miércoles, 6 de julio de 2022

Vergüenza torera

https://www.youtube.com/watch?v=z56qqu7u2BU 

 

 

La vergüenza es la autoestima en la que uno valora su propio honor, su propia dignidad. A sí mismo. La conciencia que uno tiene, la nota que uno se da a sí mismo. Las cosas, si se hacen (o no) por vergüenza, es porque uno prefiere hacerlas antes que admitir que no (o que sí) las ha hecho. O que hacerlas mal o no tan bien como uno estima que debería hacerlas, si las hiciera (cantar, bailar, hablar otro idioma o en público,...). Por el contrario, alguien sin vergüenza, al realizar ciertas cosas (o dejar de hacerlas), revela que valora en muy poco su buen nombre. Aunque también pudiera ser que esa persona no temiera al fracaso, hasta el punto de que lo que a él le daría vergüenza no es hacerlo mal, sino no intentarlo: que no se diga. Y es que a veces lo importante es la actitud.

El principal valor del español, sea consciente o no de ello, es su honor. Su fama, su buen nombre. 

Por ejemplo: no es generosidad lo que hace que invitemos en el bar, de hecho a menudo el otro es tan pudiente como nosotros, sino nuestro nombre. También invitamos en esas situaciones en las que tenemos una teórica superioridad: el padre ante los hijos, el adulto ante los jóvenes, el vecino ante los foráneos. No oso preocupéis, yo os acerco (aunque suponga madrugar un domingo y hacer 400 km entre ida y vuelta). O, como me dijo mi padre en cierta ocasión en la que yo ya era independiente y quise pagar la comida: donde hay patrón no manda marinero (y hasta que mi padre no fue un anciano pensionista no dejó que yo pagara). 

También la colaboración de todos: a menudo colaboramos para que no se diga de nosotros que no lo hacemos. Aportamos, por lo mismo. Ofrecemos, por lo mismo. Cumplimos con nuestro deber, y hacemos lo que se espera de nosotros; pero no porque tengamos imbuida en nuestro espíritu la importancia del deber por el deber, como si fuéramos alemanes, sino porque nuestra fama sufriría un menoscabo definitivo si no lo hiciéramos. "Sí, muy valiente de boquilla, pero cuando llegó el momento...". De hecho, es la Historia española la que está llena de proezas singulares, realizadas por hombres (en solitario o en batallones) que hicieron mucho más de lo que se les exigía, de lo que se esperaba: el que defiende Filipinas hasta la muerte no lo hace porque crea en la dependencia de Filipinas, sino porque se le ha pedido que la defienda y nadie ha de poder decirle nunca que no hizo lo suficiente. Y también: despreciamos y vilipendiamos a nuestros deportistas, si no ganan.

Si lo pensamos bien, es uno de nuestros motores principales. Y aún más: valoramos muy mal al que no se comporta así.

Y les diré una cosa: me parece muy bien. Así hemos de actuar: hemos de vivir de manera que seamos irreprochables. Que no se nos pueda decir (que no podamos decirnos a nosotros mismos) que no hicimos lo correcto. Que nadie pueda nunca decir una palabra mala de nosotros.

Vamos con los toreros.

En este país hay dos bandos: los que creen que el torero no se arrima y los que opinan que qué barbaridad, el asesino torturando hasta la muerte al inocente animal. Desde el albero, en cambio, las cosas se ven diferentes. Muy diferentes. Y con razón. Lo que sabe el torero es que por esa puerta va a salir un morlaco que puede matarle sin esfuerzo, y sólo su habilidad le salvará. Casi seguro que le ha pasado antes, que no ha sido suficientemente bueno, y las cicatrices que tiene por todo el cuerpo se lo recuerdan. ¿Por qué está ahí, delante del portón, esperando? ¿Por qué no echa a correr al burladero, suelta los trastos y que toree la madre del señor ése del tendido 18 que grita que no se arrima?

Pues porque... precisamente. ¿Qué dirían todos si lo hiciera? No, el torero dijo que torearía el toro y no puede retractarse. Está en juego su nombre. Así que hace de tripas corazón y, como dice el dicho, valor y al toro.

Y torea. Por vergüenza torera.

Por eso los toreros son unos héroes entre nosotros (aunque sé y me entristece que el odio a lo español que nos domina porque el otro lo es y ante todo nosotros odiamos al otro está eliminando de nuestra cultura - nuestra visión del mundo - las referencias taurinas). Porque a nosotros puede que nos dé vergüenza bailar o hablar en público y no venzamos nuestro miedo a hacerlo mal, pero el torero vence su miedo a morir.



Emmylou Harris - Red dirt girl

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