Yo, lo confieso, no tengo costumbre en esto de proclamar la independencia de un país tras siglos sojuzgado. Desconozco cuál es el protocolo, qué se tiene que hacer en estos casos. ¿Ir a la Plaza de Cataluña y saltar a la fuente? ¿Pegar botes? ¿Abrarzar y besar a todo quisqui que encuentre en la calle? ¿Apedrear el McDonalds? La verdad, encuentro indignante que las autoridades, siendo la plebe novata en esto de crear países, no nos dé instrucciones precisas de lo que hemos de hacer. ¡Ah, cuánto daño ha hecho la detención de los Chordis! ¡Esos sí que sabían dirigir coreografías para turbas!
El caso es que estoy un poco confuso, porque me esperaba más alegría. No sé, recuerdo cuando cayó el Muro de Berlín, la fiesta que se montó. Yo fui el verano siguiente y todavía duraba la euforia. Y cuando la reunificación, aquello fue un despoporre general. Puede alegarse, claro, que los alemanes, y en especial los comunistas, son gente de natural juerguista, dado a los excesos y a la celebración permanente: de nada hacen una fiesta. Nosotros, en cambio, pueblo sobrio y trabajador, poco amigo de juergas y francachelas donde los haya, somos más contenidos. Pero, por otra parte, cuando Iniesta metió el gol del Mundial, aquí se montó una celebración tal que nos quedamos todos alucinados. ¡Y lo que duró! Y sólo era un deporte.
Por eso digo que me esperaba más. ¡Qué caramba!, al menos que las autoridades hubieran decretado dos o tres días de fiesta, que los autobuses de línea fueran con banderitas, impresionantes fuegos artificiales, una gran rúa. Algo, por amor de Dios. Pero no. Nada. Siesos que somos.
¡Es que ni siquiera sé si somos o no somos independientes! Así me tiene mosqueado, tanta falta de celebraciones.
Esta mañana he ido a la panadería. Nada. He comprado el periódico. Luego, al mercado. Nada de nada. He comido en un Viena y he ido de compras a un centro comercial. Ni una palabra. Veo por la ventana a la gente caminar como cualquier otro sábado. ¿Será posible que nadie se haya enterado? No, eso no es posible. Entonces, ¿es que a nadie le importa? Esto también me cuesta de creer, con la de banderas y carteles diciendo "sí" que hay en mi barrio. ¿Qué me chirría, aquí?
Y es que me da la impresión que todos los actores actuaron con los dedos cruzados. En la mejor tradición catalana, todo fue impostura sin sustancia detrás. Todo boquilla de salón, nada en verdad. Más aún: en la retransmisión de
los "festejos", en todos los directos para contar "lo que está pasando",
TV3 sobreimpresionaba en una esquina la foto fija de las banderas del
Palacio de la Generalitat, supongo que esperando que llegara el momento
en que se arriara la bandera española. Y esa bandera son se arrió. De
hecho, aún sigue ahí. Curioso, ¿verdad?
Es posible que la respuesta esté en una mirada más atenta a lo que ha pasado.
Lo primero que uno tiene que notar es la tremenda, indescriptible, cobardía de Puigdemont. En todo este mes de octubre el tipo ni ha hecho nada ni ha dicho nada. Incluso cuando ha tenido que dar un discurso ha evitado hacerlo y, cuando le fue imposible, se las ha arreglado para darlo sin decir nada. Y los demás, lo mismo. Como mucho, declaraciones en entornos que les quitan toda trascendencia, todo valor.
Y todo esto, ¿por qué? Contestan los separatistas que es para evadir la acción de la justicia española. ¿Hay prueba más definitiva de que no ha habido declaración de independencia de verdad? En todo momento hemos estado sujetos a la legislación española, a su poder judicial y a su capacidad de castigarnos, y por eso actúan con pánico a la que les puede caer. Está clara la cosa, ¿no?
Lo más curioso es que uno puede pensar que los separatistas de a pie se están dando cuenta de la impostura de sus líderes y la condenan, ¡y no! Al contrario, les parece una jugada maestra. Quizá es que se contentan con chinchar a su odiada España, o que ya les está bien lo "cerca" que han estado de la independencia esta vez. A fin de cuentas, son los mismos que creen que en Cataluña no hay fractura social (porque Cataluña son ellos, los demás somos "gente de fuera que vive aquí"), que no hay adoctrinamiento en las escuelas, que son un dechado de democracia y que "su" prensa y TV3 no manipula, quien manipula es la otra prensa. Toda la otra, por cierto. Los separatistas viven en una realidad paralela, ésa es la verdad, y nosotros no podemos entenderlos.
Lo único cierto es que lo de aquí es sólo una mascarada.
Queda por último lo de la cuestión crematística. ¿Quién va a pagar todo esto? Por un lado, Cataluña es más pobre. Se han ido muchas empresas, y muy importantes. Es posible, incluso, que la lista no esté cerrada Esto, sin duda, tiene un coste (aunque los separatistas afirman que no, que no lo tiene, pero ya he dicho que ellos viven en otro mundo). Este coste lo pagaremos entre todos los catalanes, claro está. No lo van a pagar los protagonistas de este sarao. Y en cuanto a dichos protagonistas, tampoco tengo claro que ellos vayan a dar con sus huesos en la cárcel. Quiero creer que sí porque hay Justicia, pero... no las tengo todas conmigo.
Ahora, una cosa la tengo clarísima: todo esto, con Aznar, no habría sucedido.
Tchaikovsky - Vals de las flores