jueves, 7 de agosto de 2025

El largo velo negro

https://www.youtube.com/watch?v=UnXUPlsn31o 

 

 

Vale, no es desde el punto de vista musical una de las mejores canciones de la música country. Sí, tampoco la letra lo es. Pero la historia que cuenta... ¡ Ah, eso es otra cosa!

The long black veil ("El largo velo negro") cuenta la historia de un tipo al que van a ajusticiar (y ajustician) por un crimen. Pero no fue el, sólo un tipo que se parecía a él. Lo que pasa es que nuestro protagonista no tenía coartada, o mejor dicho: la tenía, pero no quería usarla. 

Y es que en ese momento estaba con la mujer de su mejor amigo.

Y no va a traicionarla. calla, y es condenado: ella tampoco habla.

Pero eso sí, acude a visitar su tumba. Con un largo velo negro.

Hace diez años, en una fría y oscura noche
Alguien fue asesinado bajo la luz del ayuntamiento.
Había pocos en la escena, pero todos coincidieron
En que el asesino que escapó se parecía mucho a mí.

El juez dijo: "Hijo, ¿cuál es tu coartada?
Si estabas en otro lugar, entonces no tendrás que morir."
No dije ni una palabra, aunque me costara la vida,
Porque estaba en los brazos de la esposa de mi mejor amigo.

Y, claro:

El cadalso estaba alto y la eternidad cerca,
Ella estaba entre la multitud y no derramó una lágrima,
Pero tarde en la noche, cuando sopla el viento del norte,
Con un largo velo negro llora sobre mis huesos.

Ella camina por estas colinas con un largo velo negro,
Visita mi tumba cuando aúllan los vientos nocturnos.
Nadie lo sabe, nadie lo ve,
Nadie lo sabe, solo yo.

 

La compusieron en 1959 Danny Dill y Marijohn Wilkin y ese mismo año la grabó Lefty Frizzell, aunque su gran intérprete fue Johnny Cash. Y convendrán conmigo en que habría sido un gran argumento para Lope de Vega o Calderón de la Barca.

 

 

Johnny Cash - The long black veil 

  

martes, 5 de agosto de 2025

60 años de Concilio

https://www.youtube.com/watch?v=Wslm1ZL9EI8 

 

 

Juan XXIII fue nombrado papa en 1958. Al año siguiente convocó el Concilio Vaticano II, que empezó sus sesiones en 1962 y terminó el 8 de diciembre de 1965. Va a hacer, pues, 60 años. Tiempo suficiente para preguntarse si ha sido o no ha sido un gran concilio.

Para responder a esa pregunta, uno tiene que pensar si estamos mejor ahora que antes. En verdad habría que analizar si estamos mejor ahora que lo que estaríamos si no se hubiera convocado el concilio, pero ese camino no se tomó y no podemos saberlo. 

¡Hummmmm!

No está clara la cosa.

Oficialmente todo concilio es provechoso y supone un gran impulso para la Iglesia Católica; pero en este caso la respuesta ha de ser que no, que desde un punto de vista administrativo-católico no estamos mejor sino peor. El porcentaje de población (española y europea) que se declara católica es mucho menor; las vocaciones han caído en picado, el número de sacramentos se ha desplomado, la influencia de la Iglesia en la educación, la cultura y el comportamiento social en general ha casi desaparecido,...

Sí, se puede alegar que los tiempos han cambiado y que lo que ha ocurrido es que la Iglesia no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos (¿debería?). Bueno, si es por eso quiero decir que una de las principales razones aducidas en la convocatoria del concilio era precisamente ésa, la actualización de la Iglesia y la respuesta a los grandes cambios sociales, culturales y espirituales que se estaban produciendo e, imagino, veían venir. Así que tal vez podría decirse que la actualización no les funcionó muy bien que digamos.

Ahora bien: como he dicho, el análisis correcto es pensar qué habría pasado si no se hubiera celebrado.

A este respecto cabe recordar que el Concilio Vaticano I se celebró en 1869, pero la toma de Roma en 1870 por parte de las tropas de Victor Manuel II (culminando así la reunificación italiana) obligó a interrumpir el concilio, que quedó inconcluso. Pues bien, este concilio se convocó básicamente para dar respuesta a los cambios sociales que se estaban produciendo en Europa en ese siglo XIX y el cambio general que se estaba produciendo en Francia. Sumemos a esto los tremendos cambios que se produjeron tras las guerras mundiales, la aparición del comunismo y el sindicalismo, la explosión de la radio, el cine y la televisión,... Muchísimos cambios. Y recordemos también que el concilio anterior fue el de Trento, clausurado en 1563: 300 años antes del CV I, 400 años antes del CV II. Ni de lejos había habido tantos años entre un concilio y otro. Desde luego, la sociedad de 1962 no era la sociedad de 1869, menos aún la de 1563.

Es comprensible que se convocara un concilio.

¿Pero dio la respuesta correcta?

Las principales aportaciones del CV II son el ecumenismo y el Novum Ordo. Para los que no estén al tanto de las particularidades de los ritos católicos, el novum ordo supuso el cambio de la misa tridentina (en latín, pero no sólo cambió eso) a la misa moderna (en lenguas vernáculas, pero, insisto, no sólo cambió eso).

El ecumenismo es un cambio de actitud que busca restablecer la unidad de todas las iglesias cristianas. Y, ya puestos, buenas relaciones con los judíos y los musulmanes y de paso con cualquier otra religión. Compare el lector esa actitud con la anterior: las demás iglesias cristianas son herejías, sus fieles herejes, y en lo que respecta a judíos y mahometanos ni les cuento.

Otra aportación importante del CV II es la "conciencia social de la Iglesia", algo que ha dado mucho juego y que en mi opinión se ha interpretado muy mal. No creo que los denominados curas obreros hayan sido una buena cosa, y luego está lo de la teología de la liberación.

Por último, habría que hablar de las posiciones que ha tenido la Iglesia ante muchas realidades del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Estas posiciones no se manifestaron tal cual en el concilio sino en las distintas encíclicas que han ido publicando los papas y que realmente desarrollan el concilio.

Bueno, pues yo, aun queriendo muchísimo a todos los papas, voy a decir que el Concilio Vaticano II fue una gran cagada. Y debería convocarse cuanto antes otro concilio, un CV III, para corregirlo o al menos encauzarlo.

Para terminar, un chascarrillo final.

En el Concilio Vaticano II tuvo un papel destacado el arzobispo de Colonia, el cardenal Joseph Frings. Fue miembro del consejo de presidencia de diez prelados que dirigieron el concilio y uno de los doce presidentes de la asamblea. El gran opositor al Santo Oficio, y la cabeza del sector digamos progresista.

Pues bien, el ayudante de Frings, su asesor personal con el que discutía sus ideas, colaboraba en los discursos y participaba en la redacción de los documentos conciliares, era Joseph Ratzinger. Que a la sazón tenía sólo 34 años, pero fue declarado perito del concilio (un asesor teológico, que colabora en la elaboración y redacción de los documentos y proporciona bases teológicas y científicas a los debates). Como tal, no tenía derecho a voto (sólo votaban los obispos), pero desde luego tuvo un papel destacado. Era una de las cabezas pensantes del sector progresista del concilio: escribió el borrador de once alocuciones que el cardenal Frings pronunció en el Concilio, aportando una clara eclesiología eucarística y una fuerte vinculación con las Sagradas Escrituras; participó en debates fundamentales, especialmente sobre el esquema De Ecclesia, y su trabajo para Frings y en las comisiones teológicas fue uno de los ejes centrales de su aportación conciliar. Además, su influencia excedió el mero momento conciliar, pues su pensamiento teológico estaba en continuidad con la doctrina del Concilio. Contribuyó no solo a los textos finales, sino también a la preparación teológica previa y a la posterior interpretación y recepción del Concilio. 

A pesar de todo, no le guardo ningún rencor. Aun al contrario, le tengo una grandísima admiración. 

Joseph Ratzinger fue nombrado papa en 2005 y adoptó el nombre de Benedicto XVI.

Y por si se lo preguntaba: sí, Karol Wojtyla, el futuro san Juan Pablo II, también participó en las sesiones del concilio y realizó algunas aportaciones. Eso sí, lejos del papel que tuvo Ratzinger. En aquel momento, Wojtyla era sólo un joven obispo de la Polonia comunista y nada hacía sospechar lo que le aguardaba.

 

 

 

F. Chopibn - Balada nº 2 en Fa mayor 

domingo, 3 de agosto de 2025

El título que no se tiene

https://www.youtube.com/watch?v=Fn7rYISuUpw 

 

 

El tema de actualidad era, hasta hace poco, los títulos universitarios que una política decía tener y no tenía. La política era de derechas y, claro, el escarnio público ha sido el imaginable. La respuesta ha sido sacar a colación los muchos ejemplos que el otro bando (y tras varias respuestas, cualquier bando) tiene de políticos que por matricularse en 1º de Ingeniería Industrial se apuntan en su currículum "Estudios de Ingeniería Industrial",y luego directamente se otorgan el título.

Esto es más viejo que la manzana, y no ocurre solo en política. Lo que pasa es que, en la vida cotidiana, no nos gusta que quien no tiene título se otorgue uno. Hasta el punto de que la infracción llega a ser delito. De hecho, en nuestra vida cotidiana nos burlamos de quien intenta aparentar lo que no tiene, lo despreciamos por ello y nunca lo tenemos en alta estima. A propósito de lo cual, recuerdo que escribí una entrada sobre este tema hace años: "En cualquier tiempo en cualquier lugar" sobre un caso que conocí. Pues bien, el desprecio a ese protagonista se produjo en el ámbito privado, no en el político.

Según parece, no nos molesta que un político nos mienta en quién nos dice que es. No se lo toleraríamos si fuera una relación personal, pero mientras sea un político, no hay problema: que nos gobierne si quiere. Que nos diga lo que tenemos que hacer y que maneje nuestros caudales públicos. La indignación por la política del principio, era, es obvio, fingida.

La explicación de porqué se lo toleramos a los políticos es deprimente, pero si yo fuera político, hubiera o no mentido en esto me deprimiría por lo que significa esa tolerancia. Significa que a todos nosotros (los políticos), cualquier ciudadano, si nos conociera, nos despreciaría.

 

 

Coro del Ejército Rojo - Marchaban los soldados 

viernes, 1 de agosto de 2025

El Angelus

 

Multiple Artists, CC0, via Wikimedia Commons    

El Angelus es un cuadro de Jean-Francois Millet, pintor francés de mediados del siglo XIX. Se titula así porque, en principio, representa a una pareja de campesinos realizando una pausa en sus actividades para rezar el Angelus.

 Me temo que a no tardar mucho nadie entenderá qué es eso del Angelus. 

El Angelus es una oración (católica) que se reza a las 12 del mediodía y que versa sobre la Encarnación. Es un diálogo entre el director del rezo, que empieza diciendo «El ángel del Señor (en latín Angelus Domini, de ahí su nombre) anunció a María», el pueblo responde «y concibió por obra del Espíritu Santo», a lo que siguen 3 avemarías, el diálogo tiene dos entradas más (con sus correspondientes avemarías), una petición de cierre y una oración final que pronuncia el director del rezo. Es una oración muy sencilla y muy tierna para quienes la rezan.

Y que al ser en una hora concreta rezan millones de creyentes todos a la vez, al mismo momento (piense en Europa Occidental). Dudo que eso ocurra en la actualidad, pero en su momento debía de ser, desde un punto de vista religioso católico, impresionante. 

Pero en el cuadro es por la tarde, no las doce del mediodía. Esto es porque mi información inicial era falsa: tradicionalmente se rezaba a las 6 de la mañana, a las 12 y a las 6 de la tarde. El inicio de la jornada, la pausa para comer y el final. El cuadro recoge, pues, el rezo de la tarde y que marca, pues, el final de las labores del día. Pero yo siempre lo he conocido rezado a las 12 y, la verdad, me cuesta creer que alguien lo rece por la tarde. Cosas de estos tiempos, me imagino.

Como chascarrillo, creo que la COPE, la cadena de radio de la Conferencia Episcopal, todavía hace una pausa a las 12 para un ángelus radiado. Pero un ángelus, también he de decirlo, completamente capado: sólo se dicen (o decían) los tres diálogos, no sé ni siquiera la oración final. 

Tal vez usted piense en los cinco rezos diarios de los musulmanes, pero no es lo mismo. Aunque, bueno, un poco sí se parece. Salvando las distancias. 

En cualquier caso, lo dicho, en unos años nadie entenderá el mensaje del cuadro.