Mostrando entradas con la etiqueta sostenibilidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sostenibilidad. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de agosto de 2025

Otra forma de ver el turismo

https://www.youtube.com/watch?v=E7zmRvhFEYo 

 

 

Esta mañana me encontré en el Metro con una turista. Digo yo que era turista, porque era una mujer jovencita, muy pelirroja, piel muy blanca, zona cercana al cuello y parte superior de los hombros enrojecida,... Sí, podía ser de Almendralejo, pero había algo más en su actitud: tenía mucho calor. Y se quitó la camiseta, se quedó en sujetador. Primero pensé que quería secarse el sudor y pasarse un desodorante, pero en realidad sólo bufaba. Luego vino el tren, y se subió al vagón. Siguió en sujetador.

El Metro de Barcelona es suficientemente seguro para que un día laborable en horas laborables una joven pueda viajar sola en sujetador por las paradas del centro. Pero ¡caray!: es un espacio público, no el salón de su casa.

Era una turista, lo tengo claro.

Y sí, miró el móvil y luego se lo metió debajo del pantalón. Supongo que en las bragas, pero es que no me importa. Yo nunca lo haría.

Muchos turistas se comportan aquí como no lo harían en sus lugares de origen. Tal vez por eso vienen, o es una razón más.

 

 

El turismo es probablemente la principal industria de España. En Barcelona, suponiendo una estancia típica de 1 noche (2 días), calculo que recibimos cada día 100.000 visitantes de media (entiéndase turistas: extranjeros que vienen a Barcelona, por ocio o por trabajo, dispuestos a gastarse dinero aquí). A esas personas hay que alojarlas, alimentarlas, vestirlas (la parte que toca), transportarlas, cuidarlas, protegerlas, entretenerlas,... y reparar lo que rompen o gastan, limpiar lo que ensucian, gestionar sus residuos, proporcionar el agua necesaria,... Mucho más de lo que parece.

La parte positiva es que trae el dinero de fuera. Es por eso que se llama industria, porque es lo que las industrias hacen.

Ahora bien: considere un momento lo que hacen las otras industrias.

En la agricultura, el agricultor además de dejarse los cuernos consigue extraer un producto de la tierra. Ese producto lo vende y obtiene dinero.

En la ganadería, el ganadero gestiona un establo para que los animales produzcan (miel, huevos u otros animales) y lo que producen lo intercambia por dinero.

En la minería se extraen productos que tenemos y se venden. Funciona mientras queden productos que extraer, eso sí.

La pesca es parte ganadería, y parte minería. 

En la industria propiamente dicha, el esfuerzo de los trabajadores y el saber de los ingenieros consigue mejorar las materias primas y conseguir que otros paguen por el resultado.

¿Ve un patrón común aquí? 

Siempre alguien vende algo a alguien.

¿Qué se vende en la industria del turismo?

Hay quien dirá que cerveza, que noches de hotel o camisetas. O nuestra gastronomías (risas sostenidas). Pero no, no es eso.

Le daré una pista. A ver si se reconoce en esta situación:

—Chico, no pudimos ni entrar. Había una cola de gente que no veas.

Cuando uno vive en un bloque de pisos acepta compartir una parte de su vida con sus vecinos: será a los que salude por las mañanas, con los que hable del tiempo en el ascensor, con los que comparta problemas comunes y el espacio que ya considera suyo y se sienta a salvo. En menor grado comparte su vida con sus vecinos de barrio, y también de ciudad e incluso de país. Cuando está en el bar tomando un café o una cerveza le importa que estén: no entrará a un bar en el que no haya nadie, por ejemplo. Son con los que acepta compartir un día de playa, una sesión de cine, ir a misa o simplemente coincidir en el transporte público.

Cuando viene un turista, usted acepta compartir con él su espacio vital. Él también irá a la playa, se subirá a los autobuses o trenes, coincidirán en las calles e incluso en la escalera de su casa si como me ocurre a mí hay pisos turísticos. No se trae al turismo como si fuera un resort caribeño, encerrados en un espacio del que no puedan salir ni nosotros entrar, porque no vienen en busca de sol y mar: vienen en busca de sol y mar con nosotros. Quieren pasear por nuestras calles con nosotros (de hecho, no creo que les cause especial placer cuando todos los que caminan son turistas como ellos, como en los pasillos de los aeropuertos o grandes estaciones), quieren estar en nuestros restaurantes, caminar por nuestros bosques o montañas, coincidir con nosotros en las piscinas. Y, como están dispuestos a pagar por ello, usted acepta.

Lo que se vende en el turismo es nuestro espacio vital. Y no pasa nada, está bien. El visitante llega a un pueblo, y los que están en él comparten ese día: coinciden en el bar de la plaza, se saludan, lo ven, él les ve, observa dónde viven y qué hacen, se ven mutuamente comerse un bocadillo,... Y no pasa nada. El visitante no quería llegar a un pueblo abandonado, no ver a nadie, que nadie saliera de sus casas. Quería que el pueblo hiciera su vida normal. A cambio de dejarle estar allí (con ellos haciendo su vida normal), el visitante ha hecho un gasto tal vez en el bar o el restaurante, a lo mejor en el cepillo de la iglesia o en la gasolinera o en la tienda que vende productos típicos. Lo que ha costado, lo que ha comprado, no ha sido tanto. Así que está bien.

¿Y si la cosa se saliera de madre? ¿Y si vinieran tantos visitantes a la vez que los vecinos no pudieran circular en coche, las calles estuvieran atascadas permanentemente, no hubiera sitio en el bar o en la iglesia o en el dispensario o en la tienda de alimentación o en la piscina? ¿Y si fuera constante? ¿Y si la demanda de alojamiento fuera tal que ni siquiera ustedes pudieran permitirse una vivienda porque todo se destina a los mucho más rentables visitantes? ¡Ah, entonces sería un sinvivir! Habría vendido usted más de lo que debería. Como si vendiera alimentos y se encontrara que había vendido hasta los suyos propios y ahora solo tiene para comer billetes con monedas.

Pues hay sitios donde eso ocurre.

En Barcelona la presión turística ha hecho que al parque Güell sólo se pueda entrar pagando. Y a la catedral. Y al templo de la Sagrada Familia. El turismo ha expulsado a los barceloneses de muchos de los lugares de los que solían disfrutar, de los transportes que usaban (hay líneas de autobuses que se pidió a Google que no informara de ellas para que los turistas no las emplearan) y de pisos en los que antes se vivía. De bares, tiendas y paseos, que ahora son, en la práctica, tourists only. Y era de cajón que esto iba a ocurrir: desde hace muchos años el empeño del ayuntamiento de la ciudad ha sido la promoción de la misma: somos los mejores, un lugar maravilloso, tenemos joyas que usted no puede dejar de visitar, venir aquí es lo más. Incluso se consiguió que Woody Allen filmara una película que hasta tenía Barcelona en el título. Venga ferias, congresos, salones, exposiciones, lo que sea. Usted, venga. 

Y a nosotros, ¿qué nos decían mientras tanto? Que el turismo es riqueza. Que trae mucho dinero que beneficiaba a muchas personas. No dijeron que la parte del león de ese dinero iba a las compañías de transporte y a las compañías hoteleras, eso teníamos que haberlo pensado nosotros. Y tampoco nos dijeron que lo que vendíamos era nuestro espacio vital, con lo que nadie sospechó si no iba a ser que venderíamos demasiado espacio.

Dejo, para terminar, una foto que ha aparecido hoy en el diario El Mundo: un montón de turistas delante de la salamandra del parque Güell. He estado allí muchas veces, estuve mientras se pudo, y no creo que vuelva nunca: es ya otro sitio tourists only.

Barcelona, la zona cero del colapso turístico: "Desde la pandemia la gente se ha vuelto loca"
(artículo completo aquí)

Las personas que usted se cruza forman parte de su vida y lo que el turismo vende es ser parte de su vida. Con el turismo, lo que usted está vendiendo es una parte de su vida. Mejor dicho: otros están vendiendo parte de su vida de usted. Ése es el problema del turismo, porque esos otros no sienten que estén vendiendo demasiado.

 

 

Barry White - You're the first, the last, my everything 

 

 

miércoles, 2 de abril de 2025

La evolución demógrafica explicada en 4 líneas

«A lo largo de la historia evolutiva humana, puede haber habido algunas mujeres de mente independiente que se pensaron bien las cosas y decidieron evitar el dolor y los riesgos de la maternidad. Esas mujeres no son nuestras antepasadas.

También puede haber habido familias que decidieron acabar con las reglas y costumbres que fomentaban la crianza de los hijos. Nuestros antepasados no pertenecían a familias como ésas.

Nuestros antepasados formaban parte de familias que creían en la importancia de los niños y trabajaban duro para producir la siguiente generación».

 

La cita es de "A Story of Us: A New Look at Human Evolution" (2021) de Lesley Newson y Peter J. Richerson, un matrimonio de la Universidad de California que se dedica a la investigación en evolución humana y antropología evolucionista. 

Su tesis es que los humanos no triunfan por ser los más fuertes, sino los mejores colaboradores en la tarea interminable de criar a la siguiente generación.

Y no les falta razón.

jueves, 30 de enero de 2025

Me monté en un Tesla

El Uber de ayer por la mañana era un Toyota Corolla; nada que objetar. El conductor parecía de origen marroquí e hizo el viaje ataviado con una sudadera tapado con la capucha; era poco elegante, porque vestía unos pantalones vaqueros con aparotosos cortes o rotos a la altura de las rodillas. No llevaba la radio puesta y no me dio conversación fuera de la mínima imprescindible para llegar a destino, tampoco es que hablara el español como un natural. Digamos que un viaje correcto.

El regreso lo hice en un Tesla Modelo 3. El conductor era dicharachero, o por lo menos tuvimos una agradable conversación; yo, es que soy de los que suele conversar con el que me lleva, sobre todo si soy forastero: me gusta que me cuente cómo son las cosas por esos lares.

El Tesla era nuevo: 20 días. Apenas llevaba 12.000 km. Antes conducía un Toyota Corolla híbrido. Cada turno le echaba al Toyota 42 euros de gasolina, otro tanto el compañero de la noche, y al Tesla le pone la mitad  en corriente eléctrica. Emplea los cargadores de Tesla, porque son rapidísimos, el tiempo en mi opinión de un café y bocadillo, pero el de Nuevos Ministerios, si va a las 10 de la mañana, que es la hora en la que baja el trabajo y los conductores aprovechan para recargar, pues tarda más, tal vez porque son de carga compartida. Así que procura ir a otros que sabe que son más rápidos. Eso sí, reconoce que para un viaje largo, pues no: tiene una autonomía de 465 km.

A lo que iba: el Tesla no es un coche. Es... otra cosa. Es como comparar un ábaco y una calculadora programable. No es que esté 1 generación por delante de los coches normales, es que está al menos 2: hay más diferencia entre un Tesla y un coche de ahora que entre un coche moderno de ahora y un coche de 1975. Estuvo contando y enseñándome las cosas que hace, y aluciné.

Y sí, la tecnología eléctrica tiene sus cosas, pero el Tesla, como coche, es otra historia: es una categoría aparte. Yo, desde luego, no voy a echar pestes de ello. Si puedo, repetiré.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Natalidad en España: números para pensar

https://www.youtube.com/watch?v=XeJFBwwYzVw 

 

 

Entro en la web del INE, y extraigo unos datos:


Este gráfico es el número de nacimientos en España entre 2008 y 2022. 

El gráfico no distingue por la procedencia de los padres. Lo que sí permite la web discriminando por nacionalidad (algo es algo) es la población por edad. Entre los 0 y los 14 años, ésta es la población española el 1 de enero de 2023 (ese día todos los nacidos en 2008 tenían 14 años):

Que cada vez nacen menos niños es evidente; que el bajón está siendo muy importante, también. Un dato curioso es que en la tabla de los que tienen nacionalidad española los nacidos en 2008 superan a los nacidos en 2022 en una proporción de 1,68:1, mientras que según la tabla de nacimientos esa proporción es de 1,58:1. ¿Acaso la proporción de los españoles entre los nacimientos es cada vez menor? La web no me proporcionó, o no pude averiguar, cuántos niños tenían la nacionalidad española en el momento de nacer y cuántos descienden de, digamos, abuelos españoles, pero lo que sí he podido establecer es el ratio de los que el 1 de enero de 2023 tenían nacionalidad española respecto a los nacidos en su año. Este gráfico:

 

Hasta 2017 podemos decir que aproximadamente el 90% de los niños nacidos en España tenían la nacionalidad española. A partir del 2018 (no sé si es casualidad que el Gran Líder llegara al poder ese año y cambiara la política inmigratoria) la ratio se desploma, con un divertido repunte en el 2021, supongo que por el confinamiento general del 2020, no en vano 100 días sin poder salir de casa puede tener efectos secundarios.

Primeras conclusiones: 

- El número de nacimientos se está desplomando. Y cada vez se desplomará más rápidamente. Porque cuando los pocos niños que nacen ahora sean los que tengan que ser padres, la ausencia de los que no han nacido se notará de verdad. Podemos ser muchísimas personas, pero si todos somos abuelos la cosa se acaba rápido.

- Aunque cada vez el ratio de niños no españoles sea mayor (y no entro a si eso nos gusta o no), la tendencia no se corrige. Quizá si se produjera una auténtica invasión, una entrada descomunal de inmigrantes con ganas de procrear...

 

Pero hay más reflexiones que hacer.  Por ejemplo, ¿por qué perdemos el tiempo en lo que lo estamos perdiendo? Piense en los asuntos que copan la conversación pública. ¿No le recuerda a los bizantinos, peleándose entre sí por el sexo de los ángeles mientras los ejércitos otomanos llegaban a las murallas de la ciudad?

Veamos este mapa:


Representa el número de nacimientos en cada provincia por cada mil habitantes (he quitado los datos de Ceuta y Melilla). Llaman la atención Teruel y Guadalajara. Tal vez lo de Guadalajara sera por el corredor del Henares (vivienda y trabajo para quienes estén dispuestos a alejarse de Madrid), pero lo de Teruel tiene que ser que allí los jóvenes están mas concienciados que los del resto de España, digo yo.

Los números no son muy altos. Hagamos una simulación simplificada en, por ejemplo, Zamora. La tasa de natalidad es de 4,25. Supongamos la tasa constante en el tiempo. En un pueblo de 4.000 habitantes nacerían 4x4,25=17 niños al año. Supongamos que la edad media de la población es de 85 años; estadísticamente hablando, una persona vería morir a todos los que nacieron antes que él a lo largo de esos 85 años, a un ritmo de 47 personas al año. ¿Cuántas personas habrían nacido en esos 85 años? Si la población del pueblo se mantuviera constante, 85x17=1.445. A lo largo de la vida de esa persona, la población habría pasado de 4.000 a 1.445, pero eso sería si el número bruto de nacimientos se mantuviera constante, y no: cuanta menos población, menos nacimientos. De hecho, si fuera la tasa lo que se mantuviera constante nacerían 934 personas en esos 85 años. La población habría pasado de 4.000 a 934. Pero tampoco esto sería real, pues cada año la población estaría más envejecida y por lo tanto la tasa de natalidad, es ley natural, iría disminuyendo. Y esta disminución... en fin, en Aragón hay cientos de pueblos que le pueden explicar lo que pasa.

Por lo tanto, la demografía debería ser el asunto más prioritario de todos los que nos ocupan. Y en serio. Antes de preocuparnos por dejar un planeta limpio a nuestros sucesores, deberíamos preocuparnos por que haya sucesores. Luego, si eso ya miraremos si el planeta estará limpio o no.


¿Y por qué es tan baja la natalidad? Es algo generalizado en nuestro tiempo y en nuestra cultura, así que la causa no son las circunstancias sociales, que cambian de un país a otro (las ayudas estatales, el mercado de la vivienda, etc.). De hecho, hay dos realidades distintas: por un lado, los que deciden no tener hijos. Huelga decir que son muchos más que antes, aunque solterones los ha habido siempre. Pero por otro lado, y creo que este grupo es el que tiene una verdadera incidencia en la caída de la natalidad, las familias que sí tienen hijos tienen ahora muchos menos hijos que antes: uno o dos, y ya está. Hasta el punto de que 3 hijos se considera ya, legalmente, una familia numerosa (y también una familia de ¡dos hijos! si los padres se han separado o no han llegado a casarse y legalmente no viven juntos). Cuando yo era chaval, una familia de 3 hijos era un mínimo: por una de 4 nadie arqueaba una ceja, pero tener sólo 2 se consideraba casi al mismo nivel de los que tenían hijo único o ninguno, un no poder haber tenido más.

Yo, hijo de una familia (muy) numerosa y padre de una familia numerosa, creo que todo se debe a una elección concreta pero inconsciente que todos hacemos: familia, o consumismo. La familia es frugalidad. A medida que ésta crece, supone muchos más gastos para unos mismos ingresos a repartir entre más personas (y problemas cotidianos: por ejemplo, con 2 hijos se puede ir a un parque de atracciones y montarse los 4, con 3 hijos no, y con 3 hijos se puede usar 1 coche, con 4 hijos el coche ha de ser especial). El que lo acepta crea o aumenta una familia. El que no está dispuesto, no. Es algo que he discutido con jóvenes en edad en la que antes ya se estaba en ello, y siempre me responden que el problema es la falta de vivienda, que en mis tiempos era fácil tener una y ahora no, y todo eso. El argumento no casa bien con el dato incuestionable de que los que tienen muchos hijos, en nuestra sociedad, no suelen ser los más adinerados, sino todo lo contrario. "¡Pero es que yo quiero que mi hijo tenga un mínimo nivel de vida!", se responde. ¡Ahora empezamos a centrarnos! Los jóvenes de ahora (y los de no hace tantos años) han crecido con un nivel de bienestar apreciable. Prácticamente no han conocido la frugalidad de sus padres y menos aún la de sus abuelos. Se les ha criado en comodidades y lujos, en mayor o menor nivel. Y ahora no están dispuestos a rebajar esas comodidades, porque las tienen consideradas como un mínimo vital. Esto no es exclusivo de los jóvenes de ahora: cada generación ha tenido un comportamiento similar con el efecto de que la natalidad bajaba continuamente. Y así hemos llegado a la situación actual.

En esta discusión existe el argumento por parte de los jóvenes de que las generaciones anteriores "lo tuvieron más fácil". Sin embargo, ninguno de ellos querría vivir con las condiciones y reglas que tuvieron que aguantar las generaciones anteriores. Igual es que fueron esas condiciones y reglas que soportaron sus mayores las que impulsaron a estos a  dar lo mejor de sí para salir de ellas.

Yo... no sé si la situación tiene mal arreglo o si no lo tiene. Lo que sí puedo decir es que si no ocurre algo muy, muy gordo, no se va a arreglar. Y no va a ocurrir. 




Rocío Jurado - Señora

lunes, 24 de junio de 2024

Traspasado el punto de no retorno

https://www.youtube.com/watch?v=Js8P0PKxmPA 

 

 

Leo en prensa que la tasa de hijos por mujer en España es de 1,15. Sabe el lector que los estudiosos de la cosa afirman que la tasa para reposición es de 2,3 hijos por mujer: los grupos que tienen una tasa mayor aumentan su población, los que la tienen menor envejecen y a largo plazo la disminuyen. Pues también afirman que 1,15 (la mitad de 2,3, no sé si guarda relación) es la tasa de no retorno: cuando ya no hay arreglo. Con esa tasa la inercia de la reducción de mujeres en edad fértil es ya imparable: aunque las mujeres tuviesen de nuevo una tasa de fecundidad alta, como cada vez serían menos la disminución de la población es inevitable.

Llevamos desde 1981 por debajo de la tasa de reposición, y los demógrafos llevan décadas avisando. Claro que los efectos tardan también décadas en notarse, por lo que no hace 20 años que la demografía es un problema de primer orden (es decir, un problema que se planteen políticos y medios de comunicación). Ahora es tarde.

Por otro lado, mi lectura en la prensa no lo precisa, pero entiendo que se refiere a la tasa de, digamos, el grupo social de españoles "de hondas raíces españolas". Y que el grupo social que va camino de la extinción es ése. El grupo social de, digamos, raíces mauras no parece que corra peligro. Entonces, ¿quiénes son los beneficiarios de las -a ojos de muchos excesivas por lo inasumibles para los paganini- ayudas a la natalidad? En esencia, los grupos sociales que sí están teniendo hijos, casualmente no el grupo social que queríamos ayudar. Porque las ayudas a ese grupo social no han servido de nada, y ya no van a servir.

 

 

Como saben, cuando un problema ya no tiene solución empieza la búsqueda de culpables. La excusa habitual suele ser económica: la carestía de la vida, la dificultad de conciliar familia y trabajo, el precio de las viviendas, la precariedad laboral,... Aunque esas excusas no explican que los funcionarios (con trabajo garantizado y un horario imbatible) no tengan hijos a mansalva, tampoco las familias con una situación económica desahogada, y que sí los tengan las familias más humildes. Se aduce también que la mujer ha de desarrollarse fuera de la familia, en funciones laborales; que primero está su carrera profesional y luego ya se dedicará a la maternidad cuando le convenga (aunque pocas veces, cuando eso ocurre, con más de 2 hijos como correspondería). En fin, ésas son las excusas habituales, y de ahí las ayudas. Como las ayudas no han funcionado, hemos de colegir que ésas no eran las causas verdaderas. Tampoco han funcionado, por cierto, en otros países donde las han dado con mayor fruición y cuantía, si cabe. Curiosamente, lo que sí han conseguido es que la población global aumente, pero no con las personas que se pretendían, creo que se me entiende.

La razón verdadera es el cambio de los valores morales. Hasta los años 70 (antes, en otros países, después en otros otros), la sociedad española tenía unos ciertos valores morales, una ética, unas creencias. Estos valores han ido cambiando y produciendo una sociedad muy diferente. Una consecuencia de esos cambios es que tenemos menos hijos.

Y, según parece, ya no hay vuelta atrás. Así que... ¿qué hacemos?

En primer lugar, lo que tenemos que hacer es reconocer la situación. Y la situación es que la caída demográfica ya no es un problema a resolver, sino una realidad con la que tenemos que convivir. El Atlántico es cada vez más ancho y nosotros tenemos cada vez menos hijos y vamos a ser muchos menos. Dicen los estadísticos que la tendencia es que el año 2100 (dentro de 75 años) en España sólo haya 16 millones de españoles autóctonos. Démoslo como hecho, y actuemos en consecuencia: preparándonos para lo que va a ser.

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza si le digo que seremos 16 millones de españoles? Le diré lo que debería: la deuda pública de España es de ~1,600 billones de euros. Tocarán a 100.000 euros por cabeza, más la deuda propia que tenga cada españolito. Eso, si la deuda no aumenta (disminuir, no parece que lo estemos haciendo). Si le dicen a usted que debe, aparte de lo suyo, 100.000 euros más por boca que viva en su casa, ¿cómo reaccionaría? Pasado la sorpresa y el lógico enfado (de momento, no nos estamos enfadando: las políticas que se basan en el aumento de la deuda pública son las que ganan las elecciones), seguro que decidirá apretarse el cinturón. Recortar gastos.

¿Y qué gastos recortar? ¿Por dónde se empieza? Mi sugerencia: por las ayudas a la natalidad. Porque, ya se ve, no funcionan. No ayudan la natalidad que queremos ayudar. Las españolas no tienen un hijo porque les paguen 500, 1.000 ó 1.500 euros. Un cheque bebé no hará que se lancen a parir. Que les subvencionen los pañales, los chupetes o las guarderías tampoco. Y eso que subvencionar las guarderías es una pasta enorme; pero esa pasta enorme supone que nos gastamos el dinero en subvencionar guarderías en vez de en disminuir la deuda, y la aprovechan madres que de todas maneras tendrían los mismos hijos y que me temo que no son las madres que teníamos en mente al decidir las ayudas. Prefiero que ese dinero vaya a becas a la excelencia estudiantil: que ningún buen estudiante no pueda por dinero estudiar lo que desee. A la larga, seguro que rinde más.

 

 

En fin. 1,15 hijos por mujer significa, según los demógrafos, que ya no hay recuperación posible. No es que nuestro grupo social esté camino de la extinción, es que está extinguiéndose.

Miro ahora por la ventana, y no veo niños.

 

 

Bee Gees - To love somebody (versión de Suzy & the Sissies)

viernes, 13 de octubre de 2023

Fin de la guerra del coche eléctrico

https://www.youtube.com/watch?v=2Q466ZPyNAo 

 

 

Hace años el coche eléctrico se planteó como opción seria de futuro. El coche de explosión, el gran marcador de la civilización en el siglo XX, no iba a rendirse sin lucha, y empezó una guerra soterrada, no declarada, entre ambas tecnologías.

Al principio, el eléctrico entró despacito. Es una tecnología que se está desarrollando, blablablá, ya veremos, llegará un día en que podrá tratar de tú al de explosión, todo eso. El coche eléctrico se veía con curiosidad.

El paso siguiente fue cuando la Administración apoyó a los eléctricos, pero eran unos apoyos inofensivos: reducciones de tasas, exenciones, permisos de aparcamiento, etc. Con esto, el coche eléctrico ganó a taxis y a excéntricos con posibles, y empezamos a verlos ya con intriga. Intriga por saber qué tal funcionaban, cómo eran de fiables, su mantenimiento y otras cuestiones: señal de que los usuarios nos planteábamos en serio el cambio.

La guerra estalló cuando de verdad empezaron las hostilidades, los ataques a la explosión: cuando la Administración anunció que pasaba a aplicar planes de prohibición de los motores de explosión. No era que se incentivase el eléctrico, sino que se perseguiría al otro: prohibición de entrar en centros urbanos, prohibición de venderse vehículos nuevos, prohibición de emitir contaminantes, prohibición de vender combustible. Las prohibiciones, claro, no eran inmediatas (no vaya a ser que el gobernante que las declarase sufriese sus consecuencias), sino a fecha vista. 2024, 20320, 2040, 2050...

Lo que no previeron esos listos es que el tiempo avanzaría y esas fechas se irían acercando cada vez más. Y, claro.

En un primer instante, la opinión general fue de pasmo. Pasmo por prohibir lo que todos tenemos y empleamos, y pasmo porque nadie con conocimiento veía que la tecnología eléctrica estuviera preparada para sustituir al motor de explosión. Y quien dice tecnología dice también infraestructura, fuentes de energía, etc.

¿Qué pasó? Lo que tenía que pasar: la realidad es la realidad. Y ante la realidad, cuando llega la fecha en que los deseos han de convertirse en realidades, pues...

Poco a poco (pero en otros países, los ciudadanos españoles somos lo más borrego y servil que existe en el planeta) empezaron a reaccionar. Y los gobernantes de esos países empezaron a recular. 

A estas alturas, ya podemos intuir en qué va a quedar la cosa: en lo que decíamos. En que el coche eléctrico no se va a imponer. A medida que se vayan acercando los plazos de cumplimiento de cualquier amenaza que se cerniera sobre la explosión, esa amenaza se va a retirar. Puede que haya ciudades en las que se restrinja el acceso a los coches, pero sería a todos, no solo a los de gasolina. Se seguirá vendiendo gasolina más allá de la fecha tope fijada, y se seguirán fabricando coches de gasolina porque se seguirán vendiendo masivamente coches de gasolina. Y no me extrañaría que las exigencias de no contaminación se acaben también relajando, ante la constatación de que es estúpido querer ser más papista que el Papa. No será España quien lidere la remontada de los térmicos, porque somos borregos incluso en el nivel de gobernantes, pero ocurrirá. Y sin la asistencia asistida que está teniendo, el coche eléctrico... bueno, tendrá su nicho y poco más.

Lo único que podría vencer al motor térmico es que no quede combustible en el planeta. Sí, en teoría es una derrota segura, ya que el combustible es finito. Lo que pasa es que no tengo claro del todo cuán próxima es la derrota. ¿Y si hay más del que se dice? ¿Y si no se declaran todas las reservas que existen? ¿Y si están aforadas por defecto? ¿Y si aparecen, como ha ocurrido tantas veces, nuevas reservas? ¿Y si resulta que intervienen las leyes de la oferta y la demanda y el mercado se autorregula, de manera que por fin los derrochones colapsen porque no puedan pagar sus derroches? ¿Y si la Técnica consigue resolver el problema?



Hollow coves - The woods