viernes, 3 de diciembre de 2021

Mis versículos favoritos XI: Urías, el hitita

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¿Conoce usted la historia de Urías, el hitita? Me temo que la respuesta a esta pregunta es cada vez con más frecuencia negativa, y ello es algo que no habla muy bien del sistema educativo español. Porque es una historia que todo occidental debería conocer.

Pongámonos en situación: los judíos están en guerra con los amonitas. Al frente de los judíos, el gran rey David, ni más ni menos. Y Urías es uno de los soldados selectos suyos, miembro del grupo de los héroes de David, 37 hombres con los que realizó algunas de sus hazañas. Urías era hitita, así que se le conoce siempre como Urías, el hitita.

El caso es que David ha enviado al ejército con Joab como jefe a sitiar la capital de los amonitas, Rabá (la actual Amman, capital de Jordania) mientras él se quedaba en Jerusalén. Un día, desde la terraza de su palacio ve bañarse a una hermosa mujer y queda prendado de ella. Averigua quién es, y resulta ser Betsabé, mujer de Urías el hitita. Lío al canto.


Nos cuenta el Libro de Samuel:

"David envió mensajeros para que se la trajeran. Llegó a su presencia y se acostó con ella, que estaba purificándose de sus reglas. Ella volvió a su casa. Quedó encinta y mandó este aviso a David: "Estoy encinta".
2 Sam 11,   4-5
El lío se lía más aún. ¿Qué hacer? David tiene una buena idea: manda decir a Joab que le envíe de vuelta a Urías. Y cuando llega Urías, le pregunta por la guerra y todo eso, le da un regalo y le dice que vaya a su casa a "lavarse los pies". Lavarse los pies era un eufemismo que significaba tener relación marital con su esposa.

El problema está en que Urías... no entró en la casa: se quedó a la puerta del palacio.
"David dijo a Urías: "Acabas de llegar de un viaje. ¿Por qué no has bajado a tu casa?". Urías contestó: "El Arca, Israel y Judá moran en tiendas, y mi señor Joab y los servidores de mi señor acampan al raso. ¿Y yo voy a ir a mi casa a comer y beber y a acostarme con mi mujer? Por tu vida, por tu propia vida, no he de hacer tal cosa".
2 Sam 11, 10-11

Plan B: David le dice a Urías que se quede ese día, y que ya volverá al día siguiente. Le invita a comer y consigue emborracharlo... pero ni aun así Urías vuelve a su casa, se echa a dormir en un jergón con los servidores.

Así que...
"A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab, que le mandó por medio de Urías. En la carta había escrito: "Poned a Urías en primera línea, donde la batalla sea más encarnizada. Luego retiraos de su lado, para que lo hieran y muera". Joab observó la ciudad y situó a Urías en el lugar en el que se sabía que estaban los hombres más aguerridos."
(2 Sam 11, 14-16)

Los sitiados hacen una salida, la lucha es intensa, y Urías, como era de esperar, muere. Y cuando Betsabé acabó el duelo, David la recogió en su casa como esposa suya, y el niño fue hijo suyo. Dejando de lado que David ha resultado ser un pieza de cuidado, tenemos un final feliz. Salvo un pequeño detalle: "Mas lo que había hecho David desagradó al Señor" (2 Sam 11, 27).

¡Ah, pero la historia sigue!
"El Señor envió a Natán a ver a David y, llegado a su presencia, le dijo: "Había dos hombres en una ciudad, uno rico y el otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y vacas. El pobre, en cambio, no tenía más que una cordera pequeña que había comprado. La alimentaba y la criaba con él y con sus hijos. Ella comía de su pan, bebía de su copa y reposaba en su regazo; era para él como una hija. Llegó un peregrino a casa del rico, y no quiso coger una de sus ovejas o de sus vacas y preparar el banquete para el hombre que había llegado a su casa, sino que cogió la cordera del pobre y la aderezó para el hombre que había llegado a su casa".
2 Sam 12, 1-4
David, claro, opina que el rico es un miserable y que debería ser ajusticiado, y Natán le explica que él, David, es ese hombre. David comprendió y se arrepintió: "He pecado contra el Señor" (2 Sam 11, 13). El Señor le perdona, aunque hubo penitencia: el niño moriría. Y ahora viene una cosa curiosa: David oró, ayunó, constantemente se mortificó, y todos le decían que no se comportara así. A los 7 días murió el niño y los servidores no saben cómo decirselo: si se había comportado así cuando el niño sólo estaban enfermo, ¿qué no haría cuando supiera de su muerte? Pero David les ve cuchichear, y comprende lo que ha pasado: ¿está muerto el niño? "Sí", le contestan. Entonces David dejó de ayunar y de mortificarse, fue al templo a postrarse y luego volvió a hacer su vida normal de rey. Y, claro, los que le rodeaban se sorprendieron:

Sus servidores le dijeron: "¿Cómo obras así? Cuando el niño vivía todavía ayunabas y llorabas. Y, una vez muerto, te levantas y pruebas alimento". Contestó: "Mientras vivía el niño, ayunaba y lloraba, pensando :"Quién sabe. Quizás el Señor se compadezca de mí y el niño se cure". Ahora que ha muerto, ¿para qué ayunar? ¿Puedo hacerle volver? Yo soy el que irá adonde él. El no volverá a mí".
2 Sam 12, 21-23

La historia de Urías el hitita es una de las más recordadas del Antiguo Testamento; incluso se menciona no recuerdo en qué ocasión en los ritos litúrgicos. Pero en estos momentos me gustaría señalar algunos aspectos:

En primer lugar, la Biblia es mucho más humana de lo que parece. Aunque el Antiguo Testamento esté lleno de pasajes infumables, hay escenas como ésta que son todo humanidad.

En segundo lugar, los judíos siguen teniendo a David como el gran rey de su imaginario, aunque éste obró mal. En la balanza, sin duda, pesan mucho más sus méritos que sus deméritos. Creo que todos deberíamos tener la misma actitud a la hora de juzgar a las personas, y especialmente a los reyes; ya me entienden.

En tercer lugar, David actuó como rey y así le trataron los hombres; otra cosa es Dios, y frente a él no hay títulos que le valgan, es sólo un hombre. Y el pecado de Urías el hitita lo tuvo que tratar con él. En ese trato, los demás no pintamos nada: dejémosles.

Por último, es curiosa la filosofía de David respecto al duelo, ¿verdad? Parece contraria a todas las normas que tiene los judíos al respecto, y sin embargo me parece mucho más lógica. Aunque sin duda la procesión iría por dentro.

Chascarrillo final: Betsabé volvió a darle un hijo a David. Al que llamaron... Salomón. Sí, el famoso. Aunque Natán le puso de nombre Yedidías, esas cosas pasan.

Y, por supuesto, Joab consiguió tomar Rabá. Con una curiosidad:

"Joab continuó la lucha contra Rabá de los amonitas y tomó la ciudad regia. Despachó entonces mensajeros que dijeran a David: "He atacado Rabá y he tomado la ciudad de las aguas. Ahora reúne al resto del pueblo, acampa frente a la ciudad y tómala tú, para que no sea yo quien la conquiste y le pongan mi nombre".
2 Sam 12, 26-28

 
 
Franz Schubert - Ellens dritter Gesang (Ave María) D 839

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