martes, 26 de marzo de 2013

¿Nunca ha visto Mercurio?

Sí, hablo de Mercurio, el planeta, no de mercurio, el metal. El metal, si tiene usted ya una edad, seguro que lo ha tenido en la mano, en gotas, ha usado termómetros de mercurio y lo ha visto en barómetros y equipos similares. En cambio, si hablo del planeta, ¿usted cree que lo ha visto?

Sin duda, ha visto Venus. Es facilísimo. También habrá visto Marte y si ha tenido un poco de curiosidad, Júpiter. En cambio, ¿cree que ha visto Mercurio? Posiblemente no. 

Mercurio es difícil de ver. Es pequeño, lo que no ayuda. Está algo lejos, más que Venus, pero sobre todo, el principal problema, es que está entre el Sol y nosotros. ¿Y por qué es un problema? Pues porque de día sólo se ve el Sol y la Luna. No se ven estrellas ni planetas. Y, claro, cuando es de noche lo que vemos es lo que está al otro lado del Sol. Mercurio nunca está al otro lado del Sol, luego no se ve por la noche. Lógico, ¿no?

Con Venus ocurre algo parecido, pero está más cerca de nosotros y es más grande: tenemos posibilidades. Unos dicen que Venus es el lucero del alba, otros que es el lucero de la tarde. Y los dos tienen razón. Venus se ve o al amanecer o al anochecer, dependiendo de en qué punto de las órbitas estemos la Tierra y Venus. El ángulo que forma Venus (o cualquier otro astro), la Tierra en el vértice y el Sol e el otro lado se llama elongación. Pues bien, cuanto mayor es la elongación mayor es el ángulo relativo entre los tres astros y el resultado es que más alto en el cielo vemos el planeta. Si el ángulo es suficiente, cuando el Sol ya se ha puesto (o aún no ha salido), el planeta interior todavía está por encima del horizonte, y como refleja la luz del Sol conseguimos verlo. Con Venus es fácil, porque la elongación máxima llega a ser de 47 grados, con lo que con el Sol totalmente oculto y el cielo ya negro, Venus todavía tiene ángulo de elevación. 

De hecho, hay un hecho especial con Venus: se puede ver de día, como la Luna. No brilla tanto, pero sí lo suficiente, y si el día es muy claro y Venus está cerca de su elongación, y si además sabe dónde mirar, se puede ver. Y una vez que lo haya visto de día, se preguntará cómo es que no se había dado cuenta hasta ahora.

Más aún, he leído por ahí que Venus... incluso llega a generar sombras, como hace la Luna.

Con Mercurio pasa algo parecido. Brilla mucho, porque está muy cerca del Sol y refleja mucha luz. Pero su elongación es muy pequeña, 28 grados como máximo.

Pues bien, el próximo 31 de marzo Mercurio alcanzará su elongación máxima al amanecer. Es su oportunidad de buscarlo (hacia el Oeste); si no, tendrá que esperar a la siguiente (en el caso de Mercurio, son relativamente frecuentes, el próximo máximo será el 9 de octubre en el ocaso y el 14 de marzo al amanecer). Ya sé que la vida en la ciudad no facilita estas cosas, pero si tiene ocasión... haga el intento. El esfuerzo valdrá la pena.

(imagen copiada de http://astrofanaticos.wordpress.com/tag/el-planeta-mercurio/)

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