domingo, 20 de marzo de 2016

Cómo quiere ganar Trump a Hillary




El martes pasado, más primarias. Sigue sin haber vuelco electoral, y ya estamos entrando en la etapa de los formalismos. Serán Trump y Hillary. 

En esta elección, Hillary es el sistema. Una política. El status quo, olvidémonos de que es mujer. Es muy inteligente, está muy preparada, y tiene mucha experiencia; no sabría decir de un candidato con mejores avales que los suyos.

Enfrente, Trump. Un extraño. Un tipo nuevo, que no quiere vivir de la política. Un tipo que se ha convertido en millonario varias veces. Y ése es el problema. Se ha hecho millonario varias veces: ¿cómo diantres lo ha hecho? Pues se lo diré: desde luego, no calculando estructuras. Negociando, apretando a las personas, venciendo a los que le ponen problemas, convenciendo cuando tiene que hacerlo. Es un personaje, sí, pero también es un maestro de la persuasión. Esa es su baza. Y, al igual que cuantos se han enfrentado a él en temas de negocios han resultado ser unos pardillos, también los votantes son (somos) unos pardillos. Nos va a engañar, y ni nos daremos cuenta. Les diré más: no necesita engañarnos a nosotros, por lo que ni lo quiere hacer ni lo va a intentar. Se reserva. El busca a 65 millones de pardillos, los demás no los necesita. Ha hecho sus cuentas, y con 65 millones gana. ¿Saben cómo se hizo millonario? Sabe lo que quiere. Sabe lo que necesita hacer. Lo hace. Y no hace lo que no necesita.

Así está ganando las primarias republicanas. Todos los candidatos pasan un porrón de horas al día intentando aprender datos, nombres, lugares, cifras. ¿Quién es el presidente de Perú? Es un dato que hay que memorizar, por si sale en la conversación. Trump sabe que no necesita saber el nombre del presidente de Perú, por lo que no pierde el tiempo aprendiéndolo. No lo necesita: sus votantes no se lo piden, no buscan un candidato que sepa datos y más datos; no elegimos por eso. No hace falta saber cuánto acero fabrican los Estados Unidos. Y si no me creen, mediten sobre lo que saben los candidatos a los que hemos votado millones de españoles. Si acaso sale la pregunta, una broma, un chiste, y se sale del paso. El votante lo entenderá. O mejor aún, en vez de entender, lo procesará de manera inconsciente: este tío es uno de nosotros.

Así está ganando Trump: no apelando al intelecto de los votantes. No les da motivos para pensar. No les dicen: reflexionen quién es el mejor candidato. No, él apela a sus subconsciente. A sus emociones, a sus sensaciones. Como el típico mensaje español de "¡que viene la derecha!", "nosotros somos los que vamos a cuidar de tus intereses"... todo eso.

El truco del buen vendedor: conseguir que el comprador piense después de hecha la venta.

En el caso de Hillary, la trampa ya la tendió hace tiempo. Fíjense en ambos. Son muy diferentes, ¿verdad? En el físico, quiero decir. Los dos están en torno a los 68 años, pero Hillary parece una señora mayor. Trump parece un señor mayor... con una vida de excesos detrás. Puede que las arterias de Trump estén a punto de estallar y las de Hillary estén limpias como una patena, pero ahora mismo Trump parece mucho más fuerte, físicamente, que Hillary. Capaz de aplastarla. Donald parece un tipo sano, lleno de vitalidad. Hillary parece una mujer débil, es posible que con enfermedades. Y ésa es la baza que está jugando Trump. Hace unos meses, dudó de la salud de Hillary. Desde entonces, todo son ataques (subliminales, eso sí) en esa línea. Por ejemplo, hace poco ha sacado un vídeo (veanlo aquí, 30 segundos) con el título "Cuando llega el momento de encarar a nuestros oponentes más duros", en el que muestra a Putin venciendo en un "combate" de judo y a un guerrero del ISIS disparando, y luego el mensaje: "y los demócratas tienen la perfecta respuesta" y aparece Hillary en lo que parece un mitin universitario... con el sonido del ladrido de un chihuahua. Es una burla, claro, es un vídeo humorístico como los que llenan Youtube de gatitos, y Hillary quedaría muy mal si protestara. ¿Qué va a decir? ¿Que ella no ladra como un perrito? Y el mensaje está ahí: Hillary no tiene la fuerza necesaria. Trump, en cambio, parece sólido. Fuerte como un oso. Costaría tumbarlo. Además, el humor se asocia siempre con la inteligencia. Así que a Trump lo captan como un tipo divertido e inteligente, y a Hillary ridícula e insuficiente.

Ítem más, no sé si han visto alguna imagen reciente del marido de Hillary. Bill. ¿Qué le pasa a este tío? Está muy desmejorado, tiene un aspecto horrible. ¿Y la mujer de Trump? La actual, por supuesto. Una modelo neumática. ¿Qué imagen transmiten? Pues que Hillary y Bill, pues que no... y que Donald y la chica neumática.... pues que sí. Qué tío, ¿verdad?

Hillary no para. Debe dormir cinco horas al día, si llegan. De aquí para allá, actos, reuniones, entrevistas, directrices. Plus, en los viajes, tiempo para estudiar, para aprender, para planificar. Y esto se nota en su cara, no parece que venga de unas relajantes vacaciones en Honolulu. Trump no. No trabaja tanto. No viaja tanto. No se prodiga. Y no se prepara. Descansa. Se preocupa de tener buen aspecto.

Las campañas americanas son muy largas. Raro será que Hillary no tosa algún día. ¿Está enferma?, se preguntarán muchos. Porque la semilla ya está plantada. Hillary tiene alguna enfermedad. O es enfermiza. En cualquier caso, su salud no es muy buena. Carece de la reciedumbre necesaria para un enfrentamiento, para una crisis. Todos sabemos que un ataque de tos no significa que se tenga una enfermedad mortal que te corroa por dentro, pero muchos votantes pensarán que las toses... son una prueba. Algún día tendrá afonía, o la voz afectada por tantos discursos. ¡Está enferma! Quizás un dolor de muelas o un pequeño mal día, como nos pasaría a nosotros... ¡está enferma! Y lo mejor es que Trump no tiene que decirlo ya. La sombra de la sospecha se irá extendiendo. Cada noche en un hotel distino. Un día dormirá mal, y tendrá mal aspecto por la mañana. Quizá no parezca muy despierta, muy viva, en la entrevista del programa de los desayunos... ¡Está enferma!

Trump no quiere que la gente valore su preparación y la de Hillary. Ni las ideas de cada uno, aunque las suyas sean mejores. No, él quiere una comparación inconsciente. Él, lozano, fuertote, resistente. Ella, viejita, débil. Si ladra, es un chihuahua. Si ladra él, parecerá el Can Cerbero. Y queremos elegir al comandante en jefe, al líder del país en los momentos más difíciles, a la persona que ha de sacarnos de nuestras miserias de hoy hacia un futuro de grandeza...

Ya sabe él lo que hace, ya. Y no es juego sucio. Es un truco de persuasión. No es parte de su programa, no es algo que salga en sus intervenciones. No se le puede acusar de nada, no se puede responder. Fue una pregunta inocente que se hizo en un momento dado, algo retórico. Es algo que evolucionará en la cabeza de los votantes. Es un mensje subliminal. 

Necesita que cuaje en 65 millones de idiotas, y ganará. 




Bruce Springsteen - The river




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