Hace año y medio, quizá algo más, me encargaron el cálculo de una lámpara. Una lámpara de techo. Y al poco de entregarla, me encargaron otra, la del piso superior. A veces, los calculistas decimos que estamos calculando la pata de un sofá para explicar el poco trabajo que tenemos. En esta ocasión, de verdad se lo digo, el encargo fue una lámpara de techo.
¿Qué hay que calcular ahí?, se dirán. ¿El anclaje al techo, quizás?
No, no. Tenía que calcular la estructura interior de la lámpara. Aparte del anclaje al techo, claro. Pero el meollo era la estructura interior.
En mi descargo, tengo que decirles que la estructura soporte de la lámpara medía 17 metros de largo por 5 de ancho, y la lámpara tenía 8 niveles porque medía unos 8 metros de altura. Y, claro, hay que contar en cómo hacer el mantenimiento de la lámpara. Fue el perfecto ejemplo de idea parida por un arquitecto (en este caso, arquitecta prestigiosa) que necesita de ingenieros para llevarla a cabo.
El diseño de la lámpara era… cuasi-incomprensible. Raro. Complicado de entender (lo que quiere el arquitecto) y de resolver (lo que se puede hacer). Me reí mucho, despotriqué siempre que pude, acerca del retorcido diseño y el sin sentido que, a mi manera de ver, suponían esas lámparas, siendo que la necesidad de iluminación se podía resolver con los estándares del mercado de una manera rápida, cómoda y económica.
Hasta que el otro día se hizo la visita final de obra y vi la lámpara terminada.
Que dé luz (que la da) es lo de menos. Es impresionante. La arquitecta es un genio y yo soy un patán por carecer de la visión y la comprensión que a ella le sobra. Y así lo escribo, en mi reconocimiento de mi patanería.
Es posible que en el futuro tengan noticias de la lámpara, no me extrañaría; como mínimo, no me extrañaría que saliera en revistas de arquitectura, lo merece. También es posible que algún día estén bajo ella y se fijen en ella.
De ser así, acuérdense del mentecato ingeniero que la calculó. Que no supo ver el Moisés que había dentro de esa piedra. Pero es que sólo soy ingeniero. Y por cosas como ésta necesitamos a los arquitectos.
Elvis Presely - Burning love
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