lunes, 10 de febrero de 2020

Un grano de arroz en el espacio





Siempre me ha interesado mucho la astronomía. Y dentro de su amplio campo, lo que más me ha interesado ha sido saber el cómo (el cómo saben, me refiero) y los púlsares y los cuásares. Estrellas, galaxias y agujeros negros están bien, no lo niego, pero los encuentro ¿cómo decirlo?... sencillos. En cambio, los púlsares y los cuásares no dejan de asombrarme preguntándome cómo es posible.

Por ejemplo: leo (aquí a partir de aquí) que han medido que el púlsar J0030 tiene una masa 1,4 veces la de nuestro Sol, un diámetro de 26 km y un periodo de rotación de 4,87 milisegundos. Este púlsar se encuentra a 1100 años luz, no aquí al lado, y... ¡caray! 4,87 milisegundos significa que da 205 vueltas por segundo. Una estrella, oigan. 

Por cierto  que el periodista comete un error clásico: dice en su artículo que el diámetro del J0030 es de 15 km, cuando debería haber dicho el radio.

He dicho al principio que me apasiona el cómo lo consiguen los astrónomos. Medir una bola de 26 km que está a 10.000 billones de kilómetros. Es como medir una pelota de 2,6 mm a mil millones de kilometros. Chupado, ¿no? Que gira 205 veces por segundo. 

Pero lo que más me divierte es lo del diámetro. Como sé la masa del Sol, no me cuesta nada calcular la densidad del púlsar: 3x1017 kg/m³. Dicho así no parece mucho, pero si nosotros tuviéramos esa densidad... bien, multiplique su peso por 3, piense que en vez de kilos son toneladas y multiplíquelo por cien mil millones: ése sería su peso. Si pesa usted 70 kilos, allí serían 21 billones de toneladas. No 21 millones, 21 billones.

Se lo diré de otra manera: el grano de arroz que aquí en la Tierra pesa 27 miligramos (y al que le supongo una densidad de 0,6), allí pesaría (entiéndase: tendría una masa) unos 14 millones de toneladas. Un grano de arroz, 14 millones de toneladas. 

El problema para entender estos números es la magnitud: no nos hacemos una idea de cuánto son 14 millones de toneladas, pero reducir el objeto tampoco le ilustraría: no sirve decir que un piojo pesaría un millón de toneladas, porque usted no concibe el peso real de un piojo. Tampoco sabemos qué distancia son mil millones de kilóometros. La explicación es que siendo nosotros finitos no podemos concebir el infinito (ésta es una razón para nuestra incapacidad de entender la idea de Dios). Y, para nuestra pequeña magnitud, un salto de escala como el que plantean los púlsares se antoja bastante a nuestro infinito: nos cae demasiado lejos.






Novo amore - Carry you
 

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