lunes, 21 de agosto de 2023

Invierno demográfico en la playa

https://www.youtube.com/watch?v=GwFScf8VKIM 

 

 

Supongo que tengo una visión de la realidad alterada por mis recuerdos: cuando mi hermano mayor tenía 3 años era el mayor de 4 chicos, y luego fueron llegando más hermanos. En mi clase del colegio éramos 43 (4 clases por curso, además), todos chicos. En mi grupo scout, en la manada de lobatos éramos 30, como siempre todos chicos. Y las familias numerosas (con el criterio actual) eran normales, los hijos únicos o las familias de sólo 2 no. El caso es que mis recuerdos están poblados de niños por todas partes, de actividades con muchos niños, juegos con muchos niños, muchos niños.

Hace tiempo que vengo fijándome en las personas que me cruzo por la calle. Algunos niños, algunos jóvenes, algunas familias de padres jóvenes. Pero no muchos. Voy al mercado y me cruzo con 20 personas o más (el mercado está muy cerca), y probablemente no más de una no ha cumplido los diez años, 3 los 20 (tal vez los 30), y no más de 6 habrán cumplido los 40. Al menos 10 ya no cumplirán los 60. Y no me parece bien.

He acudido unos días a la playa, este agosto. Pocos niños. Peor aún, niños solos o, a lo sumo, con 1 hermano. ¿Se están convirtiendo, las playas, en lugares para viejos? No, es el país el que se está convirtiendo en un lugar para viejos. Ahora puede ser tan solo una sensación, unas anécdotas, algo que se dice en alguna conversación que otra (recuerdo, de hecho, una contestación que oí a las mujeres jóvenes más de una vez: «¿Quieren hijos? ¡Que paguen!»). Pero llegará un día en que será un tema general, omnipresente. Que se tratará en las noticias, en la radio y en la prensa, que ambientará películas y novelas por doquier. Cuando eso pase, ya será demasiado tarde. Y lo sé porque ya es demasiado tarde. 

Si pasean por los pueblos de la España vacía notarán la tristeza de los pueblos sin niños y sin jóvenes. En las ciudades sigue habiendo personal para dar y tomar, pero este personal está siguiendo el camino de esos pueblos. Y lo que antes era una fiesta y un jolgorio ya es sólo una tertulia y pronto apenas un encuentro casual en la calle. Los padres organizarán fiestas de cumpleaños (o de cualquier cosa) para conseguir un puñado de niños que jueguen juntos y generen alegría, pero incluso esas fiestas tienen, comparadas con las de mi infancia, una asistencia patética. Las señales de lo que está pasando son muy tenues, pero están ahí; tal vez usted no las perciba y por eso crea que exagero, pero no lo hago.

Lo bueno de esto es que cuando ocurra, se acabará la matraca del cambio climático: ¿a quién le importará el mundo que dejará a sus hijos si ve que ya no hay hijos? Cuando alguien no sobrevivirá al 2050, ¿qué le importa en realidad cómo esté el planeta en 2100?

Yo iría llamando ya a los ingenieros para que tomen cartas en el asunto, porque si no tendrán que llamar a los abogados, y entonces será peor.  

 

 

Elvis Presley - If I can dream 

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