Desde luego, estos días se ha hablado mucho sobre Megaupload. ¿Tenían, derecho, no tenían derecho? ¿Qué pasará ahora? ¿Quién será el siguiente? o ¿qué era realmente Megaupload?
Yo, que de pirata tengo más bien poco, reconozco que he bajado cosas con megaupload unas cuantas veces. No muchas, sólo unos capítulos de mi serie favorita que me perdí en su momento y que me compraré cuando salgan (que yo creo que sí) en DVD. Moralmente yo no me considero un pirata, el contenido se emitió públicamente, yo quise verlo pero no lo conseguí y cuando ellos lo permitan yo regularizaría mi situación. En el interín, usé Megaupload. Y como ahora se habla mucho de ellos, pues he indagado por internet para enterarme qué era eso.
Megaupload era, en principio, un sitio donde almacenar archivos. Sin más. Como un guardamuebles o alquiler de trasteros, pero con archivos digitales. Tiene sentido: hoy en el despacho queríamos archivar un expediente de 66 gigas. Mucho espacio. E imagino que en proyectos de investigación universitarios y en megaproyectos tecnológicos con modelos computerizados con elementos finitos se gasta muchísimo más espacio; espacio que los servidores de los sitios donde están no pueden permitirse. Y Megaupload tenía más que mucho espacio. Tenía millones de gigas. Así que uno podía alquilar unos bytes y guardar en sus ordenadores la información. Megaupload, por supuesto, te daba una clave para poder acceder a esos archivos. Tú y tus colegas de proyecto.
Otra fuente de ingresos de Megaupload era por la publicidad. Tenía mucho tráfico, y generaba muchos ingresos. Y luego había gente que pagaba algo para tener un acceso mejorado, "Premium".
Por otro lado, si algo que estuviera almacenado allí generaba mucho tráfico, Megaupload recompensaba económicamente al almacenador; éste recibía una comisión y así se le incentivaba para que consiguiera más cosas que interesaran a la gente. El almacenador, sin conocimiento de Megaupload, colocaba la clave de acceso en otras páginas web (como seriesyonkies), que eran las que generaban tráfico para megaupload. Y, por cierto, estas webs también "subvencionaban" al aportador de la clave por el tráfico que lograra, y más si era el primero en conseguir ese contenido. Los aportadores de información, claramente, se lucraban. Aunque no tanto como Megaupload, al igual que no come lo mismo una hormiga y un elefante.
Hasta aquí, aparentemente todo banal. Megaupload no sabía qué había en esos archivos ni si su mera existencia era legal o no. Su uso era responsabilidad del almacenador. Megauload le daba la clave solamente a él; si luego el almacenador compartía la clave con seis millones de personas o no era cosa suya.
Bueno.
Esto es como si yo tuviera un hotel. Alquilo las habitaciones, y además tengo máquinas de autoservicio (bebidas, sandwiches, cafés,...) por todos los pasillos. La gente viene y alquila una habitación. Vienen con maletas, y de vez en cuando entran y salen. Ni tengo porqué saber qué hay en las maletas ni saber qué hacen dentro ni qué hacen fuera. Yo no soy responsable de eso.
Hay otros que vienen sin maletas o con maletas muy raras. Y que entra mucha gente a esa habitación. Por ejemplo, porque allí están haciendo una demostración de productos de Avon o presentando una nueva línea de zapatos a mayoristas. O incluso han alquilado una suite y la utilizan para realizar entrevistas de trabajo. Todo perfectamente legal. De hecho, como además vendo bebidas y café, estos clientes me interesan más que los de las maletas.
Pero es que hay algunos que alquilaron una habitación y vinieron sin maletas. Sólo trajeron una chinita de 12 años que se quedó en la habitación. Desde entonces no para de subir gente a esa habitación. Llegan de uno en uno, están quince minutos y se van. No me compran tabaco porque es ilegal, pero sí preservativos. Y el chorreo de gente es constante. El que trajo la chinita viene muy poco, y por lo que sé la chinita no ha vuelto a salir. Y cada vez tengo más habitaciones para chinitas, que las máquinas de autoservicio echan humo; tan es así, que le voy dando una pequeña comisión al de la chinita.
Por cierto, que si cualquier día leyera cualquier periódico vería, en las páginas pares y en las impares, que en mi hotel hay chinitas sumisas a quince euros.
¿Puedo decirle al juez que yo no sabía qué pasaba en la habitación y que no tenía ni idea de que se usaran las habitaciones para eso? Yo pensaba que eran turistas... Oiga, la ley y los leguleyos dirán lo que quieran y el dueño del hotel saldrá libre, pero mi juicio ético yo ya me lo he hecho (y coincide con el de usted).
Pues el de megaupload igual. Es imposible que ese tío no supiera qué se guardaba en sus servidores (que son archivos digitales, por favor) ni la gestión que se hacía con ellos. Es imposible del todo que él no supiera que cada segundo había miles (o millones) de personas viendo películas gratis almacenadas en sus servidores. Y una cosa es un usuario corriente y moliente que quiere ver "Tiburones de acero" (gran película, por cierto) que no hay manera de verla de forma legal, y otra cosa es Megaupload. No es lo mismo un niño de diez años que ve un episodio atrasado de Pokemon o Mickey Mouse y otra cosa es un negocio organizado de semejante escala. Aunque "la industria" y la SGAE quieran meter en la cárcel a ambos.
Por lo que respecta al futuro, no me preocupa. Cuando era joven, me grababa canciones de la radio en cintas de casette. Luego tuve amigos que tenían los discos originales - yo yambién - y nos los intercambiábamos para grabarlos. Cuando se pudo, me descargué música con Napster. Luego apareció el Emule, el Torrent y luego con Megaupload directamente te bajabas las discografías completas. En dos meses tendremos algo que dejará a Megaupload en tablillas de mármol, y si no al tiempo.
De todas formas, que lo sepan: hace un rato me he descargado de internet 75 obras de Isaac Asimov para leerlas con mi lector electrónico. ¿Porqué lo he hecho? Pues realmente, dado que ya las he leído y que además las tengo (seguramente todas) en papel comprado legalmente, lo he hecho por lo que apunté una vez: porque si no, para mí, esos relatos se perderían. Yo no lo veo (en mi caso) como pirateo, sino como copia para conservación de ejemplares adquiridos previo pago. Ya sé, ya sé, pero tampoco es para tanto: ¡no es como si me hubiera encendido un cigarrillo!
Así que tengamos las cosas claras: el malo no es el fumador sino la tabacalera que pone vaya usted a saber qué, y en este caso, el malo es Megaupload.
Post scriptum: el uso de megaupload para proyectos "legales" es teórico y suposición mía. Es posible que sólo fuera de aplicación en casos contados o incluso que no hubiera ni un solo caso real. Al igual que nadie se alojaba como turista en el "Saratoga" o el "Riviera" de Castelldefells y resto de establecimientos dedicados a la prostitución.