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Este verano he leído muchas novelas de ciencia ficción, rama ciencia ficción militar que creo que los americanos denominan militar space opera. Star Treck es un buen ejemplo de este estilo de novelas, series de televisión y películas, también Star Wars. Aunque éstas en concreto no son las que yo leo o veo, pero para que se hagan una idea. A veces un autor da con una buena trama, y de la idea salen las novelas que quiera ambientadas en un mismo universo. A veces salen 4 novelas, a veces 8 y hay una serie que llevo ya 22 novelas.
Lo confieso: me gustan, me entretienen.
Pero... a veces, algunos detalles científicos o técnicos que el novelista se inventa me chirrían demasiado. Claro que hay que entender que el autor es novelista y cuentacuentos, no científico ni ingeniero. Y que, caramba, aquí lo que importa es que la historia esté bien contada, no su riguroso realismo, que entonces no habría ni novela. Es importante el matiz de que es el subgénero de la ciencia ficción militar: no son novelas de ciencia ficción pura, en las que la clave de la historia es un avance científico o tecnológico, sino novelas en las que ese desarrollo tecnológico es sólo el ambiente en el que transcurre la novela. Repito, como en La guerra de las galaxias.
Originalmente empecé este artículo para explicar cómo deberían ser en realidad las naves espaciales, en anillo, como cilindros lo más chatos posible, en vez de los barcos y submarinos espaciales que se acostumbran a describir en novelas y mostrar en series, pero he decidido cambiar su rumbo a errores groseros de la ciencia ficción militar.
El primero de ellos es el tránsito entre sistemas estelares. Algunas series centran la trama en el mismo sistema estelar, sin abandonarlo, por lo que no les afecta este detalle, pero muchas son de ámbito galáctico. Y las naves pasan de un sistema estelar a otro que está a lo mejor a 20 años luz como quien va a comprar tabaco. Hacen un "salto". En algunas novelas, el salto es instantáneo, llegando a explicarlo como que la nave pasa a un universo alternativo en el que es todo igual pero esa nave está en el otro sistema estelar, ya ven el nivel; en otras, el salto dura horas, y en otras días (pero no muchos). En todos los casos la nave se ha de aproximar al punto de salto, que es un lugar indeterminado que está por ahí, y en esto se difiere de La guerra de las galaxias, donde las naves tenían tan solo que "saltar" al hiperespacio pero podían hacerlo en cualquier sitio y momento.
Lo más gracioso, para mí, es que los novelistas suelen describir cómo es ese salto, pero nunca lo explican. Incluso llegan a hacer decir a los protagonistas que "no saben cómo funcionan". Yo no soy novelista, pero estoy seguro de que no me costaría nada encontrar una explicación perfectamente lógica. Vamos, que sé cómo lo explicaría y les aseguro que les convencería.
Otro aspecto que me llama la atención es la velocidad de las naves. Es evidente que han de tomarse licencias poéticas, pero naves que se ponen a 108 millones de kilómetros por hora e incluso más en lo que les cuesta apretar el acelerador... Casi prefiero a los novelistas que confunden aceleración con velocidad y escriben que las naves van a 5g. Pero, claro, si una nave tiene que tardar un mes entero en cruzar un sistema estelar, no digamos un año,... es como ver una película en la que el protagonista se baja del taxi y se espera a que el taxista le devuelva el cambio o pase la tarjeta por el tpv y "espere que le doy el recibo".
Luego, el tema de los sensores. Es algo que me molesta especialmente. Llega una nave a un sistema estelar, y desde el punto en el que accede es capaz de detectar todo. Puede haber una nave a 6 millones de kilómetros, y no sólo identifican la nave sino que si en ese momento sale un tipo de esa nave a hacer un paseo espacial, también. El Hubble es incapaz de siluetear Plutón, no proporciona nada mejor que un simple punto por más zoom que se haga, y cualquier nave en una novela detecta una manifestación de protesta en las calles de una ciudad de un planeta. Algunos novelistas no caen en la trampa que supone ser capaz de verlo todo y pueden permitirse ataques sorpresa, que las naves no sepan qué pasa realmente en los planetas y todo eso, pero muchos sí.
Por supuesto, la gravedad en las naves espaciales y en las estaciones orbitales. Está claro que no tienen ni idea de cómo se generaría la gravedad en una nave o estación espacial.
¿Dónde se construyen esas naves? Nunca se sabe. Se habla de astilleros, de dársenas (en las novelas, las naves son barcos espaciales, y toda la terminología pasa a ser marina), pero todo muy genérico, sin entrar en detalles. Hay una serie de novelas muy buenas en las que la Tierra tiene un puerto espacial al que se accede mediante un ascensor directo de 500 km de recorrido.
La sanidad futura da lugar a ciertas paradojas. Hay novelas en las que se es capaz incluso de resucitar a un muerto (si no ha llegado a estar muerto más allá de lo recuperable): es llevar un poco más allá el que no muera quien ha tenido un infarto o se ha ahogado en el mar, pero en cambio no hay ultraviejos y a los 100 años todos muertos. Curioso.
En algunas novelas el universo está vacío o cuasivacío (me refiero a otras especies inteligentes), lo que me parece bien. A veces hay alguna que otra especie inteligente. Pero en otras novelas el universo es un hervidero, y no nos habíamos enterado. Curiosamente, el ser humano casi siempre es capaz de comunicarse con fluidez con esas especies.
En fin, hay muchos aspectos a los que podría sacarles punta. Y es que todos los escritores de ciencia ficción, Julio Verne incluido, sólo imaginan cosas que ya se pueden imaginar: Verne, por ejemplo, nunca escribió sobre el teléfono o sobre los ordenadores, y por eso el viaje a la Luna fue dentro de un obús disparado con un cañón. Y si el novelista no sabe mucho sobre construir barcos, por ejemplo, pues poco podrá escribir sobre cómo se construye una nave espacial. Y si quiere que la nave espacial sea como un buque militar pero no ha navegado en buques militares, pues sólo podrá sacar las ideas de las películas de barcos.
Pese a todo, me gustan. Me entretienen. ¿Les recomiendo una? Redshirts, de John Scalzi. Aunque quizá no sería correcto que su primera novela de ciencia ficción militar sea una tan buena.
Mary Hopkin - Those were the days
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