domingo, 28 de noviembre de 2021

Dictadura y cesión de derechos

https://www.youtube.com/watch?v=00ezoTnw1HM 

 

 

Recientemente el Tribunal Supremo ha cerrado el recorrido judicial de la inmersión lingüística en Cataluña: al menos el 25% de las clases deben ser en español. Fin de la historia. El gobierno catalán se ha peleado como gato panza arriba, pero ya está. Y, sin embargo,...

Sin embargo, le ha faltado tiempo para anunciar que no piensa cumplir. Que no va a aplicar lo que han dictaminado los jueces primero, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña después y el Tribunal Supremo en última instancia.

Éste es un asunto peliagudo, en el sentido de que no es un tema baladí sino que a los ciudadanos nos afecta en lo más fundamental que tenemos: no estamos hablando de un nuevo impuesto sobre la gasolina. Estamos hablando sobre la educación de nuestros hijos. Lo que el gobierno catalán impone es que nuestros hijos sean escolarizados en catalán y sólo en catalán. No importa cuál es el idioma suyo y de sus hijos, o lo que usted quiera. El gobierno catalán quiere que sus hijos hablen en catalán y sólo en catalán; en castellano, como mucho, en la intimidad y sin que ellos se enteren, y la intimidad es donde puedan quitarse el velo. Ni en los patios de recreo, con sus amiguitos, les van a tolerar que no hablen en catalán. Hay que vivir en Cataluña y tener hijos en el circuito escolar para entender lo que digo.

Hay un detalle menor, y recalco que es menor, pero que coyunturalmente tiene una importancia decisiva: los maestros y profesores del circuito educativo catalán. Hace décadas aún quedaban profesores digamos buenos, editoriales honestas, libros correctos. Pero la cosa ha ido evolucionando y las escuelas son cada vez más madrasas y menos centros de enseñanza. Si la Historia de España se enseñara la misma aquí y en Canarias o Salamanca la situación sería una, pero no lo es: aquí se enseña una contrahistoria, una Historia falsa de Cataluña y una España a la que no pertenece Cataluña y que la ha invadido y domina. Y, claro, uno no quiere que a sus hijos les enseñen así las cosas, y la única manera que tienen los padres de luchar contra esto es luchar contra el catalán.

Volvamos al tema de las sentencias. Una de las cosas que más me llama la atención es la lucha hasta el final del gobierno catalán. Ha empleado todos los medios necesarios, durante todos los años que ha podido (y que ha intentado que sean los más posibles, pues durante el proceso ellos estaban en la posición victoriosa), con todos los subterfugios posibles para dilatar lo más posible el proceso. ¿Por qué esa resistencia de la parte ejecutiva de la Administración a hacer caso a la parte judicial de esa misma Administración, y que en definitiva lo que hace es explicar a la parte ejecutiva lo que había decidido la parte legislativa al crear las leyes? La respuesta es obvia: porque las personas que estaban en la parte ejecutiva consideran que ellos están por encima de la parte judicial y de la parte legislativa. Esto es, que no hay nadie por encima o al mismo nivel que ellos. Algo que, por cierto, dejaron por escrito en los sucesos del 6 y 7 de septiembre de 2017 al promulgar una ley que les ponía a ellos por encima de todo.

Pues bien, al anunciar a bombo y platillo que no van a cumplir las sentencias y decir a las escuelas que tranquilos, que no cumplan las sentencias que el gobierno catalán asumirá toda la responsabilidad (¡ja!: como si ordenar a alguien que mate a otro tipo eximiera de responsabilidad al sicario por el asesinato), lo que están diciendo es eso mismo: que ellos están por encima de las leyes y los jueces. Que ellos pueden hacer lo que quieran. Y, repito, no sobre nuevos impuestos a la gasolina, sino sobre en qué idioma han de hablar nuestros hijos (en este caso preciso; luego le vendrá el turno a usted).

A propósito sobre el inciso de que luego le vendrá el turno a usted, cada vez más la Administración catalana impone el catalán y elimina el castellano: por ejemplo, es imposible sacarse el pasaporte covid en español, todo el proceso es sólo en catalán. Las webs, todo. Los exámenes de Selectividad son en catalán: el alumno tiene derecho a, reduciendo su tiempo efectivo de examen porque es algo que ha de hacer después de entregar los exámenes en catalán, recibir las preguntas en español: pero a cambio se anota el hecho, con nombres y apellidos del díscolo, y se registra. Obviamente ningún alumno quiere jugarse el acceso a la universidad y traga, con lo que hay poquísimas peticiones de traducción y ése es el argumento que usa el gobierno catalán para no dar los exámenes en castellano: que casi nadie los pide. De nuevo, los tribunales han sentenciado que eso no puede ser y que han de dar los exámenes correctamente y por supuesto no registrar quién es  díscolo, pero de nuevo esto es Cataluña y el gobierno catalán hace lo que quiere. Cada vez más hay hiperventilados que exigen que entre particulares se emplee el catalán, y lo que hace el gobierno catalán es darle la razón a los hiperventilados obligando a los particulares a hablar en catalán si el otro lo pide: esto implica que los carteles de las tiendas han de estar en catalán (no entremos ahora que en la práctica se traduce en que no pueden estar en español, sí en cualquier otro idioma), que ha de haber dependientes en la tienda que sean capaces de atender en catalán (salvo que el de la tienda no sea hispanoparlante: por ejemplo, si es chino no está obligado a que atienda en catalán, basta que lo haga en español que es suficiente para entenderle), etc. etc. También obliga la Administración catalana a que cualquier empresa se dirija a ellos en catalán. Proyectos, ofertas, concursos, informes, todo ha de ser en catalán.  Así que al tiempo: si no se les paran los pies, claro que vendrán a por usted.

Para más inri: en Cataluña tenemos un Defensor del Pueblo. Un ombudsman que debe velar por los derechos de los ciudadanos frente al abuso de poder de la Administración Pública. Y ¿qué hace nuestro ombudsman? Pues lo que ha hecho siempre: ponerse de parte de la Administración Pública. En este caso concreto: exacto, clamar para que no se cumplan las sentencias.

Hay, eso sí, un Poder Ejecutivo que está por encima del Poder Ejecutivo catalán: el español. ¿Hará entrar en razón al catalán? ¡Quiá! ¡Si precisamente el gobernante español, Sánchez, lo es gracias al apoyo del catalán! Dada la catadura moral de Sánchez, podemos estar seguros de que el gobierno central va a mirar hacia otro lado: en Cataluña, el gobierno catalán puede hacer lo que quiera.

Y como "lo que quiera", en Cataluña, hemos podido comprobar que significa no hacer caso de leyes ni de tribunales, la cosa está clara: vivimos AL DICTADO de lo que diga el gobierno catalán. Esto es una dictadura. Y lo es desde hace muchos años. Muchísimos. Desde que Pujol entró por la puerta, concretamente, y decidió que él era la Administración Pública, primero, y Cataluña después.

Porque lo que está sucediendo no es que cedemos al gobierno catalán nuestro derecho a elegir en qué idioma se educan nuestros hijos, sino que estamos cediendo al gobierno catalán el poder que tenemos para controlar los abusos que cometen sobre nosotros, al tolerar/admitir que ellos estén por encima de cualquier tipo de poder sobre ellos.

¿Lo peor de todo? Que esto no es obra de un iluminado. Esto es obra de una casta política: da igual los nombres, los quiénes e incluso los cuándos: todos, fueran quienes fueran y gobernaran cuando actuaran, se han comportado así. ¿Y por qué pienso que es lo peor de todo? Pues porque, no nos engañemos, los gobernantes acceden al poder gracias a los votos. Y aunque la provincia de Barcelona debería tener, si se cumpliera lo de un hombre un voto, 100 diputados de los 135 en vez de los 85 que tiene (o lo que es lo mismo, las demás provincias aportaran sólo 35 en vez de los 50 que aportan), la cosa es la misma, tan tontos somos los de Barcelona como los de Mollerusa, y si alguien lo duda ahí está Colau para demostrarlo (y no hace falta centrarse en Colau: lo cierto es que jamás ha tenido Barcelona un alcalde que no fuera nacionalista, que el PSC lo es aunque lo nieguen porque son sus actos los que lo definen, no sus palabras). Así que o bien los catalanes son tan tontos como para no darse cuenta de que dan poderes de dictador a sus gobernantes, o no les importa (e incluso les parece bien). Y ambas alternativas son malas, malísimas. Desde luego, si alguna vez cambia el color del gobierno autonómico no será porque vayan demasiado lejos en temas de derechos, dicho de otra manera: porque abusen demasiado de su poder.

En Cataluña nuestros gobernantes tienen poderes dictatoriales porque a la mayoría de los catalanes les gusta que los tengan y ceden dichosos sus derechos. Ésa es la realidad. Y no la veré cambiar.

Aquí lo importante es lo que dice el vídeo: cállate y baila conmigo.



Walk the moon - Shut up and dance

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