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domingo, 30 de junio de 2019

El caso Allison Stokke

Allison Stokke es una saltadora estadounidense de pértiga. Su problema es que, hará unos 12 años, durante una competición de nivel colegial cuando tenía 17 años, alguien (un fotoperiodista que cubría la competición) le hizo una fotografía. Esta fotografía:

(extraida de https://www.tiebreaker.com)
Una fotografía de una jovencita lozana, en ropa de deporte. Una foto bonita de una chica bonita; sus padres estarán orgullosos.

Los problemas empezaron cuando unos meses después (con Allison ya con los 18 años cumplidos), un reportero que tenía un blog en internet vio la foto y la publicó con el epígrafe "El salto de pértiga es sexi, (tanto que) apenas legal". Y la foto circuló en internet y se hizo viral. De repente Allison Stokke ya no era una saltadora de pértiga, sino una chica super sexi, toda una sex-symbol. ¿El problema? Que ella no quería.

Ella no quería ser una sex-symbol. Ella no quería que la gente viera en ella a una chica super sexi, sino a una persona normal que se esfuerza, a una atleta, una saltadora de pértiga. 

No entro en el tema del blog (que, como se pueden imaginar, se dedicaba a cosas como éstas; me lo imagino escribiendo un reportaje titulado "las nuevas chicas cañón del tenis americano", o de la natación, o de lo que sea). Es fácil imaginar el público que lee ese blog. En seguida, docenas de páginas web repitieron el mensaje: ¿te has dado cuenta lo buena que está Allison Stokke? Y aparecieron los clubes de fans con miles de seguidores, y luego los medios de comunicación, la CBS, todo eso. Desde el New York Times hasta el Los Ángeles Times. No había dónde esconderse.

No, las cuestiones que planteo son otras.

En primer lugar, las mujeres no quieren que las vean como máquinas de placer sexual. Puede que haya jovencitas descerebradas que sí lo quieren, y es verdad, con ese objetivo se visten y se comportan. O lo parece. Pero dejemos aparte a  estas pobrecitas: la inmensa mayoría de mujeres no lo quiere. Cuando interaccionan con varones no quieren que los varones las las evalúen en función del beneficio sexual esperable. Sin embargo, eso no quita para que quieran estar elegantes. Guapas. Quieran gustarse. Quieran verse y pensar que sí, que si quisieran sí podrían ser objetos de deseo sexual. Y esto es lo que deben entender los varones. Que el hecho de que, como Allison Stokke en la foto, tengan el aspecto de ser capaces de proporcionar un inmenso placer sexual no significa que no implica que quieran que como tales se las evalúe. No se ponen minifaldas para provocar, y no quieren provocar.

En segundo lugar, ¿qué les pasa a tantos hombres? Es natural que una mujer hermosa provoque una respuesta hormonal, pero el hombre no es un animal, ha de ser capaz de tener el autocontrol suficiente para no moverse por impulsos. Lo que pasa, creo yo, es que muchos hombres creen que deben expresar esa respuesta hormonada. De ahí el piropo, cuando aún campaba la educación, en público, y la procacidad ahora. Aunque con un matiz: las más de las veces, el piropo no es sino un reconocimiento a la hembra, una felicitación. Un gesto caballeroso, no una respuesta impulsiva, animal. La procacidad no responde a esa necesidad, al contrario: el objetivo inconfeso, de hecho inconsciente, no es halagar a la mujer, no busca que ésta se alegre como el piropo. No, es mostrar la hombría del insolente. Es un decir "esta mujer es natural que provoque respuesta en los varones, yo soy un varón y por lo tanto muestro esta respuesta. Porque, si no la muestro, ¿qué pensarán los demás de mí?". E incluso "si no la muestro, ¿no será que yo no...?". Y es que las insolencias siempre son en grupo, ante testigos. Sí, son desagradables para las mujeres que las sufren (y para los varones que observan y se contienen las ganas de intervenir). Pero, en realidad, no reflejan sino la propia inseguridad del varón sobre sí mismo.

El tercer punto es que no todo el monte es orégano. No todos los varones están inseguros respecto a su hombría, y no se debe, como intentan las feminazis, criminalizar a todos los varones por los pecados de unos cuantos. Dicho lo cual, lo cierto es que a todos nos gusta ver lo bello. Antes Helena que Quasimodo. Y nos gusta ver a las muchachas en su lozanía. Pero además, en muchas ocasiones lo que nos causa admirar la belleza es orgullo. Como el padre se siente orgulloso de lo buenos mozos y mozas que han crecido sus hijos, el agricultor de sus tomates y como estamos todos orgullosos de nuestros deportistas. Orgullosos, en el sentido de alegres, de satisfacción por comprobar que sí, que una vez más nuestros tomates son los mejores tomates, nuestros deportistas los mejores y nuestras mujeres las más hermosas. Por favor, feminazis, no criminalicen la admiración porque no hay nada malo en ella.



En fin. Han pasado 12 años, a lo largo de los cuales Allison Stokke ha desarrollado una carrera como saltadora de pértiga (la chica era buena), con las incidencias habituales en los atletas y esas cosas. Pero también ha tenido que luchar para que la gente la valorara como persona, quitarles la idea de que ojalá se la pudieran llevar a la cama. Y en esta lucha tiene todo mi apoyo.

sábado, 10 de febrero de 2018

El draft de 2003




El traspaso de Dwyane Wade de los Cleveland Cavaliers a Miami Heat me ha recordado lo bueno que fue su draft, el de 2003.

El deporte profesional americano funciona sobre la base de los drafts: cada año los equipos eligen por turno a los nuevos jugadores que se quieren incorporan "al oficio". El de la NBA, hace años, era de un porrón de rondas, pero ahora ya es de sólo dos, así que cada año seleccionan a 60 jugadores. Lo que no quiere decir que todos debuten, y mucho menos que hagan carrera.

EL caso es que, cada año, el draft despierta un interés enorme. Incluso llega a alterar  (y nadie se avergüenza de reconocerlo) el desempeño de los equipos en los partidos: llegan a querer perder, para estar mejor colocados en el draft: eligen primero los peores equipos. Es obvio que hay años buenos y malos, como los vinos; pero en general pasa como con las cosechas: casi todas son normales,  sólo que a unos les va mejor que a otros. Pero no es eso lo que les quita el sueño. No, es la posibilidad de que se repita el draft de 1969.

Insisto, los drafts, en general, no son determinantes. Si hay buenos jugadores, saldrán elegidos por unos u otros, pero el destino de un equipo no está, casi nunca, en el draft. Lo que pasa es que ha habido excepciones a esa regla, y eso es lo que quieren todos los equipos: que les pase a ellos.

La fiebre data de lo que pasó en 1969. Los dos peores equipos, Milwakee Bucks y Phoenix Suns, echaron a suertes con una moneda quién elegía primero. Ocurría entonces (y me temo que es el dato que cada año se le olvida a todo el mundo) que aquel año se podía elegir a Kareem Abdul Jabbar. Milwakee ganó la elección, ese año tuvieron el segundo mejor récord de la liga y llegaron a las semifinales. El equipo que el año anterior había sido el peor. Pero es que el año siguiente, el segundo de Kareem, ganaron el campeonato. Y los dos años siguientes fueron subcampeones. Efecto Kareem. La suerte del draft. Por cierto que los Suns eligieron a Neal Walk, que tuvo números correctos pero que pronto desapareció en la papelera de la Historia de la NBA.

Lo de Kareem no se volvió a repetir, pero ha habido aproximaciones: en 1974 Portland eligió a Bill Walton, que les ganó el campeonato en 1977. En 1978 los Celtics eligieron a Larry Bird (¡en sexto lugar!); Bird se incorporó un año más tarde, en 1979, pero en 1981 les llevó al campeonato. Y luego a otros dos. Y en 1979 los Lakers eligieron a Magic Johnson: haciendo pareja con Kareem Abdul Jabbar, ese año ganaron el campeonato.  Y mientras fueron pareja, ganaron 4 más. En el caso de Bird, es cierto que el tipo fue el líder del equipo y que la mejora que tuvieron en su primer año fue histórica (fueron, además, el mejor equipo del Este), pero hay que reconocer que en el draft de 1980 eligieron a Kevin McHale y ficharon a Robert Parish, todo ayudaba. Y con Magic también, los Lakers montaron un equipazo.

Podría añadirse a esa lista el draft de 1981: los Detroit Pistons eligieron a Isiah Thomas, que les dio tardes de gloria y dos campeonatos, en 1989 y 1990. Pero la espera fue de 8 años: el éxito no fue, por tanto, por el draft sino por la hábil política del club durante esos años.

Y luego está el drat de 1984. Se le suele considerar el mejor de la historia, y argumentos no le faltan. Veámoslos.

En primer lugar, se presentaba el entonces segundo Michael más famoso de los EE.UU. tras Michael Jackson: Michael Jordan. La NBA, además, vivía de la fama de Bird y Magic, ambos con los equipos que los habían elegido en el draft, así que todos los equipos buscaban e el draft el jugador que les hicera codearse con aquellos Celtics y Lakers (y los Sixers, pero ésa es otra historia). Lo que pasa es que en aquella época seguía vigente el criterio de buscar un nuevo Jabbar, y los primeros en elegir fueron los Rockets de Houston, que no eligieron a Jordan sino a un pivot nigeriano (pero que había liderado a la Universidad de Houston, lo conocían bien) llamado Akeem Olajuwon. Y fue una excelente elección: en el segundo año les llevó a la final. La perdieron, como perdería cualquiera ante esos Celtics de Bird, pero eso fue mucho más de lo que hicieron el resto de los jugadores del draft. Y, por si fuera poco, les dio dos campeonatos. Vale que fueron en su décima y undécima temporada, pero el tipo que lo hizo lo consiguieron en el draft. 

El deshonor lo tuvo Portland, que quería otro Walton y eligió en segundo lugar a Sam Bowie. Todavía se ríen de ellos.

El segundo gran nombre de ese draft fue Michael Jordan. Salió el tercero, y ganó 6 campeonatos. Pasa que empezó a ganar en su séptima temporada, y en las primeras temporadas el equipo no hizo nada digno de mención ni contaba para nada. Aunque  todos sabemos que el problema no era Jordan sino que el resto de jugadores no eran Jordan... ¡qué quieren que les diga! A mí me llaman la atención los tíos que llegan de chaval a un equipo y éste pega un estirón descomunal y, reconociendo todo lo bueno que era Jordan, ése no fue el caso.

El draft incluyó otros dos grandes nombres: John Stockton, elegido el 16ª, y Charles Barkley, el 5º. Stockton no ganó campeonatos, pero llevó al equipo a dos finales, y es sin discusión uno de los mejores bases de la historia. En Utah es su tótem, el mejor que han tenido nunca. Y, por cierto: es el jugador que más partidos ha jugado jamás con un mismo equipo. Y Barkley... bueno, el tampoco ganó ningún título y sólo llevó a su equipo a una final, pero es quizás el mejor jugador que nunca ha ganado el campeonato. Y si los ochenta fueron la década de Magic y Bird, los noventa fueron la de Jordan y Barkley. (chascarrillo: el ala-pivot Barkley medía 1,98, lo mismo que el escolta Jordan, solo que uno se fajaba con los más grandes y fuertes del otro equipo y el otro no). Podría escribir muchas cosas sobre Barkley (por ejemplo: parece ser que su altura real era... 1,93), pero hoy no va de eso. Quizá otro día.

El caso es que el del 84 fue un gran draft. Tanto que reavivó la fiebre por los drafts, sólo que ahora no se buscaba al nuevo Jabbar sino al próximo Jordan. Y, aunque no ha habido otro Jabbar, sí es cierto que ha habido otro Jordan: apareció en el draft de 2003.

Después del del 1984 hubo drafts que trajeron grandes jugadores. Algunos drafts, de hecho, prometieron (como el de 1992), pero luego no cumplieron. Y dos drafts cumplieron más allá de lo esperado, el de 1996 y el de 1997. 

El de 1996 incluyó a Kobe Bryant, cinco campeonatos con los Lakers. ¡Pero es que salió elegido el 13º, y además por los Hornets! Los Hornets no valoraron lo que habían elegido y 5 días después lo traspasaron a los Lakers. En general ese draft se considera muy bueno porque incluyó a muchos buenos jugadores, pero no dio la gloria a ningún equipo salvo a los Lakers. Eso sí, los títulos de los Lakers llegaron cuando ficharon a Saquille O'Neal como estrella con Bryant como segunda banana, así que a mí no me parece un draft extraordinario, uno de esos por los que arruinar la temporada. 

En cambio, el de 1997 sí lo fue. Por desgracia para todos los demás, sólo un equipo se lo olió: los San Antonio Spurs. Que eligieron en primer lugar a Tim Duncan. Al segundo año, éste les dió el primero de sus cinco títulos. Tim Duncan es el Stockton de San Antonio. Aparte de Duncan, el draft no dio mucho más de sí salvo Billups, que lo eligieron los Pistons. Pero el campeonato de Billups tardaría siete años en llegar, y Billlups, buen tipo, no fue nunca un jugador dominante. El caso de Duncan es de estudiar, pero entre que san Antonio es uno de los mercados más pequeños de la NBA, que el tipo es tímido de narices y que el juego del equipo era todo menos showtime, ganaban pero nadie sabía nunca cómo lo habían hecho... 

Pero el draft por excelencia fue el de 2003. Ese draft prometía, y cumplió. Mucho más de lo esperado, en mi opinión. Y, curiosamente, fue bastante parecido al de 1984. 

El primer elegido fue Lebron James. Nada que objetar. Ahora, el chico estaba un poco verde, sólo tenía 18 años, así que se comprende que tardara cuatro temporadas a llevar a su equipo a las Finales. Claro que el equipo era malísimo salvo él, y los Spurs de Duncan se lo comieron con patatas. Que luego les haya dado el título en 2016, todos lo sabemos, no es cosa del draft.

El segundo fue Darko Milicic. ¿Quién? Sí, Milicic. Lo eligieron los Pistons, y aquel año... ganaron el título. Y el chico no tenía aún 19 años (le faltaban días). Pero no se engañen: Milicic no tuvo absolutamente nada que ver. Los Pistons eran un buen equipo antes de elegirle (tuvieron la opción por cosas de traspasos). Ya digo, el chaval jugó 4,7 minutos de media en 34 partidos: los minutos de la basura, se llaman. Sus registros fueron paupérrimos y, al igual que con Bowie en el 84, las risas  y el bochorno de Detroit aún duran.

El tercero fue Carmelo Anthony. No sé porqué no fue el 2º. En fin, durante los primeros años había mucho interés en saber quién iba a ser mejor, si James o él; hace años que todos sabemos que era James. Anthony ha resultado ser un buen jugador, pero nada más. Uno de tantos buenos jugadores que ha habido y va a haber. Uno de tantos que jamás ganará ningún campeonato.

El cuarto fue Chris Bosh. Lo eligieron los Raptors. Con él ganaron muchos partidos, pero nada más. Se hartó y se fue.

Y el quinto fue Dwyane Wade. Mi hombre.

Lo eligieron los Miami Heats. Tres años después eran campeones y Wade el MVP de las Finales. Lebron sólo había conseguido llevar a los Cavs un año a la segunda ronda de los playoffs. Por comparar.

Claro que... lo de siempre. Las lesiones, algunas importantes, le impidieron brillar los años siguientes. Wade se recuperó, aunque ya no volvió a ser el mismo. 

En 2011 las cosas cambiaron en Miami: llegaron Lebron y Bosh, y jugaron cuatro finales seguidas ganando dos. ¿El mérito? De Wade, sin duda: Lebron y Bosh querían irse de sus equipos, hartos de no ganar, e ir a jugar con Wade les parecía una idea estupenda. No fue Wade el que dejó a su equipo para ir con Lebron, sino al revés. Así que la elección que hicieron en el draft de 2003 dio tres títulos a Miami.

En 2016 Wade se fue de Miami, por una cuestión de orgullo que no de dinero. Jugó un año en su Chicago natal, una jaula de grillos, y luego en Cleveland, reclamado por su amigo Lebron. El otro día volvió a Miami. Y el público lo recibió con la gran ovación que merecía.

Dwyane Wade es el Stockton de Miami. Y yo soy un superfan. Wade ya está viejo, tiene 36 años, pero espero que aún les dé tardes de gloria. Es una leyenda, y hemos de aprovechar los últimos partidos que aún podemos verle.

Y, sí, por Lebron y por Wade, el draft de 2003 fue un draft excelente.





The dead South - In hell I'll be in good company

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Froome se dopa




Lo escribí con toda la claridad que pude: Chris Froome se dopa. Ahora parece que ha dado positivo en la Vuelta a España que "ganó". Él dice que el salbutamol lo toma porque es asmático, y que los días en los que dió positivo... tuvo mucha asma

No vi la Vuelta. No quise verla, no trago a Froome. Tampoco seguí el Tour, por lo mismo y al igual que los últimos años. Froome se dopa, y todo el mundo mira hacia otro lado. ¿Qué pasará ahora? A lo mejor le perdonan. Puede que le quiten la Vuelta. Si hicieran como con Contador, deberían quitarle la vuelta y dos Tours: no se atreverán. Con Contador sí, le tenían ganas por español. Con el británico no.

Pero se dopaba. Recapacitemos: el muchacho es un enclenque enfermizo que tiene asma. Le cuesta respirar. Por lo que tengo entendido, es un tipo de asma que le aparece en las montañas, cuando hace mucho esfuerzo. Y, claro, si compitiera en igualdad de condiciones los demás muchachos le ganarían. Porque no tienen asma, son muchachos sanos. Así que él está autorizado a tomar sustancias que mejoran su rendimiento y gracias a las cuales no sólo compite con los otros chicos, sino que les gana insultantemente. Les avasalla. Todo el pelotón, todo el entorno del ciclismo, sabe que nadie puede con Froome. Que es más fuerte que los demás, que sube mejor que andie, que va más rápido. Gracias a los productos que toma, reconoce él mismo, porque si no tomara esos productos, se ahogaría, apenas podría dar pedaladas.

¿Hace falta explicarlo más claro?


Un dato que me llama la atención es que si le quitaran la Vuelta a Froome, el ganador sería Nibali. Que además de decir lo habitual en estos casos, ha dicho que le extraña lo de Froome porque él también es asmático, y aquellos días no necesitó tomar Ventolín porque llovió y no les hacía falta

Yo, lo dicho. Hace tiempo que no sigo el ciclismo. Igual cuando echen a Froome lo retomo, hasta entonces no me toman más el pelo.




Dick Dale & the Del-Tones - Misirlou

martes, 4 de abril de 2017

NBA 2016/17 - III: La polémica del descanso



El año 2012, Popovich, el entrenador de los San Antonio Spurs, dio descanso a sus cuatro mejores jugadores en el partido que disputaron en Miami contra los Heat. Estaba siendo una gira muy larga, los jugadores estaban jugando muchos minutos, algunos eran muy veteranos, y el míster consideró que era mejor que se tomaran un partido libre. Pese a las ausencias, su equipo disputó el partido y estuvo a un tris de ganarlo.

La NBA le puso a Popovich una multa de 250.000 dólares. Los Heat ganaron a los Spurs 105-100 gracias a su arreón final. Aquel año los Spurs llegaron a la final de la NBA. Si me preguntan a mí, ni aquella noche se ofreció un partido de inferior categoría, ni se adulteró la competición, y está claro que Popovich decidió lo mejor para el equipo.

Popovich es Popovich, y ha seguido dando descanso a los jugadores que ha considerado cuando lo ha creído necesario. Y últimamente ha cundido su ejemplo. Con lo que vista su inutilidad, ya no hay multas.

Hasta que este año se lesionó Kevin Durant y los Wariors empezaron a perder partidos. Perdieron en Washington, luego contra los Celtics y finalmente en Minesota. Tres seguidos, y el último contra los Wolves era más de lo que podían soportar: el míster, Steve Kerr, anunció que las tres estrellas no lesionadas se tomarían un descanso en el siguiente partido. Que, casualidades, era en San Antonio. Un domingo. Retransmitido por la televisión nacional. Partido en el que, además, dos estrellas de los Spurs estaban lesionadas y otras tendrían el habitual descanso "spur".

Hubo escándalo, pero la cosa se tomó como una protesta encubierta por parte de Kerr sobre el exigente calendario que estaban teniendo los Warriors.

La cosa se salió de madre el domingo siguiente: en el partido televisado a todo el país, Cleveland daba descanso a sus tres estrellas. Es decir; Lebron James no jugó el partido. Hasta ahí podíamos lllegar. Y aunque no le falta razón a Lebron cuando se lamenta de que todos los jugadores pueden faltar a un partido menos él, lo cierto es que su ausencia ha puesto el tema encima de la mesa como uno de los principales problemas de la NBA.

¿Es un fraude al público que las estrellas no jueguen un partido? Sin duda: los equipos nunca dan descanso cuando el partido se juega en casa, siempre fuera. ¿Por qué será? Porque el fraude sería contra sus propios aficionados, ¿no? Prueba de que es así es que se plantee que los descansos sean siempre en partidos en casa, pero la medida es imposible de aplicar: las estrellas, en vez de descansar de manera declarada, tendrán molestias en la espalda, y listos.

Hecha la ley, hecha la trampa; y en estas situaciones es muy difícil detectar cuándo se hace trampa, por lo que la NBA no sabe qué hacer. Las entradas a los partidos valen mucho dinero; un par de asientos decentes el día que viene Lebron cuesta fácil 500 dólares, a los que se ha de sumar los 40 del aparcamiento, los 100 de comidas y bebidas en el estadio,... y si además se viene de lejos, (si usted vive en Wyoming y quiere llevar a su hijo una vez al año a un partido, lo normal es que elija que ese día juegue Lebron, Curry o alguna estrella de las de verdad) hay que sumar el gasto del desplazamiento, el hotel, etc. Se comprendería que el público se enfade, y en los EE.UU. se cuida mucho la satisfacción del público. La NBA quiere ser un buen producto de verdad.

Aparte está el drama de las televisiones. Las grandes cadenas pagan millones a la NBA sólo si los partidos que retransmiten son interesantes; si se convierten en pachangas, pues no. Y los clubes quieren el dinero de las televisiones. Una solución que se plantea es alargar el calendario: los mismos partidos, en más tiempo. ¿Menos vacaciones, entonces? ¿Menos entrenamientos y preparación? ¿De verdad es una buena idea? Hay quien sugiere que en el mismo tiempo se jueguen menos partidos; 82 son demasiados, sobre todo si tenemos en cuenta que en la NFL (32 equipos) juegan 16 y les bastan para saber quién debe jugar la segunda fase. Pero esto no quieren ni oirlo los dueños de los equipos: a fin de cuentas, la NBA se creó para seguir utilizando los pabellones los días que no había partido de hockey.

¿Qué hacer? Mucha gente critica a los jugadores: antes, no se tomaban descansos. Nadie parece darse cuenta de que antes, esos grandes jugadores estaban cascados a los 32 años y que con 33 ó 34 se arrastraban por las pistas sin dominar como lo hicieron en sus años de oro. Lesiones de espalda, de pues o rodillas,... las lesiones crónicas fruto del desgaste de innumerables saltos y esfuerzos estaban a la orden del día; sólo casos excepcionales, como Jabbar, mantenían un buen nivel pasados los 35. Ahora, en cambio, nadie se extraña porque alguien cumpla los 40, y los casos en los que se da la responsabilidad a jugadores con más de 35 años son frecuentes. La medicina y la dietética han mejorado, y se ha conseguido alargar la carrera de los deportistas, pero también la planificación, la dosificación de minutos, ha contribuido. Yo, al menos, comprendo estos partidos de descanso.

En realidad, todo esto del descanso de los jugadores no es sino una consecuencia de la tremenda desigualdad que hay en la NBA, en la que no hay 4 equipos que aspiran al título. En un foro sobre un tema diferente, un aficionado de los Warriors contaba que el otro día, siguiendo el partido en un bar, se dio cuenta de que estaba pensando que qué ganas tenía de que acabara la temporada regular y empezaran los playoffs. Los Warriors, explicaba, han sido siempre un equipo de medio pelo que a menudo no jugaba la segunda fase; en aquella época, la temporada regular lo era todo. Hace dos años ganaron el campeonato, pero ellos no sabían que lo iban a ganar y por eso disfrutaron de la temporada normal. El año pasado se veían campeones, pero fue el año del record de victorias y de nuevo disfrutaton de los 82 partidos reglamentarios. En cambio, este año saben que acabarán primeros en el oeste y saben que la competición, para ellos, no empezará de verdad hasta que no empiecen los playoffs. Lo de ahora no es sino un calentamiento, 82 partidos de exhibición. Y lo mismo le debe estar pasando a Cleveland.

El aficionado en cuestión terminaba diciendo "no puedo ni imaginarme lo que debe de ser este hastío para los seguidores de los Spurs, que llevan 20 años así".

Cleveland, Golden State, San Antonio,... los equipos que hacen descansar a sus jugadores. Los equipos que saben que jugarán los playoffs. Unos playoffs, además, en los que la idea imperante es que la ventaja de campo importa menos que el que los jugadores lleguen cansados o descansados.. Y, claro, con esta mentalidad se comprende que no les importe perder algunos partidos de la temporada.

Yo entiendo que es un fraude que las estrellas no jueguen partidos para descansar y que se debería evitar. Pero para ello deberían conseguir que la competición fuera más igualada.

Y ni si quiera son capaces de igualar el nivel del este y del oeste.



Mariela Condo - Duerme, negrito (popular)

lunes, 3 de abril de 2017

NBA 2016/17 - II: La carrera por el MVP




Un tema interesante a lo largo de toda la temporada es quién será el MVP; de hecho, yo no recuerdo ningún año en el que se hubiera hablado tanto y durante tanto tiempo de este tema.

Los candidatos de este año son cuatro. Lebron James, por descontado, es uno de ellos. ¿Sus poderes? Que es el mejor jugador. En contra, que siempre va a ser eñ mejor, que ya tiene 4 galardones y que no se trata de que lo gane cada año. Otro candidato en Kawhi Leonard, que quedó segundo el año pasado y que lleva dos años seguidos siendo el mejor defensor de la NBA. Este año es una máquina en ataque y en defensa; quizá sea mejor jugador incluso que Lebron. En su contra pesa el que juega en San Antonio y que esto no va de ser el mejor jugador sino "el más valioso".

Y en lo de ser el más valioso está el lío. Porque los otros dos candidatos son Russell Westbrook (WB), de Oklahoma City Thunder, y James Harden (JH) de Houston Rockets.

Westbrook es una bestia. Un portento físico. También es un jugador que no ganará nada, porque juega para sí mismo. Para las estadísticas, para su leyenda. Y este año hay leyenda: promedia un triple doble. Esto tiene truco, porque a) chupa siempre el balón, b) no pasa a nadie si el compañero no va a tirar (y a ser posible, meterla y contarle como una asistencia), c) pierde muchos balones y falla muchísimos tiros, y d) el equipo le ayuda regalándole los rebotes que los rivales no pelean. Esto último clama al cielo pero ellos se defienden diciendo que si el base captura el rebote el contraataque es más rápido.

Harden es mucho mejor jugador que WB, si no fuera por el poderío físico de WB. Como jugador de ataque, JH es mucho mejor. Como defensor, ambos son igual de malos: no les interesa. Pero como jugador de equipo, JH es mucho más que WB, que es un chupón y que llegado el momento de la verdad nunca confiará en sus compañeros.

JH, este año, también está consiguiendo muchos triples dobles, pero no de promedio. Ahora bien, si se le ve jugar queda claro que él no lo hace para las estadísticas, sino para ganar el partido. Y el juego va de eso, en realidad. Además, su equipo tiene este año el tercer mejor registro de toda la liga, aunque los rockets, sin Harden, no se clasificarían para playoffs. Los Thunder sin WB tampoco, pero ahora mismo son décimos de toda la liga y pienso que sin WB son mejores que los Rockets sin JH. ¿Hay que dar el premio por una clasificación estadística? ¿Porque WB consigue 2 rebotes más que JH, ya que se los regala su equipo?

Esto es lo que se plantea mucha gente. Por el otro lado, ¿cómo no darle el MVP al primer tipo que promedia un triple doble desde Oscar Robertson en 1961/62?

Yo, personalmente, no se lo daría a WB. WB es un chupón que ha ido a posta a por el record de triples dobles aunque su equipo perdiera partidos. El record tiene 55 años porque hasta ahora nadie ha querido batirlo. Entre otras cosas, porque hasta la temporada 79-80 no se contabilizaron los triples dobles y en el 62 ni se había inventado ese concepto, así que ni Robertson ni nadie sabían en 1962 que estaban estableciendo un record que duraría 55 años.

Lo curioso es que hace años leí una entrevista a una leyenda de la NBA que declaraba que antes se batiría el record de 100 puntos de Chamberlain que el de Robertson, de increíble que parecía. Un triple doble era algo que nadie buscaba, si se conseguía genial pero muchas veces se perdía un partido consiguiendo un triple doble: solía ocurrir cuando el equipo era muy malo y el triplista tenía que hacer mucho de todo (como cuando esta semana un chico de Phoenix metió 70 puntos a los Celtics: perdieron). Es posible que el interés estadístico por los triples dobles venga de Lebron James, ansioso por compararse con todos los grandes que le precedieron. Pero lo de Westbrook de este año es escandaloso.

Por cierto que el triple doble es también la señal definitiva de cómo ha cambiado el juego en los últimos dos años. Con la desaparición de los pivots dominantes, el tiro de tres puntos se ha hecho el rey del juego y ahora manda el ataque; si antes ganaba el partido el que conseguía que le metieran menos puntos, ahora lo gana el que mete más. Y los partidos son un despiporre.

Que se metan más puntos no es mejor, sirvan como ejemplo los dos últimos partidos All Stars, insorportables festivales de anotación, pero por lo menos en los partidos normales sí juegan la defensa, por lo que se sigue manteniendo el interés. Más o menos.

¿Cómo acabará la cosa? Yo se lo daría a Harden o a Leonard, prefiriendo a Harden. En el caso de Leonard, la pregunta es qué más tendría que hacer el chico para ganar el título; pasa que la culpa no es suya, es de los demás: su equipo, sin él, sigue siendo muy bueno. 

Pero como hay por ahí muchos fanáticos de las estadísticas, no sabemos quién lo ganará al final. Si votáramos los ingenieros, Harden. Pero no somos ingenieros los que votamos el premio.




Annie Lennox - Precious

sábado, 1 de abril de 2017

NBA 2016/17 - I: Este contra Oeste




La competición de la NBA consiste en una temporada regular de 82 partidos y cuatro rondas eliminatorias al mejor de siete partidos. En general es una competición anodina (aunque divertida de ver); como todo, poco a poco evoluciona, pero este año ha estallado una polémica interesante que conviene analizar.

En este artículo y los siguientes expondré mi punto de vista sobre lo que ha tenido este curso de especial.

Lo primero que hay que decir es que, un año más, el Oeste es mucho mejor que el Este. Nadie sabe por qué y por lo tanto nadie sabe cómo conseguir que el Este esté al nivel del Oeste. Hace tiempo yo especulé con las razones por las que ocurría (aquí), y sigo pensando que algo de eso hay. Pero ahora se me ocurre una causa adicional: el apoyo local. Es muy diferente cómo apoyan en el este a sus equipos y cómo los apoyan en el oeste.Para ilustrarlo emplearé a Pau Gasol.

Gasol, mientras jugó en el oeste, fue un jugador muy bueno. No tan bueno como para ser un fijo del All Stars, aunque estaba siempre en las listas, pero sí se le consideraba muy bueno. Cuando Phil Jackson dejó los Lakers, la franquicia contrató a un entrenador que era muy malo pero que hasta entonces entrenaba al equipo de Lebron James en el este y por lo tanto parecía muy bueno. Mike Brown resultó un paquete, el equipo fue mal y el entorno le echó la culpa a Gasol. Con el siguiente a Brown, D'Antoni, la cosa no mejoró. Se acusó a Gasol de no colaborar con el míster, de no practicar su estilo de correr arriba y abajo, y el equipo se hundió del todo y Gasol decidió que se largaba, no por lo malos que eran sino por lo mal que le trataban. Cuando se dieron cuenta de que se iban, la gerencia intentó reaccionar, pero el mal ya estaba hecho. Se fue a Chicago.

Y, sin embargo, durante todo ese periodo los aficionados y los periodistas apoyaban a Gasol. Hablamos de Los Angeles Lakers, un equipo exigente donde los haya y que cada año se exige que su equipo juegue (y llegue lejos en) los playoffs.

Pau Gasol se fue a Chicago. Allí la gente alucinaba, al principio, porque nunca ningún jugador bueno había querido ir a Chicago.Sí, sí, era así: nunca una estrella había fichado por Chicago (Rodman, entonces, ni era una estrella ni estaba en sus cabales). Además, resultó que era un tipo amable y accesible (los periodistas le adoraban), y que trabajaba por la comunidad (como dicen allí): si había un acto solidario, niños en hospitales, desfavorecidos, un desahuciado que cumplía el sueño de su vida de ver a los bulls, lo que fuera, allí estaba él. A veces intervenía también algún otro jugador, pero se notaba que era obligado por el equipo porque nunca repetían. Sólo Gasol parecía hacerlo por deseo propio. Por lo demás, el este es el este y allí Gasol fue All Star los dos años que estuvo.

Los dos años de Gasol en Chicago fueron un infierno. Los aficionados, en todos los foros, criticaban con acritud a todos los jugadores, y a Gasol más que a ninguno. Por uno que defendiera a Pau había veinte que le insultaban y el defensor tenía que callarse. Yo leía los foros, y me preguntaba: "Pero esta gente ¿no se dan cuenta de lo afortunados que son al tener una estrella que quiera jugar en su equipo? ¿Cómo lo tratan tan mal?". En realidad trataban mal a todo el equipo, sólo que a Pau peor porque quizás habían puesto más esperanzas en él o porque como era el más bueno creían que era el más culpable.

En fin, los dos años fueron iguales: Chicago empezaba muy fuerte, el clima se agriaba, el equipo se descomponía y adiós. El primer año, con Thibodeau  como entrenador, jugaron los playoffs y les fue bien hasta que Gasol se lesionó. Uno pensaría que esa lesión haría darse cuenta a los aficionados de lo importante que era Gasol en el equipo a pesar de lo malo que según ellos era, pero quiá. El segundo año, con Gasol convencido de que se iría de Chicago, acabaron tan mal que ni jugaron la segunda fase.

Gasol se fue a San Antonio. Pero tenía 36 años y Duncan anunciaba su retiro, así que no era como dos años antes, cuando tanto Gasol como Lebron James eran dos de las estrellas que podían cambiar de equipo y durante las conversaciones de Gasol con los Spurs recuerdo que un tipo escribió que si Gasol se iba a los Spurs daría igual dónde iba Lebron, indicando que si a los entonces campeones se les añadía el talento de Gasol, serían imbatibles.

San Antonio Spurs es un equipo especial. Nadie en la NBA sabe qué les hace ser así, pero el hecho es que son la historia de más exito de cualquier deporte profesional americano. Pues en ese equipo se acoplaba un Gasol de 36 años.

De entrada, los Spurs lo pusieron de titular. Como mínimo, como respeto a su leyenda. Luego, descubrieron en seguida que el tipo ya no está para defender, y que en ataque es una ayuda si juega poco rato, que se cansa. ¿Qué pasó? Que el equipo le hace jugar siempre con jugadores que le ayuden en la defensa, y que lo racionan para que no se desfonde. ¿Y los aficionados? Encantados. Al principio, alguno criticó su endeble defensa, pero los demás le cortaron rápido: allí no se faltaba al respeto a ningún jugador, y a los jugadores hay que apoyarles. Se puede decir que tal jugador no jugó bien en tal partido, pero no que tal jugador es un paquete y que mejor echarle. El equipo es una balsa de aceite, no se conocen peleas de vestuario y ningún jugador se ha quejado de que quiere mñas minutos o más balones. De hecho, Gasol se lesionó y tras la lesión juega de reserva. El pívot ahora titular lo hace peor que Pau, pero nadie se queja; de hecho, se alegran cuando Gasol le sustituye. Y nadie se queja de que haya tanto dinero sentado en el banquillo. Al contrario: el titular sólo defiende, y definede a los pívots titulares contrarios. No pasa nada, porque de anotar se encargan los otros titulares de San Antonio. Y Gasol ha de defender a los reservas, y su ataque es tan bueno que consigue que los reservas de San Antonio ataquen tan bien o mejor que los titulares. ¡Hoy mismo he leído en un foro de Chicago que lo que hacen los Spurs con Gasol es lo que tenían que haber hecho ellos!

Este mes de enero, en Chicago, una pelea en el vestuario ha sido portada en todos los periódicos nacionales. Y eso que Gasol ya no estaba allí para echarle la culpa. En fin, cualquiera que examine la carrera de Pau convendrá en que fue un error ir a Chicago y que allí desperdició dos años preciosos.

Esta manera de apoyar al equipo local no es sólo en San Antonio y Los Ángeles. También la encontramos en Minesota, en Denver, en Utah, en Oklahoma City, en Phoenix,... En todo el oeste. Quizá no en Sacramento, no lo he mirado, pero no me extrañaría que así fuera, eso explicaría la jaula de grillos que es ese equipo. Pero en general la gente está encantada aunque su equipo pierda.

En cambio, en el este la gente es una montaña rusa. Si ganan, van a por el anillo. Si pierden, éste, ése y aquel son unos mantas y hay que traspasarlos a todos. Y si esta temporada no se va a ganar el campeonato, mejor perder a posta todos los partidos: quizá así en el sorteo del draft se pueda elegir al próximo Michael Jordan. Quizá sea por ello que en los equipos del este las peleas internas están a la orden del día. Parece que no suele haber buen ambiente en los equipos del este. Con un par de excepciones, Miami y, sobre todo, Boston. Es cierto que en Boston ha habido broncas de vestuario y (qué coincidencia) el equipo ha pasado malos años, pero la capacidad de volver a los puestos de cabeza de esa franquicia tiene que tener una explicación cultural, es algo que no se produce en ningún otro equipo del este. Tiene que ser la gente de allí. Tiene que ser que esa gente enfoca el deporte de una manera digamos más sana que el resto de la gente del este. Porque tampoco puede ser coincidencia que lo más parecido a los San Antonio Spurs sean los New England Patriots de la NFL, también de Boston.



One Direction - Story of my life

martes, 7 de marzo de 2017

A propósito del All Star de 2017




Ayer me levanté recordando, por alguna extraña concatenación de ideas, el All Star de la NBA de 1985. Mi primer partido de la NBA. En 1984 España había llegado a la final de baloncesto de la olimpiada de Los Ángeles, derrotando en el camino a Yugoslavia. Semejante hazaña provocó un gran aumento del interés por el baloncesto y las primeras miradas a la NBA. Esa temporada se retransmitió el All Star y como también coincidió con el boom de los grabadores de vídeo, en mi casa lo grabamos y ví el partido incontables veces, hasta el punto de que me sabía la mayoría de las frases del locutor (Pedro Barthe) de memoria. Aún me sé unas cuantas.

Los recuerdos matutinos, ya digo, venían por que el partido de este año ha supuesto el fin del prestigio de este tipo de partidos. Yo no lo he visto, salvo alguna jugada en algún resumen, y no he conseguido leer crónicas al respecto en los informativos americanos y apenas artículos comentándolo; todo lo más, comentarios de los aficionados diciendo en general que a) no lo veían desde hace años, o b) no lo iban a ver nunca más. Y es que el partido acabó 192-182 y con unos porcentajes de acierto escandalosos. ¿Cómo lo consiguieron, si no se jugaron prórrogas? Porque nunca se defendió. Se lleva años diciendo que en estos torneos no se defiende, y ya el año pasado hubo muchas quejas por el poco interés que tenía ver a jugadores lanzando a canasta triples sin oposición, pero lo de este año fue de traca: la jugada más famosa es una en que cuatro jugadores del Este corren hacia la canasta del Oeste, y sólo hay uno del Oeste en su campo (los otros cuatro ni se molestan en volver a su campo). El defensor del Oeste es Stephen Curry, el mejor jugador de la liga los últimos dos años y entre los mejores de todos los tiempos según los más panolis. Uno pensaría que el mejor jugador de la liga sería capaz de hacer una defensa increíble... pero lo que hizo fue ¡tirarse al suelo y taparse la cabeza con las manos! Para molestar lo menos posible, está claro. El chaval del Este que llevaba la bola llegó hasta la canasta, saltó, machacó el aro y se volvió a su campo. Se comprende que la población estadounidense se dividiera entre los que ni se enteraron del partido, los que lamentaron haber perdido el tiempo viéndolo (o una parte) y los que lamentaron haber perdido el dinero comprando una entrada.

Al menos los Harlem Globbetrotters llevan uniformes divertidos y hacen malabarismos divertidos.

Sin embargo, hay panolis que siguen defendiendo que en los all star no se defienda. Y de ahí mis recuerdos del de 1985. Cuatro, en concreto, me vinieron a la cabeza como flashes.

En aquel partido, los titulares del equipo del Este eran Isiah Thomas, Michael Jordan, Julius Erving, Larry Bird y Moses Malone. Los del Oeste, Magic Johnson, George "Iceman" Gervin, Adrian Dantley, Ralph Sampson y Kareem Abdul Jabbar. Entrenados por Pat Riley, mientras K.C. Jones, el de Boston, se sentaba en la banqueta del Este. Innegable, las grandes estrellas de la liga. Jugadores que cobraban cien o doscientas veces menos que los de ahora y que no podían permitirse una lesión.

Éstas son las 4 jugadas:
  1. "El contraatque se ha frustrado porque Blackman, una vez más, ha estado atento". Habla el locutor de Rolando Blackman, que en dos jugadas consecutivas conseguía interceptar un pase de contraataque en el centro del campo.
  2. Remontando, Isiah Thomas mete una canasta. "Y todavía se revuelve para defender", añade el locutor tras alabar la belleza de la jugada, porque Isiah se pone a defender el saque de fondo e impedir un ataque rápido dando tiempo a sus compañeros a regresar a su zona.
  3. En otro contrataque (señal de defensa) Dr J. corre hacia la canasta del Oeste, para machacar. Salta, y aparece por detrás su par, Larry Nance, que se ha pegado la gran carrera para llegar a taponar el mate. Nance, además del tapón, atrapa el balón e inicia el nuevo ataque. Mientras el Dr. J. vuelve, Barthe comenta "Erving, diciendo qué pasa aquí, ya no se respetan las caetgorías".
  4. Y mi favorita es que, al parecer, el partido se decidió porque en el cuarto cuarto se "lesionó" Larry Bird: se llevó un golpe tremendo en la cara y tuvo que retirarse del partido. ¿Cómo se lesionó? En un ataque del Oeste, Jabbar y Malone estaban luchando por la posición. Empujones, codazos, lo normal. El locutor explica que son tíos de 120 kg de peso (en aquella época un alero universitario americano venía aquí y lo ponían de pivot armario, cada equipo tenía 2), y en una de sus enganchadas Larry Bird, que está defendiendo al que lleva el balón, no se da cuenta y se lleva el golpe.
Es cierto, el locutor nos lo explicaba, que el partido empezaba muy alegre con jugadas imaginativas, pero también nos decía que poco a poco se iban a ir ajustando las defensas (era en diferido), y lo cierto es que la segunda mitad fue muy intensa. ¿Se defendía? ¡Ya lo creo que se defendía!

Bueno, pues el caso es que también ayer, dos semanas después, uno de los integrantes del partido de este año declaró que lo que habría que hacer es ofrecer más dinero. Un tío que cobrará cien veces lo que Kareem, y encima pide más dinero para defender en un partido en el que Kareem defendía gratis. ¡No tienen vergüenza!

Al menos, el entrenador del Oeste de este año, Steve Kerr, ha declarado al respecto:
“Maybe the best thing to do will be to watch a tape of an All-Star Game from about 1985, because it was a different game back then. It wasn’t like guys were diving on the floor for loose balls and taking charges, but it was competitive."

Quizás lo mejor que se puede hacer es ver una cinta de un All Star de hacia 1985, porque era un partido diferente entonces. No es que los tíos se lanzaran al suelo por un balón perdido o decidieran ponerse al cargo (se refiere a esas situaciones en las que un jugador, desesperado, cambia a jugar en plan "A mí, Sabino, que los arrollo"), pero era competitivo.


Me ha hecho gracia que él, el mismo día, se acordara del mismo partido de hace 32 años, y he querido contarlo aquí.

Aquellos eran buenos tiempos para el baloncesto.




Coro del Ejército Rojo - Tema de La caza del Octuber Rojo

domingo, 18 de septiembre de 2016

Bradley Wiggins y Chris Froome




Un grupo de hackers ha hecho público que los británicos Wiggins y Froome, 4 tours de Francia entre los dos, tomaron sustancias prohibidas. La agencia mundial de antidopaje, la AMA, reconoce que sí, pero lo justifica: tenían permiso, porque eran asmáticos. ¡Pobrecitos!

Es sabido por todos que para ganar el Tour de Francia lo mejor es tener asma o, mejor aún, tener una dolencia cardíaca. Con boleto especial si se es cojo de una pierna y se debe medicar para paliar los dolores.  Porque hay que decir que Wiggins y Froome no ganaron sus tours tras agónica lucha, sino dominando con claridad a todos los demás; de hecho, el único que le resistió a Wiggins fue... Froome. Y los tours de Froome fueron unos rollazos desde el primer día, tal era su superioridad. Y ya sabemos la explicación: estaba enfermo, tenía asma. 

Seamos sinceros: Wiggins y Froome, los ganadores, tomaron sustancias prohibidas. Se les autorizó a ello porque tenían asma (démoslo por cierto); si no las hubieran tomado, el asma habría hecho que Contador y Valverde les ganaran. Pero las tomaron, y gracias a esas sustancias fueron ellos los que ganaron a Contador y a Valverde.

En fin, qué quieren que les diga.

Sí, que si en vez de ser británicos hubieran sido españoles, les habrían desposeido hasta del DNI. Y si hubieran sido Valverde y Contador, les juzgaría el Tribunal de La Haya. En especial, si hubiera sido Contador.

Y lo que más rabia me da es que si estos tíos no hubieran tomado las sustancias prohibidas (para todos los demás, para ellos autorizadas), es muy probable que más de uno y más de dos de esos tours se los hubieran llevado nuestros chicos.



Creedence Clearwater Revival - Good golly, Miss Molly (de Little Richards)

lunes, 29 de agosto de 2016

Nadie hablará de ti si no ganas





Elgin Baylor fue un jugador de Los Angeles Lakers entre 1958 (en aquel momento, los Minneapolis Lakers) y finales de 1971. Durante aquellos años fue el hombre franquicia, ayudado desde 1960 por Jerry West y desde 1968 por Wilt Chamberlain. No fue un panoli: por ejemplo, en la temporada 61-62 metió 38,4 puntos por partido y 18,6 rebotes (siendo un alero de 1,96). De hecho, fue el primer negro para el cual jugaba su equipo. Y más aún, en su temporada de novato llevó al equipo a la final de la NBA contra los Celtics de Russell. Si tenemos en cuenta que la temporada anterior el equipo había quedado último de la liga y estaba a punto de desaparecer… Por cierto, jugó 8 finales de la NBA. Pero, claro, las perdió todas. Por eso no se acuerda de él ni el tato. De su compañero Jerry West sí, todo el mundo habla maravillas. La diferencia, me temo, es que Baylor se retiró al inicio de la temporada en la que los Lakers ganaron por fin el campeonato.

Algo parecido a Baylor puede decirse de muchos otros jugadores mucho mejores que estrellas de hoy en día, pero que tampoco ganaron anillos. Podemos recordar a Pete Maravich, a Thurmond, Lanier, King, Murphy, English… No ganar el campeonato supone el olvido. Por hablar de jugadores más modernos: ¿quién menciona hoy en las conversaciones a Karl Malone, el segundo tipo que más puntos ha metido, o a John Stockton, el que más asistencias ha dado? Ambos eran increíbles, pero ahora… como si no hubieran existido. No se recuerda a Charles Barkley como el jugador imparable que era, el jugador total, el que todos querían en su equipo. Ninguno ganó ningún campeonato.

Y es que el deporte es así. Sea ciclismo, motociclismo, tenis, baloncesto, atletismo,… sólo gana uno, el resto son los perdedores. Y nadie se acuerda nunca de los perdedores.
 
 
 
Johannes Brahms - Danza húngara nº 1

domingo, 10 de julio de 2016

El que sale en la foto





Hace un par de días, con todo este follón de los policías y los negros, el jugador de baloncesto Carmelo Anthony publicó un tweet en el que afirmaba que los atletas negros debían implicarse, más allá de marchas, tweets y proclamas: tenían que hacer algo más, y ellos, los atletas negros de éxito, tenían que participar activamente. Y acompañaba el tweet con esta foto:




Esa foto tiene historia: es de 1967. Cassius Clay, Muhammad Alí, había anunciado que no iba a ir a la guerra de Vietnam. La fecha que le había dado el ejército para la incorporación era abril de 1967, y en febrero de 1967, en Cleveland, se produjo una reunión de atletas negros para apoyarle. En el tweet de Anthony, la foto está cortada; un plano mayor es éste:



Junto a Muhammad Alí, sentado, está Jim Brown, un jugador de fútbol americano, una de sus leyendas, designado en el 2002 por Sporting News como el mejor jugador de la NFL de todos los tiempos. Como chascarrillo, jugaba en los Cleveland Browns y fue campeón en el 64, el título que tanto se recuerda porque fue el último que ganó un equipo de Cleveland hasta Lebron este año. Digamos, sin más, que era el deportista más famoso de Cleveland.

De pie hay unos cuantos negros. De izquierda a derecha:
  • Carl Stokes: el alcalde de Cleveland, y el primer alcalde negro de una ciudad importante;
  • Walter Beach, fútbol americano, también de los Browns, un hombre significativo a nivel local;
  • Bobby Mitchell, otro de los Browns;
  • Sid Williams, de los Browns;
  • Curtis McClinton, futbolista, pero de los Kansas City;
  • Wiilie Davis, que estuvo en los Browns pero entonces estaba en Green Bay, relativamente cerca de Cleveland;
  • Jim Shorter, de los Browns,
  • y John Wooten, también de los Browns.
Pero a mí me llaman la atención los otros dos que están sentados. Junto a Ali está Bill Russell, la estrella de los Boston Celtics. No necesita presentación, y es llamativo que, siendo el entrenador y el jugador principal del equipo, interrumpiera la temporada para acudir a este acto.

Y mi favorito, y la razón de que hoy escriba este artículo, es el que está sentado a la izquierda de Jim Brown: sí, Kareem Abdul Jabbar, entonces todavía Lew Alcindor.

¿Se dan cuenta qué chirría en la foto? Jabbar, Alcindor. Porque en ese momento tiene 19 años.

Cuando se hizo la foto, Jabbar jugaba en la universidad de California - Los Ángeles, UCLA. Había llegado a la universidad el año anterior, pero en aquella época los de primer año no podían competir oficialmente, así que aún no había ganado ningún título universitario. Y, sin embargo, era ya una leyenda de tal calibre que se monta una reunión como ésta en Ohio y lo llaman a él para que acuda en representación de la comunidad negra.

Yo, el lector habitual ya lo sabe, soy de Jabbar.  Por delante de Michael Jordan y de Lebron James. Y es que hay cosas de Kareem que no se reflejan en las estadísticas.




Cat Stevens - Moon shadow

sábado, 21 de mayo de 2016

La final de la Copa, como síntoma




Creo que todos estamos de acuerdo en que un gobierno de Rajoy es, por definición, más duro e intransigente que uno de Zapatero, de Sánchez, de Iglesias o de Rivera. Como mínimo, es al que más se le va a tachar de insensible, de alejado de los sentimientos y necesidades de las personas, etc.

El Barça ha jugado la final de la Copa del Rey (de fútbol, si no se dice el deporte, siempre es fútbol) en 2009, 2011, 2012, 2014, 2015 y ahora 2016. Hasta aquí, nada que objetar, el formato a doble partido no da mucho espacio para las sorpresas y sumpongo que a los organizadores les gusta que así sea.

Cada año que juega la final el FCB, e insisto en que son 6 de las últimas 8, los seguidores del FCB exhiben un comportamiento intolerable. Para más inri, el objetivo de los seguidores del FCB no es animar a su equipo, sino aprovechar la final para exhibir un comportamiento intolerable; intentando, además, que cada año sea más intolerable que el anterior. Se sienten felices así. No es la victoria de su equipo lo que les hace volver cantando, sino la impunidad que han disfrutado, el haber tensado aún más la cuerda y salir de rositas. El "este año la hemos montado bien gorda". Lo del fútbol, les diré: a los aficionados del FCB, la Copa es como la Copa de Cataluña, uno no se entera mucho si se gana. La liga aún es algo, no se crean que demasiado. Pero la rúa sólo la montan cuando ganan la Copa de Europa. La liga, si se gana, pues es un buen año, un año correcto, se ha cumplido. La Copa es nada sin liga o Europa, ganar sólo la Copa es echar al entrenador por paquete.

La cosa es así hasta el punto de que los seguidores del FCB quieren que su equipo juegue la final por el chou que montan, y que les eliminen a tiempo es una decepción porque les priva de la ocasión, no por no poder ganarla. Créanme, vivo en Barcelona, me muevo en ambientes del FCB, y sé de lo que hablo.

Zapatero, todos lo sabemos, era un babao. El pollo de las finales del 2009 y 2001 estaba chupado porque ZP es guay. Pero hemos tenido más con Rajoy. Y el pollo ha sido cada vez mayor, visto que Rajoy se comporta como una estatua de piedra. Intransigente y pétreo en sus convicciones, puede. Pero es tan activo como una estatua. Así que una vez que te das cuenta de que no se moverá hagas lo que hagas, barra libre.

Por esto digo que la final de la Copa es un síntoma del gobierno que tenemos (y supongo que, por extensión, de la sociedad en la que convivimos). Creo que con gran dolor de corazón todos los españoles (bueno, 45 millones de 46) tenemos claro que a la primera pitada al himno o a la entrada del Rey la final se ha de suspender y se juega a puerta cerrada. Que a la segunda suspensión repitiendo finalista (o tercera, si se me ponen quisquillosos) se debería atribuir sin duda posible toda la culpa al equipo reincidente, y expulsar a ese equipo 5 años de la competición, la segunda expulsión por 10 años, la tercera por 50 y la cuarta a perpetuidad. Pero yendo en serio, nada de que se pueda recurrir hasta Estrasburgo o La Haya. Y quizá no con la primera suspensión de la final, pero seguro que con la primera expulsión, la que demuestre que pocas bromas, se acaba el problema de por vida, que ni el FCB animaría a esos seguidores ni los aficionados del FCB tolerarían a los seguidores. Que no se lo he dicho, pero en esto ocurre como con ETA y el País Vasco: todo el mundo conoce a los seguidores, casi todos tienen un cuñado o un primo seguidor, y éstos viven gracias a la tolerancia (papanatismo) y el mirar para otro lado de todos los que estamos por aquí.

Pero ¡quiá! Incluso teniendo abrumadora mayoría absoluta en el Congreso, el gobierno de Rajoy no se ha atrevido a hacer nada que no les haga parecer guays como ZP, no vaya a ser que... no sé a qué tienen miedo, pero a algo. Ustedes me dirán que el Gobierno no tiene competencias sobre la Copa del Rey y todo eso, pero ¡por favor! Saben perfectamente que se dan los mensajes adecuados, y fin de la historia.

Y si el gobierno es un incapaz en algo tan poco importante como un torneo de fútbol, ¡qué no hemos de esperar cuando sea una situación complicada o trascendente! Y hablo de Rajoy como paladín de las personas de orden y principios, si el gobierno fuera de Sánchez o de Iglesias ya se imaginan.

6 veces en ocho años, y seguiremos sumando. ¿Cuańdo saldrá de entre nosotros un Cicerón que diga
¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?
He de decir que Cicerón no se limitó a los discursos en el senado, sino que se puso al frente (era cónsul), dirigió las acciones que acabaron con la conjura , y luego consiguió que cayera sobre ellos todo el peso de la ley, sin atenuantes ni eximientes.

Pero no, no tenemos cicerones por aquí. Hace tiempo que no.

Así que vayámonos acostumbrando al espectáculo de las pitadas. O hagan como yo y no vean la televisión.





Rimsky-Korsakov - El vuelo del moscardón

sábado, 19 de marzo de 2016

La locura de 2016

El baloncesto universitario de los Estados Unidos es, según numerosos autores, aburrido. Es verdad que es una competición sin estrellas: en que aparece alguna, da el salto a la NBA. Lo que nos lleva al hecho incuestionable de que las verdaderas estrellas de la NCAA son los entrenadores de los equipos: Rick Pitino, John Calipari, Mike Kryzewski, Roy Williams o Bill Self, por citar algunos. Los entrenadores son mucho más conocidos que los jugadores, y así, decimos que se enfrentan los Cardinals de Pitino a los Wildcats de Calipari, no a los Wildcats de Jamal Murray.

Esta identificación de los equipos por los entrenadores se traduce en un insano control de ellos sobre el juego del equipo: el jugador que desobedezca una consigna será relegado al banquillo. Y el resultado es que los jugadores lo tienen difícil para desplegar su genialidad; se quieren soldados, no héroes. Sumemos a esto que estamos hablando del puesto de trabajo de los entrenadores, y que se les pide un buen rendimiento global, no éxitos y títulos como si fueran el barça o el Real Madrid, y entenderemos que la primera consigna del entrenador sea "muchacho, ve sobre seguro, no te la juegues".

Es cierto. Los partidos suelen ser aburridos. Partidos sin estrellas ni jugadores sobresalientes, tanteos bajos, posesiones muy largas, buscando tiros seguros. Es cierto.

Pero cuando llega marzo, el formato de liga cambia por el de eliminatorias a partido único, lo que se denomina la locura de marzo. Esto no cambia totalmente el juego, los partidos son largos y durante gran parte del mismo el ritmo es el normal en la categoría, pero cuando llegan los últimos minutos no hay tiempo para ser conservador y cada jugador tiene que sacar lo mejor de sí mismo. La emoción se dispara y llegan los momentos únicos.

Este año, en la primera ronda de eliminatorias se enfrentaron Texas y Northen Iowa. Texas, por supuesto, cabeza de serie y Northern Iowa como cenicienta. Pero ¡ah! en el partido salta la sorpresa y N.I. se pone por delante y controla el partido. Hasta que, faltando sólo 12 segundos para que termine, Northern Iowa falla un tiro y Texas tiene el balón, dos abajo. Tiempo para un tiro, Texas puede perder, empatar... o ganar.

Doce segundos para contemplar y entender lo que supone la locura de marzo. Como cabeza de serie, Texas va de blanco y N.I. de azul, aunque los de Texas son negros y N.I. es el equipo de los blanquitos: https://www.youtube.com/watch?v=SdFB3OGUaGU

Por cierto, no se pierdan al final al compañero del equipo con dos muletas. Eso, en la NBA, no pasa.


domingo, 24 de enero de 2016

El nuevo Wilt Chamberlein




Recuerdo que, hace bastantes años, cuando Michael Jordan aún no había ganado todos sus campeonatos, era corriente debatir sobre quién era el mejor jugador de baloncesto de la historia; por lo normal, el debate se centraba en la terna Bill Russell, Kareem Abdul Jabar y Wilt Chamberlain. De hecho, todavía se debate, ahora más bien cual es el mejor pívot, y siempre se hablará de si era mejor Russell o Chamberlain. A favor de Russell, ya se sabe: jugó trece años, diez de ellos coincidiendo con Chamberlain, y quedó campeón en 11, mientras que Chamberlain jugó 14 años y ganó 2 campeonatos. A favor de Chamberlain... quizá todo lo demás. Que se podría resumir en que era una máquina de baloncesto como no ha habido otra igual y que tal cosa se demuestra con sus estadísticas

El fenómeno Wilt Chamberlain queda ya bastante lejos en el pasado, pero sí tenemos ahora a un jugador que es bastante parecido, hasta el punto de que podríamos llamarlo el nuevo Wilt Chamberlain. Hablo, claro está, de Lebron James.

Lebron está en su 13ª temporada. Al igual que Chamberlain, es un monstruo que domina físicamente a todos sus rivales. Al igual que Chamberlain, sus estadísticas son insuperables y es un nuevo hombre-record. Ha ganado dos campeonatos y ha perdido cuatro, como Chamberlain. Este año dudo mucho que gane el título y creo que ya no ganará más, porque los 31 años empiezan a pesar y su dominancia ya no es tan abrumadora como antes; quizá si se une a una escuadra campeona, pero es difícil que ocurra si sigue en Cleveland: los jefes del equipo son unos inútiles y no me extrañaría que nadie quiera ir allí.

Aunque lo niegue, Lebron también es un fanático de las estadísticas, y yo lo tengo claro, lo dijo en su momento Saquille O'Neal: "Empecé a ganar cuando dejé de preocuparme por las estadísticas". Quizá sea eso lo que le falta a James: ¿no entiende que el baloncesto es un juego de equipo y que un campeonato es una carrera de fondo? Todo el mundo se asombra del permanente nivel de San Antonio. Sus jugadores no son los reyes de las estadísticas, no son asiduos de los All-Stars y no figuran en las listas de los all-NBA teams, y sin embargo, año tras año, aunque cambien los jugadores, allí están. Como los Celtics de Russell, por cierto. Nunca se ha dicho que los equipos de Lebron son una máquina de baloncesto; como mucho, que Miami defendía como nadie.

Lebron ganó dos años en Miami porque su equipo era demasiado bueno como para no ganar al menos la mitad de sus finales, pero ahora está en un equipo correcto, normal, y eso no basta. Han echado al entrenador nadie sabe porqué (pero todo el mundo piensa que, en cualquier caso, Lebron no lo quería), y de pronto no tengo claro que lleguen a las finales de la NBA. Si llega, será por la calidad de Lebron, pero allí se encontrará a los Warriors o a los Spurs, equipos que juegan en equipo, y... no tiene ninguna posibilidad.

Y cada año va a ser peor. Batirá más records, seguirá teniendo partidos asombrosos, pero cada vez que le vea jugar pensaré que algo así debió ser Wilt Chamberlain. Un jugador espectacular, pero no un ganador.



Elvis Presley - King of the road

domingo, 3 de enero de 2016

Merienda de negros



Veo en la televisión el partido de los Bulls. El comentarista, Guillermo Giménez, suele tener varias frases habituales, tipo "esto es un despiporre", pero en este partido me llamó la atención otra de sus favoritas: "esto es un descalzaperros". Descalzaperros la define la RAE como "contienda, revuelta, barullo"; aplicada a la retransmisión de un partido de baloncesto, nos hablaría de un partido bronco, peleado con intensidad. Giménez la emplea, por lo normal, cuando un equipo está desollando vivo al otro, se está dando un festín a su costa. Y me llamó la atención porque yo no digo nunca "descalzaperros", sino "merienda de negros", y en caí en la cuenta de que él, en televisión, no podía decir "merienda de negros": lo crucificarían a la mañana siguiente.

Merienda de negros también es una voz reconocida por la RAE: "confusión y desorden en que nadie se entiende", con carácter coloquial. Creo que se ajusta más a lo que Giménez suele querer decir, pero, ya digo, todos aquellos a los que no deberíamos permitir votar se le echarían encima de tal forma que aunque hiciera una retractación pública seguirían exigiendo su ejecución en la plaza más cercana. 

Para mí, les confieso, "merienda de negros" tiene otro significado. Evoquen, por favor, una película de Tarzán. Los volmangani han atrapado a los expedicionarios blancos previo exterminio de su grupo de porteadores negros, y están poniendo la olla al fuego mientras las viandas esperan turno atadas a un palo. Excitados negros por doquier, chillando y dando saltos. En algún sitio, unos tamtanes establecen un ritmo que suelen seguir un corro guerreros brincando en torno a los blanquitos. ¿Se hacen a la idea? Eso es, para mí, una merienda de negros. Sí que evoca, no lo niego, confusión y desorden, pero incorpora el pequeño matiz de que los negros son caníbales y, aquí sí sería literal, van a desollar y comerse vivos a sus rivales.

En baloncesto, cuando un equipo está ganando al otro de 25 y les está metiendo los triples hasta el suplente de la toalla, éso es una merienda de negros. Aunque no pueda decirse en público y tenga que tildarse de descalzaperros. 

Sí, me encanta la expresión "merienda de negros". ¿Qué pasa? ¿Es que hemos de prohibir cualquier referencia a Tarzán, también?

Por lo demás, el partido me sirvió para comprobar de primera mano cómo está el equipo de Pau Gasol. Es un buen equipo, con un entrenador mediocre, que carece de química y de un tío que temple y mande en la pista, y que sin Gasol lo tendría muy chungo. Pero tienen a Gasol, y el nuevo entrenador es de los de administrar minutos: pienso que tienen opciones en los playoffs, hasta que se encuentre con los de Cleveland.

Lo curioso con los Bulls, este año, es que son la mejor defensa de la liga y sin embargo la afición está descontenta. La afición quiere defensa, no quieren jugadores que metan canastas. Prefieren un 75-76 a un 105-106, pues para ellos un 105-106 es sólo "un intercambio de canastas". Sus argumentos suelen ser del tipo, "sí, vale, la mete, pero no defiende". Y sobre los jugadores que tienen que no la meten ni en una piscina dicen "¡qué tío, qué defensa más buena!" Leyendo en los foros sus opiniones, entiendo que la Conferencia Este sea tan defensiva. En el Oeste, en cambio, la gente es más como yo: el espectáculo es meter la canasta imposible. Y la gente no va a las canchas esperando ver marcajes pegajososo, ataques lentos sin tiros claros y tiros forzados; quieren la asistencia insospechada, la imaginación en el ataque, el movimiento de coordinación imposible y el tiro "uno entre un millon". Esto no significa que quieran las pachangas en las que se han convertido los All-Stars, al contrario, porque es la defensa agresiva la que fuerza el mejor ataque y no hay defensas en los All Stars. Pero, ya digo, en el Este les ponen los marcajes férreos. Y me llama la atención que sea el club de Michael Jordan, al que le hicieron una estatua en una pose ofensiva, no defensiva, pero está claro que hoy lo que valoran en los jugadores es su esfuerzo en defensa. En fin, dice el refrán que jugador de chica, perdedor de mus, y me huelo que hasta que la afición no quiera que su equipo ataque como nadie no ganarán.

Y ya que estoy con el tema: en el Este no sé quién quedará segundo tras los Cavaliers. En el Oeste, la cosa está clara. Warriors, Spurs, Thunder y Mavericks jugarán las semifinales. ¿Spurs contra Thunders? Spurs, dice la lógica. Y Dallas contra Golden State. ¿Golden State? Bueno, Dallas ya ha ganado a los Warriors. Y eso me recuerda que el año que ganaron el campeonato, durante el All Stars entrevistaron a todos los participantes y les pidieron que vaticinaran quién ganaría la liga. Unos decían que Miami, otros que Boston, otros que Lakers, S.A. o los Thunders... me llamó la atención que uno, sólo uno, apostó por Dallas. Nowitzki. Le preguntaron que por qué, y respondió que todo el mundo tenía a un puñado de favoritos, los dichos y quizá me deje a algún otro... y que ellos, a todos esos, les habían ganado. No sé, el entrenador, Carlisle, está en su octava temporada con ellos y sin discusión es de los mejores de la liga; Nowitzki, ya lo escribí el otro día, está llevando sus 37 años mil veces mejor que Kobe (vale, no es el tercer mejor anotador de la historia, sólo el sexto, pero desde luego no se está arrastrando por las pistas como Bryant), y, en fin, el equipo está ahí. Yo que los Warriors no me confiaría. Y lo que ya no sé es cuál de los dos, Spurs o Warriors, destrozará en junio a los Cavs.

Eso sí que será una merienda de negros. O un descalzaperros, si fuera políticamente correcto decirlo.




Elvis Presley - In the ghetto