domingo, 13 de octubre de 2013

Quiero un cursus honorum


En el Ejército, antes de ser general has de ser coronel, y antes capitán, y antes.. Hay una carrera militar, en cada peldaño el militar ha pasado por todos los grados inferiores y, aunque parezca que ya no las recuerde, el más brillante general se ha chupado antes muchas guardias.

Es lógico, ¿no? Lo mismo ocurre en muchos otros ámbitos, hasta el mismo Papa de Roma tiene detrás incontables horas de confesionario. De hecho, lo contrario nos escandalizaría. Que se le diera a alguien el grado máximo sin pasar por los mandos previos, quiero decir.

Rajoy nació en 1955. Con 24 años ganó plaza de registrador de la propiedad. Sería en 1979 o 1980. A finales de 1980 terminó la mili. En octubre de 1981 fue elegido diputado en Galicia.

Rubalcaba nació en 1951. La wikipedia no dice cuándo, pero entiendo que a finales de los 70 sacó plaza de profesor en la Universidad. A partir de 1983 parece ser que se integró en el aparato político/administrativo. En 1988 se le nombró secretario de Estado.

Zapatero nació en 1960. Se licenció en 1982 y entre 1982 y 1986 fue ayudante de Derecho Constitucional en la Universidad. Desde 1986 es diputado. Mediante prórrogas consiguió no hacer la mili.

¿Ven por dónde voy? Como mínimo, da que pensar. Por ejemplo, nuestros dos últimos presidentes, a los 26 años empezaron a calentar asientos de diputados. La pregunta que todos nos hacemos, obviamente, es si ésa es la carrera personal que debe seguir un presidente del Gobierno.

Yo, lo confieso, creo que no. Me parece bien que los lideres políticos conozcan las interioridades de los partidos políticos y la Administración, pero llegado el momento de votarles, de elegirles, me gustaría saber qué más han sabido hacer, qué tal les ha ido en otros desempeños de la vida. Actualmente, lo único que sabemos es un capacidad para perdurar y medrar dentro del Partido, y... 

La verdad, lo que necesitamos es un cursus honorum. Como en la República de Roma. Los romanos, además de antiguos, eran unos tipos que no despreciaban una buena idea porque se le ocurriera al contrario, y así, poco a poco, juntaron un puñado de buenas prácticas. Una de ellas era el cursus honorum. Les explico.

Verán, en la antigua Roma los distintos cargos tenían nombres romanos como cónsul, pretor, edil, cuestor, tribuno, y así los que quieran. Lo más de lo más era ser cónsul, se elegían a dos por un periodo de un año y además le daba nombre a ese año; como chascarrillo, los años los empezamos el 1 de enero porque en cierta ocasión eligieron a uno para que les sacara del lío que se les había convertido Numancia y el hombre decidió que, para ello, no podía esperar al Marzo tradicional para empezar su periodo de cónsul, y lo adelantó al 1 de enero. Le fue bien, y desde entonces.

El caso es que ser cónsul era lo más. Era tan más que los mismos romanos regularon que no cualquiera podía ser cónsul. No, no, no. Entre otras cosas, primero el cónsul debía probar su valía en otros menesteres. En todos los otros menesteres, concretamente. Tenía que recorrer completo el cursus honorum. Y el cursus honorum era la carrera hasta el consulado. Regulaba las jerarquías, los periodos y las edades (por favor, lean el artículo de la wikipedia, aunque es un resumen), y TAMBIÉN LAS CARENCIAS, después de ciertos puestos, había que esperar unos años para optar al siguiente.

Tampoco estaba mal que regulaba la salida de los más altos, los pretores y los cónsules. Así, al acabar el pretorado se era propretor, que daba cierto mando en plaza, y al acabar el consulado se pasaban cinco años de procónsul, que equivalía a gobernador de provincia (como nuestros presidentes autonómicos, vaya).

Y, teniendo en cuenta que en aquella época todos los cargos se obtenían por elecciones (no es el momento de acordarse de los ni cincuenta años de deterioro de un sistema que duró quinientos), había que hacerlo bien desde el principio. En los cargos militares y civiles, en los de fiscalización del gasto y en los de gastadores.

En fin, lo dejo; ya me entienden. No sé porqué no se aplican aquí buenas ideas como ésas; a mí, al menos, me gustaría. Porque una alternativa es lo que tenemos ahora, y la verdad, ¿ustedes están contentos?

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