domingo, 29 de enero de 2023

Números eclesiales

https://www.youtube.com/watch?v=JFTFG4hGfXQ 

 

 

En la diócesis de Barcelona viven 2.709.159 personas (todos los datos, de 2022). Hay 172 curas diocesanos en activo más 6 capellanes, 18 sacerdotes en cargos fuera de la diócesis y (atentos) 214 jubilados. Hay más sacerdotes jubilados que en activo, algo esperable en el gremio de los mineros del carbón y el de los vendedores de máquinas de escribir, gremios que todos sabemos que están próximos a su extinción. También hay 331 sacerdotes religiosos (los diocesanos son, por así decirlo, del obispo, y los religiosos son de las órdenes y congregaciones religiosas, independientes del obispo).

De todas formas, para saber si son muchos o pocos lo más correcto es compararlos con los números de otras diócesis. Dado que Zaragoza suele considerarse el fiel de España, los voy a comparar con los zaragozanos; y como en todo lo que se refiere a la iglesia Gerona es una situación límite, la voy a incluir en la comparativa. A ver qué sale.

Primero, los números absolutos. En Zaragoza viven 929.745 personas, y en Gerona 894.890. Bastante parecidas de tamaño. En la primera hay 128 curas diocesanos activos y 10 capellanes, en la segunda 30 más 3. Vaya. Respectivamente, 167 y 88 curas jubilados, y 151 y 17 sacerdotes religiosos.

La primera comparativa nos habla del futuro: en Zaragoza y en Barcelona están jubilados el 55% de los sacerdotes diocesanos, en Gerona el 73%. No me extrañaría que en papeles internos de los obispos se trate a Gerona como tierra de misión, al paso que van tendrá que serlo.

En cuanto a la densidad, en Zaragoza hay 1,5 sacerdotes por cada 10.000 habitantes. En Barcelona, 0,66, y en Gerona 0,37. Dicho al revés, un cura atiende en Zaragoza a 6.737 personas, a 15.220 en Barcelona y a 27.118 en Gerona. No hay grandes ciudades en la provincia de Gerona sino multitud de pueblos, y si (como indica que el 73% del clero diocesano esté ya jubilado) suponemos que la mayoría de los curas activos estén cercanos a la edad de jubilación, podemos imaginarnos que casi toda la provincia está desasistida en este aspecto.

Esto último es fácil de medir, y lo cierto es que arroja resultados sorprendentes. Voy a llamar cura de almas a la suma de bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y matrimonios. Pues bien, en Zaragoza hubo 109 actos por cada 10.000 habitantes, en Barcelona 34,5 y en Gerona 35,3. Si lo miramos por curas, los números son 73,66, 52,54 y 95,79 respectivamente: la población zaragozana es mucho más practicante que la catalana, triplicando los actos de cura de almas, y no hay diferencia entre un barcelonés y un gerundense. Sin embargo, puede decirse que los sacerdotes barceloneses son un pelín vagos, mientras que los de Gerona trabajan duro. Más viejos que los de Barcelona, con una población mucho más dispersa, y sin embargo hacen casi el doble de bautizos, bodas y demás que sus colegas.

El siguiente dato me llama la atención porque se refiere a lo que voy a denominar "dureza de corazón". En Zaragoza se recauda para Manos Unidas 1,61 euros por persona. En Barcelona, 0,52, y en la provincia de Gerona, 0,26. Curiosamente las tres provincias están, en la lista de provincias según su renta per cápita, en los puestos 11º, 10º y 9º: 26.722 € por cabeza en Gerona, 26.531 en Barcelona y 25.150 en Zaragoza. Es cierto que las diócesis no coinciden con los límites provinciales, pero lo más probable es que así como la mayor riqueza se acumula en las capitales, también se dan las mayores bolsas de pobreza, por lo que no creo que los números difieran mucho. Desde luego, las tres diócesis son bastante agarradas, pues que alguien que gana 26.722 € al año done a Manos Unidas sólo 0,26 €...

Si este dato lo miramos por el número de curas, un cura zaragozano "recauda" para Manos Unidas 10.866 €, uno barcelonés 7.945 y uno gerundense 7.063 €. Teniendo en cuenta lo duro del trabajo del cura gerundense y la dureza de corazón de su grey, creo que el barcelonés debería avergonzarse. 

Un último número lo arroja lo que ha gastado Cáritas en las diócesis. Los números son parecidos: en Barcelona, 11,1 € por habitante, un poco menos en Zaragoza (10,3) y algo más en Gerona, 13,5. Es curioso que cuanto más rica la provincia más invierte Cáritas en la zona; uno podría decir que es por la generosidad de sus ricos habitantes, pero vemos que es justo al contrario, cuanto más ricos menos dan. Así que el dato nos habla de desigualdad: ricos más ricos a costa de pobres más pobres. Pero lo más curioso es si lo miramos por sacerdote: uno barcelonés "gestiona" 169.212 €, uno zaragozano 69.163 y uno de Gerona 365.871 €, casi 6 veces lo que un cura zaragozano.

Parroquias dispersas, curas envejecidos, una población alejada (excepto para recibir de Cáritas, claro)... y sin embargo los curas gerundenses dan el callo. Existe la teoría, puede que cierta, que la falta de curas en Gerona se debe a lo tremendamente nacionalista de la diócesis, pero sean indepes o no ellos hacen todo lo que pueden.

Por curiosidad, he mirado también los números en la diócesis de Sevilla, con 1.948.393 habitantes. Allí los curas jubilados no llegan al 35%, y hay 201 actos de cura de almas al año por cada 10.000 habitantes, el doble que en Zaragoza y casi seis veces lo que en Barcelona. El número de curas por 10.000 habitantes es un valor intermedio, 1,28, así que cada cura sale a 157 actos al año, muchos más que sus colegas del norte. Y algo raro: Cáritas invierta allí 6,33 € por habitante. La renta per cápita en Sevilla es de 18.223 €. ¿Son en el norte mucho más ricos que en Sevilla y sin embargo Cáritas tiene que destinar mucho más dinero a las diócesis ricas que a las pobres? Tiene que ser que en Gerona hay muchos más pobres mucho más pobres que en Sevilla, y si el promedio dice que son más ricos, necesariamente los ricos de Gerona han de ser mucho más ricos que los de Sevilla. La mayor riqueza, entonces, es a costa de la mayor pobreza.

Podría haber hecho los números empleando el total de curas activos, religiosos y diocesanos, pero los indicadores darían resultados similares. Aunque hay una cosa extraña: el número de sacerdotes religiosos por cada diez mil habitantes es en Zaragoza de 1,62, en Barcelona 1,22, en Sevilla 1,01 y en Gerona 0,19. Por lo general los sacerdotes religiosos suelen dedicarse a la enseñanza; aunque luego atiendan parroquias (normalmente, por petición del obispo, que no encuentra curas propios para ellas), las comunidades llegan por el establecimiento de los centros a los que se dediquen. ¿Por qué no hay religiosos en Gerona? Quizá es que acuden sólo a los grandes centros de población: en Barcelona hay 1,86 curas religiosos por cada cura diocesano, 1,09 en Zaragoza y 0,52 en Gerona. Y quizá la riqueza de la comunidad también ayude, ya que en Sevilla, con el doble de población que la diócesis de Zaragoza, hay muchos menos religiosos por habitante: ¿menos escuelas concertadas?

La conclusión de todo esto es Gerona. El futuro que nos espera. 900.000 habitantes, y menos de 50 sacerdotes activos. Los números de la CEE no distinguen entre sacerdotes religiosos jubilados y activos; si el 73% de los curas diocesanos están jubilados, es de suponer que no serán más de 7 de los 17 religiosos los activos, lo que nos daría un total de 40 sacerdotes.  En Zaragoza parece que hay bastantes curas por habitante, pero un ratio del 55% de sus curas jubilados no provoca optimismo. Y en Sevilla hay la mitad de curas por habitante que en Zaragoza, así que tampoco deben tirar cohetes. Podemos volver a mirar los números dentro de 10, 15 años, y veremos que la realidad de Gerona será más frecuente de lo que imaginábamos.

Faltan médicos, faltan enfermeros, faltan ingenieros... y faltan curas. ¿Qué sobran?



Silvio Rodríguez - Madre

jueves, 19 de enero de 2023

Una Tosca inaceptable

El arte es un concepto difícil de definir. Sí, el diccionario da varias acepciones de la palabra, pero ninguna de ellas valdría para responder en verdad a la pregunta de si algo es arte o no. De hecho, a menudo el objeto de la pregunta permanece inalterable y sin embargo la respuesta cambia con el tiempo. El ejemplo más claro es, para mí, Monet: sus cuadros no gustaron a nadie en su tiempo, se consideraron mamarrachadas, y sin embargo. O Van Gogh, del que creo que sólo vendió un cuadro suyo en vida. Es precisamente esta ignorancia ante la respuesta que dará el futuro ante la mamarrachada que tengamos delante lo que hace que no tiremos al puerto con un bloque de cemento en los pies a la miríada de mamarrachos que nos presentan sus mamarrachadas y pretenden que las aceptemos como si fueran inmortales obras de arte.

Pero ahora lo que me interesa son las otras creaciones, las que desde el primer momento fueron consideradas obras maestras. Indiscutibles.

Imaginemos que el Museo del Prado, aplicando una nueva política de seguridad, en vez de presentar los cuadros originales exhibiera copias. Copias, eso sí, realizada por falsificadores de novela, indistinguibles del original sin análisis químicos o espectrometrías de rayos X, esas cosas. ¿Nos importaría? La verdad es que no, al menos a mí. Claro que sabría que estoy viendo una copia, pero no admiraría la perfección de la copia sino la maravilla del original del que es copia fidedigna. O tal vez admiraría la perfección de la copia en cuanto copia, pero da igual: seguiría extasiándome ante ella. La clave, claro está, es la calidad de la copia: ha de ser suficiente. Si en vez de una copia perfecta se exhibiera la que yo pudiera hacer de Las meninas

Si eso mismo se hiciera en más museos, que exhibieran copias de cuadros de otros museos, tampoco pasaría nada siempre que uno supiera que no está contemplando el original. Y, como antes, la calidad sería fundamental para establecer su público, desde los más exigentes hasta los patanes que se conformarían con mi copia.

Esto que digo no es tan ridículo, y de hecho se hace en otros géneros. Por ejemplo, El pueblo español de Barcelona: un recinto en Montjuich que alberga una reproducción de las obras de arquitectura más características de España, una al lado de la otra. Supongo que válida sólo para turistas chinos y norteamericanos, los demás la contemplamos asombrándonos del cuajo que tuvo su promotor al pensar que algo así atraería a los turistas. O la exhibición Cataluña en miniatura, en un pueblo de las afueras de Barcelona: nunca he ido, pero creo que es lo mismo que El pueblo español pero de ámbito sólo catalán… y en maqueta. En miniatura. Pero publicitadísima de forma permanente en Barcelona, oigan.

O los restaurantes chinos: todos aceptamos que el Muralla feliz no es un verdadero restaurante chino, sino lo que nosotros creemos o aceptamos creer que es un restaurante chino. Por lo mismo, un restaurante chino en el Chinatown de San Francisco será para nosotros mucho más chino que nuestro Muralla feliz, aunque tampoco sea para un chino de verdad una verdadera casa de comidas china.

El ejemplo más claro, en realidad, se produce en la música. Lo que una orquesta nos ofrece no es la creación primigenia, sino la interpretación que consiguen hacer. Como si fuera una copia de un cuadro. Si la orquesta tiene la calidad suficiente para que nos satisfaga su interpretación, estupendo. Si no, pues depende: si han ido de cara y estamos avisados de que la versión de la novena de Beethoven va a ser interpretada con chuflainas, pues alabaremos su esfuerzo y nos reiremos de la parte cómica del resultado; si en cambio nos lo venden como el concierto de Año Nuevo de Viena, pues es normal que nos indignemos.

Dicho esto…

Está en cartel, en el Gran teatro del Liceo de Barcelona, la ópera Tosca. Así se publicita, así se vende. Pero he leído una crítica (https://metropoliabierta.elespanol.com/vivir-en-barcelona/tosca-exige-dimisiones_67288_102.html) que se resume en «actores desnudos de forma gratuita, estética que no viene a cuento, todo en la Tosca de Rodríguez Villalobos en el Liceu carece de sentido» además de una interpretación musical espantosa, que me llamó la atención por lo inusual. No de la crítica, sino de que el periódico digital en cuestión no acostumbra a publicar críticas: tengo claro, entonces, que aquello debió de ser inaceptable y sin atenuantes.

Por un lado, me parece bien la crítica. A un montaje de Calixto Bieto (que no era el director de este montaje, pero que sí acostumbra a ofrecer funciones "peculiares"), uno ya sabe o debería que no va a asistir a una representación fidedigna de la obra sino a una interpretación personalizada, a una variación sobre el tema. Como Las meninas de Piccaso. Si luego gusta el montaje es como si gustan Las meninas, cosa de cada uno: pero nadie se llama a engaño y sabe qué tiene delante. Aquí lo que ha pasado es que lo que el director ha presentado es una mamarrachada que además se vendió como si fuera la original (y probablemente los intérpretes lo intentaron, pero son los directores los que mandan y definen el producto). Una engañifa, pues, e inadmisible viniendo del Liceo; no el presentar una mamarrachada, pues bien que programan a Bieto, sino por no avisar de lo que en verdad iban a exhibir y que sí sabían ellos.

Pero, por otro lado, esta crítica envolverá el pescado mañana. Tosca terminará su programación y nadie (salvo el crítico) habrá arqueado siquiera una ceja. Es el paisaje de esta ciudad, de esta sociedad. En esto nos hemos convertido. Si hubiera ocurrido algo semejante en el Madrid galdosiano, seguro que hubiera habido un escándalo y no se hablaría de otra cosa: puede, incluso, que hubiera caído el gobierno o al menos el ministro, como propietarios y responsables últimos del teatro. Pero hoy en Barcelona, en Cataluña, el arte no pinta nada. Lo que tenga que ver con el arte no pinta nada.

Y esto nos retrata. 
 
 
 
Giacomo Puccini - Tosca (Te Deum)

viernes, 13 de enero de 2023

A propósito del texto de Daniel Arias

 https://www.youtube.com/watch?v=xbHPTPUpQ1I

 

 

Está en los titulares estos días. Daniel Arias Aranda, un catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada, ha publicado en LinkedIn un artículo titulado Querido alumno universitario de grado: te estamos engañando, y que puede leer directamente en su fuente original:

https://www.linkedin.com/pulse/querido-alumno-universitario-de-grado-te-estamos-daniel-arias-aranda/

Por si acaso esa fuente se pierde, pongo aquí el texto completo, y mas abajo escribo mis reflexiones:

 

Llevo impartiendo clases en la universidad cerca de 25 años, dos de ellos en la Universidad Complutense de Madrid y el resto en la Universidad de Granada. Por mis clases han pasado directivos de grandes empresas que tenían más o menos mi edad cuando les di clase y otros que, en sus generaciones respectivas, han ido ganándose un puesto en la sociedad gracias a su formación y a su esfuerzo.  

La primera asignatura que impartí fue en el curso 1997/98. Era Dirección Estratégica de la Empresa (sigo aún impartiéndola), entonces del plan antiguo de 5 años de Económicas y Empresariales. Tenía matriculados 524 alumnos en cada grupo. Era imposible distinguir las caras de los que se sentaban atrás en aquellas gigantescas aulas del Pabellón de Tercer Curso de la UCM. Eso sí, las aulas estaban llenas. Algunos alumnos se tenían que sentar en las escaleras porque no cabían.  

En las horas de tutoría, los alumnos hacían cola en la puerta de mi despacho. Responder todas las consultas, curiosidades, dudas… era tan agotador como satisfactorio. Las constantes preguntas de los estudiantes en clase me obligaban a llevar la materia muy preparada. Yo ya tenía 25 años y no recuerdo estudiar más que entonces. 

La asignatura era dura y las preguntas de desarrollo configuraban exámenes que duraban horas. Era imposible corregir todo aquello en menos de diez días. Las revisiones eran complejas (sobre todo para los que estaban entre el 4 y el 5). 

Todo lo anterior es tan sólo un eco del pasado.  

Hoy me dedico a engañar más que a enseñar. Me explico a continuación. 

Los grupos hoy son de unos 50 alumnos, de los cuales raramente viene a clase más de un 30%. Los que vienen, lo hacen en su mayoría con un portátil y/o un teléfono móvil que utilizan sin ningún resquemor durante las horas de clase. Las caras de los alumnos se esconden tras las pantallas. De hecho, me sé mejor las marcas de sus dispositivos que sus rasgos faciales. Es raro que alguien pregunte, por mucho que se les incite a hacerlo. Quince minutos antes de que acabe la clase ya están recogiendo sus cosas, deseosos de salir. 

Cada vez me siento más como un profesor del instituto de una serie mediocre de los 80 que como un catedrático. A menudo tengo que callarme porque el rumor generalizado se extiende por el aula y me da vergüenza mandar callar a universitarios constantemente. He separado a gente para que no hablen entre ellos, he expulsado alumnos del aula y me he llegado a marchar de clase ante el más absoluto desinterés.  

Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un video de influencers de Tiktok.   

Como respuesta a este panorama y, siguiendo las cambiantes normativas universitarias (siempre peores que las anteriores), los profesores hemos tomado cartas en el asunto con las siguientes medidas:  

-El nivel de la asignatura ha bajado. Impartimos menos temas de manera mucho más superficial. 

- Hacemos parciales tal y como establece la evaluación continua para tratar de aprobar a un mayor número de alumnos, pues un número de suspensos superior, a lo que la universidad establece como límite, conlleva una sanción que influye en el presupuesto del departamento, esclavizado a través del denominado contrato-programa. 

- El nivel de los trabajos y presentaciones de los alumnos no pasaría, en su mayoría, los estándares del teatrillo de Navidad de primaria. Pero eso, para nosotros es más que suficiente para poner un 5.   

De este modo, cumplimos el contrato-programa, el departamento es feliz, la universidad es feliz, nuestros alumnos aprueban, creen que saben algo y son felices y nosotros languidecemos ante la triste realidad.   

Por eso, te digo que me dedico a engañarte, querido alumno/a. Vives en una mentira que nosotros edulcoramos. Por eso, es mejor que si quieres seguir viviendo en tu burbuja, mientras puedas, no sigas leyendo, ya que voy a contar lo que hay detrás de Matrix.  

Bueno, si sigues leyendo, lo haces bajo tu propia responsabilidad. No digas que no te advertí. Aquí van algunas realidades que no te van a gustar:   

  1. Te faltan habilidades básicas indispensables en estudios superiores. No tienes capacidad de expresión. Tu vocabulario es muy básico y se limita a verbos débiles (hacer, ser, estar) en lugar de específicos como desarrollar, evolucionar, ampliar, …  
  2. Por ello, cuando entregas un trabajo o haces una exposición de un texto que has copiado de Wuolah, El rincón del vago u otros, donde plantas frases como «considerando la posibilidad de articular el concepto de selección adversa con las bases teóricas de la economía de las organizaciones…», sé de sobra que no lo has escrito tú porque, para más INRI, cuando te pregunto en clase sobre el significado de esa frase, no sabes qué contestar. 
  3. Por supuesto, al exponer en clase, la frase del punto anterior la has leído literalmente de tu móvil, del que no despegas los ojos aún enfrente de tus compañeros, y la has colocado en una transparencia de Powerpoint cuyo diseño en 1995 ya estaba obsoleto. El resto de tu presentación se limita al «efecto karaoke», leer los interminables párrafos que has cortado y pegado. 
  1. No sabes estar. Sí, estar. Balbuceas, te encorvas, no fijas la mirada, llevas una o las dos manos en los bolsillos, vienes a una exposición en chándal o con legginsNo te dignas a respetar la institución milenaria que te acoge y que se llama universidad. No entiendes lo que eso significa y tampoco tienes ningún interés en saberlo.  
  1. Si tu expresión es limitada, tu escritura lo es más. Se nota que ya no se hacen dictados en educación secundaria. Caso aparte merecen los alumnos que no hablan español y no comprendo que hacen ocupando un asiento, especialmente aquellos provenientes del país creador de Tiktok
  2. Jamás hubieras superado esta asignatura hace 10 o 20 años. De hecho, de tu clase, no más de 10 personas seguirían admitidas en estos estudios. Te lo dice un licenciado que acabó dos titulaciones en la Universidad Carlos III de Madrid donde tras 4 convocatorias suspensas de una asignatura, ibas a la calle. 
  1. Tu nivel de lenguas extranjeras es nulo. Doy clases en un Máster íntegramente en inglés donde apenas hay españoles y el nivel de los estudiantes extranjeros es infinitamente superior. De hecho, el máster es lo único que alimenta mi motivación a enseñar. 
  1. Las habilidades blandas brillan por su ausencia. ¿Liderazgo, resiliencia, trabajo en grupo? Son básicas para cualquier empleo. Cuando me escribes un email para decirme que te has peleado con tus compañeros de grupo o envías a tu madre a una revisión de exámenes, mi perplejidad no cabe en mi persona. Hace años que no recomiendo a ningún alumno para ninguna empresa. 
  2. Vives anestesiado por las redes sociales. ¿Te crees que no me entero? Mientras doy clase veo tu cara de soslayo tras la pantalla con risitas y yo sé que explicar la cadena de valor de la empresa es de todo menos gracioso. No estás en clase, estás en Instagram. Pero yo me hago el tonto y miro para otro lado

Estos puntos son sólo la cima del Iceberg. Los profesores estamos hartos de formarnos en técnicas docentes multidiversas y de pelajes exóticos para motivar al alumnado. Lo que está claro es que si tú, estudiante, no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti. Pero sí puedo hacerte creer que vales, aunque sepa que es mentira. Me he convertido en un experto en hacerlo porque el sistema me lo exige y cumplo. Y rezo por que esto sólo me ocurra a mí, y como mucho en mi facultad, pero no ocurra en Medicina o Ingeniería de caminos, sobre todo cuando cruce un puente o, Dios no lo quiera, esté en la camilla de un quirófano.   

Podemos echarle la culpa a la universidad pública y tiene bastante, pero no toda. «Si quieren calidad, que se vayan a la privada», he escuchado por ahí. Y los números van apuntando en esa dirección. Quizás, el pago de una matrícula de cuatro ceros aumente la motivación en lugar de las irrisorias tasas académicas públicas. Puede que la universidad pública reaccione cuando la privada le coma la tostada, cosa que está haciendo muy bien. 

No obstante, mis evaluaciones docentes son muy buenas y las he publicado. Pero no soy una excepción. Cuando hablo con compañeros coinciden con mi visión. Escribir esto es arriesgado y es más cómodo callar y obrar. Lo entiendo perfectamente, patada y al área es la actitud mayoritaria. 

No quiero terminar exponiendo un problema sin dar soluciones. Las hay. Pero para ello, hay que romper el paradigma en que estamos sumergidos y ser muy valientes. He aquí algunas propuestas incómodas:   

  1. No somos todos iguales. Hay estudiantes con vocación e interés eclipsados por la mediocridad imperante. Centrémonos en ellos. La universidad es para formar a las élites intelectuales. Antes de que me llaméis facha, esa frase es del insigne Gregorio Peces-Barba, mi rector cuando estudiaba en la Universidad Carlos III, padre de la Constitución y socialista de los de verdad (cómo han cambiado las cosas). La Formación Profesional forma grandes profesionales que no han de ser universitarios. 
  1. Devolvamos al profesorado universitario las competencias perdidas como autoridad intelectual a la hora de diseñar planes de estudio, modelos de enseñanza y currículum. No podemos esperar dos años a que la ANECA dé el visto bueno a una modificación de los planes de estudio. El mundo cambia demasiado rápido para seguir impartiendo contenidos obsoletos. 
  1. Reforcemos las capacidades básicas en enseñanzas no universitarias: Enseñar a pensar, a enfrentarse a obstáculos, a expresarse, a tener modales, a leer y escribir bien en español e inglés, a tener tolerancia a la frustración y, sobre todo, a buscar la superación constante. 
  1. Eliminemos cualquier rastro de gadgets tecnológicos en la enseñanza (lo que incluye ordenadores portátiles). Darle un Chromebook a un niño de 10 años es como darle una cuchilla de afeitar a un bebé. SEÑORES TECNO-PROGRES LEAN ESTO POR FAVOR: Cruzar un puente no te hace ingeniero de caminos, de la misma manera que tener un ordenador no te hace nativo digital. Mis alumnos no saben, en su mayoría, elaborar un Excel o dar formato a un texto en Word. Las TICs a edades tempranas sólo sirven para distraer. La plasticidad neuronal se desarrolla con lápiz y papel, no con la dictadura de los teclados. 
  2. Hacer sentir a los chavales orgullosos de quienes son y donde están, con admiración hacia lo que les rodea y hacia otras culturas. Fomentar la curiosidad innata y el respeto. Crear descubridores y jamás plantar la semilla del odio o la desolación. Huir de los nacionalismos, siempre manipuladores y huir de los populismos, de cualquier cosa negativa que acabe en ismo. La mente de un niño es sagrada. 
  3. Fomentar la cultura de la competición y la colaboración en todo tipo de enseñanzas. El esfuerzo conlleva recompensa, a veces a largo plazo. Los mejores serán premiados y los peores se quedarán fuera de juego y, si quieren volver a entrar tendrán que esforzarse más, o bien, centrarse en otro juego, esto se llama flexibilidad académica. Si tu hijo es malísimo en matemáticas, pero le encanta tocar la guitarra, quizás tengas que ponerle un profesor particular en guitarra y no en mates. Y el sistema ha de aceptar esto. Saquemos lo mejor de cada individuo
  1. Con 18 años no sabes, salvo que tengas una vocación innata, que es lo que quieres estudiar (yo no lo sabía, pero tuve suerte al elegir). Flexibilicemos los primeros años universitarios y de FP. Las titulaciones no han de ser bloques de cemento. ¿Empiezas Informática y no te gusta? Hagamos pasarelas. Implantemos el major y el minor como en EE. UU. Que una mala decisión no frustre una vida

En fin, querido estudiante, esto es lo que hay. Quizás seas la excepción a todo lo escrito, ojalá sea así, pero los números me dicen que las probabilidades son inferiores al 10%. En todo caso, no busques la solución en el estado, ni en los sindicatos, ni en los cantos de sirena de los -ismos, ni en las redes sociales. La solución está en ti. Si tú cambias, el mundo cambia.

Y si no quieres cambiar, no te preocupes, te seguiremos engañando, haciéndote creer que lo estás haciendo muy bien. 

 

 

 

 

Bien. Está claro que los alumnos de la ESO han llegado ya a la universidad. O quizá fuera mejor decir que los alumnos del deterioro formativo han llegado ya a la universidad. ¿Qué pasará, nos preguntábamos muchos hace muchos años, cuando estos chicos lleguen a la universidad? Ahora ya lo sabemos: la universidad ha bajado su nivel adaptándose al material que les entra. Parece ser, según se desprende de la carta del profesor, que porque no han podido mantener sus estándares de calidad: tendrían que haber suspendido a casi todo el alumnado. Como pasaba en mi época, pero en mi época no éramos los alumnos los que valoraban al profesor. Ahora, en cambio, suspender al mal alumno acarrea demasiados problemas al profesor, y éste claudica. Las universidades quieren altas cifras de alumnos licenciados, y qué caramba, es algo que no tiene consecuencias, ya será la vida la que ponga al alumno en su sitio… Pero esta discusión es ya pasado, ahora la pregunta es qué pasará cuando estos chicos sean los profesionales que marquen el estándar de nuestra sociedad.

Lo cierto es que estos alumnos ya se han graduado en la universidad y están ahí, entre nosotros.

Y seré sincero, no quiero ser catastrofistas: son buenos chicos. O al menos hay entre ellos suficientes buenos chicos como para no condenar a todos. ¿Que se toman todas las bajas posibles? Bueno, sí, pero… es el curso de los tiempos, y no les importa dejar un trabajo seis meses para cubrir un permiso de paternidad (horas de lactancia incluidas). Es lo que hay, y de todas formas son buenos chicos.

Y con interés con aprender. Solo que de una manera especial, eso sí: hay que enseñarles. El esfuerzo en el proceso de aprender lo hemos de hacer nosotros, no ellos.

Lo que pasa es que me sale mi alma de ingeniero. Y veo que ellos con 28 años están en el nivel que tenía yo a los 23, que con 35 están como yo a los 25… Y sí, veo que son buenos chicos y que van aprendiendo, y que no he de compararles conmigo, y que saben mucho más inglés, pero… qué quieren que les diga. Creo que, socialmente hablando, el proceso de formación de un ingeniero (imagino que de cualquier otro titulado universitario) se ha alargado. Que se tarda más en tener un nivel dado. Y sí, son buenos chicos y al final alcanzan el nivel necesario (quiero creer), pero formar a una persona es una ineficacia. Es una ineficacia necesaria, nadie nace sabiendo, pero ineficacia al fin y al cabo. Además, estamos reduciendo el periodo en el que el ingeniero trabaja a su máximo operativo: otra ineficacia. Y el objetivo del global de la sociedad debería ser, pensando como ingeniero, reducir las ineficacias de nuestro sistema al mínimo, así que entenderán que piense que no vamos bien.

¿Qué pasará cuando estos chicos sean los profesionales que marquen el estándar de nuestra sociedad? En realidad, la pregunta que yo suelo hacerme es qué pasará cuando nosotros no estemos ya ahí. Y sí, siempre pienso que será un desastre, pero sin duda es porque me lo tengo muy creído. Cuando reflexiono, he de reconocerlo, la verdad es que termino opinando que no, que no pasará nada y que nos sustituirán sin mayores problemas.

A fin de cuentas, son buenos chicos.

 

 

 Hans Zimmer & Lisa Gerrard - Gladiator (Elysium + Honor him + Now we are free)

miércoles, 11 de enero de 2023

Juventud y equivocaciones

Es frecuente, pasa a menudo, pero en estos tiempos la cosa es más grave que antes, porque ya no existe el olvido y en cambio el conocimiento es general. Estoy hablando de las ¿tonterías? que se cometen en la juventud. Tonterías, errores, locuras o incluso delitos que se dejan pasar porque son "cosas de críos", errores de juventud. Cosas que no se hacen una vez se tiene la madurez suficiente; pero que se hacen. No todos los jóvenes, pero sí algunos. Y todos los jóvenes cometen alguna, salvo aquellos cuya juventud es ejemplar... pero poco envidiable.  

El problema es que antes esas locuras no eran conocidas en general y además no se recordaban siempre. Por ejemplo, aquella vez que me piqué con un coche cruzando un puente y le hice un adelantamiento con total imprudencia ¡subiendo el "600" a la acera para lograrlo! Que lo hice sólo lo sabemos los que estábamos en el coche, y seguro que todos los pasajeros lo han olvidado, así que puedo negar con total impunidad que aquel incidente hubiera sucedido. Que en una noche de borrachera un tío le tocara la teta a una chica en una discoteca (con su consentimiento), en fin, no pasaba de esas dos personas. Y si alguien era testigo, pronto lo olvidaría. Pero ahora...

Por ejemplo, lo último (en el momento que escribo) de la discoteca Waka de Sabadell. Esta discoteca en cuestión debe de ser muy popular entre la juventud, porque las personas que ya no frecuentamos estos sitios no paramos de oír contar cosas espeluznantes de ella y sin embargo siguen yendo. En esta ocasión parece ser que una chica le realizó un acto sexual de esos que no deben hacerse en público a un mozo ¡en la pista de baile! y no se dieron cuenta que los estaban grabando. El vídeo se ha subido a internet, y se ha vuelto viral. ¿Y si dentro de años alguien encuentra el vídeo, reconoce a la moza y ésta sufre una pérdida reputacional considerable (quiero creer que dentro de unos años aquello todavía se considerará excesivo)? Pero no nos quedemos en el botón de muestra.  

Las tonterías, las locuras, las imprudencias, los errores de juventud y, ¡qué caramba!, las faltas y los delitos que se cometen son parte del proceso de madurar. A menudo, a la mayoría no nos importan. Y qué, si cuando el otro era jovencito participó en... Pero, a veces, a alguien sí le importa. En una sociedad en la que juzgamos a los antiguos con los criterios de ahora mismísimo, la edad de los juzgados no nos importa nada. Hace poco supe de un portero de futbol, profesional él, que vio abortado su fichaje por el Real Zaragoza porque salió a la luz un vídeo o un tweet o no se qué de cuando el portero era un chaval y dejaba claro que el club mañico no era uno de sus predilectos (el chico era vizcaíno, creo). No es por nosotros, le dijeron los directivos, nosotros entendemos que tenías 16 años y nos da igual, pero entiéndelo, la grada...

Derecho al olvido, claman algunos, afectados sin duda. Más responsabilidad, pueden responder los carpetovetónicos. ¡Reclamar responsabilidad a la juventud! ¿Habrá alguna prueba más clara de haber olvidado la suya? Es inútil. Ambas cosas, la responsabilidad en la juventud y el olvido en la era de internet. 

Así que el arreglo, en mi opinión, está en los que no somos ya jóvenes: en entender que fue fruto de una época loca, y no tenerlo en cuenta. Chica del Waka, si no quieres polvo no vayas a la era, pero tampoco hagamos sangre de que se haya empolvado. De hecho, intentemos ni saberlo.

Hagamos aquello que prediquemos. Si no vamos a predicar lo que hacemos, no lo hagamos; si no vamos a hacer lo que predicamos, no lo prediquemos. 



Por cierto: aprovecho la ocasión para escribir unas líneas sobre lo de la discoteca Waka. Parece ser que la moza era menor de edad (aunque suficientemente mayor para abortar sin que lo sepan sus padres, y me temo que para votar sobre la independencia de Cataluña el día que nos convoquen), y su defensa ante sus padres fue que "le echaron algo en la bebida". No niego esto último, no voy por ahí (aunque, por lo que parece, tras las pruebas pertinentes la policía sí lo está negando). Podría preguntarme qué hacía esa chica en Waka: ¿Había ido sola o con amigos y amigas? ¿Dónde estaban éstos? ¿No se cuidaban unos a otros, no se daban cuenta de que alguien echaba "algo" en la bebida de una de ellos (no entremos en que ella misma no se diera cuenta, si es cierto)? ¿No habían oído o leído nada de lo que se cuenta sobre esa discoteca y fueron pensando que era un lugar sin riesgos? ¿No vieron que se iba a bailar con unos desconocidos? Si lo vieron, ¿no vieron lo que estaba haciendo, no notaron que su comportamiento no estaba siendo normal (la habían drogado, dice la familia)? ¿O había algún amigo en el corro? Pero no es esto lo que más me llama la atención.

Lo fundamental: ¿qué concepto tienen los jóvenes de lo que es el entretenimiento, que consideran normal que lo que pasó en esa pista de baile pase en las pistas de bailes? Seguro de que están orgullosos de su "adulto" comportamiento, pero... ¡leches! Un chico de 19 años se baja los pantalones y los calzoncillos ahí, delante de todos (y todas), la chica se arrodilla, les hacen corro, la música suena, otros siguen bailando,...

Sí, soy un carca, pero ¿éste es nuestro modelo de sociedad?

 

P.S.: parece ser que la chica de Waka tenía 16 años, no hubo drogas ni agresión sexual. Le apeteció, y lo hizo. Y la madre echa la culpa "a alguna droga que le echaron en la bebida".



 

lunes, 9 de enero de 2023

Esperando la nueva norma sísmica

https://www.youtube.com/watch?v=4Vs6xB52B3s 

 

 

No se ha publicado todavía la nueva norma sísmica NCSR-22, pero ocurrirá y no creo que haya diferencias esenciales con respecto al texto que se sometió a información pública. Técnicamente no aportar gran cosa: la principal novedad es que es la trasposición del eurocódigo, con lo que pasamos a tener la misma norma sismorresistente que los demás países europeos. Más fácil, pues, el intercambio de ingenieros y de programas de cálculo. La otra novedad que aporta es el cambio del mapa de peligrosidad sísmica, sustituyendo el de 2002 por el que estableció en 2012 el propio ministerio pero que no había entrado en vigor por el sutil detalle de que la norma de 2002 se refiere al de la norma de 2002, en vez de decir (como va a hacer la nueva) que será el que se considere vigente en cada momento, ya ven qué poco costaba haber hecho bien la norma del 2002. Claro que lo que pasaba en 2002 es que el mapa de peligrosidad sísmica en España estaba asentado como "razonable", de hecho, también podríamos tildar de "razonable" a la misma norma de 2002; a la del 2022, desde luego, me temo que no.

El primero de los puntos "no razonables" de la nueva norma es el mentado mapa de peligrosidad sísmica: la aceleración sísmica ha crecido mucho en casi toda España. Es como si se corrigiera el mapa de nevadas y ahora en Elche hubiera que prepararse para nevadas de 1,5 metros. ¿Se ha resituado España, de pronto, en la falla de San Andrés? Salvo en unos pocos lugares de España, los temblores de tierra son insólitos. En Barcelona, por ejemplo, diría que no hay un temblor perceptible por la población ni cada diez o quince años, y eso sólo por la parte más sensible de la población en los edificios más altos; desde luego, nada que deba preocupar a un ingeniero de estructuras. Y la propia realidad constata los hechos: nadie recuerda cuándo fue la última vez que un terremoto derrumbó un edificio en Barcelona, pero es que si se estudiara ese caso en seguida se descubriría que la técnica constructiva de ese edificio sería inadmisible hoy en día sin necesidad de norma sísmica. Pues ahora en Barcelona tendremos una aceleración sísmica de 0,087g y todo habrá que calcularlo de manera específica para resistir terremotos. Esto es ridículo.

El segundo punto "no razonable" está en el redactado español de la norma. Ésta consiste en un articulado, que básicamente declara que ha de aplicarse la norma y el ámbito de aplicación (es que la norma expuesta a información pública consta sólo de 2 artículos más las disposiciones adicional, transitoria y derogatoria habituales en todas las normas), y los anejos que son la traducción del eurocódigo y que por tanto desarrollan la norma. Bien, el drama está en el artículo del ámbito de aplicación: se aplica a todo, salvo que esté construido en la zona de muy baja sismicidad. ¿Qué planteaba la razonable norma de 2002? Pues eximía a lo que está en la zona de muy baja sismicidad, pero también a todo lo que no era importante, estuviera donde estuviera (la caseta del perro, por ejemplo, o el cobertizo donde se guardan las herramientas del jardín), y a los edificios normales si estaban en la zona de baja sismicidad, y también en la media si cumplían ciertas pautas, muy fáciles de cumplir, que automáticamente bastaban para dar la resistencia necesaria en esas localizaciones. Lo que hace la norma nueva, extender la aplicación de la norma a todo lo que se construya, es simplemente ridículo.

¿Y qué inconveniente hay en eso?, se preguntarán.  Pues es que no es necesario, porque hacerlo no va a aportar ninguna mejora. La estructura no va a ser más resistente o estar más preparada para resistir un sismo por hacer el estudio que exige la norma, va a estar igual se aplique o no. Por lo tanto, es un estudio superfluo. Y hacer algo superfluo es una ineficacia, no conviene.

El tercer punto tiene su origen en que la norma está pensada para las grandes obras y al extender su aplicación a todas aparecen las exageraciones. Es como si se hiciera un protocolo de pruebas médicas para tratar un cáncer de pulmón y se decidiera que ese protocolo, excelente por otra parte, se aplique en todos los tratamientos, también cuando haya que tratar una infección de garganta o un rasguño en la rodilla. ¿Verdad que sería ridículo? Pues la norma sísmica no lo considera así. Por ejemplo, el cálculo sísmico lo basa la norma en el estudio concienzudo del comportamiento sísmico del terreno (hasta una profundidad de 30 metros, creo) y de sus cualidades. Toda gran obra incluye en su proyecto estos estudios, claro, pero la inmensa mayoría de las obras no. Sobre todo, de las actuaciones en edificios que ya están construidos. Como si fuera necesario una radiografía para curar un arañazo. ¿Con qué cara se le dice a un propietario que colocar un equipo de aire acondicionado o abrir una puerta en una pared requiere que haga un estudio geotécnico de la repanocha en su finca, por si los terremotos? Como no se van a hacer esos estudios geotécnicos, el técnico que haga la actuación no podrá, en rigor, aplicar la norma sísmica. Aunque como ésta no iba a aportar nada, pues tan panchos.

Pero imaginemos que sí se dispone de ese estudio. ¿Cuál es el problema, entonces? ¡Uf! ¿Por dónde empiezo?  Baste decir que lo excesivo de la exigencia geotécnica se traslada a algunas disposiciones estructurales. Repito, como si lo que se hiciera hasta ahora no bastara.

Pero el mayor drama para mí es mi cruz personal: no hay manera de hacer el cálculo sísmico sin ordenador. Sin un programa de ordenador. Si todo ha de tener un cálculo sísmico y todo cálculo sísmico requiere un programa de ordenador, para calcular (normativamente) cualquier cosa se habrá de emplear un programa de ordenador. Y creo que ya he dejado en suficientes entradas constancia de lo que opino al respecto.

Un punto terrorífico es el apéndice D del anejo 1, que establece las especificaciones relativas a los documentos de proyecto. Lo que hay que documentar. Con lindezas como «se relacionarán los elementos de la construcción que constituyen los sistemas estructurales primario y secundario (apartado 4.2.2), así como los no estructurales. La clasificación se justificará explícitamente con base en la aportación de cada sistema a la rigidez frente a acciones horizontales en cada dirección considerada, indicándose de forma explícita las medidas adoptadas para evitar la interacción entre los elementos estructurales y no estructurales», o «en las estructuras de hormigón armado, en las mixtas y en las de fábrica se indicará explícitamente y se justificará el grado de reducción de la rigidez ante acciones horizontales debida a la fisuración de los elementos». ¿Se quiere acaso que en un edificio de vivendas se haga el listado de los tabiques (elementos no estructurales), indicando de forma explícita cómo se conseguirá que no interactúen con los elementos estructurales?. Y, por supuesto, en la memoria final de obra «se justificará mediante un proyecto realizado por Técnico competente cualquier cambio que se realice respecto al proyecto inicial, incluso aquellos que supongan un incremento de la resistencia o rigidez de los elementos modificados». ¡Ay del que se atreva a modificar uno de esos tabiques! Si tenemos en cuenta que la norma abarca todo, es para salir corriendo. ¡Viva la ineficacia!

Ahora bien, no se crea que esto de la documentación necesaria va a ser un drama: probablemente, los programas de cálculo, Cype y los demás, evolucionarán y serán capaces de generar miles de páginas que respondan a esos requerimientos. Espero, por lo menos. Como queda claro que sólo se podrá calcular empleando programas, ya se encargarán ellos de resolver este escollo. Mientras no haya que imprimirlas…

Todo hasta aquí son, que conste, problemas que sólo tendremos los ingenieros. Lo que nos cueste hacer un cálculo sísmico no le importa ni al arquitecto que firme el proyecto, ni al constructor, ni al promotor, ni al usuario final. Pero ¿lo repercutiremos en la factura? En mi opinión, pocas veces podremos. Porque pocas veces los clientes entenderán la necesidad del cálculo ni la cantidad de comprobaciones que deberán hacerse. Por volver al símil médico, el del rasguño en la rodilla no entenderá la necesidad de pagar una radiografía de cuerpo completo, y si no quiere pagarla ¿va el que le cure la rodilla a pagar de su bolsillo esa radiografía que él mismo sabe que no es necesaria? Pues los ingenieros haremos lo que haría el médico: "si le preguntan, diga que sí le he hecho una radiografía". Lo que pasa es que…

Lo que pasa es que hay mucho ingeniero por ahí suelto, y los ingenieros somos capaces de ser las personas más tocanarices del mundo, y nos encanta tocárselas a los demás ingenieros. Y, claro, la norma sísmica nos da una oportunidad excelente: "¿ha tenido usted en cuenta la norma sísmica? Demuéstremelo". Por no decir que bastará una pregunta sobre un tema cualquiera (que el preguntador se habrá preparado) para poner en ridículo al proyectista: cómo ha tenido en cuenta, qué criterio ha seguido, cómo ha resuelto… Y quedará claro que el proyectista no tiene ni idea de lo que "ha" hecho. La réplica podría ser decirle al ingeniero preguntador que no toque las narices, que sabe perfectamente que todo esto de la norma sísmica es una ridiculez (entiéndase que estoy hablando de esa gran mayoría de actuaciones en la que lo es) y que se limite a cumplir con el paripé como todos, pero es una estrategia arriesgada.

En fin, en mi opinión las normas antiguas, mucho más sencillas que la que se avecina, eran más beneficiosas: por su misma sencillez, el proyectista intentaba saberlas y entenderlas, y así adquiría los rudimentos de la ingeniería sísmica. Preferible de lejos, en mi opinión, a lo que sabrán los proyectistas futuros, bregados sólo en que la norma la aplica y resuelve el ordenador.

¡Del pleistoceno!, me tildarán muchos. Sin duda. Lo triste es que tendrán razón, me temo. Ganas tengo de extinguirme ya.

 

 

Jaime Pérez Gutiérrez - La Bisi

domingo, 1 de enero de 2023

Alháquem II

https://www.youtube.com/watch?v=4Vs6xB52B3s 

 

 

El segundo califa de Córdoba fue, entre 961 y 976, el omeya Alháquem II. Su padre, Abderrahmán III, había tenido un reinado largo, 49 años, en los que fue dominante frente a los reinos cristianos, y Alháquem mantuvo ese dominio, empezó dándoles unas palizas a todos y así consiguió una paz duradera, en la que se dedicó por completo a su afición a las letras y al desarrollo de la prosperidad del califato; de hecho, nunca había reinado en España un califa tan sabio ni había buscado con tanta pasión los libros raros y preciosos. Fundó 27 escuelas, donde los hijos de padres pobres eran instruidos gratis, y las academias cordobesas se convirtieron en las más famosas del mundo. 

También desarrolló la agricultura, hasta el punto de que los historiadores dijeron que había cambiado la lanza y la espada por la azada y el rastrillo. España le debe la aclimatación del arroz, del algodón, de la caña de azúcar, del azafrán y de la palmera. En todos los puntos de Al Andalus había manufacturas de seda, algodón y paño, y cobraron fama por el tinte de las pieles (los cordobanes). Consiguieron adelantos notables en la cerámica, y trajo la costumbre oriental de variar los pastos. Los árabes no eran comerciantes comparables a los fenicios o los cartagineses, pero la posición de Arabia en medio de Oriente y Occidente y las peregrinaciones que tenían por centro la Meca favorecieron las relaciones mercantiles. Córdoba se aprovechó de esa red, y la seda y la lana, en bruto o manufacturada, el aceite, el azúcar, el ámbar, la cochinilla, el hierro, los metales y las armas bien templadas fabricadas en Toledo y Córdoba arrasaban en Oriente, de donde obtenían objetos de lujo (de hecho, los únicos que se recibían en la península del extranjero).

Alháquem II también favoreció el cultivo de la historia, la poesía descriptiva y el panegírico, el cuento y la novela, la retórica, la gramática, la geografía, los estudios filosóficos,... Las escuelas se asociaban a la mezquita, con especial fama la de Córdoba, y surgieron además academias de "hombres doctos". En pleno siglo X, cuando mayor era la ignorancia en el resto de Europa. El gusto por los libros y por la ostentación de tenerlos llegó al punto de que en Córdoba había potentados que alardeaban de tener grandes bibliotecas, y para alucinar: el catálogo de la biblioteca pública de Córdoba constaba de 44 volúmenes en los que sólo se apuntaba el título del libro y su colocación.

Es la fama del nivel cultural de la España musulmana. Y lo que he escrito es cierto, pero... hay un pero.

Sí, desarrollaron la agricultura. Pero no trajeron el aprovechamiento de las aguas y los procedimientos de cultivo: eso lo aprendieron de los naturales. Y estudiaron y recopilaron, pero no desarrollaron un saber original. La verdad es que los árabes no tenían, cuando invadieron España, la superioridad cultural que se les supone, siendo además los que llegaron pocos y extraños a las ciencias y a las artes. Además, en Oriente, donde los árabes eran numerosos, salieron de su primitiva rudeza con el paso de los siglos y gracias a la influencia civilizadora de sirios, persas y griegos, pero los musulmanes que cruzaron a España eran en su mayoría moros africanos: no aportaron nada; basta comparar el pobrísimo desarrollo cultural que se produjo en el Magreb, de donde procedían. En España, en cambio, el desarrollo cultural se produjo por tres vías: por los mozárabes (los hispanos cristianos que vivieron en el califato hasta el siglo XI), los muladíes (los cristianos que se convertían al islam) y ¡las mujeres! Sí, las mujeres indígenas: al revés de lo que pasó en Oriente y en África, aquí las mujeres triunfaron sobre las preocupaciones religiosas y sociales que las esclavizaban, y brillaron a menudo como poetisas, como doctoras y como princesas, recabando homenajes tales de respeto y de consideración que al estudiar la literatura arábigo-hispana muchos autores sospechan que entre los árabes españoles nació el espíritu caballeresco.

 

Las cosas hay que contarlas como son.



Johann Strauss - Galope de los bandidos