https://www.youtube.com/watch?v=EeoFiBizcyE
Me comunican que se ha muerto Karl, un arquitecto alemán con el que trabajé hace años. Era ya mayor, aunque no demasiado, pero sé que estaba enfermo del corazón. Pero aun así. Siempre se van los mejores, a veces. Como ésta.
Por edad, Karl era, lógicamente, hijo de un excombatiente. Excombatiente alemán de la segunda guerra mundial, no hace falta decirlo. Era inevitable que existieran personas como Karl. ¿Hijos de nazis? Eso es mucho decir: era hijo de un alemán que, sí, luchó con los nazis. ¿Le convierte eso a Karl en nazi? En absoluto, salvo que los alemanes fueran como muchos españoles que siguen acusando a los españoles de hoy de cosas que quizá (sólo quizá) habrían podido acusar tal vez a sus bisabuelos.
Pero es que Karl, me contó un día, nunca habló de la guerra con su padre. Mejor dicho, su padre nunca le habló a Karl de la guerra. Y Karl creyó saber porqué. Un día descubrió una foto de su padre de cuando entonces. No sé qué tipo de foto era, tal vez alguna de carnet de algo, de un salvoconducto o qué se yo, pero la vio. Y entonces supo qué hizo su padre durante la guerra, porque reconoció las insignias del cuello. Las dos calaveras.
Su padre había servido en las SS en los campos de concentración.
A su padre lo alistaron y lo destinaron allí, cosas que pasaban. Supongo que el hombre, el chaval más bien, hizo lo que tenía que hacer. Supongo que no le gustó nada, y supongo que por eso jamás habló con su hijo de la guerra.
Su hijo nunca quiso preguntarle.
Algo tiene la guerra, que los que la conocen sólo quieren olvidarla, y los hijos que no la viven perciben el dolor de los que sí y no quieren, tampoco, saber más de lo imprescindible.
La madre de Karl era francesa. El chaval no sería tan malo, pues. Y aquella generación entendía.
Ya que nosotros no aprendemos de los nuestros, aprendamos al menos de los de los demás.
Vera Lynn - We'll meet again
No hay comentarios:
Publicar un comentario