Hace
un par de años escribí un artículo sobre la NBA y la diferencia de
nivel entre el Este y el Oeste. Desde hace muchos años, el Oeste es
mejor.
Esta
temporada no iba a ser menos. Hasta el día de hoy se han jugado 262
partidos de equipos del Este contra equipos del Oeste. Los del Oeste han
ganado dos de cada tres partidos. Incluyendo a los equipos buenos del
Este (Indiana y Miami, no hay más), y a los malos del Oeste. Que,
obviamente, no son tan malos como los malos del Este.
Hay
muchas cosas que no gustan de la NBA. No hay emoción. Casi nadie cree
que este año su equipo va a ganar el campeonato, y sólo sueñan con que
haga un papel digno. El sistema de competición es injusto. Se puede ser
campeón perdiendo en las eliminatorias de manera lamentable, incluso sin
apenas intentar ganar en tres partidos de la serie final (como la
última vez). De los 2.520 partidos de la liga, casi todos son aburridos.
Pocos jugadores son admirables.
Si
no fuera baloncesto, si no estuvieran los mejores del mundo, si no
fuera por un puñado de momentos mágicos que brindan cada año, la NBA
atraería tanta atención como la Liga de las islas Fidji.
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