lunes, 29 de abril de 2024

The brass

El domingo se publicó esta foto:


El Líder Supremo de Corea del Norte, en una visita a una universidad militar. Supongo que la foto es de una reunión con la cúpula militar, e imagino que esa cúpula estará formada por lo más selecto del estamento militar norcoreano. 

Me ha llamado la atención al verla que los militares estén con libretitas, prestos a anotar cualquier instrucción o aforismo de su líder. Si nos fijamos en el que está sentado a su izquierda, ése no apunta nada. No lo necesita: ya tienen minions de pie que tomarán las notas por él. En fin, imagino que esos atentos amanuenses sólo serán tales en las reuniones con el líder, seguro que cuando están con cualquier otro son ladradores intransigentes.

También me ha llamado la atención que todos van de verde caqui. No estoy al tanto de la organización militar norcoreana, pero si es como en la mayoría de los países que sí sé, el verde caqui es el color de los ejércitos de Tierra. El azul suele ser el del Ejército del Aire y el blanco o el azul marino de la Armada. ¿No estudian los aspirantes a esas dos ramas en esa universidad, no se les dan nociones de esas dos armas a los cadetes de Tierra... o es que Corea del Norte no dispone de marina de guerra ni de aviones de combate? No me extrañaría que fuera esto último. Curioso, en cualquier caso.

Pero, por supuesto, lo que más me ha llamado la atención (a mí y a cualquiera) son las medallas de los que están de pie. En los países normales, salvo en las ocasiones de gran gala en las que la etiqueta exige la medalla formal, no se luce la medalla sino un pasador representativo. De hecho, diría que en Corea del Norte también: fijémonos de nuevo en el que no toma notas: la pechera está llena de pasadores. Tiene más medallas que nadie. También, probablemente, los que están sentados a la derecha del líder, pues si los mindundis que están de pie tienen medallas para cubrirles todo el pecho, los sentados tendrían más aún y sin embargo no se les ve. 

 

En inglés, brass significa latón. Pero en el argot militar, the brass ("los latones") significa "los jefes, el estado mayor". Y no con sentido admirativo sino (a menudo) despectivo. El origen de la expresión se explica perfectamente viendo la foto norcoreana.

 

sábado, 27 de abril de 2024

Otras marcas

Ocurre a veces que hay una marca de un tipo de producto tan conocida que a menudo a ese producto se le denomina por esa marca y se considera que esa marca es el estándar de calidad de ese tipo de producto.

Pensemos, por ejemplo, en la gaseosa. La marca que todo español tiene en la cabeza es La Casera, se puede pedir directamente "una casera", y se la considera (tal vez machacona publicidad mediante) la mejor gaseosa. Eso no quita para que haya otras marcas de gaseosas, e incluso para que alguna de ellas sea mejor que La Casera. Pero así son las cosas.

Esto no solo ocurre con las gaseosas: también con los refrescos de cola, los batidos de chocolate, los yogures, la pasta dental, los estropajos metálicos, los teléfonos inteligentes y un amplio abanico de productos. Entre ellos, los productos que no son de gran consumo. Productos industriales o en el sector de la maquinaria, por ejemplo. 

Nunca nos ponemos en el lugar de las otras marcas. 

 

 

Hace años impartí una conferencia de carácter técnico. En el transcurso de la misma, explicando cierto producto y lo habitual que es que las constructoras ofrezcan otra cosa que, aseguran, es equivalente y yo les aseguro que no lo es, empleé el nombre de la marca por la que se conocen a ese producto, y dije que todo lo que no fuera de esa marca pero pretendiera ser equivalente era una birria y les estaban intentando dar gato por liebre. 

Al terminar la conferencia, se me acercó una persona que resultó ser comercial de una empresa con tan buen producto (o casi) como el de referencia: no le había gustado lo que yo había dicho. Yo, lo afirmo, era un panoli que no conocía otras marcas que la famosa; y resulta que las había. Mi interés había sido desenmascarar las chapuzas que suelen intentar las constructoras, y por mi desconocimiento había metido en el mismo saco a quien no lo merecía.

¿Porqué les cuento esto? Porque han pasado bastantes años, y aún lamento mi error.

jueves, 25 de abril de 2024

El farol

La actualidad de estos días: Pedro Sánchez ha anunciado que se toma una licencia de 5 días en sus obligaciones para meditar si dimite o no; el lunes habrá fumatta.

¿Es un farol o en serio está pensando en dimitir? Nadie lo sabe a ciencia cierta. El Pedro Sánchez que conocemos todos no dimitiría, pero su situación es impresentable. Su hermano tiene unos privilegios inaceptables (quiero decir, es inaceptable que se le hayan concedido), su mujer es (presuntamente) una conseguidora de dinero público a fondo perdido a empresas que hagan ciertas aportaciones económicas a intereses de ella, Sánchez otorgó esos fondos públicos sabiendo a quién y qué relación tenía ese quién con su mujer, etc. etc. Plus lo estrictamente político, por descontado, pero lo personal es la clave. Y la clave de la clave es que una organización (la misma que consiguió sentar a la Infanta Cristina ante un juez por el asunto Noos, asunto que en lo que a ella atañe quedó en nada, pero a la que ningún pedrista criticó entonces) ha conseguido que un juez acepte investigar el asunto de su doña. Sánchez no debió haber tratado tan mal al estamento judicial, al menos no oliéndose que a lo mejor iban a terminar delante de ellos, pero a buenas horas, mangas verdes.

Lo intrigante es que se tome 5 días de tiempo para pensarlo. Que lo anuncie y que vacíe su agenda de actos. ¿Porqué lo hace? Sin duda, hay un propósito.

El más evidente es que en estos días han de producirse las obligadas manifestaciones espontáneas de inquebrantable adhesión, no te vayas Pedro, España te necesita, y todo eso. También presentarse como una víctima de una cacería implacable por la sanguinaria ultraderecha, paso necesario para defenderse en el futuro de todas las críticas que se le hagan.

Pero yo creo que pasarán más cosas. Esos 5 días son, para mí, el margen que se da para negociar. Para que propios de su confianza negocien en secreto con los líderes de la derecha: Pedro dimite y las consecuencias judiciales de sus actos (suyos y de su familia) se olvidan, se les deja en paz. Se retiran las denuncias, se deja de atacarle en público y él a cambio hace discreto mutis por el foro. Se va a la República Dominicana a disfrutar de lo que tenga por ahí, desaparece, y todos contentos. 

Si los líderes de la derecha aceptan, el lunes dimite. Si no aceptan, se queda. Y la lucha será a muerte, que se vayan preparando. No sé, puede que ese mismo lunes por la noche unos okupas entren en la segunda residencia del juez de lo de su mujer. 

Si no es ésta la verdadera razón de los 5 días, entonces es que es un farol. Como el suicida que avisa de dónde y cuándo se va a suicidar. No busca dimitir, sino hacerse la víctima y justificar su venganza.

Yo aceptaría el trato.  

sábado, 20 de abril de 2024

Rallar o rayar, rayar y rallar

(Nota previa: no soy filólogo. Puedo estar equivocado)

¿Rallar va con ll o con y? ¿Es rallado o rayado? ¿El queso es rallado o rayado? A veces me hago preguntas irrelevantes, y es que la respuesta a ésta es muy fácil: basta atender al significado.

La clave es la raya: una raya es una línea. Una ralla no, ralla no es un sustantivo. Por lo tanto, rayar es hacer líneas. Rallar es desmenuzar, reducir a virutas. Si lo que se quiere resaltar es el efecto de estar "roto", entonces rallar; si lo que se quiere resaltar es el efecto de tener líneas, entonces rayar. El queso es rallado y la hiena rayada. La cocaína se ralla y luego se forma una raya. Porque primero se desmenuza y luego se agrupa en forma de línea.

¿Y si uno ara un campo? ¿El campo está rallado o rayado? Depende de lo que uno quiera resaltar. Si quiere indicar que el labrador ha roto la capa superficial de la tierra al formar los surcos - que es además el propósito de arar-, entonces el campo estará rallado. Pero si lo que se quiere indicar es que el campo ha quedado lleno de líneas, entonces el campo estará rayado. Y lo mismo un camino, el asfalto, el hormigón, etc. Los cristales se rayan, porque el daño se produce en líneas y el cristal no se desmenuza. Los discos de vinilo se rayan, la mesa de la cocina se raya,... El rallar es un daño metódico, que genera viruta.

¿Y el cerebro? Ambas formas son válidas para indicar que algo se nos está  haciendo insoportable. Si algo nos está rayando, la metáfora es que el daño es como el que se hace en la superficie de un disco o un grano de arena o resalte concreto que a cada pasada nos hace una hienda mayor. Si algo nos está rallando, es que nos está desmenuzando el cerebro, volviéndolo virutas con una vuelta constante al mismo asunto.

Y, por supuesto, las rayas rojas son rayas y los tigres tienen rayas. No rallas. 

martes, 16 de abril de 2024

75 ingenieros navales

https://www.youtube.com/watch?v=1HoVF6iv7OE 

 

 

 

Se publicaba el otro día (aquí) que en España se licencian cada año 75 ingenieros navales. El equivalente, entiéndase. El lamento era que España necesita 300 cada año. Que muchos no acababan la carrera porque ya en 3º, no digamos en 4º, se colocaban en las empresas que no podían esperar más. Y que más jóvenes deberían animarse, una carrera con tantas salidas, tan demandada.

El año 2019 8.246 estudiantes terminaron el grado de Psicología en España y 4.867 el de máster. 

Criminología se puede estudiar en 46 centros universitarios por toda la piel de toro. Creo que producimos 2.464 al año. Criminólogos.

Pero sólo producimos, como país, 75 ingenieros navales al año.

¿Alguien más ve un problema aquí?

Por cierto: ¿qué futuro espera a esos 11.000 psicólogos y 2.400 criminólogos que producimos cada año? ¿Cuántos no trabajarán de psicólogos o criminólogos? Seguro que el porcentaje no es residual, así que ¿porqué les pagamos unos estudios universitarios a unos estudiantes que no los van a aplicar? No digo que enseñemos a esos estudiantes a elegir bien sus estudios, digo que no ofertemos tantas plazas. Si España necesita 1.000 criminólogos y 5.000 psicólogos más cada año, pues que se oferten sólo esas plazas.

No necesitamos 13.000 psicólogos y 2.400 criminólogos, pero sí algo más de 75 ingenieros navales. Creo que en esto estamos todos de acuerdo. Y creo que estamos todos de acuerdo también en que no es un problema de que falten mujeres que quieran ser ingenieras navales, si fuera un asunto de paridad se resuelve fácil prohibiendo a las mujeres ser psicólogas o criminólogas hasta que no completen su cuota de 37 ingenieras navales. El problema verdadero es que no conseguimos en España que los jóvenes quieran ser ingenieros navales. Me parece increíble, porque en mi opinión la ingeniería naval y la de minas son las dos ingenierías más fascinantes, completas y atractivas de todas. Y a pesar de todo, a la vista está: casi nadie quiere ser ingeniero naval.

Si las autoridades estuvieran por lo que hay que estar, en vez de tanta chorrada educativa deberían fomentar que los chicos (chicos y chicas) quieran ser ingenieros. Aunque no sean navales, pero seguro que alguno caería. Hay que fomentar que se estudie ingeniería. 

Para empezar, los chicos (chicos y chicas) en los colegios no saben bien qué hace un ingeniero. Saben que la profesión existe, pero no saben en qué consiste. Como mucho, lo asocian con los diseñadores de coches. Las más de las veces, con cosas que no son de verdad de ingenieros (al menos, de lo que yo entiendo que es cosa de ingenieros de verdad). Resolver este problema no es difícil: seguro que todas las escuelas pueden contactar con ingenieros que se ofrezcan a dar charlas sobre su profesión. Un ingeniero de caminos, uno agrónomo, uno industrial, uno aeronáutico,... Cuantos más tipos de ingenieros mejor. Un ingeniero especializado en centrales y redes eléctricas puede descubrir a los alumnos un mundo que ni se imaginaban, un ingeniero de fábrica explicar cómo es en verdad una fábrica y la importancia de los ingenieros en ellas. Y un ingeniero naval puede contar las múltiples ocupaciones que tienen, sus responsabilidades y los retos a los que se enfrentan. Estas charlas no tienen coste, y seguro que serían muy fructíferas. Sin conocimiento no hay vocación.

En segundo lugar, ha de cambiar el ánimo con el que se trata a la ingeniería. No es cosa de cerebritos incapaces de relacionarse con el mundo y ojalá hubiera más mujeres ingenieras, entonces sí que cambiarían las cosas con las mujeres empleando su cerebro. No. Los ingenieros somos la élite del país. La categoría del país no la dan sus atletas o sus futbolistas, y tampoco sus funcionarios, sus psicólogos o sus notarios. La dan sus ingenieros. Somos los que hemos sacado a la humanidad de las cavernas, qué caramba. No hay carrera más difícil que la nuestra, aunque algunas alardeen de requerir memorizar tochos enormes y cientos de palabras de 30 letras. Y así como debería animarse a los chicos a buscar la excelencia y a intentar ser los mejores, debería animarse a los chicos a intentar ser ingenieros si se ven capaces de ello. Desde luego, burlarse de los ingenieros no es el camino.

Y para terminar por ahora, tampoco estaría mal que los medios de comunicación reflejaran también la dificultad técnica de la noticia. Si una empresa española monta una plataforma petrolífera en el mar del Norte, si cualquier problema con un barco de transporte de contenedores, si se bota un submarino o se consigue un contrato de fabricación. Pero también si una lancha o un velero participa en una prueba de velocidad o resistencia. Por ejemplo. Un barco, desde un gigantesco superpetrolero hasta el más frágil esquife pasando por el prodigio técnico de los veleros IMOCA de 60 pies, todos son en realidad una obra de ingeniería. No estaría de más que alguna vez se hablara de ello.

En cualquier caso, me parece muy lamentable. 50 millones de españoles y sólo producimos 75 ingenieros navales al año. Psicólogos y criminólogos para aburrir, pero de lo que verdad importa, más bien poco. No sé qué decirles, hay países con un alto conocimiento tecnológico y países sin ello. No sé en qué grupo creemos que estamos, y en qué grupo queremos estar. 

 

 

Sam Cooke - Wonderful world 

domingo, 14 de abril de 2024

Espero que no sea un signo de los tiempos

https://www.youtube.com/watch?v=D8NsoN4S7IE 

 

 

—Mira esta foto y dime qué te parece.

Un aparejador me enseña una foto de una obra suya y no he podido menos que pedírsela para ponerla aquí. Si no son expertos en construcción, no hace falta que localicen lo que pasa: yo se lo explico.


Las paredes pueden ser de muchas formas. Pueden ser de papel, pueden ser de cartón yeso y pueden ser de cristal, por ejemplo. Pero lo normal es que sean de lo que en argot se denomina "fábrica", y vulgarmente "de ladrillo". La fábrica de ladrillo consiste en colocar los ladrillos unos encima de otros ajustándolos con mortero. Lo normal es que el ladrillo sea cerámico, de arcilla: el de color ladrillo de toda la vida. Pero también puede usarse, en vez de un ladrillo, un "bloque de hormigón", más o menos hueco. En ese caso la fábrica se denomina "de bloque", acostumbra a hacerse en entornos industriales porque es más barata que la fábrica de ladrillo y la estética industrial no importa tanto, y tiene un acabado más o menos como el de la foto.

En la foto se aprecian tres bandas horizontales de bloque más oscuro: el aparejador, al diseñar la pared, prescribió que se rellenaran con hormigón y se armaran una serie de hiladas horizontales separadas por cinco hiladas sin rellenar (luego el albañil separó una banda 6, pero ésa es otra guerra). Pero no está ahí el detalle.

Resulta que el albañil que ejecutó la pared de la foto... no empleó mortero para unir las piezas. Se limitó a colocar una encima de otra, sueltas. Sujetas sólo por el peso del conjunto. 

A ver. Que cualquiera sabe que las paredes se hacen con ladrillos (o bloques) y morteros. Que se coloca una línea de ladrillos, una capa de mortero y otra línea de ladrillos. Y que entre ladrillos de una misma línea se coloca también una fina capa de mortero. No hace falta saber que la línea horizontal de mortero se llama tendel y la vertical, llaga, ni los diversos tipos de muros por su nombre técnico. Todos sabemos que, salvo que se haga una pared de sillería (bloques de piedra perfectamente cortados que asientan unos con otros) e incluso en las de sillería, por las irregularidades de los sillares, se emplea un material deformable de asiento. Lo contrario es sólo apilar ladrillos. Salvo el albañil que hizo la obra.

Parece ser, me explicó el aparejador, que el albañil creyó que al pedirle una pared de bloque de hormigón y no especificarle que tenía que unir las piezas con mortero, pues eso. 

¡Pero bueno! ¿En manos de quién estamos? ¿Cómo es posible que un albañil profesional no sepa algo que es de la primera hora del primer día de primero de albañilería? Pues es posible.

Llevo tiempo pronosticando que se están perdiendo los saberes técnicos, el saber cómo hacer las cosas. Nadie me cree, todo son burlas y se me tilda de exagerado, pero un día habrá que afrontar el problema. 

 

 

The Highwaymen - Me and Bobby McGee 

martes, 9 de abril de 2024

Marruecos 1803



«El carácter distintivo de aquellas gentes es la ociosidad: a cualquier hora del día se las ve sentadas o tendidas cuan largas son por las calles y otros parajes públicos. Son eternos habladores y visitadores, de manera que al principio me costaba mucho desembarazarme de ellos, mas luego, como me tenían respeto, se retiraban a la primera insinuación y así me dejaban tiempo para trabajar.

El traje de los habitantes es camisa con mangas anchísimas, enormes calzones de tela blanca, chaleco de lana, bonete rojo y puntiagudo, la mayor parte llevan alrededor de éste una tela o muselina blanca que forma el turbante. El hhaik los envuelve enteramente y cubre su cabeza a manera de cogulla, a veces el capote o albornoz blanco con su capucha encima del hhaik, y las babuchas o pantuflos amarillos. No falta tampoco quien en lugar de la chaquetilla lleva un caftán o levita larga abrochada por delante de arriba abajo con mangas muy anchas, pero no tan largas como la de los caftanes turcos. Todos llevan cinturón de lana o seda.

Las mujeres salen siempre tan completamente envueltas, que con dificultad se vislumbra un ojo en el fondo de un gran pliegue de su hhaik; su calzado consta de grandes babuchas coloradas, sin medias como los hombres. Cuando llevan un niño u otra carga, siempre es sobre las espaldas, de modo que no se puedan ver las manos.

El vestido de los niños consta de una simple túnica con cinturón.

El albornoz sobre el hhaik es el traje de ceremonia de los talbes o literatos, los imames o jefes de las mezquitas, y alfaquíes o doctores de la ley.»

Domingo Badía es uno de los más singulares personajes que ha dado la historia de España. Bajo el nombre de Alí Bey (y con este nombre tiene dedicada una céntrica calle en Barcelona), viajó por el mundo árabe hacia 1800. En aquella época, era un mundo vedado a los cristianos, así que viajó haciéndose pasar por un musulmán criado en Occidente porque su padre era un rico turco que había tenido que salir por patas. ¿Viajó o espió? ¿O ambas cosas: espió para que le pagaran lo que él quería hacer, que era viajar? No lo tengo claro, porque ya digo que era un tipo singular, lleno de claroscuros.

El caso es que en 1803 hizo un viaje por Marruecos; el fragmento reproducido es de su libro Viajes por Marruecos en la edición de Salvador Barberá Fraguas.

Es interesante la descripción que hace del carácter del habitante de Tánger. Piense el lector si se parece en la actualidad a como era hace 220 años.

Como datos curiosos, el editor apunta que las babuchas marroquíes se diferencian de las orientales en que dejan suelto el talón y que a ello se atribuye el que los marroquíes no padezcan de callos (no tenía ni idea). Y resulta que algunos descubrieron que Alí Bey sí los tenía, y eso hizo sospechar que su identidad era fingida.

El otro dato es sobre el albornoz blanco sobre la chilaba del último párrafo. Se cree que proviene de la época de los Omeya en España, pues ya entonces lo vestían los dignatarios. En la actualidad sólo la usa un número muy reducido de letrados, aunque es obligatorio para los altos funcionarios en las ceremonias civiles y religiosas en presencia del monarca. La próxima vez que den imágenes de recepciones reales en Marruecos intentaré fijarme.




Luigi Boccherini - Quinteto de cuerda op. 11 nº 5: minueto

miércoles, 3 de abril de 2024

Camino del abismo

https://www.youtube.com/watch?v=uWhkbDMISl8 

 

 

El lector recurrente ya se habrá dado cuenta (no cuesta mucho) de que acostumbro a quejarme por todo. Mi tesis habitual es que todo se hace cada vez peor, cada vez somos más peores técnicos, cada vez sabemos menos, etc. Cosas de la edad, es natural, y espero que la realidad me contradiga y sobre todo que aquellos a quienes critico estén dispuestos a quitarme la razón; pero ¿y si resulta que sí la tengo?

Este preludio lo motiva una experiencia que me ha ocurrido estos mismos días. Estoy diseñando una estructura y lo que mi cliente me facilita, a modo de especificación, es la barandilla de límite. En concreto, me facilita un estudio realizado por nada menos que todo un señor doctor arquitecto sobre esa barandilla. Al leer ese estudio se me cayeron los palos del sombrajo, como suele decirse.

Entiéndase: no es que el estudio estuviera técnicamente mal. No hay ningún error técnico: ¡si hasta emplea un programa de cálculo de estructuras para calcular la barandilla! Sí, el famoso Cype. Luego emplea otro programa de cálculo para calcular las chapas de anclaje al piso y luego otro para los tornillos de anclaje. Tres programas de ordenador, nada menos. ¡Como para estar mal resuelto!

Lo que pasa, dejando de lado que un arquitecto (peor: un doctor arquitecto) tenga que recurrir a 3 programas de ordenador para una simple barandilla, es que además  el informe es tan malo que no vale. Porque el arquitecto (perdón, doctor arquitecto) no empleó el sentido común, no pensó lo que estaba haciendo. Se limitó a aplicar la normativa a rajatabla y a analizar un tramo de barandilla como si fuera la única cosa en el universo. Y resulta que no es lo único en el universo, que hay más elementos, y que hay más cosas que las mínimas que establece la normativa. Así que su estudio está muy bien en un mundo ideal, pero no tiene aplicación práctica y no responde a lo que su cliente necesitaba. Salvo que el título de doctor en arquitectura lo regalen a cualquiera (no creo), el mozo (voy a presumirle juventud) tiene una capacidad demostrada. El hombre aceptó el encargo, por lo que se vio capacitado. ¿Entonces?

Los fallos que cometió el arquitecto (perdón, doctor arquitecto) no son achacables a un ordenador. Los programas que empleó resolvieron lo que el arquitecto les introdujo. No hay que darles más vueltas, el arquitecto no pensó. Él, sin duda, alegaría que no le advirtieron, que no le dijeron, que no... Da igual: el doctor arquitecto era él, y él tenía que haber pensado en lo que no pensó. Tal como yo hice cuando me dieron su informe. 

Pues bien, esto es cada vez más corriente. Los técnicos piensan cada vez menos. Llega un momento en el que no se trata de tener más o menos conocimientos, sino de sentido común. De imaginación (la capacidad de tener en la mente lo que aún no existe). De pensar, caramba. Y esto, se lo digo de verdad, cuanto más joven es el técnico menos piensa; y luego, cuando un anciano ingeniero les revela todo aquello que ni se les  habría ocurrido surgen los murmullos de admiración y los disimulados intentos de tocar el borde de nuestras vestiduras, pero no es eso lo que queremos. No buscamos reconocimiento ni adulación, sino que ellos hubieran hecho bien su trabajo. Que nos demostraran que podemos descansar, que quedamos en buenas manos.

Los fallos del arquitecto son típicos en un principiante. En un chaval que empieza, no en un doctor arquitecto. Sí, ya sé que les canso con la matraca de siempre, pero qué quieren que les diga. La realidad que me encuentro me reafirma en mi convicción de que vamos camino del abismo.



Blondie - Hanging on the telephone