lunes, 23 de enero de 2012

¡Noticia bomba!

Contaba el otro día que en el diario habían salido dos noticias que me habían llamado la atención; una era la de Escocia; de la otra no dije nada.

El caso es que la otra era referente a un estudio que habían hecho unos científicos de las prestigiosas universidades de Columbia y Oakland. Al menos la noticia decía que eran científicos.

Sigo: estos científicos habían hecho un estudio sobre la vida sexual de la mujer, en concreto sobre la posibilidad de que finjan. Yo, por mero interés cognitivo y atendiendo a la máxima que decía un profesor mío del colegio de que "hay que conocer al enemigo", leí la noticia. Y la leí hasta el final porque reúne casi todos los defectos de los periodistas.

¿Qué pasó por la cabeza del periodista o becario que encontró interés a la noticia y de aquellos que decidieron que sí, que la noticia valía?

En primer lugar, los autores del estudio pertenecían a una universidad americana. Ergo, o tenían el premio Nobel o estaban en lista de espera, digo yo que pensarían los periodistas. Y yo, en cambio, estoy seguro de que los mentados autores (el cuerpo docente de la universidad de Columbia tiene 3634 profesores, uno arriba, uno abajo) deben ser un par de pardillos que pasaron de limpiar el suelo de la hamburguesería al suelo del departamento de tarotología y, con perseverancia y trabajo duro, consiguieron llegar a limpiar el suelo de la secretaría del rectorado: de allí a ser profesor asociado con una hora de clase a la semana (de tenis, como un amigo mío en Berkeley) no debe de haber mucho.

Resignación: ya he explicado en otra ocasión mi opinión sobre la mayoría de la fauna docente universitaria, pero asumo que para los legos y estultos (uno de cuyos máximos exponentes es el periodista, como también he dicho otras veces) quien tenga en algún sitio de su tarjeta de visita "University of... " es Dios en la Tierra.

En segundo lugar, el estudio incluye números: el estudio era muy riguroso porque habían entrevistado a 453 mujeres, lo que resaltaban en el ensayo como un número muy alto de mujeres. La edad media de las mujeres era de 21 años. Y ése era el dato clave que estaba ahí escondido. 

El 21. La edad media de las mujeres que entrevistaron. Esto ya debería hacernos sospechar. Si queremos entrevistar a mujeres de 21 años de edad, ¿dónde deberíamos ir? Exacto: al campus de una universidad americana. Las hay a miles. En Columbia, por ejemplo, hay 27.600 estudiantes, y en Oakland 19.000. Digo yo que la mitad serán mujeres: 23.300. La mayoría estará entre los 19 y los 23: edad media, 21 años. De las 23.300 consiguieron entrevistar a 453...

Me huelo que esos científicos reclutaron a las interfectas en los bares de las facultades, a cambio de aprobarles el problema del examen que debían corregirles.

Llegados a este punto la autoridad del estudio estaba a la altura del betún:  si vas a investigar la vida sexual de las mujeres (no sobre qué hacen ahora, sino sobre lo que han hecho) lo lógico es que estudies también a mujeres con una vida sexual más larga. Por ejemplo, a sus madres y a sus abuelas. Es como si yo hiciera un estudio sobre el número de accidentes que ha tenido el conductor español. Y me limito a chavales de 21 años. Pues si presento el estudio como "accidentología del chaval de 21 años hoy", muy bien. Pero en absoluto representarán al conductor español medio ni mucho menos a la carrera como conductor del español medio.

¡Ah, pero estaba el número! El 21. Y ¿saben que pasa? Que para mí el veintiuno es la representación de la cantidad siguiente a la veinte, pero para los periodistas en general un número es el vahído de la pitonisa. Que sólo el sacerdote de Delfos entiende, pero que seguro que tiene algún significado y además la vieja ésa, que ni me conoce ni nada, seguro que ha acertado. ¿Cómo no va a acertar si le han dado no sé qué bebedizo, la han tirado medio inconsciente a un agujero lleno de vapores sulfurosos y le han tirado mi pregunta escrita en una bellota aunque es analfabeta? Caray, ¡si ha murmurado un "mestoiquemandospies" que según dice el sacerdote de allí significa que la primera tortuga que me cruce me indicará el camino a la mujer que podría darme la causa de mis desdichas y la segunda tortuga me indicaría la felicidad! Que sí, que acierta seguro. Y los periodistas hacen igual: "no sé qué es eso de 21, pero siendo unos científicos seguro que ellos lo saben, debe ser la prueba última de que el estudio es la caña".

Puede que alguien crea que exagero. Y no. Consulten un periódico. Si hay un número por medio para avalar la noticia, tres de cinco ocasiones el número está mal y dos el número no avala nada. ¡Pero es que lo dice un científico de la Columbia!

Sigamos. El estudio es una chorrada. No tiene ningún interés, no aporta nada nuevo y no tiene aplicación práctica - lo cual no voy a demostrar ahora-. Pero tiene números y es de una universidad. Y habla de sexo. ¡Es verdad, habla de sexo! Ya lo tentemos: tema de portada, grandes titulares y puestos de honor en las listas de las noticias más leídas!

Y aquí tenemos el gran defecto. Una noticia que es sólo el titular. El contenido de la noticia no tiene ningún interés, sólo el título: "Demostrado: la mayoría de las mujeres...". Una noticia que el periodista o becario no ha conseguido investigando. No ha ido a América. No ha entrevistado a los autores. ¡Demonios, ni siquiera se ha leído el informe! ¿Para qué? Su canal de noticias ha dado el titular y la breve información que la acompaña, y no es necesario nada más. Repite lo que le llega. Ni siquiera sabrá si la información le llega de primera mano, de segunda o de decimonona. Y le da igual. Como que le da igual si es cierta o no, si el informe existe o no. Habiendo tantos profesores, seguro que alguno habrá publicado algo así en algún momento, ¿no? El titular impacta y rellena, es lo que importa. Ya tenemos noticia de primera página.

Y lo peor es que, al igual que hay periodistas que creen lo que diga un pardillo que tenga "university of..." en su tarjeta de visita, la mayoría de la gente cree lo que dice un pardillo si lo publica un periódico. Así que el que "la mayoría de las mujeres...." pasa a ser verdad popular que todo el mundo sabe que es cierta. 

Y esta vez es un tema que me tomo a guasa, pero casi todas las noticias de los periódicos se hacen más o menos así. Los periódicos no se cuestionan lo que escriben, la gente sólo lee los titulares - que da como ciertos, sin discusión- y nadie es capaz de analizar la noticia, saber qué implica y qué significa realmente. Y eso la gente que se tiene por culta e informada, porque lee periódicos. Los que simplemente aceptan lo que digan los cultos e informados, ni les cuento.

De verdad. No se crean así como así lo que digan los periodistas. Aunque incluyan números y digan que lo dicen científicos de la universidad de Columbia.