lunes, 25 de septiembre de 2017

Contradicciones

Una de las cosas que más exaspera de los separatistas es la naturalidad con la que viven sus contradicciones.

Hace no mucho un independentista me defendió el derecho a decidir. Que él lo que defiende es la democracia, y que la democracia es votar. Le pregunté porqué no podíamos votar sobre la inmersión lingüística o sobre el tranvía  en la diagonal: me respondió que no todo es votable.

Están cayendo amenazas de multa e inhabilitación. Los capitostes, asustados como conejos, se están echando para atrás. ¿No se supone que en diez días seremos independientes? ¿De qué tienen miedo, entonces? Está claro: estos capitostes no creen que en diez días vayamos a ser independientes. Y, sin embargo, afirman en todo momento, urbi et orbi, que sí lo seremos.

Y los hiperventilados les creen. No ven ninguna contradicción entre sus hechos y sus palabras.

No sé si algún separatista cree realmente que el 2 de octubre serán independientes. Qué diablos, seguro que sí: las aulas universitarias están llenas de jóvenes ingenuos. Da igual, hay muchos que saben que no, que no habrá independencia. ¿Por qué, entonces, llevan las cosas tan lejos, en vez de plantear una discusión sosegada sobre el tema (y aceptar el resultado)?

Insisten en que no hay fractura social. Insisten en que son respetuosos con las ideas de los demás. Niegan que apliquen prácticas totalitarias.

¡Insisten en que les están reprimiendo! ¡En que no les dejan expresarse! 

Dicen que quieren un país para todos. Para llevarnos todos mejor entre nosotros. Y se quedan tan panchos. Aunque también insisten en que nosotros no somos pueblo de Cataluña; por esta razón nuestra lengua no es lengua de Cataluña, es una lengua invasora que debe enseñarse como una lengua extranjera. 

Creen en una realidad paralela. Creen que todo saldrá bien. Que serán independientes, que el mundo les felicitará, que la UE les acogerá como si fueran miembros fundadores, y que España les tratará como si nada hubiera pasado, tan amigos. Se niegan a creer que no será así. O quizá es que no captan que esas cosas importan, que tienen consecuencias. ¡Como niños!

Ven lo que hacen, y creen que los demócratas son ellos.

No sé cómo son capaces de seguir con estas contradicciones.