras los ejércitos otomanos llegaban a las murallas de la ciudad?

Veamos este mapa:


Representa el número de nacimientos en cada provincia por cada mil habitantes (he quitado los datos de Ceuta y Melilla). Llaman la atención Teruel y Guadalajara. Tal vez lo de Guadalajara sera por el corredor del Henares (vivienda y trabajo para quienes estén dispuestos a alejarse de Madrid), pero lo de Teruel tiene que ser que allí los jóvenes están mas concienciados que los del resto de España, digo yo.

Los números no son muy altos. Hagamos una simulación simplificada en, por ejemplo, Zamora. La tasa de natalidad es de 4,25. Supongamos la tasa constante en el tiempo. En un pueblo de 4.000 habitantes nacerían 4x4,25=17 niños al año. Supongamos que la edad media de la población es de 85 años; estadísticamente hablando, una persona vería morir a todos los que nacieron antes que él a lo largo de esos 85 años, a un ritmo de 47 personas al año. ¿Cuántas personas habrían nacido en esos 85 años? Si la población del pueblo se mantuviera constante, 85x17=1.445. A lo largo de la vida de esa persona, la población habría pasado de 4.000 a 1.445, pero eso sería si el número bruto de nacimientos se mantuviera constante, y no: cuanta menos población, menos nacimientos. De hecho, si fuera la tasa lo que se mantuviera constante nacerían 934 personas en esos 85 años. La población habría pasado de 4.000 a 934. Pero tampoco esto sería real, pues cada año la población estaría más envejecida y por lo tanto la tasa de natalidad, es ley natural, iría disminuyendo. Y esta disminución... en fin, en Aragón hay cientos de pueblos que le pueden explicar lo que pasa.

Por lo tanto, la demografía debería ser el asunto más prioritario de todos los que nos ocupan. Y en serio. Antes de preocuparnos por dejar un planeta limpio a nuestros sucesores, deberíamos preocuparnos por que haya sucesores. Luego, si eso ya miraremos si el planeta estará limpio o no.


¿Y por qué es tan baja la natalidad? Es algo generalizado en nuestro tiempo y en nuestra cultura, así que la causa no son las circunstancias sociales, que cambian de un país a otro (las ayudas estatales, el mercado de la vivienda, etc.). De hecho, hay dos realidades distintas: por un lado, los que deciden no tener hijos. Huelga decir que son muchos más que antes, aunque solterones los ha habido siempre. Pero por otro lado, y creo que este grupo es el que tiene una verdadera incidencia en la caída de la natalidad, las familias que sí tienen hijos tienen ahora muchos menos hijos que antes: uno o dos, y ya está. Hasta el punto de que 3 hijos se considera ya, legalmente, una familia numerosa (y también una familia de ¡dos hijos! si los padres se han separado o no han llegado a casarse y legalmente no viven juntos). Cuando yo era chaval, una familia de 3 hijos era un mínimo: por una de 4 nadie arqueaba una ceja, pero tener sólo 2 se consideraba casi al mismo nivel de los que tenían hijo único o ninguno, un no poder haber tenido más.

Yo, hijo de una familia (muy) numerosa y padre de una familia numerosa, creo que todo se debe a una elección concreta pero inconsciente que todos hacemos: familia, o consumismo. La familia es frugalidad. A medida que ésta crece, supone muchos más gastos para unos mismos ingresos a repartir entre más personas (y problemas cotidianos: por ejemplo, con 2 hijos se puede ir a un parque de atracciones y montarse los 4, con 3 hijos no, y con 3 hijos se puede usar 1 coche, con 4 hijos el coche ha de ser especial). El que lo acepta crea o aumenta una familia. El que no está dispuesto, no. Es algo que he discutido con jóvenes en edad en la que antes ya se estaba en ello, y siempre me responden que el problema es la falta de vivienda, que en mis tiempos era fácil tener una y ahora no, y todo eso. El argumento no casa bien con el dato incuestionable de que los que tienen muchos hijos, en nuestra sociedad, no suelen ser los más adinerados, sino todo lo contrario. "¡Pero es que yo quiero que mi hijo tenga un mínimo nivel de vida!", se responde. ¡Ahora empezamos a centrarnos! Los jóvenes de ahora (y los de no hace tantos años) han crecido con un nivel de bienestar apreciable. Prácticamente no han conocido la frugalidad de sus padres y menos aún la de sus abuelos. Se les ha criado en comodidades y lujos, en mayor o menor nivel. Y ahora no están dispuestos a rebajar esas comodidades, porque las tienen consideradas como un mínimo vital. Esto no es exclusivo de los jóvenes de ahora: cada generación ha tenido un comportamiento similar con el efecto de que la natalidad bajaba continuamente. Y así hemos llegado a la situación actual.

En esta discusión existe el argumento por parte de los jóvenes de que las generaciones anteriores "lo tuvieron más fácil". Sin embargo, ninguno de ellos querría vivir con las condiciones y reglas que tuvieron que aguantar las generaciones anteriores. Igual es que fueron esas condiciones y reglas que soportaron sus mayores las que impulsaron a estos a  dar lo mejor de sí para salir de ellas.

Yo... no sé si la situación tiene mal arreglo o si no lo tiene. Lo que sí puedo decir es que si no ocurre algo muy, muy gordo, no se va a arreglar. Y no va a ocurrir. 




Rocío Jurado - Señora

lunes, 24 de junio de 2024

Traspasado el punto de no retorno

https://www.youtube.com/watch?v=Js8P0PKxmPA 

 

 

Leo en prensa que la tasa de hijos por mujer en España es de 1,15. Sabe el lector que los estudiosos de la cosa afirman que la tasa para reposición es de 2,3 hijos por mujer: los grupos que tienen una tasa mayor aumentan su población, los que la tienen menor envejecen y a largo plazo la disminuyen. Pues también afirman que 1,15 (la mitad de 2,3, no sé si guarda relación) es la tasa de no retorno: cuando ya no hay arreglo. Con esa tasa la inercia de la reducción de mujeres en edad fértil es ya imparable: aunque las mujeres tuviesen de nuevo una tasa de fecundidad alta, como cada vez serían menos la disminución de la población es inevitable.

Llevamos desde 1981 por debajo de la tasa de reposición, y los demógrafos llevan décadas avisando. Claro que los efectos tardan también décadas en notarse, por lo que no hace 20 años que la demografía es un problema de primer orden (es decir, un problema que se planteen políticos y medios de comunicación). Ahora es tarde.

Por otro lado, mi lectura en la prensa no lo precisa, pero entiendo que se refiere a la tasa de, digamos, el grupo social de españoles "de hondas raíces españolas". Y que el grupo social que va camino de la extinción es ése. El grupo social de, digamos, raíces mauras no parece que corra peligro. Entonces, ¿quiénes son los beneficiarios de las -a ojos de muchos excesivas por lo inasumibles para los paganini- ayudas a la natalidad? En esencia, los grupos sociales que sí están teniendo hijos, casualmente no el grupo social que queríamos ayudar. Porque las ayudas a ese grupo social no han servido de nada, y ya no van a servir.

 

 

Como saben, cuando un problema ya no tiene solución empieza la búsqueda de culpables. La excusa habitual suele ser económica: la carestía de la vida, la dificultad de conciliar familia y trabajo, el precio de las viviendas, la precariedad laboral,... Aunque esas excusas no explican que los funcionarios (con trabajo garantizado y un horario imbatible) no tengan hijos a mansalva, tampoco las familias con una situación económica desahogada, y que sí los tengan las familias más humildes. Se aduce también que la mujer ha de desarrollarse fuera de la familia, en funciones laborales; que primero está su carrera profesional y luego ya se dedicará a la maternidad cuando le convenga (aunque pocas veces, cuando eso ocurre, con más de 2 hijos como correspondería). En fin, ésas son las excusas habituales, y de ahí las ayudas. Como las ayudas no han funcionado, hemos de colegir que ésas no eran las causas verdaderas. Tampoco han funcionado, por cierto, en otros países donde las han dado con mayor fruición y cuantía, si cabe. Curiosamente, lo que sí han conseguido es que la población global aumente, pero no con las personas que se pretendían, creo que se me entiende.

La razón verdadera es el cambio de los valores morales. Hasta los años 70 (antes, en otros países, después en otros otros), la sociedad española tenía unos ciertos valores morales, una ética, unas creencias. Estos valores han ido cambiando y produciendo una sociedad muy diferente. Una consecuencia de esos cambios es que tenemos menos hijos.

Y, según parece, ya no hay vuelta atrás. Así que... ¿qué hacemos?

En primer lugar, lo que tenemos que hacer es reconocer la situación. Y la situación es que la caída demográfica ya no es un problema a resolver, sino una realidad con la que tenemos que convivir. El Atlántico es cada vez más ancho y nosotros tenemos cada vez menos hijos y vamos a ser muchos menos. Dicen los estadísticos que la tendencia es que el año 2100 (dentro de 75 años) en España sólo haya 16 millones de españoles autóctonos. Démoslo como hecho, y actuemos en consecuencia: preparándonos para lo que va a ser.

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza si le digo que seremos 16 millones de españoles? Le diré lo que debería: la deuda pública de España es de ~1,600 billones de euros. Tocarán a 100.000 euros por cabeza, más la deuda propia que tenga cada españolito. Eso, si la deuda no aumenta (disminuir, no parece que lo estemos haciendo). Si le dicen a usted que debe, aparte de lo suyo, 100.000 euros más por boca que viva en su casa, ¿cómo reaccionaría? Pasado la sorpresa y el lógico enfado (de momento, no nos estamos enfadando: las políticas que se basan en el aumento de la deuda pública son las que ganan las elecciones), seguro que decidirá apretarse el cinturón. Recortar gastos.

¿Y qué gastos recortar? ¿Por dónde se empieza? Mi sugerencia: por las ayudas a la natalidad. Porque, ya se ve, no funcionan. No ayudan la natalidad que queremos ayudar. Las españolas no tienen un hijo porque les paguen 500, 1.000 ó 1.500 euros. Un cheque bebé no hará que se lancen a parir. Que les subvencionen los pañales, los chupetes o las guarderías tampoco. Y eso que subvencionar las guarderías es una pasta enorme; pero esa pasta enorme supone que nos gastamos el dinero en subvencionar guarderías en vez de en disminuir la deuda, y la aprovechan madres que de todas maneras tendrían los mismos hijos y que me temo que no son las madres que teníamos en mente al decidir las ayudas. Prefiero que ese dinero vaya a becas a la excelencia estudiantil: que ningún buen estudiante no pueda por dinero estudiar lo que desee. A la larga, seguro que rinde más.

 

 

En fin. 1,15 hijos por mujer significa, según los demógrafos, que ya no hay recuperación posible. No es que nuestro grupo social esté camino de la extinción, es que está extinguiéndose.

Miro ahora por la ventana, y no veo niños.

 

 

Bee Gees - To love somebody (versión de Suzy & the Sissies)

viernes, 13 de octubre de 2023

Fin de la guerra del coche eléctrico

https://www.youtube.com/watch?v=2Q466ZPyNAo 

 

 

Hace años el coche eléctrico se planteó como opción seria de futuro. El coche de explosión, el gran marcador de la civilización en el siglo XX, no iba a rendirse sin lucha, y empezó una guerra soterrada, no declarada, entre ambas tecnologías.

Al principio, el eléctrico entró despacito. Es una tecnología que se está desarrollando, blablablá, ya veremos, llegará un día en que podrá tratar de tú al de explosión, todo eso. El coche eléctrico se veía con curiosidad.

El paso siguiente fue cuando la Administración apoyó a los eléctricos, pero eran unos apoyos inofensivos: reducciones de tasas, exenciones, permisos de aparcamiento, etc. Con esto, el coche eléctrico ganó a taxis y a excéntricos con posibles, y empezamos a verlos ya con intriga. Intriga por saber qué tal funcionaban, cómo eran de fiables, su mantenimiento y otras cuestiones: señal de que los usuarios nos planteábamos en serio el cambio.

La guerra estalló cuando de verdad empezaron las hostilidades, los ataques a la explosión: cuando la Administración anunció que pasaba a aplicar planes de prohibición de los motores de explosión. No era que se incentivase el eléctrico, sino que se perseguiría al otro: prohibición de entrar en centros urbanos, prohibición de venderse vehículos nuevos, prohibición de emitir contaminantes, prohibición de vender combustible. Las prohibiciones, claro, no eran inmediatas (no vaya a ser que el gobernante que las declarase sufriese sus consecuencias), sino a fecha vista. 2024, 20320, 2040, 2050...

Lo que no previeron esos listos es que el tiempo avanzaría y esas fechas se irían acercando cada vez más. Y, claro.

En un primer instante, la opinión general fue de pasmo. Pasmo por prohibir lo que todos tenemos y empleamos, y pasmo porque nadie con conocimiento veía que la tecnología eléctrica estuviera preparada para sustituir al motor de explosión. Y quien dice tecnología dice también infraestructura, fuentes de energía, etc.

¿Qué pasó? Lo que tenía que pasar: la realidad es la realidad. Y ante la realidad, cuando llega la fecha en que los deseos han de convertirse en realidades, pues...

Poco a poco (pero en otros países, los ciudadanos españoles somos lo más borrego y servil que existe en el planeta) empezaron a reaccionar. Y los gobernantes de esos países empezaron a recular. 

A estas alturas, ya podemos intuir en qué va a quedar la cosa: en lo que decíamos. En que el coche eléctrico no se va a imponer. A medida que se vayan acercando los plazos de cumplimiento de cualquier amenaza que se cerniera sobre la explosión, esa amenaza se va a retirar. Puede que haya ciudades en las que se restrinja el acceso a los coches, pero sería a todos, no solo a los de gasolina. Se seguirá vendiendo gasolina más allá de la fecha tope fijada, y se seguirán fabricando coches de gasolina porque se seguirán vendiendo masivamente coches de gasolina. Y no me extrañaría que las exigencias de no contaminación se acaben también relajando, ante la constatación de que es estúpido querer ser más papista que el Papa. No será España quien lidere la remontada de los térmicos, porque somos borregos incluso en el nivel de gobernantes, pero ocurrirá. Y sin la asistencia asistida que está teniendo, el coche eléctrico... bueno, tendrá su nicho y poco más.

Lo único que podría vencer al motor térmico es que no quede combustible en el planeta. Sí, en teoría es una derrota segura, ya que el combustible es finito. Lo que pasa es que no tengo claro del todo cuán próxima es la derrota. ¿Y si hay más del que se dice? ¿Y si no se declaran todas las reservas que existen? ¿Y si están aforadas por defecto? ¿Y si aparecen, como ha ocurrido tantas veces, nuevas reservas? ¿Y si resulta que intervienen las leyes de la oferta y la demanda y el mercado se autorregula, de manera que por fin los derrochones colapsen porque no puedan pagar sus derroches? ¿Y si la Técnica consigue resolver el problema?



Hollow coves - The woods

lunes, 21 de agosto de 2023

Invierno demográfico en la playa

https://www.youtube.com/watch?v=GwFScf8VKIM 

 

 

Supongo que tengo una visión de la realidad alterada por mis recuerdos: cuando mi hermano mayor tenía 3 años era el mayor de 4 chicos, y luego fueron llegando más hermanos. En mi clase del colegio éramos 43 (4 clases por curso, además), todos chicos. En mi grupo scout, en la manada de lobatos éramos 30, como siempre todos chicos. Y las familias numerosas (con el criterio actual) eran normales, los hijos únicos o las familias de sólo 2 no. El caso es que mis recuerdos están poblados de niños por todas partes, de actividades con muchos niños, juegos con muchos niños, muchos niños.

Hace tiempo que vengo fijándome en las personas que me cruzo por la calle. Algunos niños, algunos jóvenes, algunas familias de padres jóvenes. Pero no muchos. Voy al mercado y me cruzo con 20 personas o más (el mercado está muy cerca), y probablemente no más de una no ha cumplido los diez años, 3 los 20 (tal vez los 30), y no más de 6 habrán cumplido los 40. Al menos 10 ya no cumplirán los 60. Y no me parece bien.

He acudido unos días a la playa, este agosto. Pocos niños. Peor aún, niños solos o, a lo sumo, con 1 hermano. ¿Se están convirtiendo, las playas, en lugares para viejos? No, es el país el que se está convirtiendo en un lugar para viejos. Ahora puede ser tan solo una sensación, unas anécdotas, algo que se dice en alguna conversación que otra (recuerdo, de hecho, una contestación que oí a las mujeres jóvenes más de una vez: «¿Quieren hijos? ¡Que paguen!»). Pero llegará un día en que será un tema general, omnipresente. Que se tratará en las noticias, en la radio y en la prensa, que ambientará películas y novelas por doquier. Cuando eso pase, ya será demasiado tarde. Y lo sé porque ya es demasiado tarde. 

Si pasean por los pueblos de la España vacía notarán la tristeza de los pueblos sin niños y sin jóvenes. En las ciudades sigue habiendo personal para dar y tomar, pero este personal está siguiendo el camino de esos pueblos. Y lo que antes era una fiesta y un jolgorio ya es sólo una tertulia y pronto apenas un encuentro casual en la calle. Los padres organizarán fiestas de cumpleaños (o de cualquier cosa) para conseguir un puñado de niños que jueguen juntos y generen alegría, pero incluso esas fiestas tienen, comparadas con las de mi infancia, una asistencia patética. Las señales de lo que está pasando son muy tenues, pero están ahí; tal vez usted no las perciba y por eso crea que exagero, pero no lo hago.

Lo bueno de esto es que cuando ocurra, se acabará la matraca del cambio climático: ¿a quién le importará el mundo que dejará a sus hijos si ve que ya no hay hijos? Cuando alguien no sobrevivirá al 2050, ¿qué le importa en realidad cómo esté el planeta en 2100?

Yo iría llamando ya a los ingenieros para que tomen cartas en el asunto, porque si no tendrán que llamar a los abogados, y entonces será peor.  

 

 

Elvis Presley - If I can dream 

martes, 20 de junio de 2023

Un verano de cambio climático

https://www.youtube.com/watch?v=P0DK-0fIKCw 

 

 

Este verano va a hacer calor. El cambio climático, ya saben. El cambio climático es la fuerza que mueve el mundo: ¿hace calor? ¡Cambio climático! ¿Hace frío? ¡Cambio climático! ¿Llueve? ¡Cambio climático! ¿No llueve? ¡Cambio climático! ¿Llueve en agosto y nos chafa unos días de playa? ¡Cambio climático! ¿Ya no llueve nada en agosto? ¡Cambio climático! ¿Nieva, no nieva, hay inundaciones, hay sequía, hay, hay, hay? ¡Cambio climático!

Y saldrá en las noticias: «ni los más viejos del lugar...». La memoria de los viejos, ya se sabe. «Antes sí hacía frío, no como ahora. Sí hacía calor, sí llovía, sí teníamos sequías...». Recuerdo la terrible, mortal (87 muertos) riada que se llevó por delante un cámpin en Biescas en 1996. Una riada inaudita, cambio climático 100%. Resulta que algún viejo del lugar sí se acordaba de una semejante... en 1928. Y es indiferente que hubiera ocurrido antes, en el mismo sitio (se le dio importancia, a posteriori, para tratar de culpar a todos los que habían aprobado el emplazamiento del cámpin, ya saben que el ser humano siempre ha de culpar a otro de todo lo que haga mal); podía haber ocurrido algo semejante a 50 km de distancia, y hace 150 años en otro sitio a 30, y lo que quieran.

Pero el mantra es "cambio climático", y eso lo justifica todo. Ya sabemos a quién echarle la culpa de que llueva o de que no, de que haga calor o de que no, de que nieve o de que no.

Como digo, este verano va a hacer calor. Y algún día se nos dirá que en cierto lugar se ha batido el récord de calor histórico, que nunca allí se había llegado a esa marca. Y todos diremos: ¡cambio climático!  Nadie se planteará que si no se hubiera superado la marca de temperatura en en ese sitio pero en otro sí también hubiéramos dicho todos... ya saben (¡cambio climático!, por si no lo habían pillado). Así que habría cambio climático tanto si en ese sitio se bate la marca histórica de temperaturas como si no.

Y nadie se planteará si lo que hemos cambiado es la medida de la temperatura. Es como con la resistencia del terreno, que tras la extrañeza porque los terrenos aguantaran menos que antes alguien se dio cuenta que la culpa era de las máquinas que medían esa resistencia, que habían cambiado una serie de detalles que alteraban el resultado. No es lo mismo cómo se mide la temperatura ahora de cómo se hacía en 1940: la misma tecnología del termómetro ha cambiado, no tiene nada que ver. Probablemente, en los extremos más fríos y más cálidos,  un termómetro de 1940 no marque lo mismo que uno de 2020, digo yo. También las propias estaciones metereológicas, las cabinas. Puede que hayan cambiado, y esos cambios afecten en algunas décimas de grado. O que se hayan deteriorado, o se hayan reparado, repintado, cambiado la madera o qué se yo. Puede que la hayan movido (de hecho, muchas se han movido), y alguna pasara de estar cerca de un bosquecillo a estar rodeada de asfalto, o que hubiera una charca cerca y ahora esa charca no existiera. Cuando hablamos de décimas de grado, esos detalles importan. Y, por descontado, puede haber cambios antropogénicos: puede que la estación estuviera, en 1940, en una zona campestre 100% y ahora esté rodeada de urbanizaciones, o haya una urbanización o un polígono industrial en la dirección de los vientos dominantes. Quiero decir, si Mark Spitz, en vez de nadar sin gorro, sin afeitarse el bigote ni depilarse el cuerpo, con los bañadores de 1972 y los cronómetros de 1972 hubiera nadado como ahora, con gorro, depiladísimo, bañadores especiales y todo lo demás, habría pulverizado sus propios récords. ¿Hace más calor o es que hemos cambiado cómo tomar las medidas? Y ese más calor que hace, ¿es global o es sólo debido a que hemos alterado las condiciones en el entorno del termómetro?

¿Y si no hiciera más calor? ¿Si no se batiera ningún récord? Lo más probable es que no pasara nada, que nadie dijera nada. Hasta que algún año se batiera, y entonces todos diríamos, al unísono:

  —¡Cambio climático!

 

 

Juice Newton - Queen of hearts

sábado, 25 de marzo de 2023

Combustible sintético

https://www.youtube.com/watch?v=Zveg6rxm0q0 

 

 

Pues parece que los alemanes se echan atrás y que era un farol: van a retirar su veto a que no se puedan fabricar coches con motores térmicos después de 2035. La clave es que se podrán fabricar si utilizan combustibles sintéticos, combustibles que ahora no hay pero que los habrá, que serán la repanocha y que todo su proceso de fabricación será verde.

Por lo que cuentan, el combustible sintético lo harán con CO2 que extraerán del aire o de lo que se produce en otros procesos industriales, y con hidrógeno verde. Luego se someterá a un proceso industrial y voilà!, habemus gasolina. Artificial y ecológica. 

Jajajá.

La gasolina es un hidrocarburo, o mejor una mezcla de hidrocarburos y otras sustancias, que se produjo de forma natural dentro de los procesos geológicos hace muchos millones de años. Como hidrocarburo, es una mezcla de carbono e hidrógeno (metano, etano, propano, butano, pentano,... todos estos ejemplos de hidrocarburos son moléculas de átomos de carbono e hidrógeno, distintas entre sí gracias a una curiosa propiedad del átomo de carbono). Lo que se pretende ahora es captar el CO2, quitarle el oxígeno y añadirle el hidrógeno. El hidrógeno se habrá obtenido del agua, a la que se le habrá quitado también la parte del oxígeno. Si realmente esto funcionara produciríamos oxígeno como sobrante a chorro, y seguro que en unas décadas los ecologistas saldrían alarmados que los niveles de oxígeno en el planeta se están disparando. Así que todo muy verde. Y será muy verde porque el hidrógeno será muy verde, ya que la descomposición del agua se hará mediante energía renovable; ya expliqué hace tiempo que el chiste es tener capacidad de generar mucha energía renovable, y cuando esa capacidad exceda la necesaria para nuestro consumo eléctrico ordinario emplearla para descomponer agua y conseguir hidrógeno: un hidrógeno verde, a diferencia del que se consigue de ordinario con la electricidad ordinaria, también llamado hidrógeno gris.

Todo esto está muy bien, pero hay algunos detalles que no parecen muy pulidos.

Para empezar, tendríamos que poner volúmenes a los consumos. Los millones de metros cúbicos que se gastan ahora de gasolina y gasoil. ¿Cuánta agua habría que descomponer para obtener el hidrógeno que forma parte de tanta gasolina? Para obtener 114 gramos de octano (ejemplo de hidrocarburo que forma parte de la gasolina) hay que descomponer 162 gramos de agua, y descomponer 162 gramos de agua y obtener los 18 gramos de hidrógeno que buscamos va a requerir mucha energía. Energía que conseguiremos porque tendremos un exceso de capacidad de generar energía con molinos de viento y placas solares faraónico, seguro. Molinos de viento y placas solares que se habrán fabricado todas sin coste energético apenas, sin contaminar, sin necesidad de excavar minerales en las selvas del Congo... Los otros 96 gramos que nos faltaban para el octano los extraeríamos descomponiendo 352 gramos de CO2, lo que produciría 256 gramos de oxígeno excedente (a sumar a los 144 gramos de oxígeno que sobraban del agua, en total 400 gramos de oxígeno). Pero además el CO2 tiene un problemilla, es muy estable. Es decir, no es fácil separar esa molécula. En otras palabras, el proceso requiere mucha energía. 

Así que producir 114 gramos de octano consume 162 gramos de agua y genera 400 gramos de oxígeno excedente, oxígeno que... algo habrá que hacer con él, y no puede ser liberarlo a la atmósfera porque nos la cargamos. Y todos los procesos asociados a esta producción requieren energía a lo bestia, porque todo pasa por descomponer dos moléculas naturales como el CO2 y el H2O.

A escala planetaria.

Y luego, tratar ese octano conseguido (conseguido mediante energía, por cierto) en procesos industriales para añadirle todos los detalles que tiene la gasolina actual y que hace que funcione (y que contamine). Estos procesos industriales... sí, requerirán energía. Ésta ya no será verde, claro, como la de la descomposición del CO2, que verde sólo será la del hidrógeno.

No entro, por no ciscarme, en todos los añadidos del proceso que requerirán mucho gasto y energía: por ejemplo, el aparato que habrá que montar para manejar el hidrógeno y el oxígeno con seguridad. Si es necesaria la seguridad en una planta donde lo que hay es petróleo, que "sólo" arde, imagínese una planta en la que lo que haya sea hidrógeno y oxígeno puros, a cual más explosivo y almacenados a altísima presión.

Más detalles: la tecnología necesaria aún no está desarrollada. Sólo en escala de laboratorio. ¿Dónde se desarrollaría? El hidrógeno verde se producirá sobre todo en los países más soleados y con el Sol más alto en el cielo más tiempo. Pero ¿en España? Si precisamente el hidrógeno verde requiere molinos de viento a cascoporro y hectáreas sin fin de placas solares, ambos elementos que no quiere nadie en su tierra, ¿vamos a aceptar aquí ambas cosas para producir hidrógeno que consuman los alemanes? ¡Por favor! Como si no nos conociéramos. En cambio, Marruecos, Argelia,... Sí, allí sí. Pero ¿vamos a exportar nuestra tecnología para producir la energía que necesitamos en los países musulmanes de África y darles el control de lo que nos va a ser imprescindible? Claro que no.

¿Entonces?

Entonces, digámoslo claro, nos están tomando el pelo. O, mejor dicho, nos estamos autoengañando. Creyéndonos que estas soluciones estarán disponibles para todos nosotros. No va a ser así, y ésa es la clave. Al igual que los coches eléctricos, no van a ser para todo el mundo. Porque no va a poder ser, podrá haber en Europa un millón de vehículos con combustibles sintéticos (lo dudo), pero no los 300 millones que hay ahora de vehículos tradicionales (el número me lo invento, pero no me extrañaría que fuera de ese orden). Porque no tendremos capacidad para generar el combustible que requieren tantos vehículos. Y, como ocurre siempre con los bienes escasos, sólo los más pudientes podrán acceder a ellos.

La mayor ironía de esta historia del combustible sintético es que, en pocas palabras, se trata de inventar un proceso que tras un enorme gasto de energía produzca... una fuente de energía.

En definitiva, me han decepcionado los alemanes. Esperaba más. 

Pero tengo para mí que esto no es el final. A medida que el plazo esté más cerca, más gente empezará a entender que sí es su problema.




Carrie Underwood - Blown away