miércoles, 21 de junio de 2017

En la muerte de Iván Fandiño




Leo en El Periódico un breve que dice que Ivan Fandiño ha muerto. Que estaba haciendo un quite, tropezó y el toro le enganchó por detrás. Un pitón le atravesó un pulmón.

Haciendo un quite. Que un torero muera haciendo un quite es... la más espeluznante de todas las muertes de un torero.

Un quite es una ayuda. La palabra viene de la jerga taurina, pero es lo que significa. Lamentablemente, la jerga taurina se va perdiendo, y con ella me temo que también se perderá la palabra quite. El caso es que al leer que estaba haciendo un quite, pensé que el torero titular de ese toro habría tenido algún percance, quizás el toro lo habría volteado, y Fandiño habría salido presto a distraer al toro mientras el titular se recuperaba. El torero que ayuda no tiene que torear a ese toro. Imagino que mientras ve la faena de su compañero estudia al mismo tiempo al animal, pero en un quite como el que digo el torero reacciona en décimas de segundo. Sin pensarlo, salta a ruedo y cita al toro, que vaya a por él. Que muera en ese lance...

Luego me enteré que no fue exactamente así, que estaba en el turno de quites.

La lidia de un toro consta de tres tercios. En el primero, el torero tantea al toro. Lo hace correr de aquí para allá, intenta cansarlo un poco, pero sobre todo lo cala. Luego va el tercio de banderillas y el picador, y el último tercio es el de muleta, cuando el torero se enfrenta ya con el toro y hace la lidia que espera el público, hasta que decide que el toro no da más de sí y lo mata. En nuestro caso, el quite se produce en el lance del picador.

Un toro de lidia es un animal de más de 500 kg, puro músculo que se diría, que tiene dos cuernos afilados y un cuello "de toro" con los que los mueve con una fuerza y velocidad increíble. Antes de los pases de muleta, el torero necesita que al toro lo piquen, porque si no el toro aguanta más que el torero y no es plan. En este tercio, toreros a pie y a pecho descubierto citan al toro, y cuando éste les embiste lo recortan y le clavan dos banderillas. Las banderillas imponen si se ven de cerca, pero no es un gran daño para el toro, como no lo es una picadura de avispa para usted. Pero luego interviene el picador, y eso es ya otra cosa. Porque el picador le clava al toro una garrocha, y se la clava bien, cebándose. Busca hacer daño, que el animal sangre, que quede herido.

En tiempos, el lance del picador se hacía a caballo descubierto. La habilidad del picador con el caballo, con la garrocha y con la doma permitían que el toro no alcanzara al caballo; por desgracia, a menudo ni la habilidad del jinete ni la del caballo podían superar la lucha del toro y éste acababa despanzurrando al equino; nunca mejor dicho lo de despanzurrar, porque es exactamente lo que hacía, reventarle la panza con los cuernos. Parece ser que la muerte del caballo no era de interés y en 1928 (creo) se legisló que el caballo llevaría una coraza de mimbre que le protegería el cuerpo.

Fuente: Centro Etnográfico del toro de lidia

Sí, ahora el caballo es un tanque. Puede esperar la embestida del toro, y de hecho conviene que sea un caballo fuerte para aguantarla. ¡Qué diferencia con los caballos de los rejoneadores! 

Prueba gráfica de que no se necesita la coraza


El caso es que hoy en día el picador se sube a un caballo que apenas puede moverse y el toro lo embiste. Muy de vez en cuando, el toro puede más que el caballo y lo levanta y lo tira al suelo, y entonces el caballo tiene un problema, pero lo normal es que el toro se quede ahí, enganchado en el mimbre, mientras el picador aprovecha que tiene al toro donde quería para clavarle la garrocha donde más daño hace y cebarse, que el toro no se le va a ir. Jamás me ha gustado este lance.

Pues bien, cuando el toro ya está bien picado, el torero del siguiente toro tiene derecho a citar al toro y darle un pase, apartándolo del caballo y pasándoselo ya al torero titular. Esto es lo que se llama el turno de quites, y en este lance fue donde cayó Fandiño.

El turno de quite es un derecho; el torero puede cederlo, o mandar a alguno de su cuadrilla. O no esmerarse, citar al toro, un volantazo y a otra cosa, pero Fandiño había sido figura durante unos años, y ahora estaba intentando volver a lo alto del escalafón: estaba dando lo mejor de sí en todas las corridas, sin menospreciar ninguna plaza y a ningún público. Por eso, estaba en una pequeña plaza de un pueblecito francés. Trabajándoselo.

No he visto el vídeo, pero supongo que haría un bonito pase, con giro, y resbaló; creo que el toro le tocó con los cuartos traseros, y eso le desequilibraría dándole la espalda al toro. Y el toro era un toro de lidia.

No era su toro. Fandiño no iba a torear a ese toro. Debía cuidarse del siguiente, no de ése.

Admiramos a los deportistas porque consiguen hazañas que nosotros sólo soñamos. Gracias a su capacidad, su esfuerzo, su talento, hacen cosas ante las que sólo podemos decir ¡qué tío!

Y, sin embargo, nadie es más digno de admiración que un torero.

Los toros, en Cataluña, están prohibidos. Por españoles, es decir, por franquistas y antidemócratas. Parecido nivel de razonamiento tienen los antitaurinos, muchos de los cuales, sin duda, estarán ahora mismo dejando detalles de su elegancia en twitter y facebook, que parece que para eso están. ¡Ah, si meditaran sobre lo que es el toreo!



W. A. Mozart - Dies irae

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