Acabo de leer un artículo en un periódico digital. Acabo de leerlo porque lo he hecho hace 1 minuto, pero no lo he acabado: ese artículo lo ha escrito la IA, y cuando me he encontrado con señales evidentes de ello he dejado de leer. Trabajo mucho con IA, y no sólo la reconozco sino que además sé que tiene mucho relleno en sus respuestas; a estas alturas, ya sé cuándo dejar de leer. La IA tiene expresiones y maneras de articular su discurso que son como las coletillas que la mayoría de las personas emplea al hablar («¿sabes?»), y el periodista o no lo sabe o no le importan, y no las disimuló.
En que paré de leer me di cuenta que también el tipo de artículo, sobre lo que versaba, los datos que manejaba, la estructura general,... todo señalaba a una IA a los mandos. Como prueba final, los errores: la IA se equivoca mucho, muchísimo (eso es porque está programada para agradar al usuario y tiende a darle la razón), y en el artículo cometió errores garrafales. Es cierto que eran errores numéricos, por lo que el iletrado periodista, como sin duda afirma que es de letras y no es de ciencias no fue capaz de detectar, pero es que eran el meollo del artículo: decían que habían sido las mismas veces y luego te explica que uno 7 y otro 13. Igualitos.
Y era una lástima, porque el asunto en sí parecía entretenido (no diré interesante porque la verdad es que era una banalidad).
En fin. Hay avisos y quejas de que los estudiantes emplean la IA en sus trabajos escolares y universitarios, y lo que ya tenemos es que periodistas emplean la IA para que escriba por ellos sus artículos: no me extrañaría que el periodista sea un joven recién licenciado.
El futuro, que ya está aquí.
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