sábado, 22 de noviembre de 2025

El abad, el superior y Pedrillo

https://www.youtube.com/watch?v=yEbaeLv-aOo 

 

 

Un cuento de mi infancia. No sé si sería tradicional antes, tristemente ya no lo es ahora. Signo de los tiempos, me temo.

El caso es que no recuerdo bien el cuento. Ni su título, ni su planteamiento ni su desenlace. Pero sí recuerdo el meollo del nudo. Vamos allá.

La historia versa sobre un monasterio en la Edad Media. Los monjes han acogido a Pedrillo (no recuerdo el nombre, pero éste me vale), muchacho despierto pero travieso: todos los monjes le quieren, pero sus trastadas les exasperan.

El monasterio está regido por un abad con fama de sabio. Un buen día, Pedrillo encuentra al abad todo alterado y al preguntarle el porqué de sus nervios éste le cuenta que ha recibido un aviso de que le va a visitar el superior de la orden, que tiene fama de ser muy exigente, y seguro que le buscará las cosquillas para pillarle en un renuncio. Pedrillo se ríe, y le dice que no se preocupe, que él le sacará del apuro.

Llega el superior y visita el monasterio. Después del refrigerio se aparta con el abad a una cámara a charlar con él, y entonces le dice que ha oído que tiene fama de sabio y que quiere ponerle a prueba para comprobar esa afirmación. Para ello le hace tres preguntas:

—¿Dónde está el centro de la Tierra?

    ¿Cuánto dinero valgo yo?

    Y ¿Qué estoy pensando que es cierto y no es verdad? 

El abad medita unos segundos y entonces le responde:

—El centro de la Tierra está debajo de vuestros mismísimos pies, pues que siendo la Tierra redonda todo punto marca el centro.

    Valéis 29 monedas, pues a Nuestro Señor lo tasaron en 30 y todos nosotros valemos menos que Él;

    Y lo que estáis pensando que es cierto y no lo es es que estáis hablando con el abad, pues yo no lo soy.

En esto el falso abad se quita la capucha del hábito y se descubre que no es el abad sino Pedrillo, que se ha hecho pasar por él.

El superior reconoció el ingenio y la picardía del abad y del muchacho, y se marchó complacido de allí.

 

 

Una vez escrito hasta aquí entro en internet y encuentro que hay un cuento muy parecido: "El abad y los tres enigmas". No es como yo lo he contado, las preguntas y respuestas son un poco diferentes, también el entorno, los personajes y sus motivaciones,... en fin, los cuentos los personaliza cada uno como quiere. Lo que es seguro es que este cuento se está perdiendo. No se ha perdido del todo porque todavía queda algo en internet, pero en la práctica, como si estuviera ya erradicado.

Y es que ya ni se cuentan cuentos a los niños ni estos leen cuentos. El lema de ahora parece ser que donde haya una play o un teléfono con internet, que se dejen de cuentos. 

 

 

Donna Summer - I feel love

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Una sutil diferencia

Cuando yo era chico, y de esto creo que ya he escrito en alguna ocasión, los chavales hacíamos colecciones de cromos.  

© Quino 

Ahora también se hacen, pero en mi infancia las colecciones, aparte de la de la primera división de fútbol, eran culturales. Por ejemplo, recreando batallas históricas, o animales del mundo, países, banderas, uniformes, qué se yo. Y ahora son de fútbol, pokemon y juegos de rol. Yugio, creo que se llaman. No estoy muy puesto en lo de ahora, pero creo que se entiende lo que quiero decir. Y sí, en aquella época se hacían colecciones de cromo para casi cualquier cosa, y también había muchas colecciones infantiles y sin pretensiones: por ejemplo, recreando películas (la colección de cromos de Bambi está indeleblemente grabada en mi cerebro).

La cuestión es que antes había un entorno... "culturizante". Los niños tenían que aprender cosas. Historia, geografía, ciencias naturales, técnica, lo que sea. Y era un juego, se aprendía jugando. Pero se buscaba que aprendieran.

Supongo que es una de esas sutilísimas diferencias entre la época de mi infancia y la época actual que tal vez explican la diferencia entre los chicos de una época y de otra. 

viernes, 14 de noviembre de 2025

Cómo los derechos NIL están cambiando el deporte universitario americano

https://www.youtube.com/watch?v=Ewe-4-fgU8Q 

 

 

Tradicionalmente, los deportistas americanos universitarios tienen una carrera de 4 años: freshman, sophomore, junior y senior, los llaman. Los atletas no podían cobrar nada ni obtener ningún tipo de beneficio más allá de la beca de estudios, porque de lo contrario se les consideraría profesionales, y esto llevó a que jóvenes muy buenos, como Lebron James o Kobe Bryant, decidieran que no iban a la universidad y que saltaban directamente (en su caso) a la NBA.

La NCAA se encontró con que los jugadores realmente buenos no jugaban en sus equipos, y consiguieron que la NBA estableciera una norma: al menos un año en la universidad o equivalente (es decir, al menos un año después de terminar el instituto. Lo que pasó fue fácil de imaginar: los jugadores buenos jugaban sólo un año, luego daban el salto al profesionalismo. Se conoce esa época como la del one and done. Pero también había los que aceptaban esperar un año, pero no en la universidad: donde fuera, pero donde pudieran ganar algo de dinero, porque en la universidad no podrían. La NCAA tardó, pero al final entendió que su estrategia hasta entonces era mala y abrió la mano. La manera de hacerlo fue permitir que los atletas cobraran por sus derechos NIL (acrónimo en inglés de nombre, imagen y semejanza).

De repente, muchos atletas retrasaron el salto al profesionalismo. Un puesto bajo en el draft no garantiza un fichaje, y si lo hubiera sería por poco dinero y poco tiempo, mientras que si la universidad del jugador era potente podría ganar mucho más dinero siguiendo en la universidad. Por ejemplo, J.T. Toppin. Este chaval jugaba (al baloncesto) en Nuevo Méjico, y tras el primer año probó el draft de la NBA. Vio que no iba a salir bien y al aparecer los derechos NIL renunció al draft y consiguió el cambio a la Universidad Tecnológica de Tejas (ya les digo yo que su interés no era ser ingeniero). Allí se convirtió en la gran estrella, y se pensaba que en el draft de este año saldría incluso en la primera ronda. Pero... renunció al draft de este año y ha pospuesto 1 año su pase al profesionalismo. ¿La razón? Este año cobrará por derechos NIL 4 millones de dólares. Hay que ser muy, muy bueno para cobrar eso en la NBA, y además en el 2026 Toppin será aún mejor jugador y su puesto en el draft será, presumiblemente, más alto.

Total, que empezaron también a normalizarse los cambios de universidad (antes eran más raros) y aquella regla que permitía jugar un quinto año por esa razón empezó a aplicarse más.

Entonces ocurrió el caso Diego Pavía: un quarterback de fútbol americano de la universidad de Vanderbilt pidió jugar un sexto año, pues debido a las restricciones impuestas por el asunto del COVID-19 un año se había ido a la porra. La NCAA se negó, pero Pavía pleiteó y ganó, con lo que ahora hay argumentos legales para jugar un sexto año, y no me cabe duda de que se aplicarán.

Nadie se quiere ir, en suma.

Lo curioso es un efecto adicional de los derechos NIL: se ha vuelto a tiempos antiguos. Sí, porque anteriormente, que un jugador de primer año destacase era realmente raro: había que ser un Kareem Abdul Jabbar (bueno, en realidad él era tan bueno que ya destacó a nivel nacional durante el instituto) para llevar un equipo al triunfo desde el primer año. Como consecuencia, los jugadores de primer año ya no destacan tanto y lo cierto es que a diferencia de años anteriores no sólo no copan los primeros puestos del draft sino que son escasos de ver por ahí. Un puesto alto en un draft suele ser mejor que unos derechos NIL universitarios, pero si no destacan no llegan a esos puestos en ese primer año.

¿Y porqué no destacan? La pescadilla que se muerde la cola: porque el resto de jugadores sí está alargando sus carreras universitarias. Si los veteranos del equipo continúan, los novatos lo tienen más difícil. Además, los demás equipos también mantienen a sus veteranos, con lo que son mejores que el año anterior, y los entrenadores tienen que actuar de la misma manera: si consiguen mantener a sus veteranos, éstos juegan. Y los novatos, que se ganen el puesto. Ya no se les dan las riendas de los equipos como en los años del one and done.

Salvo las excepciones tipo Cooper Flagg que hay cada año, claro. 

 

 

Violeta Parra - Hace falta un guerrillero

martes, 11 de noviembre de 2025

Las bases de la leyenda negra

https://www.youtube.com/watch?v=55_9o8LoWiw 

 

 

En cierta ocasión una amiga, letrada de la Administración de Justicia, me contaba que cuando un funcionario del ministerio de Justicia llegaba a un destino nuevo que no le gustaba, a los tres meses podía denunciar que sufría acoso sexual. Hacerlo le otorgaba el cambio automático de destino (al destino que eligiera, además), y se hacía sin comprobar la denuncia: una medida preventiva. Luego, la denuncia se investigaba y todo eso, pero el traslado del funcionario ya estaba realizado. Como es de imaginar, la consecuencia es que las denuncias de acoso están a la orden del día. Los jueces que las tienen que investigar saben a la perfección de qué va la cosa, la denuncia queda en nada puesto que es falsa ("el denunciante ha interpretado mal las señales"), aquí paz y después gloria y nadie se molesta porque le hayan acusado, que todos los que saben de la acusación saben también de qué va la cosa. Ahora bien, si dentro de 300 años alguien escarbara en los legajos, sin duda encontraría cientos, si no miles, de denuncias. Si esa persona quisiera, podría escribir en la Historia que en esta época en España el acoso sexual en la Justicia era moneda corriente. Más aún, la falta de consecuencias para los acusados no vendría sino a demostrar la inutilidad de denunciar (en esta época), y por lo tanto se deduciría que los casos reales serían muchísimos más: una constante en la época, vamos.

La leyenda negra de España está basada en denuncias falsas. Por ejemplo, las acusaciones contra el tribunal de la Inquisición: de lo que se acusa es precisamente lo que ocurría en otros países, no en España. De la presencia de España en Flandes se cuentan montones de atrocidades: todas, o prácticamente todas, falsas; al contrario, eran los protestantes los que hacían esas atrocidades, pero daba igual: lo importante es la acusación.

O, por ejemplo, la esclavitud en América: las atrocidades las cometían los amos ingleses y franceses, los españoles no: el esclavo tenía derecho a cambiar de amo si éste le trataba con mucha dureza, y podía denunciarle. Se conservan los legajos de los casos en los que esto ocurría, y por lo general el pleito lo ganaba el esclavo. Esto tampoco tiene que extrañarnos, pues todos sabemos dónde se produjeron los genocidios de las poblaciones amerindias y cuándo. En los países de control español se produjo una vez independizados. No hay que olvidar que las leyes de protección de los indios se promulgaron siendo reina Isabel la católica, y murió en 1504.

Conté el otro día que estoy leyendo Presidio, de Jorge Luis García Ruiz. Pues bien, las denuncias falsas eran moneda corriente, precisamente porque la Justicia española se tomaba muy en serio el maltrato a los indios y el cumplimiento de las leyes. Cuando uno deseaba un mal a un conocido (españolísima costumbre, parece) o quitarse de en medio a un rival en una pugna por obtener cualquier cargo que se desease, lo que se hacía era denunciarle; de qué era lo de menos, aunque de ser mal cristiano o de maltratar indios era muy socorrido y garantizaba el éxito de la denuncia. Esto es porque en aquella época los agentes de la autoridad procedían a arrestar al denunciado y encarcelarlo, y luego se incoaba el procedimiento. Que, debido a las distancias y las comunicaciones de la época, podía durar años. Más o menos como ahora, que la policía enchirona al denunciado por violencia de género, y el juicio puede tardar años, pero en aquella época con motivo. Luego se establecía la verdad y si el acusado no había muerto en prisión era liberado, pero desde luego el objetivo del denunciante ya se había cumplido.

Es decir, si un historiador malicioso o con prejuicios quisiera, podría ir al Archivo de Indias y localizar multitud de denuncias de prácticas abusivas contra los indios. No repara el historiador que si esas denuncias existen es porque la práctica se perseguía, y menos aún se interesa por el resultado del proceso, le importa un higo si la denuncia es falsa.

Y así se construye y se defiende la leyenda negra. 

 

 

Chuck Berry - You never can tell 

viernes, 7 de noviembre de 2025

Pensamiento político: análisis electoral

https://www.youtube.com/watch?v=4N78f5B4DbM 

 

 

En las pasadas elecciones generales (2023), PP, PSOE y VOX obtuvieron el 77% de los votos y con ello 291 de los 350 diputados en juego (83%), y 192 de los 208 (92%; como chascarrillo, 3 senadores fueron de asociaciones políticas independientes de las islas canarias y baleares).

En las próximas elecciones, si se celebran y son limpias, los 3 partidos obtendrán en torno a 300 diputados, con los 50 restantes para la miríada de pequeños partidos que hay por ahí. El número mágico para el PSOE es 126, que gobierne depende de que los obtenga.

¿Por qué votar a cada partido?

Empecemos con el PSOE. La razón para votarles es muy sencilla: si no se les vota, ganarán los otros, y hasta ahí podíamos llegar. En realidad, da igual lo que haya pasado y cómo estén las cosas, la evolución que esté teniendo el país y cualquier razonamiento que se presente, ninguno supera al primero: o ellos o los otros, no hace falta pensar más. Está en la mente de cada uno el considerar si ésa es una razón válida y de suficiente peso, para algunos lo es y para otros no.

El siguiente es VOX. Un partido que, por cierto, antes de llegar Pedro Sánchez a presidente del gobierno no tenía ni un solo diputado, por lo que cabe preguntarse hasta qué punto Pedro Sánchez es el dique de contención de VOX.

La razón para votar a VOX es obvia: no es el PP. El que vota a VOX es que no quiere votar al PP. Lo que pasa es que, a diferencia de lo que ocurre con el votante del PSOE, el votante de VOX sí tiene razones: no quiere votar al PP porque piensa que los del PP, como demostraron los años de Rajoy en que tenían amplia mayoría absoluta, son unos maricomplejines que no se atreven a plantar cara a la izquierda y deshacer lo que aquellos hicieron peor. Así que el votante de VOX puede que admita que los de VOX resulten unos pésimos gestores de lo público (no se sabe aún, pero lo parece), pero como mínimo no son del PP y eso les basta.

Por último, nos queda el PP. Al PP le votarán gente de izquierda desencantada con el PSOE (escarmentada, defraudada, desilusionada, desengañada, lo que sea), y gente de derechas que opina que VOX sería un pésimo gestor de lo público. También, claro, gente que siempre ha votado al PP y que siempre piensa votarles hagan lo que hagan porque en su corazón tienen grabado que votar al PP es lo correcto.

En esta situación, cada partido ha de enfocarse en una cuestión.

El PSOE tiene que decir que los del PP son peores que ellos, para recuperar a los que se están mudando al PP. Si no lo ven claro, insistirán en que es el PSOE o los otros, apelando al corazón. 

El PP, para que no se les vayan votantes a VOX tiene que afirmar que ellos no son unos maricomplejines y que sí cambiarán todo lo que haya que cambiar. Buena suerte con eso. 

Y VOX tiene que afirmar que hay tanto por cambiar, y de tanto calado, que unos maricomplejines como los del PP no se atreverán. Y que ellos no serán tan maricomplejines (está por ver).

Quien comulgue con un partido pero no termine de verlo claro, las razones para no votar a ese partido son fáciles de identificar:

Para no votar al PSOE: Pedro Sánchez.

Para no votar al PP: Alberto Núñez Feijoo.

Y para no votar a VOX: Santiago Abascal. 

Las micropercepciones son que el voto femenino sostendrá al PSOE, el voto joven a VOX y el voto pensionista al PP. 

 

 

Nicola Matteis - Aria amorosa 

 

 

viernes, 31 de octubre de 2025

Mis versículos favoritos XXVI: El Eclesiastés (y III). Hay un tiempo para cada cosa

 https://www.youtube.com/watch?v=eurbVJy0gHQ

 

 

 

En 1989 una película lanzó al estrellato a Robin Williams y convirtió un hasta entonces desconocido latinajo en tal vez el más pronunciado desde entonces. La película se titulaba El club de los poetas muertos, y el latinajo era Carpe diem. Que significa "aprovecha el momento".

Lo que quería transmitir el personaje de la película a aquellos adolescentes es que aprovecharan su juventud, el tiempo en el que tienen esos dieciséis años, que no dejen que pase el tiempo y cuando haya pasado se den cuenta de que no los han vivido. Esto no es lo mismo que la interpretación que frecuentemente se le da, hedonista, de que disfrutemos ahora que podemos por si acaso luego no podemos. No, lo que quiere decir la frase es un "vive intensamente", sé consciente de cada segundo que vives, no dejes que pase el tiempo sin más. Que no ocurra que no sepas recordar qué has hecho esos días pasados porque no hayas hecho nada en realidad. 

Vive hoy, no esperes al futuro. No des por sentado que mañana podrás...

Hay muchas interpretaciones, y las mismas explicaciones de esas interpretaciones se pueden interpretar de manera diferente. Tal vez un filósofo pudiera. Un poeta (Horacio, en concreto), sólo fue capaz de escribir "carpe diem". 

Pero la idea ya existía antes de Horacio. Era un concepto filosófico tradicional de griegos y romanos. Horacio lo escribió en una de sus odas, en las que apremia a hacer lo que haya que hacer porque uno no vivirá eternamente ni sabe cuándo dejará de hacerlo.

El libro del Eclesiastés lo expresa mejor, en mi opinión:

Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:

Tiempo de nacer, y tiempo de morir;

tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar, y tiempo de curar;

tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

tiempo de llorar, y tiempo de reír;

tiempo de hacer duelo, y tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras, y tiempo de recogerlas;

tiempo de abrazar, y tiempo de desprenderse;

tiempo de buscar, y tiempo de perder;

tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

tiempo de rasgar, y tiempo de coser;

tiempo de callar, y tiempo de hablar; 

tiempo de amar, y tiempo de odiar;

tiempo de guerra, y tiempo de paz.

 Ecl 3, 1-8

El texto insiste: ¿qué provecho saca uno de afanarse tanto? Hay un momento en el que se debe trabajar, pero hay momentos en los que se debe descansar. 

Pero también en lo contrario: hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar: no pretendas sembrar en el tiempo de cosechar, así que cuando sea el momento de sembrar no pierdas el tiempo y siembra. Lo sabio, lo correcto, es reconocer cuándo es el tiempo de cada cosa.

Y también otro contrario: ojo, que hay un tiempo para cada cosa. No creas que algunas cosas no ocurrirán porque no tienen un tiempo. No creas que no habrá un tiempo para llorar, porque lo hay. 

El Eclesiastés es un librito absolutamente magistral, que destila filosofía vital en todos sus versículos (aunque, como queda claro, es una filosofía expresada de una manera muy llana). Si tiene que resumirse de alguna manera, yo diría esto:

—Sabe, lector, que hay un tiempo para nacer, pero también hay un tiempo para morir. Entre tanto, decida el lector cómo, pero carpe diem

 

 

Domenico Scarlatti  - Sanctus, Misa de Madrid (Missa quatuor vocum

miércoles, 29 de octubre de 2025

No estamos como creíamos

https://www.youtube.com/watch?v=5mfvhreMLHs 

 

 

El otro día escribí una entrada en la que me escandalizaba de que un periodista hubiera publicado un artículo que, era evidente, lo había escrito con una IA. Pero ¿qué esperaba? A fin de cuentas, los universitarios hace tiempo que emplean las IA para trucar sus trabajos, por lo que era de esperar que los periodistas jóvenes también lo hicieran.

Como concluía, el futuro ya está aquí.Y es normal: llevamos años quejándonos de la formación de las generaciones posteriores, diciendo que cada vez aprenden menos y todo eso. Al principio nos tranquilizábamos pensando que cuando llegaran a la universidad los pondrían derechitos, pero luego vimos que no.

No pasará nada, en realidad, nos dijimos entonces, porque los médicos y los ingenieros siguen sabiendo de lo suyo. No pasa nada si los historiadores del arte y los biblioteconomistas no tienen el nivel de sus predecesores, porque la formación de los médicos y los ingenieros sigue siendo de calidad.

Esto nos decíamos, porque lo cierto es que ninguno de nosotros era médico o ingeniero.

Pero resulta que yo sí soy ingeniero. Y me doy perfecta cuenta que en ingeniería el nivel es cada vez peor desde hace años. Lo voy a decir con total claridad: cada vez tenemos peores ingenieros, y cuando esos ingenieros sean veteranos serán mucho peores que los ingenieros veteranos que hemos conocido, porque estos ingenieros que ahora son jóvenes son mucho peores que aquellos cuando ellos lo eran. Y por jóvenes me refiero a casi cualquiera que sea más joven que yo, al menos un poquito.

Pero no pasa nada: al menos en los médicos, que es lo que que verdad importa, el nivel se mantiene.

Un caso que sé de primera mano: tras meses de biopsias, análisis y pruebas, los médicos de un afamado hospital de Barcelona que blasona de ser el mejor o de los mejores del país no saben decir si es un cáncer o una garrapata, no quiero ni describirles los nervios y meses de angustia del interfecto. ¿De verdad esos médicos no saben distinguir un cáncer de una garrapata? ¿Es de esos médicos de los que estamos tan orgullosos?

El futuro ya está aquí, y nos alcanza a todos.

 

 

Los fresones rebeldes - Al amanecer 

 

domingo, 26 de octubre de 2025

Las dos instrucciones más difíciles de cumplir en la estructura metálica

https://www.youtube.com/watch?v=dsd3Z51MEyg 

 

 

Realizar un proyecto es dar instrucciones (al constructor, de lo que hay que construir y cómo). A lo largo de los años y las obras he descubierto que algunas instrucciones son difíciles de cumplir. El constructor suele quejarse, me razona la dificultad de la ejecución y si no contraviene demasiado mi proyecto o la seguridad, por lo general acepto su queja. Como ejemplos, puedo citar soldaduras en posiciones de difícil acceso, barras demasiado largas o pesadas para los accesos disponibles, etc.

Dicho esto, hay dos instrucciones que doy en todos los proyectos de estructura metálica y que impepinablemente el constructor incumple. Sin duda, son las dos instrucciones más difíciles, y sólo el herrero que las cumpla alcanzará el cénit de mi estima. Sigo buscando.

La primera cuasiimposible instrucción es el tornillo que prescribo. Toda la vida he detallado no sólo el diámetro del tornillo sino también la calidad (resistencia del acero), y si es especial, el detalle especial. En cierto proyecto el constructor no siguió mis indicaciones de emplear unos tornillos especiales, lo detecté a tiempo y tuvo que colocarlos. A martillazos, porque había hecho los agujeros demasiado pequeño. La defensa que hizo el constructor de los tornillos que había preparado él era "que yo no había puesto el DIN". Se refería, claro, a la norma alemana que debían cumplir. Desde entonces indico la norma que establece el tipo, habitualmente DIN 931 ó DIN 933, aunque en realidad empleo la internacional: ISO 4017 ó ISO 4014. Pues bien, mi instrucción es muy sencilla: los tornillos M12 ó menores son 5.6 ISO 4017 y los M16 ó mayores 8.8 ISO 4014. Con esto el tornillo está definido, y el constructor sólo tiene que ponerlos. Dejo de su elección el largo del tornillo, porque a mí eso me importa poco y los programas informáticos que emplean los herreros los establecen sin problemas. Y los tornillos especiales siguen un patrón similar.

Pues bien, instrucción tan sencilla no se cumple jamás. Nadie la acata. Ponen el tipo de tornillo que les sale de la boina, y en cuanto a la calidad es que ni se lo piensan: la que ellos decidan. Si coincide con lo pedido, pues bien, y si no, también.

Conviene decir, en este momento, que a estas alturas de la película yo esto ya lo sé, y calculo los tornillos en lo peor. Los ISO4017 aguantan menos que los ISO4014, así que yo calculo todos ISO4017 aunque luego los pida ISO4014. Y lo mismo con la resistencia. Así que no hago mala sangre cuando veo que han cambiado los tornillos sin decirme nada, sólo tomo nota mental de que ese herrero en cuestión, como todos, hace lo que quiere.

¿Por qué lo hacen? No tengo ni idea. Puede que lo hagan porque son semianalfabetos, puede que lo hagan porque no se leen los planos y se limitan a hacerse una idea general de lo que se quiere construir, puede que lo hagan conscientemente, para rebajar mi autoridad. Yo creo que lo hacen porque está en su ADN, a los herreros los seleccionan así. Genéticamente preparados para poner los tornillos que ellos quieran, les digan lo que les digan. Es más fuerte que ellos.

La segunda instrucción también tiene que ver con los tornillos. Siempre los pido "no pretensados", es decir, que no han de apretarlos con un par de apriete especial con una llave dinamométrica. Como les digo siempre, los quiero apretados con la fuerza de un hombre normal empleando la llave normal de ese tornillo: un pelín más de lo que yo podría apretarlos. Sin emplear extensores, multiplicadores de la fuerza o apretadoras eléctricas. Y tengo muy buenas razones para quererlo así.

Esto no lo he visto hacer jamás.

Supongo que es porque al operario le han enseñado o le han acostumbrado a apretar los tornillos con una atornilladora eléctrica, y a darle bien, que apriete. La atornilladora eléctrica, a su vez, está preparada para dar un buen par de apriete, para no necesitar apretarlo después con una barra extensora. Justo lo contrario de lo que quiero que hagan.

 

Llegados a este punto, entenderán que los tornillos los prescriba con un margen de seguridad rayando en lo escandaloso. Pero es que los herreros son así.

Lo más triste del asunto en que antes de empezar cada obra suelo tener una reunión con el constructor, en el que le explico el proyecto y los planos. En esa reunión siempre les digo que sé que no me van a hacer caso, pero que los tornillos los quiero como les he dicho. 

Pero contra la naturaleza de los herreros no hay nada que hacer.

 

 

Sara Evans - Perfect 

 

 

viernes, 24 de octubre de 2025

El turno de los agresivos

https://www.youtube.com/watch?v=vjMgS0KaZz0 

 

 

Cuando escribo estas líneas comienza en Estados Unidos su liga de baloncesto, la NBA. Es, por tanto, la hora de que multitud de jugadores declaren que han de ser agresivos y que se les recrimine que no sean agresivos. Aunque en realidad ninguno de ellos declara que ha de ser agresivo y a ninguno se le recrimina que no sea agresivo: es en España donde se dice eso.

Todo empezó cuando a principios de siglo los deportistas españoles empezaron a participar en la NBA. Como era lógico, aquello atrajo la atención de la prensa patria y los periodistas aprovecharon la oportunidad de entrevistar a jugadores de esa liga. Impepinablemente, los españoles, voluntariosos y todo pundonor aunque aún por pulir deportivamente hablando, declaraban que el entrenador les había pedido que fueran más agresivos en ataque. Los periodistas españoles, ya se sabe, no dan mucho de sí y todos dieron por buenas las declaraciones de los jugadores: «Tengo que ser más agresivo".

Está claro que los jugadores españoles no entendían lo que el entrenador americano les pedía, sin duda porque se lo pedía en inglés, y los periodistas españoles no se daban cuenta del sinsentido de la declaración (tal vez porque los periodistas deportivos no dan  más de sí). 

Sí, el entrenador yanqui sin duda les decía:

    You! The skinny white boy! You have to be more aggressive in attack!

Claro, el esmirriado blancucho con su inglés de Almendralejo entendía que el míster le pedía que fuera más agresivo en ataque. Y cuando el periodista español le preguntaba, eso era lo que contaba.

Pero el entrenador no le estaba diciendo que se dedicara a soltar mamporros cuando atacara, sino que fuera más "aggressive". Que puede traducirse por 'agresivo', sí, pero que también significa que tuviera iniciativa y se atreviera. Que tuvieran ambición. Lo mismo que un "ejecutivo agresivo" no es un jefe que va chillando e insultando a todo el mundo, sino un jefe con iniciativa, con ideas propias, con ganas de mejorar las cosas, que lidera, lo contrario de un jefe champiñón que se escuda en el aquí las cosas las hacemos así, eso ya lo intentamos hace tiempo, no funcionó y no funcionará y se dedique a esperar la jubilación.

Uno puede esperar la confusión de un deportista profesional: no ha llegado donde está por sus notas en la escuela. De un periodista, la cosa ya es más criticable, y más aún si el periodista alardea de que "es de Letras". Pero que la masa haya recibido el vocablo sin rechistar y 25 años después aún lo siga aceptando tal cual, eso sí que no tiene perdón de Dios.

En fin, este año hay dos jugadores españoles en la NBA. ¿Qué se juegan a que van a hacer declaraciones en las que explicarán que el entrenador les ha pedido "ser más agresivos"? 

 

 

Faye Adams - Shake a hand 

domingo, 19 de octubre de 2025

Mis versículos favoritos XXV - el Eclesiastes (II): "Vanitas vanitatum et omnia vanitas"

https://www.youtube.com/watch?v=QaJFSyhQwqU 

 

 

Vanitas vanitatum et omnia vanitas rezaba el viejo adagio en latín, que para los no latinistas se traducía por "vanidad de vanidades, todo es vanidad", es el famoso verso del Eclesiastés, aunque como pasa a menudo es mucho más conocido el verso que el que provenga de ese libro o el mismo libro en sí.

Sin embargo, a diferencia de las demás entradas sobre versículos de la Biblia, aquí no voy a dar la referencia exacta: porque es un verso que se repite múltiples veces en el libro. Es la esencia del libro, la condensación de su mensaje.

Pero el verso tiene mucha más miga de la que se cree, y el que lo cita no suele ser consciente del mensaje que lleva. 

 

Lo primero es lo primero. El Eclesiastés: más información en mi anterior entrada (pinchar aquí). 

 

 

Aparentemente, el Eclesiastés versa sobre la sabiduría. Pero luego uno lo lee y se da cuenta de que no. También la sabiduría es vanidad. ¿Qué quiere decir vanidad? Al principio no está claro, por eso el libro: intenta explicar que muchas cosas a las que les damos importancia son sólo vanidad. Vanidad es lo que es sólo humo, lo que no tiene esencia. Para entenderlo bien: vanidad es lo que uno no se lleva a la tumba. Si lo va a dejar ahí, eso es vanidad. Y querer ser un hombre sabio también es vanidad, porque la sabiduría se acaba con el último aliento. Lo que tiene su miga, porque se supone que el autor del libro ha alcanzado precisamente la sabiduría, y de ahí que escriba el libro. La sabiduría le ha servido para darse cuenta de que... no sirve para nada.

Así que me dije: «La suerte del necio será mi suerte: ¿qué saqué en limpio siendo tan sabio?». Y concluí que hasta eso mismo es vanidad. En realidad nadie se acordará jamás del necio ni del sabio, ya que en los años venideros todo se olvidará. ¡Tanto el sabio como el necio morirán! Y así aborrecí la vida, pues encontré malo todo lo que se hace bajo el sol; que todo es vanidad y caza de viento. Y aborrecí todo el trabajo con el que me fatigo bajo el sol, pues se lo tengo que dejar a un sucesor. ¿Y quién sabe si será sabio o necio? El heredará lo que me costó tanta fatiga y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad. Y acabé por desengañarme de todos mis trabajos y fatigas bajo el sol. Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave dolencia.

Ecl 2, 15-21

Los judíos no siempre incluyeron el Eclesiastés en su canon (el autor, astutamente, intenta hacerse pasar por el rey Salomón, a ver si así por respeto a él cuela); por cierto que el que no lo aceptaran es la causa de que se perdieran los originales en hebreo, hasta que en 1896 se descubrió una cita  en un antiguo manuscrito y luego, en otros manuscritos y en los fragmentos de Qumrán y Masada: en la actualidad se ha encontrado el 68% del texto hebreo. ¿Dónde radicaba la polémica? Para empezar, el judío de su época no creía en la resurrección. Y si no hay resurrección, tras la muerte no hay nada, todo se acaba. Si todo se acaba con la muerte, ¿qué sentido tiene la vida? Necesariamente el sentido de la vida se alcanza con la vida misma, así que si uno era un buen judío, temeroso de Dios y observador riguroso de sus preceptos, sin duda a uno le iba a ir bien. Y viceversa: si a uno no le iba bien es que no era un buen judío etc.etc. Claro que sí: si uno era un buen judío, entonces Dios le recompensaría a uno; de lo contrario, ¿qué sentido tenía ser buen judío si Dios no iba a recompensar por serlo? Y como la recompensa ha de ser en esta vida porque no hay otra, al buen judío le tenía que ir bien. Y más bien cuanto más buen judío fuera.

Todo eso ya lo traté en su día, en la entrada sobre Job. Pero ¿cómo casa esto con que a algunas personas, que estaba claro que no eran buenos judíos (¡es que ni siquiera eran judíos!) les fuera bien? Esto, los maestros judíos lo resolvían con un tranquilos, el tiempo pondrá a cada uno en su lugar. Es decir, se admitía que el mal judío acumulara riquezas, porque se daba por sentado que al final las perdería y reverterían a los buenos judíos.

El Eclesiastés niega todo esto. Son vanidad de vanidades, todo es vanidad. Y el hombre no debe afanarse por aquello que no se va a llevar a la tumba.

¿Entonces? ¿Qué debe perseguir el hombre en la vida?

Para responder a esa pregunta, preguntémonos: ¿qué es lo que el hombre se lleva consigo a la tumba?

Piénselo el lector; en realidad, no es tan difícil la respuesta.

El recuerdo de sus actos.

Así que seamos conscientes: lo importante es lo que hacemos en la vida, porque el recuerdo, la valoración de esos actos, es lo que vendrá con nosotros. Todo lo demás, como dice el Eclesiastés, es vanidad.

Y ¡cuidado! Pues aunque creamos que nadie supo de nuestros malos actos, aunque creamos que han sido ya olvidados y que conseguimos librarnos... no creamos eso. Siempre hay Alguien que los supo, y que los recuerda. Y ése es el recuerdo que nos acompañará.



W. A. Mozart - Kyrie de la Misa en do menor KV 139

 

viernes, 17 de octubre de 2025

Naves en anillo entrando en el hiperespacio

 https://www.youtube.com/watch?v=BiIB-08dLXw

 

 

Este verano he leído muchas novelas de ciencia ficción, rama ciencia ficción militar que creo que los americanos denominan militar space opera. Star Treck es un buen ejemplo de este estilo de novelas, series de televisión y películas, también Star Wars. Aunque éstas en concreto no son las que yo leo o veo, pero para que se hagan una idea. A veces un autor da con una buena trama, y de la idea salen las novelas que quiera ambientadas en un mismo universo. A veces salen 4 novelas, a veces 8 y hay una serie que llevo ya 22 novelas. 

Lo confieso: me gustan, me entretienen.

Pero... a veces, algunos detalles científicos o técnicos que el novelista se inventa me chirrían demasiado. Claro que hay que entender que el autor es novelista y cuentacuentos, no científico ni ingeniero. Y que, caramba, aquí lo que importa es que la historia esté bien contada, no su riguroso realismo, que entonces no habría ni novela. Es importante el matiz de que es el subgénero de la ciencia ficción militar: no son novelas de ciencia ficción pura, en las que la clave de la historia es un avance científico o tecnológico, sino novelas en las que ese desarrollo tecnológico es sólo el ambiente en el que transcurre la novela. Repito, como en La guerra de las galaxias.

Originalmente empecé este artículo para explicar cómo deberían ser en realidad las naves espaciales, en anillo, como cilindros lo más chatos posible, en vez de los barcos y submarinos espaciales que se acostumbran a describir en novelas y mostrar en series, pero he decidido cambiar su rumbo a errores groseros de la ciencia ficción militar.

El primero de ellos es el tránsito entre sistemas estelares. Algunas series centran la trama en el mismo sistema estelar, sin abandonarlo, por lo que no les afecta este detalle, pero muchas son de ámbito galáctico. Y las naves pasan de un sistema estelar a otro que está a lo mejor a 20 años luz como quien va a comprar tabaco. Hacen un "salto". En algunas novelas, el salto es instantáneo, llegando a explicarlo como que la nave pasa a un universo alternativo en el que es todo igual pero esa nave está en el otro sistema estelar, ya ven el nivel; en otras, el salto dura horas, y en otras días (pero no muchos). En todos los casos la nave se ha de aproximar al punto de salto, que es un lugar indeterminado que está por ahí, y en esto se difiere de La guerra de las galaxias, donde las naves tenían tan solo que "saltar" al hiperespacio pero podían hacerlo en cualquier sitio y momento.

Lo más gracioso, para mí, es que los novelistas suelen describir cómo es ese salto, pero nunca lo explican. Incluso llegan a hacer decir a los protagonistas que "no saben cómo funcionan". Yo no soy novelista, pero estoy seguro de que no me costaría nada encontrar una explicación perfectamente lógica. Vamos, que sé cómo lo explicaría y les aseguro que les convencería.

Otro aspecto que me llama la atención es la velocidad de las naves. Es evidente que han de tomarse licencias poéticas, pero naves que se ponen a 108 millones de kilómetros por hora e incluso más en lo que les cuesta apretar el acelerador... Casi prefiero a los novelistas que confunden aceleración con velocidad y escriben que las naves van a 5g. Pero, claro, si una nave tiene que tardar un mes entero en cruzar un sistema estelar, no digamos un año,... es como ver una película en la que el protagonista se baja del taxi y se espera a que el taxista le devuelva el cambio o pase la tarjeta por el tpv y "espere que le doy el recibo".

Luego, el tema de los sensores. Es algo que me molesta especialmente. Llega una nave a un sistema estelar, y desde el punto en el que accede es capaz de detectar todo. Puede haber una nave a 6 millones de kilómetros, y no sólo identifican la nave sino que si en ese momento sale un tipo de esa nave a hacer un paseo espacial, también. El Hubble es incapaz de siluetear Plutón, no proporciona nada mejor que un simple punto por más zoom que se haga, y cualquier nave en una novela detecta una manifestación de protesta en las calles de una ciudad de un planeta. Algunos novelistas no caen en la trampa que supone ser capaz de verlo todo y pueden permitirse ataques sorpresa, que las naves no sepan qué pasa realmente en los planetas y todo eso, pero muchos sí. 

Por supuesto, la gravedad en las naves espaciales y en las estaciones orbitales. Está claro que no tienen ni idea de cómo se generaría la gravedad en una nave o estación espacial.

¿Dónde se construyen esas naves? Nunca se sabe. Se habla de astilleros, de dársenas (en las novelas, las naves son barcos espaciales, y toda la terminología pasa a ser marina), pero todo muy genérico, sin entrar en detalles. Hay una serie de novelas muy buenas en las que la Tierra tiene un puerto espacial al que se accede mediante un ascensor directo de 500 km de recorrido.

La sanidad futura da lugar a ciertas paradojas. Hay novelas en las que se es capaz incluso de resucitar a un muerto (si no ha llegado a estar muerto más allá de lo recuperable): es llevar un poco más allá el que no muera quien ha tenido un infarto o se ha ahogado en el mar, pero en cambio no hay ultraviejos y a los 100 años todos muertos. Curioso.

En algunas novelas el universo está vacío o cuasivacío (me refiero a otras especies inteligentes), lo que me parece bien. A veces hay alguna que otra especie inteligente. Pero en otras novelas el universo es un hervidero, y no nos habíamos enterado. Curiosamente, el ser humano casi siempre es capaz de comunicarse con fluidez con esas especies.

En fin, hay muchos aspectos a los que podría sacarles punta. Y es que todos los escritores de ciencia ficción, Julio Verne incluido, sólo imaginan cosas que ya se pueden imaginar: Verne, por ejemplo, nunca escribió sobre el teléfono o sobre los ordenadores, y por eso el viaje a la Luna fue dentro de un obús disparado con un cañón. Y si el novelista no sabe mucho sobre construir barcos, por ejemplo, pues poco podrá escribir sobre cómo se construye una nave espacial. Y si quiere que la nave espacial sea como un buque militar pero no ha navegado en buques militares, pues sólo podrá sacar las ideas de las películas de barcos.

Pese a todo, me gustan. Me entretienen. ¿Les recomiendo una? Redshirts, de John Scalzi. Aunque quizá no sería correcto que su primera novela de ciencia ficción militar sea una tan buena.

 

 

Mary Hopkin - Those were the days 

miércoles, 15 de octubre de 2025

Catalán y español en Barcelona

https://www.youtube.com/watch?v=5fgA_yNCeq4

 

 

Según la Encuesta de Servicios Municipales 2025 de Barcelona, el 35% de los habitantes de Barcelona emplean el catalán como idioma principal en su vida diaria; el 57%, el español, y un 10%, idiomas extranjeros. Sí, ya sé que la suma de todo es el 102%, pero no voy a ser yo responsable de que los estadísticos no sepan matemáticas, los periodistas no entiendan o no sepan explicar lo que publican o las encuestas estén manipuladas para que digan lo que quieren decir. Lo cuestión es que más o menos los números reales deben ir por ahí.

Es posible que muchos catalanohablantes se sientan cada vez más solos, últimos mohicanos. Que se sientan invadidos, entiéndase. No, no es posible: es del todo cierto, es algo que tengo hablado con suficientes catalanohablantes. Es posible también que, siendo los catalanohablantes cada vez menos, los que hablan español vayan sintiendo que los catalanohablantes sean la casta dominante. Ya no son los paletos recién venidos del pueblo, sin educación, los que hablan catalán (bueno, aún quedan bastantes), sino los que tiene la pasta. Los que tienen los pisos, los negocios, los de buena familia. Los de aquí de toda la vida, los que nunca ha tenido su familia que emigrar. Ummm, no esperen los catalanohablantes que los que hablan español desarrollen amor por la casta dominante. Esto, insisto, es posible que ocurra.

Pero no es eso lo que me interesa ahora, sino lo que quienes nos gobiernan piensan hacer, ante esta realidad.

Porque, no lo olvidemos, los que nos gobiernan pertenecen u obedecen a la casta dominante.

La postura de los que nos gobiernan ha sido, desde hace muchos años y nada parece que vaya a ser otra ahora, imponer el catalán. Es el único idioma que permiten en todos los ámbitos en los que pueden hacerlo: en la educación, en la administración pública, en los comunicados del pueblo con ellos, en la sanidad y en las conversaciones que se tengan con ellos. El objetivo, es obvio, es conseguir que el catalán aumente su uso y se convierta en la lengua habitual de cada vez más personas, que dejarían de hablar en español para usar la lengua correcta, el catalán.

La encuesta no parece que avale el éxito de sus políticas, pero...

Yo, lo que echo en falta es que los que nos gobiernan asuman de una vez la realidad: en Barcelona, el español se habla mucho más que el catalán. Es una realidad, y no la van a poder cambiar. ¿Por qué no gobiernan para el mundo real en el que viven y no como si el mundo fuera la Jauja que sueñan?

Si quieren conseguir que la población se anime a donar sangre, tal vez tendrían más éxito si los carteles a tal efecto los escribieran en español, en vez de sólo en catalán. Por ejemplo. O cuando animan a las participaciones públicas. Por ejemplo.

Yo, cuando veo que un cartel es en catalán, ya no tengo interés en él: entiendo que es un tema propio de la casta dominante, un asunto de ellos. Siempre pienso que si quisieran que el mensaje fuera para todos (ese 35% catalanohablante también entiende perfectamente el español) lo pondrían en español, que lo entiende perfectamente el español el 92% de la población.

Tendrían más éxito si aceptaran la realidad que no van a cambiar y se acomodaran a ella. Como hacen todos los ciudadanos y empresas privadas. 

 

 

Clout - Substitute 

  

lunes, 13 de octubre de 2025

La IA escribe periódicos

Acabo de leer un artículo en un periódico digital. Acabo de leerlo porque lo he hecho hace 1 minuto, pero no lo he acabado: ese artículo lo ha escrito la IA, y cuando me he encontrado con señales evidentes de ello he dejado de leer. Trabajo mucho con IA, y no sólo la reconozco sino que además sé que tiene mucho relleno en sus respuestas; a estas alturas, ya sé cuándo dejar de leer. La IA tiene expresiones y maneras de articular su discurso que son como las coletillas que la mayoría de las personas emplea al hablar («¿sabes?»), y el periodista o no lo sabe o no le importan, y no las disimuló.

En que paré de leer me di cuenta que también el tipo de artículo, sobre lo que versaba, los datos que manejaba, la estructura general,... todo señalaba a una IA a los mandos. Como prueba final, los errores: la IA se equivoca mucho, muchísimo (eso es porque está programada para agradar al usuario y tiende a darle la razón), y en el artículo cometió errores garrafales. Es cierto que eran errores numéricos, por lo que el iletrado periodista, como sin duda afirma que es de letras y no es de ciencias no fue capaz de detectar, pero es que eran el meollo del artículo: decían que habían sido las mismas veces y luego te explica que uno 7 y otro 13. Igualitos.

Y era una lástima, porque el asunto en sí parecía entretenido (no diré interesante porque la verdad es que era una banalidad).

En fin. Hay avisos y quejas de que los estudiantes emplean la IA en sus trabajos escolares y universitarios, y lo que ya tenemos es que periodistas emplean la IA para que escriba por ellos sus artículos: no me extrañaría que el periodista sea un joven recién licenciado. 

El futuro, que ya está aquí. 

viernes, 10 de octubre de 2025

Jiras

https://www.youtube.com/watch?v=YJwFz0Egin4 

 

 

Cuando la gente del espectáculo se va de viaje y en cada parada ofrece una actuación, eso se denomina gira. Habitualmente esa gente del espectáculo confía en regresar al punto de partida, y si es inteligente habrá intentado que el viaje tenga un recorrido lo más redondo posible, para minimizar las distancias de los desplazamientos; imagino que de ahí vendrá el que el "giro" se llame gira.

Una jira, en cambio, es una comida o merienda campestre con amigos o con la familia. Si el padre grita «¡Familia, nos vamos de gira!» quiere decir que la familia va a emprender una tournée en la que probablemente el padre exhiba a sus 5 hijos cantores. Pero si grita «¡Familia, nos vamos de jira!», lo que quiere decir es que ese día se van a comer al campo y los 5 chicos pueden explayarse subiéndose a árboles, tirando piedras o jugando al fútbol (a menudo, las tres cosas).

En cierta ocasión una jira dio lugar a una fotografía que luego se convirtió en famosa (y por lo tanto infiero que, a estas alturas, ya desprotegida de los derechos de propiedad):


Y es que de ese grupo de amigos, con el devenir de los años y sin que a ninguno se le hubiese pasado por la cabeza en el momento de la foto, salieron algunos de los hombres y mujeres más poderosos de España. A ese grupo se le conoció, entonces, como "el clan de la tortilla". 

Un grupo de amigos y/o familiares, unos manteles o mantas a guisa de manteles, unas fiambreras con tortilla de patatas, aceitunas, unas bolsas de patatas fritas, quizás unas pechugas empanadas,... Una jira como Dios manda. 

Una jira es también lo que se narra en la novela El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio (una de mis novelas favoritas): unos jóvenes que van a pasar un domingo al campo, en un ribazo del Jarama. Por salir de la ciudad, más que nada.

Es cierto que antes había una palabra, despectiva, para referirse a los que participaban en las jiras: domingueros.  Era un apelativo que había que soportar, como coste de la jira.

Y es que antes se iba de jira. El domingo en la ciudad es monótono cuando no se tiene el dinero suficiente para pagar por el ocio (ir al cine, a un Parque de Atracciones, al fútbol, qué sé yo). Y para salir de la monotonía, qué mejor que irse a comer fuera. Al campo, donde los chicos pueden estar a sus anchas sin los rigores que imponen los restaurantes, y donde la ausencia de etiqueta permite a los mayores relajarse. Sí, ir al campo a comer es una opción excelente.

El campo no solía estar muy lejos y no vale la pena perder el tiempo desplazándose. Media hora, una hora a lo sumo debería sobrar para llegar a algún sitio adecuado. Además el sitio no tiene muchas exigencias: cerca de una carretera accesible, con alguna sombra y con algo de terreno horizontal, y que no dé mucho el viento. Si hay una fuente cercana, miel sobre hojuelas. A partir de ahí, todo son mejoras.

Pero hoy ya nadie sale de jira. Tal vez por eso la palabra ha caído en desuso y usted no la conocía.

¿Por qué? 

En primer lugar, muchas personas tienen ya segunda residencia. La jira no deja de ser un recurso de clase media baja: con coche y material de picnic, pero sin segundas residencias o dinero para hotelitos o restaurantes. 

En segundo lugar, las familias tienen cada vez menos hijos. Una jira de una familia de hijo único no es ni de chiste tan divertida como una jira con una familia de 5 hijos y la abuela. Los niños cada vez juegan menos en juegos de ejercicio físico y más en juegos con equipos electrónicos. O ligados a una pantalla. Es lo opuesto al espíritu de las jiras.

Además, nos hemos vuelto muy señoritos. ¿Comer en el suelo, mal sentado, con hormigas llegando hasta la tortilla, comida fría y bebida tibia? ¡Cá! Ya no se bebe agua de la fuente ni se come sentados en el suelo con un mantel: hay que ir con mesa de camping, silla de camping, nevera de camping, etc. Por lo mismo, uno ya no acepta hacer sus necesidades alejándose un poco, hasta ahí podíamos llegar.

Otra razón es el exceso normativo. ¿Y si está prohibido? ¿Y si nos ponen una multa? ¿Y si el campo tiene amo y nos echa o nos denuncia? En muchos sitios se ha prohibido que allí se acuda a la brava, sin instalaciones sanitarias ni seguros de responsabilidad civil del propietario (no vaya a ser que a alguien le pase algo y demande al propietario del campo), o se exige que el propietario del campo se responsabilice de lo que allí pase (por ejemplo, que no se encienda fuego). Hay muchas trabas. Como ejemplo, en el entorno de Barcelona sí es común que grupos de sudamericanos realicen jiras. Y, claro: los ayuntamientos no quieren. Porque suelen ser grupos numerosos, que ponen música muy alta, a menudo en espacios muy solicitados (las playas, puntos oficiales de barbacoa,...). 

También, y no es un cambio baladí, ha habido cambios constructivos: antes las carreteras lindaban con el campo, no con un terraplén o una valla. De manera que cualquiera, en cualquier momento, podía parar y salirse de la carretera. Parece mentira, pero las carreteras modernas no invitan a parar: invitan a no detenerse. Así que salvo que uno conozca el destino, pues no. Antes, en cambio, uno veía una zona que podría estar bien, se detenía y dejaba el coche en algún acceso próximo. Por lo mismo, antes las carreteras atravesaban los pueblos y se conocían multitud de parajes y andurriales.

El caso es que me da la impresión de que cada vez menos familias salen de jira. Que se ha convertido en un entretenimiento del pasado.

Lo que sería una lástima, en mi opinión. 

 

 

Barbarito Díez - 20 años 

martes, 7 de octubre de 2025

Jóvenes contra viejos

https://www.youtube.com/watch?v=AknKIJi4jnI 

 

 

Últimamente se publican una gran cantidad de artículos que versan sobre el enfrentamiento entre jóvenes y viejos (a los jóvenes los llaman unos creo que milenials, otros generación Z, otros jóvenes a secas,... y la gran mayoría llama, a los viejos, boomers). No es que haya un enfrentamiento, sino que por lo visto los viejos viven muy bien y con grandes pensiones, y los jóvenes muy mal, sin poder tener casa ni familia propia.

Todos los articulistas que he leído, en mi opinión, dan una visión incorrecta del asunto. Diría que ninguno de ellos es viejo, lo que lo explicaría: sólo conocen la vida de unos, no la de los otros.

Se quejan los jóvenes de que los viejos viven muy bien y que, como no se mueren, les quitan las oportunidades. Se quejan de que tienen casa y además pagada, sin hipoteca. Se quejan de que muchos tienen una segunda residencia, buen coche, una pensión envidiable, y que ellos tienen que deslomarse para pagar los impuestos que permitan pagar esas pensiones. Sin poder acceder a una vivienda, porque no se la pueden permitir. Sin poder formar una familia porque no tienen vivienda. Y temiendo, además, que en el futuro ellos no recibirán las pensiones por las que están cotizando ahora.

Todo lo cual es cierto.

Los viejos, en cambio, acusan a los jóvenes de no ser como ellos, de tener vidas muy diferentes: no se desloman de sol a sol como hicieron los mayores, sino que a las cinco paran ya, que han de conciliar. Que tienen unas bajas maternales y paternales que para ellos las quisieran, y que viven como pachás a costa de esos mismos mayores que denuestan.

Todo lo cual tal vez sea cierto. Hay jóvenes muy trabajadores y que aún no se han cogido ninguna baja. Y no todos viven como pachás.

Lo que pasa es que es un debate que se plantea mal. Sobre todo por parte de los jóvenes. 

Antes de plantear, como plantean los jóvenes, si la culpa de los males de los jóvenes la tienen los viejos, lo que hay que hacer es establecer qué es comparable. Porque comparar lo que no se puede comparar es mala praxis. Y si se quiere saber si la vida de los jóvenes de ahora es mejor o peor que la de los viejos de ahora hay que precisar: ¿es mejor la vida de los jóvenes de ahora que la de los viejos de ahora cuando éstos eran jóvenes? Porque ya les adelanto que cuando yo era joven mis mayores vivían mejor que yo. Que yo cuando era joven, claro está. Y es que si cuando eres mayor no vives mejor que cuando eras joven, en la vida te ha ido mal.

De lo que no hay ninguna duda es que si se ofreciera a un joven de ahora la oportunidad de revivir la vida de un mayor de ahora cuando era joven ninguno aceptaría. Ninguno. La vida actual ofrece a los jóvenes comodidades y "derechos" que antaño eran impensables. Sí, toda la retahíla de diferencias que los mayores recitan a los jóvenes, como si fuera culpa de los jóvenes que ahora se pueda viajar un fin de semana a Copenhage por cuatro perras y ellos lo aprovechen. No recitan en cambio, esos mismos mayores, lo que tuvieron que aguantar de jóvenes y que los jóvenes de ahora no aceptarían, y mi tentación ahora es dar una lista pero no lo voy a hacer.

Hay que ser conscientes de que en los más o menos 30 años (diría) que separan a una generación de otra ha habido multitud de cambios tecnológicos, sí, pero también sociales y morales.

La gran diferencia entre los jóvenes de ahora y las generaciones anteriores es un principio que rigió la educación de antes, que los mayores de antes odiaron cuando eran chicos, y que decidieron que ellos no transmitirían a sus propios hijos:

«El que algo quiere, algo le cuesta».

Los mayores decidieron que sus hijos tendrían las cosas sin tener que pagarlas, sin que tuvieran que sufrir lo que les costó a ellos conseguirlas. Pero no por no enseñar ese principio deja de ser cierto. Y los jóvenes de ahora están descubriendo el precio a pagar por todas sus ventajas. Sí, su vida es fácil y cómoda... pero no tienen acceso a casa. Y si no hay casa, no hay familia, no hay futuro.

Los jóvenes tienen ventajas y recursos que en buena lid sólo deberían haber tenido de viejos: están viviendo ahora lo que debería ser su futuro. Tal vez por eso su futuro parezca ser el vivir de mayores como deberían haber vivido de jóvenes. Es decir, peor que cuando eran jóvenes, que viven como si fueran mayores. 

 

Unas pocas notas más:

1) Me llama la atención la edad de esos jóvenes que claman desesperanzados. Sí, algunos son de veintipocos, que es lo que a mí me parecería normal, correcto. Estos han de tener esperanza, no rendirse: lo conseguirán. Otros son de veintimuchos.  Buf, siempre ha habido jóvenes que se han independizado más tarde, pero con, pongamos, 28 años, deberían tener su vida enfocada. Ahora, el drama es cuando esos jóvenes son de treintaitantos. Que los hay, y muchos. Aquí sí que no: aquí hace al menos 10 ó 15 años que su vida la manejan ellos, por lo que cabe pedirles responsabilidades: ¿no tendrán parte de culpa, ellos, en lo que han hecho desde que salieron del colegio y tomaron ellos sus propias decisiones?

2) Lo de la vivienda, la falta de viviendas, es realmente dramático. Pero España es un país socialista, y aquí se hace lo que decide el Estado, que por cierto es, desde hace ya suficientes años, Pedro Sánchez (el que en actos varios prometió en torno a 700.000 viviendas en los entonces "próximos años", sin que ninguna promesa se intentara cumplir). Hay demasiadas trabas para construir, pero además hay demasiados problemas, que se vienen arrastrando desde hace años. Sí, hace años que se viene advirtiendo que faltan jóvenes en el sector de la construcción, que muchos oficios claves los desempeñan personas que se van a jubilar, que nos e encuentra personal capacitado. Se lleva años diciendo, y ya entonces se pintaba un futuro poco halagüeño si no se afrontaba el problema. Bien, no se afrontó y ahora tenemos ese futuro. En mi opinión, el Gobierno debería dejarse de zarandajas, cambiar la legislación en todo lo que sea necesario y dedicarse a promover la construcción de viviendas como si nos fuera la vida en ello. Porque nos va.

3) Ciertamente, la falta de viviendas es un problema insalvable. En las generaciones mayores, el ritmo de un joven era acabar con los estudios, conseguir ser L.S.M., encontrar pareja, encontrar trabajo y con todo ello encontrar casa. Encontrar casa puede casarse, que el casado casa quiere. Y una vez con casa y casado, el futuro es el a partir de entonces. Pero si no hay viviendas no se va a crear una familia. Y la sensación de que es un problema que el joven no puede superar es desmoralizador.

 

 

Al final, también los viejos pagaremos por el error de no haber construido viviendas: perderemos a los hijos, porque no teniendo viviendas cerca nuestra se irán allá donde éstas estén.

 

 

 

José Antonio Labordeta - Ya ves 

 

domingo, 5 de octubre de 2025

A propósito del reloj de saetas

https://www.youtube.com/watch?v=JwalgHmlTHQ 

 

 

Ha corrido como la espuma un vídeo que muestra a unos concursantes de Operación Triunfo (OT) discutiendo en una sala sobre cómo debía leerse la hora en un reloj de saetas: no sabían. Un resumen de lo ocurrido se puede leer aquí, por ejemplo. Uno ve el vídeo y comprueba que, en efecto, unos chavales (con talento suficiente para competir en el concurso) de en torno a los 20 años carecen del conocimiento necesario para saber la hora que marca un reloj de saetas.

Hoy, en la cola del Mercadona. Cuando me toca a mí, la cajera empieza a hacer aspavientos: la cliente anterior, que no se había portado con educación y eso, a la cajera, la sacaba de quicio. Se me queja, y tras el comentario de 'esto se va a ir al garete' yo le respondo que ya estamos cerca, que si no se ha enterado de lo del reloj de OT. Qué le voy a contar, me responde, si muchos chicos de ahora no saben ni pagar con monedas. Sí, sí, me aclara: le muestran todas las monedas a la cajera en la mano, para que ella coja la cantidad que necesitan. Y, si no, le pagan con un billete. Que no tienen ni idea, que son incapaces. Se conoce que es demasiado para ellos. Y esto me lo contaba una cajera de Mercadona, no un científico de la NASA.

Sumemos a estos ejemplos muchas cosas que ya tenemos asumidas: que no conocen los números romanos, que sus conocimientos de Historia son realmente limitados, que de Geografía apenas saben, que... en fin. ¿Qué está pasando? Lo que cabía esperar: que el tiempo trascurre y los niños que no aprendían, ahora, simplemente, ya no son niños sino jóvenes que se incorporan al mundo laboral. Y esos jóvenes serán en unos años los que marquen la pauta, los que sean poseedores de nuestro saber colectivo. Jóvenes, por cierto, que consideramos los bien formados frente a todos esos otros jóvenes que también nos pagarán las pensiones y que en realidad no sirven sino como mano de obra bruta. La pregunta que nos tenemos que hacer es, entonces, si se va a repetir otra caída del imperio romano y otro tránsito por las edades medias.

No, en realidad no es una pregunta que nos tenemos que hacer. No todos, al menos: los más mayores ya no, porque nosotros siempre seremos del imperio y no estaremos por aquí cuando lleguen las edades medias. Son los jóvenes los que se lo han de preguntar. Tienen que ser conscientes de sus carencias y ser listos: aprovechar que los mayores todavía están e intentar aprehender todo lo que puedan mientras puedan. 

 

 

Suzi Quatro - If you can't give me love 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

El corazón de Barcelona

https://www.youtube.com/watch?v=WbE1QLvYgQs 

 

 

Esta mañana, por una sucesión de pensamientos, entré en Google Maps y luego en Street View para ver una imagen de una calle del Raval de Barcelona. El Raval antes se conocía como "El Barrio Chino", era el famosísimo barrio chino de Barcelona, pero siendo Maragall alcalde se decidió que aquello era infamante para el barrio y que lo suyo era darle un nombre sin esas connotaciones, y de ahí lo de conocerlo como "Raval". Como diría Miguelito, seguía siendo el último orejón del tarro, pero qué respeto. El caso es que elegí una esquina con el simple criterio de que no fuera una calle que diera a la Rambla o a algunas de las calles principales que delimitan el barrio.

Mi sorpresa fue que la imagen que me mostró, de entrada, Street View, fue:

 

El Raval es el corazón de Barcelona. Todo aquel que presuma de barcelonés viejo o bien ha vivido cuando era niño en ese barrio o bien iba mucho de niño con su padre o simplemente iba mucho. Yo no soy barcelonés viejo, pero recuerdo ir, hace muchos años, a jugar al billar en una mesa ¡redonda! También iba, por lo general, a ciertos comercios que ¿cómo decirlo? vendían productos "no main-streeam". Como cuando hace muchísimos años iba al Tubo de Zaragoza porque ahí había unas tiendas que vendían cosas que nadie más vendía. Que no hay que pensar mal, eran tiendas que tal vez seguían creyendo que estaban en 1940. Bueno, pues eso: el Raval es el corazón de Barcelona.

Viendo la foto, nadie lo diría. Si es la quintaesencia de la ciudad, la ciudad no es lo que creíamos. Aunque los que son como yo opinamos otra cosa: que la ciudad se está echando a perder, y que se está pudriendo desde el corazón; cuanto más cerca vive uno del corazón, antes le llega la podredumbre, y o la asume y se muere de asco o se larga de ahí. Cada vez más gente se ha largado. Sí, en Barcelona no es la gentrificación lo que expulsa a los vecinos, digan las autoridades lo que digan, sino podredumbre, que es justo lo opuesto.

Por otro lado, viendo los paseantes que salen en la imagen, uno se pregunta "pero esta gente, ¿de qué viven?". A mí se me ocurren cuatro posibilidades:

1) Son rentistas. Adinerados que viven de las rentas de sus bienes. Y han elegido vivir en el Raval porque no quieren hacer ostentación de su riqueza, son de natural humildes y pasan con poco. No sé: ¿qué probabilidades hay de que el coche de Street View fotografíe precisamente a tan raros ejemplares?

2) Son, digamos rudos trabajadores del sector del metal (o solicitados abogados de un prestigioso bufete), pero es su día libre y se han puesto la ropa de domingo (así se llama en España, ya supongo que ellos no). Ya, ustedes tampoco creen que sea eso y que no es así como se ganan la vida.

3) Se dedican al comercio, en el mismo barrio del Raval, y visten así porque son los dueños de su comercio y siempre visten así. Esta opción es más probable que la anterior, pero, qué quieren que les diga, yo creo que lo es menos que la siguiente.

4) No trabajan. Reciben ayudas públicas, y con esas ayudas ya les es suficiente. 

En España hay dos tipos de ayudas públicas: las pensiones de jubilación y las ayudas. Las pensiones de jubilación cuesta conseguirlas, hay que trabajar bastantes años cotizando parte del jornal en este concepto. No parece que estas personas sean barceloneses viejos que han estado 40 años cotizando. Las ayudas públicas reciben a veces el nombre de pensiones: pensiones de viudedad, de orfandad, de invalidez,... que se consiguen bajo ciertas condiciones y que permiten más bien poco. Luego hay otras ayudas, como la renta mínima vital, subvenciones a fondo perdido,... Y luego están las ayudas pasivas: la escuela gratis, la universidad gratis, la sanidad gratis, el transporte público, el asesoramiento de trabajadores sociales, todas las exenciones de pago que se les ocurran.

Yo no sé cuál es la realidad de estas personas. Pero me da a mí que no se ganan la vida como usted y como yo. Es más, creo que se la ganan a costa de usted y de mí. Por lo que pienso que mi vida sería más fácil si no tuviera yo que mantener también a los de la imagen.

 

 

Radio Futura - Veneno en la piel