viernes, 17 de julio de 2015

Comer con un constructor



Hoy he comido con un jefe de obra; por cuenta de la constructora, claro. O de la obra, como prefieran.

El caso es que aunque el entrecot estaba riquísimo, en su punto, odio estas comidas. No me gustan las comidas con clientes, y mucho menos con compañeros de profesión, pero las de los constructores se llevan la palma.

En estas comidas, el tema principal suele ser lo que hemos hecho en otras obras. Que degenera siempre en una suerte de "a ver quién la tiene más grande".

Que si nosotros hicimos la cueva de Atapuerca... Que si nosotros construimos el Arca de Noé y las penalizaciones por retraso eran brutales... Que si yo hice el Caballo de Troya, y para pasarlo por las puertas de la muralla...

Odio estas conversaciones. Y no es que yo no tenga un currículum, de hecho alguna cosita sí que he hecho, pero o bien no era para tanto, o son cosas que, aunque muy difíciles de resolver y de ejecutar, una vez terminadas nadie se imagina lo que costaron. Que no pasa nada, también House era un gran médico y sus mayores logros se basaban en descubrir que el paciente tenía un escarabajo en el oído o que se había manchado pintando el sótano de su casa con plomo. Pero que el caso es que yo no sé qué decir.

Y que además yo creo que en esas comidas todo el mundo se pone más medallas de las que se ha ganado. Y eso tampoco me gusta.

Pero así son las cosas en este oficio, y al final siempre termino confesando que yo...

Yo calculé el Portal de Belén.




Los Calchakis - Quiaqueñita




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