Hubo un tiempo, ya pasado, en el que se solÃa escribir con máquina de escribir, ya que para eso era. Es muy fácil reconocer un texto escrito con esas máquinas, tipo de letra aparte: los guiones. Cuando uno escribÃa no sabÃa cuánto espacio necesitaba y disponÃa para las palabras, y el espaciado era fijo: habitualmente las palabras no cuadraban con la longitud de la lÃnea. La solución establecida era interrumpir la palabra con guiones, teniendo esta interrupción sus propias reglas.
El primer uso "personal" de los ordenadores fue el de procesador de textos. Quiero decir, existÃa el uso profesional, de los calculistas de estructuras, los que necesitaban otro tipo de cálculos y el de los que manejaban grandes cantidades de datos, pero fuera de ellos los ordenadores no hacÃan nada más. Hasta que aparecieron los procesadores de textos. Que tenÃan casi las mismas reglas que las máquinas de escribir (tipo de letra, espaciado de las letras), pero permitÃan justificar los párrafos mientras se escribÃa: podÃan aumentar ligeramente el espacio entre palabras.
Pues bien: por ahà triunfaron y entraron en nuestras vidas. Un ordenador era una máquina de escribir mucho mejor que las máquinas de escribir, y máquinas de escribir necesitaba todo el mundo.
Con los ordenadores desapareció la necesidad de interrumpir las palabras. ¿Desaparecieron los guiones? No del todo: las personas que escribimos (en su época, no ahora) en las máquinas mecánicas mantuvimos la sensación de que las palabras largas habÃa que interrumpirlas para que los espaciados entre palabras no fueran tan amplios. Y durante años, ponÃamos guiones en las palabras a medida que escribÃamos.
Pero, la verdad, poco a poco hemos ido abandonando esa práctica. Los nativos digitales nunca sintieron la necesidad de emplear guiones, asà que, sÃ, es cuestión de tiempo, pero a medida que los últimos mohicanos dejen de emplearlos, el guión para escribir palabras en dos lÃneas desaparecerá.
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