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Ocurrió hace poco en Estados Unidos, en un partido de baloncesto, jugando Los Angeles Lakers y afectó a la estrella Luka Doncic, pero ocurre también en otros países, en otros deportes, a otros equipos y tratándose de otros jugadores: el árbitro expulsó a Luka Doncic en el momento clave del partido: cuando a pocos minutos del final Doncic consigue poner por delante a su equipo..
El revuelo se formó por tratarse de los Lakers, por tratarse de Luka Doncic, por el momento en que se produjo y porque la expulsión fue inmerecida.
Recapitulemos: última semana de la temporada regular, vísperas casi de las eliminatorias por el título, y la clasificación está en el aire. El partido es importante. Los Lakers juegan en Oklahoma City, cuyo equipo, los Thunder, van primeros de toda la NBA. Se suponía que los Thunder iban a barrer a los Lakers, pero no. De hecho, a pocos minutos para el final, Doncic consigue una canasta que pone a su equipo por delante. En el partido que se jugó dos días antes, Doncic había dominado a los Thunder, y parecía que los Lakers iban a poder llevarse el partido también esta vez.
Doncic tiene el balón. Dribla una y otra vez, acercándose cada vez más a la canasta de los Thunder y, cuando le interesa, lanza y encesta. Cuando vuelve a su campo, un espectador de la fila de sillas de pista le dice algo (o se lo había dicho antes de lanzar), y Doncic le contesta. No sé qué respondió, pero imagino que sería algo tipo "tus cojones 43", dicho sea con perdón: la típica procacidad que se responde en esos momentos. Pero...
Pero uno de los árbitros estaba en esa dirección. En concreto, uno que (parece ser) que le había dicho a un jugador de los Lakers en un lance anterior que a él podía hablarle cualquiera de su equipo menos Doncic. Y el árbitro interpretó (según la explicación oficial del arbitraje) que Doncic se lo decía a él, y le señaló una técnica. Y, como sabía que Doncic ya tenía otra técnica y por lo tanto procedía expulsarle, añadió: "¡Expulsado!".
Por supuesto, Doncic le dijo al árbitro que no le hablaba a él sino a un señor del público. Todos los videos de la escena (hay muchos) demuestran que Doncic tenía razón, y el señor del público (rival) reconoció que sí, que la "conversación" era con él. Pero el árbitro no quiso replantearse su decisión, el árbitro principal no iba a discutir con su compañero y Doncic fue expulsado.
A partir de ese momento, los Thunder les metieron un parcial de 29-12 y ganaron el partido con facilidad.
Lo que nos lleva al tema de si en el deporte profesional (de hecho, en cualquier competición deportiva) puede el árbitro expulsar a un jugador principal, y si debe.
La respuesta, en primera instancia, es muy fácil: debe hacerlo si debe, y no si no debe. Pero ¿cuándo debe? Si el jugador hace algo del todo punto inadmisible, debe. Si lo que hace es admisible, no debe.
En la final del Mundial de fútbol de 2010, al principio del partido el holandés De Jong arreó una patada terrorífica al español Alonso. En un partido normal la policía se habría llevado esposado al holandés por agresión, en un partido profesional el árbitro lo habría expulsado y la Federación impuesto una sanción de varios partidos, pero era la final de un mundial. Dejar tan pronto a 10 contra 11 podía influir en el resultado, y era la final del mundial: el árbitro no quiso influir, y sólo sacó tarjeta amarilla, con una advertencia seria. El jugador se serenó un poco, su equipo también, y siguieron jugando; además, el castigo al jugador expulsado habría sido excesivo, porque no sería expulsarle del partido sino de la final de un mundial y también señalarlo ante todo su país.
Lo que quiero decir es que los árbitros han de contemporizar. Expulsar a jugadores ha de ser una última opción, ha de ser que los jugadores estuvieran buscándoselo. Pero los juggadores, por lo general, se implican emocionalmente en el juego. Y si la cosa está al límite, si hay mucha tensión, esos sentimientos son muy fuertes. Esto hace que, por ejemplo, "falten al respeto" al árbitro. Y lo entrecomillo porque no se puede pretender que en un momento de máxima tensión se dirijan al árbitro como en unas negociaciones de paz en la ONU: el estándar ha de ser diferente. Y eso el árbitro lo ha de saber, entender y aceptar.
Por otro lado, el trencilla ha de intentar influir lo menos posible en el resultado. Expulsar a un jugador menor no es lo mismo que expulsar a los primeros espadas, no digamos ya a la estrella. Así que sí, a las estrellas se les ha de permitir más que a los jugadores del montón. A Doncic ya se le había indicado una técnica, seguramente por un desahogo verbal en un momento dado, pero la segunda técnica no es una penalización de un tiro libre, sino la expulsión y el cambio del resultado. A todas luces, un castigo excesivo aunque la profanidad se la hubiera soltado al árbitro y no al espectador. Imponiendo un castigo excesivo, el árbitro fue injusto.
Y un punto no menor, pero característico del deporte profesional, es que la gente a quien quiere ver es a Doncic haciendo de las suyas, no al árbitro haciendo de las suyas. Los que han pagado la entrada tal vez no hubieran ido o habrían exigido un precio menor si no jugara Doncic. Las televisiones no habrían retransmitido el partido o habrían ofrecido menos, y la publicidad sería más barata y menos interesante si no jugara Doncic. Hasta el punto, y esto no es baladí, que la NBA permite a los Lakers que cualquier jugador no juegue cualquier partido, excepto Lebron James y Luka Doncic de no mediar parte médico irrefutable, so pena de multa cuantiosa. ¿Quién se cree el árbitro que es para decidir si Doncic juega o no?
No sé si la NBA habrá advertido a los árbitros, yo lo habría hecho, de que si han de expulsar a las estrellas y más aún a las más grandes estrellas el árbitro ha de poder hacerlo, pero también ha de estar dispuesto a afrontar las consecuencias del perjuicio que ocasiona si de revela que la decisión fue injusta, rigurosamente injusta (lo que viene a ser lo mismo) o justa pero que podía haberse adoptado una decisión no tan estricta. Tampoco sé si el árbitro tendrá sanción (estas cosas no se dicen), pero no me extrañaría que se pase unos cuantos días sin arbitrar.
Un aspecto adicional es que los árbitros también son profesionales. Los árbitros de la NBA tienen salarios que varían según su experiencia y el tipo de partidos que dirigen. Los árbitros novatos (primeros años en la liga) ganan entre 100.000 y 200.000 dólares por temporada regular, mientras que los veteranos pueden obtener entre 250.000 y 550.000 anuales. Por un partido un novato cobra 2.000, uno veterano 7.000, y luego en los playoffs (se seleccionan los árbitros dependiendo del rendimiento durante la temporada regular) las tarifas suben con las eliminatorias hasta los 30.000 lereles que se pagan por un partido de la final. Esos sueldos, en los EE.UU., no son excesivos: baste decir que el chaval que seca la pista durante los partidos se levanta 60.000 dólares (esto lo sé de buena tinta, vía ex-jugadores de la NBA, aunque tal vez no recuerde bien la cifra). Sólo los árbitros estrella se sacan sueldos importantes. Con todo lo que hay en juego, no se está pagando un sueldo muy justo a los árbitros, y por lo tanto tampoco podemos exigirles un gran arbitraje.
La NBA (y otros deportes profesionales americanos, y me atrevería a decir que también no americanos) tiene un gran problema con el arbitraje de sus partidos: es muy malo. Pero también es verdad que para exigir una mayor calidad... debería pagar más.
Es posible que haber expulsado a Doncic suponga para el árbitro una merma de sus ingresos de, pongamos, 40.000 dólares. Imaginemos que el del silbato de verdad creyó que Doncic hablaba con él: ¿habría estado dispuesto el trencilla a pagar 40.000$ por impedir que Doncic le espetara en el fragor del partido un 'chçúpate ésa', un 'chúpate ésa, mamón' o un 'tus cojones 43'? Si no habría estado dispuesto, entonces no debió pitar: hay que estar dispuesto a asumir las consecuencias de nuestros actos.
Y si no les gusta a los árbitros que las estrellas les digan nada, pues que pidan más dinero. Porque no es admisible que una estrella no juegue por la sensibilidad de un árbitro.
Se pague mucho, poco o nada, a un árbitro hay que exigirle siempre imparcialidad: no puede empecinarse en un jugador. Y en el partido en cuestión mucho me temo que el árbitro lo hizo.
The Go-go's - We got the beat