jueves, 29 de junio de 2023

Pido disculpas si...

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La presidente del Congreso de los diputados ha realizado unas declaraciones públicas, en el curso de las cuales ha hecho una afirmación cuando menos polémica. Además de polémica, es falsa y revela que esa señora o desconoce la realidad del español que no tiene la vida resuelta o no piensa lo que dice. Como es comprensible, todos pensamos que es lo primero y que ese desconocimiento de la realidad es fruto de las incontables prebendas de la sinecura que disfruta, y se armó la marimorena.

Y, como era de esperar, la presidente no tardó en rectificar, a la manera de los políticos:

—Pido disculpas si no me he expresado bien.

Ya estamos. Si no se ha expresado bien, pide disculpas por no haberse expresado bien. Pero ¡eh!, si se ha expresado bien entonces no hay nada por lo que disculparse. ¡Eh!

Señora, mire usted sus declaraciones y decida si se expresó bien o no; si se expresó bien, pida disculpas por lo que lamente haber dicho si lo lamenta, y si no lo lamenta reafírmese. Y si no se expresó bien, pida disculpas de la forma correcta:

—Pido disculpas por no haberme expresado bien: lo que quería decir es... (y aquí diga lo contrario de lo que dijo, que por cierto fue una afirmación muy clara).

El problema se complica si, como es el caso y es lo habitual, en la afirmación no hay ambigüedad alguna o posible doble interpretación, no es como si hubiera dicho «como presidente del Congreso he tenido que hacer muchas cosas desagradables», o «trabajando con Pedro Sánchez me he visto forzada a adoptar posturas que no quería, muchas situaciones en las que no podía decir no y tener que tragar». No, normalmente las declaraciones no son interpretables, su significado está claro. Así que, salvo que la declarante explique que fue un lapsus linguae, o un desajuste en su medicación ese día pero que ya se la han corregido, o (la señora tiene 50 años) fruto de algún desajuste hormonal excesivo o qué sé yo, estas disculpas no son sinceras.

En España hubo una vez que alguien dio una disculpa sincera, y medio país se le echó encima; han pasado diez años y siguen haciéndose burlas:

—Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a pasar.

Pobre Juan Carlos I, como para disculparse de verdad.

No, las disculpas de los políticos casi nunca son sinceras. Su arrepentimiento sí, porque se dan cuenta de que han metido la pata, pero eso no lo van a reconocer.

—Pido disculpas si alguien se ha podido sentir ofendido.

—Pido disculpas si alguien ha interpretado que...

—Pido disculpas si no me he expresado bien.

 

 

 

Les Colporteurs - Korobeiniki


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