domingo, 18 de junio de 2023

Una vez más, se acerca ese momento

https://www.youtube.com/watch?v=8zDbGr6YxEI 

 

 

Una vez más, se acerca el momento en el que los diputados electos han de jurar el acatamiento de la Constitución para adquirir plenamente su cargo.

Una vez más, se acerca ese momento tan divertido en el que muchos diputados electos... en fin, ya saben.

Hace 5 años escribí una entrada al respecto, y en ella incluí un fragmento que no me resisto a repetirlo. Una vez más:

Por imperativo legal. Y se quedan tan frescos. ¿Jura usted acatar la constitución española? Sí, por imperativo legal. ¿Qué significa esa coletilla? ¿Jura usted acatar o no? Olvídese del imperativo legal, nadie le obliga a usted: si no quiere, no jure. Ya, pero es que si no juro no tengo el puesto y no cobro. Ya, qué le vamos a hacer, así son las cosas. Si quiere usted el puesto y la pasta, ha de jurar. Pues bueno, juraré. Pero por imperativo legal. Ya estamos.

En primer lugar: esto de jurar la constitución española viene de antes. De cuando se hizo la constitución. En aquellos años muchos políticos eran "preconstitucionales". Con antecendentes, vaya. No estaba de más el comprobar que habían renunciado a sus orígenes franquistas y acataban los nuevos principios demócratas, la constitución. Era tranquilizador, agradable. Pero eso era entonces. Porque ahora, jurar acatar la constitución y las leyes no tiene sentido. ¡Ay de aquel que no cumpla la constitución y las leyes! Ahora mismo, estamos obligados todos, este acto sobra.

En segundo lugar: cualquier coletilla es una chiquillada. Puede que el acto no tenga mucho sentido, pero si se hace, se ha de hacer como un hombre. Y, contradicciones al margen, estas coletillas no dejan de ser un cruzar los dedos, un intento de engañar al otro, una mentira para evitar las consecuencias de ser consecuente, una prueba, sin más, de la falta de hombría de cada uno. Que, por cierto, ese otro acepta la coletilla pero no se llama a engaño, no. Lo que pasa es que aplica lo dicho en primer lugar y lo deja pasar, piensa "me da igual la coletilla, tú cumplirás o a la cárcel". Pero sí, a veces nos molestan estas tonterías, porque parece que nos quiere tomar el pelo a todos nosotros. Y a mí no me gustan que me tomen el pelo. Yo, si fuera el otro, respondería a cada chiquillada con otra: "lo siento, tío, pero hasta que no recites la fórmula sin coletillas no te doy por bueno el juramento. Y deprisita que hay más memos como tú y no tenemos todo el día". Estoy seguro de que la ley me autoriza a no aguantar bromitas de estas. Claro que esto es Cataluña, y el otro... lo más seguro es que también haya usado la coletilla de marras.

 

En fin, que no me queda claro si elegimos a hombres o a chiquillos mentales. Suerte que los identificamos rápido.

 

 

 

Tchaikovsky - El cascanueces (danza del hada de azúcar) 

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