domingo, 31 de mayo de 2015

Autocrítica



El periodista polaco Ryszard Kapuscinski incluyó en su libro Ébano una opinión que le contaron sobre por qué África no ha evolucionado como Europa:
Exactamente sobre el mismo tema hablo un día con A., un inglés viejo que lleva años viviendo en África. A saber: la fuerza de Europa  de su cultura, a diferencia de otras culturas, radica en su capacidad crítica, y sobre todo, en su capacidad para la autocrítica. En su arte de análisis e investigación, en sus búsquedas continuas, en su inquietud. La mente europea reconoce que tiene límites, acepta su imperfección, es escéptica, duda y se plantea interrogantes. Otras culturas carecen de tal espíritu crítico. Más aún, tienden a la soberbia, a considerar todo lo propio como perfecto; en una palabra, se muestran todo menos críticas con ellas mismas. Las culpas de cualquier mal las cargan, exclusivamente, sobre otros, sobre fuerzas ajenas (complots, espías, dominación exterior, en la forma que sea). Perciben toda crítica como un ataque maligno, como una prueba de discriminación, como racismo, etc. Los representantes de estas culturas consideran la crítica como una ofensa a sus personas, como un intento premeditado de humillarlos, incluso como una forma de ensañarse con ellos. Si se les dice que su ciudad está sucia, lo perciben como si les dijésemos que lo están ellos, que tienen sucias las orejas, el cuello, las uñas, etc. En lugar de sentido autocrítico, llevan dentro un montón de resentimientos, complejos, envidias, rencores, enojos y manías. Esto hace que, desde el punto de vista de su cultura, de su estructura, sean incapaces de progresar, de crear en ellos, en su interior, una voluntad de cambio y desarrollo.
(Joder. Se me saltan las lágrimas ante tan perfecta descripción de los secesionistas catalanes).

¿Tiene razón A., el viejo inglés? Es posible. Pero, si la tiene, el criterio de examen puede aplicarse a otras culturas. Toda la vida nos hemos preguntado porqué somos tan diferentes de los países del norte; cómo es que allí se consiguen muchos más progresos, avances e historias de éxito; cómo es que ante una misma situación de derrumbe ellos se sobreponen antes. Curiosamente, no nos preguntamos si es que ellos son mejores que nosotros, porque acto seguido alguien (o nosotros mismos) nos sacará el sambenito de que "aquí vivimos mejor", "aquí se disfruta más", de la alegría, de la diversión, de la juerga. Se les representa como fríos, reprimidos, amargados. Envidiosos de nuestro buen vivir.

Hace poco hubo elecciones en el Reino Unido. En que se hizo el recuento, los líderes de los tres partidos nacionales que no ganaron dimitieron. Aquí, todos encontraron algún motivo para decir que habían ganado, alguna categoría estadística, algo. Aunque sea el premio al mejor tentempié servido a los actores durtante el rodaje. Aquí no dimitió ni el tato. Y no menten a Rosa Díez: debió dimitir la noche de Andalucía, y ahora lo que ha dicho es que no se presentará a la reelección en el próximo congreso del partido. Teniendo en cuenta que ese congreso acabarán no celebrándolo porque, aunque fueran todos los afiliados, hay juntas de vecinos con más asistentes, estarán conmigo en que su caso no cuenta.

Y esto lo llevamos viendo año tras año. Pero lo cito sólo como un botón de muestra, me interesa el comportamiento de nuestra sociedad al completo. Nuestros líderes carecen de la capacidad de autocrítica porque nuestra sociedad no la tiene. He dicho antes que el relato del inglés refleja a la perfección a los secesionistas catalanes, pero es que no sólo a ellos. ¿Ha reparado usted, alguna vez, en lo encantados que están los andaluces de vivir en Andalucía? Por razones profesionales, he tenido muchos contactos con ingenieros y técnicos de allí. Uno podría pensar que se lamentarían del yermo industrial que es su tierra, que alabarían la laboriosidad de las regiones del norte de las que provenía... ¡Quiá! He oido a menorquines quejarse de las limitaciones que tienen por vivir en una isla: "aislado viene de isla", recuerdo que me dijo uno. Y, sin embargo, opinan que como en Menorca, en ningún sitio. Pues si no te das cuenta de lo mal que estás, si crees que estás en mejor posición que nadie, difícil será que te esfuerces por mejorar tu situación.

Lo cierto es que no hace falta mucha perspectiva para darse cuenta de que el chorro del progreso viene de determinados países, a remolque de los cuales vamos nosotros (justo es decir que no tan a remolque como muchísimos más, puesto que, aunque modestos, algunas aportaciones sí hacemos). Y esto es así y nos lo hemos preguntado todos más de una vez, pero como no somos ni viejos ni ingleses no nos hemos dado cuenta de qué tienen ellos que nosotros no. 

En fin. Aquí lo dejo; creo que lo mejor es que cada uno reflexione y extraiga sus propias conclusiones. Y, por favor, si lee este texto por segunda vez, intente recordar si la primera vez en verdad reflexionó, y pregúntese ahora si eso no le dice nada.




Regina Spektor - The call

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