lunes, 24 de junio de 2024

Traspasado el punto de no retorno

https://www.youtube.com/watch?v=Js8P0PKxmPA 

 

 

Leo en prensa que la tasa de hijos por mujer en España es de 1,15. Sabe el lector que los estudiosos de la cosa afirman que la tasa para reposición es de 2,3 hijos por mujer: los grupos que tienen una tasa mayor aumentan su población, los que la tienen menor envejecen y a largo plazo la disminuyen. Pues también afirman que 1,15 (la mitad de 2,3, no sé si guarda relación) es la tasa de no retorno: cuando ya no hay arreglo. Con esa tasa la inercia de la reducción de mujeres en edad fértil es ya imparable: aunque las mujeres tuviesen de nuevo una tasa de fecundidad alta, como cada vez serían menos la disminución de la población es inevitable.

Llevamos desde 1981 por debajo de la tasa de reposición, y los demógrafos llevan décadas avisando. Claro que los efectos tardan también décadas en notarse, por lo que no hace 20 años que la demografía es un problema de primer orden (es decir, un problema que se planteen políticos y medios de comunicación). Ahora es tarde.

Por otro lado, mi lectura en la prensa no lo precisa, pero entiendo que se refiere a la tasa de, digamos, el grupo social de españoles "de hondas raíces españolas". Y que el grupo social que va camino de la extinción es ése. El grupo social de, digamos, raíces mauras no parece que corra peligro. Entonces, ¿quiénes son los beneficiarios de las -a ojos de muchos excesivas por lo inasumibles para los paganini- ayudas a la natalidad? En esencia, los grupos sociales que sí están teniendo hijos, casualmente no el grupo social que queríamos ayudar. Porque las ayudas a ese grupo social no han servido de nada, y ya no van a servir.

 

 

Como saben, cuando un problema ya no tiene solución empieza la búsqueda de culpables. La excusa habitual suele ser económica: la carestía de la vida, la dificultad de conciliar familia y trabajo, el precio de las viviendas, la precariedad laboral,... Aunque esas excusas no explican que los funcionarios (con trabajo garantizado y un horario imbatible) no tengan hijos a mansalva, tampoco las familias con una situación económica desahogada, y que sí los tengan las familias más humildes. Se aduce también que la mujer ha de desarrollarse fuera de la familia, en funciones laborales; que primero está su carrera profesional y luego ya se dedicará a la maternidad cuando le convenga (aunque pocas veces, cuando eso ocurre, con más de 2 hijos como correspondería). En fin, ésas son las excusas habituales, y de ahí las ayudas. Como las ayudas no han funcionado, hemos de colegir que ésas no eran las causas verdaderas. Tampoco han funcionado, por cierto, en otros países donde las han dado con mayor fruición y cuantía, si cabe. Curiosamente, lo que sí han conseguido es que la población global aumente, pero no con las personas que se pretendían, creo que se me entiende.

La razón verdadera es el cambio de los valores morales. Hasta los años 70 (antes, en otros países, después en otros otros), la sociedad española tenía unos ciertos valores morales, una ética, unas creencias. Estos valores han ido cambiando y produciendo una sociedad muy diferente. Una consecuencia de esos cambios es que tenemos menos hijos.

Y, según parece, ya no hay vuelta atrás. Así que... ¿qué hacemos?

En primer lugar, lo que tenemos que hacer es reconocer la situación. Y la situación es que la caída demográfica ya no es un problema a resolver, sino una realidad con la que tenemos que convivir. El Atlántico es cada vez más ancho y nosotros tenemos cada vez menos hijos y vamos a ser muchos menos. Dicen los estadísticos que la tendencia es que el año 2100 (dentro de 75 años) en España sólo haya 16 millones de españoles autóctonos. Démoslo como hecho, y actuemos en consecuencia: preparándonos para lo que va a ser.

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza si le digo que seremos 16 millones de españoles? Le diré lo que debería: la deuda pública de España es de ~1,600 billones de euros. Tocarán a 100.000 euros por cabeza, más la deuda propia que tenga cada españolito. Eso, si la deuda no aumenta (disminuir, no parece que lo estemos haciendo). Si le dicen a usted que debe, aparte de lo suyo, 100.000 euros más por boca que viva en su casa, ¿cómo reaccionaría? Pasado la sorpresa y el lógico enfado (de momento, no nos estamos enfadando: las políticas que se basan en el aumento de la deuda pública son las que ganan las elecciones), seguro que decidirá apretarse el cinturón. Recortar gastos.

¿Y qué gastos recortar? ¿Por dónde se empieza? Mi sugerencia: por las ayudas a la natalidad. Porque, ya se ve, no funcionan. No ayudan la natalidad que queremos ayudar. Las españolas no tienen un hijo porque les paguen 500, 1.000 ó 1.500 euros. Un cheque bebé no hará que se lancen a parir. Que les subvencionen los pañales, los chupetes o las guarderías tampoco. Y eso que subvencionar las guarderías es una pasta enorme; pero esa pasta enorme supone que nos gastamos el dinero en subvencionar guarderías en vez de en disminuir la deuda, y la aprovechan madres que de todas maneras tendrían los mismos hijos y que me temo que no son las madres que teníamos en mente al decidir las ayudas. Prefiero que ese dinero vaya a becas a la excelencia estudiantil: que ningún buen estudiante no pueda por dinero estudiar lo que desee. A la larga, seguro que rinde más.

 

 

En fin. 1,15 hijos por mujer significa, según los demógrafos, que ya no hay recuperación posible. No es que nuestro grupo social esté camino de la extinción, es que está extinguiéndose.

Miro ahora por la ventana, y no veo niños.

 

 

Bee Gees - To love somebody (versión de Suzy & the Sissies)

2 comentarios:

  1. Buenas Ingeniero, aquí el lector comentador.

    Hace mucho tiempo leí en un rincón recóndito de internet la historia del cielo de las ratas.

    Es un experimento en el que se sitúa unas pocas ratas en una instalación enorme y se les da toda la comida agua y juguetes que necesiten.

    En un primer momento las ratas son felices y se reproducen como locas hasta que empieza a haber demasiadas ratas.

    Cuando hay demasiadas ratas empiezan a pasar cosas divertidas.

    Los machos dejan de competir por las hembras, pero dedican mas tiempo a acicalarse.
    Las hembras se vuelven mas agresivas entre ellas, dejan de cuidar a las crías etc.

    Al final, unos por otros dejan de reproducirse y si no llegan ratas nuevas la colonia acaba muriendo.

    Posiblemente los instintos nos estén forzando a regular el bom de natalidad del siglo pasado.




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  2. La tesis sería, entonces, que los que viven muy dejan instintivamente de tener hijos. Sin embargo, las causas oficiales de las que no quieren tener hijos son las contrarias: precariedad laboral, no tener vivienda, etc. Con todo, eso cuadraría. Es lo mismo que "padre rico, hijo tonto, nieto pobre": la sociedad que vive bien se adocena, degrada sus valores morales y la pérdida de los valores necesarios la aboca a la extinción.

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