domingo, 23 de febrero de 2020

El español no acepta la derrota





El español no acepta la derrota jamás.

Y esto, que suena a virtud, me parece a mí una desgracia enorme.

Podría tomarse como una virtud.

A lo largo de su historia, el Ejército Español ha tenido innumerables victorias. Lo pueden confirmar moros, turcos, franceses, italianos, ingleses, alemanes, suecos,... pues no en balde pocas naciones ha habido más marrulleras que la piel de toro. Pero, en cambio, lo que apenas ha tenido son derrotas. Porque como no aceptamos jamás el haber sido derrotados, lo que tenemos son gestas gloriosas. No hace falta rememorar las heroicidades de Filipinas, Cuba o la División Azul, ni de la Guerra Civil; Zaragoza misma es ejemplo claro, pues tras la invasión napoleónica la ciudad se negó a aceptar el dominio francés. Con el resultado de que los franceses arrasaron Zaragoza como paso previo para dominarla. Sí, siempre que hemos perdido el enemigo nos ha cubierto de alabanzas. Pero...

¿Es eso una virtud? Creemos que sí, mas ¿qué ganamos con ello? ¿Qué ganó Numancia con su resistencia numantina o Sagunto con su resistencia (saguntina)? ¿La muerte de todos? ¿La destrucción de la ciudad? ¡Cuántas veces el solar patrio ha quedado arrasado por la obsesión española de no rendirse jamás!

Pero no es sólo una cuestión militar. Está tan enraizado en nuestra idiosincrasia que se manifiesta en todo momento. Por ejemplo, en la politica. En cualquier país el político que no gana unas elecciones lo deja y se va a su casa, que lo intente otro. Aquí no. Y no sólo siempre ganan todos las elecciones, sino que incluso cuando los hechos demuestran que no las han ganado los candidatos siguen, inasequibles al desaliento, presentándose una y otra vez con el mismo resultado.

Y el mismo afán que lleva al español a no admitir que ha perdido le hace, en consecuencia, incapaz de decir "vale, he perdido, lo haremos a tu manera y cuenta con mi apoyo para lo que necesites. ¿No es más normal que, por el contrario, el español rumie un "ríe ahora que puedes, que la cosa no ha acabado aún y pienso seguir trajinando para darle la vuelta a la tortilla"? ¡Cuántas veces nos consolamos con la frase de que el último ríe mejor, señal de que no se acepta la derrota!

¿Una virtud... o una desgracia enorme?




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