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miércoles, 15 de marzo de 2023

El vídeo del ministerio de igualdad

https://www.youtube.com/watch?v=4vbaX1Q230U 

 

 

Ayer echaron por televisión una película alemana, muy divertida, sobre unos pardillos que planean el atraco a un banco. En un momento dado deciden que uno de ellos ha de ligarse a la policía que dirige la unidad de atracos y que está inscrita en una aplicación de internet para ligar. Para ello, han de crearle un perfil, y recurren a la mujer de uno de los atracadores. Y ésta toma decisiones diferentes: busca un gato para la foto, y escribe que el atracador es voluntario en comedores sociales. El atracador se niega, dice que ni gatos, ni voluntariado ni gaitas, pero la mujer le dice que ella sí es mujer y sabe lo que buscará la policía. Y, claro, funciona.

La moraleja es evidente: puede que el atracador sepa lo que querría poner un hombre en su perfil de internet, pero la mujer sabe lo que las mujeres quieren ver en ese perfil.

Y el corolario es que estoy seguro de que yo, como varón heterosexual, sé mejor que los autores del vídeo lo que los varones heterosexuales verán en ese vídeo.

Me refiero a un vídeo que ha publicado el gobierno de Sánchez a través de su ínclito ministerio de igualdad y en el que si trabaja algún hombre seguro que pierde más grasa que Boris Izaguirre. El vídeo en cuestión cuenta cinco historias de manera intercalada, a saber:

Historia nº 1: una moza con obesidad entra en un portal con un jovencito y se lo quiere comer a besos. Suben al dormitorio, y la moza duda entre apagar la luz o hacerlo con la luz encendida. Opta por la luz encendida, se quita la ropa y los dos, sentados en la cama, se ponen a ello.

Historia nº 2: una muchacha paralítica, con un hombre (a mí me parece bastante mayor que ella). El hombre le acaricia las piernas y le desabrocha la camisa mientras la chica sonríe en su silla de ruedas. Creo que al final se ve a la muchacha sin camisa, en ropa interior.

Historia nº3: una joven está menstruando. En el lavabo, procediendo a sus abluciones. Entra el joven, su pareja, y le da igual. La levanta, la apoya sobre el lavabo y se la cepilla.

Historia nº 4: una señora mayor, pongamos unos sesenta y cinco años, pero todavía de muy buen ver, se masturba en la cama; se supone que con un vibrador. La cámara se recrea en la excitación creciente que refleja la cara de la mujer.

Historia nº 5: un muchacho, en camiseta imperio, sale (se supone que de marcha). El hijo parece tener futuro en el ministerio de igualdad. Su padre se queda en el sofá viendo la tele. Es evidente que habría preferido que su hijo se quedara con él de tertulia. Al final, el hijo vuelve, se sienta con el padre a tertuliar y ríen.

El vídeo intenta ser erótico sin llegar a ser X. Quiere vender que también las muchachas obesas, las paralíticas, las señoras mayores que viven solas y los muchachos más maricones pueden tener una vida sexual. Imagino que querrán exhibirlo, para eso lo habrán hecho (al menos formalmente: conociendo cómo las gastan en ese ministerio, el 95% de la pasta destinada no se habrá dedicado al vídeo). ¿Lo proyectarán, tal vez, en todos los institutos y centros de enseñanza, en los cuarteles y buques de la Armada, en los centros de descanso de las fábricas, en las cárceles... ? Si lo hacen, ya les digo yo lo que estarán transmitiendo:

Historia nº 1: las obesas son unas viciosas que sólo quieren que les den duro.

Historia nº 2: las paralíticas sólo quieren que las empotren.

Historia nº 3: la regla no es un impedimento para satisfacer al varón. El acto se hace cuando él quiere y donde él quiere. La mujer no necesita ni preliminares ni un sitio cómodo, sentada en el borde de un lavabo le es suficiente.

Historia nº 4: las mujeres mayores que viven solas están muy necesitadas de una buena tranca.

Historia nº 5: ni me he dado cuenta de que hay una 5ª historia.

Por lo demás, mientras tengan el vídeo disponible en internet no me extrañaría que hubiera muchas personas que lo emplearán como material de apoyo en su autoestimulación.

Claro que las locas de Igualdad saldrán diciendo, como ya hicieron con su Ley Montero, que no es eso, no es eso, los jueces son unos machistas y los hombres tienen todos el cerebro deformado, el vídeo no quiere decir eso ("no dice eso" dirán ellas, en vez de "no quiere decir eso"; un matiz básico para entenderlas). La realidad es que el vídeo dice a cada uno lo que cada uno se quede del vídeo. Y yo conozco a los varones mejor que las locas de Igualdad: da igual que en el vídeo haya textos y voces de acompañamiento, una imagen vale más que mil palabras y lo que todos los estudiantes, soldados y marineros de los buques de la Armada, obreros de las fábricas, presidiarios, etc. interpretarían es que las obesas son unas viciosas y quieren que les den duro.

Así que me temo que no lo exhibirán en centros de enseñanza... etc. Si lo dejan en internet y se hace trending topic tal vez alguien les explique porqué está teniendo tantas visitas y entonces lo quiten. Al final ¿dónde pueden exhibirlo? ¿En conventos de monjas? Lo dudo. ¿En secciones femeninas de entidades católicas? Menos. Vamos, que acabarán pudiéndolo poner en clubes de feministas y en las consultas de ginecólogos. Por no hablar del bochorno que sentirán las obesas, las minusválidas o las mujeres mayores cuando vean que un ministerio que creían que estaba para ayudarlas da de ellas esa cara tan burda y que no las define.

El error, en realidad, es que las locas de Igualdad, todas las locas de todos los ministerios, consejerías, observatorios, institutos y demás chiringuitos que viven de esto creen que deben ser ellas las que marquen las pautas y normas en estos asuntos. Porque siempre les saldrá el tiro por la culata. Pondré un ejemplo de una campaña publicitaria del año pasado, que por cierto duró (me pareció a mí) muy poco:


Traduzco, por si acaso: "¿Insistirías una y otra vez después de que te hayan dicho no? Pues en el sexo eso aún pasa. Por una nueva cultura del consentimiento #SiAlConsentiment - Generalidad de Cataluña".

El mensaje está claro: si te dicen que no, es que no. No insistas. Si todos fuéramos como la Generalidad de Cataluña, aún seguiríamos en cuevas y comiendo la carne cruda: seguro que cualquiera que sugirió construir una choza para dormir o pasar un poco el filete por la hoguera recibió un no por respuesta. A Colón le dijeron que no podría ir a la Indias hacia el oeste, y a los hermanos Wright que no conseguirían volar. Seguro que a Bill Gates le dijo su madre que no podía encerrarse en el garaje con ese amigo suyo, ese Paul Allen, que ordenara su habitación y se pusiera a estudiar. Caray, ni siquiera yo estaría con mi mujer si no hubiera insistido tras su primer no. En definitiva, todos aquellos que consiguieron algo que no consiguieron al primer intento podrían decirle a la Generalidad que su consejo es el peor de los consejos posibles. Por no hablar de la ironía de que lo digan los mismos políticos catalanes que están siempre con la murga de independencia sí o sí, lo quiero lo quiero lo quiero y no acepto que no me lo des. ¡Que nadie insiste más que ellos después de que les hayan dicho una y otra vez que no! ¿Dónde está el error? Pues precisamente, en meterse en un tema en el que no debían meterse.

Son los gestores de nuestros caudales públicos, y no los elegimos para que nos regulen qué hemos de hacer o pensar en nuestra intimidad. Que es eso, íntima. Y siempre que lo intenten, van a meter la pata. ¡Si al menos estas campañas se las pagaran ellos de su bolsillo...!




Vasily Agapkin - El adiós de la mujer eslava


miércoles, 11 de enero de 2023

Juventud y equivocaciones

Es frecuente, pasa a menudo, pero en estos tiempos la cosa es más grave que antes, porque ya no existe el olvido y en cambio el conocimiento es general. Estoy hablando de las ¿tonterías? que se cometen en la juventud. Tonterías, errores, locuras o incluso delitos que se dejan pasar porque son "cosas de críos", errores de juventud. Cosas que no se hacen una vez se tiene la madurez suficiente; pero que se hacen. No todos los jóvenes, pero sí algunos. Y todos los jóvenes cometen alguna, salvo aquellos cuya juventud es ejemplar... pero poco envidiable.  

El problema es que antes esas locuras no eran conocidas en general y además no se recordaban siempre. Por ejemplo, aquella vez que me piqué con un coche cruzando un puente y le hice un adelantamiento con total imprudencia ¡subiendo el "600" a la acera para lograrlo! Que lo hice sólo lo sabemos los que estábamos en el coche, y seguro que todos los pasajeros lo han olvidado, así que puedo negar con total impunidad que aquel incidente hubiera sucedido. Que en una noche de borrachera un tío le tocara la teta a una chica en una discoteca (con su consentimiento), en fin, no pasaba de esas dos personas. Y si alguien era testigo, pronto lo olvidaría. Pero ahora...

Por ejemplo, lo último (en el momento que escribo) de la discoteca Waka de Sabadell. Esta discoteca en cuestión debe de ser muy popular entre la juventud, porque las personas que ya no frecuentamos estos sitios no paramos de oír contar cosas espeluznantes de ella y sin embargo siguen yendo. En esta ocasión parece ser que una chica le realizó un acto sexual de esos que no deben hacerse en público a un mozo ¡en la pista de baile! y no se dieron cuenta que los estaban grabando. El vídeo se ha subido a internet, y se ha vuelto viral. ¿Y si dentro de años alguien encuentra el vídeo, reconoce a la moza y ésta sufre una pérdida reputacional considerable (quiero creer que dentro de unos años aquello todavía se considerará excesivo)? Pero no nos quedemos en el botón de muestra.  

Las tonterías, las locuras, las imprudencias, los errores de juventud y, ¡qué caramba!, las faltas y los delitos que se cometen son parte del proceso de madurar. A menudo, a la mayoría no nos importan. Y qué, si cuando el otro era jovencito participó en... Pero, a veces, a alguien sí le importa. En una sociedad en la que juzgamos a los antiguos con los criterios de ahora mismísimo, la edad de los juzgados no nos importa nada. Hace poco supe de un portero de futbol, profesional él, que vio abortado su fichaje por el Real Zaragoza porque salió a la luz un vídeo o un tweet o no se qué de cuando el portero era un chaval y dejaba claro que el club mañico no era uno de sus predilectos (el chico era vizcaíno, creo). No es por nosotros, le dijeron los directivos, nosotros entendemos que tenías 16 años y nos da igual, pero entiéndelo, la grada...

Derecho al olvido, claman algunos, afectados sin duda. Más responsabilidad, pueden responder los carpetovetónicos. ¡Reclamar responsabilidad a la juventud! ¿Habrá alguna prueba más clara de haber olvidado la suya? Es inútil. Ambas cosas, la responsabilidad en la juventud y el olvido en la era de internet. 

Así que el arreglo, en mi opinión, está en los que no somos ya jóvenes: en entender que fue fruto de una época loca, y no tenerlo en cuenta. Chica del Waka, si no quieres polvo no vayas a la era, pero tampoco hagamos sangre de que se haya empolvado. De hecho, intentemos ni saberlo.

Hagamos aquello que prediquemos. Si no vamos a predicar lo que hacemos, no lo hagamos; si no vamos a hacer lo que predicamos, no lo prediquemos. 



Por cierto: aprovecho la ocasión para escribir unas líneas sobre lo de la discoteca Waka. Parece ser que la moza era menor de edad (aunque suficientemente mayor para abortar sin que lo sepan sus padres, y me temo que para votar sobre la independencia de Cataluña el día que nos convoquen), y su defensa ante sus padres fue que "le echaron algo en la bebida". No niego esto último, no voy por ahí (aunque, por lo que parece, tras las pruebas pertinentes la policía sí lo está negando). Podría preguntarme qué hacía esa chica en Waka: ¿Había ido sola o con amigos y amigas? ¿Dónde estaban éstos? ¿No se cuidaban unos a otros, no se daban cuenta de que alguien echaba "algo" en la bebida de una de ellos (no entremos en que ella misma no se diera cuenta, si es cierto)? ¿No habían oído o leído nada de lo que se cuenta sobre esa discoteca y fueron pensando que era un lugar sin riesgos? ¿No vieron que se iba a bailar con unos desconocidos? Si lo vieron, ¿no vieron lo que estaba haciendo, no notaron que su comportamiento no estaba siendo normal (la habían drogado, dice la familia)? ¿O había algún amigo en el corro? Pero no es esto lo que más me llama la atención.

Lo fundamental: ¿qué concepto tienen los jóvenes de lo que es el entretenimiento, que consideran normal que lo que pasó en esa pista de baile pase en las pistas de bailes? Seguro de que están orgullosos de su "adulto" comportamiento, pero... ¡leches! Un chico de 19 años se baja los pantalones y los calzoncillos ahí, delante de todos (y todas), la chica se arrodilla, les hacen corro, la música suena, otros siguen bailando,...

Sí, soy un carca, pero ¿éste es nuestro modelo de sociedad?

 

P.S.: parece ser que la chica de Waka tenía 16 años, no hubo drogas ni agresión sexual. Le apeteció, y lo hizo. Y la madre echa la culpa "a alguna droga que le echaron en la bebida".



 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Senatores boni viri

https://www.youtube.com/watch?v=wyBQtflf3Gs 

 

 

Es curioso cómo se cumple un latinajo atribuido a Cicerón: "senatores boni viri, senatus autem mala bestia". Es decir, los senadores son buenas personas, pero el Senado es un monstruo odioso.

Como ocurre con muchos de los adagios romanos, fue en su momento una gran verdad, pero es que lo ha sido a lo largo de los siglos, lo es en la actualidad y me temo que ¡ay! lo será siempre.

Si yo estableciera un curso de formación para políticos, lo primero que les diría es esta frase.

Porque sí, puede que los políticos estén cargados de las mejores intenciones (de hecho, una gran mayoría quiero creer que lo están), pero el resultado de sus buenas intenciones acostumbra a resultar la trampa de Lucifer. Por ejemplo, y recalco que es sólo un ejemplo sobre cómo se cumple el dicho y no una crítica a lo que traigo como ejemplo, estos días (estas noches) se está debatiendo (es un decir) una nueva ley de universidades, y uno de los artículos es que dentro de las funciones del claustro universitario está el debatir asuntos "de especial trascendencia". Imaginemos, por ejemplo, que una universidad debatiera la reimplantación de la esclavitud, tema que en ese momento fuera de actualidad. O, por ejemplo, que la deriva política del país fuera degenerando cada vez más rápido hacia un populismo sudamericano, y una universidad pensara que debería tomar postura pública, tal vez denunciar la situación. Caray, parece una buena cláusula, y ya digo: es posible que los políticos promotores actúen llevados de las mejores intenciones. Pero una vez aprobada... fácil es que degenere en una imposición ideológica: rápidamente, en Cataluña las universidades (que, como todo en Cataluña, están regidas por la misma banda) se posicionarían públicamente a favor de la independencia y de los intereses de su banda y luego, amparados por ese posicionamiento - que pasaría a ser el oficial de la universidad - se dedicarían a acosar y purgar a todos los elementos que no comulgasen con ese credo. El producto colectivo de esos legisladores es, así, una tiranía perversa. Y el Senado se ha convertido en la herramienta de Lucifer.

Otro ejemplo, precisamente lo que está pasando ahora. No el debate de la ley, sino el que se debata. Los políticos que establecieron las normas políticas previeron que habría situaciones especiales que requerirían decisiones especiales ante las que habría que ser más permisivo. Uno no puede agarrar del pecho a una mujer que no conoce de nada y menos sin pedirle permiso antes, pero si a esa mujer la está arrastrando una riada y hay que salvarla no es el momento de andarse con miramientos. Esto nos lleva a que es legal que a final de año se aprueben en el Parlamento leyes a paladas, leyes que no se debaten, que no siguen todos los trámites pensados para el proceso legislativo, que tratan de muchos temas dispersos, cuyas reglas de aprobación se preparan para que sean aprobadas (por ejemplo, y es un suponer, que se hayan de aprobar completas, y quien vote en contra de la ley que despenaliza la malversación también vota en contra de que se mantenga el programa de ayudas a las viudas y huérfanos de la Guardia Civil). A que se retuerza el reglamento (y sus intenciones) y estas leyes se aprueben en sesiones nocturnas, sin garantías para las minorías parlamentarias, como se hizo en Cataluña la noche del 6 al 7 de septiembre de 2017 y como se está haciendo ahora mismo en el Parlamento nacional.

Por eso, en mi opinión, es muy importante que todos los políticos tengan el latinajo presente, y sean conscientes de que sus buenas intenciones, las buenas intenciones que se convierten en leyes no solo pueden, sino que seguramente se intentará que así sea, convertirse en, por repetir la expresión que he utilizado, herramientas de Lucifer. Y por eso deben plantarse siempre esa pregunta: ¿podrá mi intención ser corrompida y utilizada para el Mal? Si la respuesta es positiva, yo le pediría que la elabore un poco más. Que la blinde de tal manera que la respuesta se arroje negativa, o que no la presente. Porque será lo que ocurrirá, como lleva milenios ocurriendo.

Otra cosa es, claro, que los políticos que nos gobiernan no tengan en verdad esas provechosas intenciones sino las aviesas que la realidad nos demuestra que tienen, y hagan lo que parece que están haciendo: disfrazar de sanos preceptos las trampas que urden.

 

 

Emmylou Harris - The pearl


miércoles, 21 de diciembre de 2022

Micropercepciones de que el futuro ya está aquí

https://www.youtube.com/watch?v=E1x8wouy3mE 

 

 

1ª) Leo en un periódico un artículo sobre lo difícil que es conseguir que el personal de la Seguridad Social atienda a los particulares, hasta el punto de que muchos, derrotados, terminan contratando gestorías para que hagan en su nombre los trámites. Un lector, en los comentarios, apunta que una de las causas (no entremos ahora en la tradicional diligencia de los funcionarios españoles) está en los programas informáticos que usan para concertar las citas y su trabajo en general; parece ser que van muy mal. Otro lector explica cómo se hacen esos programas y su gestión, obviamente programas a medida, y alguien, quizá el mismo, expresa que, dado que los programas los hacen informáticos españoles, que sean tan deficientes no hace sino revelar el bajísimo nivel de nuestros informáticos. Lo que era de esperar a tenor de la deriva de la Educación en España.

2º) En fechas recientes se ha celebrado en Barcelona un congreso de calculistas de estructuras (ellos prefieren llamarse consultores en vez de calculistas). En varias ponencias se habla de las barbaridades estructurales que se planean, y de que esto es debido a que no sólo todo es muy bonito en ordenador, sino que también los usuarios de los programas de ordenador (los calculistas) en realidad es muy posible que no sepan bien qué es lo que están haciendo. En una de las conferencias, en concreto, el conferenciante no se cortó y presentó ejemplos de risa, además de indicar que la conjunción de ignorantes y los modernos programas BIM es receta segura para el desastre. Pero aún dijo algo más: había dado clases en la Facultad de Arquitectura (o ETS, no sé) 42 años, y podía asegurar que el nivel de la docencia había bajado escandalosamente. Yo no sé si se refería a que los docentes eran cada vez peores o a que, dado que el nivel con el que llegaban los alumnos era cada vez más bajo, los docentes estaban rebajando sus niveles.

3º Un ingeniero me ha contado que hace poco entrevistó a una chica para un puesto de becaria. La moza estaba a punto de terminar sus estudios de grado en Ingeniería de Caminos (o lo equivalente, no sé las denominaciones actuales), pero pronto se dieron cuenta de que, de estructuras, no tenía ni repajolera idea. Como venía con recomendación, intentaron salvarla: «Bueno, pero el hormigón armado sabes lo que es, ¿no?». Bastaba con que dijera que es hormigón y acero, podría haber añadido que el hormigón es una mezcla de cemento, arenas y gravas y agua. Pero es que nada, oiga. Farfulla, pero... Y entonces se excusa: resulta que hizo un año de Erasmus en Italia, otro estuvo en los EE.UU., y claro, las palabras y los términos se los sabe, pero en inglés. No problema: los entrevistadores cambiaron ipso facto al inglés... y nada, como era de imaginar. A ver: que un estudiante de ingeniería de caminos no sepa qué es el hormigón armado es como si un estudiante de Derecho no supiera que es un juez o qué es un juicio. O que un estudiante de Medicina no sepa qué es una operación. Y da igual el curso del estudiante, esas cosas las han de saber antes incluso de empezar esos estudios.

4º) Leo un artículo en un periódico digital. Da igual el periódico, el artículo: está lleno de erratas. Probablemente lo ha escrito un joven periodista, pero al fin y al cabo profesional de la tecla. Y cuando digo erratas, debería decir fallos: una errata es escribir 'errtaa', pero escribir 'hecho' en vez de 'echo' o viceversa no es errata, es una falta de ortografía como un piano. O 'cómo' con acento cuando no debe o sin él cuando sí, esos fallso que los autocorrectores no detectan porque ambas formas son palabras reales. Artículos que se nota que los han traducido del inglés, y que los han traducido mal, españolizando las palabras inglesas o traduciendo de manera literal expresiones que se dicen de otra manera en español. Frases sin sentido, sujetos y verbos que no concuerdan, frases cuya proposición principal carece de verbo... Y eso, en cuanto a la forma. Porque a menudo el fondo es penoso: el artículo es una colección de palabras vacías, no informa o explica nada, no se sabe qué quiere transmitir el periodista...


Bien, parece que el futuro ya está aquí. O acercándose. Y así como tener un título de Primaria no significa ya que la persona tuviera un nivel de conocimientos semejante al de hace décadas, un título universitario tampoco implica que el titulado tenga el nivel de un titulado de hace décadas.


Me estoy volviendo viejo. Cada vez más.


Hubert Parry - Jerusalem

 

domingo, 4 de diciembre de 2022

Cuando cae un edificio

Cuando un edificio cae se forma una polvareda. Cae con estrépito, el ruido se oye desde lejos y todos levantan la cabeza y miran qué ha pasado.

Pero en ese momento no hay nada ya que hacer, sino gestionar los escombros como se pueda.

La ruina de un edificio es un proceso lento. No es de un día para otro (salvo el momento final, el del estrépito). Lo importante es ver las señales de daños a tiempo, y repararlas a tiempo. No basta con ver las señales, señalarlas (o no) y seguir como si nada.

 

 

Estamos asistiendo al derrumbe del armazón institucional de nuestro país. Van cayendo puntales, van ocurriendo cosas, pero de momento las instituciones siguen ahí (menos en Navarra, que ya se va la Guardia Civil de Tráfico). Y España, la piel de toro, sigue ahí.

España se está desmontando. El país, no sólo el armazón institucional (que es sólo un paso previo). La clave es conseguir convertir España en la Yugolsavia post Tito. Y en unos años, no sé cuántos pero casi seguro tras la próxima victoria de los socialistas en unas generales (que tarde o temprano ocurrirá), habrá referéndum en Cataluña. Y saldrá que sí, ya veremos cómo se consigue pero sí. Y luego ya da igual lo que pase, aunque es fácil de imaginar. Convertirán España en Yugoslavia.

Algunos vemos las señales, y las señalamos, pero no se nos hace caso. Exagerados, se nos llama. Alarmistas, agoreros.

A la muerte de Almanzor cayó el califa. Aquello fue el principio del fin, pero nadie lo supo entonces. Y si lo hubiera dicho le habrían silenciado por exagerado, alarmista y agorero. 

jueves, 10 de noviembre de 2022

El tamtam del coche eléctrico

 https://www.youtube.com/watch?v=_x3zwrwczyY

 

 

En los años 70 había una serie de televisión que se llamaba "Un hombre en casa". Inglesa, naturalmente: iba sobre tres jóvenes, un hombre y dos mujeres (una rubia y una morena), que compartían piso. Unos personajes secundarios eran sus vecinos los Roper, un matrimonio mayor representantes de todos los estereotipos de lo británico en su grado máximo. Al acabar la serie se creó un spin-off, "Los Roper", sobre las andanzas del mencionado matrimonio. Yo no veía Los Roper.

Y no los veía, porque lo emitían entre semana a las 5 de la tarde, y a esa hora yo tenía mis quehaceres. Un compañero mío, en cambio, sí los veía: tenía un grabador de vídeo, y ése era su truco. Fue mi primer contacto con los grabadores de vídeo, aunque tuvieron que pasar unos 6 años o así hasta que en mi casa entrara uno.

Los grabadores de vídeo fueron una revolución, pues cambiaron nuestra relación con la TV: ya no era necesario estar delante del televisor cuando emitieran algo, y ese algo se podía ver no sólo cuando se quisiera, sino también cuantas veces se quisiera.

La revolución fue además universal: en poco tiempo todo el mundo tenía vídeo, los videoclubs surgieron como setas y ver películas en el sofá por las noches se convirtió en el nuevo pasatiempos nacional.

Otro cambio importante en nuestro estilo de vida fue la telefonía móvil. Fue un poco más lenta que el vídeo, entre el ser un objeto de sólo unos pocos a tenerlo casi todo el mundo pasaron más de 15 años. Y no hay vuelta atrás, pero les aseguro (quienes no lo vivieron no se lo creerían) que al principio todos echábamos pestes de los celulares, considerándolos una pérdida inadmisible de nuestra libertad, una fuente segura de muerte por cáncer, una ridiculez y además una falta de respeto el hablar en público primero, el ponerlo encima de la mesa después,...

Y un tercer antes y después fue la explosión de la informática. En concreto, la toma de los hogares por los ordenadores personales.

Ingenieros aparte, los ordenadores personales eran máquinas de escribir. De verdad que durante años ése fue el uso que tuvieron en la mayoría de despachos y en las casas en las que entraban. Luego vinieron las hojas de cálculo y las bases de datos (sintomático: todos los manuales de bases de datos para hogares usaban como ejemplo... una base de datos de cintas de vídeo).

Con el tiempo surgió internet, pero eso no importó demasiado: salvo para copiar juegos, la red no ofrecía gran cosa útil. El boom definitivo fue la coincidencia en el tiempo de dos avances tecnológicos: la música en archivos mp3 (y Napster), y las cámaras de fotos digitales. Ambos elementos requerían un ordenador, y desde entonces son parte inseparable de nuestras vidas (un teléfono inteligente de 2022 hace muchas más cosas, mejor y más rápido, que un PC de 2002).

La informatización, por supuesto, ha creado un nuevo ludita, pero son sobre todo personas demasiado mayores para querer integrarse en el nuevo orden.

Estoy escribiendo estas notas a mano, en un cuaderno y con un bolígrafo Cross, mientras tomo un café en una terraza: la reunión de obra se ha atrasado hora y media, y estoy haciendo tiempo. Pero no soy un ludita.

 

Todo lo dicho hasta aquí no es sino la introducción a la siguiente pregunta: ¿es el coche eléctrico otra revolución?

Aparentemente, sí. Un cambio radical con una implantación más o menos rápida según se mire, y que cuenta con muchos detractores en sus comienzos, personas sobre todo que no lo han utilizado y que cambiarán de idea cuando lo hagan.

Creo que podemos dar por seguro de que el vehículo basado en el motor de explosión va a desaparecer. Al menos, en Europa Occidental, que es lo que me importa. Razones para pensar así hay muchas, pero en mi opinión la más importante y la definitiva es que ningún político va a defender estos motores. Al contrario, están todos convencidos de que han de ser antimotores, y no hay nada que hacer.

El problema es que yo no creo que tengan, los coches eléctricos, una implantación generalizada. Y no creo que la tenga porque, en primer lugar, la tecnología eléctrica no va a ser capaz de dar las prestaciones de los motores térmicos en el uso intensivo y universal que ofrecen los térmicos. Pero, sobre todo, porque no se va a poder crear una red de recarga equivalente a la las gasolineras, con el volumen que demandaría un parque móvil europeo como el actual en número de vehículos, e kilometraje, en disponibilidad y en extensión. Tener un punto de almacenamiento de gasolina es fácil: la misma carretera sirve para llevarla hasta ahí. Pero el suministro eléctrico... es como si las cisternas de gasolina sólo pudieran viajar por sus propias y específicas carreteras, y hubiera que construirlas aún... y además no hubiera "gasolina" para esos camiones.

En sus primeros días, el automóvil térmico era un bien exclusivo, sólo para pudientes. El vehículo eléctrico, en cambio, yo creo que será siempre de uso exclusivo, no creo que todo el mundo acabe teniendo uno. Quizá, si tuviera los 70 años que tuvo el térmico antes de su popularización. Pero no los tendrá, porque si en 12 años nos quitan los térmicos, el cambio, la revolución, será que quitaremos los automóviles de nuestras vidas. Y nos acostumbraremos a ello.

Y, por cierto: cuando sólo tractores, camiones y autobuses usen la gasolina (el diésel), ¿creen que rentarán las refinerías, los petroleros, la misma extracción de petróleo? Se seguirá haciendo, por los plásticos y los demás derivados, pero ¿no creen que afectará a su precio dejar de comercializar el componente gasolina y el componente diesel del petróleo? ¿Y creen que la subida de precio del gasoil de los camiones y tractores no nos va a afectar?

No recuerdo quién lo dijo, pero en mi opinión: «¡Qué error, qué inmenso error!».

Albergo aún, sin embargo, una pequeña llamita de esperanza como supporter del motor de explosión: que no ocurrirá. Que cada vez más personas, al igual que están despertando contra la opresión de los wokes, están dándose cuenta de la tomadura de pelo que es la apuesta suicida por sólo lo verde. Ahora que les está afectando con claridad al bolsillo, con el precio de la electricidad impagable, cada vez más personas opinan que nucleares sí, gracias. Que nada de cerrarlas, que han de seguir. Y que es una tontería que nos muramos por ser limpios, si China, la India, Rusia y los demás contaminan muchísimo más que lo que contaminaríamos nosotros y además aprovecharán nuestra reducción de contaminación para aumentar la suya. Ahora es sólo un rumor, un runrún que recorre las tabernas y los billares, pero a medida que se acerque el día, cuando en 8 o 10 años la gente sea consciente de que no sólo les cobran una pasta por el recibo de la luz sino que además les van a dejar sin su coche... mi esperanza es que ese sentir llegue a los políticos y estos se den cuenta de que tendrán más votos si defienden el gasoil antes que lo verde, y paren este sinsentido. 

El diésel presenta muchos problemas de suministro y la situación actual es tal vez insostenible, pero la Técnica ha de avanzar a su ritmo, no a golpe de ley.

 


Jonhy Cash - I still miss someone (versión de The high bar gang)

domingo, 23 de octubre de 2022

Sufre, mamón

https://www.youtube.com/watch?v=fEOdkXjwhn8

 

 

Ha causado revuelo esta semana, y si bien se ha escrito mucho y acertado sobre el tema, yo quiero echar mi cuarto a espadas. Lo de la canción "Sufre, mamón" de Hombres G.

Parece ser que en un popular programa de televisión sonó la susodicha canción y una mujer, aún joven, la bailó animadamente; también, de hecho, el presentador y otras personas que allí se encontraban. No voy a citar los nombres porque en no mucho tiempo no los recordará nadie. El caso es que tras el bailoteo la mujer se puso seria y criticó la canción: el protagonista (de la canción) insultaba a alguien llamándolo marica y se refería a su novia (la del protagonista) como "mi chica". La opinión de la mujer es que no se puede llamar a nadie marica, ser homosexual no es malo y por lo tanto hemos de dejar de emplear la palabra como insulto (y viceversa, emplearla como insulto equivale a propagar la idea de que ser homosexual es malo), y también que las mujeres no son "las chicas" de nadie. El presentador no sé si se dio cuenta de lo que había dicho la interfecta o no, el caso es que contemporizó diciendo que la canción había envejecido mal. 2022.

La canción es de la primera mitad de los años 80. Creo que ni la mujer ni el presentador estaban entonces, y de ser así serían demasiado pequeños para enterarse, pero yo sí. Y, como yo sí, puedo aportar un par de detalles significativos.

La canción versa sobre un chico que descubre que alguien le ha levantado la novia y, presa de celos, promete vengarse de "ese marica": o le devuelve la novia ("devuélveme a mi chica") o... se revolcará entre polvos picapica. Atroz venganza que ni los rusos se atreven a aplicar como tortura a los ucranianos.

La canción, fácil es darse cuenta, es pop juvenil. Malísima, pero en su momento gustó a la chavalería (a mí no). Veamos entonces qué es lo que se discute ahora.

Dejemos lo de "mi chica". Criticar esa expresión en una canción pop no hay quien lo defienda, y la moza quedó retratada como tonta del culo nada más decirlo.

En cuanto a lo de marica... En los 80 era un insulto, pero no de los peores. Y no había que entenderlo de manera literal: era, y sigue siendo, jerga de hombres. Los hombres la entendemos. Además, también le llama mamón, y no hay que pensar que cree que el levantador sigue alimentándose de la teta de su madre ni que sea malo que los bebés mamen. Como he dicho, así hablamos los hombres.

Pero la raíz del problema, en mi opinión, no es ésa. 

La clave está en que "Sufre, mamón" es una canción de pop juvenil. Y el pop juvenil ha de ser transgresor, porque si no lo es, entonces es una canción melódica. Y viceversa, no por sonar una batería y guitarras eléctricas una canción melódica es una canción pop. El pop juvenil, hecho por juveniles para juveniles, es así. Letras chorronas, irreverentes, algo transgresoras. Cuando la mujer que nos ocupa se queja de la letra de una canción pop juvenil de hace 40 años, lo que nos está demostrando es que ella ya no tiene nada de joven. Que es tan vieja que ha olvidado cómo son los jóvenes, los de entonces y los de ahora. Esa mujer será joven de aspecto, pero de mentalidad es una anciana. ¡Sólo le faltaba haber dicho "en mis tiempos sabíamos escribir canciones respetuosas"!

Y que el presentador afirme que "la canción ha envejecido mal" sólo revela lo mucho que ha envejecido el presentador.

 

 

 

Hombres G - Sufre, mamón 

domingo, 25 de septiembre de 2022

Mis versículos favoritos XIV: las doncellas necias

 
 
 
Se sea cristiano o no, en los evangelios hay auténticas perlas de sabiduría que cualquiera debería conocer y entender; a fin de cuentas, se valoran los pensamientos de Sócrates y Platón sin que ello signifique que creemos en los mismos dioses que ellos. Pues con muchos pasajes evangélicos debería ocurrir lo mismo, pero, claro...
 
En este sentido, uno de mis favoritos es también uno de los más difíciles de entender: la parábola de las doncellas prudentes y las doncellas necias:

Entonces se parecerá el reino de los Cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. " A medianoche se oyó una voz: "iQue llega el esposo, salid a su encuentro!". Entonces despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las prudentes contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

Mt 25, 1-13

Por supuesto, la enseñanza definitiva es muy fácil de localizar: es la última frase, enunciada como moraleja. Pero a mí, desde niño, me parecía una parábola muy rara: ¡qué malas eran las vírgenes sabias, que no quisieron ayudar a sus compañeras que no habían cogido aceite suficiente!
 
La parábola hace alusión a lo que supongo que sería una costumbre de ese país y esa época (o quizá de tiempos remotos, pero que todos reconocieran, como nosotros entendemos lo que es ir a rondar), que las futuras esposas salieran a recibir a la caravana en la que llegasen sus apalabrados esposos; si llega el novio al poblado y no está su apalabrada novia, es lógico que vuelva a su lugar de origen con un "no fue lo que creíamos". En cualquier caso, el ejemplo es el mecanismo que emplea Jesús para explicar las ideas que quiere transmitir. 
 
Fijémonos, pues, en las doncellas. Porque lo que sí está claro es que Jesús quiere que seamos como las doncellas sabias, no como las necias. Pero... ¿en cuáles nos hemos de fijar?

En las necias.

Las prudentes, llegado el momento, no quisieron compartir su aceite con las necias, y eso no nos suena muy cristiano, ¿verdad? ¡Y, sin embargo, son las premiadas! ¿Cómo se come eso?

Es que no nos hemos de fijar en las prudentes. Sí, hay que estar preparado, no hay que confiar en que tendremos tiempo y estaremos en condiciones cuando llegue la hora de la verdad, pero si ésa fuera la enseñanza clave habría bastado con un relato tipo "¿acaso una doncella prudente no coge una alcuza extra de aceite, no sea que tarde el esposo, se le acabe el aceite y mientras va a comprar más aceite llegue el esposo, no la encuentre y se marche sin ella?". Todos habríamos entendido, hay que estar preparado porque no sabemos el día ni la hora y todas esas cosas. Y, sin embargo, están las necias.

Es que hemos de fijarnos en las necias, hemos de pensar que nosotros somos las necias. ¿Cuál fue el error de las necias? ¿No coger una alcuza extra? Sí, vale, ése es el error que las identifica como necias, si no serían prudentes, pero no es ése el error clave.

El error de las necias fue...

Pensar que las prudentes las ayudarían.

Ésa es la enseñanza. No pienses que, llegado el momento, alguien te ayudará, porque no. Y no porque las personas buenas en realidad sean malas, sino porque... es el mundo. Así es el mundo, y yo no puse las reglas.

Muchacho, no confíes en que los demás te van a ayudar. No bases tu esperanza en ello. Hacerlo es necedad.



F. Haendel - Israel in Egypt : "He sent a thick darkness"

miércoles, 6 de julio de 2022

Vergüenza torera

https://www.youtube.com/watch?v=z56qqu7u2BU 

 

 

La vergüenza es la autoestima en la que uno valora su propio honor, su propia dignidad. A sí mismo. La conciencia que uno tiene, la nota que uno se da a sí mismo. Las cosas, si se hacen (o no) por vergüenza, es porque uno prefiere hacerlas antes que admitir que no (o que sí) las ha hecho. O que hacerlas mal o no tan bien como uno estima que debería hacerlas, si las hiciera (cantar, bailar, hablar otro idioma o en público,...). Por el contrario, alguien sin vergüenza, al realizar ciertas cosas (o dejar de hacerlas), revela que valora en muy poco su buen nombre. Aunque también pudiera ser que esa persona no temiera al fracaso, hasta el punto de que lo que a él le daría vergüenza no es hacerlo mal, sino no intentarlo: que no se diga. Y es que a veces lo importante es la actitud.

El principal valor del español, sea consciente o no de ello, es su honor. Su fama, su buen nombre. 

Por ejemplo: no es generosidad lo que hace que invitemos en el bar, de hecho a menudo el otro es tan pudiente como nosotros, sino nuestro nombre. También invitamos en esas situaciones en las que tenemos una teórica superioridad: el padre ante los hijos, el adulto ante los jóvenes, el vecino ante los foráneos. No oso preocupéis, yo os acerco (aunque suponga madrugar un domingo y hacer 400 km entre ida y vuelta). O, como me dijo mi padre en cierta ocasión en la que yo ya era independiente y quise pagar la comida: donde hay patrón no manda marinero (y hasta que mi padre no fue un anciano pensionista no dejó que yo pagara). 

También la colaboración de todos: a menudo colaboramos para que no se diga de nosotros que no lo hacemos. Aportamos, por lo mismo. Ofrecemos, por lo mismo. Cumplimos con nuestro deber, y hacemos lo que se espera de nosotros; pero no porque tengamos imbuida en nuestro espíritu la importancia del deber por el deber, como si fuéramos alemanes, sino porque nuestra fama sufriría un menoscabo definitivo si no lo hiciéramos. "Sí, muy valiente de boquilla, pero cuando llegó el momento...". De hecho, es la Historia española la que está llena de proezas singulares, realizadas por hombres (en solitario o en batallones) que hicieron mucho más de lo que se les exigía, de lo que se esperaba: el que defiende Filipinas hasta la muerte no lo hace porque crea en la dependencia de Filipinas, sino porque se le ha pedido que la defienda y nadie ha de poder decirle nunca que no hizo lo suficiente. Y también: despreciamos y vilipendiamos a nuestros deportistas, si no ganan.

Si lo pensamos bien, es uno de nuestros motores principales. Y aún más: valoramos muy mal al que no se comporta así.

Y les diré una cosa: me parece muy bien. Así hemos de actuar: hemos de vivir de manera que seamos irreprochables. Que no se nos pueda decir (que no podamos decirnos a nosotros mismos) que no hicimos lo correcto. Que nadie pueda nunca decir una palabra mala de nosotros.

Vamos con los toreros.

En este país hay dos bandos: los que creen que el torero no se arrima y los que opinan que qué barbaridad, el asesino torturando hasta la muerte al inocente animal. Desde el albero, en cambio, las cosas se ven diferentes. Muy diferentes. Y con razón. Lo que sabe el torero es que por esa puerta va a salir un morlaco que puede matarle sin esfuerzo, y sólo su habilidad le salvará. Casi seguro que le ha pasado antes, que no ha sido suficientemente bueno, y las cicatrices que tiene por todo el cuerpo se lo recuerdan. ¿Por qué está ahí, delante del portón, esperando? ¿Por qué no echa a correr al burladero, suelta los trastos y que toree la madre del señor ése del tendido 18 que grita que no se arrima?

Pues porque... precisamente. ¿Qué dirían todos si lo hiciera? No, el torero dijo que torearía el toro y no puede retractarse. Está en juego su nombre. Así que hace de tripas corazón y, como dice el dicho, valor y al toro.

Y torea. Por vergüenza torera.

Por eso los toreros son unos héroes entre nosotros (aunque sé y me entristece que el odio a lo español que nos domina porque el otro lo es y ante todo nosotros odiamos al otro está eliminando de nuestra cultura - nuestra visión del mundo - las referencias taurinas). Porque a nosotros puede que nos dé vergüenza bailar o hablar en público y no venzamos nuestro miedo a hacerlo mal, pero el torero vence su miedo a morir.



Emmylou Harris - Red dirt girl

viernes, 10 de junio de 2022

Desengáñese, García

https://www.youtube.com/watch?v=afLdNKJa9Is 

 

 

El otro día coincidí por un tema de una obra de hace años con el arquitecto que la llevaba. Ya entonces debía estar jubilado, pero seguía. Y ya entonces me admiraba su profunda cultura, y sigue. Hasta el punto que tuve que decírselo. La riqueza del léxico que empleaba, y el conocimiento que denotaba. Yo tengo un léxico amplio y variado, y conocía el valor exacto de algunas palabras que empleó y que además empleó con su sentido exacto, pero no se me hubiera ocurrido emplearlas en una conversación: habría empleado palabras más comunes, más comodines también. Y tampoco, en un momento dado, habría definido la impresión que nos dio una visión de una escalera que estaba detrás de unos cristales aludiendo a su parecido con Laoconte y sus hijos. Claro que al instante supe a qué se refería y le reconocí el parecido, faltaría más, pero jamás de los jamases habría mi cerebro extraido esa imagen de su archivo para emplearla como comparación con la sensación que daba. Puede que ese arquitecto y yo estemos en las antípodas políticas (que lo estamos), pero es un placer hablar con él.

Sirva este preámbulo para introducir porqué he titulado el artículo "desengáñese, García": me encanta esa expresión. La cita correcta, huelga decirlo, no es con García, pero es que no voy por la frase de marras, sino por el verbo: desengáñese. Desengañar, dice la RAE, tiene dos acepciones: la primera es la obvia, "hacer reconocer el engaño o el error"; pero la segunda es mi favorita y mi razón hoy: "quitar esperanzas o ilusiones".

Quítese las esperanzas, García. Abandone sus ilusiones.

¿Por qué? Porque no hay remedio. Ya es tarde.

Es una sensación que tengo desde hace más de 40 años, pero no era consciente de la causa principal, hasta mi reflexión de hoy.

En realidad, no importan las leyes de educación. Sí, bueno, un poco sí importan. Es bueno aprender. Saber qué es Laoconte y sus hijos puede que no tenga mucha utilidad práctica, pero es bueno saberlo. Y es un conocimiento que no es espontáneo, hay que enseñarlo. Hay que transmitirlo o se perderá. Pero en el cuadro general, el conocimiento que tengamos o dejemos de tener no es lo más importante. Lo importante son los valores que tenemos y que transmitimos a nuestros descendientes. O los valores que ya no tenemos y que ya no transmitimos a los descendientes. El respeto. El esfuerzo. La responsabilidad. La autoexigencia. La honestidad. El obrar pensando en lo que pensaré después. La entrega, la abnegación, tantos valores... Los valores se enseñan viviendo, practicándolos. Por eso, no podemos enseñar aquellos de los que carecemos; por ejemplo, no podemos transmitir que carpe diem se interprete con el sentido de esfuérzate ahora si nosotros lo vivimos con el sentido de disfruta ahora, o la virtud de la austeridad si derrochamos. Y los valores, desengañémonos, los hemos perdido hace mucho. Hace tanto, que los que ahora son maestros ya no los tienen. Quedan algunos mohicanos, sí, pero la batalla está ya decantada y la vamos a perder.

Desengáñese, García.

 

 

 

 

Emmylou Harris - Bang the drum slowly


domingo, 20 de marzo de 2022

Sobre el Estado autonómico

https://www.youtube.com/watch?v=E1JZC6dJcX4 

 

 

Creo que fue el Emiliano, mi profesor de matemáticas en esa tierna edad de los 11 y 12 años, quien nos contó la historia de los Horacios y los Curiacios: en los inicios de la antigua Roma, entran en guerra con la ciudad vecina y deciden, civilizados ellos, que bastaría el combate entre tres elegidos de cada pueblo. Los de Roma son los tres hermanos Horacio, pero éstos son derrotados. Uno de ellos consigue escapar y le persiguen los tres rivales, y lo que hace el hermano es conseguir separar a los tres Curiacios, enfrentarse a ellos por separado y así les vence. De ahí divide y vencerás. No sé porqué la enseñanza nos la dio el profesor de Matemáticas, pero nos enseñó muchas otras cosas así que me da igual.

La clave del éxito de un pueblo, de un país, es la cohesión entre sus habitantes. La conciencia de ser todos miembros del mismo, de buscar un interés común. Los habitantes del país, como nos enseña la historia de los Horacios, deben permanecer unidos.

Recordaba el otro día, en mi entrada sobre nuestro nacional complejo de inferioridad, la vida de Bessel y la sensación de que sería imposible en nuestro solar patrio. Reflexionando sobre ello, me llamó la atención la tremenda colaboración que se daban entre sí todos los teutones. 

Y en la España actual sería inimaginable.

Claro, la excusa habitual de los españoles, ignorantes como somos, es que nuestra guerra civil fue lo peor de lo peor y que nos destruyó internamente. Pues la guerra civil fue una discusión con palabras gruesas comparada con la guerra de los Treinta Años, que es como conoce la Historia lo que no fue sino una guerra civil alemana en la que se inmiscuyó España, gendarme entonces del mundo, y el resto de las naciones decidió meterse también para perjudicar a España (Austria no cuenta porque era parte entonces del ámbito alemán). Y, sin embargo, tras la paz de Westfalia pelillos a la mar. Es porque, aunque los alemanes en el siglo XVII no fueran un solo país (a los ojos de los españoles actuales), sí lo eran. Ellos nunca lo dudaron.

Siempre me hizo gracia que Alemania se dijera en alemán Deutschland. Porque se traduce como "la tierra de los que hablan deutsch". Deutsch es "alemán" en alemán, y su país es la tierra de los que hablan alemán. En España es al revés, españoles somos los que vivimos en España, el español es el idioma que hablan los que viven en España. En nuestro caso, primero tuvo nombre el país, y por él sus habitantes. Este matiz, claro, se tornó peligroso hace 90 años, ya que para ellos, por definición, por su misma concepción del mundo, Deutschland era donde quiera que vivieran los que hablaran deutsch. Austria ("el reino del Este", en alemán) era tierra deutsch. Lógico, por tanto, el Anchluss, la anexión de Austria a Alemania. Y la anexión de los Sudetes, ya que si allí se hablaba alemán era tierra alemana (y también lógico que tras la segunda guerra mundial Checoslovaquia decidiera extirpar el idioma alemán de sus habitantes), y todo lo que siguió después. 

Cuando yo era chico, España era una, grande y libre. Había regiones, pero eso era todo. Uno vivía en una región, pero eso no le convertía a uno en regional de allí. O sí, pero de manera distinta a como es ahora: uno pasaba, de manera automática, a ser regional de allí. Y, como mucho, conservaba en su historial el de qué región era su origen. Si uno vivía en Zaragoza se le consideraba aragonés, aunque antes hubiera vivido en Santander, en Oviedo, en Salamanca y en Toledo. Y si había nacido en Plasencia, se le consideraría "de Extremadura". Aragonés de origen extremeño, andaluz de origen catalán, catalán de origen andaluz. Había personas que no se movían nunca de su terruño, claro, pero había muchas personas que cambiaban. Yo mismo, sin ir más lejos. Mis padres. Algunos de mis abuelos. De mis bisabuelos. En aquella época se era "español de tal sitio".

Ya no más. Incluso se me hace difícil explicarlo a quien no lo hubiera vivido.

Ahora vivimos en lo que llamamos Estado autonómico. 

Llevamos más de cuarenta años de autonomías, así que ya podemos, todos, opinar con conocimiento si ha sido una buena idea o no.

Estados Unidos se declaró independiente en 1775. Su Constitución se aprobó en 1788. Quiero decir, no se dieron prisa en redactarla. Sus padres fundadores, políticos extraordinarios, pensaron el texto y sobre todo lo discutieron mucho, y el resultado fue una Constitución sencillísima que ha regulado un país de dimensiones y diversidad extraordinaria (ya me dirán qué tienen en común Alaska y Florida, Vermont y Hawai, Arizona y Minesota, Tejas y Delaware), tanto en las postrimerías del siglo XVIII como en los siglos XIX y XX y, podemos asegurar, XXI. Pero en España tuvimos prisa, siempre mala consejera. Ni siquiera las Cortes que la redactaron (entiéndase) eran Cortes constituyentes, las elecciones de 1977 fueron para diputados y senadores en las "Cortes Españolas", sin más. Al año siguiente se votó la Constitución; yo creo que fue todo demasiado precipitado.

El sistema autonómico tiene una cosa buena. Una cosa buenísima, que basta por sí sola para mantenerlo. Despreciando el poder municipal, que en realidad se ocupa de las mezquindades de nuestra vida, si no hubiera autonomías todo el poder lo tendría el gobierno central. ¿Se imaginan ustedes lo que habría sido de nosotros si Sánchez y Pablo Iglesias hubieran podido mandarnos sin ningún poder que se interpusiera, que les marcara unos límites de hasta dónde podían llegar? El Estado Autonómico es la garantía de que los errores no serán absolutos. Sí, vale, también consigue que los aciertos no sean plenos, pero creo que todos estamos de acuerdo en que nuestros errores van a ser muchos más y mucho más gordos que nuestros aciertos.

Las cosas malas del sistema autonómico... Muchas las sabemos, somos conscientes. Otras no.

El gasto inútil. Un Defensor del Pueblo nacional, más 17 Defensores del Pueblo autonómico, más no sé cuántos locales (la ciudad de Barcelona tiene el suyo propio, por ejemplo).  Si los demás defensores han sido como el catalán, no hay más que añadir señoría y pedimos la silla eléctrica. 17 organismos para regular la caza. 17 dinastías de presidentes autonómicos, con sus palacios, sus expresidentes, oficinas de expresidentes, personal de las oficinas de expresidentes,... 17 agencias meteorológicas, 17 institutos geológicos, 17 departamentos de astronomía,... La lista de gastos inútiles daría varias vueltas al mundo: el estatuto catalán contempla incluso nuestro propia oficina de patentes (y lo glosé en 2011, cuando empecé con el blog: Oficina de patentes).

Por ejemplo, las normativas. Por sí sola, la diversidad de reglamentos justificaría que se anulara el sistema y se volviera al centralismo.

Pero, en mi opinión, lo peor del sistema autonómico es que ha traido la división. No sé si era previsible o no, imagino que agudos conocedores de la psique española lo verían venir, pero cada autonomía se ha dedicado a convencer a sus gobernados que ellos eran un ente propio. Que ellos eran de esa autonomía, diferentes a los demás que son, obvio, de otra autonomía. Rompiendo la unidad. Rápidamente triunfaron los que decían que iban a Madrid a defender los intereses de ellos, su pueblo, frente a los demás (obviamente los demás pueblos de España). 40 años después, la opinión general es que los políticos de cada autonomía lo que han de hacer es luchar contra los políticos de las otras autonomías para conseguir la mayor porción posible de tarta. Y si no luchan por ello, entonces son unos vendidos y unos traidores que nos han engañado. Nadie quiere algo que beneficie a los demás si no nos beneficia a nosotros. 

Lo que ha hecho el Estado autonómico ha sido reforzar los vínculos e identidades regionales, debilitando cuando no destruyendo en el proceso los vínculos nacionales, de manera que podemos decir, 40 años después, que la cooperación nacional se ha roto.  

Entre los jóvenes quedan algunos lazos, la difuminada conciencia de que pertenecen a un mismo país, pero se desconocen entre sí. No conocen la geografía, la cultura o la idiosincrasia de otras regiones. Peor aún, ni se plantean el trasladarse a vivir allí.

Hoy, en Cataluña no aceptaríamos que viniera uno de fuera a gobernarnos, a dirigir un departamento de Educación o de Política Territorial o las universidades, e imagino que otro tanto ocurrirá en las demás autonomías. Se han vuelto endogámicas, como los países.

Esta pérdida de la cohesión nacional ha de ser, a la larga, lo peor. Los logros que conseguiríamos gracias a la ayuda de todos no van a darse. Lo que podríamos llegar a ser, no lo seremos. ¿Es éste el camino que estamos tomando? Y, si lo es, ¿lo queremos?

Mucha gente piensa que no pasa nada por convertirnos en países más pequeños. Dinamarca no es mucho más grande que Extremadura, Eslovenia es más pequeña que Valencia, Aragón es más grande que Estonia y Andalucía lo es que Austria.

Si yo pudiera, cambiaría las cosas. Si ha de haber 17 comunidades diferentes, adelante (aunque no veo la ventaja de Cantabria o La Rioja, por ejemplo). Pero les quitaría su poder legislativo. Que fueran como los ayuntamientos, que pueden sacar sus ordenanzas municipales, pero en cuestiones obvias y muy acotadas. Que haya un presidente, elegido por los ciudadanos, que tuviera su cohorte de consejeros y departamentos, pero configurando la administración autonómica como una gestoría. Como una rama del Poder Ejecutivo en la comunidad, una delegación. Se les dan unas competencias, a todos las mismas, y que las gestionen. Pero el reglamento con el que se gestionan, el mismo para todas. Las leyes, que sigan siendo las mismas para todos. Sí, los ayuntamientos hacen sus ordenanzas municipales y sus presupuestos anuales, y las administraciones autonómicas harían lo equivalente en su nivel, pero hasta ahí. Nada de Parlamentos regionales. Nada de que se inventen sus propios chiringuitos, sus agencias, observatorios, institutos y demás zarandajas. Se les asignaría a cada autonomía un presupuesto general en Madrid, y que cada una termine de desarrollarlo. Por supuesto, quitaría la simbología, himnos y banderas sobre todo, y los honores: a fin de cuentas, son gestores, no los representantes de cada pueblo. No dioses, sino las personas elegidas por los ciudadanos para gestionar los caudales públicos durante cuatro años. Menos ínfulas. La política, que se haga en Madrid; aquí, los hechos.

De hecho, intentaría que los ciudadanos vieran a su administración autonómica como eso, los gestores de los caudales públicos. Podría haber elecciones cada año, pongamos en noviembre: se anuncia en octubre o septiembre las líneas maestras del presupuesto para el año siguiente (por ejemplo: tanto para Sanidad, desglosado en tanto para infraestructuras sanitarias, tanto para equipamiento, tanto para formación y tanto para gastos corrientes, y ya está), cada partido explica a los ciudadanos cómo lo gestionará, se vota en noviembre el partido que gestionará (como no habría parlamento sería lógico que fuera en dos vueltas), trámites legales y el 1 de enero empiezan los gestores de ese año. ¿Autonomía? Claro que sí. ¿Rendición de cuentas anual? La verdadera, ante los electores, no ante un parlamento que es en realidad la misma administración. Y no pasa nada porque sea anual: también se paga la renta cada año, y dura mucho más la campaña de la renta que la electoral.

El tema de impuestos debería seguir un patrón similar. Ya hay impuestos que los establecen los ayuntamientos, como las tasas de residuos o el impuesto de circulación; pues lo mismo, en un nivel autonómico. Las licencias de caza, los derechos de amarre en puertos, pero también las tasas que quisieran gravar. ¿Que quieren cobrar un impuesto extra por vivir en La Rioja? No problema, allá ellos. Si están contentos con lo que obtienen a cambio... Así que si un partido opina que la porción que les toca del reparto central no es suficiente para lo que quieren hacer, son libres de proponer en las elecciones de ese año un nuevo impuesto especial a sus votantes. Y si lo son buenas ideas, ganarían: también en la escuela concertada los padres aceptan pagar extras, pues aprecian las ventajas, mejores ordenadores, aulas más confortables, esas cosas. Los ciudadanos no nos oponemos a pagar, nos oponemos a que despilfarren lo que nos cobran.

¿Serviría un sistema así para defendernos del poder central? En muchas cosas, claro que no. Al igual que ahora: el código de circulación se sigue decidiendo en Madrid. Pero al acercar la gestión de lo que se hace, y con ello la decisión de lo que se hace, pienso que en muchas cosas sí. 

¿Conseguiría reconvertir las autonomías recuperar la cohesión nacional? No lo sé. Pero al menos no seguiríamos recorriendo el camino que nos lleva al desastre.




Rafael Amor - No me llames extranjero

 

viernes, 18 de marzo de 2022

La arena de la playa

https://www.youtube.com/watch?v=nfClieME7Yw 

 

 

En cierta ocasión me bañé en el mar Báltico, y la playa no era de arena, sino de hierba. Y había árboles suficientes para estar a su sombra, si se quisiera. Pero por lo general las playas las asociamos a la arena. Y en España esa arena, en verano, arde. Todos tenemos vívidos recuerdos de nosotros mismos intentando recorrer los metros que había entre la zona cercana al agua, de suelo fresco, y lo que hubiera más allá de la arena, y de esos 100, 200 ó 300 m en los que el calor de la arena nos quemaba los pies. Porque todos hemos sido niños, y es natural en los niños el no hacer caso a los mayores y no ponerse las chancletas, las sandalias o el calzado que sea, e intentar cruzar el desierto descalzos. El niño no aprende de la experiencia del día anterior, y como donde empieza su caminata no le arden los pies, cree siempre que no le van a arder. Y cuando es joven y lo recuerda, siempre cree que esta vez sí lo aguantará, que no será para tanto.

Una observación importante: en las últimas décadas se han construido, en multitud de playas, un camino de madera que acostumbra a llegar hasta más o menos la mitad de la franja de arena. No se puede enlosar toda la playa, claro, pero estos entablados reducen el suplicio pedestre a la mitad; algo es algo. También es señal de que nos hemos vuelto más sibaritas y nos sobra el dinero (o lo gastamos de modo equivocado), pues asombra que mejorar esos accesos sean una prioridad.

Vivo cerca de colegios. Veo, por la mañana y por las tardes, a muchos padres (y madres) acompañando a sus hijos. Muchos de los adultos llevan, ellos, las mochilas de los niños. Me argumentarán que las mochilas pesan mucho para los pequeños, que a ellos en cambio no les cuesta, que pobrecitos su espalda, cosas así. También veo a padres (madres) empujando las sillitas en las que llevan a sus niños y algunos de esos niños parece que van a presentarles a sus novias. Les esperan en la puerta del colegio, y lo primero es ofrecerles la merienda. ¿No pueden esperar los chavales a llegar a sus casas? Y esas meriendas: pocas veces es un bocadillo de pan que haya que morder. Plegándose, sin duda, a los deseos de sus hijos.

Ya no se ven niños con las rodillas o los codos magullados por las caídas en bici o patinando: van con protecciones, casco, rodilleras. No sea que se hagan daño. Ya solo pueden trepar a los árboles con un arnés de seguridad y enganchados a una línea de vida. Para saltar en un charco necesitan una autorización previa firmada por sus padres, y además no se les puede dejar solos, han de estar siempre con la vigilancia de un adulto.

En las últimas décadas se ha impuesto, como criterio de educación, que los padres (pero también la sociedad) hemos de hacer todo lo posible para que nuestros hijos no se quemen los pies en la arena de la playa. La pregunta que nos tenemos que hacer es si esta actitud es positiva. O, por el contrario, si no les estamos haciendo ningún favor. En mi opinión, son los niños los que deben llevar sus propias mochilas. Y espabilarse y aprender a aguantar el caminar. Y a contenerse, a esperar, no todo puede ser inmediato. Han de llevar sus platos y vasos a la cocina, echar la ropa sucia al cesto, ordenar su habitación, ser responsable de sus cosas. Entiendo que los padres no quieran que sus hijos sufran, y pueden discutirme que no ven el valor educativo de que el niño acarree una mochila o se haga una herida si se cae de la bici. ¿Cómo explicarles que todas esas adversidades, que en realidad no son, sabemos los adultos, más que minucias sin importancia, son las que les prepararán para afrontar las verdaderas? ¿Cómo explicarles que una sociedad cuyos miembros no están preparados para afrontar las adversidades personales no está (la sociedad) preparada para afrontar las adversidades globales? ¿Cómo explicarles que una sociedad que no sabe afrontar la adversidad se convierte en una sociedad decadente? ¿Cómo explicarles que están educando decadentes? No se puede. Ya vivimos en una sociedad decadente, ya somos todos unos decadentes.

Y, sobre todo, que no nos falte la botellita de agua al lado. No sea que en algún momento tengamos sed.

 

 

 

John Denver - Thank God I'm a country boy (versión de Home Free)

domingo, 6 de marzo de 2022

Sesgo en Wikipedia y posverdad

https://www.youtube.com/watch?v=qI1WcylNEuY 

 

 

Nos guste o no, Wikipedia es ya un estándar. Es ya la enciclopedia que todos tenemos; donde está el saber humano. Y ese ser el estándar ha desembocado no sólo en que lo que es, está, sino incluso en que lo que está, es. Lo primero, tristemente, está convirtiendo a Wikipedia en el depositario de nuestro conocimiento: si algo no tiene su entrada en la wikipedia, su conocimiento acabará perdiéndose. Pero lo segundo es aún más preocupante, pues nuestra identificación entre ser y tener una entrada en la Wikipedia nos lleva, inconscientemente, a identificar lo que dice Wikipedia con lo que realmente es. Por ejemplo, si Wikipedia dice que el río Yeyuayo mide 1.258 km, el río Yeyuayó mide 1.258 km. Aunque mida en realidad 1.400 ó 1.200.

A veces uno se encuentra con esto:

Según Wikipedia, Batista era un dictador; Castro, no, aunque tuvo el poder en su país durante casi 50 años. Nos avisa, eso sí, que hay algunos fanáticos - a los que no hay que hacerles mucho caso- que dicen que entra dentro de la categoría de dictador, pero es porque se dejan llevar por su inquina.

Si miramos la entrada de Hugo Chávez, Wikipedia nos informa que "Hugo Rafael Chávez Frías (Sabaneta, 28 de julio de 1954-Caracas, 5 de marzo de 2013) fue un político y militar venezolano, presidente de Venezuela desde 1999 hasta su fallecimiento en 2013". A Chávez ya le conocemos todos, y sabemos que dejó de ser el mandamás porque se murió, que si no aún seguiría. A su sucesor designado, Maduro, la Wikipedia le define como "un político, diplomático y dirigente sindical venezolano que ha ejercido como ministro de relaciones exteriores entre 2006 y 2012, como vicepresidente de la república desde 2012 al 2013 y presidente de Venezuela durante el período 2013-20195​ y el periodo presidencial 2019-2025,6​ este último con reconocimiento parcial de su mandato". Como ven, ninguno de los dos es un dictador.

En cambio, no duda en señalar como dictador a uno de derechas: "Augusto José Ramón Pinochet Ugarte (Valparaíso, 25 de noviembre de 1915-Santiago, 10 de diciembre de 2006) fue un militar, político y dictador chileno en el período comprendido entre 1973 y 1990".

¿Ven algún tipo de patrón aquí? No sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que para los escritores de la wikipedia (y por lo tanto y en la práctica, para Wikipedia) cuando el político es de derechas es malo, y un dictador, y si es de izquierdas es bueno, y en ese caso es sólo un político.

El tema no va de si las entradas sobre los políticos citados son correctas o sesgadas, sino de si es admisible. ¿Hay sesgo en Wikipedia? Ya vemos que sí. Teniendo en cuenta que se va a convertir en los anales de nuestro tiempo, ¿no deberíamos exigirle una objetividad ultraexquisita? Y me dirán que es que no está claro que Castro fuera un dictador, ya se ve que hay gente que opina que no, y en cambio sí hay consenso en que Batista lo era, pero no cuela. O todos tirios o todos troyanos.

Los escritores de Wikipedia, cuando tratan temas controvertidos (no la longitud del río Yeyuayo), deberían dejar a un lado sus filias y sus fobias. Y, si no se ven capaces, no deberían tratar esos temas, deben inhibirse. Y los grandes gestores de Wikipedia deberían tener esa política como un principio sagrado, porque su responsabilidad es muy grande. El prestigio es casi como la honra, que es como un plato de porcelana: si se rompe, puede intentar recomponerse, pero no va a ser como antes. Y puede, incluso, ocurrirle como al cine español, que ya apenas hay un español que lo quiera ver, no porque las películas sean malas sino porque es cine español.

La segunda reflexión que me hago es la constatación de que hemos dejado que sea una parte, y una parte muy muy escorada, la que cuente las cosas. Que las cuenta a su manera, muy muy escorada, y los demás callamos. Los que no conocen las cosas, y les escuchan, creen que efectivamente las cosas fueron así. Y a partir de entonces hemos de discutir con personas que sinceramente creen que fueron así, no vayamos a contarles ahora mentiras que ellos lo saben de primera mano.

Posverdad. Crece y circula delante de nuestras narices, y no nos damos cuenta. O sí, pero no hacemos nada, que es aún peor.

 

Por si acaso: el río Yeyuayo no existe, pero me gusta como suena.



Barbra Streisand - Woman in love