domingo, 15 de abril de 2018

A propósito de Bessel




¿Bessel?, se preguntarán. ¿Quién es ese Bessel del que nunca he oído hablar y del que sin duda jamás me hablarán?

Es cierto, Fiedrich Bessel es un científico alemán. Es decir, es un científico del montón. Uno de tantos. 

Su historia no es nada del otro mundo: era alemán. Pero imagine, mientras la cuento, que fuera español. En ese momento.

Va a ser una historia increíble.

Bessel nació en 1784 en Westfalia. Su madre era una criada. Así que Bessel sólo tuvo una formación básica. A los 14 años tuvo que salir a ganarse los garbanzos, lo colocaron de aprendiz en una compañía mercantil. Autodidacta, aprende astronomía y matemáticas hasta el punto de que en 1804 calcula la órbita del cometa Halley y se la envía a Heinrich Olbers, astrónomo de prestigio en la época. Olbers alucina con los cálculos y consigue que los publiquen. Al tiempo, presenta a Bessel a Schröter, otro astrónomo, que lo contrata para su observatorio particular. Allí Bessel se curte, y (aquí soy yo el que alucina), el gran Gauss recomienda a la universidad de Gotinga que le dé el doctorado en Astronomía ¡sin tener estudios universitarios! Con 26 años, la fama de Bessel es tal que el rey Federico Guillermo III de Prusia lo nombra director vitalicio de su observatorio en Könisberg.

Por cierto, la gran aportación de Bessel se estudia en todos los colegios (o se estudiaba, al menos en mi época) en la asignatura de Ciencias Naturales, solo que sin mencionarle: la técnica del paralaje para medir distancias astronómicas.

Con el paralaje y el excelente telescopio de Fraunhofer que tenía (en algún sitio he hablado o hablaré de Fraunhofer), nuestro hombre establece la distancia a la que se encuentra la estrella Cisne-61 (y casi la clava): 98 billones de kilómetros. El Universo era muuucho más grande de lo que se creía.

Pero Bessel hizo muchos más avances en la astronomía. Por ejemplo, las estrellas binarias (estrellas emparejadas): descubrió que Sirio (la estrella más brillante de nuestro cielo) tenía variaciones en su brillo, y dedujo que tenía que haber una segunda estrella, Sirio B. Sirio B fue confirmada en 1862, pero para entonces Bessel ya había muerto de cáncer, en 1846

Veamos, Bessel nació en 1784. En 1800 tenía 16 años. Cuando tenía 21 años se libró la batalla de Ulm. Jena, Wagram... Fueron años de guerra contra Napoleón. Igual que en España. Bessel, sin duda, no lo tuvo fácil: un chaval sin nombre, que quiere vivir de la astronomía, en años tan difíciles. En una tierra asolada por continuas guerras. Comparada con Alemania, España tenía una estabilidad envidiable. Y, sin embargo, no surgió aquí ningún Bessel, como no hubo ningún Gauss, ningún Fraunhofer y ningún Olbers. ¿Científicos que ayudan a otros científicos? ¿Reyes que se interesan por científicos? ¿En España? E insisto en el entorno: en 1813, por ejemplo, los franceses destruyeron el observatorio de Schröter, sus trabajos y sus libros. Pero el país, el desarrollo científico del país, no se paralizó por la guerra. 

¿Por qué esta diferencia? Es una pregunta que me hago a menudo. Supongo que en realidad nadie sabe la respuesta, y que no existe un motivo único. No creo que fuera un pasado guerrero que nos hubiera esquilmado: Alemania tuvo casi 200 años de guerras civiles por la religión, y desde luego los casi 50 años reales de la Guerra de los Treinta Años dejaron al país hecho una piltrafa. Sí, sin duda el carácter diferente de los alemanes tuvo algo que ver, pero no sé qué es lo que forja el carácter de un pueblo.

Tampoco creo que sea cosa de reyes. En el siglo XVIII no los tuvimos tan malos. ¿La religión, entonces? Pues... quizá esto sí es más probable. Puede que el catolicismo rampante de estos pagos no alentara las ciencias, mientras que allí, conviviendo con los luteranos, el catolicismo se atenúa, se vuelve menos ultramontano y aprende a mirar las cosas con otra óptica de vez en cuando.

A veces he pensado que es una cuestión de masa crítica. Que allí acumularon cerebro suficiente para que creciera por sí solo, y que aquí nunca tuvimos los necesarios para crear el caldo de cultivo. Quizás, pero es que...

Es que los alemanes florecieron en todos los ámbitos. En vida de Bessel tuvieron grandes físicos, químicos, astrónomos, matemáticos, inventores de todo tipo,... pero también naturalistas, filósofos, músicos, escritores,... Como muestra, un botón: el suegro de Bessel fue el químico Karl Gottfried, que fundó el primer laboratorio de Química de Alemania en la universidad de Konisberg y creó la disciplina de la química farmacéutica; su cuñado fue el físico Franz Ernst Neumann, que fue un físico y mineralista eminente y sobre todo matemático, y que también tuvo un hijo matemático de renombre; y fue primo político de Gotthilf Hagen, un ingeniero que proporcionó grandes avances en la hidráulica, y de Hermann Hagen, en su tiempo el entomólogo más importante de Europa. Vaya, que Bessel, el hijo de una criada, no era un caso aislado de eminencia.

¿Qué hubiera sido de Bessel, si hubiera nacido en España? Pues eso.

Fiedrich Bessel tiene calle y parque a su nombre en Berlín. Lo que también es increíble es que Alemania tenga tantas historias increíbles.




Jon Anderson & Vangelis - I'll find my way home

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