En más de una ocasión les he explicado mi resistencia a cumplir algunas normas, resistencia generada por mi opinión de que la norma en cuestión está mal.
Como calculista de estructuras, la Legislación española me impone que he de cumplir una serie de normas sobre cómo hacer el cálculo, independiente de lo que yo opine. Esto no me supone un problema serio, cuando la norma en cuestión cumple simultáneamente dos condiciones:
Como calculista de estructuras, la Legislación española me impone que he de cumplir una serie de normas sobre cómo hacer el cálculo, independiente de lo que yo opine. Esto no me supone un problema serio, cuando la norma en cuestión cumple simultáneamente dos condiciones:
- Lo que dice tiene sentido y lo encuentro lógico, sabio, adecuado o prudente, es decir, entiendo la razón de esa prescripción, y
- Lo que dice no contradice lo que se había hecho hasta entonces y que había demostrado, por la fuerza de muchos años y muchas aplicaciones, ser una medida acertada.
En
ocasiones, la norma cambia algo que se había hecho antes de otra forma; por
ejemplo, antes se minoraba un 10% la calidad del hormigón cuando se vertía en
un elemento claramente vertical (un muro, un pilar,…). Llegó un día una norma
que dijo que esa minoración ya no era necesaria: bien, no hay problema.
Otras
veces, en cambio, la norma venía a decir que lo anterior estaba más que mal,
muy mal. El Código Técnico de la Edificación, como botón de muestra, decía que
sólo se podía contar un elemento como arriostrante si resistía el 1,5% de la
compresión del elemento arriostrado. Antes era el 1% y jamás había pasado nada,
así que a mí esto me chirrió bastante. Años después, la norma de estructuras de
acero corrigió al CTE y restableció el 1%, y yo me quedé mucho más contento.
También
les expliqué, no recuerdo cuándo, que las dos normas básicas en nuestro gremio
son la EAE, para las estructuras de acero, y la EHE-08 para las estructuras de
hormigón. Antes que la EHE-08 regía la EHE, de diciembre de 1998, y antes que
ésta la EH-91, EH-88, EH-82, EH-73, etc. Las EH se llamaban EH-año, hasta la
EHE, que fundió la serie EH con la serie EP, y se llamó EHE a secas, sin año;
supongo que con intención de ser definitiva, lo que fue durante 10 años.
Bien.
Antes, los calculistas armábamos nosotros las secciones de hormigón (digo esto,
porque desde hace años ya no las armamos nosotros, las arman los ordenadores),
y para ello aplicábamos el anejo de la EH vigente que explicaba cómo hacerlo.
Este anejo, de importancia máxima, era siempre el mismo: cómo se calcula el
acero en el hormigón no cambiaba nunca.
La
EHE cambió un poco cómo hacer este cálculo, pero también cambió algo más, una
salvaguarda que tenían las EH. Ésta consistía originalmente en que, si uno quería hacer
servir el acero en compresión, el centro de gravedad de estas armaduras tenían
que estar del borde de la sección a menos de un quinto de su canto. Es decir,
si la pieza tenía un canto de 35 cm, la armadura tenía que estar a menos de 7
cm del borde. No es una limitación muy fuerte, pues en realidad previene de la
armadura en compresión en piezas muy delgadas, de 15 cm de espesor o menos.
Sabia medida, si me preguntan a mí.
Les
decía que la EHE cambió esto. El cambio fue decir que esta distancia tenía que
ser menor que un séptimo, no un quinto. Vaya, la cosa cambia. En una pieza de
35 cm son 5 cm, pero en una pieza de 20 cm son menos de 3 cm, y eso sí es un
problema. Y, sin embargo, el cambio tenía una segunda parte: esta limitación no
es sólo para la armadura en compresión, sino también para la armadura en
tracción. ¡Toma ya! Ahora sí es una limitación muy, muy fuerte.
¿Qué
hice yo? Lo confieso: la limitación, en las EH, aparecía con razones y me
parecía razonable; en la EHE, en cambio, se enunciaba sin más, y estaba en
contradicción con la experiencia de millones de elementos de estructuras. Y por
ello, me entró por una oreja y me salió por la otra: ni caso, oigan. Y estoy
muy tranquilo, porque sé que ningún calculista me acusará porque ninguno
estaría libre de este mismo pecado.
Por
suerte para mí, esta disposición de la EHE ha quedado derogada por la EHE-08.
Y, sin embargo, no estoy contento. Porque la disposición de la EHE era dura,
pero se podía cumplir. En cambio, lo de la EHE-08 es matemáticamente imposible.
El cambio de la EHE-08 es decir que d' ha de ser no mayor que d/5, y que d ha
de ser no mayor que 4h/5 (perdónenme la notación, h, d y d' se refieren a estas
distancias, y para lo que quiero decir da igual). Como d'+d=h, resulta que d',
la distancia que regulaban las EH y la EHE, tiene que ser mayor o igual que un
quinto del canto y menor o igual que un sexto del canto. Imposible.
¿Es
una errata? No, no es una errata, porque el 24 de diciembre de 2008 se publicó
en el BOE la corrección de erratas cometidas en el redactado de la EHE-08 de
julio de ese año, y no se dijo nada al respecto. La EHE-08 tiene rango de ley,
y la redacta una comisión formada por los supuestamente mejores técnicos del
país para su redacción. Seguramente, esta gente suele cometer muy pocos errores
en su trabajo, suele repasar su propio trabajo, suele encontrar los errores y
suele corregirlos. Si además se le pide el redactado de una ley que van a
seguir a rajatabla miles de técnicos y que afecta a la seguridad de millones de
personas, digo yo que serán especialmente cuidadosos en su trabajo y no
emitirán los textos sin haberlos repasado mil veces. Aun así, unos meses
después de la publicación sacaron varias páginas de erratas. Bueno, vale. Pero,
digo yo, esto ya ha de ser definitivo. Ya está todo más que repasado, más que
confirmado. No hay errores.
Y,
a pesar de todo, ahí está. En el capítulo más importante de toda la norma, en
su primera página, sin texto que confunda.
Pues,
si en lo más importante, he de hacer caso a mi sentido común y no a lo que dice
la norma… ¿qué criterio tendré que tener en todo lo demás?
Aparte
de todo esto sobre mi comportamiento, la pregunta que cabe hacerse es: ¿cómo es
que esto no se dice hasta 2014? ¿Nadie lo había visto antes? Pues...
seguramente poca gente lo habrá visto antes, y hay una razón para ello.
¿Recuerdan? Ahora arman los ordenadores. Ya no armamos las personas. Las
personas ya no tenemos ninguna razón para leer estos artículos, lo único que
nos importa es que los programas que utilizamos digan que cumplen la norma. La
norma, en sí, nos importa un pito, la verdadera norma es lo que escupa el
ordenador.
Así
son las cosas, cada vez hay menos técnicos que sepan y más operadores de
programas de ordenador. Y ahí se lo dejo. Si usted cree que esto no tendrá
consecuencias… tiene usted madera de operador de ordenadores.
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