sábado, 7 de diciembre de 2013

80 años sin la prohibición


Oklahoma City, Oklahoma

Oklahoma no llegó a ser un estado hasta el 16 de noviembre de 1907, ya en el siglo XX. Curioso, ¿no? La razón es que Oklahoma era, básicamente, territorio indio. Los iban echando de otros territorios y los iban concentrando en Oklahoma y el suroeste. Lo que nos llevaría a las interesantísimas historias de cómo los blancos consiguieron mutar el estatuto de tierras indias a un estado como los demás, pero, sinceramente, no tengo tiempo: cerraré el blog el 31 y quiero terminar el relato del viaje americano, y tengo tantas cosas que contar haciendo cola... Como, por ejemplo, el brutal alegato antisegregacionista de la canción que les he invitado a oir.

Ayer, 5 de diciembre, fue el 80º aniversario del fin de la Prohibición. ¿Hace falta especificar qué se prohibía? Por si acaso: en enero de 1919 se prohibió el consumo de alcohol en los EE.UU., la famosísima Ley Seca, y estuvo vigente durante 14 años (hubo un año de moratoria para su entrada en vigor), hasta el 15 de diciembre de 1933, pero la supresión de la Prohibición se aprobó diez días antes, el 5. 

El caso es que formalmente se considera el 5 de diciembre de 1933 como la fecha oficial. ¿Cómo es que este aniversario ha pasado sin pena ni gloria? ¿Cómo es que nadie, ningún político, ningún periodista, ningún líder social, ha considerado conveniente sacar el tema? No me parece bien; la Historia no está ahí sólo para entretenernos (no me negarán que entretiene, ¿eh?), sino que también debemos aprender de ella. Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo, dice nuestra sabiduría popular, diciéndonos que es la experiencia lo que realmente enseña. Pues si la Historia no es sino la experiencia en los otros, ¿porqué no aprendemos de ella? Supongo que porque exige un esfuerzo, nos obligaría a pensar, pero sinceramente creo que también es nuestra obligación. Aunque, tratándose de políticos, en esto quizá lo primero que haya que pedirles es que conozcan la Historia.

Y la Ley Seca, ¿qué nos enseña? Formalmente no fue una ley, fue una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos: la 18ª, que prohibía la fabricación, el transporte y la venta de bebidas alcohólicas. No el consumo ni la tenencia privada, por cierto. ¿Les suena? Tampoco la derogó una ley, sino una enmienda, la 21ª, que simplemente la anulaba. Y, sí, se pueden contar muchas anécdotas: la singularidad del proceso (de la 18ª y de la 21ª), las ratificaciones, los estados que rechazaron la 21ª enmienda y los que rechazaron la 18ª, muchos e interesantes detalles (no se derogó para todas las bebidas a la vez), pero hoy no toca. Ni siquiera que el último estado en aprobar la enmienda fuen Mississippi, en ¡1966! Por cierto que este retraso no es extraño en Mississippi, si tenemos en cuenta que aprobaron la enmienda que prohibía la esclavitud en 1995. Sí, 1995. Es Mississippi.

También podríamos reflexionar sobre el proceso de reforma de la Constitución de una unión moderna de estados y territorios, y hablar de política, o de las ventajas de configurar las constituciones de una manera o de otra, pero tampoco es el momento.

Aunque no me resisto a hacer constar que la Constitución de los EE.UU. consta, simplemente, de un Preámbulo y SIETE artículos. Plus 37 enmiendas, las 10 primeras las que les conté hace tiempo y que se conocen como la Carta de Derechos. Con una Constitución tan corta, se han apañado más de dos siglos. Creo que si algún día tengo tiempo les daré mi opinión al respecto.

No, hoy sobre lo que querría reflexionar es sobre la prohibición en sí.

En síntesis, todos estamos de acuerdo en el alcohol es mala cosa. Policías, médicos, jueces y abogados, trabajadores sociales, agentes de tráfico, víctimas de accidentes, mujeres maltratadas,... muchísimas personas podrían contarnos historias escalofriantes en las que el consumo de alcohol tiene gran influencia en lo que ocurrió. Lo mismo ocurría en los USA a principios del siglo XX, y los legisladores de allí encontraron lógico que, si tan pernicioso era, había que prohibirlo.

El problema estriba en que, consumido con moderación y consciencia - por ejemplo, como lo hago yo-, el alcohol no es ningún problema. Pero claro, no se puede establecer cuándo deja de ser moderado su consumo, con lo que no se puede prohibir un consumo excesivo. O todo o nada. Y los americanos optaron por el todo.

Esta pauta de actuación es más normal de lo que pensamos. Durante muchos años, en nuestro país estuvo prohibida la pornografía, por el bien moral de las personas. La fabricación, importación, transporte y venta de drogas también está prohibida. El tabaco. Incluso el alcohol tiene unas curiosas limitaciones: no se puede ver en un anuncio a los actores bebiendo, por ejemplo. Las bebidas destiladas no pueden publicitarse en eventos deportivos, diría, y así muchos otros ejemplos. La lidia y el boxeo no están prohibidos, pero no pueden asistir niños y creo que hay limitaciones a su retransmisión. La fecha de caducidad en los alimentos, o los edificios sin aislamiento térmico y acústico a gusto del legislador, pueden ser también ejemplos de prohibiciones que se nos imponen "por nuestro bien".

Hay muchas cosas que prohibimos  porque creemos que son perjudiciales para la salud de las personas (o de quienes las rodean). También los americanos lo hicieron. El resultado fue que no se redujo la práctica, y en cambio floreció un circuito ilegal, el crimen organizado y unos productos de tan mala calidad que esos sí eran dañinos para la salud. Cuando los legisladores vieron qué estaba pasando, decidieron que tenían que ser más estrictos y gastar más y más dinero en hacer cumplir la prohibición; cuando estalló la crisis del 29, el gasto implicado era tal que era moralmente inaceptable. Finalmente, un político se convirtió en el paladín de los antiprohibicionistas, y arrasó en las elecciones del 32. Sí, Franklin Delano Roosevelt.

De hecho, la idea de la Prohibición no era nueva en los USA. En 1851 se prohibió el alcohol en Maine (duró 5 años) y en 1853 en Vermont (cincuenta). También en otros estados se había intentado antes de 1920, y con el mismo éxito.

Ahí se lo dejo. Reflexione qué habría hecho usted. Toda prohibición tiene argumentos a favor y en contra, plantéeselos. Sea serio y riguroso, y luego sea consecuente.

Y, ya puestos, piense también en prohibiciones en las que se está pensando para un futuro: sin ir más lejos, los coches de más de diez años, que parece ser que son nocivos para la salud.